CAPÍTULO IV ETAPA 1
LA RESPUESTA DEL ORIENTADOR Y LA AUTOEXPLORACIÓN DEL CLIENTE I. Las destrezas del orientador en la Etapa I 1. El nivel primario de la empatía precisa se distingue de la empatía precisa avanzada en que a. la meta de tal empatía es comunicar al cliente que el orientador entiende su mundo desde la perspectiva del cliente b. tal empatía trata tanto con los sentimientos como con las conductas y experiencias que sustentan estos sentimientos c. tal empatía establece confianza y armonía y aumenta el nivel de la conducta auto exploratoria 2. El principiante puede experimentar ciertos problemas en comunicar la empatía exacta de nivel primario: inexactitud, aparentar entendimiento, permitir al cliente divagar, prematura empatía exacta avanzada, pasar mucho tiempo en comunicar el nivel primario de la empatía exacta, brincar rápidamente, usar lenguaje que no está a tono con el del cliente y ser tedioso. 3. Un orientador que es similar en antecedentes al cliente puede con frecuencia comunicar empatía exacta más efectivamente que uno totalmente ajeno a los antecedentes del cliente. 4. La autenticidad debe comunicarse al cliente a través de ciertas conductas: rehusando representar el papel de orientador, siendo espontáneo, siendo uno mismo, no estando a la defensiva y estando listo para darse uno mismo si eso ayuda. 5. El respeto, también, debe expresarse conductualmente: estando "para" el cliente, estando dispuesto a trabajar con él, considerándolo como único y autodeterminado, asumiendo su buena voluntad, prestando atención, suspendiendo juicios críticos, comunicando empatía exacta, haciendo un censo de los recursos del cliente, siendo apropiadamente cálido. 6. El orientador debe ser concreto en sus respuestas con objeto de ayudar al cliente a ser concreto en su auto-exploración. a. Ser concreto significa tratar con sentimientos específicos, experiencias específicas y conductas específicas en situaciones específicas. b. El orientador puede conseguir que el cliente sea más concreto usando preguntas de sondeo y abiertas. c. Ser concreto es muy importante en esta etapa (auto-exploración) y, posteriormente, en la elaboración de programas de acción. II. Las experiencias del cliente en la Etapa I 1. La desorganización del cliente le hace más abierto a procesos de influencia social. 2. El orientador que es un experto por sus destrezas así como por su papel y reputación, establecerá una fuerte base de poder con el cliente. 3. Si el orientador es confiable en su papel, reputación y conducta, establecerá rápidamente una armonía con el cliente. Tal armonía es un canal de influencia social. 4. Una tercera fuente de influencia es lo "atractivo" del orientador. El orientador será atractivo si es visto como similar y compatible con el cliente. 5. El orientador puede ayudar al cliente a pasar revista de sus recursos motivaciónales. La motivación del cliente para participar en el proceso de ayuda será alta si a. él siente pena psicológica b. los asuntos que se tratan en las sesiones de ayuda son de importancia intrínseca para él c. el orientador pone exigencias razonables en él, exigencias consistentes con sus necesidades y recursos 6. Todos nosotros estamos abiertos a procesos de influencia social. Tales procesos son "malos" solamente si se usan para controlar, manipular o de alguna manera dañar al cliente.
III. Auto-exploración 1. Las destrezas del orientador en la Etapa I se dirigen hacia la conducta autoexploratoria del cliente, enfocándose sobre información concreta relacionada con el problema, recursos orientados a la solución, y metas, presupuestos y valores del cliente. 2. La severidad de los problemas del cliente se pueden calibrar por el grado de perturbación que le causan, su incontrolabilidad y su frecuencia. 3. Los obstáculos que están en el camino del cliente, en su total exploración de sí mismo, son las preguntas sobre la confidencialidad (especialmente en grupos), temor a la desorganización, vergüenza y temor al cambio. 4. Puesto que el centro de disfunción es generalmente interpersonal, el mejor modo de tratamiento en la Etapa I es adiestrar al cliente en las destrezas interpersonales que el orientador mismo usa en la Etapa I: prestar atención, empatía exacta de nivel primario, ser concreto, ser genuino y respetuoso. 5. Ayudar es un proceso intenso. Ciertos tropiezos que deben evitarse son a. La tentación de permanecer demasiado en la Etapa I, prosiguiendo con introspecciones que no están relacionadas con la acción b. La tentación de aplicar el modelo de desarrollo demasiado rígidamente
Este capítulo tiene tres secciones. La sección 1 trata de las destrezas que el orientador necesita para responder efectivamente a la persona que se presenta buscando ayuda y para ayudarla a explorar sus problemas. Estas son también las destrezas que constituyen las bases para las relaciones interpersonales maduras. Sin ellas la mutualidad es imposible. La sección II trata de la experiencia de ayuda del cliente como un proceso de influencia social. ¿Qué le hace confiar en el orientador (o en sus compañeros miembros de grupo de orientación) y le mueve a colaborar en el proceso de ayuda? La sección III discute el proceso de la autoexploración misma y algunos de los obstáculos para ella. I. LAS DESTREZAS DEL ORIENTADOR EN LA ETAPA I La primera tarea del orientador es responder a la persona que viene buscando ayuda. Sin embargo, como Brammer (1973) nota, el cliente promedio entra en una relación de -ayuda con ciertos recelos, por un número de razones. 1. No e s fácil recibir ayuda. 2. Es difícil comprometerse con el cambio de uno mismo. 3. Es difícil someterse a la influencia de un orientador; la ayuda es una amenaza para la estima, la integridad y la independencia. 4. No es fácil confiar en un extraño y estar abierto con él. 5. No es fácil al principio ver los problemas de uno claramente. 6. Algunas veces los problemas parecen demasiado grandes, demasiado abrumadores, o demasiado únicos para compartirlos fácilmente (pág. 57). ¿Cómo, entonces, el orientador va a responder a una persona que experimenta tales temores y dudas? Debe tratar de entender al cliente y comunicarle este entendimiento tan genuina, cariñosa y concretamente corno sea posible. La destreza de comunicar la empatía exacta, la autenticidad, el respeto y el ser concreto, constituyen las destrezas de la Etapa I. Estas son las destrezas que ayudarán a crear, para el cliente, el clima de libertad psicológica que necesita para explorarse a sí mismo y explorar los problemas en su vida. Como Brammer (1973) nota, el prestar atención y el escuchar anima al cliente a bajar su guardia y volverse vulnerable; esto es, el prestar atención y el escuchar son procesos de influencia social. Por lo tanto, el orientador debe ir más allá de sólo escuchar. Él tiene que
saber cómo apoyar a su cliente durante el doloroso proceso de la auto-exploración y cómo ayudar al cliente a moverse hacia la resolución de. sus problemas. Aquí el orden de presentación de estas destrezas es algo arbitrario. Sin embargo, puesto que la comunicación de un adecuado entendimiento empático hace un papel tan básico a través del modelo de desarrollo, empezaré con esta destreza cardinal. EMPATÍA EXACTA A NIVEL PRIMARIO Carkhuff (1969a) distingue dos niveles de adecuado entendimiento empático. A un nivel Intercambiable" el orientador comunica su entendimiento de las experiencias y sentimientos del cliente que están más o menos ya disponibles para la percepción del cliente; en un nivel "aditivo", el orientador sondea más profundamente, comunicando entendimiento de sentimientos, experiencias y motivaciones que el cliente expresa en formas implícitas y no están disponibles a la conciencia del cliente. Yo uso el término de "nivel primario" de empatía exacta para el primero ("intercambiable") y empatía exacta "avanzada" para el último ("aditivo"). La habilidad de comunicar entendimiento empático exacto avanzado, una destreza que se usa, en su mayor parte, en las Etapas Il y III, será tratada en el siguiente capítulo. Aún antes de examinar la empatía exacta de nivel primario, una destreza necesaria en cada etapa del modelo, demos una ojeada a la empatía exacta en general. Empatía adecuada en general. Una persona es adecuadamente empática si puede (1) discriminar, o meterse en la otra persona, mirar al mundo a través de la perspectiva o marco de referencia de la otra persona y tener el sentimiento de por qué el mundo del otro es así y (2) comunicar al otro su entendimiento en una forma que muestre al otro que el orientador ha captado tanto sus sentimientos como la conducta y experiencia que yacen bajo estos sentimientos. Como Mayeroff (1971) dice. Para preocuparme por otra persona, yo debo ser capaz de entenderle a él y a su mundo como si yo estuviera adentro. Debo ser capaz de ver, si así fuera posible, con sus ojos lo que su mundo le parece a él y cómo él se ve a sí mismo. En lugar de sólo mirarle a él en una forma separada desde afuera, como si él fuera un espécimen, yo debo ser capaz de estar con él en su mundo, "ir" a su mundo con objeto de sentir desde "dentro" lo que la vida es para él, lo que está luchando por ser y lo que requiere para crecer (págs. 41-42).
Etapa I: La respuesta M orientador y la auto-exploración M cliente Si una persona viene a mí, se sienta, mira al suelo, se encorva y vacilantemente me dice que ha fallado en dos exámenes, que su novia le ha dicho que no le quiere ver más, y que podría perder su trabajo de medio tiempo, yo podría empezar a responder a él diciendo: Orientador: Usted realmente se está sintiendo infeliz; su mundo de repente ha empezado a derrumbarse. Yo veo su depresión (sentimientos) y empiezo a entender qué hay bajo esta depresión (experiencia) y le comunico este entendimiento de su mundo. Esto es empatía adecuada. 0, si una amiga me dice que ella acaba de terminar su adiestramiento como enfermera y ha sido aceptada como enfermera en un hospital local-un sueño que ella había tenido desde que era una niña-Yo digo: Amigo: ¡Realmente estás rebosante de alegría! Es fabuloso lograr lo que has hecho. Esto es también empatía adecuada. Una tesis que postula este libro, es que la empatía adecuada es un valor pragmático tanto en orientación como en todas las más profundas interacciones en la vida. Empatía adecuada a nivel primario. La empatía adecuada a nivel primario conlleva el comunicar el entendimiento básico inicial de lo que el cliente está sintiendo y las experiencias que yacen bajo estos sentimientos. Esta es la clase de
empatía proporcionada en la Etapa I del modelo de desarrollo. En esta respuesta, el orientador solamente trata de dejar que el cliente sepa que él entiende lo que el cliente explícitamente ha expresado acerca de sí mismo. El orientador, en sus propias palabras y en su propia manera, comunica este entendimiento al cliente. No trata de escarbar en lo que el cliente está solamente medio diciendo, o implicando, o declarando implícitamente. Este grado de empatía adecuada pertenece, generalmente, a la Etapa II. Veamos unos pocos ejemplos de empatía adecuada a nivel primario. Cliente: Yo realmente creo que las cosas no podrían ir mucho mejor. Tengo un nuevo trabajo. Mi esposo y yo nos estamos llevando mejor que nunca, aún sexualmente, y nunca había esperado eso. Supongo que estoy esperando que la burbuja reviente. Orientador: Es realmente emocionante cuando las cosas van tan bien. Casi parece demasiado bueno para ser verdad. Cliente: Yo he visto otros orientadores y realmente nunca ha pasado nada. Ni siquiera sé por qué lo estoy intentando otra vez. Pero las cosas están tan mal, que supongo que algo tiene que hacerse, así que estoy intentándolo otra vez. Orientador: Usted está tan incómodo porque no está del todo seguro de que esto va a funcionar, pero siente que tiene que intentar, algo. Cliente: Tengo el vago sentimiento de que podía hacer algo más con mi vida. Tengo él éxito suficiente según los estándares ordinarios, ¿pero eso qué significa? Es tiempo que dé una buena mirada a mis valores porque siento que no estoy viviéndolos realmente. Orientador: Usted tiene dudas que le corroen acerca de la calidad de su vida. Y es tiempo de echar una mirada a su vida -especialmente a su sistema de valores. En estos intercambios el orientador dice lo que podría haber sido dicho por el cliente. En la Etapa I el orientador generalmente no va más allá del nivel primario de la empatía adecuada. Las metas inmediatas de la empatía adecuada a nivel primario. Cuando se une con el respeto y la autenticidad, el nivel primario de la empatía adecuada ayuda dramáticamente a establecer armonía con el cliente, alimenta la confianza y la apertura que son cruciales para la Etapa 1, un tiempo para la construcción de la relación. Segundo, la investigación (Carkhuff, 1969a, b) muestra que tal empatía tiene un efecto particular en el cliente: aumenta el nivel de su auto-exploración, que es la meta principal del cliente en la Etapa I. Por lo tanto, el orientador tiene un excelente criterio para juzgar la calidad de sus respuestas en la Etapa 1: ¿a qué grado su respuesta ayuda al cliente a moverse en el proceso de explorar sus sentimientos y conducta? Estudie el siguiente intercambio. Cliente: No, creo que seré un buen orientador. La otra gente en el programa es mucho más brillante de lo que yo soy. Estoy empezando a ver mis deficiencias más y más según me muevo a través de estas sesiones de práctica y realmente no sé si tengo lo que se necesita para ayudar a alguien. Quizá necesite trabajar más ¿osas de mí mismo. Orientador: Usted, se está sintiendo inadecuado y eso realmente lo está presionando lo suficiente para hacerlo que desee renunciar. Cliente: Y aún sé que "renunciar" es parte del problema. No soy el más brillante, pero no soy absolutamente estúpido. He estado aprendiendo algunas de las destrezas en las sesiones de práctica. Soy como un muchacho: quiero todo inmediatamente.
Cuando el orientador “da en, el clavo”, el cliente avanza y empieza a explorar más dimensiones de su problema. En un sentido, no hay una respuesta empática hermosa en si misma. Es hermosa hasta la medida en que sea efectiva. Empatía adecuada avanzada. Un mejor entendimiento del nivel primario de la empatía adecuada puede recogerse al compararlo con la empatía adecuada avanzada (una destreza de la Etapa II, explicada en detalle en el siguiente capítulo). La empatía adecuada avanzada consigue no solamente que el cliente declare y exprese lo que siente sino también lo que él implica y deja sin declarar o no expresa claramente. Por ejemplo, Pedro explora sus sentimientos y su conducta hasta cierto punto pero parece dejar temas delicados en el centro de la problemática de su vida. También muestra, señales de fatiga y frustración Etapa I: La respuesta del orientador y la auto-exploración del cliente Durante las sesiones de orientación. El orientad todas estas señales juntas y dice: Orientador: Pedro, parece que usted está dejando algunos de los temas que más le molestan y quizá el huir cuesta más trabajo y es más deprimente que enfrentarse a ellos directamente. Es muy doloroso para usted ponerse directamente sobre el caldero. Esta no es empatía adecuada de nivel primario porque Pedro nunca ha expresado abiertamente estas ideas, aún cuando ellas se han mostrado encubiertamente durante las sesiones de orientación. Otra vez, el criterio último para el nivel avanzado de empatía adecuada es la respuesta que surge del cliente: Pedro: Sabía que tenía que decirlo tarde o temprano. No sé qué es lo que temo. Es estúpido de mi parte invertir mi tiempo en orientación y luego no hacer -buen uso de mi tiempo. Pedro avanza. El tema está ahora abierto y puede tratarse más creativamente. Sin embargo, si la empatía adecuada avanzada se usa demasiado pronto en el proceso de orientación, puede atemorizar al cliente o hacerle regresivo. Puede negar las declaraciones del orientador aunque él sepa que son verdaderas. La armonía que se ha construido sufre un deterioro, En la Etapa I, es ineficiente confundir, asustar, o enojar al cliente con respuestas prematuras de nivel avanzado de empatía precisa. Cuando el cliente empiece a explorarse más libremente, el orientador puede empezar a avanzar de la Etapa I a la Etapa II. Algunos problemas comunes en comunicar el nivel primario de empatía adecuada Muchos de los siguientes problemas afectan al orientador principiante, aunque no sólo se restringen al principiante. Falla en lograr la empatía adecuada. Hay un sinnúmero de formas en las cuales el orientador puede fallar en ser adecuadamente empático. Usaré un ejemplo para señalar algunas de las fallas comunes. El cliente, obviamente nervioso, dice: Cliente: Lo que parece que realmente me está molestando es un problema sexual. No sé siquiera si soy un hombre o no y estoy por graduarme en la universidad. ¿Cuáles son algunos ejemplos de respuestas pobres a tal cliente? Primero que todo el orientador podría no decir nada, como si lo que el cliente ha dicho no valiera la pena de responderse. 0 podría decir: Orientador A: ¿Qué problemas está teniendo con el sexo, Juan? Otra vez, él falla en responder a la nerviosidad de Juan y su respuesta también implica que no hay nada a qué responder. Orientador B: Mucha gente batalla con la identidad sexual a lo largo de sus vidas, Este es un cliché. Pierde completamente los sentimientos del cliente y trata solamente con el contenido de su declaración, sólo del modo más vago. El impacto
de tal respuesta es: "Usted realmente no tiene un problema, por lo menos no uno serio". Orientador C: Esta cosa sexual es probablemente sólo un síntoma, Juan. Apuesto que hay algo más que está realmente molestándole. Esta es una corrupción de un intento fuera de lugar de empatía adecuada avanzada. El orientador falla en responder a los sentimientos del cliente y también distorsiona el contenido de la comunicación del cliente. La respuesta indica que lo que es realmente importante está escondido para el cliente. Orientador D: Demos una mirada a su desarrollo sexual, encontremos dónde está usted y veamos qué tan adecuada es su información acerca del sexo. El orientador D también ignora los sentimientos del cliente y brinca a un casi programa de acción con sobretonos de educación sexual. Será absolutamente útil encontrar dónde se encuentra el joven en su desarrollo sexual, pero e orientador se está yendo por el camino equivocado. Orientador E: ¿No lo ve, Juan? La inmadurez sexual es sólo otra parte del todo que nosotros hemos estado viendo en su vida. Usted está tratando de detenerse en su niñez y su seguridad. Este es otro uso prematuro de la empatía adecuada avanzada, un intento de colocar las cosas juntas en un panorama mayor. Tales intentos son ordinariamente inapropiados durante la Etapa I. Más aún, esta particular puñalada de empatía adecuada avanzada es una interpretación psicodinámica de una validez altamente cuestionable. Orientador F: La madurez sexual es para usted un tema importante y perturbador en este momento de su vida. El orientador F responde con el nivel primario de empatía adecuada. Reconoce que el cliente está perturbado y que esa preocupación por su sexualidad subyace su ansiedad. Esta es la clase de respuesta de Etapa 1 que probablemente va a fortalecer la armonía entre el cliente y el orientador y a estimular la ulterior autoexploración. Inadecuación. Si la respuesta del orientador es inadecuada, el cliente puede hacérselo saber en una variedad de formas: él puede pararse en seco, Etapa I: La respuesta del orientador y la auto-exploración del cliente Chapucear, salirse por la tangente, decirle "no es exactamente lo que yo quería decir". Puede incluso tratar de entender al orientador y regresarle a la ruta correcta. Cliente: Mi esposa no siempre se entromete en mi vida. Hay veces, aún en casa, cuando ella hace intentos de ser cooperativa en nuestro intento de educar a los chicos o manejar el presupuesto. Orientador: Usted se siente frustrado por la interferencia de ella, cuando menos. Es insensato que ella trate de ejercer tanto control. Cliente: Bueno, sí y no. Torne a los chicos. Yo me llevo muy bien con ellos. Estoy tan cerca de Tomás, el mayor, como un padre podría estar. El orientador no es adecuado. Pierde el punto y el cliente pescado fuera de guardia por la inexactitud, se va por la tangente. Quizá el orientador estaba tratando de jugar un juego de "cachar". Su respuesta quizá habría sido excelente si hubiera tenido uno o dos intercambios previos, pero no encaja aquí. El "cachar" y la buena voluntad no son sustitutos para ser exacto en el punto. ¿Qué puede el orientador hacer acerca de la inexactitud? Debe aprender a detectar las claves del cliente que indican que ha sido inadecuado y entonces trabajar para regresar con el cliente. El orientador en el ejemplo de arriba debe haber dicho algo semejante a esto:
Orientador: El cuadro no es totalmente negativo, entonces. Hay veces que su esposa no está controlando demasiado. Ella puede aún ser bastante cooperadora. Cliente: ¡Cuando ella coopera, las cosas son realmente fabulosas! La vida canturrea. Al menos ésta es la forma en que yo la veo. Creo que no le estoy dando un cuadro parcial, pero es posible que esto esté sucediendo. Una respuesta adecuada produce una declaración más productiva del cliente. Él empieza a explorar la posibilidad de que haya dos caras en la moneda. Aparentar entendimiento. Algunas veces es difícil entender lo que el cliente está diciendo aún cuando uno le presta atención completamente. Él está confuso, distraído, en un estado altamente emocional; todas estas condiciones afectan la claridad de lo que está diciendo de sí mismo. Por otro lado, el orientador mismo podría distraerse y fallar en seguir al cliente. En tales ocasiones el orientador no debe aparentar entendimiento. Esto es falso. La autenticidad exige que él admita que está perdido y luego trabaje para regresar a la ruta otra vez. "Creo que lo perdí. ¿Podríamos repasarlo una vez más?" Si el orientador está confundido, está bien que él admita esta confusión. "Lo siento. No creo que entendí lo que usted ha dicho. ¿Podríamos repasarlo un poco más lentamente" Tales declaraciones son señales de que el orientador piensa que es importante estar con el cliente. Indican su preocupación por el diente. Admitir que uno está perdido es infinitamente preferible a esos clichés como "uh, huh", . ummmm" y "entiendo". Si el orientador siente que no ha entendido completamente lo que el cliente está tratando de expresar, debe ser tentativo en sus respuestas y dar al cliente lugar para avanzar. Él entonces se sentirá libre para corregir al orientador o darle un cuadro más claro de lo que quiere decir. Orientador: Usted parece estar diciendo que sus estudiantes no confían en usted porque sus emociones cambian demasiado día a día. ¿Es algo así? Cliente: En parte. Pero también pienso que el ánimo de la clase cambia de día a día, así que hay muchos días que mis emociones y las de ellos parecen no mezclarse. Este cliente siente que tiene lugar para avanzar. La respuesta tentativa del orientador le ayuda a clarificar lo que él quiere decir. Brammer (1973) llama a este proceso de verificar con el cliente siempre que usted está confuso o inseguro: "verificando la percepción" (pág. 86). Repetir como loro. La empatía adecuada no es repetir como loro. El orientador mecánico corrompe el nivel primario de la empatía adecuada por repetir simplemente lo que el cliente ha dicho: Cliente: Yo me siento deprimida porque todos mis chicos se han ido de casa y ahora estoy sola, sin nada que hacer. Orientador: Usted se siente sola porque sus chicos se han ido, usted está sola y no tiene nada que hacer. El orientador de alto nivel está siempre buscando el punto central de lo que está siendo expresado por el cliente y se convierte en un experto en indagar este punto y comunicárselo al cliente. La buena respuesta llega a la esencia de (la "carne", lo cual da significado y dirección potencial a) lo que el cliente ha expresado. No es sólo una paráfrasis o repetición. El orientador de alto nivel trata de comunicar entendimiento más que sólo regurgitar lo que el cliente ha dicho. Solamente puede entonces el cliente avanzar más profundamente en explorarse a sí mismo. Divagaciones del cliente. Como una regla general, no debe permitirse al cliente simplemente divagar. El divagar destruye el concretizar, el enfoque y la intensidad de la experiencia de ayuda. Es más, si el orientador puntualiza las divagaciones del cliente con asentimientos, “uh, huh” y cosas como ésta, precisamente está
reforzando el divagar. Los monólogos tanto de parte del orientador como del cliente no son ordinariamente útiles. Por lo tanto, el orientador debe responder, con relativa frecuencia, al cliente, sin interrumpir lo que es importante o haciendo perder al cliente el hilo de su pensamiento. El uso frecuente de empatía adecuada da una gran cantidad de dirección al, proceso de orientación. Aunque es cierto que el cliente debe explorar los temas que tienen la mayor relevancia para él (este es otro camino para decir que las necesidades del cliente determinan la dirección de la orientación), todavía el orientador de alto nivel deberá estar rápidamente en contacto con estas… Etapa I: La respuesta del orientador y la auto-exploración del cliente …necesidades (con frecuencia más rápidamente que el cliente) y así estará en posición de ayudar al cliente a estar en contacto con ellas. Note que el uso habilidoso del nivel primario de la empatía adecuada es en sí mismo una expresión de dos dimensiones del proceso de influencia social: (1) establecer una base de influencia: el poder del orientador se aumenta porque se le ve más y más comprensivo y confiable; y (2) el uso de influencia: el orientador responde con frecuencia pero selectivamente a lo que el cliente tiene que decir. Esta selectividad hace la interacción más enfocada y concreta y por lo tanto más direccional. Obviamente, hay veces que el cliente hablará extensamente -por ejemplo, al principio, cuando vierte su historia por vez primera. Si esto parece lo mejor, el. orientador, le prestará atención lo mejor posible, tanto física como, psicológicamente, Debe también preguntarse a sí mismo cuáles parecen ser los temas importantes tanto de sentimientos como conductuales-en lo que el cliente está diciendo. Al final, sin embargo, es imposible para el orientador responder de una sola vez con empatía adecuada a todo lo que el cliente ha dicho. Necesita, por lo tanto, alguna forma de regresar a los temas más sobresalientes y explotarlos más. Algunas de las siguientes expresiones pueden usarse al final de un largo monólogo del cliente. Orientador: Todo esto realmente le ha golpeado fuerte. Veamos si no podemos ir poco a poco. Orientador: Hay mucha pena y confusión en lo que usted acaba de decirme. Veamos si yo he entendido lo que ha dicho. Orientador: Usted ha dicho bastante. Veamos si podemos centramos más en lo que le está molestando. Mientras el cliente está hablando, el orientador puede estarse preguntando a sí mismo: ¿qué es lo que realmente está molestando a esta persona? ¿Qué está tratando de comunicarme? ¿Qué lo está bloqueando? ¿en qué forma está luchando vida inefectivamente El orientador de alto nivel se enfocara sobre los sentimientos y conducta que tienen el más profundo significado para el cliente. Si estos no son claros, el orientador debe volverse atrás sobre el campo cubierto, parte por parte, hasta que el punto real aparezca en la superficie. Adelantarse a uno mismo. El orientador puede retardar el proceso por adelantarse a sí mismo, avanzando demasiado rápidamente a las Etapas II y III antes de hacer el trabajo de la Etapa I adecuadamente. Por ejemplo, introduce el nivel avanzado de la empatía adecuada demasiado pronto (confundiendo o amenazando al cliente), confronta sin colocar una base de entendimiento y armonía o da consejo (direccionalidad prematura de la Etapa III). Estas respuestas prematuras algunas veces indican una falta de respeto para el cliente: (Yo quiero avanzar a un paso que me place a mí, no al que es bueno para él). La ayuda, aún cuando es dirigida por el orientador como una persona que está viviendo más efectivamente, es siempre para el que viene buscando ayuda. Perder el tiempo en la Etapa I. Por otro lado, el orientador podría sentirse muy cómodo en la Etapa I y tender a permanecer allí. Él constantemente anima al cliente a explorarse a sí mismo más y más hasta que su auto-exploración se vuelve
tan rarificada que no es significativa. Deja de contribuir sustancialmente a la etapa de solución del problema en el proceso de orientación. Aquí, la ayuda degenera en un juego que podría ser llamado "caza de percepción interior". La percepción interior de los sentimientos de la conducta de uno ciertamente juega una parte importante en el proceso de ayuda, pero no debe permitirse que se convierta en un fin por sí misma. Empatía de tono y de maneras. Si un cliente habla animadamente con el orientador, diciéndole el gozo que experimenta por varios éxitos en su vida y el orientador responde en una voz plana, sosa, su respuesta no es completamente empática -aún cuando lo que él diga podría bien ser adecuado en identificar los sentimientos y las experiencias que hay bajo estos sentimientos. Cliente: Esta semana he intentado ser más comprensiva con mi hijo. En lugar de gritarle cuando él hizo algo equivocado, traté de enfocarme en otras clases de interacción con él. Cuando habló, yo sólo traté de entender lo que estaba diciendo y se lo hice saber. Usted sabe, ¡funcionó! No quiero decir que sólo era una técnica y que yo era falsa. ¡Estaba con él en una forma diferente! Orientador: Esta es una experiencia nueva y muy recompensante. Y todo esto por sólo tratar de estar con él en una forma comprensiva y sencilla. La respuesta del orientador es buena escrita sólo sobre el papel, pero si la entregó con poco entusiasmo, no está realmente "con" su cliente. Saltando demasiado rápidamente. El principiante con frecuencia salta demasiado rápidamente cuando el cliente hace una pausa: "demasiado rápidamente" porque él mismo todavía no ha formulado su respuesta. Puede darse tiempo a sí mismo, especialmente si el tiempo se ve como una preocupación acerca de lo que va a decir. La demasiada precipitación parece torpeza. La mayoría de los principiantes tienen que practicar el esperar cuando, el cliente hace una pausa. Durante la pausa el orientador se pregunta a sí mismo: ¿cuáles son los sentimientos aquí? ¿Cuáles son los puntos reales? Esto no significa que el orientador deba perder su espontaneidad. Él debe hablar en cualquier momento que piense que puede ayudar al cliente, aún si tiene que interrumpir. Una interrupción espontánea puede ser una intervención muy útil. El orientador, de alto nivel interrumpe o hace pausas en una forma no aprensiva. Está tan "con" el cliente que no tiene que, preguntarle si debe hablar o permanecer callado. Lenguaje. El orientador es más efectivo cuando su lenguaje está a tono con el lenguaje del cliente. Considere los siguientes ejemplos: Cliente de diez años de edad: Mi maestra piensa que estoy loco. Ella empezó con eso desde el primer día de clases. Yo no bromeo ni más ni menos que los demás de la clase, pero ella me pesca siempre en lo que hago. Yo creo que ella me ésta vigilando porque no le caigo bien. Ella no le grita a Memo Torres y él bromea más que yo. Orientador: Tú estás perplejo. Te preguntas por qué ella te señala con tanta especialidad para la disciplina. La respuesta del orientador es adecuada en un sentido, pero no es la clase de lenguaje que comunica entendimiento a un niño de diez años de edad. La siguiente respuesta tendría mucho más significado para el niño: Orientador: Estás enojado porque ella se fija en ti y parece que no le caes bien. Al escoger las palabras el orientador refleja su habilidad para asumir el marco de referencia del cliente. El principiante con frecuencia se encuentra a sí mismo utilizando lenguaje altisonante y fórmulas trilladas al responder al cliente. Por ejemplo: Orientador: Usted se siente triste porque su amiga no le hablará.
En las sesiones de práctica, tales fórmulas como "usted siente porque son útiles, porque ellas le recuerdan al que se adiestra a enfocarse tanto en los sentimientos como en las experiencias subyacentes del cliente. Después de poco tiempo, sin embargo, pierden su utilidad porque simplemente no son del orientador; o sea que generalmente no habla en esa forma y suena altisonante cuando lo hace así. Orientador: Usted está realmente solo. Ella era la única amiga que usted tenía. Esto llega al centro de los sentimientos del cliente y de su experiencia en una forma que es más humana que el "usted siente... porque. . . ". A medida que el que se adiestra se vuelve más hábil y más cómodo con la situación de orientación, será más capaz de usar un lenguaje que sea tanto "suyo" como que esté a tono con el lenguaje del cliente. Una precaución más: no se debe adoptar un lenguaje con el cual él no se esté cómodo, sólo para estar en la "onda" del cliente. , Orientador: Hombre, a menos que usted encuentre algún pan, ese gato lo va a dejar a usted muerto. Si el orientador es una persona blanca de clase social media que ordinariamente no habla así, probablemente sonará ridículo. Puede usar lenguaje informal pero sin adoptar ningún argot. Hablar aburridamente. Hablar aburridamente es otro tropiezo que el principiante debe evitar. Las respuestas del orientador deben ser relativamente frecuentes pero también lisas y llanas. Al tratar de ser preciso, el principiante se puede volver locuaz, algunas veces hablando más largamente que el cliente al tratar de elaborar una respuesta intercambiable. Esto sucede con frecuencia cuando trata de responder demasiado rápidamente. Se da cuenta que sus primeras oraciones no han dado en el blanco así que sigue hablando en espera de que finalmente lo logre. Cliente: Yo nunca he sido muy espontáneo en situaciones sociales. Puesto que soy tímido, soy de la clase que se sienta a un lado al menos figurativamente y espero a ver cómo puedo entrar en la conversación. Como resultado, la conversación con frecuencia me pasa en el tiempo en que estoy listo para decir algo. Luego, ni siquiera estoy en el mismo punto de la conversación como los otros. He estado dentro de mí mismo y no sé qué está pasando. . Orientador: (saltando inmediatamente) Usted es realmente tímido y esto corta su espontaneidad. $e muestra especialmente así cuando un grupo está reunido hablando. Usted está escuchando bien, sabe lo que la gente está diciendo, Pero entonces empieza a preguntarse a sí mismo: ¿Qué debo decir? No debo estar aquí parado como un estúpido. Pero cuando usted ha pensado qué decir, ya es precisamente demasiado tarde. No, esto es peor que eso. Ahora ha perdido el hilo de la conversación y es dos veces más difícil tratar de regresar. Su timidez le resulta contraproducente en más de una forma. No importa qué tan acertada pudiera ser esta respuesta, ciertamente no es facilitadora. Coloca el enfoque en los intentos para entender del orientador, más que en la auto exploración del cliente. El resultado es que el cliente queda aplanado por todo lo que el orientador tiene que decir, se vuelve perdido y confuso y encuentra difícil avanzar. Si el orientador continuamente se pregunta a sí mismo: "¿Cuál es la esencia de lo que esta persona me está diciendo?" puede hacer sus respuestas cortas, concretas y precisas. Orientadores naturales. Si la empatía adecuada es importante, también es importante para un cliente elegir un orientador quien probablemente le entienda. Un orientador que comparte los antecedentes socioeconómicos, educacionales y otros con el cliente, es probable que comprenda al cliente más completamente que un orientador que esté absolutamente distante del cliente en estas variables. Por tanto, si un cliente tiene que elegir entre dos orientadores de alto nivel, hará lo mejor, generalmente, al elegir al orientador cuya situación esté más cercana a la suya. Alguien en el ejército lo hará mejor con un orientador de alto nivel del ejército. Una monja probablemente tenga más éxito con un orientador de alto nivel
que tenga los antecedentes religiosos para comprender su medio ambiente. Orientadores de alto nivel que tienen poco en común con ciertas poblaciones más que tratar de orientar ellos mismos, harán mejor en adiestrar orientadores nativos de estas poblaciones. Por ejemplo, orientadores de alto nivel podrían adiestrar exadictos, alcohólicos reformados, ex-presidiarios, hombres y mujeres de órdenes religiosas, personal del ejército y residentes de ghettos para convertirse en orientadores de clientes, en estas situaciones (Mezz y Calia, 1972; Weitz, 1972). Respondiendo a sentimientos o a contenido. En los ejemplos dados hasta aquí, ilustrando lo que es correcto hacer, el orientador cada vez respondía tanto a sentimiento como a contenido. Tanto a sentimientos como a contenido. Ordinariamente, esta es la mejor clase de respuesta. Sin embargo, en un momento dado, una o la otra podría ser la más importante, Por ejemplo: Cliente: Esta semana traté de conseguir que mi madre viera al doctor, pero ella rehusó a pesar de que se ha desmayado un par de veces. Los chicos no tienen escuela, así que andan por el suelo casi constantemente. Yo no he podido terminar un trabajo para una clase de literatura inglesa. Y hoy no tengo mucha energía para hablar con usted. Orientador: Ha sido una semana desastrosa. Aquí el orientador elige responder solamente a los sentimientos del cliente debido a que él cree que lo que predomina en su conciencia es que todas estas cosas han contribuido a sus sentimientos presentes de frustración e irritación. El énfasis con otro cliente podría haber sido completamente diferente: Cliente: El año pasado mi papá me gritó todo el tiempo por mi estilo de cabello. Pero precisamente la semana pasada le escuché diciendo a alguien que me veo bien, con pelo y todo. Él le grita a mi hermana por las mismas cosas que ignora cuando mi hermano menor las hace. Algunas veces él es realmente agradable con mi madre y otras es terriblemente molesto, exigente, gruñón, sarcástico. Orientador: ¿Él parece ser bastante inconsistente para usted, o no? En esta respuesta el orientador se enfoca sobre el contenido ya que él siente que éste es el mensaje del cliente. El punto en estos dos ejemplos es que el orientador debe usar cualquier clase de respuesta de empatía adecuada que ayude al cliente a explorarse a sí mismo más completamente. La pregunta principal sigue siendo todavía "¿Cuál es el centro de las observaciones del cliente?" Si el cliente se asusta fácilmente por la discusión de sus sentimientos, Hackney y Nye (1973) sugieren que, al responder, el orientador empiece por enfatizar el contenido y proceda sólo gradualmente a tratar con los sentimientos. Este plan constituye un proceso de desensibilización para el cliente. Más adelante, los autores sugieren que una forma tentativa de llegar a los sentimientos del cliente es hacer decir al orientador qué sentiría en circunstancias similares. Cliente: Mi madre siempre está tratando en hacer un bebito de mí. ¡Y ya tengo treinta y tantos años! La semana pasada, frente a un grupo de amigos, me trajo mis botas de hule y un paraguas y me dio un sermón de cómo vestir en mal tiempo. Orientador: Si ella me hubiera tratado a mí de tal forma, yo creo que me habría enojado mucho. La meta de la Etapa I es ayudar al cliente a explorarse a sí mismo y explorar sus problemas. Algunas veces el orientador logrará esta meta más rápidamente si, al principio, él avanza lentamente. Preguntas. Los orientadores de bajo nivel hacen demasiadas preguntas y tratan de sustituir con preguntas la empatía adecuada en sus esfuerzos por conseguir que el cliente se explore a sí mismo. Con frecuencia sus preguntas son cerradas más que abiertas.
Pregunta cerrada: ¿Está teniendo problemas con su esposa? Pregunta abierta: ¿En qué formas lo irrita su esposa? Las preguntas cerradas pueden contestarse lacónicamente con un "sí" o con un i o". Puesto que estas respuestas no ayudan, el orientador intenta otra vez, con frecuencia haciendo una pregunta cerrada diferente. Algunas veces las preguntas no son preguntas sino declaraciones disfrazadas. Orientador: ¿Se enojó cuando su marido la ignoró? El orientador probablemente quiera decir: "Usted se enojó cuando su marido la ignoró". La pregunta puede ser respondida con un "si" o con un "no", mientras que la declaración, especialmente si es un ejemplo de empatía adecuada, pide una auto-exploración posterior. Una pregunta es una clase de sondeo. El sondeo es absolutamente útil en un modelo de ayuda basado en parte sobre la teoría de influencia social; agrega a la direccionalidad del proceso y pide exigencias legítimas al cliente para ser concreto. Pero debe tenerse cuidado al hacer las preguntas. Si la pregunta es buena y abierta, debe conllevar la información que se necesita para que sea entendida a través de la empatía adecuada. Las preguntas que meramente apilan información que no es entendida ni usada, son contraproducentes. La información no es un fin en sí misma. Una vez que el cliente está listo para hablar, por la influencia del orientador, merece ser comprendido. Reglas sumarias para el uso del nivel primario de empatía adecuada 1. Prestar atención cuidadosamente, tanto física corno psicológicamente, a los mensajes transmitidos por el cliente. 2. Escuchar especialmente a los mensajes básicos o centrales. 3. Responder en forma moderada frecuente, pero brevemente, a estos mensajes principales, pero ser flexible y suficientemente tentativo para que el cliente tenga espacio para avanzar (afirmar, negar, explicar, clarificar o cambiar el énfasis). 4. Ser gentil, pero no dejar al cliente huir de los temas importantes. 5. Responder tanto a los sentimientos corno al contenido a menos que haya alguna razón para enfatizar uno u otro. 6. Avanzar gradualmente hacia la exploración de tópicos o sentimientos críticos. 7. Después de que usted haya respondido, prestar atención cuidadosamente a las claves que confirmen o nieguen la exactitud de su respuesta. ¿Puede el cliente avanzar en una forma centrada? 8. Note las señales de tensión o resistencia del cliente y trate de juzgar si éstas emergen porque usted ha carecido de adecuación o ha sido demasiado adecuado. ¿Réquiem para la empatía precisa? Gendlin y Rych1ak (1970) declaran que los psicólogos orientados como ingenieros de la conducta pueden manipular clientes hacia la salud y felicidad sin unas "tiernas relaciones interpersonales tales como la empatía y la autenticidad y puesto que en tales programas de modificación de la conducta tienen éxito, el adiestramiento graduado en empatía no es realmente necesario. London (1972) cree que tales declaraciones "ideológicas" son inútiles y urge a una tecnología pluralista en la profesión de ayuda. Yo encuentro por lo menos dos problemas con la declaración de Gendlin y Rych1ak. Uno es una cuestión de valor, la otra de hecho, Primero, yo no encuentro valor, generalmente, en la manipulación de otros. Más positivamente, yo sí encuentro valor en dedicar tiempo y esfuerzo para entrar en la vida de otra persona y tratar de entenderla. Si puedo elegir, yo prefiero no manipular la gente, aún siendo para la salud y la felicidad. Segundo, nadie que haya sido ya sea orientador o cliente en un proceso de ayuda de alto nivel determinaría al nivel primario de empatía precisa, a la empatía precisa avanzada, o las varias formas de autenticidad, como particularmente "tiernas". Pintar estas dimensiones del proceso de ayuda como "suaves" es perder la intensidad y, con frecuencia, el dolor del proceso de ayuda. Es más: si la "salud" incluye sanas relaciones interpersonales, yo odiaría vivir en una sociedad que degradara el valor de la empatía precisa y la
autenticidad. Lástima de la sociedad que vea el entendimiento y la autenticidad como lujos sacrificables. La empatía precisa y la autenticidad son destrezas, duras de dominar y fuertes en su impacto. Algunas personas están envueltas en una controversia sobre la misma existencia de la empatía precisa y, si existe, de si (casi en y de sí misma) "cura" o no (Chinsky y Rappaport, 1970; Rappaport y Chinsky, 1972; Truax, 1972). Para nuestro propósito, la empatía precisa es lo que está descrito en este capítulo y en el próximo. Ninguna proclama se hace de que "cura". Se proclama que es efectiva en ayudar al cliente a explorar sus sentimientos, actitudes, experiencia y conducta y llegar a un mejor entendimiento de sí mismo. Otra forma de establecer esto es que el uso del alto nivel de la empatía precisa (y otras destrezas de la Etapa I) aumenta la probabilidad de que el cliente se explorará a sí mismo y la problemática en su vida en una forma más concreta, enfocada y direccional. Si estas proclamas son justificadas o no el lector tendrá qué decidir por sí mismo -parcialmente al leer la algo escasa literatura de investigación sobre empatía pero más que todo por experimentar los efectos de la empatía precisa en el proceso mismo de ayuda. En el área de la empatía adecuada, la evidencia clínica es todavía la más fuerte. AUTENTICIDAD: UN ENFOQUE CONDUCTUAL La autenticidad, como se discute aquí, se refiere no a una propiedad o cualidad moral o metafísica, sino a una serie de conductas de orientación esenciales para un proceso de ayuda de alto nivel. De acuerdo con esto, uno que se adiestra puede aprender a ser genuino. Para hacerlo, necesita, primero que todo, una comprensión conductual de lo que significa ser genuino. La calidad moral de ser genuino es importante - se presume aquí que es un valor humano que debe ser ejercido -pero estas páginas tratan más con la autenticidad como parte de un proceso de comunicación. En las relaciones de ayuda, hace poco bien el ser genuino si esta genuinidad no se traslada a la conducta. Rogers y Truax (1967) describen la autenticidad bajo la rúbrica de "congruencia" y la relacionan con la terapia: En relación con la terapia, [la congruencia] significa que el terapeuta es lo que es, durante el encuentro con el cliente. El está sin un frente o una fachada, abierto a los sentimientos y actitudes que en el momento están aflorando en él, Envuelve el elemento del propio darse cuenta, significando que los sentimientos que el terapeuta está experimentando están disponibles para él, disponibles para su conciencia y también que él es capaz de vivir estos sentimientos, de estar con ellos en la relación y es capaz de comunicarlos sí es apropiado. Significa que él llega a un encuentro directo personal con su cliente, encontrándole sobre las bases de persona-a-persona. Significa que él está siendo él mismo, no negándose a sí mismo (pág. 101). La persona genuina es una que, en su interacción, es básicamente ella misma. Está a gusto con ser ella misma y por tanto puede cómodamente ser ella misma en todas sus interacciones. Esto significa que no cambia cuando está con gente diferente, esto es, no tiene que adoptar constantemente nuevos papeles con objeto de ser aceptable para los otros. Las conductas que constituyen la autenticidad El ser genuino tiene tantas implicaciones positivas como negativas: significa hacer algunas cosas y no hacer otras. Papel profesional. El orientador genuino no tiene que refugiarse en el papel de orientador. Relacionarse profundamente con otros y ayudar son parte de su estilo de vida, no papeles que él toma o deja a voluntad. La orientación está libre de roles. ¿Qué hay en toda esta plática, entonces, de que la orientación y la psicoterapia son como una "profesión"? "Profesión" no implica "rol"? Carkhuff (1971) hace una distinción entre profesionales con "credencial" y "funcionales". Los profesionales con credencial son aquellos que tienen títulos y certificados indicando que ellos han completado exitosamente una variedad de programas de adiestramiento y en los cuales la agencia patrocinadora, con frecuencia una universidad, está dispuesta a poner cierta clase de sello de aprobación-con
frecuencia un título académico. Los profesionales funcionales, por otro lado, son aquellos que poseen las destrezas discutidas en este libro. Los profesionales funcionales pueden tener o no credencial; los profesionales con credencial pueden ser o no funcionales. Puesto que las destrezas descritas en este libro son también las necesarias para la vida interpersonal de alto nivel, parece ser algo inadecuado llamar a alguien que las posea "profesional". Gibb (1968) mantiene que la orientación puede estar libre de roles y que los que se adiestran para orientadores deben ir a través de un programa vivencial de adiestramiento en el cual ellos puedan aprender a volverse libres de un papel. ¿Qué quiere decir él? Dice que el que se adiestra debe aprender cómo: • Expresar directamente a otro lo que está experimentando actualmente • Comunicar sin distorsionar sus mensajes • Escuchar a otros sin distorsionar sus (de ellos) mensajes • Revelar su verdadera motivación en el proceso de comunicar su menaje • Ser espontáneo y libre en sus comunicaciones con otros más que usar estrategias habituales o planeadas. • Responder inmediatamente al estado o necesidad del otro en lugar de aguardar por el tiempo “correcto” o darse a sí mismo suficiente tiempo para llegar con la respuesta “correcta”. • Manifestar sus vulnerabilidades y, en general, en general, el “relleno” de su vida interior • Vivir en y comunicarse acerca del aquí-y-ahora • Esforzarse por la interdependencia más que la dependencia o contradependencia en sus relaciones con otros • Aprender a disfrutar la cercanía psicológica • Ser concreto en sus comunicaciones • Estar dispuesto a entregarse a otros. Lo que Gibb defiende de ninguna forma hace al orientador la clase de "espíritu libre" que se impone sobre otros. Indudablemente, los orientadores de "espíritu libre" pueden aún ser peligrosos (Lieberman, Yalom y Miles, 1973, págs. 226~267). Estar libre de un papel no es licencia; libertad del rol significa que el orientador no puede usar el rol o fachada de orientador para protegerse a sí mismo, para sustituir la efectividad o para hacer tonto al cliente. Espontaneidad. La persona genuina es espontánea. Muchas de las conductas sugeridas por Gibb son formas de ser espontáneo. El orientador de alto nivel, aún teniendo tacto (como parte de su respeto por otros) no está constantemente pensando lo que dice. No pone un número de filtros entre su vida interior y lo que expresa a los otros. Es asertivo en el proceso de ayuda sin ser agresivo. Yo encuentro que uno de los problemas cardinales con los que se adiestran es que ellos tienen miedo de ser asertivos. Algunos desean establecerse como una caricatura del "orientador no directivo" porque con esto se sienten más cómodos. Puesto que no salen y se encuentran a otros espontáneamente en sus vidas diarias, el hacerlo en la orientación les parece extraño. Muchos de los que se adiestran necesitan una clase de adiestramiento para hacerse valer, para enseñarles vivencialmente que está bien ser activo, espontáneo, libre y asertivo. La persona espontánea es libre pero no impulsiva. Si pesa lo que dice, no lo hace fuera del interés del cliente y no para su propia protección. No está constantemente buscando reglas para guiarse en su relación con el cliente. Es como un jugador de básquetbol. Sí aprende algunas reglas básicas pero, lo más importante es que aprende las destrezas básicas. El jugador de básquetbol que laboriosamente ha aprendido un número de pases los usa siempre que se necesitan. En la misma forma, el orientador de alto nivel tiene muchas respuestas en su repertorio. Su habilidad para manejar una amplia variedad de respuestas le permite ser espontáneo. No a la defensiva. La persona genuina no está a la defensiva. Tiene una percepción de sus áreas de fuerza y sus áreas de déficit en el vivir y presumiblemente está tratando de vivir más efectivamente todo el tiempo. Cuando
un cliente expresa actitudes negativas hacia ella, trata de entender lo que el cliente está pensando y sintiendo y continúa trabajando con él. Tome el siguiente ejemplo. Cliente: Yo no creo que esté sacando algo en lo absoluto de estas sesiones. Las cosas van igual de mal en la escuela. ¿Por qué debo perder mi tiempo en venir aquí? Orientador A: Creo que usted es el que está perdiendo el tiempo. No quiere hacer nada. Orientador B: Esa es su decisión. Orientador C: No ha habido aquí ningún resultado positivo para usted. Parece ser sólo un montón de trabajo pesado sin resultados. Los orientadores A y B están a la defensiva. El orientador C trata de entender y da al cliente la oportunidad de llegar al punto de responsabilidad en el proceso de ayuda. La persona genuina está a gusto consigo mismo (aunque no en una forma relamida) lo suficiente para que pueda permitirse el examinar la crítica negativa sinceramente. El orientador C, por ejemplo, sería el que más probablemente se preguntaría a sí mismo si está contribuyendo al estancamiento que parece existir. La persona que está siempre defendiéndose de ser lastimada no puede ayudar a otros efectivamente. Los que se adiestran y que sienten en esta forma tienen que trabajar en sus temores y sus recelos antes de tratar de ayudar a otros. Consistencia. La persona genuina tiene pocas discrepancias. Por ejemplo, no tiene un juego de valores "nocionales" (tales como justicia, amor, paz) diferente de sus valores "reales" (influencia, dinero, comodidad). No piensa o siente una cosa y dice otra. Al mismo tiempo no vierte sus pensamientos y sus sentimientos sobre otros sin discreción. Cliente: Yo quiero saber lo que usted realmente piensa de mi. Orientador A: Yo creo que usted es flojo y que le gustaría que las cosas se lograran mejor si pudiera ser por magia. Orientador B: Francamente, yo no encuentro mucho valor en tales evaluaciones directas, pero creo que es bueno hablar de esto directamente. Quizá podamos dar una revisada a lo que está sucediendo entre usted y yo. El orientador A es de mente literal y brusco. El orientador B ve la petición del cliente como un deseo de una proximidad mayor. Él sabe que la retroinformación directa, sólida, es importante, pero prefiere que tenga lugar en una forma humana. Los orientadores de bajo nivel se van a los extremos: son bruscos o tímidos. Ambas conductas generalmente se racionalizan: los primeros como "franqueza", los últimos como "tacto". El tacto emana de la fuerza, no de la debilidad. El orientador de alto nivel sabe cuando está tentado a retener algo para su propia seguridad (por ejemplo, porque él teme la reacción del cliente) y cuando él lo está haciendo por la seguridad del cliente (el cliente todavía no está listo para oírle -aún cuando él tendrá que oír finalmente, ya sea de sí mismo o del orientador). El orientador falso está lleno de discrepancias: siente cosas pero no expresa sus sentimientos, piensa cosas pero no las dice, dice una cosa pero hace otra. La persona falsa es inconsistente. Compartirse. La persona genuina es capaz de la auto-apertura profunda. La autoapertura no es un fin en sí misma, pero la persona se siente libre para revelarse a sí misma íntimamente cuando es apropiado. Puesto que la autenticidad así como la auto-apertura son parte de la Etapa II, se tratarán en mayor detalle en el siguiente capítulo. La autenticidad también se expresa a sí misma en dos conductas de la Etapa II, proximidad y confrontación. Estas, también, serán tratadas en el próximo capítulo.
RESPETO: UN ENFOQUE CONDUCTUAL El respeto, como la autenticidad, puede ser considerado como una cualidad moral. Sin embargo, nosotros estamos interesados en las clases de conductas que son generadas por el respeto. Mayeroff (1971) ha dicho que "el cariño es más que buenas intenciones y cálidos afectos" (pág. 69). Lo mismo puede decirse del respeto. Cuando alguien está interactuando con usted, ¿cómo sabe que él lo respeta? ¿Cuáles son las conductas que indican respeto? ¿Cómo se expresa el respeto en la situación de orientación? Estas son algunas de las preguntas que nosotros intentaremos responder. El respeto se expresa diferentemente en las diferentes etapas del modelo. En este capítulo estamos interesados tanto en un panorama general del respeto como en las clases de conductas de respeto que se proporcionan para la Etapa 1 del modelo. Hacia una definición de respeto El respeto es una noción fundamental que, como la mayoría de las nociones fundamentales, elude una definición. La palabra viene de una raíz latina que incluye la noción de "viendo" o "contemplando". Sin duda, el respeto es una forma particular de contemplar a otra persona. El respeto significa apreciar a otra persona simplemente porque es un ser humano. Implica que ser un ser humano tiene valor en sí mismo. El elegir apreciar a otros simplemente por su humanidad es también un valor. Es difícil ver que nadie pudiera comprometerse a ayudar a otros a menos que esto fuera un valor para él. Pero un valor es un valor solamente en el grado en que se convierta en alguna clase de acción. Yo le pregunto, "¿Es leer un valor para usted?" Usted dice, "Sí". Luego yo pregunto, "¿Cuánto lee usted y qué clase de libros?" Usted dice, Bueno, aunque yo veo la lectura como valiosa, no encuentro mucho tiempo para leer. o estoy muy ocupa o en el trabajo y en casa. De hecho, no he leído ningún libro este año". Leer no es un valor para usted si usted no encuentra el tiempo para leer. Es más, ver la lectura como valiosa es una actitud. Usted tiene una opinión favorable sobre leer. Usted cree que usted (y quizás otros) leerían si tuvieran la oportunidad. Por otro lado, leer es un valor para el hombre que realmente lee. Él encuentra el tiempo o se da el tiempo porque la lectura es una de sus prioridades. El respeto, como se discute aquí, opera de la misma manera. No es sólo una actitud, no es sólo una manera de mirar a los seres humanos. El respeto es un valor-esto es, una actitud expresada conductualmente. Algunos valores inducen a los hombres a actuar, mientras otros los hacen refrenarse de actuar. Esto es, los valores pueden ser activos o pasivos. Por ejemplo, suponga que la justicia es un valor para mí. Si es un valor pasivo, yo no hago nada que cause injusticia para otros. Si es un valor activo, yo hago cosas para ver que la justicia sea promovida: estoy activo en varios movimientos de derechos civiles, lucho por leyes sobre impuestos más equitativas y así en otras cosas. Algunos valores, entonces, meramente colocan límites en nuestra conducta, mientras otros nos impulsan a la acción. El respeto, yo presumo, es un valor activo para el orientador. Aún más, es tanto activo como pasivo: coloca ciertos límites para el orientador en sus interacciones con el cliente y también le estimula a actuar de cierta forma con el cliente. La expresión verbal del respeto En situaciones de ayuda, el respeto no se comunica con frecuencia directamente en palabras. En el caso del respeto, las acciones literalmente hablan más alto que las palabras. Por ejemplo, el orientador rara vez, si alguna, dice "Yo le respeto a usted porque es un ser humano", "Yo le estimo a usted" o "Yo le respeto a usted por estar en auto-exploración. Usted está haciendo una buena cosa". El respeto se comunica principalmente por el modo como el orientador se orienta a sí mismo y trabaja con el cliente. "La orientación hacia" y el "trabajar con" tienden a fusionarse una con otra en la práctica, pero nosotros las veremos separadamente con objeto de lograr una mejor visión de la antomía del respeto. Orientación hacia el cliente
En un sentido, la "orientación hacia" contiene las actitudes que deben ser convertidas en conductas concretas si el respeto es verdaderamente un valor. Ser “para” el cliente. La manera del orientador indica que él está "para" el cliente simplemente porque el cliente es humano. Esta no es una actitud tierna o sentimental. El orientador es una persona cariñosa no sentimental, con los pies en la tierra. El respeto finalmente requiere colocar exigencias en el cliente. Este estar "para", entonces, se refiere a la humanidad básica del cliente y a su potencial para ser más humano de lo que lo es ahora. El respeto es tanto gracioso como duro. Voluntad para trabajar con el cliente. El orientador está disponible para el cliente. Siente que puede comprometerse, con el cliente. La voluntad del orientador no tiene significado, por supuesto, hasta que tenga los recursos necesarios para ayudar al cliente. Para el orientador de alto nivel, ayudar es un valor y no sólo una tarea. Puesto que es un valor, está disponible para el cliente de una manera en la cual no lo está el orientador de bajo nivel. Un orientador de bajo nivel podría decir "Este es mi trabajo". El orientador de alto nivel dirá "Esto vale la pena para invertir mi tiempo y mi energía". Puesto que la orientación pide mucho trabajo, hecha por alguien con mucha destreza, tal declaración es difícilmente vista como sentimental. Considerar al cliente como único. La individualidad de otros es también un valor para el orientador. Está comprometido a apoyar al cliente en su ser único y ayudar a desarrollar los recursos que le hacen único. Aunque está comprometido a ayudar al cambio del cliente, esto no significa que el orientador está decidido a hacer al cliente a su imagen y semejanza. Considerar la autodeterminación del cliente. La actitud básica del orientador es que el cliente sí tiene los recursos para ayudarse a vivir más efectivamente. Estos recursos pueden estar bloqueados por una variedad de formas o pueden estar sólo abandonados. El trabajo del orientador es ayudar al cliente a liberar sus recursos o a cultivarlos. Él espera que el cliente esté auto-determinado pero de modo que realce su humanidad. Él puede también ayudar al cliente a evaluar realmente sus recursos para que las aspiraciones del cliente sean realistas. Finalmente, si el cliente elige vivir menos efectivamente de lo que él puede, el orientador obviamente debe respetar su elección. Presumir la buena voluntad del cliente. El orientador actúa sobre la suposición de que el cliente quiere trabajar para vivir más efectivamente; esto es, quiere deshacerse de la conducta que es destructiva tanto para él como para otros y canalizar sus esfuerzos en un cambio constructivo de conducta. Trabaja bajo este presupuesto hasta que se demuestre que es falso (o sea, hasta que él encuentre que el cliente está jugando a la orientación, no está comprometido al cambio en lo absoluto, o permanece con el orientador solamente porque está bajo presión de otros). Aún en tales casos, el orientador no llega inmediatamente a la conclusión de que el cliente está eligiendo no crecer. Él primero se pregunta a sí mismo si ha contribuido en alguna forma a la falla en la relación de orientación. Demasiados orientadores abandonan a sus clientes porque ellos no están "motivados". Este juicio puede ayudar al ego del orientador, pero no es necesariamente un panorama válido de la actitud del cliente. Trabajando con el cliente Las actitudes descritas arriba deben ser trasladadas a la acción con objeto de ser útiles en el proceso de orientación. ¿Cómo se manifiestan estas actitudes conductualmente? Prestar atención. Prestar atención es en sí misma una forma de mostrar respeto. Dice, conductualmente, "Yo estoy contigo. Estoy comprometido con tus intereses. Estoy disponible para ayudarte a vivir más efectivamente. Vale la pena mi tiempo y esfuerzo para ayudarte". El fracaso en prestar atención generalmente indica una falta de respeto para el cliente. Dice, "Tú no vales mi tiempo. Lo que tú dices no
vale la pena escucharse. Yo no estoy realmente comprometido a trabajar por tus intereses". Suspender juicios críticos. En la Etapa 1, el respeto toma la forma de suspender juicios críticos sobre el cliente. Rogers (1961, 1967) siguiendo a Standal (1954) llama a esta clase de respeto "aceptación positiva incondicional`, significando que "el terapeuta comunica a su cliente un positivo y genuino cariño por él como persona con potencialidades, un cuidado no contaminado por evaluaciones de sus pensamientos, sentimientos o conductas" (Rogers, 1967, pág. 102). Considere las diferencias en las siguientes observaciones del orientador. Cliente: Yo realmente soy sexualmente promiscuo. Me dejo llevar por las tendencias sexuales siempre que aparecen y siempre que puedo encontrar una pareja. Esta ha sido la historia al menos en los últimos tres años. Orientador A: El sexo inmaduro no ha sido la respuesta, ¿verdad? últimamente es sólo otra forma de hacerle a usted infeliz. Orientador B: Así que dejarse ir sexualmente es parte del panorama también. 1 El orientador B ni juzga ni perdona. Él meramente trate de comunicar comprensión al cliente (comprensión no es obviamente sinónimo de aprobación) así que tanto el orientador como el cliente puede empezar a ver el contexto de la conducta del cliente; él sabe que el enfoque del cliente hacia la vida necesita ser entendido. El orientador no es ingenuo. Se da cuenta de que algunas de las experiencias del cliente deben ser trascendidas y que algunas de sus conductas deben cambiar, pero aún respeta al cliente como el sujeto de estas experiencias. Le da al cliente lugar para avanzar, lugar para explorarse a sí mismo. Su función en la Etapa 1 es ayudar al cliente a explorar tanto su conducta como los valores de los cuales esta conducta emana y se da cuenta que una conducta de juicio de su parte cortaría pronto tal exploración. El respeto, aún en la Etapa I, no es completamente incondicional. El respeto incluye consideración por los recursos del cliente. En la Etapa I significa consideración por la habilidad del cliente de darse a sí mismo al proceso de auto-exploración. El cliente podría bien encontrar este proceso doloroso y el orientador puede ayudarle a través de su pena, pero el respeto también incluye la suposición por parte del orientador que el cliente, aún en la Etapa I, pagará el precio necesario con objeto de empezar a vivir más efectivamente. El respeto, entonces, coloca una demanda sobre el cliente al mismo tiempo que le ofrece la ayuda que necesita para llenar la demanda. Por ejemplo, supongamos que el cliente ha estado manifestando mucha resistencia. Habla de temas superficiales o de temas que son serios pero no relacionados a la problemática real; él cambia el tema cuando las respuestas del Orientador le lleva cara a cara con temas más cruciales. Orientador: Yo creo que los dos nos damos cuenta que los puntos más importantes no han sido todavía tratados en la conversación. Usted se acerca a discutir problemas importantes pero luego se aleja. Yo me doy cuenta de que explorarse a sí mismo y poner todas las cartas sobre la mesa puede ser extremadamente doloroso. Poner las cartas sobre la mesa es como escribir un cheque en blanco. Usted no sabe qué tan grande puede ser la cantidad que se vaya a escribir en él. Este orientador está tanto comprendiendo como exigiendo gentilmente. La ayuda efectiva es para el que pide la ayuda, pero es dirigida por el orientador. Empatía precisa. En la Etapa I, el mejor camino de mostrar respeto es trabajar para comprender al cliente: sus sentimientos, su experiencia, su conducta. La comunicación de la empatía adecuada es trabajo real de la Etapa 1, trabajo que requiere destreza y paciencia. Yo sé si una persona me respeta si pasa tiempo y energía tratando de comprenderme. Todas las conductas asociadas con la
comunicación de la empatía precisa, sin embargo, son conductas que indican respeto. Cultivando los recursos del cliente. El cultivo de los recursos del cliente sigue a la actitud del orientador hacia el ser único, la individualidad, del cliente. Él busca los recursos del cliente y le ayuda a identificarlos. No actúa por el cliente a menos que sea absolutamente necesario y solamente como un escalón para ayudar al cliente a actuar por sí mismo. Considere el siguiente ejemplo: Cliente: Hay un montón de cosas que yo realmente encuentro difícil de hablar. Yo preferiría que usted me hiciera preguntas. Eso sería más fácil para mí. Orientador A: Está bien. Usted mencionó que tenía problemas en la escuela ¿Qué clase de problemas eran? ¿Cómo empezó todo? Orientador B: Si yo le hago un montón de preguntas, temo que lograría un montón de información que podría pensar que es importante, pero no estoy convencido de que sería importante para usted. Ponerse en la línea como ahora, es realmente nuevo para usted y usted lo está encontrando bastante penoso. El orientador B presume que el cliente si tiene, en algún lado, los recursos necesarios para hacer la auto-exploración. Él expresa sus propios sentimientos y trata de entender el bloqueo del cliente. Está dispuesto a ayudar al cliente a trabajar a través de su pena con objeto de conseguir los recursos que el cliente podría realmente poseer (o sea, su habilidad para dar dirección al proceso de la auto-exploración). Cordialidad. Gazcla (1973) ve la cordialidad como la expresión física de entendimiento y cariño, la cual ordinariamente se comunica a través de medios no verbales tales como gestos, postura, tono de voz, toque y expresión facial. La cordialidad es solamente una forma de mostrar respeto. No es la mejor manera y se puede fácilmente hacer mal uso de ella. El orientador debe ser inicialmente cordial, pero no debe mostrar un papel de cordialidad (cordialidad estándar del orientador) o la cordialidad que él brindaría a un buen amigo. El cliente simplemente no es un buen amigo. Demasiados orientadores se vuelven máquinas de cordialidad, proporcionando aceptación positiva incondicional continuamente. Tal cordialidad degenera rápidamente en un "oh-eso-está-bien" que es una clase de respuesta que es tanto falsa como de no ayuda. Cliente: Yo soy muy complaciente conmigo mismo. Como usted puede ver, me he descuidado físicamente. Estoy fofo y gordo. No leo nada. Y ahora me encuentro peleando con la gente en el trabajo. Orientador A: Primero que todo, Memo, la mayoría de los hombres de su edad se descuidan un poco a sí mismos. Y usted no se ve tan mal. No tiene que ser más duro consigo mismo de lo que debe ser. Orientador B: Las cosas no están tan bien físicamente, intelectualmente o interpersonalmente-y a usted eso no le gusta. El orientador A convierte la cordialidad en no ser demasiado duro con el cliente; va aún tan lejos como para sugerir que el cliente baje sus estándares. El orientador B expresa su empatía precisa en una forma sincera y apropiadamente cordial. Refuerzo como respeto. Un orientador muestra respeto cuando refuerza toda acción constructiva de parte del cliente -cuando el cliente trabaja en la autoexploración o cuando toma un paso tentativo en la dirección de cambio conductual constructivo. El respeto también se muestra al rehusar el reforzar conductas autodestructivas de parte del cliente. Cliente: Tengo algunas malas noticias que informarle. Yo hablé de ser adicto al alcohol, y me emborraché dos veces esta semana.
Orientador A: No se sienta tan mal. No puede esperar un cambio inmediato en su forma de vivir. Orientador B: Usted siente que se deprimió un poco. Y quizá también aprendió que no va a dejar el hábito con sólo admitirlo. El orientador A podría bien haber reforzado la conducta auto-engañosa del cliente. El orientador B trata de recoger los sentimientos del cliente: no está juzgando, pero no está perdonando la conducta del cliente de ninguna forma. El cliente no perdona su propia conducta, así que ¿por qué debería hacerlo el orientador? Cliente: No tomé ni un solo trago toda la semana. Esta es la primera vez que esto ha sucedido desde que tengo memoria. Orientador A: Bien. Veamos si puede usted repetir eso esta próxima semana. Orientador B: Oiga, esto es algo nuevo y lo hace a usted sentirse bien consigo mismo. El orientador B comunica entendimiento en una forma positiva que refuerza lo que el cliente ha hecho. Autenticidad como respeto. Siendo genuino en la relación de uno con el otro es una forma de mostrarle respeto. Por lo tanto, las conductas listas bajo 11 autenticidad" en la sección anterior también constituyen formas de mostrar respeto. SER CONCRETO La auto exploración no es una meta en sí misma sino un medio hacia un fin - la acción, acción que conduce a vivir más efectivamente por parte del cliente. La auto exploración es útil en la solución de problemas y los programas de acción se pueden basar en ella. Por lo tanto, la auto exploración debe ser concreta. A menos que los problemas se discutan en términos concretos y operacionales, es difícil, si no imposible, resolverlos. Soluciones vagas a problemas vagos nunca conducen a una acción efectiva. Problema: El cliente está teniendo dificultades en relaciones interpersonales. Solución: El cliente debe ser más abierto a diferentes clases de gente. Cuando el problema y la solución parezcan tan rígidos como esto en papel, es obvio que ni el problema ni la solución son lo suficientemente concretos y que la acción efectiva no es probable que se origine de tales declaraciones. La misma clase de vaguedad existe en muchas situaciones de orientación. Una de las razones por las que muchos orientadores nunca llegan a la Etapa III, o trabajan pobremente en esa etapa, es que ellos nunca han ayudado al cliente a ser concreto en la exploración de las dimensiones problemáticas de su vida. La lógica del proceso de orientación se aplica a ser concreto: si el orientador es tan concreto cómo es posible en sus respuestas al cliente, el cliente aprenderá a ser concreto en la exploración de su conducta. Esta habilidad servirá como base para volverse más concreto en sus interacciones con otros fuera de la situación de orientación. Yo he usado el siguiente ejercicio para hacer conscientes a los miembros de grupos de adiestramiento de lo que significa ser concreto al discutir la propia conducta de uno. Pido a los participantes que piensen en alguna preocupación personalmente relevante que ellos estén dispuestos a discutir en las sesiones de adiestramiento. Pido primero a los que se adiestran que mencionen esta preocupación muy vagamente. Un estudiante dice:
El que se adiestra: Algunas veces me siento chistoso. Ciertamente esto es lo suficientemente vago. Él habla acerca de sus sentimientos sobre sí mismo, pero sólo en los términos más vagos. En seguida, pido a los que se adiestran que hagan sus declaraciones concretas. El que se adiestra: Algunas veces, cuando estoy estudiando solo en casa por la noche, me empiezo a sentir bastante solo. Sé que el sentimiento va a pasar, pero esto me hace sentir inquieto. Esta declaración es infinitamente más concreta que el lacónico "algunas veces me siento chistoso" ¿Por qué? Trata con sentimientos específicos (soledad e inquietud) y una experiencia específica (estudiante en casa por la noche). Finalmente, pido a los que se adiestran que hagan sus declaraciones tan concretas como ellos puedan (todavía sin revelar nada que ellos preferirían no discutir en la sesión de adiestramiento). El que se adiestra: Algunas veces, cuando estoy en casa solo en la noche estudiando, me empiezo a sentir bastante solo. Más aún, empiezo a pensar que no tengo ningún amigo -aún cuando sé que este no es el caso. Llego a sentir pena de mí mismo. Finalmente, siento tanta que me levanto y salgo a una taberna cercana, no para ahogar mis penas sino sólo para estar con la gente. Esta declaración es excelente por ser concreta. Los sentimientos son específicos (soledad, auto4ástima), la situación misma es concreta (en casa solo en la noche estudiando) y la reacción conductual es concreta (ir a la taberna para estar con la gente). La auto-exploración es más concreta si es concreta en todas estas formas. Ser concreto en las interacciones de orientación El cliente es concreto en su auto-exploración cuando identifica sentimientos, conductas y experiencias o situaciones específicas que son relevantes para sus problemas-o sea, las áreas de su vida en las cuales él está viviendo menos efectivamente. Cliente: Me siento contrariado conmigo mismo (sentimiento específico) porque cuando mi jefe me grita sin una razón real (experiencia específica o situación) yo me quedo parado ahí y miro las puntas de mis zapatos mansamente (conducta o reacción específica). Digamos que este cliente tiene dificultad en hacerse valer en situaciones interpersonales. Su declaración entonces, llena tanto las condiciones descritas arriba: él trata con sentimientos, experiencias y conductas específicas que están relacionadas a uno de sus problemas de vida. Un cliente puede ser concreto o vago en cualquier área particular. Vago: Yo no me siento bien (sentimiento vago). Concreto: Estoy asustado, muy asustado. Mis palmas están sudando y mi corazón está latiendo fuerte (sentimiento concreto). Vago: Mi jefe no me trata bien (experiencia vaga). Concreto: No le gusto al encargado. Él me da los trabajos más sucios, se queja aún cuando hago bien mi trabajo y, a veces, se burla de mí enfrente de los' otros trabajadores (experiencia concreta). Vago: El trabajo nunca parece estar hecho (conducta vaga). Concreto: Sigo posponiendo el escribir mi disertación. Hago casi cualquier cosa por evitarlo, aún cosas que ordinariamente odio hacer. Trabajo por toda la casa o llevo a los chicos a una función. Hasta hago el lavado de ropa. Sin embargo sé que tengo que tenerla hecha para el otoño o perderé mi trabajo de docencia (conducta concreta). No es suficiente que el cliente trate con sentimientos, experiencias y conducta específicos: éstas también deben estar relacionadas con la problemática en su vida.
Algunas veces un cliente hablará muy concretamente acerca de algo que realmente no le molesta, pero cuando la conversación se vuelve hacia un área más delicada, un área de su vida que él no está manejando bien, empieza la vaguedad. Su vaguedad se vuelve una clave señalando a un área de problema. Cliente: Mi hijo y yo pudimos habernos llevado mejor. No es la cosa ideal de padrehijo, pero en estos días no tiene eso mucha gente, me imagino. Hay poca información aquí. Suena como si esta área no valiera la pena hablarse. Sin embargo, quizá el cliente realmente quería decir algo como esto: Cliente: Constantemente mi hijo y yo pelearnos. Prácticamente no hay un punto en que estemos de acuerdo desde el largo de su pelo hasta a qué colegio debe ir. Esto ha empeorado tanto, que últimamente nos sentamos en silencio a la hora de la merienda. Él se siente tan mal como yo ahora que la contienda está en todo su apogeo, pero creo que yo debí haber empezado esta horrible espiral en que estamos atrapados los dos. Puesto que esta clase de ser concreto puede ser doloroso, es evidente por qué algunos clientes se refugian en generalidades. Ser concreto del orientador La siguiente pregunta es: ¿cómo puede el orientador ayudar al cliente a ser más concreto? Primero que todo, el orientador debe tratar de ser tan concreto como sea posible en sus respuestas, aún cuando el cliente sea vago. Cliente: No sé, las cosas van pésimamente. Usted sabe cómo van las cosas a veces. Nada parece ir bien. Así es como me siento ahora - listo para tirar la toalla. Orientador A: Uh-huh. Orientador B: Usted está bastante desanimado ahora. Un sinnúmero de cosas van mal para usted. El orientador B es concreto en lo que él identifica de los sentimientos del cliente. Todavía no conoce la experiencia que yace bajo el desaliento del cliente pero las palabras que él usa para responder (un sinnúmero de cosas) son de alguna forma más concretas que las del cliente y sus observaciones son llanas y al punto. Su respuesta, entonces, es una clase de invitación al cliente para avanzar hacia una auto-exploración más específica. Un "uh-huh" es también una casi invitación, pero es mucho menos concreta (y hace patente, una empatía muy poco precisa). En el ejemplo siguiente, el cliente, el director de una escuela secundaria ha estado discutiendo su relación con uno de sus maestros. Cliente: Usted no puede decir qué va a hacer la gente a veces, quiero decir, cómo van a reaccionar con usted. Orientador A: La gente es a veces impredecible. Orientador B: La Sra. Johnson le sorprendió hablando directamente con el superintendente. Este cliente usa uno de los mejores métodos para permanecer vago: usa el 11 usted" en lugar del "yo" y por lo tanto no se "apropia" la declaración, usa la gente" en lugar del nombre de la maestra, no nombra directamente la emoción experimentada y no especifica la acción que le sorprendió. El orientador A no solamente refuerza esta vaguedad sino pone el énfasis no en el cliente sino en la maestra ("impredecible"). En contraste, la respuesta del orientador B elimina las cuatro clases de vaguedad. Una segunda forma de lograr el ser concreto es no permitiendo al cliente que divague. Si el cliente se envuelve en contar largas historias, inevitablemente incluirá una gran cantidad de materia irrelevante. Algunos orientadores sugieren, por una variedad de razones, dejar hablar al cliente: que es catártico, o que el que el orientador escuche una larga historia es una forma de mostrar respeto. Otros temen que a menos que el cliente no "suelte su cabeza" no conseguirán los datos
que son más pertinentes. Quizá hay algo de verdad en todo esto, pero yo todavía creo que lo mejor de la orientación es que incluye mucho diálogo. Si el orientador responde frecuentemente, especialmente si sus respuestas son lisas y concretas, el cliente puede alcanzar un grado de dirección en el proceso de orientación que está casi siempre libre del contar largas historias. El orientador que está dispuesto a escuchar largas historias sin interrumpir al cliente podría estar mostrando respeto, pero también podría estar haciendo la única cosa que él puede hacer bien -escuchar pasivamente. Una tercera posibilidad es pedir directamente al cliente información más específica, especialmente la información que aclare las declaraciones vagas. Las preguntas hechas, sin embargo, deben ser pocos frecuentes, relativamente, abiertas, y seguidas por respuestas de empatía precisa. Las preguntas que arrojan la información más completa son aquéllas que preguntan los "qué" y “cómo” y “con qué sentimiento” más que preguntan los “por qué”: “¿Qué hizo usted que le molestó?” “¿Cómo regresó ella con usted?” “¿Cómo le hizo sentir a usted la separación de ella?” Las preguntas de "por qué" no siempre tienen buen resultado: "¿Por qué ustedes dos empezaron a pelear?" Si el cliente realmente no sabe exactamente por qué, con frecuencia inventará una respuesta para satisfacer al orientador. Cliente: Bueno, yo no sé exactamente. No creo que ella se haya llevado bien con su padre. Y tampoco su madre y yo nunca nos llevamos bien. Por encima las cosas parecían estar bien, pero nunca lo estuvieron. Las causas de las cosas, especialmente las causas remotas, son rara vez evidentes. Preguntar al cliente sobre esas causas, con frecuencia es como silbar al viento. Los clientes pueden hablar interminablemente sobre las causas, pero tal plática generalmente no produce la clase de introspección que conduzca a programas de acción efectiva. La búsqueda interior en orientación no es lo mismo que autoexploración. La primera trata con las causas de las cosas y las razones detrás de las cosas, mientras que la última trata con sentimientos, experiencias, situaciones presentes y conductas. Saber la causa de algo (suponiendo que uno no pueda llegar a la causa real) no es necesariamente inducir a un cliente a actuar sobre su conocimiento. Cliente: Yo creo que soy como soy con mi esposo principalmente por algunas cosas que sucedieron cuando yo era niña. Mi esposo se parece mucho a mi padre y a mí me gustó más mi mamá. Tal plática es un barril sin fondo. Los clientes pueden hipotetizar siempre sobre causas de la conducta que llevan a vivir inefectivamente. Deutsch (1954) señala que es con frecuencia casi imposible, aún en situaciones de laboratorio cuidadosamente controladas, determinar si el evento B que siguió al evento A en tiempo, está realmente causado por el evento A. De ninguna forma este hecho significa que el pasado de una persona no influencie su conducta presente. Esto no es negar el significado del pasado en afectar indirectamente la conducta. Sin embargo, aún cuando el pasado puede crear una cierta condición la cual se vuelca sobre el presente, es, no obstante, la condición presente la que influye en el presente. Estrictamente considerado, el ligar la conducta con un evento pasado es una empresa extremadamente difícil; presupone que uno conoce suficientemente cómo el evento pasado afectó el campo psicológico en ese tiempo y si o no otros eventos han modificado otra vez el campo (Deutsch, 1954, pág. 186).
Carl Rogers (1951) ya ha aplicado tal pensamiento a las situaciones terapéuticas: Debe también mencionarse que en este concepto de motivación todos los elementos efectivos existen en el presente. La conducta no es "causada" por algo que ocurrió en el pasado. Las tensiones presentes y las necesidades presentes son las únicas que el organismo trata de reducir o satisfacer. Aún cuando es verdad que la experiencia pasada sirve para modificar el significado que es percibido en las experiencias presentes, sin embargo no se da una conducta excepto para satisfacer una necesidad presente (pág. 492).
Ciertas escuelas de psicoterapia, tales como el psicoanálisis, ponen mucho énfasis a las investigaciones profundas del pasado. En nuestro modelo, aún cuando el pasado
no necesita ser evitado, no debe ser el foco. Las investigaciones sobre el pasado simplemente no producen la clase de material que es útil para la solución de problemas y las programas de acción. Una palabra final sobre el ser concreto El ser concreto es extremadamente importante en orientación. Sin eso, la orientación pierde esa intensidad o densidad que pone en orden las energías de] cliente y las canaliza en una acción constructiva. Los orientadores de bajo nivel con frecuencia prefieren hacer que los clientes hablen sobre generalidades. Parece que piensan que la sola plática es suficiente sin importar el enfoque. El ser concreto significa que el cliente sé debe arriesgar más en las interacciones de orientación, pero pocas cosas suceden sin riesgos y sin encararse a las crisis que se precipitan por tomar riesgos razonables. Si las sesiones de orientación son aburridas, tanto el orientador como el cliente deben preguntarse a sí mismos qué tan concretas son las interacciones. Inevitablemente, en sesiones aburridas, el nivel de ser concreto es bajo. Esto es verdad tanto en la orientación como en las sesiones de adiestramiento en relaciones humanas. II. AYUDAR COMO UNA INFLUENCIA SOCIAL: LA EXPERIENCIA DEL CLIENTE Hasta aquí he discutido lo que el orientador debe hacer con objeto de establecerse a sí mismo como un orientador efectivo. El último criterio de comunicación efectiva del orientador es cómo el cliente actúa en esta comunicación. Si los mensajes de la Etapa I son hábilmente formulados y enviados por el orientador y si son recibidos como tales por el cliente, ellos influenciarán al cliente tanto en actitudes como el conducta. La primera serie de actitudes influenciadas son aquéllas que se relacionan con la percepción del cliente hacia el orientador como una persona que sabe lo que está haciendo, que tiene sus intereses en verdad y que le ayuda a explorar su mundo desde su propio marco de referencia, es probable que el cliente esté bien dispuesto hacía el orientador y por lo tanto abierto a su influencia, En el modelo de desarrollo, la primera forma en la cual se influye conductualmente sobre el cliente es generalmente en el área de auto-/ exploración. La respuesta del cliente a un orientador que está trabajando para él es trabajar con el orientador en explorar las áreas problemáticas de su propia vida. Esta sección resumirá la percepción que tiene el cliente del proceso de ayuda en el lenguaje de la teoría de influencia social. LA EXPERIENCIA DEL CLIENTE EN TÉRMINOS DE INFLUENCIA SOCIAL La historia, tanto la antigua como la reciente, ofrece una gran evidencia de que gente que sufre una variedad de perturbaciones emocionales y una variedad de padecimientos físicos de origen psicogénico ha sido "curada" por su creencia en los poderes curativos de un orientador. Con mucha frecuencia tales curas han tenido lugar en contextos religiosos, pero no han estado limitadas a tales contextos. En el promedio de los casos, la gente viene a ver cierta persona como un curandero con grandes poderes. Puede ser un chamán tribal o un psiquiatra de gran renombre. La gente oye que él ha curado a otros con padecimientos similares a los suyos. En algunos casos, estos curanderos no piden cuotas (aunque es cierto que algunos viven bastante bien de las dádivas de los agradecidos). En otros casos los curanderos pertenecen a profesiones de integridad relativamente incuestionable (tales como la profesión médica). En cualquier caso, la gente ve actuar a estos curanderos no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los afligidos que vienen a ellos. Esta creencia capacita a la persona afligida a poner muchísima confianza en el curandero. Finalmente, en una ceremonia que es con frecuencia pública y altamente emotiva, el curandero en alguna forma toca a la persona afligida y la persona es "sanada". La tremenda necesidad de la persona afligida, la reputación del curandero y la fe confiada de la persona afligida en el curandero hace que todo aumente la creencia confiada de la persona afligida, de que será curada. De hecho, si no se cura, es debido con frecuencia a su falta de fe o a algún demonio dentro de ella (pobre motivación, por ejemplo) y no solamente permanece con su aflicción sino que también pierde valor frente a la comunidad. Su
segundo estado es peor que el primero: no solamente está enferma sino también está proscrita. La dinámica de tal cura es difícil de explicar empíricamente. Es obvio que los elementos del proceso de curación se describen como el poner en orden las energías y los recursos emocionales de la persona afligida. Ella experimenta esperanza y otras emociones positivas, las cuales quizá no ha experimentado por largo tiempo. Toda la situación moviliza tanto sus recursos como le exige al cliente que se cure. Presenta a la persona afligida con un oportuno, aceptable, favorable y legítimo tiempo (kairós) para dejar su' antigua forma de vida y tomar una nueva. El poder de la sugestión en tales casos es grande y aún asombroso. El orientador de alto nivel está consciente de estos procesos y los usa especialmente en las etapas iniciales de la orientación para ventaja del cliente. Mientras finalmente espera ayudar al cliente a descubrir y desarrollar sus propios recursos internos y ambientales, usa la fe del cliente en él (la cual, si él es buen orientador, no está mal puesta) para ayudarle a controlar su ansiedad y movilizar cualquier recurso que tenga con objeto de envolverse activamente en el proceso de ayuda. Mientras menor control tenga el cliente sobre su vida, más influencia debe ejercer el orientador. Un cliente regularmente bien integrado será más probable que colabore más que con el sólo someterse a sí mismo al proceso de ayuda (pero también está en menos necesidad de ayuda). Una persona severamente perturbada será sólo inicialmente capaz de poca colaboración y por lo tanto tendrá que ser más influenciada (por ejemplo, a través de programas de modificación de conducta, diseñados para desarrollar los recursos necesarios para alguna clase mínima de colaboración). Este proceso se conoce científicamente como la teoría de la influencia social. Esta teoría establece, en breve, que una persona desorganizada y perturbada, puesto que está en necesidad de consuelo, está abierta a la influencia de aquellos que ella ve como capaces de ayudarla. La persona que viene a orientación es con frecuencia una persona que siente que no tiene la habilidad de controlar su propia vida o cuyas destrezas son inadecuadas o demasiado costosas. Tal persona está dispuesta a colocarse a sí misma de alguna forma bajo el control social del orientador bajo ciertas condiciones. ¿Cuáles son estas condiciones? La persona afligida debe ver al orientador en prospecto como experto (uno que presumiblemente tiene las herramientas o destrezas necesarias para ayudar), como fidedigno (uno que actuará en primer lugar para los intereses del que solicita ayuda y no en los suyos propios), y como atractivo (uno que es en algún sentido compatible con el cliente y que se comporta en una forma que gana la aprobación del cliente). Una vez que el cliente percibe que el orientador es experto, fidedigno y atractivo, él le permite entrar en su vida e influenciar en lo que piensa y hace de formas que no permite a otros. El orientador que usa un modelo de influencia social está dispuesto a entrar en la vida del cliente e influenciar lo que el cliente piensa y hace para bien del cliente. Sin duda, él se da cuenta de que toda orientación envuelve algún grado de influencia social. Por lo tanto, en un proceso de influencia social, el orientador (1) trabaja en establecer una base de poder o base de influencia con el cliente, al establecerse a sí mismo a los ojos del cliente como experto, digno de confianza y atractivo y al envolver al cliente en el mismo proceso de ayuda y, una vez que ha establecido su base de poder, (2) la usa para influir al cliente a actuar más efectivamente en su propio comportamiento, al eliminar las conductas autodestructivas y al comprometerse con programas de conducta constructiva. Nosotros discutimos el modelo de influencia social en esta sección porque, en una gran medida, tal influencia se basa en la percepción del cliente sobre el orientador. Hay ciertos valores humanos que el orientador da por sabidos. Por ejemplo, él mantiene que es mejor para una persona deshacerse por sí misma de las conductas autodestructivas (tales como beber excesivamente o un estilo interpersonal autoderrotista) y adquirir conductas de auto-mejoramiento (tales como la habilidad de cooperar o la habilidad de entender a otros desde su marco de referencia). El respeto por el cliente finalmente significa que él desea ver al cliente viviendo tan efectivamente como pueda y está comprometido a usar su influencia con el cliente para ver que esto suceda. Sin embargo, cuando es posible, el orientador debe elegir
el despertar la colaboración del cliente más que manipular al cliente hacia la salud. Una de sus metas es ver al cliente convertirse, en el grado que sea posible, en agente de su propia vida. Con esta precaución en mente, discutamos ahora la ayuda como un proceso de influencia social en términos de los principales elementos de este proceso: la percepción del cliente sobre el orientador experto, digno de confianza y atractivo. Ser experto ¿Qué es ser experto? En la teoría de la influencia social, es la creencia del cliente de que el orientador tiene alguna información, destreza o habilidad para ayudarle. Puesto que el cliente normalmente no espera que el orientador actúe directamente en su conducta (si él está teniendo problemas con un patrón tirano, no espera que el orientador se siente y hable con el patrón), presume que el orientador posee respuestas a sus problemas o información que le capacite a llegar a sus propias respuestas. En cualquier caso, el cliente cree que esta información le capacitará para vivir menos dolorosamente o más efectivamente. Puesto en forma simple, hay tres fuentes de procedencia para ser percibido corno experto a cualquier orientador: su papel, su reputación y su conducta. Papel de ser experto (el rol). El papel de ser experto se refiere al hecho de que se le llama orientador o psicoterapeuta, que él tiene alguna posición profesional o casi profesional y que tiene una variedad de credenciales (títulos y certificados) atestiguando el hecho de que él es un experto. Otros avíos que designan un papel de experto son las oficinas, placas con nombre, rótulos. El cliente ve a tal persona como un experto con credenciales. Otras personas, tales como los clérigos, son también vistos en posición de ayudar. Reputación de ser experto. Este término significa lo que dice: la gente ha dado testimonio de que el orientador es bueno. Este testimonio puede venir de aquellos que realmente han sido ayudados por el orientador, o puede venir de otros expertos que consideran a su colega como un buen orientador. Su reputación puede venir también del hecho de que esté asociado con una institución de gran prestigio. Evidentemente, la reputación de un orientador puede ser o no, merecida: no es una indicación absoluta de que él sea un orientador de alto nivel. Pero su reputación de ser experto tiene al menos un impacto inicial sobre el cliente. Conducta de ser experto. El orientador demuestra altos niveles en destrezas de ayuda. Esto, obviamente, es la forma más crítica de ser experto. Una vez que el cliente percibe y experimenta la pericia del orientador, tenderá a poner en orden sus energías y recursos en la creencia, esperanza y expectativa de que será ayudado y permitirá al orientador entrar en su vida como una fuente potente de influencia. El orientador debe ser capaz de entregar lo que él promete. Si las esperanzas del cliente se desvanecen debido a la ineptitud del orientador, el segundo estado del cliente es peor que el primero. Bien podría pensar: "Traté, fui con un experto y aún él no pudo ayudarme; obviamente estoy más allá de toda ayuda". Strong (1968) sugiere que una fuente de la conducta de experto es la confianza del orientador en la teoría y modelo que se usa en el proceso de ayuda. Esta confianza significa mucho más que fe ciega en un sistema particular. Sí un orientador trabaja duro para hacer propia cualquier teoría o modelo particular, si realmente se envuelve en ella, su esfuerzo será evidente en su actitud y su conducta. Hablará y actuará entusiasta y confiadamente. Más que eso, trabajará duro con el cliente. Y como hemos estado viendo, trabajar duro para y con otro es un excelente modo de conducta para demostrar respeto. Nosotros ya hemos sugerido que el orientador debe compartir con el cliente el modelo que está usando, para que el cliente, también, pueda tener un mapa para guiarse a través del proceso de ayuda. Strong (1968) sugiere que este compartir es una forma conductual de demostrar al cliente el ser experto.
Menos obvias pero quizá más importantes son las evidencias de pericia en la conducta del orientador. La mayoría de los orientadores prestan considerable atención para estructurar la entrevista. Puntualizan los papeles y requisitos del cliente y del orientador en la entrevista, las secuencias del proceso y los probables sucesos que ocurran a medida en que ellos trabajen en la solución del problema. Tal estructura, ya sea explícita o implícita, da evidencia de la pericia del orientador. Ya que el cliente debe percibir que el orientador sabe lo que está haciendo, el estructurar explícitamente puede ser más efectivo que el estructurar implícitamente. Hay alguna evidencia de que la estructura explícita sí acrecienta la efectividad de la orientación (Truax, 1966). El estructurar también acrecienta la "influencia de información" del orientador (Raven, 1965). Se proporciona al cliente un marco de trabajo "racional" de observar su problema, los medios de solución del problema y la importancia de sus esfuerzos e información posterior. Así, él es más capaz de guiar sus propios esfuerzos hacía la solución del problema (pág. 221).
Por supuesto, el orientador debe ser capaz de entregar lo que promete después de proveer tal estructura. Digno de confianza El cliente podría venir porque ha escuchado que el orientador es un experto. Sin embargo, si va a estar con él en alguna forma creativa - y en la Etapa I esto significa auto-exploración - debe llegar a confiar en el orientador. La confianza no se refiere principalmente a la confidencialidad. La mayoría de los clientes presumen que el orientador no hablará de ellos fuera de la situación de orientación. La confianza finalmente significa algo como esto: si yo me fío de usted, usted responderá con cuidado y destreza para ayudarme. Usted no me lastimará directamente y tratará de ver que yo no me lastime. ¿Cómo sabe el cliente si el orientador es digno de confianza o no? El ser digno de confianza, como el ser experto, depende del papel, la reputación y la conducta. Papel de ser digno de confianza (rol). En nuestra sociedad, la gente que desempeña ciertos papeles generalmente se considera digna de confianza hasta que se demuestre lo contrario. Los médicos y otras profesiones médicas generalmente caen dentro de esta categoría y cuando las excepciones ocurren (como cuando un dentista es convicto de faltar el respeto a un paciente), el escándalo es mayor porque es inesperado. Presumiblemente, la mayoría de aquellos que trabajan en las profesiones de ayuda caen dentro de la categoría de dignos de confianza por su papel (rol): los psiquiatras, los psicólogos, los trabajadores sociales, los ministros del culto, los orientadores, etc. ¿Cuál es el factor más potente, el papel de ser experto o el de ser digno de confianza? En un estudio conductual sobre el ser digno de confianza, Strong y Schmidt (1970a,b), tuvieron "orientadores" manifestando conducta no confiable en situaciones simuladas de orientación. Esta conducta incluía la manifestación de motivos ulteriores ("buena paga" y "averiguar algunas cositas de los estudiantes"), violación de la confidencia (un "orientador" hablaría acerca de otros estudiantes ficticios -por nombre) y conducta jactanciosa y exhibicionista (un 11 orientador" alardearía de que él era bueno en alguna actividad que el cliente indicaba que era malo). Estos "orientadores" sin embargo, poseían un alto papel de ser experto (se les dada el título de "Doctor") y manifestaban algunas de las conductas "expertas" descritas con anterioridad. Los resultados mostraron que los "comunicadores no dignos de confianza con sus declaraciones fanfarronas en extremo y derogatorias acerca de otros estudiantes, con frecuencia fueron vistos como personalmente envueltos y dispuestos a compartir algunos de sus pensamientos y creencias. ... Muchos de los sujetos escribieron que el entrevistador parecía una persona agradable, sincera y ciertamente era un verdadero experto realizando su papel en la entrevista (Strong y Schmidt, 1970, págs. 202, 203). Aún cuando este estudio no es el estudio conductual definitivo de la relación entre el papel de ser experto y el papel de ser digno de confianza, todavía es inquietante saber que el papel de experto tiene tan tremendo impacto sobre el cliente. Lo que el estudio parece demostrar es que la persona que es vista como un experto puede, si desea, pasar por encima de todo. Puntualiza dramáticamente cómo la ayuda puede ser "para mejor o para peor". La ayuda, obviamente, es un f uerte proceso de influencia social
(le guste o no al orientador) y este hecho pone una carga tanto sobre la integridad del orientador como sobre sus destrezas. Reputación de ser digno de confianza. La reputación de ser digno de confianza se refiere a la reputación del orientador sobre la sinceridad e integridad. Los clientes actuales o anteriores y otros orientadores son las fuentes usuales de tal testimonio. "El es un hombre excelente", "Puede confiarse en él", "Usted no tendrá ninguna preocupación con él". Declaraciones como éstas se refieren tanto a que el orientador es digno de confianza como a que es un experto. Conducta de ser digno de confianza. Nuevamente, la conducta del orientador es la causa más importante de que se perciba que es digno de confianza. Él puede demostrar que es digno de confianza al • mantener la confidencialidad • mostrar autenticidad, sinceridad y apertura en las formas conductuales discutidas en secciones previas • demostrar respeto por medio de una calidez apropiada, un interés, una disponibilidad y un trabajo duro con el cliente • mantener un punto de vista realista pero optimista, expresado conductalmente por ejemplo, reforzando toda conducta constructiva por parte del cliente • evitar la conducta que podría indicar la presencia de motivos ulteriores tales como egoísmo, curiosidad, beneficio personal o desviación Kaul y Schmidt (1971) notan que se confía en uno si uno respeta las necesidades y sentimientos del otro, ofrece información y opiniones para el beneficio del otro, genera sentimientos de comodidad y buena voluntad sobre confidencias y es abierto y sincero acerca de sus motivos. En la Etapa I, es mucho más probable que el cliente revele datos de vida muy significativos a un orientador conductualmente digno de confianza, aún cuando el cliente vea tal información como potencialmente auto-dañina. Finalmente, Hackney y Nye (1973) sugieren, como yo, que el orientador responda con alguna frecuencia al cliente. A sus ojos, el orientador "de baja participación" desanima al cliente a confiar en él y así reduce su potencial para ayudar al cliente. Atracción Si hay buena armonía en el proceso de ayuda, el orientador es, en algún sentido, atractivo al cliente. El cliente encuentra "atractivo" al orientador si siente positivo con el orientador, lo respeta, ve al orientador como compatible con él en alguna forma y desea ser como él. Ya se ha mencionado que un orientador, generalmente hablando, puede entender a un cliente más rápido y más efectivamente mientras más cerca esté de la experiencia del cliente. Por lo tanto, mientras más similar sea el orientador al cliente en ciertos puntos socioeconómicos es mucho mejor, otros factores siendo iguales (tales como el nivel de destreza del orientador). Este mismo fenómeno puede trasladarse a la teoría de la influencia social. El cliente ve al orientador corno atractivo si el orientador es similar y compatible con el cliente, por ejemplo, si el orientador es un exadicto que ahora orienta a un adicto. El cliente cree que tal orientador puede entenderle más efectivamente y por tanto confía en él más profundamente. Si el cliente ve al orientador como una persona viviendo efectivamente y corno uno que disfruta las recompensas de vivir efectivamente, él (sin rendir su propia identidad) deseará ser corno el orientador. Si, por casualidad, usted encontrara a alguien que le aceptara sin enjuiciarle, que le diera su atención no dividida cuando estuviera con usted y le escuchara cuidadosamente, que no le patrocinara pero que hiciera un esfuerzo para entenderle desde el marco de referencia de usted más que el suyo, que se sintiera a gusto tanto consigo mismo como con usted, lo suficiente para ser él mismo absoluta, franca y espontáneamente, que espera que usted ponga su mejor esfuerzo y le ayuda a hacerlo - muy probablemente usted encontrará a tal persona atractiva; esto es, usted posiblemente sentiría en forma positiva acerca de él, le respetaría y sentiría cierta clase de compatibilidad con él. Esta es la atracción basada sólidamente en la conducta de ser experto, para la cual no hay sustituto.
El papel, la reputación y la conducta de ser experto, digno de confianza y la atracción son variables altamente interactivos en el proceso de ayuda. Todavía no sabemos lo suficiente acerca de ellas y cómo interactúan precisamente, pero el orientador de alto nivel instintivamente se da cuenta de ellas y las usa en formas consonantes con los valores que ve como esenciales para la ayuda. MOTIVACIÓN DEL CLIENTE El cambio en la actitud y la conducta se facilitan cuando el cliente está altamente envuelto en el proceso de influencia. ¿Cuáles son, entonces, las causas de la motivación del cliente? 1. La motivación del cliente es generalmente alta si está con una pena psicológica. La desorganización en su vida le hace susceptible a la influencia del orientador. Él ve en el orientador una fuente potencia de consuelo, que es el cambio en su conducta. Algunas veces, sin embargo, él ve que el dolor de ser ayudado es peor que el dolor de su desorganización y por lo tanto rehusa pedir ayuda. Otras veces, él busca ayuda pero rompe la relación después de experimentar la suficiente ayuda para hacer su dolor tolerable. 2. El cliente se envolverá a sí mismo en el proceso de ayuda más completamente si está tratando puntos de importancia intrínseca para él. Este hecho subraya la importancia de la destreza de entendimiento empático preciso por parte del orientador. Mientras más a tono está con el mundo del cliente, más probablemente estará tratando puntos que tengan importancia para el cliente. 3. La cantidad de esfuerzo físico y psicológico pedido al cliente en el proceso de ayuda, afecta su motivación. Si se hacen muchas demandas demasiado pronto, probablemente él dejará de venir por ayuda. Por otro lado, si se exige poco de él y no ve progreso, también estará listo para dejar la escena. Watson y Tharp (1973) describen la ayuda, al menos en parte, como un proceso de "rnoldear" en el cual el orientador guía al cliente a ir paso a paso en forma gradual hacia patrones de conducta más constructivos. Ellos ven la pérdida de "voluntad de poder, (motivación) en cualquier etapa de este proceso como debido a mostrar un inadecuado moldeamiento. El orientador o el cliente mismo se vuelven demasiado exigentes. Al que pide ayuda se le pide dar un paso que es demasiado largo o para el cual no está aún preparado, y se descorazona (vea págs. 239-249). CONCLUSIÓN Puesto que, como un orientador, usted no puede decidir cuándo la orientación será o no un proceso de influencia social (¡lo es!), parece mejor enfrentarse a todas las implicaciones de un proceso así y explorar todas sus ramificaciones. Esta exploración le capacitará para controlar más efectivamente los elementos del proceso de ayuda. III. AUTO-EXPLORACIÓN Los psicólogos sólo recientemente han empezado a estudiar científicamente la conducta de - auto-descubrimiento (vea Cozby, 1973) y sus exploraciones todavía están en las etapas primarias. Es difícil, entonces, situar la auto-descubrimiento que está asociada con la auto-exploración en un contexto más amplio de conducta “normal” de auto-descubrimiento. Jourard (197la, b), entre otros, pregona que el auto-compartir responsable es parte de la conducta normal de la persona sana o auto-actualizada (Egan, 1970, págs. 190-,245). Finalmente, la persona que no puede compartirse profundamente es incapaz de amar. El auto-descubrimiento, sin embargo, nunca es un fin en sí mismo. Todos nosotros nos hemos aburrido con la persona que habla interminablemente acerca de sí misma, sin que realmente se esté revelando a sí misma, o hemos experimentado el fenómeno del "extraño-en-el-tren /avión" - la persona que revela muchos detalles íntimos de su vida en un encuentro casual mientras viaja. Nosotros mantenemos que el auto-descubrimiento, para ser productivo en el crecimiento humano debe ser apropiado tanto en cantidad como en calidad. Para determinar la propiedad, estas preguntas se pueden hacer: ¿A quién se está haciendo el descubrimiento? ¿Cuál es el contenido del descubrimiento? ¿En qué situación tiene
lugar el descubrimiento? Por ejemplo, no parece apropiado revelar contenido íntimo (tal como problemas sexuales) a un extraño durante el curso de una reunión casual. Tal conducta podría ser exhibicionista (tiene valor de impacto) o el que se descubre puede estar desahogando sentimientos acerca de sí mismo en lo que él ve como una situación segura. Si una persona no tiene amigos cercanos, podrá revelarse a un extraño simpático, especialmente si es probable que nunca vuelva a ver a su confidente otra vez. Algunos teóricos, tomando un enfoque de sentido común para el autodescubrimiento, han hipotetizado que existe una relación curvilíneas entre el autodescubrimiento y la salud mental. Los niveles de conducta de auto-descubrimiento muy altos y muy bajos son señales de mal ajuste, mientras que el moderado (y apropiado) auto-descubrimiento es óptimo. El sobre descubrimiento es exhibicionista o, al menos, un signo de preocupación por el yo. El que se descubre poco es temeroso M contacto humano profundo o siente que tiene mucho que esconder; con frecuencia gasta una gran cantidad de energía en construir y mantener fachadas para que la persona que realmente es no sea descubierta (vea Mowrer, 1968a, b, para un interesante enfoque de la conducta de bajo descubrimiento). El que se descubre de más descubre una gran cantidad de información cuando la situación no está para eso, mientras que el que lo hace de menos permanece cerrado, aún cuando la situación esté para una conducta de auto-descubrimiento. Uno puede descubrirse de más o de menos tanto en cantidad como en calidad (intimidad) de información. La auto-exploración obviamente necesita un alto nivel de auto-descubrimiento apropiado, al menos en aquellas áreas en las cuales el cliente no está viviendo efectivamente. El cliente promedio viene a la orientación esperando revelarse a sí mismo, aún cuando él puede estar renuente a hacerlo. Indudablemente, no hay proclamas hechas aquí de que el auto-descubrimiento "cure", porque es una etapa en un proceso de desarrollo, pero debe también notarse que, como Mowrer demostró, en algunos casos, el auto-descubrimiento puede liberar una gran cantidad de fuerzas o recursos "curativos" en cualquier cliente y por tanto una conducta adecuada de auto-descubrimiento es predictiva de un resultado terapéutico (Truax y Carkhuff, 1965). La primera y mayor influencia que el orientador tiene sobre el cliente, entonces, generalmente cae en el área de la conducta de auto-descubrimiento. El orientador de alto nivel con frecuencia oye, "Nunca he dicho esto a nadie". LAS METAS DE LA AUTO-EXPLORACIÓN EN EL PROCESO, DE AYUDA Ni el auto-descubrimiento ni la auto-exploración son una meta en sí mismas en el modelo de desarrollo. La auto-exploración es adecuada y efectiva si conduce a la clase de auto-entendimiento que incluye un darse cuenta de la necesidad de acción. No exijo aquí, entonces, lo que alguien ha llamado la tiranía de la "apertura". La auto-exploración debe ser funcional y pragmática. El orientador, usando las destrezas descritas en este capítulo, provee direccionalidad a este proceso: él ayuda al cliente a descubrir sentimientos, experiencias y conductas concretas y relevantes, Sí nosotros podemos encontrar una forma de extender la declaración de un problema a una lista concreta de las conductas específicas que lo constituyen, uno de los mayores obstáculos a la solución del problema estaría resuelto. En otras palabras, la ambigüedad inicial con la cual la mayoría de las personas analizan sus problemas interpersonales tiende a contribuir a su sentimiento de desamparo al enfrentarse a ellos. Conociendo qué conductas específicas están envueltas y por tanto qué cambios en esas conductas resolverán el problema, se provee con una meta definida para la acción y el tener esa meta puede conducir a un gran sentido de consuelo (Mehrabían, 1970, pág. 7).
Demos una mirada a la diferencia entre la conducta de auto-descubrimiento de dos clientes diferentes. Cliente A: Las cosas no parecen ir bien. Mi vida interpersonal está en bajo nivel. Estoy sobrecargado de trabajo. Y un montón de cosas se interponen para entorpecer los trabajos. Tiendo a rendirme.
Este cliente expresa sus sentimientos sólo de una manera vaga, él no delinea o posee sus experiencias claramente, y falla en indicar sus conductas concretas. Cliente B: Estoy deprimido, realmente bajo y esto no es usual en mí. Encuentro difícil salir de la cama en la mañana y me siento embotado la mayor parte del día. Trato de leer, pero sigo dejando el libro y errando por toda la casa. Creo que debo ir al cine o a visitar a un amigo, pero no lo hago, ni siquiera deseo hacerlo. He perdido el apetito. Esto ha sido el patrón desde hace unas dos semanas. Sé por qué. Hace dos semanas recibí mi tesis regresada por mi comité. Ellos no la recibieron por segunda vez. Y yo realmente pensaba que había hecho las correcciones que ellos querían antes. Ahora estoy empezando a pensar que tendré que elegir un tópico enteramente nuevo, recolectar nuevos datos, y principiar de nuevo. Pero no creo que tenga la energía, el impulso, la motivación para hacerlo. Pero no quiero que mi educación de graduado se vaya al caño. Quizá lo que me molesta aún más es que cuando empecé a trabajar en mi fiestas. Ni siquiera me entretuve en hablar con nadie después de las clases. Me retiraba tan pronto como la clase terminaba a empezar con mi máquina de escribir. De todos modos, ahora ya nadie me llama ni viene. No los culpo. ¿Por qué debían hacerlo? Yo antepuse mi disertación a ellos por meses. Ahora, encima de todo, estoy solitario. Só1o quiero empacar y regresar a Nueva York.
Esta declaración del cliente está llena de sentimientos, experiencias y conductas específicas. La diferencia en la habilidad de auto-descubrimiento entre el cliente A y el B es obviamente vasta. La destreza del ' orientador debe ayudar al cliente a dar el salto si el cliente no puede hacerlo por sí mismo. Áreas fructíferas de investigación ¿Acerca de qué debe hablar el cliente? Debe hablar acerca de sus problemas y los recursos o recursos potenciales que tiene para manejar estos problemas. La meta de la auto-exploración es no sólo la cantidad, ni siquiera la intimidad, de la información. Más bien, es lo relevante de la información, lo cual incluye (1) la información relacionada con el problema y (2) los recursos orientados hacia la solución. La exploración de recursos provee una dimensión positiva al proceso de auto-exploración. Considere el siguiente ejemplo: Cliente: Prácticamente nunca defiendo mis derechos. Si estoy en desacuerdo con lo que alguien está diciendo - especialmente en un grupo – me quedo con la boca cerrada. Cuando yo hablo, el mundo no se me viene encima de hecho, algunas veces los otros realmente me escuchan. Orientador A: Es frustrante tener miedo de hablar y sentirse perdido entre la multitud. Orientador B: Las veces que usted habla, otros realmente escuchan -y usted está molesto consigo mismo por sentirse perdido entre la multitud con tanta frecuencia. El orientador A pierde el recurso mencionado por el cliente. Aunque es cierto que el cliente habitualmente falla al hablar, él sí tiene un impacto cuando habla. Y esto es un recurso. Hay ciertas áreas de la vida que vale la pena investigar con casi cada cliente. Las siguientes áreas o tópicos son tan penetrantes que son relevantes para casi cualquier problema que el cliente pudiera mencionar. Relaciones interpersonales. Casi inevitablemente, la persona perturbada está "fuera de la comunidad" en algún sentido. Su vida interpersonal está empobrecida, él está retirado o no puede llevarse bien con la familia, amigos o compañeros de trabajo. Cliente A: Yo estoy encarando esta operación y tengo miedo. Pero realmente no tengo a nadie a quien hablarle. Cliente B: Usted no puede decir que mi esposa y yo realmente nos hemos llevado bien. Las cosas fueron más suaves al principio, pero no fueron correctas. El orientador debe ayudar a cada cliente a explorar las dimensiones interpersonales de cualquier problema presentado. Presupuestos. Frank (1961) acentúa la importancia del "mundo presumido" del cliente. Los presupuestos insanos con frecuencia yacen bajo la conducta insana. Por
ejemplo, el cliente A podría estar presumiendo que todos los adultos son tan negativos y tan rechazantes como sus padres. Este presupuesto contamina sus interacciones con los adultos. El cliente B presupone que la carrera es central para la vida, que es necesario elegir una carrera y dejar el resto de la vida que gira alrededor de ella. Encuentra aburrida su carrera, y, debido a este presupuesto, la vida es aburrida. El cliente C presume que la gente envuelta en la religión es hipócrita y/o estúpida. Debido a su presupuesto él se aleja, en principio, de la gente y los programas que nada tienen que ver con la religión. El cliente D presume que es una persona aburrida, no atractiva porque tiene "sólo" inteligencia promedio. Ella actúa de acuerdo con sus presupuestos y realmente sí se vuelve una persona aburrida. El orientador debe preguntarse a sí mismo, con alguna frecuencia, qué presupuestos el cliente se ha hecho acerca de sí mismo, de su trabajo, de otros o del mundo. Los presupuestos que no se manifiestan pueden ser extremadamente destructivos. Si Juan tiene una serie de presupuestos acerca del contrato de matrimonio mientras Juana tiene otros, el pelear estará a la orden del día - hasta que estos presupuestos afloren y se trate con ellos. Metas. Las vidas de la gente desorganizada están llenas con metas y aspiraciones no satisfechas, metas y aspiraciones irreales, metas y aspiraciones no formuladas. El cliente A quiere ir a la escuela de graduados, pero no tiene los recursos intelectuales requeridos. El cliente B piensa que es importante estar en buena figura física, pero él está sobrepasado de peso, tiene tono muscular pobre y no puede desechar el hábito de fumar. El cliente C sabe que su estilo presente de vida de clase media no es recompensante, pero no sabe por qué o con qué sustituirlo.,El cliente D se encamina a un colapso físico, un colapso obviamente no planeado pero significativamente inevitable. El cliente E se siente "muerto", no va a ninguna parte y no quiere ir a ninguna parte. El orientador de alto nivel usará sus destrezas para ver que el cliente examine la direccionalidad de su vida, especialmente en áreas en las cuales el cliente está viviendo menos efectivamente. Por ejemplo, si la vida interpersonal del cliente es blanda y estéril y no va a ninguna parte, la pregunta es: ¿tiene que ser de este modo? Valores. Yo encontré cuáles eran mis valores reales al examinar cómo me invierto a mí mismo y mis recursos, tales como mi tiempo, energía y dinero. Como ya hemos notado antes, los valores difieren de las actitudes: los valores representan de facto auto-inversión. La desorganización con frecuencia fluye de un conflicto de valores; o sea que un cliente se envuelve a sí mismo emocional y conductualmente en dos patrones de conducta que están en conflicto el uno con el otro. Por ejemplo, Juan Pérez se encuentra a sí mismo fuertemente envuelto, emocionalmente, tanto en su trabajo como en su familia. Está incómodo tanto cuando él pasa la cantidad de tiempo que él piensa que debe pasar para hacer su trabajo bien, y cuando él pasa horas de descanso con su familia. Una batalla de sube y baja se desarrolla entre estos dos valores, Juan mismo parece ser el perdedor. El orientador puede ayudarle a examinar sus valores y entonces podrá establecer prioridades -prioridades que son compartidas tanto con su familia como con sus colaboradores. Memo Torres es un trabajador social. Se envuelve a si mismo emocional y conductualmente en ayudar a otros. Por otra parte, la auto-gratificación y el placer son fuertes valores en su vida. Bebe mucho en ocasiones, tiene una variedad de relaciones socio-sexuales, desea vehementemente ir a unas cortas vacaciones. La calidad de su ayuda sufre. El orientador experto ayudará al cliente a examinar sus inversiones de valor con objeto de ver si hay valores conflictivos y determinar si el sistema de valores de facto del cliente representa sus prioridades reales. Por ejemplo, una vez que el cliente determina que el desarrollo intelectual es una de sus prioridades principales, con la ayuda del orientador él podrá establecer una escala realista para la lectura, educación formal, envolvimiento en el trabajo, etc. Severidad del problema. El proceso de auto-exploración debe rendir un panorama bastante preciso de la severidad de cualquier área de problema en la vida del cliente. Mehrabian y Reed (1969) sugieren que la severidad de cualquier problema dado puede determinarse por la siguiente fórmula:
Severidad = Sufrimiento X Incontrolabilidad X Frecuencia La X en la fórmula sugiere que estos factores no son sólo aditivos: aún el sufrimiento tenue, si es incontrolable o muy frecuente, indica un problema severo. Consideré los siguientes ejemplos: Cliente A: últimamente he estado pensando acerca de mi salud más de lo usual. Cuando despierto en la mañana a veces siento un poco de dolor en mi pecho. Y a veces hay algunos dolores en las articulaciones de mis dedos. Cliente B: La otra noche pensé que me iba a morir. Estaba acostado en la cama y no podía dormir. Luego, de repente, tuve esta tremenda presión en el pecho. Estaba seguro de que iba a morir. Empecé a sudar frío. Aún cuando la presión se apaciguó, yo estaba agitado. Cuando finalmente me dormí, me movía y volteaba. Cuando desperté, me sentí como si hubiera estado drogado. La tensión del cliente B es obviamente mayor que la del A. El cliente A se podría preguntar si estos síntomas le preocupan demasiado o si ellos son indicadores de algún problema de salud; pero B, parece, sufre de un más que severo ataque de ansiedad (en la suposición de que no hay nada malo con su salud). Si un cliente dice en intimidad que no puede controlar alguna clase de conducta llena de tensión, el orientador debe considerar esto un signo de elevada severidad de su problema. Cliente A: No me gusta el hecho de que tengo mal carácter. Precisamente ayer los chicos estaban jugando en el balcón después de la cena, haciendo un juego de racket. Yo estaba tratando de leer el periódico. Lo dejé tanto corno pude, pero finalmente me levanté, les rompí su juego y los mandé a la cama. También reviento de vez en cuando en el trabajo, especialmente cuando me siento incompetente. Cliente B: Yo soy tremendamente quisquilloso. Reviento a la más leve cosa. Mis chicos han empezado a evitarme porque a veces les grito sin razón. Anoche le colgué el teléfono a una de mis mejores amigas cuando pensé que me había dicho algo insultante. Hoy me doy cuenta de que sus palabras probablemente fueron inocentes. He tomado tranquilizantes pero no parecen calmarme lo suficiente. El cliente A piensa que su conducta interpersonal podría mejorarse. Sus exabruptos no son severos, pero no son creativos tampoco. Hay maneras mejores para canalizar sus frustraciones y tratar con cosas molestas. La cliente B, por otro lado, no está en control. Está aún tratando de tomar drogas con objeto de mantener el control. La conducta llena de tensión (quisquillosidad) se ha vuelto mucho más que quisquillosidad debido a su calidad incontrolable. La frecuencia de la conducta llena de tensión o indeseada puede ser un factor separado en sí mismo o un signo de pérdida de control. Cliente A: Cuando estoy de vacaciones, tiendo a comer en exceso. Sé que no debo hacerlo. El mes pasado subí cinco kilos mientras estaba en Florida. Me odié a mí misma cuando regresé. Luego vino la horrible necesidad de ponerme a dieta. Cliente B: Siempre que siento casi cualquier grado de tensión, me encuentro a mí misma en la puerta del refrigerador una docena de veces al día. En el trabajo, es la máquina de dulces. En enero subí tres kilos. Cuatro el mes pasado. Y luego no pierdo el peso, Si una persona se emborracha o, come en exceso de vez en cuando, es una pérdida de control y es a duras penas un signo de vida efectiva, pero no necesita destruirle a él o a su vida. Sin embargo, el frecuente beber y comer en exceso, es obviamente más severo: la pérdida de control está complicada por la frecuencia. Luego su excesiva indulgencia complica su vida en una forma geométrica. Obstáculos para la auto-exploración efectiva
Aún cuando el orientador sea muy experto en la Etapa 1, el cliente con frecuencia encuentra la auto-exploración bastante difícil, por un sinnúmero de razones. Señalemos algunas de estas razones, porque, si el orientador va a lograr el tener un sentimiento del mundo del cliente, tiene que entender algunas de las fuentes de resistencia que encontrará. ¿Por qué pudiera un cliente pone obstáculos al revelarse a sí mismo y explorar su conducta? ¿Qué puede hacer el orientador para tratar con tal resistencia? Confidencialidad. La investigación ha mostrado que el papel de ser experto generalmente maneja el temor del cliente de ser traicionado. Él espera que el profesional guarde cualquier cosa confidencial que le diga a él. Sin embargo, puesto que muchos clientes inicialmente ponen más confianza en el papel de ser experto (el profesional "con credenciales") que en la conducta de ser experto el profesional "funcional") el profesional funcional sin credenciales debe demostrar claramente por su conducta que él es digno de, confianza -a través de manifestaciones conductuales de autenticidad, respeto y empatía precisa. Cuando el adiestramiento en orientación o en relaciones humanas es hecho en grupo, sin embargo, la cuestión de confidencialidad se vuelve más crucial. Especialmente los miembros de un grupo o los que se adiestran se conocen uno al otro o vienen de un área compacta geográficamente (por ejemplo, son estudiantes en el mismo programa), las preocupaciones por la confidencialidad serán más presionantes. En este caso, la cuestión de confidencialidad debe tratarse directamente como uno de los factores que afectan el nivel de confianza del grupo. Más positivamente, los miembros deben demostrar altos niveles de ser dignos de confianza unos a otros tan rápidamente como sea posible. Esto es, deben ser genuinos, respetuosos y comprensivos en las formas conductuales descritas en este capítulo. Estas conductas, en conjunción con una voluntad de tomar riesgos razonables en el auto-descubrimiento, puede elevar el nivel de confianza de un grupo dramáticamente. No hay otro camino: los miembros del grupo deben trabajar creando confianza, para que los temores acerca de confidencialidad puedan cortarse dramáticamente en la calidad de la auto-exploración en un grupo. Temor a la desorganización. Mucha gente teme el auto-descubrimiento porque siente que no puede enfrentarse a lo que pudieran encontrar acerca de sí mismos. Este es un punto muy crítico. El cliente siente que la fachada que él ha construido, no importa cuanta energía debe gastar para conservarla, es todavía menos gravosa que explorar lo desconocido. Tal cliente con frecuencia empieza bien, pero, una vez que empieza a estar abrumado por los datos producidos en el proceso de autoexploración, empieza a retraerse. Hurgar entre lo inadecuado de uno, lo que es esencial para los procesos de influencia social (Mehrabian, 1970; Strong, 1968) sí conduce a "desequilibrio" (Piaget, 1954), desorganización y crisis (Carkhuff, 1969). Pero, como Piaget sugiere, el desequilibrio es el precio que una criatura debe pagar para asimilar nuevos estímulos dentro de un esquema existente: es el precio del crecimiento. En una forma similar, Carkhuff sugiere que el crecimiento tiene lugar en los puntos de crisis. El orientador de alto nivel se da cuenta de que el proceso de autoexploración será inefectivo si produce ya sea muy altos o muy bajos niveles de desorganización. La alta desorganización inmoviliza al cliente, mientras que la desorganización muy baja es con frecuencia indicadora de una falla en llegar a los verdaderos puntos en su vida. Consideremos un ejemplo. Juan Gómez, a medida en que explora su conducta, empieza a ver que hay mucha vergüenza en su vida. Descubre que realmente no actúa sobre sus valores supuestos -justicia, integridad y amistad. Empieza a sentir que su vida ha sido sin valor y que hay poco que él pueda salvar de ella. Tales sentimientos son obviamente de desorganización y de proporciones de crisis. El orientador experto no deja que Juan se pierda en la auto-recriminación o la autolástima; insiste que vea el panorama entero, incluyendo sus éxitos y sus recursos, tanto los movilizados como los no usados. Ayuda al cliente a capear las tormentas de frustración, auto-duda y desesperanza.
Vergüenza. La vergüenza, una variable experiencial muy pasada por alto en la vida humana (Egan, 1970; Lynd, 1958), es una parte importante de desorganización y crisis. El significado de la raíz del verbo "avergonzarse" es "destapar, exponer, herir" y por lo tanto está obviamente relacionado con el proceso de autoexploración. La vergüenza no sólo expone dolorosamente ante otro; es, primeramente una exposición de uno a uno mismo. En las experiencias de vergüenza, los aspectos particularmente sensibles y vulnerables de uno se exponen, especialmente a los propios ojos. La vergüenza con frecuencia tiene la calidad de ser repentina: en un chispazo uno ve sus hasta ahora irreconocidas inadecuaciones sin estar listo para tal revelación. La vergüenza con frecuencia se dispara por incidentes externos, tales como una observación casual que alguien hace, pero no podría ser disparada por incidentes insignificantes a menos que, en lo profundo, uno realmente esté avergonzado. Una experiencia de vergüenza podría definirse como una aguda conciencia emotiva de un fracaso de ser en alguna forma. En un estudio hecho por Talland y Clark (1954), los clientes juzgaron el valor terapéutico de quince tópicos discutidos durante la orientación. Había un acuerdo general en el valor relativo de los tópicos. Las encuestas mostraron una alta correlación entre la utilidad percibida de un tópico y sus calidades perturbadoras. El tópico llamado "vergüenza y culpa" fue experimentado como extremadamente ansiogénico, pero la discusión de esta área de vida fue considerada de lo más provechosa, Un grupo de psicólogos también evaluó los mismos quince tópicos en referencia a la intimidad. Hubo una alta correlación entre lo que los, psicólogos estimaron íntimo y lo que los clientes juzgaron ser provechoso. La auto-exploración debe eventualmente tratar con áreas íntimas que son relevantes para los problemas del cliente. Si esta exploración acarrea desequilibrio, desorganización, vergüenza y crisis, esto es el precio que debe pagarse por el crecimiento. Temor al cambio. Algunas personas están temerosas de tener confianza en ellas porque saben, aunque subconscientemente, que si ellas lo hacen tendrán que cambiar-esto es, renunciar a los confortables (pero improductivos) patrones de vivir, trabajar más diligentemente, sufrir la pena de la pérdida, adquirir destrezas necesarias para vivir más efectivamente, etc. Por ejemplo, un marido y una esposa pueden darse cuenta, a algún nivel de su ser, que si ellos ven a un orientador tendrán que revelarse a ellos mismos y, que una vez que las cartas estén sobre la mesa, tendrán que pasar la agonía de cambiar sus estilos de interacción. Todos nosotros tenemos que pagar un precio por vivir más efectivamente. Yo una vez traté a un hombre de unos sesenta años cuya queja presente era una ansiedad extrema y aún debilitante. El proceso de auto-exploración indicó que él había sido tratado brutalmente por su padre. Finalmente él se fugó de la casa, pero había desarrollado una lógica peculiar. Fue algo así como esto: "Nadie que crezca con cicatrices como yo, puede esperar hacerse cargo de su ida y vivir responsablemente". Él había estado usando este enfoque erróneo cuando joven como una excusa para actuar irresponsablemente en el trabajo (tenía un récord de trabajo extremadamente pobre), en su vida con él mismo (bebía excesivamente) y en su matrimonio (había sido poco cooperador e infiel y aún esperaba que su esposa lo apoyara). La idea de que él podía cambiar, que podía tomar responsabilidad por sí mismo aún a su edad, le asustaba y quería escaparse del grupo. Pero como su ansiedad era tan dolorosa se quedó. Tuvo que aprender que un cambio en su estilo de vida era absolutamente necesario si quería romper el círculo vicioso en el cual estaba atrapado. La manera de la auto-exploración: "Anécdota" versus "historia" Un reciente documental en televisión mostró extractos de una experiencia de un grupo de maratón conducido en un centro de rehabilitación para drogadictos. Durante las primeras horas del maratón, un joven adicto empezó a hablar de sí mismo y su vida pasada. Relacionó muchos hechos acerca de sí mismo, pero lo hizo en una forma bastante fría y analítica. Relató experiencias y conductas, pero no se puso a sí mismo o sus sentimientos en sus revelaciones. Como resultado, los otros miembros del grupo conocían muchas cosas acerca de él, pero no estaban todavía
en contacto con él. Él estaba enumerando cosas pero sin revelarse a sí mismo. Yo uso el término "anécdota" para la clase de auto-descubrimiento que no revela realmente al cliente o lo pone en contacto con aquellos que lo están escuchando. La "anécdota" es actuarial y analítica: el cliente relaciona muchos hechos acerca de sí mismo, aún detalles íntimos, pero su auto-revelación está apartada y privada de sentimiento. Hay poco -envolvimiento del ego en tal apertura y por tanto poco riesgo. El que habla se trata a sí mismo como un objeto más que como un sujeto. La "historia" es un modo bastante diferente de auto-apertura. Es un intento de parte del cliente de revelar a la persona que está adentro, tanto al orientador como a sí mismo. El cliente manejando la modalidad de "historia" percibe que la transmisión de sí mismo es tan importante como la transmisión del hecho. La "historia" no evita detalle, pero es selectiva, El detalle concreto se elige para revelar más que para ocultar al cliente. La "historia" invita al diálogo, mientras que la "anécdota" lo desalienta. En el ejemplo mencionado anteriormente, el joven adicto divagaba y nadie le respondía en ninguna forma (su manera de autodescubrimiento no invitaba a la respuesta, aunque, en el modelo de desarrollo, los miembros del grupo no le permitirán distanciarse en un monólogo). La "historia", puesto que está llena con la persona, está llena con los sentimientos y emociones de la persona. La anécdota es sosa, muerta. La anécdota está relacionada con el auto-descubrimiento envuelto en el fenómeno del "extraño-en-el-tren": hay una apertura o ventilación o aún exhibicionismo, pero se da sin envolvimiento, sin temor a las consecuencias negativas. El orientador usando las destrezas de la Etapa I, llama al diálogo, hace demandas al cliente para encontrarle como una persona. Puesto que la mayoría de los clientes tienen problemas en las relaciones interpersonales, él hace del proceso de orientación un laboratorio en el cual el cliente puede reconocer los déficits interpersonales y aprender las destrezas interpersonales. ADIESTRAMIENTO - COMO-TRATAMIENTO EN LA ETAPA I A medida que usted, como el que se adiestra, domina las destrezas de la Etapa 1 a través de la práctica en un grupo de adiestramiento, es posible para usted, como orientador que se adiestra, guiar a un grupo de clientes en las destrezas de la Etapa I, especialmente en la empatía precisa y en ser concreto. Estas dos destrezas sirven dos funciones para el cliente que se adiestra: (1) le enseñan a enfocar y concretar la exploración de sus propios problemas, y (2) le dan las destrezas que son indispensables en las relaciones humanas. La siguiente metodología general para el adiestramiento puede usarse en grupos de adiestramiento de clientes: 1. Explique la destreza (por ejemplo, empatía precisa, ser concreto) cognoscitivamente. Conteste preguntas. Esté seguro de que los que se adiestran han captado el concepto. 2. Demuestre la destreza usted mismo. Si es posible, use el método de contraste. a. Muestre cómo no se debe hacer. b. Muestre cómo se debe hacer. 3. Demuestre la destreza con varios miembros del grupo enfrente de todo el grupo. Asegúrese que cada uno tiene una comprensión vivencial de la destreza en cuestión. Haga que los miembros del grupo se den retroinformación. Dése retroinformación usted mismo. 4. Divida el grupo en tríadas (o en cualquier número que sea práctico para la destreza que se está enseñando). Tenga al menos dos interactuantes más un observador en cada grupo. Continúe la práctica en estos grupos más pequeños. 5. Supervise: corrija, aliente y refuerce lo que está siendo bien hecho. Dé al observador una oportunidad de dar retroinformación primero. Asegúrese que la retroinformación es concreta y no deje que se vuelva interminable. Dé retroinformación corta y luego haga que los que se adiestran se comprometan en futuras prácticas de destrezas. 6. Hacia el final de la sesión de adiestramiento, llame al grupo entero para procesar datos: averiguar qué aprendizaje tuvo lugar y cuál no. De a los que se adiestran una
oportunidad de ventilar sus sentimientos sobre lo que es ser adiestrado y pasar a través del trabajo de aprender las destrezas para la orientación. Durante estas sesiones de adiestramiento, el contenido de las sesiones de práctica debe enfocarse en aquellos problemas -de-vivir que son la razón para que los clientes estén allí, más los aprendizajes que tomen lugar a través del proceso de adiestramiento. Debe notarse que el adiestramiento de destrezas como parte del proceso de ayuda puede tomar lugar en la orientación de uno-a-uno tanto como en grupos. El orientador por ejemplo, puede alcanzar en el adiestramiento del proceso de ayuda en empatía precisa, el ser concreto y la asertividad según se necesite. Puesto que la auto-exploración es una parte importante de la ayuda, el cliente puede ser adiestrado en las destrezas de la auto-exploración. Este adiestramiento tiende a disminuir su resistencia a la auto-exploración. Aún en sesiones de adiestramiento en grupo, la cantidad de adiestramiento de destrezas administrado puede variar de acuerdo a las necesidades de los clientes y al estilo del orientador. ALGUNAS NOTAS FINALES SOBRE LA ETAPA I Intensidad. Si el orientador usa altos niveles de prestar atención, empatía precisa, respeto, ser concreto y ser genuino y si el cliente coopera al explorar sus sentimientos, experiencias y conductas relacionadas a las áreas problemáticas de su vida, el proceso de ayuda será intenso. El orientador de alto nivel sabe que la orientación es potencialmente intensa. Está preparado para ello y sabe cómo apoyar al cliente que no está acostumbrado a tal intensidad. La tentación de parar. Un buen orientador no puede ser efectivo solo "en algún punto". Algunos orientadores parecen tener las destrezas necesarias para ser efectivos en la Etapa I del modelo del desarrollo, aún cuando no parecen ayudar al cliente a avanzar a la Etapa II y, especialmente, a la Etapa III. En estos casos, la auto-exploración alcanza una clase de autonomía funcional que no ayuda al cliente. El orientador fallará, a menos que él se dé cuenta por sí mismo de que lo que está pasando en la Etapa I es significativo solamente en el grado en que esté finalmente relacionado con el cambio de conducta constructivo. No será ni siquiera efectivo en las destrezas que piensa que posee, porque, cuando estas destrezas pierden su carácter relativo - son buenas no en ellas mismas sino en tanto cuanto ellas ayuden-pierden su efectividad, aún en la Etapa I. Estas destrezas no van a ninguna parte porque el proceso no va a ninguna parte. Una señal de esta clase de fracaso es lo que podría ser llamado orientación "circular". El orientador (y con frecuencia el cliente, también) empieza a darse cuenta de que están yendo y yendo sobre el mismo territorio-que las cosas ya "habían sido dichas antes". Rigidez en la aplicación del modelo de desarrollo. El orientador de alto nivel, porque tiene un amplio repertorio de destrezas y respuestas de las cuales él puede echar mano natural y espontáneamente, hace lo que sea más útil para el cliente en un momento dado, del proceso de ayuda, ya sea requerido o no en cualquier etapa del modelo. El principiante y el orientador de bajo nivel tienden a aplicar el modelo demasiado rígidamente. Algunas veces un principiante trata de manejar los problemas secuencialmente - toma el problema A enteramente, luego el problema B, luego el C, etc. -porque esta forma es tanto lógica como menos confusa. Pero aún cuando la orientación se presenta aquí como un proceso lógico, claramente delineado y discreto, con objeto de darle al que se adiestra un mapa cognoscitivo y demostrar tan claramente como sea posible el repertorio de destrezas y respuestas que él debe desarrollar para convertirse en un orientador efectivo, el proceso de ayuda real es mucho más complicado. Es verdad que en algunos casos el proceso de orientación procede más o menos de acuerdo con el modelo. En otros casos, no. El criterio final para los pasos que se tomen durante la orientación, sin embargo, debe ser lo que es útil para el cliente. El modelo es para el proceso de ayuda y no para ser su amo, y la ayuda es para el cliente. Quizás una aplicación del principio de Horacio de que la virtud está en el medio pudiera ser útil aquí: no subestime el valor de un modelo integrativo para aprender el cómo ser un orientador efectivo, pero no sobreestime el valor de tal modelo en el proceso de ayuda mismo.