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2.1.1.2 Análisis del sector. Relación interna de la comunidad Degüi
Gráfico 5. Uso de suelo de la comunidad ayorea Degüi
Fuente: FADU-UPSA, 2020.
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2.1.1.2 Análisis del sector. Relación interna de la comunidad Degüi
El terreno de la comunidad tiene una superficie de 6.870,53 m2 (según levantamiento topográfico realizado por encargo de APCOB, 2009). Comparte la manzana con el centro comercial “La Moliendita” y, al sur, con una calle pavimentada donde se encuentra el Hospital Municipal Villa 1ro. de Mayo. Ver Gráficos 6 y 7.
Territorios indígenas en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra
Estudio urbanístico Gráfico 6. Planta general
Gráfico 7. Planta de techos
Antes de describir las características funcionales y espaciales de la comunidad, resulta necesario hacer algunas consideraciones sobre la tipología urbana a la que responde la comunidad Degüi, es decir la de barrios cerrados, también denominados urbanizaciones cerradas, vecindarios defensivos, barrios fortificados o blindados, etc.
Los barrios cerrados se sostienen culturalmente por el miedo que justifica la segregación y la privatización del espacio; la seguridad, dado a que el encierro ofrece protección; y el deseo de distinguirse entre afuera y adentro para evitar la exclusión. Al final, todo relato urbano se nutre de simulaciones y apariencias.
En ese sentido, los barrios cerrados expresan en gran medida las contradicciones y complejidades de la sociedad global fundamentada en el consumismo que se motoriza a través de la dinámica de la economía capitalista capaz de generar e imponer distintas líneas de patrones de usos, productos, servicios, estilos de vida, identidades y comunidades estandarizadas, fáciles de reconocer y, por tanto, de consumir.
El exitoso y rápido aumento de este modelo ha llevado a que las urbanizaciones cerradas se constituyan en un importante objeto de estudio de las ciencias sociales, como la sociología, antropología, geografía y ciencia política, especialmente en el ámbito urbano.
Los barrios cerrados se convierten en islotes exclusivos dentro de la ciudad, con controles de acceso, rodeado por muros y rejas, rompen la unidad urbana afectando el espacio público comunitario de interacción social e intercambio cultural. A pesar que los principios de ciudad cerrada se cuestionan, gran parte de sus usuarios testimonian que están mejor adentro que afuera, sin que ello signifique negar problemas internos.
Fotografía 6.
Vista aérea de la comunidad ayorea Degüi
Esta percepción explica que la gente, al estar sujeta a distintas pulsaciones y subjetividades en cuanto a deseos y temores, disfruta y padece del mismo modo las sensaciones de vivir en “el encierro” o en la “ciudad abierta”; es decir, que las bardas no hacen mejores ni peores a las personas y ninguna barrera física puede detener la violencia urbana (como ocurre con las manifestaciones públicas).
Habrá que señalar que, si bien los barrios cerrados nacieron como respuestas a las demandas de élites, poco a poco se ha modificado el patrón y ahora se da cabida a sectores de la población de sectores medios y populares, que, de manera voluntaria, se adhieren con algún grado de identificación y homogeneidad que el grupo le confiere y asume.
Con sus particularidades, este es el caso de la comunidad ayorea Degüi, que, como todo condominio cerrado convencional, tiene un muro perimetral al exterior. En su conformación interior, los comunarios se asumen así mismo y se reconocen como miembros plenos, estableciendo la diferenciación del espacio íntimo de las viviendas respecto a sus pares y al mundo externo.
En cuanto a su vinculación externa, la comunidad tiene dos accesos, ubicados en los extremos de los frentes este y oeste, puntos en los cuales los comunarios deben decidir y concertar la posibilidad de quiénes pueden vivir y entrar, y quiénes no pueden hacerlo. Por eso, es necesario que el ingreso de extraños a la comunidad se someta a determinados criterios de acercamiento y control, ser amigos o saber para qué quieren entrar y estar.
La construcción de la barda perimetral de Degüi (en paralelo a la construcción del hospital municipal) ha definido el carácter de condominio cerrado. Con la barda y la disposición orgánica de las viviendas se ha generado un paisaje interno laberíntico, en cuya articulación interna, en gran parte de su recorrido, ha aparecido una serie de rincones que suelen usarse para distintas situaciones, como reuniones familiares, conversaciones; y donde también pueden suceder discusiones, etc. En paralelo, se han consolidado otros recintos de diversos tamaños donde se realizan actividades sociales, formativas, recreativas y lúdicas, desde las festivas, deportivas, educativas, hasta las religiosas
La organización funcional se materializa a través de un sendero peatonal, parcialmente pavimentado, que define el acceso principal sobre la avenida Jenecherú, atravesando el conjunto de oeste a este, y que permite que todos sus componentes funcionales se encuentren conectados. El sistema cerrado del barrio le brinda al comunario, en tiempo y espacio, la posibilidad de mantenerse al margen del mundo exterior y, en contrapartida, lo obliga a diseñar nuevas formas organizativas internas.
El proceso de asentamiento interno, en el aspecto físico, se ha dado sobre una trama irregular, de manera orgánica. Las viviendas, al igual que los módulos sanitarios (baños), se han construido sobre los vacíos existentes, tanto en el borde perimetral externo, como en los espacios interiores. Espacialmente cuenta con tres referentes básicos: la escuela, el templo y la guardería, que refuerzan el trazado funcional interno. Ver Gráfico 8.
Gráfico 8. Zonificación interna
La composición espacial mantiene su configuración orgánica a través de la inserción gradual de un sistema de volúmenes, que define tres vacíos interiores o patios, coincidentes y en correspondencia a los elementos singulares que las identifica: la escuela, el templo y la guardería.
El primer patio (lado oeste) es un tramo circulatorio ensanchado, tipo boulevard; el segundo patio (zona central) se relaciona con el templo y la guardería; en tanto que el tercer patio (lado este) es usado para actividades deportivas. Ver Fotografía 7, 8 y 9.
Fotografía 7.
Vista interior: primer patio, templo y sendero peatonal
Fotografía 8.
Vista interior: segundo patio, sendero peatonal y viviendas
Fotografía 09.
Vista exterior: barda perimetral
Este trazado episódico17 permite lograr una serie de percepciones que favorecen la escala múltiple del paisaje en cuanto a lo visual, lo acústico, lo táctil, la temperatura y los olores. Así también, posibilita la construcción de una estructura espacial y paisajística “líquida”18 con nuevos espacios mínimos vitales donde se recrea lo cotidiano y lo íntimo de manera sucesiva y variada.
La adición de volúmenes simples y aislados conforman una trama irregular con remates superiores de techos inclinados (techos pendientes que fluctúan de 20 a 30%) y una línea dominante horizontal que no sobrepasa el perfil de uso de una planta baja. Ver Gráficos 9 y 10.
17 Lo episódico se refiere a la forma cómo se recrean los espacios a través de determinados ritmos y secuencias episódicas. Se emplea para describir la estructuración del tejido urbano, del tejido barrial, de distritos, cementerios, etc. 18 Lo líquido lo utiliza Bauman (filósofo polaco) para explicar los fenómenos contemporáneos de las formas fluidas y contrapuestas de valores o patrones de comportamiento (lo único estable y equilibrado, sería la muerte).
Gráfico 10. Volumetría vista del lado oeste
2.1.1.3 Arquitectura. Tipologías y condiciones de habitabilidad