Este tomo 2 de la serie Zen se centra en una afirmación de Dógen: "Zen es zazen". El pensamiento del Zen es resultado de una práctica, meditativa. Zazen reúne los recios atributos de la experiencia:constituye un acontecimiento inédito en ocasiones impensado— capaz de captar a toda la persona, haciéndole asumir el riesgo de un giro radical.El Zen no provoca un cambio cualquiera: zambulle a la persona en lo desconocido.Experiencia, cuerpo, espacio, tiempo y lenguaje son los focos de este ensayo en el que Silva se centra en los bemoles de la práctica de la meditación sentada y en las visibles modificaciones que esta práctica produce sobre esos focos: "aclaración"(sato),"liberación" (kensho), "despertar" (bodhi).Así, Zen del silencio y Zen de la palabra acaban por trazar un trayecto enlazado, de vías co-extensivas, pero nunca simétricas, ni simultáneas. Es propio del zazen forjar una experiencia de unificación cuerpo-mente (shinjin).Sin embargo, la práctica siempre viene primero.