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ROCK: SACRIFICIO Y RESILIENCIA
Por Carlos Uscanga
Isamu Nakae, director de Wanko-The Story of Me, My Family and My Dog, en japonés, Rock, Wanko no Shima, (ロック 〜わんこの島〜) no tuvo que enfrentar muchos problemas para proyectar en su película dos valores esenciales de la sociedad japonesa: Sacrificio, gisei ( 犠 牲 ) y resiliencia que en japonés es traducido, en términos generales, como Kaifuku Ryoku (回復⼒). Es decir la capacidad o fuerza de retornar al estado previo a la tragedia o desastre.
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Nakae hace converger esos dos elementos en la narrativa de una historia, basada en hechos reales, sobre la secuencia de erupciones del volcán Oyama el 14 de julio de 2000 en Miyakejima, perteneciente a las islas Izu, misma que se ubica a una distancia de 180 kilómetros al sur de la ciudad de Tokio.
En el mes de septiembre, el gobierno metropolitano decidió evacuar a los pobladores de la isla tanto por la acumulación de cenizas volcánicas como por la emisión de gases sulfúricos. La familia Noyama tuvo que hacerlo pero dejando a su mascota: Rock. A partir de ese lamentable hecho, la trama se desarrolla en tres planos.
El primero, en los avatares para adaptarse a la vida en Tokio de la familia Noyama, escaparate de una hipermodernización, donde se diluye la convivencia familiar, el contacto cercano con los amigos y vecinos ante la superposición de valores de subsistencia (más que de existencia) en una ciudad fría y materializada. El segundo, es la expresión del gambaru ( 頑 張 る ) -bajo su acepción particular de soportar con firmeza y coraje sucesos adversos en los que con determinación pueden enfrentarse- de la familia Noyama y en particular del joven Shin, quien no sólo superó los desafíos de vivir separado de sus padres, en un lugar diferente a su devastado y apreciado terruño sino también el perder a un miembro de su familia; a Rock, que lo había cuidado desde cachorro.
Shin con firme determinación y esperanza esperó el rescate de Rock, pero con la misma pudo separarse de él cuando las condiciones de vida en Tokio no le permitían estar junto a su mascota. El destino marcaba un camino divergente para ellos a pesar de la milagrosa supervivencia de Rock y de su reencuentro. Así dentro el clímax del drama que vivían los Noyama, el director Isamu Nakae presenta el valor del gisei al tomar la determinación de Shin en dar en adopción al fiel amigo, Rock, que tendría ahora otra familia. El sacrificio superó el egoísmo individual para darle al otro una mejor condición de vida.
Fuente:https://bit.ly/3lyCE5p
El tercer y último plano, es la capacidad de resiliencia del pueblo de Miyakejima en superar el dolor de estar fuera de la isla, los que de manera paciente esperaban que las autoridades de Tokio pudieran levantar la prohibición de regresar a la isla hasta que existieran las condiciones para ser habitada de nuevo. Empero, cuando logran su retorno emprenden de nuevo su larga travesía para recuperar a su pueblo de la lava y de las cenizas, además de rescatar y reconstruir lo perdido y recordar a sus caídos.
Para los habitantes de Miyakejima, el volcán Oyama no es un presagio de desastre o calamidad, es el corazón en la tierra que con sus latidos constantes producen las emisiones de gas -como bocanadas de aire que exhalan de su interior- acompañadas de lava y ceniza como un signo de vida y no de muerte, como lo entiende en la película el joven Shin.