Ensayos sobre la ciudad instantánea

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Ensayos sobre la

CIUDAD INSTANTร NEA 7ยบ Festival Urbanbat

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Miradas sobre la CIUDAD INSTANTÁNEA Grandes eventos y planificación urbana Noviembre de 2018 Segunda parte: Ensayos sobre la ciudad instantánea

Edita Edizioa URBANBAT Laboratorio de Innovación Urbana Plaza de La Cantera, 5-3º 48003 Bilbao info@urbanbat.org www.urbanbat.org Editor Editorea Gorka Rodríguez Diseño y Maquetación Diseinua eta maketazioa Carlos Muñoz | cAnicca [a+d+u] Textos Testuak Patricia Campelo, Ramón Faura, Fernando Bayón, Juanma Murua, Roberto San Salvador, Francesc González, David Juárez, Rosa Rogina, Rosario Talevi, Andrea Griborio, ZEMOS98, Mercedes Rodríguez, Ricardo Antón, Jorge Ayo, Francisco Javier Muñoz, Jaime Cuenca Fotografías Argazkiak Olga Ruiz para Urbanbat, excepto: FADfest, Arquitecturas Colectivas, Bellastock, Playa-220, MakeCity, Trienal de Arquitectura de Lisboa, Concéntrico, London Festival of Architecture, Mextrópoli, Camila Pinzón, Entrebarris, Begoña Torres, Francesc González, Juanma Murua, Mawatres, Marc Javierre-Kohan, Ricardo Antón Gráficos Grafikoak Thais Ibarrondo | cAnicca [a+d+u] Tipografías Tipografiak Montserrat Libre Baskerville Las tipografías utilizadas son OFL (Open Font License) CC BY-NC-ND 4.0 Esta obra está sujeta a la licencia Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional de Creative Commons



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Eventos en el contexto urbano: construyendo ciudad o haciendo castillos en el aire [Patricia Campelo]

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Vivir en una imagen [Ramón Faura]

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Ideas para un panfleto contra la eventualización de las ciudades [Fernando Bayón]

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Ciudades a golpe de eventos [Juanma Murua]

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De la ciudad de eventos a la ciudad evento [Roberto San Salvador del Valle]

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Estrategias para la mejora de la sostenibilidad urbana durante la celebración de eventos. Una aproximación desde el punto de vista social [Francesc González Reverté]

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Prodigios y vestigios [David Juarez]

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Llamada a la acción: Sobre cómo el potencial político de iniciativas urbanas efímeras puede afectar de manera permanente el uso del espacio público en nuestras ciudades [Rosa Rogina]

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Entre el silo y la calle; los desafíos de hacer un festival de arquitectura y alternativas urbanas [Rosario Talevi]

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Ciudad extraordinaria [Andrea Griborio]

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En busca de la Beyoncé de Otxarkoaga o 22 reflexiones sobre políticas culturales públicas en relación a grandes eventos [ZEMOS98]

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Bilbao Bilbao ... La ciudad instantánea versus la ciudad permanente [Mercedes Rodriguez]

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Una ciudad muchos mundos [Ricardo Antón]

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Tiempo de valientes [Jorge Ayo]

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Cultura y espectáculo [Francisco Javier Muñoz]

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Salto al vacío con museo al fondo [Jaime Cuenca]

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La cuestión de la ciudad como contenedora y en muchas ocasiones como promotora de grandes eventos (culturales, deportivos, científicos...), además de ser una estrategia para muchas administraciones locales, constituye una de las cuestiones más discutidas desde disciplinas como la economía, la arquitectura, la sociología, la filosofía…. El eventismo en el contexto del branding de ciudad, el marketing urbano y la venta o mercantilización de la ciudad son temas que desde hace tiempo generan un intenso debate con posiciones encontradas. Con motivo de la 7ª edición del festival hemos invitado a algunos de los expertos que han participado en esta edición del programa a trasladarnos sus reflexiones sobre estas cuestiones. Visiones enriquecidas con la experiencia de festivales y encuentros de urbanismo y arquitectura llegados de distintas ciudades del mundo que utilizan sus propios eventos para ensayar ideas y ofrecer soluciones alternativas que hacen de nuestras ciudades entornos más habitables. Como en cada edición del festival, hemos querido acercar la realidad de un fenómeno urbano de dimensión global a nuestro contexto más cercano, al lugar en el que vivimos, trabajamos, producimos y consumimos espacio público y cultura, Bilbao. Así, en la última parte del libro recogemos la opinión de distintos agentes de la ciudad para conocer su modo de entender la forma en la que afectan estos eventos al paisaje, a la economía y a la cultura local. Personas vinculadas al complejo y diverso ecosistema urbano: administración, tejido vecinal, empresarios y comerciantes, investigadores y pequeños agentes culturales que dinamizan el día a día de la ciudad. 9


EVENTOS EN‘‘ EL CON,, TEXTO URBANO

La medición, estudio o análisis del cómo afectan los eventos a la población, a la ciudadanía, a la dinámica social de su día a día se revela como el quid de la cuestión.

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Patricia Campelo Martínez


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EVENTOS EN EL CONTEXTO URBANO CONSTRUYENDO CIUDAD O HACIENDO CASTILLOS EN EL AIRE Patricia Campelo Martínez

La ciudad es desde su origen una construcción humana en permanente evolución. Sin embargo, ha sido en las últimas décadas cuando hablamos de una nueva revolución urbana (Hall, T., Barret, H., 2012), aquella que nos sitúa en un escenario en el que la ciudad cobra un renovado protagonismo. Desde el punto de vista cuantitativo con más de la mitad de la población mundial viviendo en entornos urbanos (UN HABITAT, 2016) y desde el punto de vista cualitativo, con procesos de cambio intensos que afectan a las ciudades y sus habitantes. Tal y como dice Peter Hall, la ciudad ya no se asocia con la industria. Así, uno de estos procesos que ocurren en el contexto urbano se relaciona con la dimensión económica de la ciudad, que en su más moderna expresión y en mayor medida en el contexto de ciudades desarrolladas y con un sector servicios pujante, nos sitúa en la necesidad de renovar la oferta urbana para introducir nuevas actividades económicas en la ciudad. Los retos y objetivos a los que se enfrentan los gestores de las ciudades no son muy distintos, pero sí que son diferentes las respuestas y sus resultados. En esta línea, se opta en muchos casos por el llamado marketing urbano, la marca ciudad o city branding, que colocan a las ciudades en la competición por la atracción de recursos y eventos que supongan inversiones (públicas y privadas), atrayendo en última instancia turismo a la ciudad. Es lo que se denomina el eventismo, es decir, la estrategia basada en la promoción de grandes eventos (culturales, deportivos, sectoriales) de proyección internacional o nacional en las ciudades. Desde las Olimpiadas de Barcelona hasta el BBK LIVE de Bilbao, pasando por el mundial de fútbol de Río de Janeiro y las Expos de Sevilla y Zaragoza 11


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(Castro, M., 2011; Del Romero, L. 2010; Bonomini, A.G., Pérez, M. T., Mosquera, E., 2014) la literatura especializada ha analizado las consecuencias de la realización de estos eventos para las ciudades y sus gentes. Sin embargo, la medición, análisis y evaluación de los diferentes impactos (físico, económico, social) de los eventos sigue siendo una tarea compleja y no resuelta completamente. En primer lugar, la intervención en el espacio físico, con elementos más o menos duraderos en el tiempo (de ahí la pertinencia del título del presente Festival: “Ciudades Instantáneas” o el trabajo “Ciudades Efímeras” de González, F. y Morales, S.). La posibilidad de generar estructuras permanentes (edificios, transformación más o menos profunda del espacio público, sea todo un barrio o un área urbana) en el contexto de la realización del evento, o por el contrario, la posibilidad de la reversibilidad a la situación previa, son cuestiones fundamentales sobre las que debemos sin duda reflexionar. En segundo lugar, el rendimiento económico. Medir la rentabilidad en términos monetarios es una evaluación ya incorporada en la mayor parte de los proyectos urbanos que se realizan. Hablamos de los estudios de impacto económico o los análisis de coste – beneficio, donde se trata de valorar los retornos económicos para la ciudad (ingresos directos, dinamización y desarrollo del tejido socio-económico). A pesar de la existencia de numerosos ejemplos de informes que abordan esta dimensión del evento (BBK LIVE, Campeonato de Tenis femenino en Sevilla en 2006, Congresos Máquina Herramienta en el BEC, Mundial de fútbol de Brasil, etc.), conviene igualmente apuntar la dificultad de homogeneidad del método de análisis y en muchas ocasiones la inexactitud o el mal uso de indicadores estadísticos en el proceso, así como que en ocasiones incurren en sobrevaloraciones influidos por los intereses de los agentes implicados (Ramírez, J.M., Ordaz, J.A., Rueda, J.M., 2007; Barajas, A., Salgado, J. Sánchez-Fernández, P. (2013). En tercer lugar, las consecuencias sociales, el denominado impacto social. Es en esta dimensión en donde mayor dificultad de evaluación aparece. La medición, estudio o análisis del cómo afectan los eventos a la población, a la ciudadanía, a la dinámica social de su día a día se revela como el quid de la cuestión. En este nivel, aunque en menor volumen también encontramos ejemplos (Marqués, C., 2015; González, F y Morales, S., 2017; Año, V., Calabuig, F., Parra, D., 2012) que tratan de evaluar este difícil aspecto y que, tal y como se refleja en la literatura, tienen una mayor variación en la aproximación metodológica (análisis tanto cuantitativos como en algún caso cualitativos), dificultado esta parte de la evaluación tan compleja como fundamental. En definitiva, una evaluación de estas tres dimensiones imbricadas en un proyecto de ciudad conocido, consensuado y participado es la clave para la realización de eventos en las ciudades… otra cosa es hacer castillos en el aire.

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Bibliografía AÑÓ, V., CALABUIG, F., PARRA, D. ((2012) “Impacto social de un gran evento deportivo: el Gran Premio de Europa de Fórmula 1”, Cultura, Ciencia y Deporte, nº 7. BARAJAS, A., SALGADO, J. SÁNCHEZ-FERNÁNDEZ, P. (2013) “Problemática de los Estudios de Impacto Económico de Eventos Deportivos”, Estudios de Economía Aplicada, nº 30. BONOMINI, A.G., PÉREZ, M. T., MOSQUERA, E. (2014) “Impacto y sostenibilidad de grandes eventos: el caso de la Exposición Universal de Sevilla de 1992”, Territorio, Urbanismo, Paisaje, Sostenibilidad y Diseño Urbano, nº 3. CASTRO, M. (2011) “Del sueño olímpico al proyecto Porto Maravilha: el ‘eventismo’ como catalizador de la regeneración a través de grandes proyectos urbanos”, Brazilian Journal of Urban Management, v. 3, n. 2. GONZÁLEZ, F., MORALES, S. (2017) “El impacto cultural y social de los eventos celebrados en destinos turísticos. La percepción desde el punto de vista de los organizadores”, Cuadernos de Turismo, nº 40. HALL, T., BARRET, H. (2012) Urban Geography, Routledge, Londres. MARQUÈS, C. (2015) Impacto social de un evento. El caso de la Barcelona World Race (2014-2015). TFM, Universidad de Barcelona. UN HABITAT (2016) Urbanization and development. Emerging futures, UN HABITAT. http://wcr.unhabitat.org/ DEL ROMERO, L. (2010) “Dos décadas de urbanismo-espectáculo en España: los grandes eventos como motor de cambio urbano”, Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, Nº 53. RAMÍREZ, J.M., ORDAZ, J.A., RUEDA, J.M. (2007) “Evaluación del impacto económico y social de la celebración de grandes eventos deportivos a nivel local: el caso del Campeonato de Tenis femenino de la ITF en Sevilla en 2006”, Revista de métodos cuantitativos para la economía y la empresa, nº 3.

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Patricia Campelo Patricia Campelo es doctora en Sociología, diplomada en Estudios Avanzados en Procesos de Cambio Social (UPV-EHU) y Master en Gestión de la ciudad (Universidad Oberta de Catalunya. Actualmente es profesora de Sociología Urbana (UPV/EHU); directora de la Revista de Sociología y Ciencia Política INGURUAK ; vicepresidenta de la Asociación Vasca de Sociología y Ciencia Política y miembro de la European Urban Sociology. Forma parte del Grupo de Investigación Civersity de la UPV/EHU desde el que ha participado en varios proyectos en el ámbito de lo urbano y la evaluación. También ha participado en proyectos de I+D nacionales e internacionales sobre desarrollo urbano, factores de desigualdad de género, políticas urbanas, gestión sostenible del territorio y situación del empleo en las ciudades. 15


VIVIR EN ‘‘ UNA ,, IMAGEN

Debería ser normal que una planificación urbana al servicio de los ciudadanos no necesitara de ninguna coartada espectacular o ferial para llevarse a cabo.

Ramón Faura FADfest


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VIVIR EN UNA IMAGEN Ramon Faura Coll

Sujeto único, dirección única A priori, el efecto positivo de los grandes eventos en la transformación de la ciudad, parece algo innegable. Vale la pena sin embargo, detenerse en algunos aspectos; recordar, por obvio que pueda parecer, que toda la complejidad que encierra una ciudad, no puede ser contemplada como el comportamiento de un sujeto único. Hablamos de Barcelona como si se tratara de una sola persona (“Barcelona ponte guapa” decía el viejo eslogan socialista[1]), pero la ciudad en singular femenino sólo funciona, y no siempre, en términos gramaticales. El caso de Barcelona, ciudad transformada a golpe de evento es una buena muestra de ello: Exposición universal de 1888 y Exposición universal 1929, Congreso Eucarístico de 1952; Olimpiada de 1992 y Fórum de las culturas 2004. Es cierto, que cada uno de estos eventos contribuyó a urbanizar nuevos sectores para la ciudad sin los cuales hoy no entenderíamos Barcelona: el Parque de la Ciutadella, la colonización cívica de la montaña de Montjuïc, las rondas, la recuperación del litoral. Incluso en un caso tan forzado como el Fórum 2004 (proyecto especulativo que apenas logró despertar adhesión popular), se logró integrar el estercolero de Barcelona, la depuradora al lado del Besós, en un nuevo espacio urbano, recuperado como espacio público. [2] Al mismo tiempo, cabe no olvidar que cada uno de estos eventos también sirvió para generar, agravar o perpetuar algunos de los problemas estructurales de la ciudad. Así, la exposición del 88, condenó definitivamente el barrio de la Barceloneta a la marginalidad, al no tratar de resolver el corte urbano del trazado ferroviario de la línea Barcelona-Granollers. Pensando la Ciutadella como

[1] Campaña municipal para mejorar el paisaje urbano, destinada a promover la rehabilitación de edificios. Fue iniciada en 1986 y se desarrolló en múltiples fases hasta 2009. [[2] Declaraciones de Beth Galí en el documental: Ramon Faura (dir), L’Estat Turístic (2018). Muchas de las citas incluidas en este artículo provienen del documental El Estado Turísticoque, como comisario del Fadfest 2017, dedicado el Turismo, he dirigido junto al equipo de Fad y que se estrenará este noviembre. Un documental en el que entrevistamos a más de 30 personas, de todos los ámbitos y posiciones, para tratar de dimensionar objetivamente el debate sobre el turismo.

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[3] En este sentido el documental “De nens” de Joaquin Jordà (2003), sigue siendo una pieza de referencia para comprender en qué términos se libró la guerra contra los pobres.

un cul-de-sac, se resolvía la feria, pero se condenaba un barrio entero. La colonización de Montjuïc en el 29 no evitó que la ladera de la montaña que no formaba parte del espectáculo ferial, se convirtiese en un importante foco de barraquismo y autoconstrucción, desprovisto de las mínimas condiciones de salubridad y dignidad cívica. También se ha escrito mucho sobre los efectos de la Barcelona Olímpica en la desarticulación del tejido vecinal y en la expulsión, a la manera de Hausmann en el París de 1860, de las clases marginales del casco antiguo de la ciudad. Una guerra, no contra la pobreza, sino contra los pobres [3]. Incluso las Rondas, indiscutiblemente útiles para muchos, generaron brechas en el tejido urbano y entorpecieron, paradójicamente, la relación de la ciudad con ese litoral recuperado o de la ciudad con la montaña de Collserola. Happening Pero más allá de los problemas concretos, daños colaterales para algunos, de cada una de las actuaciones, un hecho: confiar la transformación de la ciudad a los grandes eventos, implica también, la renuncia a transformar la ciudad en términos democráticos. Debería ser normal que una planificación urbana al servicio de los ciudadanos no necesitara de ninguna coartada espectacular o ferial para llevarse a cabo. Eso permitiría, entre otras cosas, no actuar a golpe de efecto, y atender a las propias lógicas internas de la ciudad, a los cambios imperceptibles y a las necesidades, no por menos vistosas, menos urgentes. Eso permitiría, sobre todo, transformar la ciudad sin la necesidad de pagar prebendas, ceder soberanía y otorgar todo tipo de favores (a menudo de discutible legalidad) al capital privado que suple lo que la administración pública no puede o no quiere dar. De hecho, ese ha sido el gran argumento del urbanismo de los grandes eventos: el capital simbólico de una Olimpiada asegura el concurso del capital privado en la financiación de un gran proyecto público de interés colectivo. En los últimos años, desde la Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia al rescate de Bankia, pasando por el caso Palau o la ciudad de la cultura en Galicia, hemos comprobado como el encaje entre lo privado y lo público suele dar pie a todo tipo de irregularidades. Un encaje que, ya de entrada, revela un déficit sistémico. Los ciclos electorales promueven el cortoplacismo y las intervenciones fotogénicas; actúan como una losa ante operaciones de largo recorrido que ningún partido quiere asumir al no tener asegurada la fotografía el día de la inauguración. Eso, ya de por sí, supone un grave problema ¿Cuantas obras infraestructurales pueden resolverse en menos de cuatro años? ¿Qué tipo de operaciones urbanas son susceptibles de convertirse en mercancía electoral? Por el contrario, la carga simbólica del gran evento, con toda la retórica comercial que la acompaña (“situar Barcelona en el mapa”, “mirar a Nueva York o Londres como un igual”) permite, ni que sea por un breve lapso de tiempo, construir el simulacro de una ciudad con voluntad única.

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En cierto modo, el gran evento, como oportunidad para la ciudad, es la versión experiencial del monumento clásico. El obelisco convertido en happening. En efecto, la obra colectiva de la edad media, la catedral; o la gran empresa del absolutismo, la residencia real; empresas enormes capaces de generar adhesión popular y aminorar disidencias, toman hoy la forma de lo eventual, sea Exposición Universal, Olimpiada o Congreso internacional. El gran evento, monumento-happening, es la respuesta contemporánea que la Sociedad del espectáculo da al monumento absolutista. Las Olimpiadas y las Exposiciones Universales son el nuevo Versalles en la era de la información, el nuevo San Pedro de un planeta globalizado. Ante todo proyecto de transformación urbana no está de más preguntar. ¿Quién detenta el poder para llevarla a cabo y, sobretodo, el poder para generar consenso? ¿Para qué lo hace? ¿Qué ganan unos y qué ganan otros? ¿Quién pierde? Y es desde aquí, al menos en el caso de Barcelona, donde la respuesta nos lleva una y otra vez, a la promoción turística de la ciudad. A fin de cuentas, pensar una ciudad desde los grandes acontecimientos, es pensar una ciudad desde la óptica del visitante y, por supuesto, del negocio que con él podamos hacer. La construcción de una Barcelona atractiva para el turismo a principios de siglo XX,[4] promovida por el poder financiero local, encontró en los grandes eventos, la mejor forma de promocionar la ciudad como destino turístico. Al mismo tiempo, y esto es un dato interesante, el interés inicial de las élites empresariales por el turismo, no estaba en el posible beneficio económico, sino en la posibilidad de construir una identidad, desprovista de todo conflicto, a partir de la promoción turística.[5] Así, adecuando la ciudad al imaginario turístico, se daba forma a un ideal burgués, típicamente novecentista, donde el conflicto obrero y los tiroteos en las calles desaparecían por arte de magia. Se construía desde la promoción turística, una imagen estereotipada de lo barcelonés-catalán, que todavía funciona hoy: el barcelonés culto, cosmopolita, trabajador y eficiente. En resumen; por un lado, el origen del turismo en Barcelona se confunde con la idea de construir la ciudad a golpe de evento. Por el otro, tanto el evento como el ideal turístico, en su origen, antes que una mejora estructural de la ciudad, responden a los intereses de una clase que siente amenazados sus privilegios en un clima de revuelta obrera y agitación revolucionaria.[6] Finalmente es indiscutible que uno de los resultados de la construcción de Barcelona a golpe de evento promocional, conduce a la situación actual: en el año 2017, el turismo era el problema más grave para los barceloneses.[7] Fenómenos, no causados exclusivamente por el turismo, pero si estrechamente vinculados a él, están expulsando a los Barceloneses de su ciudad. El último barrio en el que la gentrificación parece estar cebándose a un ritmo vertiginoso es Sant Antoni. No es casual que en el ojo del huracán esté la reforma, recién inaugurada, del antiguo mercado del barrio, convertido hoy,

.[4] En Barcelona, La Sociedad de Atracción de Forasteros se funda en 1908. [5] Saida Palou en L’Estat Turístic. Para profundizar en el tema, ver su tesis doctoral, Premio Ciutat de Barcelona 2011: Barcelona, destinació turística. Promoció pública, turismes, imatges i ciutat (1888 – 2010.La tesis ha sido publicada como libro: Saida Palou i Rubio. Barcelona, destinació turística. Un segle d’imatges i promoció pública. Edicions Vitel·la: Bellcaire d’Empordà, 2012. [6] Todavía hoy es posible comprender la artificialidad de esta identidad Barcelonesa, cuando atendemos a las resistencias de determinados barrios (Gràcia, Sants, Sant Andreu, etc) ha ser engullido por una identidad de lo barcelonés que les es ajena. [7] Según una encuesta del Ayuntamiento de Barcelona efectuada en 2017. El número de ciudadanos que pensaba que ya se había alcanzado el tope en cuanto a número de visitantes era del 48,9% frente a un 47,8% que pensaba que todavía podían caber más. Fue el primer año en que el descontento con el turismo superó a los que veían el turismo como algo indiscutiblemente positivo.

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más allá de su calidad arquitectónica, en monumento segregado del entorno urbano, observable y fotografiable. Una columna Vendôme experiencial en la que puedes entrar a comprar salchichas como si fueras barcelonés. Al mismo tiempo, y aquí es donde tendrían que saltar las alarmas, Ciutat Vella (especialmente el Raval y el Gótico), uno de los primeros barrios gentrificados a raíz de la celebración olímpica, asiste a un proceso de depauperación pasmosa. La creciente desaparición de un tejido vecinal arraigado al barrio, su reemplazo por hoteles, apartamentos turísticos y población flotante de todo tipo, ha supuesto la eliminación de toda contención a la presión especuladora de los fondos de inversión; a la proliferación de narcopisos (fenómeno especialmente beneficioso para las inmobiliarias que compran a bajo precio); a la difícil gestión de un espacio público tomado por legiones de turistas adolescentes sin ningún interés en relacionarse culturalmente con la ciudad, más allá de la pinta de Guiness. Y todo esto, qué duda cabe, también es uno de los logros del evento Olímpico que limpió de pobres el centro de Barcelona. Dos puntualizaciones [8] Basta hojear la prensa para encontrar noticias sobre tales enfrentamientos. Por ejemplo, el siguiente titular: Colau firma la paz con los restauradores en la batalla por las terrazas. Diario Ara, 4 de diciembre de 2017 (https://www. ara.cat/societat/ Colau-firma-restauradors-batalla-terrasses_0_1918008392. html)

[9] L’Estat Turístic (2018)

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En los últimos años, el debate en Barcelona sobre el turismo es una práctica en tensión, con posiciones muy polarizadas y, en general, acalorado. Ahí está la guerra abierta entre la administración municipal y el gremio de restauración o la negativa de Airbnb a colaborar con el ayuntamiento en la gestión de los apartamentos sin licencia.[8] Decíamos que el fenómeno turístico se entremezcla con otros fenómenos, directa o indirectamente relacionados (ese ya es de por sí todo un debate) como la gentrificación, el derecho al espacio público, el respeto a la dignidad laboral, la banalización de la cultura, el colapso de los transportes o la sensación, para muchos, de haberse convertido, sin quererlo ni beberlo, en figurantes de un parque temático. Se suma a todo eso, la transformación de la propia práctica turística en el marco de la globalización: aumento de vuelos y abaratamiento de los servicios, la fácil propagación vía internet y redes sociales de la promoción turística y el nuevo papel de Europa en el mundo. La libre circulación de capitales, la deslocalización de los centros de producción, el desplazamiento de los centros de decisión a escala global, son factores que parecen fijar el futuro de Europa como destino turístico fundamentado, ya no en el modelo agotado de sol y playa, el llamado turismo fordista, sino en su patrimonio cultural. Efectivamente el llamado turismo de la experiencia, emplaza el patrimonio secular de la vieja Europa, desde las piedras hasta los vinos, pasando por pinacotecas y la cotidianidad, incluso sus habitantes, como reclamo para la explotación turística. En realidad no debería sorprendernos, como señala Andrés Antebi, el turismo es hoy el rostro sonriente del nuevo capitalismo en la era globalizada;[9] el mejor termómetro para medir los desarreglos producidos por un capitalismo financiero y especulativo, totalmente desinteresado en producir nada. En palabras de Marina Garcés, capitalismo extractivo.


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Y sin embargo, la reflexión sobre el turismo pasa, antes que nada, por dos evidencias que de tan obvias, a menudo se pasan por alto. En primer lugar, y con las salvedades que se quiera, todos somos turistas. En segundo lugar, el turismo es hoy, más allá de toda construcción ideológica, un negocio privado. Todos somos turistas El primer problema que plantea la gestión del turismo, es que se trata de un fenómeno sin formas ni límites definidos. La tensión entre el derecho al turismo y el derecho a la ciudad, para exponerlo en los términos de Saida Palou,[10] es una tensión que anida en nuestro interior. Todos practicamos el turismo de vez en cuando, incluso cuando nos desplazamos por motivos de trabajo. Como señala el arquitecto y urbanista David Bravo, cabe no olvidar que “todo turista es también un ciudadano, y que todo ciudadano ha practicado, ni que sea una vez, el turismo”.[11] Todavía más, nuestra propia ciudad, también la vivimos en muchos momentos como turistas. Y de hecho, éste es otro de los problemas que supone un índice desmesurado de visitantes,[12] no nos permite ser turistas en nuestra propia ciudad. A ningún parisino se le ocurre ya ir al Louvre, ni a un barcelonés visitar la Sagrada Familia o tomar el aperitivo en la plaza Real. Ser también turista y al mismo tiempo quejarnos del exceso del turismo en nuestra ciudad, tiene mucho que ver con el carácter no discreto del turismo. Casi nada de lo que hacen los turistas es una actividad que no hagan los ciudadanos cuando no trabajan ni están en su casa: tomar copas, visitar un museo, ir a la playa. ¿Cómo gestionar una actividad turística que en lo esencial no es distinta a las actividades del no-turista en su tiempo libre? En el debate sobre las terrazas y la privatización encubierta del espacio público, topamos con el hecho de que los mismos ciudadanos que nos quejamos de la excesiva presencia de terrazas, también las usamos. ¿Cómo se gestiona eso entonces? ¿Cómo se discriminan dos actividades que son idénticas y cuya única diferencia, en rigor, sólo está en la procedencia de los clientes? Incluso así ¿Sería aconsejable clasificar las actividades en función de la procedencia de los clientes? Suena peligroso. Basta cambiar “turista” por “extranjero” para darse cuenta de eso. Por otro lado, ¿Cómo calificar de turístico un espacio de uso público? Sobre el papel, muy pocos establecimientos se dedican al turismo en exclusiva.[13] Como señala Albert Arias, director del Plan Estratégico de Turismo 2020, el turismo ni es un objeto ni un contenedor cerrado, más bien “el efecto de unas actividades que se han promocionado de una cierta manera.”[14]

[10] Saida Palou, antropóloga es autora de la tesis “ Barcelona, destinació turística. Promoció pública, turismes, imatges i ciutat “. [11] Ibid. Nota 8

[12] Cuando empezamos a recoger datos objetivos para el documental, el número de visitantes anuales en Barcelona era de 30 millones Ver: Barcelona Oberta (2016), Impacte socio-econòmic de les compres turístiques a la ciutat de Barcelona.(Datos de 2015). Según el Puerto de Barcelona, con datos de 2015, el puerto de Barcelona era el primer puerto de Europa en volumen de cruceristas, y el cuarto del mundo. [13] Sí abundan, sin embargo, y cada vez más, los locales en los que es imposible entenderse con los camareros, si no se habla ingles. Por ejemplo en algunos establecimientos de la Calle Ferrán, Calle Avinyó y, en general, muchos pubs en Ciutat Vella que, de facto, sólo despachan turistas. [14] Ibid. Nota 8.

Industria El turismo no es una actividad discreta, pero para una gran mayoría de los que conviven con él, es una molestia grave que afecta a la salud, al precio del alquiler y al desmantelamiento del tejido comercial-doméstico. Que no sea 21


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[15] Para más información sobre las condiciones de trabajo en los hoteles, ver: Ernest Cañada. Las que limpian los hoteles. Icaria editorial: Barcelona, 2015. [16] Los que defienden la actividad de los apartamentos turísticos acostumbran a mencionar la economía colaborativa como gran argumento; e insisten en el hecho de que son los propios vecinos los que ganan con ello. Dos datos que desmontan este argumento en Barcelona: Un 3% de los usuarios de Airbnb tiene más de 10 apartamentos en alquiler. Hay un usuario de Airbnb que él solo oferta 230 apartamentos. Ambos datos, fueron publicados por el diario Ara [25/03/2017], según datos recogidos por InAtlas; y demuestran que son grandes empresas las que están detrás del negocio de los apartamentos turísticos.

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posible discernir sobre el papel, de forma rigurosa, lo turístico de lo ciudadano, no implica que el fenómeno, por difuso que sea, no merezca ser abordado como una realidad dañina para todos aquellos que no se benefician de él, incluyendo los trabajadores del sector de la hostelería.[15] El turismo no es gentrificación, pero está vinculada con ella. El vandalismo nocturno no es una exclusiva del turismo, pero allí donde el turismo no encuentra límites, forma parte de él. El turismo no es en sí una actividad nociva, pero monopoliza muchos espacios de la ciudad que deberían ser de todos y, en ocasiones, colapsa los servicios públicos, sean transportes, atención sanitaria o la policía. Además, la globalización del turismo, vendida desde la experiencia, ha roto los diques que contenían lo turístico fuera de casa y ahora, no sólo debemos compartir el espacio de la ciudad, sino también el rellano de nuestra escalera, el ascensor.[16] Por muy difuso que sea el turismo, y por muy experiencial que sea ahora, o precisamente por eso, es necesario insistir en que el turismo es también, y en primer lugar, un negocio. En este sentido, más allá de todo moralismo y toda nostalgia es necesario emplazar el turismo como lo que es, una industria. Y del mismo modo que después de unas décadas de desregulación se objetivaron los inconvenientes derivados de la convivencia fábrica y vivienda, es necesario poner nombre y, en la medida de lo posible, dimensionar los problemas del turismo. En Barcelona, hasta hace poco al menos, los únicos interlocutores que tenía la administración a la hora de “regular” el negocio turístico, eran los agentes directamente vinculados a su explotación. Es obvio que eso no tiene ningún sentido en tanto que es una actividad que nos compete a todos, y no sólo a los que se benefician económicamente de ella. Y que la gestión del turismo sea cosa de todos pasa, entre otras cosas, por no confiar el futuro de la ciudad a los grandes eventos. Al menos, no de aquellos eventos que sólo ven en la ciudadanía, figurantes gratuitos y dóciles voluntarios olímpicos.


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Ramon Faura Ramon Faura Coll es arquitecto (ETSAB, 2001) y doctor en Historia de la Arquitectura (ETSAB, 2013). Coordinador del Área de Sociales en la Escuela de diseño e ingeniería Elisava, donde imparte asignaturas vinculadas al diseño, la arquitectura y la teoría de la tecnología. Ha sido profesor de en la ETSAB y en la ETSAR. Redactor jefe de la revista Quaderns (2003- 2006). Comisario de exposiciones como L’estat Turístic (FadFest, 2017) y Arquitectures sense lloc (2009). Ha impartido conferencias en la New York University, la KTH de Estocolmo; Escuela de Paisajismo de Dresde, etc. Ha publicado artículos en distintos medios y tres monografías: Louis XIV in Royal Costume: The Decapitation of the mystical body (2010); La máquina Versalles. (2014); y Desplazamiento y ruina (2015). Por otro lado, como músico, ha publicado 10 álbumes con distintas formaciones (Yak 42, Macho, Le Petit Ramon y Azucarillo Kings). Actualmente está escribiendo el libro “Destrucción”, y acabando el documental L’Estat Turístic. 23


IDEAS PARA UN PANFLE‘‘ TO CONTRA LA EVENTUA,, LIZACIÓN DE LAS CIUDADES Los políticos han perdido los complejos al hablar de su ciudad –de su país- como una marca, de modo que orientar la pulsión consumidora del visitante hacia la marca –nacional y extranjero, turistas y espectadores por igual- significa sellar una relación vicaria y clientelar entre individuo y espacio.

Fernando Bayón


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IDEAS PARA UN PANFLETO CONTRA LA EVENTUALIZACIÓN DE LAS CIUDADES Fernando Bayón

1. La ciudad superficial: Many more acts to be announced El sábado 8 de diciembre de 2018 se celebra en Escocia el evento “Sleep in the park”. Los organizadores aspiran a concitar a más de 12.000 personas en parques públicos de las cuatro principales ciudades del país. Se las convoca a que pasen juntas una noche al raso. Una noche. 4 ciudades. 12.000 personas. Under the stars. El motivo: llamar la atención sobre la situación de los sin techo. Un evento de concienciación social acerca de la lacra del “sinhogarismo”. La organización amenizará el vivac con la actuación en directo de cantantes pop, que esa noche se desplazarán de una a otra ciudad en un helicóptero fletado generosamente por el Grupo Curtis Moore Limited, una empresa dedicada a cerramientos, revestimientos y tejados. Las autoridades han anunciado que al helicóptero se le eximirá del pago de las tasas por uso de aeródromos, de modo que pueda desembarcar a coste cero a Amy Macdonald y KT Tunstall, los artistas. Many more acts to be announced, prometen en su página web. Mientras tanto, ensalzan el evento como un movimiento colaborativo que aglutina al tercer sector, la empresa privada y la administración pública, sin olvidarse de invitar a la participación “as individual or as a business”. No hace falta ponerse el traje de seguidor de Iain Sinclair, Edward W. Soja o de post-posmoderno discípulo de Guy Debord y Henri Lefebvre para que este “Sleep in the park” parezca, a simple vista, una manera impertinente de festivalizar una desgracia social. Ni Orwell, como tragedia, ni los Monthy Python, como farsa, habrían acertado a imaginar con tanta precisión poética la posibilidad de que una acampada jardinera en beneficio de los sin hogar estuviera patrocinada por una empresa de tejados. Ciudadanos de clase media que se solidarizan con los sin techo imitando sus indigencias noc25


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turnas, convirtiendo, eso sí, su precariedad estructural en una experiencia eventual, a mayor gloria de la reparación de una pobreza que se juega como un rol. ¿Qué será lo siguiente en esta gamificación de lo político? ¿Una ecoruta solidaria por contenedores de basura, tirando de chasis de carritos de bebé, para llamar la atención sobre la situación de los recogedores de cobre rumanos? ¿La ocupación solidaria, durante una tarde noche, de los puntos más calientes de prostitución en polígonos industriales, a cargo de hombres y mujeres con profesiones respetables que, como nuevos Kolbes, liberen de sus vejatorias obligaciones a sus habituales inquilinas subsaharianas? Sin embargo, la iniciativa “Sleep in the park” va camino de convertirse en un éxito ejemplar, digno de estudio y exportable. Como en el caso de otros eventos, se trata de un suceso al que acreditan sus resultados. Recaudación para instituciones benéficas y de caridad. Fondos para un “village social”, con casitas de madera, huerto sostenible y áreas comunales, que dan acomodo y en las que se atiende a personas sin hogar. Los eventos no se organizan contra algo sino por algo. Su éxito no se mide por el poder con que contribuyen a auscultar y transformar las causas estructurales de una situación, sino por su capacidad para generar una epidermis social sobre la que se desliza un sentimiento de solidaridad susceptible de ser monetizada. La razón social de un evento contribuye, si acaso, a tematizar la experiencia que ofrece a sus consumidores, quedando en muchas ocasiones como un sujeto vacío sobre el que se decide a posteriori: primero el evento, luego la emocionante decisión acerca de quién sea el beneficiario de sus monetizaciones, en una reedición ociosa del lema que la liga hanseática birló a Plutarco “Navigare necesse est, vivere non necesse”. Se hace así justicia a la etimología del término: evenire [venir de, salir, resultar], que comparte raíz con términos como aventura, porvenir… o subvención. Se equivoca quien piense que los eventos son un asunto ocioso e inmune a la realidad social –la discriminación de género, las enfermedades raras, las víctimas de guerras olvidadas, la empleabilidad juvenil-, antes al contrario, prosperan muchas veces colocándola en la diana de sus intereses. Pero lo que antes movilizaba manifestaciones y actos de rebeldía con los que se pretendía nombrar claramente las causas y señalar directamente a los culpables, en la confianza de que se podía vencer al statu quo y reorientar sus gravosas normatividades, ahora genera oleadas de solidaridad organizada, bajo el formato de eventos colaborativos de los que la autoridad no solo no sale mal parada sino de los que participa muy activamente y en primerísima línea de fotografía. Entre otras muchas formas, cediendo el espacio público. Los eventos prosperan en las ciudades con administraciones más afectas a esas razones del nuevo capitalismo de la claudicación, que nos convence de nuestra impotencia para interpretar los problemas sociales como productos históricos de las contradicciones resultantes de una lucha entre fuerzas antagónicas que operan a nivel infraestructural. Prefieren persuadirnos de que la conflictividad ha de ser arreglada en el espacio superficial de sus síntomas –el sinhogarismo, el feminicidio, el ahorcamiento de galgos, el cambio 26


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climático-, que esos sí nos resultan comúnmente accesibles, a través de los mass media y no de la alta dialéctica, y sobre los cuales todos podemos estar más o menos de acuerdo sin tener que echar mano de esas cosas tan desagradables llamadas ideologías. La ciudad superficial es la ciudad no de los antagonismos sino del posicionamiento –de un solo posicionamiento. 2. Si Vd. no quiere un empleo eventual, ¿por qué desea vivir en una ciudad eventual? Hoy llamamos ciudad a algo muy distinto de lo que mereció ese nombre un siglo atrás. Hace ya más de dos décadas que M. Christine Boyer publicó su CyberCities: Visual Perception in the Age of Electronic Communication. Muy en línea con lo que estaban diciendo por aquella época Homi Bhabha, Paul Virilio, Mike Davis o, algo antes, los propios Foucault y Deleuze, Boyer constata cómo el planeamiento de la metrópolis finisecular es el reflejo de un colapso disciplinario. Las sociedades disciplinarias que modelaron la conducta a través de instituciones como la escuela obligatoria, la fábrica maquinista, la ciudad industrializada o la familia burguesa, han evolucionado hacia un tipo mutante de control algorítmico, facilitado por la tecnología digital. Debemos leer esta evolución desde y con el espacio urbano. Planear eficientemente una ciudad pasa hoy por volverla amigable y porosa a esa membrana de conectividad aparentemente libre que recorre el globo a velocidad ultrarrápida y a través de la cual se extiende un orden de control que –por más que sigamos fascinados los cachiporrazos guiñolescos de Kim Jong Un y Donald Trump- funciona como una malla ondulante que trabaja simultáneamente, en un punto y en otro, mediante las embajadas de las corporaciones multinacionales. “Los eventos son un motor indispensable de la nueva economía de las ciudades” “Los eventos son un cruce deseable entre innovación económica, participación social y puesta en valor del territorio” “Los eventos no solo ayudan a posicionar a Bilbao en el mercado mundial de ciudades, añadiendo valor a su identidad y a su imagen, sino que atraen talento y constituyen una oportunidad para que la ciudadanía se reapropie colaborativamente del espacio público” “Hay que mirar, antes que al evento en sí, a la catarata de beneficios que lo hacen perdurable a partir de un detonante del que la ciudadanía es siempre activa protagonista” ¿Valdrían como declaraciones verosímilmente salidas del gabinete de prensa de una alcaldía? ¿Traducen estas frases –inventadas- el buenismo con que hoy se inocula entre los ciudadanos la necesidad de eventualizar la ciudad? Sin embargo, como toda retórica, junto a sus puntos de visión, que no deseo negar, también ésta presenta sus puntos de ceguera. Creo que es muy oportuno que resumamos algunos de ellos. El primero es la “arquitecturización” del espacio público. Parecería como si solo se crease espacio público allí donde hay urban design, con alto coste y necesidad de reamortización. Esto, además de atropellar al sentido más profundo, vibrante, humano y transformador de lo que es el espacio público, 27


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está corroborando el hecho de que, si en el siglo XX el urbanismo era la continuación de la política por otros medios, en el siglo XXI la política es más bien la continuación del urbanismo con prácticamente sus mismos medios. El segundo punto de ceguera pasa por la defensa de un concepto de publicidad del espacio reducible a sus esencias mercadotécnicas. Habermas estudió cómo durante las fases avanzadas de la sociedad industrial se impuso un modelo de propaganda comercial presentada como si estuviera movida por un interés público [no deseamos vender yogures, tan solo cuidar la flora intestinal de los vascos]. Se oculta a todo trance el interés particular –dar salida a una mercancía- travistiendo las genuinas intenciones privadas del publicista con disfraces de interés público. Cambien mercancía por ciudad. Los políticos han perdido los complejos al hablar de su ciudad –de su paíscomo una marca, de modo que orientar la pulsión consumidora del visitante hacia la marca –nacional y extranjero, turistas y espectadores por igual- significa sellar una relación vicaria y clientelar entre individuo y espacio. Este último habrá de ser, en consecuencia, medido por su valor de cambio en la bolsa de ciudades y no por su valor de uso en la vida de sus ciudadanos. El tercer punto de ceguera afecta a los indicadores barajados a la hora de elaborar los datos con que se legitima el éxito de un evento. ¿De qué vale que en la era del Big Data podamos recabar ingentes cepas de información, de manera casi instantánea, si luego categorizamos dichos datos de acuerdo a los más banales, interesados y reduccionistas indicadores? Nunca ha habido una mayor atención política hacia la noción de impacto social; y nunca se ha invertido menos imaginación en salir del atolladero de las metodologías puramente cuantitativas, cocinadas con lenguaje estadístico y servidas mediante abultadas cifras económicas, con urgencia periodística, en ruedas de prensa post-evento que no pueden esperar 24 horas porque la auto-legitimación es un plato que se enfría muy rápido. El cuarto punto de ceguera apunta a la metáfora escénica que parece regular el espacio público. Si nuestras ciudades devienen escenarios globales, habrá que preocuparse entonces por cuál es el papel que se asigna en ellas a personas reales, con necesidades aún más reales. Si la ciudad-escenario colma las apetencias gamificadoras y participativas de la nueva ciudadanía, ¿será porque ésta se sabe productora del montaje y disfruta de algún control sobre sus condiciones materiales? ¿quizás porque se siente, de algún modo, autora de la dramaturgia urbana y, al escribir sus libretos, comparte un poder sobre sus contenidos ideales? ¿acaso porque agradece que habitar el espacio de la ciudad se haya transformado en una perpetua ocasión para ejercer el placentero oficio de espectador-retwitteador? De cómo respondamos, de si podemos o no responder, depende la posibilidad de iluminar esos puntos ciegos que nos deja la retórica de las ciudades “eventuales”, esas que están llenas de espectáculos gratuitos en los cuales, sin embargo, todos los espectadores han pasado antes por taquilla.

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Fernando Bayón Fernando Bayón es Doctor en Filosofía por la Universidad de Deusto, donde trabaja como investigador del Instituto de Estudios de Ocio y profesor de Filosofía en la Modernidad, en la Facultad de CC. Sociales y Humanas. Es autor de numerosas publicaciones, relacionadas con la teoría crítica de las artes y la construcción social del espacio público. 29


CIUDADES ‘‘ A GOL,, PE DE EVENTOS

Para que los eventos deportivos sean un medio para la regeneración social, es necesario fortalecer, rediseñar y/o generar las redes sociales.

Juanma Murua


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CIUDADES A GOLPE DE EVENTOS Juanma Murua

Vivimos en una época massmediática y globalizada. Internet y los medios de comunicación han adquirido un rol fundamental en el desarrollo social, político y económico. Somos capaces de acceder a información de cualquier parte del mundo en poquísimo tiempo. Pero no sólo somos capaces, es que parece que además lo necesitamos. Es como una adicción para la que podemos obtener dosis casi constantes a través de un terminal móvil. Según la consultora Oracle Marketing Cloud cada persona consulta su móvil un promedio de 150 veces al día. En este contexto hiperconectado y necesitado de información el deporte se ha hecho fuerte y su crecimiento desde mediados del siglo XX ha sido descomunal. El antropólogo francés Marc Augé consideraba que el deporte es un «hecho social total», se adapta y refleja claramente las tendencias sociales de cada momento. Contiene los elementos característicos de la sociedad y se relaciona con todos los componentes propios de la misma. El deporte no es simplemente un reflejo de la sociedad, también actúa sobre el sistema social produciendo cambios sobre el mismo. Dada la importancia y repercusión del deporte en esta sociedad conectada y globalizada, ¿cómo no van a mirar las ciudades al deporte a la hora de plantear sus políticas urbanas? Y cuando observamos la desmedida espectacularización de la sociedad y la presión neoliberal que ha llevado a las ciudades a entender que compiten entre ellas ¿cómo no incluir los eventos deportivos en las estrategias de desarrollo local? 31


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Eventos que son buenos para (casi) todo Parece que la apuesta por el deporte y los eventos deportivos siempre es ganadora. Salud, cohesión social, desarrollo económico, imagen positiva… todo ventajas. Ese es el discurso habitual, cargado de tópicos, sin cuestionar que se repiten en la mayoría de ciudades y de eventos deportivos. Estos beneficios de los eventos deportivos están tan acríticamente asumidos que parece que no hace falta ni planificar, ni gestionar, ni evaluar estos efectos positivos. Son pocas las ciudades que cuenten con una estrategia o unos criterios claros a la hora organizar, promover, facilitar o acoger eventos deportivos. Tampoco es habitual que cuenten con un plan a medio y largo plazo que les oriente a la hora de lograr los mayores impactos positivos posibles. Por otra parte, ese abanico de eventos, en muchos casos poco o nada tienen que ver con el modelo o estrategia general de la ciudad (con suerte si la tiene), por lo que los posibles beneficios se ven diluidos y relegados a un abanico de actividades cuyo impacto es menor o negativo. Me gustaría centrarme aquí en tres ideas que habitualmente son manejadas a la hora de justificar las inversiones en eventos deportivos por parte de una ciudad o u territorio: · El impacto económico · La «marca ciudad» · La regeneración local El impacto económico o las cuentas del Monopoly Los resultados económicos que resultan de la organización de un evento parecen justificar casi cualquier actuación. Efectos medioambientalmente negativos o socialmente injustos son acallados si la estimación del impacto económico es positiva. Es por esto, que muchas entidades organizadoras de eventos siempre van con el informe de impacto económico por delante a la hora de vender su propuesta a las ciudades. Ni qué decir tiene que esta estimación es tremendamente positiva y que sería una locura dejar pasar la oportunidad. Es muy cierto que es importante medir los efectos económicos de los eventos. De este modo las personas responsables de la gestión de la ciudad podrán contar con información valiosa a la hora de cómo invertir el dinero público. Sin embargo, debemos ser conscientes de que esta labor es compleja y las personas que los analizan se encuentran con una serie de problemas para su medición. Las estimaciones realizadas por las propias organizaciones suelen parecerse más a la «cuenta de la vieja» que a un trabajo riguroso de estimación. 32


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Las dificultades y ciertas indefiniciones permiten a aquellas personas interesadas en justificar los proyectos, normalmente sus promotores, elaborar informes que muestran importantes beneficios y generación de puestos de trabajo en aquellas ciudades en las que se organizarán los eventos, “el carácter parcial de la medida, en general limitada a los efectos inducidos positivos, sirve con frecuencia a los intereses de los promotores de los proyectos” (Gouguet, 2001). Por si esto fuera poco, pocos son los estudios de impacto económico que analizan con rigor los efectos redistributivos de los eventos. Los beneficios suelen concentrarse en sectores muy concretos, habitualmente hostelería, alojamiento y viajes. Los costes están mucho más repartidos, especialmente si se financian con dinero público de toda la ciudadanía. En definitiva, tal como afirma Gouguet: “La conclusión es clara: no basta con calcular la incidencia económica de un proyecto sin calcular cuál es la utilidad del mismo para la población” Eventos deportivos e imagen de ciudad En la ciudad de Los Ángeles (USA), después de la Primera Guerra Mundial, un puñado de visionarios promotores y agentes inmobiliarios decidieron promover la reputación de su ciudad con el propósito de fomentar el turismo, el comercio y la migración. La clave de su plan era la construcción de una enorme instalación deportiva al aire libre donde se realizarían grandes espectáculos deportivos y festivales. Posiblemente ese fue el primer caso moderno de empleo de eventos deportivos como herramienta para la mejora de la imagen de una ciudad. Curiosamente, unas décadas después, cuando Los Ángeles fue elegida sede de los Juegos Olímpicos en 1984, su candidatura también fue presentada por promotores privados y no por la administración municipal. El COI tuvo que cambiar sus normas para poder aceptar la candidatura, que fue la única presentada para los Juegos de 1984. La relación entre los eventos deportivos y la imagen de ciudad están claramente incorporadas en el City Marketing, una disciplina interesante pero que en demasiadas ocasiones olvida la realidad interna de la ciudad. Muchas políticas de City Marketing basadas en la organización de eventos han confundido la parte con el todo, han confundido el Marketing con la Promoción. La ciudad decide inventar o cambiar su imagen de marca para competir con el resto de ciudades del mundo para atraer empresas, capital y talento. El City Marketing surge como respuesta a los cambios globales, pero a su vez, el peso de las políticas se centra en convertirse en centros de producción económica y cultural, dejando su aspecto “ciudadano” en un segundo plano. 33


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El Marketing no es vender como sea lo que tengo, sino situar a las personas (¿clientes?) en el centro de la estrategia. El City Marketing debería constituir una estrategia de desarrollo urbano, orientada a satisfacer, mejor que otras ciudades, las necesidades de los usuarios actuales y futuros del conjunto de los servicios de la ciudad (Seisdedos, 2007). Sin embargo, la realidad muestra que los eventos se han convertido en una herramienta clave del City Marketing (además de los grandes artefactos arquitectónicos) y los eventos deportivos se encuentran entre los favoritos de mucha gente, con una enorme repercusión mediática. Tal como advertía Guy Debord: “Toda la vida de las sociedades donde rigen las condiciones modernas de producción se manifiesta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que antes se vivía directamente, ahora se aleja en una representación”. De este modo, bajo esa cultura de la representación y el espectáculo, el valor de la marca es mayor que el valor del producto, lo que en el caso de las ciudades supone que la publicidad adquiera un papel central a la hora de construir la identidad urbana. Así mismo, se trata de cambiar la identidad de la ciudad a través de la simple imagen y que esa imagen de ciudad se convierta en un elemento comercializable. Como resultado, se invierte más en imagen de la ciudad que en calidad urbana para quienes en ella residen. No es de extrañar que muchas de las ciudades que han apostado por ser sedes de grandes eventos deportivos tengan un pasado industrial. Las antiguas ciudades industriales tratan de emplear el deporte como muestra del cambio de modelo de ciudad, despojarse de su imagen ‘dura’ y pasar a ser consideradas ciudades de servicios, sostenibles, creativas, inteligentes o cualquier otro adjetivo de moda en el mercado global de ciudades. Otro aspecto importante a considerar de la relación entre eventos deportivos e imagen de ciudad es la referida a los niveles fundamentales de dicha imagen. Smith (2001) formulaba la idea de que la imagen de la ciudad existe en dos niveles principales: una imagen funcional y otra simbólica, tal y como se refiere Smith en su artículo, una imagen operacional y otra holística de la ciudad. Imagen funcional/operacional: atraer turismo deportivo La imagen de la ciudad basada en los atributos y funciones hace que se perciba la capacidad de la ciudad para una serie de funciones y características diferentes. La imagen que se proyecta es la de un destino que ofrece ciertos productos turísticos identificables. Este nivel de imagen es en gran medida una percepción funcional de la ciudad en cuestión, donde la persona imagina qué características y aspectos estarían presentes en una ciudad y cómo el individuo puede utilizar estos atributos para sus propósitos específicos. 34


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Es posible por tanto realzar la imagen de la ciudad como destino deportivo, orientándose a cierto nicho del mercado turístico. La construcción de instalaciones deportivas emblemáticas o la organización de eventos deportivos sugerentes pueden influir en los turistas deportivos en un sentido funcional y operativo (personas que quieren acudir a ver o participar en eventos deportivos) Imagen simbólica y holística de la ciudad Es difícil negar la capacidad del deporte como elemento capaz de transmitir una impresión de transición y prestigio en las ciudades que acogen eventos relevantes. Muchas ciudades han visto esta relación y han apostado por atraer u organizar eventos deportivos para modificar su imagen, en especial las ciudades industriales que han trabajado por reconvertirse en modernas ciudades de servicios, tratando de atraer capital financiero, intelectual y humano. Estas ciudades post-industriales han intentado por lo tanto asociarse a conceptos más positivos, con el fin de atraer capital y personas en el período actual de intensificación de la competencia urbana (Harvey 1989). La ciudad puede convertirse en un destino más atractivo debido a las asociaciones positivas derivadas de las iniciativas deportivas, no a las iniciativas deportivas en sí, lo que puede mejorar la forma en que la ciudad se considera en su conjunto. Según Rowe (1995) estas connotaciones deportivas “surgen de la afirmación repetitiva de valores deportivos como el universalismo, la trascendencia, el heroísmo, la competitividad, la motivación individual y el equipo”. A la hora de diseñar la política de eventos deportivos a acoger u organizar en una ciudad, es importante contemplar de forma diferenciada estas dos dimensiones de la imagen: la funcional y la holística. Entre los eventos a seleccionar y la forma de gestionarlos (especialmente su comunicación) debemos diferenciar el objetivo que buscan y trabajar en consecuencia. Las políticas de eventos deportivos pueden considerar varios enfoques: turismo deportivo, deporte para el turismo y deporte para la proyección de ciudad. Regeneración local: el legado Otro de los aspectos habitualmente esgrimidos es “el legado”, los activos tangibles e intangibles que un evento dejará en la ciudad en forma de regeneración tanto física como social. La argumentación del legado suele ser más habitual en el caso de los grandes eventos o megaeventos que requieren de una importante inversión. Cuando las inversiones requeridas por un evento ponen en entredicho la rentabilidad a corto plazo del mismo, el legado aparece como la idea fundamental en defensa de la organización.

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Por un lado se cita el proceso de regeneración física que supondrán las inversiones para la ciudad en forma de infraestructuras, vías de comunicación y transportes, servicios turísticos e instalaciones. No puede negarse ese legado tangible; sin embargo hay que tener en cuenta al menos dos cuestiones: el dimensionamiento y el periodo de inversión. El dimensionamiento de las infraestructuras no corresponde con las necesidades del “día después”. Es muy extraño que unas infraestructuras diseñadas para acoger eventos excepcionales sean las adecuadas para las necesidades cotidianas. “La regeneración urbana requiere inversiones en instalaciones para la vida cotidiana más que acontecimientos con un gran envoltorio” (Pasqual e.al., 2011). Por otra parte, se estimula una inversión en un periodo de tiempo muy corto, lo que dificulta un desarrollo adaptado a los cambios y a nuevas necesidades. Otro argumento es la regeneración social que se logrará como consecuencia de nuevas centralidades en la ciudad y la mejora de la cohesión social generada por un proyecto común. En la mayoría de las ocasiones esto no deja de ser mera retórica, ya que para que exista esta regeneración social es necesario buscarla tratando de fortalecer y/o rediseñar las redes sociales. Sin embargo la participación y los acuerdos con grupos y asociaciones locales suele ser escasa o, en el mejor de los casos, meras operaciones de maquillaje para tratar de justificar decisiones mediante metodologías participativas encorsetadas, dirigidas y sin trascendencia. Sobre el caso más extremo de megaevento deportivo, los Juegos Olímpicos, Isaac Marrero (2011) nos habla de ‘espacio de excepción’ al referirse a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. En su magnífico artículo expone detalladamente los mecanismos empleados por el Comité Olímpico Internacional (COI) y aceptados por el gobierno británico y el ayuntamiento de Londres para generar un paradójico vacío legal mediante la implementación de nuevas leyes olímpicas. Marrero nos habla de ‘arquitectura legal’, ‘policía del signo’ y ‘militarización del espacio urbano’ como los tres ejes fundamentales para componer ese ‘espacio de excepción’ que garantice ingentes beneficios económicos al COI, mientras las ciudades sede deben soportar enormes gastos e inversiones con el fin de un dudoso legado. En general, para que los eventos deportivos sean un medio para la regeneración social, es necesario fortalecer, rediseñar y/o generar las redes sociales. Esto es muy improbable, por no decir imposible con una escasa participación ciudadana y sin acuerdos con grupos y asociaciones locales. Por cierto, participación activa de la ciudadanía, no como simple espectadora.

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Una estrategia de eventos deportivos Una ciudad, a la hora de establecer una estrategia de eventos deportivos debe tener claras varias cuestiones. Por una parte, esta estrategia debe ser propia de la ciudad. Replicar modelos y estrategias de otros entornos no suele funcionar bien ya que cada ciudad o territorio tiene sus propias características y objetivos. Además, la ciudad tiene, o debería tener, su propio proyecto. La estrategia de eventos deberá estar alineada con ese proyecto de ciudad. La selección de eventos a acoger u organizar, la cantidad de los mismos, el tamaño, la temática, etc. son cuestiones que deberán plantearse bajo el prisma del proyecto general de ciudad. En definitiva, la estrategia de eventos debe ser coherente consigo misma y con la estrategia de ciudad. Relacionado con esto, una cuestión importante es una buena valoración de los eventos antes de que se celebren, de modo que se pueda entender la idoneidad de cada uno de los eventos y hacer una estimación de los impactos para poder compararlos con los costes de organización. Por supuesto, será necesaria una evaluación posterior a la realización del evento para entender los impactos reales y obtener conocimiento de cara a próximos eventos. Para realizar esta evaluación será imprescindible contar con indicadores sociales, económicos, medioambientales, deportivos, culturales, etc. para tratar de ver si el evento se adaptada a la estrategia y los impactos que tendrá. Por último, una clave fundamental: hacer partícipe a la ciudadanía y agentes locales, tanto del proyecto de ciudad como de la estrategia de eventos. Sin la implicación de ciudadanía y agentes locales la estrategia de eventos perderá la capacidad de generar capital social y corre el peligro de crear una imagen de ciudad con la que la población residente no se sienta identificada, generando por tanto una identidad impuesta.

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Referencias AUGÉ M. (1982), Football. De l’histoire sociale à l’anthropologie religieuse, Le Débat, 19. / 1999, ¿Un deporte o un ritual?, en Segurola S. (ed.). DEBORD, G. (2002) La sociedad del espectáculo. Ed. Pre-Textos, Valencia GOUGUET, J. J. (2001), “La incidencia económica del espectáculo deportivo: definición y medida”, en J. M. Otero (dir.) Incidencia económica del deporte. Málaga, IAD. HARVEY, D. (1989) The Condition of Postmodernity. Oxford: Blackwell. MARRERO, I. (2011) London 2012: espacio de excepción” en urbe. Revista Brasileira de Gestão Urbana. v. 3, n. 2, p. 179-190, jul./dez. 2011 PASQUAL, J.; SERRANO, E.; TRILLAS, F.; (2011) Costes y Beneficios de unos J.J.O.O.: ¿La excepción de Barcelona?. Proyecto ganador de ayuda a la investigación de la Cátedra Pasqual Maragall, año 2011. ROWE, D. (1995) Popular Cultures: Rock Music, Sport and the Politics of Pleasure. London: Sage. SEISDEDOS, G. (2007) Cómo gestionar las ciudades del siglo XXI. Prentice Hall, Madrid. SMITH, A. (2001) “Sporting a new image? Sport-based regeneration strategies as a means of enhancing the image of the city tourist destination” en Sport in the city: the role of sport in economic and social regeneration. Routledge, London, UK, pp. 127-148.

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Juanma Murua Economista y consultor independiente en el ámbito de la Gestión de Ciudades y Territorios, especialista en Políticas Deportivas y de fomento de la Actividad Física. En su trabajo como consultor ha dirigido y apoyado el diseño y puesta en marcha de diferentes proyectos relacionados con el deporte y la gestión de las ciudades, las ciudades sostenibles y saludables, así como Planes de Desarrollo Local apoyados en el deporte. Ha escrito numerosos artículos e impartido comunicaciones sobre la relación entre el desarrollo sostenible de ciudades y territorios, la salud, la actividad física y el deporte. Es autor del blog ‘Economía en chándal’. 39


DE LA CIUDAD DE LOS ‘‘ EVENTOS A ,, LA CIUDAD EVENTO Los eventos pueden diseñarse como un modelo de economía circular o pueden responder a un planteamiento instantáneo, con objetivos intensivos a corto.

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Roberto San Salvador del Valle


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DE LA CIUDAD DE EVENTOS A LA CIUDAD EVENTO Roberto San Salvador del Valle

La aceleración del tiempo y la globalización del espacio -la aldea itinerante-, resultado de la extensión del paradigma científico-tecnológico a lo largo y ancho del planeta, ha generado la multiplicación y diversificación del fenómeno evento. Se trata de un punto de encuentro humano de naturaleza diversa, en torno a manifestaciones culturales -música, artes plásticas, artes escénicas, cine y audiovisuales, patrimonio, lengua y literatura, etc.-, deportivas -grandes eventos, campeonatos, manifestaciones populares, e-sports, etc.-, recreativas -ocio digital, hobbies, coleccionismo, etc.-, conmemorativas -hitos históricos, celebraciones colectivas, fiestas populares, etc.- o profesionales -ferias, congresos, foros, etc.-. Cuenta con volúmenes notables de asistentes y participantes, diversos en su composición -vecinos, visitantes y turistas- y en porcentaje variable. A nuestro humilde entender, los eventos no son, en sí mismos, ni positivos ni negativos, lo son sus enfoques y, consecuentemente, los objetivos, valores, contenidos y procesos que incorporan. Por ello somos partidarios de analizarlos desde el papel que desempeñan en el desarrollo urbano sostenible -en sus dimensiones ecológica, económica, social y cultural-, así como desde el modelo de gobernanza que proponen. Los eventos pueden ser analizados desde el punto de vista del desarrollo ecológico, en su grado de imbricación con el territorio, edificaciones, servicios urbanos, suministro de agua, energía, transporte, internet y redes inteligentes. Los eventos pueden presionar sobre los centros de la ciudad o desconcentrarse por las periferias. Pueden transformar positivamente el espacio público, acortando los años requeridos en espera para inversiones necesarias, o pueden provocar importantes alteraciones del espacio público cotidiano. Pueden dejar como herencia una mayor reserva de vivienda 41


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pública de potencial uso social o pueden provocar un encarecimiento de la vivienda en alquiler y propiedad. Pueden promover mejoras en los servicios urbanos –recogida, reciclaje y reutilización de residuos, iluminación viaria, jardinería, etc.- o provocar daños y deterioro de mobiliario y parques, con un aumento de residuos generados. Pueden incorporar medidas de racionalización de consumos de suelo, agua y energía, o podemos estar ante un incremento desmedido de los mismos. Pueden optimizar el transporte público, favoreciendo la movilidad y accesibilidad universal, o pueden generar una mayor congestión en el tráfico y desplazamientos con el consiguiente deterioro de la movilidad de los más vulnerables. Pueden ser oportunidad para avanzar en la implantación de redes inteligentes que favorezcan la conectividad universal o pueden causar un colapso informático en los servicios habituales. Los eventos pueden ser observados desde el punto de vista del desarrollo económico, en su grado de identificación con la competitividad y productividad, el cooperativismo y las economías del bien común, la proyección internacional, la diplomacia o el magnetismo. Los eventos pueden diseñarse como un modelo de economía circular o pueden responder a un planteamiento instantáneo, con objetivos intensivos a corto. Pueden implicar a agentes económicos locales, PYMES que participen en la organización, apoyo y suministros, o pueden ser pistas de aterrizaje para empresas multinacionales especializadas en tránsito efímero por la ciudad. Pueden reforzar una imagen coherente de marca urbana vinculada a determinados valores éticos, asociados a los derechos humanos, o pueden proyectar internacionalmente la ciudad sin un mensaje claro. Pueden consolidar un magnetismo en el tiempo que posibilite la idea de ciudad evento o pueden hacer morir de éxito a la ciudad debido a una excesiva capacidad de atracción. Pueden ser una magnífica oportunidad para el desarrollo de la diplomacia económica local o pueden favorecer la implantación de empresas sin intención de permanencia, ni de garantizar condiciones dignas de empleo, ni modelos sostenibles de producción o prestación de servicios. Los eventos pueden ser evaluados desde el punto de vista del desarrollo social, en su grado de identificación con la justicia social, igualdad, equidad, hospitalidad, bienestar, salud, calidad de vida, bienser o felicidad. Los eventos pueden o no ser factor para la generación de empleo estable, mediante la concatenación razonable de eventos, y de calidad, con una digna retribución. Pueden resultar un recurso pedagógico en favor de una cultura de la hospitalidad y la capacidad de acogida de visitantes o pueden convertirse experiencias negativas fermento de hostilidad y xenofobia. Pueden mejorar la calidad de vida de residentes por el enriquecimiento social de la vida cotidiana o convertirse en factor de afectación, crispación y tensión vecinal. Pueden incorporar formatos que favorezcan la desaceleración (slow event) y que generen espacios saludables, tanto por su diseño como por los usos que se proponen, o pueden incrementar la aceleración del pulso de la ciudad, favoreciendo los problemas de salud derivados de la contaminación acús42


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tica, afectaciones al sueño, estrés colectivo. Pueden consolidar la seguridad de la comunidad en su devenir cotidiano, o avanzar tan sólo en el blindaje de espacios efímeros para uso de turistas y visitantes, con un efecto llamada sobre la delincuencia en expresiones diversas. Los eventos pueden ser considerados desde el punto de vista del desarrollo cultural, en su grado de identificación con la creatividad, talento, aprendizaje, diseño, innovación, identidad, patrimonio, autenticidad, diversidad, ocio, cultura, deporte o turismo. Los eventos pueden fomentar la creatividad, aprendizaje, diseño e innovación, o por el contrario, incrementar la dependencia de la creatividad y diseño ajeno. Pueden resultar una oportunidad al mestizaje creativo y de identidades, o manifestar una expresión de neocolonialismo. Pueden poner en valor la identidad y patrimonio local, provocar su puesta en cuestión o incluso un daño irreparable. Pueden conllevar un aumento de los recursos disponibles y la captación de nuevos públicos para la programación cultural, deportiva y recreativa de carácter local, o quedar reducido a un hito anecdótico en un desierto de financiación y de audiencias. Pueden ayudar a descentralizar y desconcentrar la oferta de ocio existente o provocar una mayor recentralización de la misma. Pueden poner espacios de creación periféricos en el mapa de la ciudad o saturar los limitados espacios de creación y difusión. Por lo tanto, la clave está en el enfoque dado al evento, los objetivos, valores y contenidos del mismo, y el modo en que se fija su gobernanza en aras de alcanzar los objetivos prefijados, los procesos que se ponen en marcha. Pueden posibilitar una fecunda colaboración público-privada o reducirse a una privatización mercantil del evento y ninguneo de los criterios institucionales públicos. Pueden incorporar al tejido asociativo al proceso de diseño, desarrollo y evaluación, o asumir la ausencia de cualquier tipo de vinculación con el tejido asociativo. Pueden contar con la presencia de las y los ciudadanos en el diseño, desarrollo, participación y evaluación del evento, o reducir su contribución a un papel de meros espectadores y consumidores. Por ello, proponemos una perspectiva distinta del diálogo entre ciudades y eventos: la ciudad evento. Un modelo de ciudad que busca el factor diferencial en sí misma, hasta el punto de convertir su singularidad en su mayor atractivo. Su marca no se fundamenta en la transmisión de un valor añadido ocasional y puntual vinculado a un evento, sino en la proyección en el tiempo de su propia idiosincrasia. Al igual que sus plazas y calles, los eventos rezuman autenticidad. Gestionados y dinamizados colaborativamente se convierten en el mayor de sus activos de la ciudad en la aldea global itinerante. Las políticas de una ciudad pueden perder el pulso de un mundo globalizado y acelerado por su incapacidad para hacer frente a la eventualización de la vida cotidiana. Pero, pueden consumir todas sus energías en mantenerse en la cresta de la ola de los eventos, quebrando su desarrollo urbano sostenible -compacidad territorial, coopetitividad económica, cohesión social 43


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y creatividad cultural-. Por ello, tal vez sea mejor apostar por ciudades que se interpreten singulares y auténticas, frente a aquellas que han quedado aisladas y aquellas otras que corren desaforadas tras los eventos. Se trata de generar un relato de ciudad, que integre la celebración de eventos alineados con la experiencia de ciudad deseada. El objetivo es la conversión de la propia ciudad, sin aditivos ni colorantes, en un evento de interés permanente. No es necesario buscar, sin resuello, la organización de unos juegos olímpicos, una exposición universal, un campeonato del mundo o una capitalidad de naturaleza diversa. Es más bien cuestión de releer la memoria y presente de la propia ciudad desde el interés y atractivo que puede suscitar en el resto de los ciudadanos del planeta. Y parte de ese relato convertirlo en evento, en ciudad evento. Las fiestas y semanas grandes, los festivales estivales e invernales, los eventos alineados con las ideas tractoras, los equipamientos estrella, los espacios de toda la vida y el devenir cotidiano de la gente deben generar, de modo integrado, una experiencia auténtica de ciudad. La ciudad evento debe contemplar una propuesta atractiva y de calidad, teniendo en cuenta las motivaciones, emociones y valores de quiénes son vecinos y a quiénes pretende seducir. La ciudad evento puede llegar a ser un factor clave en la convicción de que otra ciudad es posible: compacta, cohesionada, coopetitiva, creativa,… sostenible. En parte, dependerá del papel que los eventos adquieran en la interpretación de su realidad, en la experiencia de ciudad que transmitan y en la idea de persona subyacente. De lo contrario, la ciudad de los eventos será mera administradora de los flujos de individuos, productos y servicios en la aldea itinerante, que serán fuente de una intensa actividad económica, pero también provocarán una ilimitada mercantilización de la experiencia humana, de las ciudades y de los seres humanos que las habitan.

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Ensayos sobre la ciudad instantรกnea

Roberto San Salvador del Valle Director de Deusto Cities Lab Katedra desde 2016. Una cรกtedra universitaria transdisciplinar que desarrolla proyectos de aprendizaje-investigaciรณn-acciรณn, centrados en el presente y futuro de las ciudades, contempladas como un ecosistema urbano de innovaciรณn transformadora, generado a partir de un modelo de gobernanza transversal y transectorial. 45


ESTRATEGIAS PARA LA MEJORA DE LA ‘‘ SOSTENIBILIDAD URBANA DURANTE ,, LA CELEBRACIÓN DE EVENTOS

A nivel ético, los eventos deben ser capaces de fomentar aspectos que ofrezcan oportunidades para desarrollar acciones de sostenibilidad social y deberían de recogerse de forma explícita en la misión del evento.

Francesc González Reverté


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ESTRATEGIAS PARA LA MEJORA DE LA SOSTENIBILIDAD URBANA DURANTE LA CELEBRACIÓN DE EVENTOS

UNA APROXIMACIÓN DESDE EL PUNTO DE VISTA SOCIAL Francesc González Reverté

El incremento de la variedad y del volumen de eventos que se ha producido en las últimas décadas es un síntoma de que la celebración de eventos se inserta en la dinámica urbana contemporánea. La ciudad es un lugar “natural” ideal para la celebración de eventos. Lo es por la elevada densidad de población, por su capacidad de ofrecer escenarios en su espacio público, por la facilidad de generar sinergías con los eventos que se manifiestan en la creación o refuerzo del “clima” o “ambiente urbano” y por su disponibilidad de equipamientos culturales, deportivos o sociales. El rendimiento social, económico y cultural de la producción de eventos urbanos es tal que permite el desarrollo de diferentes estrategias de desarrollo, ya sean socioculturales, económicas o turísticas (González & Morales, 2009). No obstante, la incorporación de los eventos a las ciudades, a una velocidad mucho mayor a la de épocas en las que solamente existía un reducido núcleo de eventos y celebraciones tradicionales, plantea diversos retos, derivados de la existencia de impactos, para la gestión sostenible de las ciudades. Estos impactos deben leerse tanto en positivo como en negativo. En primer lugar, el aprovechamiento de los eventos puede ser una buena opción para articular estrategias que permitan la mejora de la sostenibilidad urbana, pero requiere ubicar previamente dichos eventos en un marco de política urbana, evaluar los impactos o diseñar estrategias para la revitalización urbana que beneficien y contribuyan a dar valor a la comunidad local. En segundo lugar también debe contemplarse una lectura opuesta, donde los eventos no solamente planteen beneficios sino también impactos negativos y afectaciones a la sostenibilidad. La celebración de eventos, especialmente si no van acompañados de unas estrategias de sostenibilidad claras, contiene diversos factores de riesgo que hay que asumir o intentar minimizar. Los problemas de movilidad, la creación de espacios “artificiales” en el espacio público, la aglomeración de personas y residuos, el consumo de materiales o la turisti47


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ficación excesiva son buenos ejemplos de las alteraciones que la celebración de eventos puede producir en el metabolismo urbano. En este texto vamos a abordar cuáles son los principales aspectos a tener en cuenta para optimizar la gestión sostenible de los eventos y cómo afectan a diferentes ámbitos sociales de la sostenibilidad. Es imposible abordar en un solo texto todos los efectos e impactos que generan los eventos, por lo que se ha optado por ofrecer una mirada donde predomina lo social. La organización del texto se estructura en tres partes. En primer lugar se reflexiona acerca de las características inherentes a todos los eventos urbanos y de qué manera influyen sobre la sostenibilidad. En segundo lugar se analizan los principales impactos de los eventos sobre la sostenibilidad social en las ciudades, en función de cada fase de su organización: 1) la formación de capital social necesario para su creación y puesta en marcha; 2) los impactos sobre el uso del espacio público y sobre la identidad del lugar, durante su celebración; y 3) los efectos e impactos que perviven en el tiempo después de su celebración. Finalmente se ofrecen, a modo de conclusión, algunas recomendaciones en clave de sostenibilidad para la gestión sostenible de eventos urbanos. 1. Los principios compositivos de los eventos y su efecto sobre la sostenibilidad urbana Un evento puede ser definido como “un acto organizado (reunión, convención, exhibición, evento especial, etc.) que se compone de diferentes funciones relacionadas entre sí.” (Bowdin et al., 2006). Un principio aplicable a cualquier evento es que se trata de un acto temporal y único, aspecto que procede de su mezcla de elementos de gestión, programa, escenarios y participantes. El carácter efímero e irrepetible de los eventos urbanos tiene determinadas implicaciones sobre la sostenibilidad. Se trata de un acto que tiene una duración limitada en el tiempo y que puede llegar a generar elevadas densidades de participantes que no “quieren perdérselo”. Un segundo elemento a tener en cuenta es la concentración de la actividad generada en el espacio. Los eventos consumen espacio, en muchas ocasiones espacio público, por lo que requieren el uso de determinados recursos urbanos (equipamientos, servicios, infraestructuras, etc.) y, sobre todo, substituyen usos del espacio en el período de tiempo durante el que se celebran (los accesos a equipamientos y calles pueden verse afectados, por ejemplo durante la celebración de una competición deportiva en la calle). Muy relacionado con el consumo de espacio está la escala a la que se celebra el evento. Las clasificaciones clásicas de eventos establecen diferentes categorías según su tamaño (eventos locales o de raíz comunitaria, eventos importantes, eventos de referencia y megaeventos). Cuanto mayor es el evento más capacidad tiene de atraer público, de consumir espacio, de implicar 48


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agentes sociales y de afectar a un mayor número de sectores de la economía de la ciudad. Además, la misión, objetivos o la aproximación que los organizadores den al evento puede ser también un elemento a tener en cuenta. Por ejemplo, se ha puesto de manifiesto que algunos eventos con carácter turístico plantean mayores conflictos con los residentes y agentes locales que los eventos con carácter no turístico (González & Morales, 2018). Finalmente, la misma decisión de celebrar un evento puede activar mecanismos de cambio de comportamiento o hábitos entre los residentes. De hecho este es uno de los impactos sociales más potentes de la celebración de eventos urbanos, en particular por su potencial capacidad de estimular la participación de los habitantes en actividades culturales, deportivas o comunitarias. A pesar de que no existen estudios concluyentes sobre el hecho que la celebración de eventos (especialmente las grandes celebraciones) tengan una relación directa con el aumento de los niveles de actividad entre la población se supone que los eventos pueden contribuir al cambio de hábitos y comportamientos a través de dos vías (Smith, 2013): 1) Como efecto demostración, donde la excelencia de los participantes en el evento conduce a imitar o motivar a los espectadores a realizar prácticas sociales similares. Por ejemplo, el aumento de número de federados o de la práctica de un deporte en un país después de la celebración de un campeonato de alto nivel. 2) Como efecto festivalización, cuando la población se ve estimulada por un aumento de la excitación y la asociación a experiencias positivas vinculadas con el evento. La atmósfera especial y las expectativas generadas antes y durante la celebración de algunos eventos pueden impulsar a la población en general a dedicar tiempo a determinadas actividades, programas y comportamientos que de otra forma hubieran sido ignoradas (Weed et al., 2009) 2. Aspectos sociales de la celebración de eventos urbanos y su relación con la sostenibilidad La celebración de eventos urbanos pasa por tres grandes fases donde se pueden producir algunos impactos sociales importantes. Un primer momento es la fase de diseño y organización del evento. Es en este momento cuando se moviliza a las personas encargadas de su organización y gestión y donde se da forma a las expectativas previas de los organizadores. El desarrollo de capital social permite poner en común a diversos grupos sociales para el logro de un objetivo común, por lo que resulta un elemento clave para valorar el impacto del evento sobre la comunidad local, tal como veremos posteriormente. Pero en la fase previa de construcción y diseño del evento hay un aspecto del capital social, el liderazgo, que destaca sobre el resto. La 49


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capacidad de liderazgo es fundamental para impulsar la participación de otros agentes, para establecer dinámicas de trabajo positivas, y para generar sinergias entre los colaboradores. Algunos estudios llevados a cabo sobre el papel del liderazgo en la creación de capital social demuestran que los eventos con un liderazgo claro y sólido permiten que este tenga mayor visibilidad exterior debido a su buena capacidad para conectar con agentes pertenecientes a redes externas al evento y, en consecuencia, tener mayor atractivo para el público (González & Miralbell, 2011). La mayor parte de los impactos se producen, como es lógico, durante la fase de celebración del evento urbano. El capital social se despliega también a medida que se desarrolla el evento. En términos generales se considera que los eventos culturales contribuyen a cohesionar una comunidad, poniendo en común a diferentes grupos sociales y potenciando el bienestar comunitario, compartiendo normas mutuamente beneficiosas de reciprocidad, confianza mutua y cooperación (Wilks, 2012). En este sentido, los eventos culturales pueden ser utilizados para trascender las barreras sociales, en la medida que facilita a los participantes el establecimiento de nuevas conexiones con personas diferentes entre sí pero que comparten un conjunto de valores similares. Uno de los impactos más importantes de la celebración de eventos sobre la sostenibilidad urbana tiene que ver con el uso del espacio público. El uso de las calles, plazas, parques, o jardines como escenario para la celebración de eventos urbanos proporciona diversos beneficios a la ciudad donde se realizan. En primer lugar permite los efectos de socialización, mezcla o diversidad social entre los participantes. Por poner un ejemplo, en la Fiesta Mayor de Santa Tecla en la ciudad de Tarragona la mitad de los participantes manifestaban que les permitía conocer o relacionarse con personas nuevas, y un 25% afirmaba que se trataban de personas extranjeras o de origen geográfico o cultural muy diferente al suyo. Además cerca de la mitad de los encuestados (44%) afirmaban que durante las fiestas les resultaba un buen momento para ligar o encontrar pareja. En contrapartida los efectos negativos de un incremento de la socialización pueden producirse si el evento la fomenta solo entre pocos grupos sociales o con un componente muy parecido (anulando así el efecto de mezcla social) o, sobre todo, si genera exclusión social a determinados grupos sociales. Además de los efectos positivos sobre la socialización, la asociación entre espacio público y celebración de eventos incluye también elementos intangibles. Uno de los más importantes es la creación de sentido del lugar (término derivado del inglés “sense of place”). Se trata de un fenómeno complejo donde, en síntesis, consiste en establecer una asociación entre el lugar donde se celebra el evento y un vínculo emocional con el lugar (natural o urbano) entre los participantes, a través de historias compartidas o situaciones vividas en dichos espacios (Andrews & Leopold, 2013). Este sentimiento permite establecer interacciones espontáneas entre la gente a partir de celebraciones 50


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culturales o festivas que, a su vez, refuerzan los vínculos de pertenencia al lugar y de identidad colectiva. En algunos casos este sentido del lugar se expresa también a partir de la creación de la llamada “atmósfera urbana”. Si bien este fenómeno permite dar contenido nuevo al espacio público, llenar de gente espacios que pueden estar poco frecuentados y dar una imagen positiva o renovada al escenario urbano también existen impactos negativos asociados. Se trata de efectos temporales, el más grave de los cuales es el cambio temporal de residencia para evitar los impactos negativos del evento. Entre las afectaciones más comunes se encuentran la creación de aglomeraciones debido a la afluencia de público, las restricciones a la movilidad y de acceso al espacio público, los ruidos y molestias asociadas a la celebración, el aumento del vandalismo, la inseguridad o la delincuencia (especialmente cuando existe una importante afluencia de turistas). Si bien los efectos tienen un impacto restringido a la propia duración del evento, se pueden enquistar si el espacio público es usado de forma recurrente como escenario de eventos a lo largo del año. Por ejemplo, si se da de manera continua, puede generar procesos de festivalización del espacio público, molestias derivadas del efecto ciudad abierta las 24 horas o la banalización del espacio público. Un tercer tipo de impacto social derivado del uso del espacio público en los eventos tiene que ver con la identidad local. Los eventos urbanos pueden desarrollar vínculos de identidad con la comunidad local de diversas formas. Una primera manera es mediante el desarrollo del sentimiento de pertenencia al lugar. La noción de pertenencia está muy próxima a la idea de identidad. De hecho, el compromiso con los procesos sociales y culturales de la comunidad, compartir la misma historia y dinámicas y el sentimiento de pertenencia a un lugar son algunos de las principales motivaciones para participar o asistir a eventos especiales. Los festivales, por ejemplo, son eventos que contribuyen a la creación de narrativas de pertenencia al lugar haciendo que la gente se reúna para compartir experiencias y actividades, pero también recordando el pasado común. La conmemoración de episodios históricos o la representación de tradiciones se establecen con frecuencia a partir de narrativas e historias que se vinculan con el sentimiento de arraigo a un lugar y al sentimiento de pertenencia de los individuos. En este sentido los eventos pueden actuar como “espejos” que reflejan una particular identidad colectiva a través de su programa y actividades propuestas (Andrew & Leopold, 2013). Es también pertinente hablar del sentimiento de orgullo como impulsor de la identidad local cuando se lleva a cabo un evento sentido como propio por la comunidad local. El orgullo local ante los eventos es un elemento muy común entre la comunidad local derivado de la voluntad de dar visibilidad externa a un elemento muy apreciado en el ámbito local. En parte, este sentimiento se agudiza cuando se vincula a la sensación de autenticidad. Los eventos que son percibidos como auténticos son más proclives a desarrollar este sentimiento de orgullo. Además son fácilmente transferibles a los 51


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visitantes y turistas que buscan experiencias auténticas, por lo que ofrecen una vía directa de transmisión exterior de la identidad local. A pesar de ello existe un interesante debate acerca de los impactos negativos que el turismo puede generar sobre la identidad local. Por un lado algunos expertos relacionan la presencia (masiva) de turistas con la pérdida de originalidad, banalización y de transformación del evento (en su totalidad o en parte), con lo que se pierde el contenido y el sentido original y deja de ser reconocible por la comunidad local. Por otro lado existen posiciones más neutrales que defienden que la cultura es un fenómeno flexible y moldeable a lo largo del tiempo y que la introducción de eventos turistificados no deja de ser un reflejo de cómo las sociedades adoptan nuevas formas de producción y acentúan su complejidad cultural. Los resultados de un estudio llevado a cabo durante el año 2017 sobre eventos realizados en destinos turísticos catalanes refuerza esta última posición. En el estudio se analizan las respuestas de 400 organizadores de eventos a la pregunta de si los impactos sociales y culturales de los eventos celebrados con finalidad turística difieren de los celebrados con una misión cultural, o en cuyos objetivos se encuentra la plasmación de la identidad o de la historia local o la defensa de la tradición local. En general los eventos programados con finalidad turística tienen impactos negativos más elevados a nivel de molestias a los residentes, pero, en relación a la capacidad de generar vínculos con la identidad local generan impactos positivos iguales o incluso superiores a los de los eventos con orientación local o cultural (González & Morales, 2017). Los impactos derivados de la celebración de eventos tienen mucho que ver con su tipología y con la forma en que se desarrolla en la ciudad. No produce el mismo efecto un evento de pequeñas dimensiones que uno de gran calado, ni tiene la misma repercusión un acto organizado por una asociación local orientado a los propios residentes que un gran evento que pretende posicionar la ciudad o reforzar la marca urbana. En cualquier caso queremos cerrar este apartado con una reflexión acerca de las actitudes acerca de los eventos urbanos por parte de la población. A pesar de que existe una percepción generalizada de que la celebración de eventos (especialmente los de gran formato) levantan mucha oposición social, lo cierto es que normalmente existen muchos más partidarios que detractores. Por ejemplo, en una muestra sobre 400 residentes en Calgary, el 98% tenía actitudes positivas ante la celebración de las Olimpiadas de invierno de 1988 en esta ciudad (Smith, 2012). No obstante, la actitud de los residentes ante la celebración de un evento puede oscilar de forma considerable si se tienen en cuenta las condiciones y circunstancias concretas de cada individuo. La teoría del intercambio social demuestra que existe un balance entre las expectativas de beneficios generadas por la celebración de un evento y la actitud (más positiva o más negativa ante el mismo). Por poner un ejemplo, durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Sidney la opinión favorable a la celebración del evento disminuía a medida que los residentes vivían más alejados de la 52


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zona donde se encontraban los equipamientos y actividades previstas. Esta posición fue interpretada por el hecho que los residentes más cercanos a las zonas donde se organizaban las pruebas eran mayoritariamente gente joven que percibía como un beneficio el mantenimiento de las instalaciones olímpicas en sus barrios una vez que hubiera finalizado el evento (Waitt, 2003). Una visión diferente sobre los efectos de los eventos sobre la sostenibilidad urbana no toma como punto de partida la medida ex post de los impactos producidos sino la evaluación estratégica ex ante de lo que se quiere transmitir y legar a partir de la celebración del evento. Este punto de vista tiene gran trascendencia para la gestión de los eventos en la ciudad, puesto que implica no poner el centro de interés en el propio evento sino trasladarlo a los efectos sobre la sociedad que, derivados de su celebración, puedan mantenerse en un futuro. Poner en el plano opuesto el evento significa cambiar la mentalidad de los gestores. Por ejemplo, bajo este prisma estratégico, no resulta tan importante la celebración y éxito en sí del propio evento, sino planificar correctamente sus efectos a largo plazo. En otras palabras, si habitualmente la promesa de los impactos futuros son la excusa para justificar la celebración del evento, con un enfoque de palanca de desarrollo (estrategias de “leverage” en inglés) es justo al revés: el evento es la excusa para conseguir rediseñar, revitalizar, regenerar o proporcionar mayores posibilidades de equidad en las ciudades. En definitiva, se trata de utilizar la publicidad y el gancho del evento para fomentar iniciativas sociales que coincidan con la celebración del evento y perduren más allá de su celebración. Existen diferentes opciones que permiten abordar estratégicamente la potenciación del legado de los eventos a partir de acciones de leverage. Entre las iniciativas de regeneración social más comunes se encuentran las siguientes: 1) El fortalecimiento de la cohesión de la comunidad. Los eventos representan una oportunidad para hacer converger en un único espacio a diversos grupos sociales representativos de la gran variedad sociodemográfica de las ciudades actuales. Si en muchas ocasiones los (grandes) eventos acostumbran a ser del gusto de unos pocos grupos sociales, las estrategias de desarrollo de leverage pueden involucrar a muchos más grupos (por ejemplo haciendo resaltar el carácter internacional de un evento deportivo, más allá de la competición, para implicar a colectivos de diferentes orígenes). 2) El favorecimiento del compromiso local y la responsabilidad civil. A pesar de que los eventos urbanos pueden ser vistos como la antítesis de la acción local, en algunos casos pueden motivar a la población a tomar un rol más activo en su comunidad. Los programas de voluntariado asociados al evento que incluyen formación práctica y laboral y que se mantienen a medio plazo, pueden favorecer los objetivos comunitarios y beneficiar las comunidades a largo plazo. 53


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3) La organización de programas de preempleo para las personas desfavorecidas. Los eventos pueden mejorar el grado de adhesión a programas de formación de personas que, previamente, han fracasado en programas de inserción laboral o similares. Además estos programas pueden vincularse a las necesidades laborales reales que la celebración del evento pueda requerir. 4)

El impulso de programas educativos. Las personas jóvenes son un

buen objetivo para lograr la consecución de buenos hábitos entre la población en el futuro, por lo que resulta interesante añadir programas de educación vinculados a eventos temáticos. Al estar vinculados a los eventos se facilita su seguimiento. Los objetivos más comunes de los programas educativos tienen que ver con los criterios de regeneración social: los estilos de vida saludables, los temas ambientales o el desarrollo personal. 5) Las iniciativas de promoción de hábitos saludables. Los eventos deportivos tienen magnetismo especial para plantear acciones sociales de mejora de la salud entre la población. No obstante también algunos eventos temáticos vinculados con la actividad física (danza, música, teatro) pueden estimular la creación de este tipo de programas. Los organizadores de eventos pueden plantear iniciativas para fomentar este aspecto. Entre las más comunes se encuentran las que tienen que ver con la programación de actividades deportivas durante la fase previa al evento o proporcionar ayudas o becas para la inscripción en clubes o asociaciones deportivas. 6) Las iniciativas para mejorar y asistir a las personas con minusvalías. Si se tiene en cuenta que las personas con minusvalías son algunas de las más desfavorecidas de la sociedad, los programas de regeneración social que permitan mejorar su calidad de vida encajan perfectamente en las estrategias de leverage social a partir de eventos. Los Juegos Paralímpicos son un claro ejemplo de como un evento puede dar visibilidad y cambiar la percepción ciudadana sobre las personas con disminución. Introducir mejoras en la accesibilidad a los espacios urbanos, edificios y equipamientos o la creación de programas educativos y de sensibilización en las escuelas son dos ejemplos de posibles acciones en este terreno.

3. Estrategias para el desarrollo de eventos urbanos más sostenibles Los eventos urbanos van a seguir siendo un referente del consumo de cultura y ocio en las ciudades durante las próximas décadas. La impronta de la celebración de eventos sobre la sostenibilidad urbana será, por tanto, todavía más importante en el futuro. Esto implica, por un lado, gestionar la ciudad de forma que los eventos formen parte de una política urbana en la que el objetivo no sea tanto su mera celebración sino el aprovechamiento 54


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óptimo de estos actos para diseñar estrategias de desarrollo que beneficien el máximo número de actores sociales. Los grandes temas de sostenibilidad asociados a los eventos urbanos tienen que ver con los aspectos ambientales. El incremento del número de eventos conlleva un aumento de la movilidad de personas que se desplazan hacia ellos y un incremento del consumo de recursos que acaban convertidos en residuos. Esto implica reflexionar acerca de cómo los eventos pueden mejorar su huella ecológica y disminuir su impacto sobre el calentamiento global del planeta. Las políticas de enverdecimiento de eventos serán, en consecuencia, uno de los grandes ejes de debate sobre la organización de eventos. Desde el punto de vista social, el eje sobre el que se ha desarrollado esta ponencia, los problemas de sostenibilidad urbana no son menores. La gobernanza de los eventos, los aspectos éticos y la redistribución de los impactos y de los beneficios entre los miembros de la comunidad local son tres temas clave. A ellos destinamos las reflexiones finales. Los aspectos de gobernanza tienen mucho que ver con la manera como se gestiona internamente el evento pero también con la relación que se establece entre las instituciones que participan en la organización del evento y con el marco político de la ciudad que lo sostiene. La transparencia en la gestión y, especialmente, el compromiso en dar a conocer públicamente los resultados e impactos del evento es un elemento clave para la sostenibilidad del mismo. La financiación de eventos con fondos públicos (habitualmente escasos) debería estar acorde al cumplimiento de los criterios y objetivos de sostenibilidad que la ciudad se marque en su política urbana y de eventos. Mantener eventos que no cumplan, o que queden muy por debajo de estos objetivos, impide ofrecer planteamientos de sostenibilidad y substituye recursos humanos y económicos que serían necesarios en otras facetas de la actividad urbana. Los gestores del evento también deben garantizar al máximo que se establecen las condiciones para la generación de capital social. La transparencia en la gestión, la confianza y la capacidad de generar relaciones en red externas e internas (sin caer estas en el ostracismo o la endogamia) son elementos clave para fomentar estrategias de formación de capital social que pueden capitalizarse no solamente en el desarrollo del propio evento, sino también como reserva de capital humano para otras iniciativas urbanas. A nivel ético, los eventos deben ser capaces de fomentar aspectos que ofrezcan oportunidades para desarrollar acciones de sostenibilidad social y deberían de recogerse de forma explícita en la misión del evento. La dedicación a aspectos de solidaridad o identidad local, la inclusión en el programa de actividades paralelas, las ayudas sociales o la sensibilización sobre temas de interés general deberían formar parte, cada vez más, del programa de los eventos, incluso de aquellos cuyo formato y objetivos son más comerciales o están enfocados al mero consumo.

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Finalmente, los eventos pueden organizarse, independientemente de su tamaño o volumen de negocio, teniendo en cuenta, parcial o totalmente, una aproximación comunitaria. La participación social de los residentes en el diseño y en la evaluación de los eventos, el planteamiento de objetivos de éxito no únicamente en términos de viabilidad financiera sino también a partir de los logros sociales conseguidos, el retorno de la inversión en términos sociales o el establecimiento de políticas e leverage dirigidas a los sectores más vulnerables de la ciudad o para activar políticas de regeneración urbana son estrategias que pueden mejorar la relación, siempre complicada, entre el evento y los residentes. La gran variedad, orientaciones y misiones de los eventos celebrados en las ciudades no permiten ofrecer soluciones válidas para todos los casos y, para que tengan sentido, hay que definir estrategias de sostenibilidad ad hoc para cada uno de ellos. Como reflexión final hay que destacar que, bajo mi punto de vista, los aspectos de sostenibilidad social tienen tanta importancia como los económicos y ambientales no solo para el mantenimiento de una relación cordial entre los diferentes agentes implicados en la celebración de eventos, sino también para su propia supervivencia y éxito en el transcursos del tiempo. Estamos plenamente convencidos que las ciudades que consigan enfocar socialmente sus eventos serán lugares que partirán con ventaja para hacer de estas celebraciones una herramienta más al servicio de la mejora de la calidad de vida de sus habitantes. 4. Bibliografía Andrews, H. & Leopold, T. (2013) Events and the social sciences. New York, Routledge. González, F. & Miralbell, O. (2011) “The role of social and intangible factors in cultural event planning in Catalonia” International Journal of Event and Festival Management. 2(1), pp. 37-53. González, F. & Morales, S. (2009) Ciudades efímeras. Transformando el turismo urbano a partir de la producción de eventos. Barcelona, Editorial UOC. González, F. & Morales, S. (2017) “El impacto cultural y social de los eventos celebrados en destinos turísticos. La percepción desde el punto de vista de los organizadores” Cuadernos de Turismo, 40, pp. 339-362. Waitt, (2003) “Social impacts of the Sidney Olympics” Annals of Tourism Research 30(1), pp. 194-215. Weed, M et al (2009) A systematic review of the evidence base for developing a physical activity and health legacy from the London 2012 Olympic and Paralympic Games. Londres, Department of Health. Wilks, L. (2012) “Social capital in the music festival experience” En Page, S. & Connell, J. (eds.) The Routledge Handbook of Events. Londres, Routledge, pp. 260-273. 56


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Francesc González Francesc González es Doctor en Geografía por la UAB y profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Es Director del Grado de Turismo y profesor del Master de Turismo, Sostenibilidad y Nuevas Tecnologías. Es investigador del grupo de investigación NOUTUR de la UOC. Sus líneas de investigación principales se centran en el campo del turismo de sol y playa, la relación entre la tecnología y el turismo, la sostenibilidad en turismo y los eventos. En este ámbito ha publicado diferentes artículos sobre la relación entre la celebración de eventos culturales y el desarrollo local en destinos turísticos y los impactos sociales de los eventos. Ha publicado diferentes artículos sobre esta temática en revistas internacionales y el libro Ciudades efímeras. Transformando el turismo urbano a través de la producción de eventos. 57


PRODI‘‘ GIOS Y VES,, TIGIOS

Una alternativa es la de los eventos que trabajan sobre la idea misma de la transformación participativa y consciente del entorno urbano, trabajando desde la base, pero con algún tipo de aspiración de incidir en lo institucional.

David Juárez Arquitecturas Colectivas


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PRODIGIOS Y VESTIGIOS David Juárez

1. Me ha resultado difícil no comenzar esta reflexión con la revisita al proyecto de Instant City de Archigram. Me parece que sintetiza muy bien la utilización de una situación efímera para producir una aceleración en la transformación urbana. También me doy cuenta de que me ha producido sensaciones bastante diferentes según el momento o el estado de ánimo en el que lo he reencontrado. Unas veces me ha resultado un ejemplo optimista e inspirador, otras he llegado a entenderlo como una metáfora irónica. Supongo que con el fenómeno de los grandes eventos siempre podemos aproximarnos a ellos desde varios ángulos. Pienso por ejemplo en el Crystal Palace de la primera Exposición Universal en Londres en 1851 y puedo entender el edificio como la maravilla tecnológica que fue, el germen de la modernidad en arquitectura, el dispositivo reversible pensado de antemano para ser desmantelado y reciclado, en los prodigios que albergaba y en la admiración que produciría a sus asombrados visitantes. Pero también puedo acercarme a él consciente de que no dejaba de ser el producto, convenientemente maqueado y listo para su exhibición, resultado de la explotación salvaje de la clase trabajadora inglesa y del expolio sistemático de los territorios colonizados por el glorioso Imperio. Más o menos lo mismo me pasa con la Exposición Universal que se celebró en Barcelona, la ciudad que habito, en 1888. Puedo fijarme en la transformación que supuso para el barrio de la Ribera y el frente marítimo, convirtiendo los despojos de las fortificaciones recientemente derribadas en un tejido urbano saneado y habitable. Puedo observar una foto añeja del Hotel Internacional, un macroedificio de lujo que fue construido en menos de dos meses para la ocasión, para ser luego desmantelado a la clausura de la Ex59


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posición, y una vez más el arquitecto que hay en mi se maravillará con una gesta que aún hoy en día resultaría espectacular. Pero en la misma foto veré, recién instalada, la estatua del Marqués de Comillas, Antonio López y López, un homenaje de sus correligionarios a un empresario con intereses en el negocio esclavista, que inmediatamente me hará pensar en el modo en que aquellos señores de orden, los mismos que concibieron la gran Exposición, reprimían a las masas populares cuando éstas exigían derechos básicos y condiciones de vida razonables. 2. Una vez dicho esto, y por entrar más ordenadamente en materia, me parece razonable diferenciar entre algunos tipos de ‘grandes eventos’ urbanos que seguramente afectan a la ciudad de manera diversa. Por un lado los mayores de ellos, tanto por antigüedad como por calado, serían las mencionadas Exposiciones Universales y sus sucedáneos. A continuación, y con un grado de afectación a la ciudad comparable, podemos mencionar los acontecimientos deportivos de primer orden, principalmente los Juegos Olímpicos. Estos tipos de evento marcan un antes y un después en las ciudades que los acogen, propiciando una de esas escasas ocasiones para la transformación urbanística catártica, ya que se dispone -probablemente por una vez en la vida- de una gran cantidad de recursos para ser invertidos en un plazo de tiempo muy determinado. Es indudable que, dentro de este tipo de eventos, existen ejemplos de buena conexión entre las necesidades de transformación propias de la ciudad receptora y las necesidades específicas del festejo. Otro tema sería analizar ciertos aspectos de la gestión económica, los casos de privatización de ciertas infraestructuras generadas con dinero público o la ausencia de participación ciudadana en la toma de decisiones. Luego tendríamos los fenómenos deportivos de orden medio, a veces de gran tirón, como pueden ser campeonatos automovilísticos o grandes regatas. En nuestro país tenemos ejemplos de ciudades que han recurrido a ellos para activar o transformar zonas determinadas de la ciudad y, sobretodo, para promocionarse a través de una importante difusión mediática. En este caso las necesidades del evento pueden ser más difíciles de conciliar con las de la ciudad, con lo que pueden resultar bastante más forzados y difíciles de defender. Mueven grandes cantidades de dinero muy rápido y fundamentalmente en el sentido del gasto, especialmente porque suelen suponer el pago de cánones importantes a los propietarios de la marca y se puede caer fácilmente en la inversión en espectacularidad arquitectónica, llegando en ocasiones a dejar verdaderas situaciones de ruina tras ellos. Los grandes eventos culturales, como los festivales de cine o de música más importantes, tendrían una afectación urbana menor en el plano físico pero una relevante función en la representación pública de la ciudad anfitriona. Suelen tener carácter periódico, y compartirían muchas características con 60


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las ferias o muestras de arte que tienen su máxima expresión en ciertas Bienales, o con su otra pariente conocida como Capitalidad Cultural, ocasión que, al contrario que las anteriores, sólo se supone para una única edición. En principio no suelen ser tan peligrosos como los eventos del apartado anterior, en parte por su habitual periodicidad y porque pueden llegar a ser bastante inclusivos en su desarrollo y proyección. En ocasiones su principal inconveniente es el fomento de formas de turismo demasiado intensivas y colaborar en procesos de gentrificación. Estos acontecimientos culturales no se diferenciarían demasiado, en cuanto a la afectación urbana se refiere, a los grandes congresos o ferias de muestras, llegando en ocasiones a compartir infraestructuras. Finalmente podríamos nombrar los más efervescentes y efímeros de los eventos multitudinarios, muy comunes en nuestros días, similares en formato aunque diversos en contenidos, que tienen una característica común en su afán por visibilizar ciertas comunidades en una suerte de apropiación simbólica del espacio. Estoy hablando de cosas tan diversas como una gran manifestación reivindicativa-performativa, como han venido siendo algunas convocatorias nacionalistas, un macroencuentro religioso, como se puede dar en la visita de un pontífice o también un desfile del orgullo, éste último con reminiscencias de aquel fenómeno conocido como Reclaim the Streets, en el que se combinaba el formato de rave itinerante con la reivindicación del derecho a la ciudad. Estas situaciones pueden resultar muy visibles en ciertos momentos y tienen un considerable potencial simbólico, pero su efecto permanente sobre la ciudad es más limitado. Su configuración y efectos están muy emparentados con las grandes fiestas populares y principales manifestaciones folklóricas. 3. Una vez repasados algunos de los principales formatos de grandes eventos urbanos, y con el fin de plantearnos una crítica constructiva de sus efectos y para apuntar posibles estrategias alternativas, cabría preguntarse: ¿Qué fines reales persiguen? ¿Quién los promueve? ¿Quién colabora? ¿A quién se escucha? ¿A quién van dirigidas las actuaciones? ¿Qué recursos se utilizan? ¿Cómo se utilizan esos recursos? ¿Cuál es el despliegue en el tiempo de las actuaciones y sus resultados? ¿Cómo se evalúan? ¿Quién rinde cuentas? ¿Qué sistemas de gestión y gobernanza derivan de las transformaciones que provocan?

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Está claro que la promoción de la mayor parte de estos eventos es elitista, y que, a pesar de su importancia para las ciudades en las que se desarrollan, rara vez se promueven situaciones que permitan la participación ciudadana. Cuando se trata de inversiones públicas o de colaboraciones público-privadas, hemos de estar alerta de quien sale beneficiado, siendo habitual que ciertos agentes privados sean gratificados con carácter inmediato, mientras que los hipotéticos efectos positivos sobre lo público puede que nunca lleguen a consumarse de la manera prometida. Habitualmente lo único que se socializa en estas situaciones son las pérdidas provocadas por las convulsiones inversoras. Cuando se publica “El Gobierno se hará cargo de la deuda de ……….” no debemos olvidar que el dinero público que cubrirá determinado error estratégico o determinada mala gestión sale de cada uno de nuestros bolsillos. En el mejor de los casos, cuando la operación resulta un éxito y mejora urbana es indiscutible, cabe preguntarse quién es el destinatario final de la mejora. Si una operación de gran envergadura tiene como efecto la revalorización de los activos inmobiliarios y ésta tiene como consecuencia el desplazamiento de gran parte de los vecinos por no poder alcanzar los nuevos estándares de renta y coste local de la vida, ¿se trata de una mejora real?. (...) Podemos prolongar esta reflexión indefinidamente, de hecho yo animaría a ejercitarse en ello. En cualquier caso en este texto vamos a pasar de pantalla para considerar ciertas buenas prácticas y pensar algunas alternativas. 4. La primera práctica crítica ante el panorama que se ha expuesto hasta ahora sería la oposición a ciertos eventos mediante movilizaciones ciudadanas de diversos tipos. Un ejemplo muy coral, en el sentido que tuvo diferentes fuentes y expresiones, fue la respuesta ciudadana a la iniciativa del Fórum Universal de las Culturas de Barcelona, celebrado en 2004. Son innumerables las formas de expresión antagonista que llegaron a desplegarse, desde manifestaciones no convencionales a publicaciones, cartografías críticas y todo tipo de debates. La segunda podría ser la celebración de eventos que trabajan sobre la idea misma de la transformación participativa y consciente del entorno urbano, trabajando desde la base, pero con algún tipo de aspiración de incidir en lo institucional. En esta categoría podríamos incluir muchísimas situaciones, desde distintos eventos culturales con enfoque crítico y multidisciplinar a encuentros que trabajan la economía social y solidaria en red, pasando por festivales u otros eventos que se convocan específicamente para repensar la ciudad, sea desde la arquitectura y el urbanismo, la antropología, la ecología, 62


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la geografía, el asociacionismo o la militancia, etcétera… y más aún, desde enfoques multidisciplinares y transversales. Es en general un espacio de activismo y es muy difícil ponerle coto o caracterizarlo en detalle en unas pocas líneas. La tercera podría ser una hibridación de las dinámicas propias de la categoría anterior con las iniciativas institucionales. Ejemplo de ello podría ser la incorporación de iniciativas críticas o innovadoras desde la base en procesos relacionados con la Capitalidad Cultural Europea, sea en fase de candidatura o de capitalidad propiamente dicha. En nuestra experiencia recuerdo como muy positivo el apoyo de la candidatura de Donosti 2016 a dos propuestas salidas del ámbito de la Red de Arquitecturas Colectivas: el encuentro de la red en Pasaia 2010 y el despliegue del proyecto Har Etxea/Kabia en Errenteria en 2012. En los dos casos se produjo una situación muy libre y completamente abierta a planteamientos críticos, con el extra de generosidad que supone apoyar procesos que se daban fuera del municipio aspirante. Un subconjunto del anterior podría ser los acontecimientos culturales que operan desde y sobre la ciudad que los acoge, en una suerte de colaboración estable entre un equipo crítico y la institucionalidad tradicional, lo cual permite un trabajo sostenido sobre el ecosistema urbano. Sería el caso del festival One Architecture Week, de Plovdiv (Bulgaria), en el que a lo largo de algunos años se ha combinado la investigación y la intervención sobre zonas específicas del área metropolitana con los formatos más habituales en festivales de arquitectura o encuentros sobre urbanismo. Esto se ha dado en un esquema multicapa que permite implicar a los expertos internacionales y locales a la vez que convoca a diversos representantes de las administraciones públicas, sin olvidar a la academia y a ciertos perfiles activistas. Para concluir mencionaremos un destello de luz en una de las zonas castigadas por las políticas urbanas más oscuras: la ciudad de Valencia, donde la operación de La Marina, pensada para acoger la Copa América de Vela en 2007 y que transformó una parte importante del puerto de la ciudad, dejó una estela de edificios en desuso, espacio público desestructurado y deuda millonaria crónica. Recientemente el Consorcio Valencia 2007, entidad creada para la ocasión y que reúne a las tres administraciones públicas implicadas, ha dado un potente golpe de timón y sorprendentemente confía la generación de estrategias y gestión de proyectos de activación de infraestructuras y espacio público a nuevos perfiles profesionales, contratando para la gestión de todo ello a técnicos que habían destacado por su visión crítica con las políticas públicas especulativas anteriores. Ahora esos insospechados nuevos responsables están desplegando una serie de eventos y situaciones de trabajo que a su vez convocan a otros profesionales. Estos recién llegados tienen la oportunidad de trabajar con las ruinas producidas por las malas prácticas para devolver a la ciudadanía la voz para reacometer la transformación del entorno de forma inclusiva y plural. Veremos que ocurre, pero pinta interesante y puede llegar a ser un patrón replicable. 63


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David Juárez Arquitecto y miembro de Straddle3. Desde finales de los años noventa ha desarrollado proyectos de participación ciudadana sobre recuperación de tejido industrial y cultural, intervenciones colaborativas en el espacio público y proyectos e investigación en el ámbito de la vivienda. Ha impartido charlas, cursos y talleres en centros y universidades de Europa y Latinoamérica. Ha promovido y co-diseñado diferentes herramientas digitales de código abierto para proyectos relacionados con el urbanismo participativo, además de participar en varias publicaciones especializadas. Es miembro fundador de las redes internacionales Arquitecturas Colectivas y CitizensLab. 65


LLAMA‘‘ DA A ,, LA ACCIÓN

Las iniciativas urbanas efímeras como los festivales y eventos de arquitectura pop-up corroboran la transición de la arquitectura desde una profesión de creación formalista a una disciplina con un interés cada vez mayor en la experiencia pública, realizando el sueño de Archigram.

Rosa Rogina London Festival of Architecture


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LLAMADA A LA ACCIÓN

SOBRE CÓMO EL POTENCIAL POLÍTICO DE INICIATIVAS URBANAS EFÍMERAS PUEDE AFECTAR DE MANERA PERMANENTE AL USO DEL ESPACIO PÚBLICO EN NUESTRAS CIUDADES Rosa Rogina

Como respuesta a la recesión financiera posterior a 2008 y sus repercusiones inevitables sobre nuestro entorno construido, arquitectos, urbanistas, agentes culturales y grupos sociales de todo el mundo llevan tiempo expresando su disconformidad con el sistema establecido y demandan formas alternativas de toma de decisiones sobre el uso del espacio público. Siguiendo la premisa fundamental de que la arquitectura debe ser de interés general, este movimiento ha dado lugar a un gran número de iniciativas urbanas temporales desarrolladas en todo el planeta. Desde México y Sao Paulo hasta Londres y Berlín, los festivales urbanos están comenzando a ocupar el espacio público de manera temporal. ¿Podemos definir una agencia de eventos espaciales de carácter efímero en la sociedad contemporánea? ¿Son estas iniciativas temporales solo un reflejo pasivo de cuestiones urbanas actuales o pueden también formular sus propios reclamos, demandas, agendas y, sobre todo, pueden los festivales y otras iniciativas temporales involucrarse críticamente en asuntos de creación de ciudad y sociedad desde una perspectiva más amplia? Este artículo es un reflejo de mi trabajo actual en el London Festival of Architecture, un evento anual que usa su formato de festival para ensayar ideas especulativas y ofrecer soluciones alternativas dentro de nuestro entorno construido. A principios de este año, cientos de personas extendieron sus colchonetas de yoga sobre el Puente de la Libertad del siglo XIX en Budapest, transformándolo en un espacio urbano libre para uso público. Un evento que comenzó hace solo dos años, cuando la comunidad aprovechó el cierre temporal del puente por obras de mantenimiento para reclamar el espacio público, convirtiendo lo efímero en la nueva normalidad de la ciudad. Desde las protestas políticas hasta los festivales urbanos, se está haciendo evidente que una parte significativa de la toma de decisiones políticas y espaciales está

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comenzando a suceder en las calles. Mientras que los eventos temporales siempre han estado a la vanguardia en el ámbito musical y escenográfico, los movimientos contemporáneos que abordan temas que van desde la comida, el medioambiente y la ecología hasta el arte y la arquitectura están comenzando a desplegar la noción de temporal como un modo de resistencia dentro del entorno político y urbano consolidado. Independientemente de que el evento sea festivo o de orientación política, los espacios de iniciativas temporales están arraigados en las tradiciones sociales y experimentales de la comunidad. El filósofo francés Michael Foucault definiría este tipo de espacios como heterotopías, “no espacios” que existen a distancia o en contra de la realidad. Lugares para la creatividad y oportunidades para probar formas alternativas de consumir y producir la ciudad. En 2008, previamente a la inauguración de la XI Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia, Aaron Betsky invitó a arquitectos y pensadores a dar respuesta al tema seleccionado para la muestra ‘Out There: Architecture Beyond Building’. Animó a los arquitectos participantes a abordar los problemas centrales de nuestra sociedad en lugar de mostrar su trabajo más reciente. Betsky señaló ‘lo que debería ser un hecho obvio: la arquitectura no está únicamente en la construcción. La arquitectura debe ir más allá de los edificios porque los edificios no son suficiente.’ En el mismo año, como parte de su programa anual, el London Festival of Architecture logró el cierre temporal de Exhibition Road, una calle de alto tránsito rodado en el Museum Quarter de Londres. El cierre de la calle vino acompañado de varias instalaciones y eventos públicos, lo que llevó a su eventual transformación, esta vez de manera permanente, en uno de los espacios públicos más exitosos de la ciudad. Esta y otras intervenciones similares no solo dejaron un legado construido en Londres, sino que ofrecieron nuevas formas de ver el papel del festival dentro de la ciudad. A día de hoy, el London Festival of Architecture actúa como una institución de transformación urbana y trabaja junto con la oficina del alcalde para promover la arquitectura, proporcionar experiencias y oportunidades a jóvenes arquitectos y ayudar a hacer de Londres una ciudad mejor. Las iniciativas urbanas efímeras como los festivales y eventos de arquitectura pop-up corroboran la transición de la arquitectura desde una profesión de creación formalista a una disciplina con un interés cada vez mayor en la experiencia pública, realizando el sueño de Archigram de la ‘Ciudad Instantánea’ - una ciudad que no tiene existencia en sí misma, pero es solo un incidente en el tiempo y en el espacio. En este campo expandido de la arquitectura, uno se relaciona continuamente con cuestiones culturales, políticas y espaciales, y ofrece formas alternativas de producción de los espacios públicos de la ciudad. Mientras los festivales de arquitectura logran atraer y entusiasmar a los miembros del público por la arquitectura que da forma a los edificios y su entorno, la arquitectura debe aprovechar la oportunidad que brinda lo efímero y trabajar con ayuntamientos y otras instituciones relevantes para hacer de nuestras ciudades un sitio mejor.

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Rosa Rogina Rosa es arquitecta, investigadora y curator con el título de arquitecto por la universidad Royal College of Art, Londres. Actualmente trabaja como comisaria líder en la selección y ejecución del programa del London Festival of Architecture que anualmente incluye 500 eventos para un público de más de 600.000 personas. Desde 2017, también trabaja como profesora de teoría crítica en Central St Martins, Universidad de las Artes de Londres y en paralelo dirige una unidad docente en la Universidad del Este de Londres, UEL. Rosa es parte del colectivo que representó a Montenegro en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2018. 69


ENTRE ‘‘ EL SILO Y ,, LA CALLE Tras esta propuesta hay un afán de concretar un cambio, un afán de transformar, a través del encuentro de participantes implicados en el festival, la política pública de gobernanza urbana.

Rosario Talevi MakeCity


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ENTRE EL SILO Y LA CALLE

LOS DESAFÍOS DE HACER UN FESTIVAL DE ARQUITECTURA Y ALTERNATIVAS URBANAS Conversación entre Rosario Talevi y Francesca Talevi

MakeCity es el festival de arquitectura y alternativas urbanas de Berlín. En 2015, la primera edición del festival incluía 120 eventos, organizados por un equipo pequeño con recursos limitados. Los fondos llegaron de numerosos colaboradores -de estudios de diseño a instituciones culturales y empresasno así del gobierno de la ciudad de Berlín. Esto cambió en 2018. El programa de MakeCity se duplicó en cantidad de eventos, y fue uno de los platos fuertes en el contrato de la nueva coalición de gobierno de la ciudad -una alianza progresista que unió a los socialdemócratas (SPD), la izquierda (die Linke) y el Partido Verde (die Grünen). En consecuencia, MakeCity disfrutó no sólo del financiamiento sino también del compromiso del Departamento de Planeamiento Urbano y Vivienda del Senado. En esta conversación Rosario Talevi, curadora asociada de la primera edición de MakeCity y miembro actual de la junta curatorial, habla con la fundadora y directora de MakeCity, Francesca Ferguson, sobre las estrategias y protocolos detrás del armado del festival. Discuten también las implicaciones y consecuencias de trabajar dentro de un sistema político fuertemente burocrático, así como en qué medida el festival podría afectar la cultura de gobernanza de la ciudad a largo plazo. Rosario Talevi MakeCity es una apuesta transectorial que reúne en diálogo a protagonistas involucrados en la transformación de nuestro entorno construido en toda la ciudad. Intuyo que tras esta propuesta hay un afán de concretar un cambio, un afán de transformar, a través del encuentro de participantes implicados en el festival, la política pública de gobernanza urbana. ¿Consideras que el festival actúa como agente? Si es así, ¿para quienes? 71


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Francesca Ferguson MakeCity funciona como un agente en el sentido de que impulsa posiciones. Puede fortalecer un modo particular de acción, un modo de pensar y un modo de desarrollar estrategias y políticas alternativas para las ciudades. En ese sentido, es un agente para los que se toman el trabajo de escuchar. La debilidad fundamental de cualquier apuesta amplia -el festival se orienta a un público amplio- es que son tantas las intenciones y promesas a cumplir ante tantos actores interesados, que sólo se puede apuntar a abrir pequeños espacios de oportunidades y discurso. De modo que uno espera llegar al menos a unos pocos: una pequeña cantidad de desarrolladores con visión, arquitectos, estudiantes, profesores, funcionarios de la administración municipal que apoyen el mensaje que uno está enviando. A menos que uno se meta en el trabajo arduo que es el lobbismo político, lo que se espera es producir publicaciones inteligentes, encuentros significativos y workshops para la nueva generación. Pero los cambios en las políticas públicas son otro tema. RT ¿Qué significa trabajar dentro del sistema político para un festival de alternativas urbanas? ¿Es tan sencillo como reunir gente de diferentes áreas entre cuatro paredes? FF ¡Para nada! Nos remitimos en concreto a la administración de Berlín. Por un lado tenemos funcionarios públicos estresados, exhaustos por los recortes de personal, y que vienen de un sistema de administración muy antiguo. Por otro lado están los políticos y senadores electos, que a menudo son manejados por la burocracia municipal. Por ejemplo: la coalición en el gobierno – la que inspiró el tema para Make City 2018, “Remixar Berlín” – declaró, con las mejores intenciones, que quiere una ciudad socialmente más justa. Para esto tenían en mente desarrollar barrios mixtos, re-socializar complejos de vivienda (comprando propiedades individuales y retirándolas de las especulaciones del mercado) y construyendo viviendas económicas. Lamentablemente, no han sido capaces de generar un pensamiento verdaderamente circular a nivel administrativo. Esto ilustra la mentalidad “de silo” del gobierno de Berlín. No importa cuánto promueva uno el pensamiento transectorial: nos vemos enfrentados a una administración de la ciudad incapaz de pensar en la economía, la arquitectura, el planeamiento urbano, la cultura y el paisaje de manera holística. RT ¿Podrías describir más en detalle el rol que desempeñó el Senado de Berlín? ¿Por qué te parece que su participación es importante o relevante? FF Esperaba que cumplieran con ciertos protocolos: desde invitar a alcaldes a Berlín para que fueran parte de la plataforma del festival, hasta que hicieran divulgación en el gobierno, para que los funcionarios pudieran contribuir a la programación. En realidad fue mucho más complejo de lo esperado. No están acostumbrados a acoplarse a otras formas de organización independientes más allá de la propia. 72


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De todas formas hubo casos especiales. Un miembro del área de Desarrollo Urbano y Vivienda del Senado aprovechó el festival para dejar en claro una serie de problemas fundamentales dentro de la política urbanística local, desde departamentos sin suficiente personal hasta esta negativa a trabajar de manera interdisciplinaria. Desde nuestros comienzos trabajamos con la idea de alcanzar una participación del gobierno, como en el simposio final, en el que invitamos a políticos especializados (Fachpolitiker) de los tres partidos B90/die Grünen (la coalición verde), SPD (los socialdemócratas) y die Linke (antes Partido Comunista) - a hacer una síntesis del festival, trabajando con la junta curatorial. Esto fue promovido y financiado por la Cámara de Arquitectos, en cooperación con el Senado de Berlín. RT Me gustaría que habláramos de la manera en que el festival colabora con otros actores. Aunque MakeCity tiene lugar cada tres años, a lo largo de tres semanas en junio, hay mucho trabajo (no tan público) puesto en marcha para hacer posibles estos 18 días con cientos de eventos públicos. ¿Podrías describir las formas de colaboración con los diferentes actores implicados en el proceso que lleva al festival? FF Colaborar con otros implica conversaciones interminables con organizaciones (embajadas, centros culturales, museos, iniciativas sin fines de lucro, estudios de diseño, individuos): convencerlos de participar, encontrar fondos adicionales para algunos, alentarlos a aplicar para ser cofundadores de proyectos, y la lista sigue. En términos de contenido, siempre sugerimos que hagan no lo que suelen hacer, sino algo ligeramente distinto. Que desarrollen esas ideas clave que les generan entusiasmo, pero con un giro. Sin embargo no se puede controlar todo. Nuestra meta es alentar posiciones y esperar que esas posiciones sean luego incorporadas. Entiendo que trato de agitar esto todo lo que puedo: usar el festival como un momento para decir las cosas de otra forma. RT Pienso en nuestra responsabilidad como productores culturales a la hora de bocetar presupuestos y asignar energías más allá del festival. ¿Cuáles son las posibilidades de extender la vida pública del festival a lo largo del año? Quizás recortando la cantidad de eventos y redistribuyendo el presupuesto para encuentros con una duración más sostenida, tanto a nivel nacional como internacional... FF Es algo crucial, pero sólo si se cuenta con la infraestructura y los recursos. Si no, no se puede. Personalmente, yo no podría generar fondos para armar talleres a lo largo del año. Por otro lado, esta parte del proceso -adquisición de fondos- ¡no tiene fondos! Los patrocinadores están interesados principalmente en el evento en sí. Los organismos públicos de financiación cultural asumen gastos de entre €350000 y €250000, y no hay margen para negociar: ese es el límite que se percibe. Los recursos asignados a investigación relevante son pocos en este tipo de contextos. A menos que se haga lobby con ese fin específico y la gestión diga “Sí, definitivamente”, pero exige 73


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un esfuerzo interminable... y en general uno termina masajeando más de un ego para llegar a ese punto. RT Los eventos culturales (Sean festivales, bienales, obras de teatro) son evaluados luego por los patrocinadores a través de números duros: cantidad de participantes, cantidad de entradas vendidas, etc. Este “resultado” (o éxito demostrable) compromete el en el futuro, y con ello la existencia del evento. ¿Puede un festival como Make City, que alienta el debate crítico y las nuevas perspectivas, trabajar para crear su propio tipo de métricas, que evalúen lo inmaterial y vean más allá de los números? FF A ver, es imposible cambiar esa cultura, porque así es la cultura capitalista. No depende de nadie, a menos que te reúnas con el jefe de innovación de BMW o Vodafone y diga “ahora vamos a prestarle atención a la responsabilidad social corporativa.” O uno tiene que conocer a esa persona que es responsable por ese presupuesto en los próximos dos años. Lamentablemente, los gerentes de nivel medio se guían por una mentalidad orientada al máximo alcance en redes sociales, eco mediático y quiénes son los que toman las decisiones en la junta. RT Quizás mi pregunta fue algo ingenua. Sin embargo, si no podemos ir más allá de los parámetros de medición neoliberales... FF Hay que hacer ambas cosas, lograr que la gente hable de aspectos inmateriales: “valoro esto porque llevó a esto o esto otro”, al tiempo que se expande el espectro de patrocinadores, no sólo los que son considerados voces “importantes” y que se preocupan por las mediciones. El festival no está aún plenamente establecido ni respaldado, y la coalición de Berlín va a cambiar en 2021 (para cuando tendría lugar la tercera edición). Hay muchas preguntas abiertas a considerar ahora. No creo que esta sea una trienal o bienal establecida aún, aunque todos están preguntándose, ¿por qué no? RT Porque Berlín tiene muchos festivales establecidos, como Transmediale, Berlinale, la Bienal de Berlín... FF ¡La cultura es inofensiva! Se puede hablar todo tipo de cuestión política en el contexto cultural pero... ¡es inofensiva! Realmente no afecta a nadie… Ahora bien, si se habla de la ciudad, la vivienda, la renta, la ocupación de la tierra, etc, no son cuestiones inocuas, y no resulta fácil. La jurisdicción es diferente. La cultura siempre va a recibir fondos… en la medida en que sea simbólica y encaje en un cajón específico. Pero a partir del momento en que se trabaja de manera transectorial ya no se encaja únicamente en la casilla de desarrollo urbano y arquitectura. De hecho, pertenecemos a cultura, economía, legislación y desarrollo urbano y arquitectura. Es lo opuesto a la mentalidad de silo.

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Rosario Talevi Rosario Talevi es arquitecta por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Realizó estudios complementarios en la Universidad Técnica de Berlín, becada por el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD). Vive y trabaja en Berlín. Es miembro del comité asesor de Make City, el primer festival de arquitectura y alternativas urbanas de la ciudad de Berlín. En 2015 fue comisaria asociada de la edición inaugural del festival. Desde 2007 colabora con raumlabor. En este marco programó el Urban School Ruhr - un experimento pedagógico y una institución ficticia que investiga prácticas participativas y artísticas en el espacio urbano. Posteriormente co-editó la publicación Urban School Series: Explorations in Urban Practice (Dpr-Barcelona, 2017). Actualmente coordina el proyecto de investigaciónacción Making Futures Bauhaus+, una cooperación entre la Universidad de Artes de Berlín y raumlabor con motivo del centenario de la Bauhaus, en el que se desempeña como investigadora asociada. Desde 2009 ejerce la docencia en Argentina y Alemania.

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CIUDAD ‘‘ EX,, TRAORDINARIA Un festival de la ciudad debe nacer de la ciudad misma, entender su condición local para llevarla al escenario amplificado que lo global puede ofrecer.

Andrea Griborio MEXTRÓPOLI


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CIUDAD EXTRAORDINARIA Andrea Griborio

Un Festival es un acontecimiento que reúne diversas manifestaciones, por lo general artísticas, en un lugar y tiempo determinado. Es un encuentro cultural, una celebración donde lo diferente se reúne y halla un medio de expresión que permite amplificar intereses o posiciones ante aquello que se celebra. Su origen etimológico se dice proviene del inglés festival o del alemán Fest, pero en todo caso habla de una reunión, fiesta o feria que permite encontrarnos para celebrar. Un festival tiene el poder de congregar a mucha más gente que un evento o espectáculo específico, por su variedad de actos, diversidad de espacios y duración en el tiempo. Por definición, no se trata de una acción puntual, nos habla de una intención de transformación a través de la celebración, de la experiencia que se vive y que convierte lo ordinario en extraordinario, y por tanto, en inolvidable. Un festival que toma la ciudad como escenario, la celebra. Cumple con los objetivos de ampliar la cobertura y el aprovechamiento cultural y ciudadano del espacio público, fomenta en la comunidad el ejercicio de su capacidad creativa, crítica y de participación, a partir de la generación de conocimiento y la interacción a través de experiencias singulares. Un gran evento urbano convierte la ciudad en un escenario novedoso, que hace que quienes la habitan puedan darse la libertad por unos momentos de apreciarla de un modo diferente, invitándolos a re-conocer de un modo especial, las virtudes y carencias de aquellos espacios a través de los cuales transita su cotidianidad. Un festival de la ciudad transforma su realidad con la intención de volverla afable y accesible para entender y celebrar a todos los que la habitamos. Por tanto la utilización del espacio público es la clave donde deberá tener lugar esta celebración, con la finalidad de volcar la mirada a la metrópoli misma y que ésta, a su vez, la devuelva generando un diálogo por demás enriquecedor. Durante cuatro días, la ciudad de México se convierte a través del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI, en un poderoso atractivo cultural, turístico y ciudadano, que posiciona a la capital mexicana a la cabeza de iniciativas que apuestan por la generación de nuevos espacios de interacción abiertos a la ciudadanía que fomenten la construcción de la cultura urbana. 77


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MEXTRÓPOLI aporta al desarrollo de la ciudad a través de cuatro acciones estratégicas: concentrar a los más destacados actores de la arquitectura internacional y nacional y todos los interesados en la cultura; activar la reflexión y el intercambio de experiencias por medio de conferencias, presentaciones, exposiciones, mesas de discusión, talleres, puntos activos, visitas especializadas, rutas peatonales y ciclistas, fiestas y otros eventos al aire libre; exponer las propuestas, experiencias y problemas actuales en torno a temas de ciudad, cultura, diseño y arquitectura; y promover la ciudad, en este caso la Ciudad de México, como el referente de la cultura arquitectónica del continente al convertirla en el más destacado foro para reflexionar, celebrar y compartir entre expertos, estudiantes, líderes de opinión, funcionarios públicos y toda la ciudadanía, a través de diversas experiencias cívicas y urbanas desde la arquitectura. Hace falta resistir para desarrollar la fórmula que permita diseñar las políticas que harán de un evento urbano un acontecimiento sostenible y de crecimiento equitativo para la ciudad. Un festival no deberá tratarse nunca de iniciativas aisladas, y se deberán observar con cuidado las múltiples franquicias que pretenden globalizar la escena de los festivales en las ciudades. Un festival de la ciudad debe nacer de la ciudad misma, entender su condición local para llevarla al escenario amplificado que lo global puede ofrecer, es por esto, que será importante persistir y reincidir con cada edición en aquellos temas cruciales que nos permitan descifrar y mejorar el territorio que habitamos. En el caso del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI se han explorado principalmente y con diferentes matices los temas relacionados con la vivienda colectiva, la movilidad urbana sustentable y la transformación y el aprovechamiento del espacio público. Estos tres ejes que podrían servir como clave de trabajo para cualquier territorio, constituyen también la esencia de los problemas que padece nuestra ciudad y, año tras año, se retoman con la participación colectiva de todos los actores involucrados, para construir un mejor territorio. Estos temas comunes, sumados a aquellos que hacen particular nuestra metrópoli, cómo podría ser, su relación con el agua, la reconstrucción tras desastres naturales o la carencia de unos límites que nos permitan otras maneras de pensar el entorno construido, son parte de la fórmula para contribuir al desarrollo y dejar huellas productivas en el territorio festejado. Los eventos de celebración urbana deben por encima de todo, ser espacios plurales, deben alejarse de los intereses personales de aquellos que los coordinan y convertirse en una ventana que permita seleccionar y mostrar iniciativas de diversos espacios, sean estos institucionales, académicos o civiles. Sólo a través de esa pluralidad de iniciativas y posiciones se logrará consolidar un festival de la ciudad como un espacio real de celebración. Por lo tanto, se deberán mantener siempre al margen de políticas partidistas o intereses particulares con el objetivo de ser un lugares inclusivos de todas las opiniones, para hacer extraordinarios y verdaderos los escenarios de encuentro y discusión entre los diversos actores que habitamos ese espacio común de los que no tenemos nada en común al que llamamos ciudad. 78


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Andrea Griborio Andrea Griborio (1981, México D. F., México) es arquitecta por la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Zulia, Maracaibo, Venezuela (2003). Diplomada en Docencia para la Educación Superior por la Universidad del Zulia. (2007), Master en Arquitectura: Critica y Proyecto por la Fundación Universidad Politécnica de Catalunya (2009) y Master en Teoría y Practica del Proyecto de Arquitectura por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona de la Universidad Politécnica de Catalunya, España (2011). Ha impartido clases de proyectos arquitectónicos en Venezuela, Guatemala y la Ciudad de México. En 2006 funda Acontecimientos Arquitectónicos, un espacio de discusión y reflexión en torno a la arquitectura y el diseño latinoamericano, coordinando cuatro ediciones bienales de un Concurso Internacional de Ensayos sobre arquitectura. Desde 2014 es directora de MEXTRÓPOLI Festival Internacional de Arquitectura y Ciudad. 79


EN BUSCA ‘‘ DE LA BEYONCÉ,,DE OTXARKOAGA Hace falta dejar de entender lo público como un espacio desde el que financiar grandes eventos “todos los públicos” y entenderlo como espacio donde financiar “pequeños eventos para diferentes públicos”, tratando de cubrir así el espectro de otra forma.

ZEMOS98


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EN BUSCA DE LA BEYONCÉ DE OTXARKOAGA O 22 REFLEXIONES SOBRE POLÍTICAS CULTURALES PÚBLICAS EN RELACIÓN A GRANDES EVENTOS ZEMOS98

A continuación desplegamos una serie de pequeños textos que conforman entre sí y de forma combinable (libremente) lo que ZEMOS98 piensa como sujeto político colectivo acerca de los grandes eventos culturales en relación a las ciudades. Todos los micro-textos tienen un máximo de 280 caracteres para que puedan ser copiados y pegados en redes sociales. Los cedemos de manera deliberada al dominio público. #1 Los grandes eventos culturales en relación a las ciudades son como los centros comerciales: inevitables. #2 Cuando un político se planea un gran evento cultural se imagina a un turista idílico que viene y gasta su dinero generando empleo para la ciudadanía. El olor a pis y el exceso de basura no se lo imaginan, parece. #3 Imagina un pabellón de una antigua exposición universal que ha sido abandonado y ahora está completamente lleno de cacas de paloma y tiene una escalera mecánica sin motor (fue robado). Vale 6.000€/día el alquiler para grandes evento. ¿Nombre del pabellón? PABELLÓN DEL FUTURO. #4 Cada época hay una serie de palabras que emergen desde las prácticas sociales y que son usadas para engalanar los documentos sobre los que se alzan los grandes eventos culturales. ¿Cuáles son las palabras que ahora ‘lo petan’ entre las consultoras que ayudan a las concejalías de cultura? #5 Un gran evento siempre va a usar los grandes números para justificar su presencia. Hay que analizar si está generando un impacto no basado en lo cuantitativo. Y esto requiere de NO usar indicadores convencionales.

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#6 ¿Podríamos tener indicadores que midieran el impacto medioambiental de los grandes eventos? Quizás así habría argumentos (también basados en las evidencias y no en lo intangible) para no hacer según qué barbaridades. #7 El modelo de cultura mainstream no va a desaparecer y es complicado oponerse a ella. Lo que necesitamos es asegurar que ‘los peces grandes’ no están haciendo desaparecer a los ‘peces medianos y pequeños’. #8 La hamburguesa existe y existirá. El pintxo minúsculo y exclusivo existe y existirá. La pregunta sigue siendo cómo fomentar un modelo de ciudad y de políticas culturales que fomente la cultura popular sin que eso signifique aniquilar la experimentación. #9 Una pregunta legítima sobre los grandes eventos culturales es: ¿qué generan para el tejido local? Si la respuesta es que da trabajo exclusivamente al sector servicios, igual es que algo no se está haciendo bien. Si en cambio generan transformaciones en los tejidos productivo-creativos, entonces ‘ni tan mal’. #10 En muchas ocasiones los grandes eventos son una excusa para enmascarar la falta de alternativas de ocio a pequeña escala que existen en los barrios de múltiples ciudades. Hay que repensar el modelo de ocio juvenil. #11 La pregunta para un gestor cultural público debería ser, ¿cómo puedo hacer que las niñas y niños de mi ciudad tengan un ecosistema que les haga desear ser artistas sin que eso implique una idolatría ciega o la búsqueda acrítica de la fama? #12 Internet es un lugar que ha favorecido la multidireccionalidad del conocimiento. ¿Cómo podemos importar ese modelo a nuestros eventos culturales? #13 El modelo broadcast de la cultura no está muerto. Y seguirá vivo. La pregunta es, ¿cómo podemos generar un modelo de cultura que fomente el peer to peer? #14 Hay preguntas disonantes y extrañas que podríamos hacer para cuestionar también el público al que se dirigen los grandes eventos. ¿Existen grandes eventos dedicados a personas mayores? ¿Existen grandes eventos hechos por personas racializadas? ¿Y a madres? #15 ¿Cuánto cobran las personas que limpian tu macro festival? Este podría ser otro indicador para medir cómo de ejemplar es un gran evento. #16 ¿Por qué lo llaman voluntariado cultural cuando quieren decir trabajo gratis?

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#17 Hemos de preguntarnos qué modelo de sociedad está promoviendo un evento, sea del tamaño que sea. Si no genera el encuentro entre personas ¿para qué sirve? #18 Hace falta dejar de entender lo público como un espacio desde el que financiar grandes eventos “todos los públicos” y entenderlo como espacio donde financiar “pequeños eventos para diferentes públicos”, tratando de cubrir así el espectro de otra forma. #19 Entre lo público-convencional y lo privado-rentable debe haber un espacio para lo común: un tipo de políticas culturales que experimenten más que lo público pero cuyo objetivo no sea el de maximizar los beneficios. #20 Los grandes eventos culturales muchas veces conciben al público como una masa homogénea de consumidores. Necesitamos entender al público como una godzilla amorfa y heterogénea y tratar de preservar que se activen palancas de cambio social. #21 Los grandes eventos culturales sí pueden tener un papel crucial en normalizar prácticas sociales consideradas marginales: programar artistas a favor del colectivo LGTB, feministas, racializadas, ecologistas en este tipo de eventos puede ayudar a estas luchas. #22 Programar a Beyoncé está bien. Pero igual o más importante es generar las condiciones para que emerja una Beyoncé de Otxarkoaga o del Polígono Sur (Sevilla).

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ZEMOS98 En ZEMOS98 apostamos por la transformación social como una constante de nuestro trabajo. En los últimos años se ha ido consolidando nuestro papel como intermediarios entre distintos agentes con el fin de fomentar la cultura de la participación, la construcción de ciudadanía crítica, el hackeo de las narrativas dominantes o el cuidado de los bienes comunes. Dicho papel se refiere a un rol intangible pero crucial: el de la mediación. La mediación es nuestra capacidad para activar relaciones de pares entre activistas, artistas, académicas, fundaciones e instituciones públicas con el propósito de conectar lo social, lo político y lo cultural. Es una herramienta para la imaginación y la intervención capaz de diseñar procesos y dispositivos que sirvan para generar una sociedad más democrática e inclusiva. 85



BILBAO BILBAO ...


LA CIUDAD INSTANTÁNEA ‘‘ VERSUS,, LA CIUDAD PERMANENTE La construcción de la imagen y la marca de la ciudad no es sólo lo que se hace desde o se ve en el marketing, sino lo que hacemos todos/as cada día al “abrir la persiana de nuestra ciudad”.

Mercedes Rodríguez Bilbao Turismo


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LA CIUDAD INSTANTÁNEA VERSUS LA CIUDAD PERMANENTE Mercedes Rodríguez

En el comienzo de la década de los 90 y ante el panorama de degradación y profunda crisis económica, medioambiental y social de la ciudad de Bilbao y su área Metropolitana, las instituciones públicas y las principales empresas del tejido industrial que quedaban, se ponen en marcha para replantearse el futuro y devolver a la ciudad el protagonismo que ésta había tenido como metrópoli industrial, financiera, comercial y naval en el siglo XIX. Surge el momento de construir una ciudad postindustrial de servicios en una moderna región industrial en el que el entorno urbanístico, medio ambiental, la calidad de vida y su proyección internacional devuelvan el futuro y la esperanza a los ciudadanos. En definitiva, resultaba necesario realizar una reflexión en torno a una profunda transformación de la base económica de Bilbao, planificando estrategias económicas, de infraestructuras y servicios propios ya no sólo de una ciudad, sino de una metrópoli. Entre los años 1991-2000 en el seno de la Asociación Bilbao Metropoli-30 se diseñó el Plan Estratégico para la Revitalización del Bilbao Metropolitano, que debía fijar un conjunto coherente de objetivos a corto y a largo plazo y que permitiera aunar voluntades y coordinar las actividades de los diferentes niveles institucionales. El Plan Estratégico del Bilbao Metropolitano definió ocho temas críticos para el proceso de revitalización: 1. Recursos humanos 2. Metrópoli de servicios avanzados en una moderna región industrial 3. Movilidad y accesibilidad 4. Regeneración medioambiental 5. Regeneración urbana 6. Centralidad cultural 7. Colaboración público privada y 8. Acción social. Este puede señalarse como el comienzo de una historia de treinta años de trabajo para configurar el retrato de la ciudad actual en la que la importancia del ocio y los servicios es una realidad avalada por la proyección

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internacional y atractividad de la ciudad en estos años. Premios internacionales prestigiosos, turistas, congresos profesionales, eventos internacionales, delegaciones de todo el mundo interesados por la transformación integral de la metrópoli, estudiantes extranjeros, inversiones, nuevas universidades, son indicadores que avalan los logros conseguidos. Una etapa importante está conseguida en esta transformación. Queda por avanzar y también hay sombras en este camino que deben estar presentes en las agendas de todos/ as, y como no, en este foro de urbanismo y participación social. Podríamos decir que en el tema de la centralidad cultural se apuntaba muy tímidamente la importancia que la ciudad y la metrópoli debía prestar al tema del ocio, el turismo, la creación de una marca de ciudad , la proyección internacional, o la atractividad general del territorio. En el comienzo, hace 15 años, preocupándonos de la renovación y construcción de las infraestructuras para estos fines. En la actualidad, en el reto de proyectar una ciudad y un territorio para vivir, invertir y visitar. Una ciudad territorio que sea capaz de interesar no para una vista de vacaciones (viaje de city break), para la celebración de un Congreso o la participación en un festival de música o deportivo si no una ciudad que además de atractiva para la visita lo sea para la vida, para el talento, para la creatividad, la inversión, para el desarrollo personal y la integración social y cultural, etc. Este es el reto moderno al que nos enfrentamos desde los organismos públicos y privados que nos dedicamos a la promoción - proyección internacional de nuestra ciudad y territorio. Un reto si cabe más difícil que construir infraestructuras, porque el conjunto de acciones necesitan, mayor coordinación, mayor inversión, mayor consenso, mayor estabilidad en la acción y por qué no mayor participación ciudadana. [1] IPSOS Survey conducted may 9-16 with 1.009 U:S: adults and 350 business decisión makers . ©2018 IPSOS

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Se ha demostrado en diferentes estudios [1] que trabajar en la atractividad de la ciudad para la visita: bien en una estrategia de turismo de ocio, bien en una estrategia de (MICE), bien en la captación de eventos internacionales o bien en la proyección como destino de rodajes produce benéficos en las ciudades y territorios, generando riqueza e ingresos (beneficios económicos) si no beneficios sociales (mayores ingresos para servicios públicos y universales, empleo), beneficios medio ambientales (pues la construcción de infraestructuras se relaciona intrínsecamente con la recuperación de zonas obsoletas y degradadas de las ciudades), beneficios culturales (pues la cultura se produce y difunde en estos equipamientos, genera sinergias con otros agentes y espacios culturales que están en el magma de todas las propuestas culturales de la ciudad y el territorio. La construcción de la imagen y la marca de la ciudad no es sólo lo que se hace desde o se ve en el marketing, sino lo que hacemos todos/as cada día al “abrir la persiana de nuestra ciudad”. El reto actual es por lo tanto entender que la nueva ciudad de servicios y eventos es un todo en el que la conexión entre la promoción de la marca ciudad, genera interés para la visita (turismo), para los negocios (inversión, nuevas empresa, talento) y para vivir (ser nuevo ciudadano). El reto está servido, el camino trazado, los problemas y riesgos están, se trata de volver a tener éxito.


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Mercedes Rodríguez Larrauri Licenciada en Pedagogía, y Máster Internacional en Ocio. Fue responsable del Área de Investigación y Nuevos Proyectos en el Instituto de Estudios de Ocio de la Universidad de Deusto, desde 1994 hasta 1998. Anteriormente, durante los años 1991 a 1994, trabajó en los Equipamientos Culturales dependientes de la Diputación Foral de Bizkaia. Desde 1998 hasta febrero de 2007 desempeñó el cargo de Directora de Administración Turística y Competitividad en el Departamento de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno Vasco. Desde marzo de 2007 a julio de 2009 ha sido la Directora de “BASQUETOUR” Agencia Vasca de Turismo del Gobierno Vasco, la cual fue creada durante su gestión. Desde el 1 de julio de 2009 hasta la actualidad es la Directora de turismo de la ciudad de Bilbao. Sigue compaginando su tarea de gestión con la formación universitaria en el Máster en Gestión de Proyectos de Ocio y en el Máster de Gestión de Eventos de la Universidad de Deusto. 91


UNA CIUDAD ‘‘ MU,, CHOS MUNDOS

Además de esta ciudad del encantamiento diferencial, más allá de la luminosa y brillante sombra que se extiende, en este mismo Bilbao existen otras muchas ciudades.

Ricardo Antón ColaBoraBora/Karraskan


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UNA CIUDAD MUCHOS MUNDOS Ricardo Antón

Cuando era pequeño y bajaba los domingos a la Plaza Nueva a cambiar cromos, pensaba: «Cuando sea mayor quiero vivir aquí, en el centro de todo». También me acuerdo de ir a calzados La Palma. Te atendía un montón de gente vestida con bata blanca y te daban un globo que se sujetaba flotando con un alambre. Hace poco, tras años de agonía, tuvieron que cerrar, con parte de aquellas mismas trabajadoras manifestándose en la puerta... Resulta facilón pensar que no supieron adaptar a los tiempos su modelo de negocio. He oído decir que ahora ahí igual ponen un show room de IKEA… No se cuanto de cierto hay en ese rumor. Comercios locales sustituidos por sucursales bancarias o cadenas comerciales, el sector textil sustituido por el de telefonía, sustituido por el de objetos de regalo y souvenirs. Y todo ello sustituido en gran medida por bares, restaurantes, hoteles y pisos turísticos. Y sobre todo terrazas. ¡Muchas terrazas! ¿Cuántas terrazas puede soportar un barrio?... A veces me sorprendo a mi mismo como Mr. Snoid, dando patadas a sillas de terrazas que obstaculizan mi discurrir cotidiano. Hace poco, un amigo ha abierto un bar en la Plaza Nueva y también me he sorprendido a mi mismo deseando que le diesen licencia para poner su cacho correspondiente de terraza, porque si no el bar no le iba a funcionar. Y luego además, está esa gente que te pregunta: «¿Qué pasa, no te gustan las terrazas? ¿Tu nunca te sientas en ellas?» La pregunta trampa, aquella que lo lleva todo al plano individual, al “la culpa es de todas”, impidiendo, no solo diferenciar los distintos planos de competencia y responsabilidad existentes, sino intentando desactivar las posibilidades de análisis y proposición colectiva de alternativas. Fui creciendo y pasé muchas horas en las calles del Casco Viejo. Aún echo de menos el Gaueko. Y el Gaztetxe en Banco de España. Lloré de impotencia cuando lo desalojaron. Aquellas manifestaciones multitudinarias y corear lo de «¡No estamos todas, falta el esqueleto!». Muy parecido a lo que sentimos 93


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cuando desalojaron y derribaron Kukutza veinte años después. En Banco de España, de la mano de la bbk, pusieron el Aula de la Experiencia de la EHU. El hueco que dejó Kukutza todavía hoy sigue vacío. Hace unos años, alguien, una noche, hizo una pequeña gran acción simbólico-reivindicativa y sobre las vallas que circundan el solar, rotuló en gran tamaño el logo del Azkuna Zentroa. Un irónico juego aludiendo al centro cívico-cultural de nueva generación, que comenzó llamándose Alhóndiga, para pasar después a denominarse en honor del que fue mejor alcalde del mundo. Aquel alcalde que en pleno conflicto sobre el desalojo de Kukutza, dijo una de esas frases que, en su aparente simpleza, desvelan todo un sistema de pensamiento y acción política: «El Ayuntamiento tiene que defender la propiedad privada». También eran tiempos de violencia. La lacra con la que crecimos en mi generación. La violencia como algo normalizado y justificado. Casi todos los fines de semana batallas campales, barricadas ardiendo, cargas policiales... Mucha gente amenazada que estuvo años sin poder entrar al Casco Viejo incluso con escolta. Parece que hemos superado esa etapa, que algo hemos madurado como sociedad. O quizá es que ahora la violencia es de otro tipo, más sorda. La violencia del capitalismo neoliberal. El fascismo blando al que no se le aplica a Ley Antiterrorista sino que se le cede el espacio público para que despliegue sus armas de seducción, a base de entretenimiento, consumismo y endeudamiento. Y en medio de todo eso... las trabajadoras culturales. Autónomas y desarticuladas. Precariado sin conciencia de clase. ¿Por (in)consciencia o por incapacidad? Sea como sea, el eslabón tan útil como fácilmente reemplazable de la cadena. Antes, si tenías un grupo te plegabas a tocar delante de la pancarta de las Gestoras Pro Amnistía (o no tocabas). Ahora, te pliegas a tocar sobre el escenario de Heineken, Vodafone o el patrocinador de turno (o no tocas). Puede que en realidad, nada haya cambiado tanto. Si desobedeces puede ser tu last tour, tu carrera puede verse gravemente afectada. Por esos años también llego el Guggenheim… El buque insignia del capitalismo experiencial globalizado. ¡Quedaba inaugurado el nuevo Bilbao! El Bilbao que será el de las soluciones urbanas, las obras civiles como la regeneración de la ría o el metro, los servicios avanzados, el conocimiento, las industrias 4.0. Ese Bilbao tan limpio, cómodo e incluso bello, que a todo el mundo le gusta mucho más; y que ante cualquier crítica, te pone en el disparadero y te ataca con otra de esas estúpidas preguntas tipo «¿A ti te gustaba más antes cuando estaba sucio y contaminado?». El Bilbao de la cultura como recurso, como instrumento de atracción y generación de valor simbólico, monetizable a partir de visitas turísticas, pero sobre todo, por la generación de visibilidad y relevancia internacional. La marca BILBAO. El efecto Bilbao, un caso de éxito estudiado en universidades de todo el mundo. Eso que tantas otras ciudades han tratado de imitar poniendo en sus planes y presupuestos un museo de autor y/o un museo franquicia. Un museo... o muchos, como hace ahora Málaga. Es la batalla por la atracción, la competición entre ciudades marca. Una carrera sin frenos y a lo loco, como

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aquellas Renault World Series con bólidos atravesando a todo trapo el Bilbao de 2005. Una ciudad que ya desde lo público se ponía a completa disposición del evento, desde una concepción de escenario televisable y circuito para el flujo acelerado de acontecimientos. Una ciudad mercantilizada, con instituciones empresarializadas, al servicio del espectáculo industrializado, cuya vida social está completamente mediada y condicionada por un capitalismo, que todas, en mayor o menor medida, tenemos interiorizado y naturalizado. Una ciudad entendida como escaparate publicitario, en la que allá donde mires hay un anuncio: banderolas en las farolas, grandes lonas en fachadas, mupis en estaciones y marquesinas, los propios medios de transporte como soporte... Hace ya más de 13 años que vivo en el Casco Viejo, al lado de la Plaza Nueva. Sí, ahí, en el centro de todo. Muchas veces me viene a la cabeza una de mis obras de arte favoritas: una gran pancarta de Juan Pérez Agirregoikoa colgada en el centro del atrio del Museo Guggenheim, en la exposición Chacun à son goût (Todo a su gusto), con la que se celebraba el decimoquinto aniversario, no solo del Museo, sino de esta nueva era. La pancarta planteaba un desasosegante interrogante: «¿HABÉIS CEDIDO A VUESTROS DESEOS?». Y sí, en este tiempo he ido viendo como la tendencia de lo eventual y turistizado ha ido ganando terreno, acompañada de los circunstancialmente favorables efectos del cambio climático, que nos han traído una verdadera Euskadi Tropikal. Al principio era algo puntual que despertaba hasta cierta simpatía. Luego empezaron a aparecer por grupos. Y en los últimos 5 años la cosa se ha desbocado. Parece que se han dado las condiciones para “la tormenta perfecta”: la relación catalítica cada vez mejor engrasada entre tour operadoras a la búsqueda de nuevos destinos que esquilmar, instituciones públicas desesperadas por encontrar nuevos modelos productivos, y el sector empresarial del turismo cual monstruo de múltiples cabezas. El Casco Viejo es ya pasto de la visita guiada y la experiencia paquetizada. Aun no ha llegado, pero se vislumbra un posible colapso de la vida cotidiana. Ya resulta complicado ir por algunas calles con el carrito de la compra. La Calle Correo habitada por compradoras, rebaños de turistas y algunas vecinas que corremos el riesgo de convertirnos en meras figurantes. Y estatuas humanas. Me gusta especialmente una que representa a un camarero resbalando estrepitosamente, tratando de al caer mantener equilibrada su bandeja. Un artificio estructural permite al intérprete mantener fijado ese instante del accidental volatín. Si le echas una moneda, alegremente modifica la posición para representar otro frame de la caída (una metáfora perfecta de hacia dónde nos encaminamos). También están los músicos callejeros. Uno ya histórico es Pascual. Él ya cantaba aquí mucho antes de que llegasen los turistas. Llegó incluso antes que la ola de inmigración extranjera. Hay quienes le conocían como “el negro de Bilbao”. Tal es así, que es quien hace de Rey Baltasar en la Cabalgata. Uno de los temas estrella de Pascual es el What a wonderful world de Louis Amstrong. Imaginaos, día a día, año tras año, atrapadas en un mundo maravilloso que deviene en pesadilla. Como Bill Murray en Atrapado en el tiempo, pero sin aparente mejora.

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Pero por suerte, además de esta ciudad del encantamiento diferencial, más allá de la luminosa y brillante sombra que se extiende, en este mismo Bilbao existen otras muchas ciudades. Una ciudad muchos mundos, como ese programa artístico que desarrollan las amigas de Intermediae. Ciudades en las que conviven -o cuando menos cohabitan- distintas realidades. Realidades que no están separadas de esa ciudad hegemónica, sino que contribuyen a configurar un conjunto complejo, poliédrico y mutante. Una ciudad de ciudades que es una amalgama unida por puentes, membranas, grietas, intersticios o espacios transicionales, que configura un ecosistema, que pese a quien pese, no es fácil homogeneizar y dominar. Una amalgama unida sobre todo por PERSONAS, que se afectan unas a otras, que se saben interdependientes, que son parte de un sistema social relacional, en el que el mutualismo y lo simbiótico se encuentran en pugna con el extractivismo y el parasitismo. Personas que tratan de mantener el mimo, que intentan valorizar la dimensión de los cuidados, que se esfuerzan por reaprender a compartir y cooperar. Personas que entrelazan sus propias redes, intercambian experiencias, coproducen situaciones, disfrutan juntas, se comprometen colectivamente. Personas que son más fruto de habitar y encarnar sus conflictos, contradicciones y anhelos, que de fortificar sus certezas. Personas que reclaman a sus instituciones una mayor colaboración público-social y que se ocupen más de mantener la biodiversidad en lugar de potenciar monocultivos. Personas, que quizá mientras hoy termino de escribir esto, estén acudiendo a uno de esos conciertos indies celebratorios de los MTV Awards, pero que también quizá, luego, al volver a casa, puedan perderse a la deriva y conocer así algunos de esos otros Bilbaos, extraños, palpitantes, donde la pura vida aun es posible. Acabo reinterpretando el chiste: «¿Me da un mapamundi de los mapamundis de Bilbao?».

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Ricardo Antón Ricardo_AMASTÉ. Bilbaíno a pesar de todo. Entre el “Preferiría no hacerlo” y el ¡No puedo parar!. Maestro ignorante y des-artista. Habitante de ColaBoraBora, una isla entre la realidad imperante y el deseo proyectado, en la que se dedican a redefinir los QUÉs transformando los CÓMOs. Investigadora y cobaya en el laboratorio de prácticas colaborativas Wikitoki. Tratando desde KARRASKAN de que cale eso de la innovación en cultura y la cultura de la innovación. Contribuyendo al despliegue de la Economía Social y Solidaria desde REAS Euskadi. Intentado poner la vida en el centro. 97


TIEMPO‘‘DE VA,, LIENTES

Son tiempos de valientes y en el mundo del comercio sabemos que el camino actual nos lleva hacia una muerte dulce.

Jorge Ayo

Agrupación Empresarial de comerciantes, hosteleros y empresarios BilbaoCentro


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TIEMPO DE VALIENTES Jorge Ayo

En BilbaoCentro, seguramente debido a la situación actual del comercio y las amenazas a las que se enfrenta, predicamos con el ejemplo la máxima de arriesgar en el día a día, de ser motores de cambios y de revelarnos a ser engullidos por las inercias que nos presentan un panorama social y comercial que no es del gusto de nadie. Son tiempos de valientes y en el mundo del comercio sabemos que el camino actual nos lleva hacia una muerte dulce, al menos en referencia a la presencia masiva de comercios en nuestras calles y a la calidad de los mismos. Parece mejor no hablar de la importancia social del sector, que hace de la situación de reconversión actual un acicate para la acción. Son varios los frentes que abordar, entre ellos la promoción del comercio y la hostelería de la villa. Este eje es trasversal a otras estrategias de ciudad que tan buenos resultados están dando en la creación de atributos ligados a la marca de la ciudad. Al igual que en el comercio, todos giramos sobre el mismo término: la calidad. Es lógico pensar que la realización de eventos de diferente tipología y tamaño forma parte de una estrategia acordada por quienes lideran la promoción de Bilbao y del resto del territorio, las instituciones vascas. El retorno que logra un calendario de eventos de diferente carácter tiene una evaluación compuesta por múltiples variables que, en función del peso que se le otorgue a cada una de ellas, logran demostrar su rentabilidad o no. La promoción de la marca a nivel internacional, la repercusión económica directa, el futurible retorno en clave de visitas, eventos o negocios o, incluso, dotar a la marca Bilbao o Bizkaia de un componente social componen parte de las variables que se tiene en cuenta a la hora de valorar la rentabilidad económica de los eventos. En cualquier caso, y dando por establecido un sistema cuya valoración tiene una base objetiva pero muchos componentes

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sin duda subjetivos, considero importante pasar de la oratoria a la práctica en determinadas políticas que se desarrollan en el capítulo de los eventos, todas aquellas relacionadas con el carácter de las iniciativas que se ponen en marcha. No hablo de discriminación positiva en un mundo que impone la globalización. Creo que el tipo de evento y su carácter, el origen del promotor y de las empresas que le dan soporte al mismo, el seguro desarrollo económico que supondría a futuro la especialización de Euskadi como país que exporta eventos y la promoción real de la creatividad e innovación como valor a cuidar, tienen que ir ligadas y ser base de la estrategia de país. Hablamos de desarrollos coherentes con nuestra historia y con esas señas de identidad que venimos trabajando, alejándonos quizás de eventos que poco tienen que ver con nuestros gustos, dando la sensación de abandonar la estrategia, buscando no bajar la tensión de un calendario plagado de grandes tracas. En cualquier caso, es tiempo de valientes y podemos asumir que a veces la pólvora esté mojada. Además, la repercusión en el posicionamiento de la marca es incuestionable a nivel internacional y la sociedad está orgullosa de ello. Convenimos que son dos los capítulos sobre los que plantear ajustes de estrategia. Por una parte, la necesidad de volver la vista a los eventos de formato medio o incluso pequeño para su empoderamiento pero, especialmente, si tienen relación con nuestro carácter o suponen una plusvalía en favor de nuestros sectores económicos. Por otra parte, la rentabilidad económica directa sobre nuestro tejido económico de los eventos que se traen a nuestro territorio. En una sociedad en formación continua en lo referente al desarrollo de su perfil turístico e incluso en la creación y empaquetado de sus productos exportables, es el comercio la cenicienta de las actividades económicas en lo referente a su exposición turística, donde incluimos los eventos. A este respecto, y como modelo planteado desde BilbaoCentro, concebimos la moda como un desarrollo pendiente de apoyo real a través de los agentes que ya existen y bajo el liderazgo estratégico de las instituciones. En este caso se da una encrucijada, la de apoyar la promoción del sector de la moda, santo y seña del comercio de BilbaoCentro, con agentes que trabajamos en su promoción desde hace años, u optar por la compra de un evento de primer nivel internacional. En el capítulo de la repercusión directa de los eventos, estamos en la primera estación para la presentación y venta de comercios especiales, no de un tejido comercial de alta calidad. Lo cierto es que seguimos acomplejados con respecto a nuestros comercios y aquellos venidos de otras tierras pero de gran calidad, pensando que los compradores solo vienen de las grandes mecas del Shopping mundial. Bilbao tiene un gran comercio que no enseñamos y estas situaciones ya pasan factura en dos aspectos. El comercio de alta gama, aquel que nos hace mejor que otras ciudades de nuestro entorno no recibe el apoyo y promoción ante

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los visitantes, no permitiendo el cierre de nuevas ventas. ¿Alguien pone en dudas que las boutiques de Bilbao que venden grande marcas internacionales no son atractivas para los consumidores españoles o internacionales? Es un formato único y de la máxima calidad. Vamos a buscar valientes dispuestos a equivocarse, o acertar. Si vendemos destino cultural y gastronómico, creo que todos vemos un destino cojo, al no contar con el Shopping en este mix de ciudad. La palabra ocio, se conforma a través de múltiples actividades abrazadas. Por otra parte, nos enfrentamos a la necesidad de desandar un camino que nos empobrece, con mensajes a favor de una oferta comercial pobre en calidad pero que ocupa nuestro centro del centro. La manera de vestir y consumir ha perdido enteros en una sociedad destacada por su gusto por la moda. BilbaoCentro ha asomado con actividades de promoción de las boutiques y grandes tiendas de Bilbao y con la puesta en escena de prototipos bilbaínos de elegancia para mostrar el camino, pero nos queda tiempo aún de predicamentos. Quizás falten valientes. El modelo es Milán. Lógicamente hay que pensar en los mejores, una ciudad que lleva en su ADN la elegancia y sus ciudadanos son los embajadores de lo que queremos para Bilbao. Eventos de moda unidos en red y coordinados, y apoyados en condiciones, claro. Por último, apuntar que son relativos los ajustes que llevar a cabo pero quizás el más importante es creer que es de justicia visibilizar el comercio de Bilbao ante el turista, incorporarlo en nuestro porfolio y apoyarse en los que trabajamos en el sector, con experiencia probada y capacidad de generar equipo para multiplicar, y no sumar.

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Jorge Ayo De formaciรณn y vocaciรณn, periodista. Actualmente Gerente de la Agrupaciรณn Empresarial de comerciantes, hosteleros y empresarios Bilbao Centro 103


CULTURA ‘‘ Y ESPEC,, TÁCULO Los problemas surgen cuando lo que se ofrece en la ciudad son eventos masificados con una dosis desproporcionada de mercantilismo y superficialidad.

Francisco Javier Muñoz Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbao


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CULTURA Y ESPECTÁCULO Francisco Javier Muñoz

Cuando surge la pregunta sobre el impacto que producen los grandes eventos culturales en la ciudadanía de Bilbao se hace necesaria una reflexión previa sobre de qué cultura estamos hablando. Porque si se trata de difundir la cultura universal, la que no tiene fronteras ni fecha de caducidad, la que, con el tiempo, ha ido agrupando las principales artes como la música, las artes escénicas, el cine y la literatura, no puede haber ninguna duda de que merece un fuerte respaldo y más fuerte aún sin son las instituciones públicas las que toman la iniciativa. También la cultura popular de nuestro pueblo, del país donde vivimos, la que se expresa a través de las tradiciones y refleja sentimientos, historias, lenguajes y costumbres convertidas en narraciones orales, en música, danza y poesía, merece un impulso permanente más allá de los escenarios locales y los aniversarios patronales. La CULTURA con mayúsculas, engrandece cualquier ciudad y hace mejores a sus gentes. Esta cultura no siempre se desarrolla en los espacios públicos de nuestra ciudad y, sin embargo, son los lugares que han formado parte de su historia reciente Los problemas surgen cuando lo que se ofrece en la ciudad son eventos masificados con una dosis desproporcionada de mercantilismo y superficialidad. Son eventos de una supuesta “nueva cultura” financiados con capital público que esconden ofertas de ocio cuyo objetivo principal es atraer un turismo de consumo barato y rápido con recaudaciones económicas para sectores privados muy limitados.

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Debemos dejar claro que este tipo de turismo no debe marcar el futuro de nuestra ciudad porque sus gentes apenas salen ganando, pero si soportan las consecuencias negativas de la masificación. No podemos convertir nuestra ciudad en una sala de sesión continua de espectáculos. La cultura masificada no debe dominar las ciudades. Lo que debiera hacerse es extender actividades verdaderamente culturales por el conjunto de los barrios que integran nuestra ciudad y no sólo en el Bilbao escaparate. Favorecer el desarrollo de actividades culturales en todos los barrios de Bilbao significa acercar la cultura universal –la música, las artes escénicas, la literatura- y la cultura popular -el folklore, las canciones y poesías locales- a la ciudadanía incorporando procedimientos de participación. Los responsables institucionales de turismo tienen que invertir en crear espacio público, no en marketing. La promoción turística está creando una versión barata de la ciudad, es decir, un lugar para consumir y para hacer fotos sin importar que la gente se vaya después a otro sitio. Los espacios públicos en cada barrio donde volcar las actividades culturales deben ser acogedores, sociables y seguros. Deben permitir el contacto inter-generacional y la diversidad cultural como clave del desarrollo conjunto de los barrios. Se debe garantizar que las calles, plazas y espacios públicos de Bilbao fomenten el encuentro, la convivencia y el ocio festivo y cultural respetuoso con su entorno residencial o artístico. Debe impedirse que estos espacios se conviertan en la práctica, de forma abusiva y permanente, en terrazas o calles de juerga y en la extensión festiva que degradan los barrios y se burlan del derecho prioritario de los residentes a la inviolabilidad de sus viviendas. Esos ingredientes están desde hace tiempo sobre la mesa de las instituciones

(*) Vg: URBANBAT, Santiago Burutxaga, Hacería, y tantos otros.

en forma de propuestas tanto de gestores de actividades culturales (*) como desde las Asociaciones y colectivos sociales más representativos. Es perfectamente compatible una programación gestionada desde las instituciones públicas y los agentes antes citados, conociendo cuáles son las demandas de la ciudadanía y qué respuestas darían a un programa continuado de actos. Un espacio cultural público debe ser considerado un punto de encuentro ciudadano en el que los vecinos y vecinas participan, bien desarrollando sus propios proyectos, bien exponiendo sus intereses, apetencias y necesidades y compartiendo su colaboración con los responsables institucionales. El elemento fundamental sería garantizar la participación en la preparación de los actos culturales, de los agentes sociales y culturales mas representativos, previamente a la realización de los eventos.

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Francisco Javier Muñoz Nací en Bilbao hace 75 años. A partir de los catorce años compartí los estudios con el trabajo como aprendiz en una central lechera que había en el barrio y, más tarde, en los Laboratorios de Olabeaga, también cerca de Basurto. Algunos años más tarde entré en la empresa EDESA. Fue en el trabajo donde conocí a mis primeros compañeros de fatigas y con ellos aprendí a luchar por la libertad y los derechos laborales que la dictadura franquista secuestró. Conseguimos las libertades sindicales y, gracias a ellas, el comienzo de un periodo intenso e inolvidable del que conservo el orgullo y el recuerdo de haber contribuido como tantos otros, desde 1977 hasta bien entrados los ochenta, a levantar desde sus cimientos el Sindicato de CCOO como Secretario de Organización en Bizkaia y más tarde, en el País Vasco. En 2007, junto a compañeras y compañeros de otros colectivos de diferentes barrios, recuperamos la Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbao, de la que sigo formando parte y presidí hasta 2018. 107


SALTO AL ‘‘ VACÍO CON ,, MUSEO AL FONDO Atraer y gestionar la mirada es hoy acumular la energía libidinosa del espectador-consumidor para poder descargarla después espectacularmente a través de eventos monetizables.

Jaime Cuenca


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SALTO AL VACÍO CON MUSEO AL FONDO Jaime Cuenca

En mayo de 1998, tan solo siete meses después de su inauguración, tuvo lugar el primer gran evento junto al museo Guggenheim Bilbao. Los Smashing Pumpkins presentaron su disco Adore ante 4.000 personas en un modesto escenario encajonado junto al estanque, donde hoy se alza la araña de Louise Bourgeois. El otro costado del museo, cercado aún por contenedores de mercancías y coches aparcados, no permitía entonces grandes aglomeraciones. La localización obligó a colocar lonas en el puente de la Salve para evitar que el concierto se siguiera gratis desde allí. Algunos meses después, sin embargo, el puente mismo se convirtió en parte del fugaz escenario de un segundo evento; un evento con un público literalmente global y que obtuvo una recaudación de 362 millones de dólares: la visita de James Bond a los alrededores del Guggenheim. En la escena que abre la película El mundo nunca es suficiente, el agente 007 se encuentra en Bilbao para recuperar el dinero de un empresario británico de manos de un banquero suizo. En apenas tres minutos, James Bond se las arregla para flirtear con la asistente del banquero, presenciar su asesinato y saltar por la ventana del despacho con un maletín cargado de billetes para aterrizar sin despeinarse delante de Puppy. Finalmente, se aleja del museo con paso distraído y elegante por el puente de la Salve. Es este segundo evento –virtual–, más que el primero, el que esclarece la escala y el sentido de la función desempeñada por el museo Guggenheim como eficaz atractor de eventos en el Bilbao regenerado. Un salto al vacío atravesado de deseo y colmado de glamour cosmopolita, que se ejecuta ante una audiencia global y que a la postre resulta muy lucrativo para alguien: esta es la forma-evento que concita el Guggenheim desde sus mismos inicios. Erraría de pleno quien buscara una cierta educación del público o un fortalecimiento del tejido cultural entre las ambiciones de los Patronos

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fundadores. Al contrario, el propio proyecto del museo ha sido presentado una y otra vez bajo la especie de una forma-evento capaz de multiplicarse a sí misma. El mito fundacional habla de una ciudad gris, decadente, asediada por el terrorismo y la crisis industrial y conducida al límite mismo de su supervivencia por las riadas de 1983. De entre el caos de esas aguas primordiales emerge el Guggenheim como apuesta visionaria de las instituciones, como un incomprensible salto al vacío, glamuroso, cosmopolita, sexy. Si este salto mítico, además de arriesgado, ha acabado mostrándose también tremendamente lucrativo, se debe a la capacidad del Guggenheim para contagiar a su alrededor la forma-evento bajo la que emergió y que organizó su estructura y su funcionamiento (colección incluida). Después de todo, cuando se crea y se cree un mito, uno queda cautivo de su proliferación ritual. Recuérdese, si no, el entusiasmo que ha suscitado en sus tres ediciones bilbaínas la competición de salto de la marca Red Bull. En otros lugares, los cuerpos semi-desnudos de estos clavadistas internacionales dibujan en el aire prodigiosas proezas deportivas. Aquí, sus fugaces contorsiones entre el puente de la Salve y la ría, con el Guggenheim al fondo, nos devuelven al tiempo detenido de nuestro propio salto al vacío fundacional. El capitalismo –escribía Benjamin– reactiva las fuerzas míticas en el interior de un sueño colectivo. Pero todo sueño debe ser soñado por alguien. En la escena inicial de El mundo nunca es suficiente, al aterrizar con elegancia frente a Puppy, James Bond se encuentra con un pequeño grupo de paralizados peatones que lo miran atónitos. Él les devuelve brevemente la mirada antes de seguir su camino como si tal cosa. Esa pequeña audiencia del salto al vacío, compuesta por extras, era sólo una mínima fracción del público de curiosos bilbaínos que estaba presenciando el rodaje en Bilbao. Y, al mismo tiempo, este constituyó un porcentaje insignificante de los espectadores que vieron el salto al vacío en pantallas de todo el planeta. “Mirar es contagioso”, escribe Cristina Angulo en la crónica de El País que cubrió la tumultuosa estancia de Pierce Brosnan en Bilbao en febrero de 1999. En efecto, todo evento requiere su público y una proliferación de la forma-evento sólo se sostiene sobre un contagio de la mirada. Aquí descansa en última instancia la misteriosa eficacia del Guggenheim a la hora de eventualizar cuanto toca: su colección, sus alrededores… con el tiempo, la ciudad toda. Funciona, desde sus mismos comienzos, como un polo de atracción de la mirada. Se objetará que no hay nada nuevo en esto y que las fachadas del Rijksmuseum o el Metropolitan quieren ser también majestuosas trampas para la mirada del transeúnte. Pero tratar con la mirada significa algo bien concreto bajo el régimen del capitalismo seductivo en que vivimos, y el Guggenheim ha demostrado saberlo entender como pocos. Atraer y gestionar la mirada es hoy acumular la energía libidinal del espectador-consumidor para poder descargarla después espectacularmente a través de eventos monetizables. Las ciudades están tan embarcadas en esta economía de la mirada como los proveedores de contenidos multimedia, las marcas de gran consumo o las redes sociales online: este es el mapa en que nos colocamos en 1997. 110


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Año tras año, el capital de seducción del Guggenheim (es decir, su capacidad de atraer la mirada) se ha ido incrementando a través de un plan de inversiones de dinero público cuidadosamente planificadas. Al principio fue Puppy, quien debía sustituir la inexistente fachada del museo hacia el interior de la ciudad como escenario para las fotografías de los turistas. Vinieron después la araña de Bourgeois (2001), los arcos rojos de Buren (2007), las esferas de Kapoor (2011)... desde antes de que existiera Instagram, el Guggenheim ya sabía que debía ser “instagramable”. Es justamente esa inteligencia en la atracción y acumulación de la fuerza libidinal de los espectadores que lo rodean la que permite gestionar periódicamente su liberación controlada y lucrativa en forma de clímax colectivos. Este ciclo incremental de atracción de la mirada y proliferación de eventos aumenta año tras año las cifras de turistas que llegan a Bilbao y parece alimentarse a sí mismo con creciente celeridad. La meta de este salto al vacío siempre renovado nos la muestra quizá el Bilbao que aparece en Jupiter Ascending, la cinta de ciencia ficción rodada por las hermanas Wachowski en 2014: un Bilbao tomado por las caprichosas formas de Gehry, Buren y Kapoor. Un perfecto escenario de eventos futuristas por el que no camina nadie.

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Jaime Cuenca Jaime Cuenca es filósofo y crítico de arte. Trabaja en el cruce entre la teoría del arte, la filosofía política y la historia de las prácticas cotidianas, y su más reciente línea de trabajo se ocupa del papel de las tecnologías de la mirada en la conformación política de la experiencia. 113




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