Infraestructurar la accesibilidad, visibilizar el cuerpo diverso

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Infraestructurar la accesibilidad, visibilizar el cuerpo diverso Por Tomรกs Sรกnchez Criado Barcelona, Noviembre de 2014


¿Y si pensar en la invisibilidad de los cuerpos en la ciudad no fuera más que una manera de politizar las infraestructuras urbanas y la forma en que éstas han desplazado del centro ciertas articulaciones somáticas? Siguiendo a Judith Butler, “[…] la calle, como espacio público y lugar de paso es también un bien público por el que la gente lucha: una necesidad infraestructural que conforma una de las demandas de ciertas formas de movilización popular. La calle no es solo la base o la plataforma de una demanda política, sino también un bien infraestructural. […] Para que el cuerpo se mueva debe haber, normalmente, una superficie de algún tipo y debe tener a su disposición apoyos técnicos, cualesquiera que sean, que permitan que el movimiento tenga lugar. Así pues, el asfalto y la calle ya han de ser entendidos como un requerimiento del cuerpo cuando este ejerce su derecho a la movilidad. Nadie se mueve sin un entorno favorable y un conjunto de tecnologías. […] en un nivel, nos estamos preguntando por la idea de cuerpo que opera en ciertos tipos de demandas y movilizaciones políticas; en otro nivel, estamos tratando de descubrir cómo las movilizaciones presuponen un cuerpo que requiere apoyo” – J. Butler, Repensar la vulnerabilidad y la resistencia. En mi presentación en #BAT_INVISIBLES hablé de la incidencia que han tenido los movimientos de personas con diversidad funcional en el diseño urbano. Hablé no sólo de experiencias de protesta para una mejora de la accesibilidad, sino también de formatos de co-diseño de infraestructuras abiertas de accesibilidad –como las desarrolladas por En torno a la silla y la #redcacharrera– para intervenir los modos en que concibe, construye, intercambia, legisla, documenta y comparte la ciudad accesible. Al hacer esto sitúan al propio diseño ante su némesis. No en vano gran parte de estos procesos suponen poner a debate ciertas lógicas del diseño industrial, como la estandarización y la fabricación a escala. Ponerse a cacharrear diversamente, para prolongar la amistad y hacerse el mundo más a medida, y decir, con toda la ironía del mundo e irrumpiendo en un local inaccesible, “cualquier sistema que montéis sin nosotros será derribado” supone algunas cuantas cosas. Por ejemplo, abrir un hueco en la idea de que el diseño es algo de una vez y para siempre, planteando que tendremos que poder modificarlo sobre la marcha, responsabilizando a quienes gestionan los espacios cuando desplacen o rechacen a algunos cuerpos y no a otros. Pero también supone romper con la idea del creador solitario al plantear la necesidad de que se incorpore cuanta más gente y más diversidad como sea posible. Esto afectaría no sólo a cómo tener en cuenta la formación del técnico o del diseñador desde la necesidad de que considere los cuerpos diversos, sino que también supone señalar que la temporalidad de lo que se crea y el mantenimiento de lo que ahí se propone hacen del diseño algo experimental, encargado de la compleja tarea de integrar necesidades diversas de cuerpos que aparecerán desde la nada, emergiendo desde la oscuridad para querer sentarte a tu mesa y decir, ¿convivimos? Pero también implica, por terminar, visibilizar la necesidad de pensar en otros formatos productivos y en otro modo de generación de valor económico para nuestros soportes urbanos. De alguna manera esta accesibilidad “ganada” o “ejercida” por colectivos de www.urbanbat.org I @bat_info I #BAT_invisibles


personas con diversidad funcional explícita a la arquitectura como técnica de las predisposiciones de los cuerpos y revela las construcciones de cuerpos hechas piedra, realizando una intervención sobre todas esas intervenciones previas en el medio construido que no han radicalizado suficientemente cómo producir entornos más acogedores con la diversidad corporal. Pensar, por tanto, desde las infraestructuras urbanas accesibles en este sentido, supondría, creo, cambiar nuestras ideas de la visibilización, atravesadas por un imaginario democrático muchas veces simplista según el cual con hacer visibles o con incorporar a la gente a los procesos de decisión, planificación y diseño urbanos cambiaremos las cosas. Esto no será así si no dotamos de un significado radical a qué es lo que se debe hacer visible y compartido, como se vio en mi presentación y en el debate subsiguiente. La principal cuestión y la que puede desestabilizar el juego clásico de las experticias que inscribe quién puede y quién no puede participar de la construcción de la ciudad, es de corte epistémico. Para que la visibilización sea real debe suponer una apertura del propio conocimiento arquitectónico sobre el cuerpo contenido en el diseño. Porque al abrir y compartir la documentación y el proceso de lo ahí producido y el por qué de los requisitos técnicos y constructivos supone colocar en el centro del debate ese cuerpo diverso y que muchas veces ha quedado por fuera de los regímenes de visibilidad arquitectónicos o que es sólo incluido de algunas formas sí y otras no. Incluso, de alguna manera, frente a la concepción legalista y técnica de la accesibilidad, con sus códigos y leyes que muchas veces no se cumplen (a pesar de ser necesarios para garantizar derechos fundamentales), este modo cacharrero señala que quizá “hacer accesible” no tendría sentido sin que se pudiera acceder al conocimiento inscrito en las propias infraestructuras de la accesibilidad. Es decir, que visibilizar no es sólo colocarse en el centro de la plaza pública o darte un sitio en una mesa, sino hacer que todo ese conocimiento basado en la experiencia circule y que todos los conocimientos movilizados para hacer más accesible la plaza, la asamblea, la calle… se conviertan en algo que podamos compartir para romper con la invisibilización estigmatizante. La accesibilidad así planteada se convertiría en un vector de radicalización infraestructural de la democracia espacial, planteando que el diseño del espacio no puede darse de una vez y para siempre, sino como algo en perpetua construcción. Y lo hace no sólo señalando que más gente debe ser convocada al proceso haciendo valer sus saberes y sus experiencias, sino evidenciando que este proceso tiene que ver con cómo articulamos por medio del diseño nuestros vínculos con la diversidad, con que el vínculo tiene una cualidad arquitectónica, con que la política tiene una arquitectura a la que debemos poder meter mano aunque no sepamos bien o aunque no tengamos la pericia del manitas o del técnico.

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Bibliografía Véase http://tscriado.org/2014/11/18/la-infraestructura-o-el-cuidado-y-la-visibilizacion-de-las-condicionesmateriales-de-la-cultura/ Véase http://es.scribd.com/doc/231310994/Judith-Butler-Repensar-La-Vulnerabilidad-y-La-ResistenciaConferencia-en-La-Universidad-de-Alcala Véase https://entornoalasilla.wordpress.com/2014/10/14/video-resumen-de-la-primaveracacharrera/ y https://entornoalasilla.wordpress.com/redcacharrera/ Véase https://entornoalasilla.wordpress.com/2014/07/01/cuidar-a-traves-del-diseno-presentacion-enobjetologias-junio-2014/ Véase https://entornoalasilla.wordpress.com/2013/10/02/cualquier-sistema-octubre-2013/ Véase http://expdem.net/2014/06/20/una-vida-fuera-de-catalogo-la-transformacion-colaborativa-delmercado-de-ayudas-tecnicas/ Véase http://madrid.tomalaplaza.net/2012/06/07/como-hacer-las-asambleas-accesibles/ y el vídeo https://www.youtube.com/watch?v=doSMkv_MnAU

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