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ARENAS MOVEDIZAS: CRÓNICA DE LA OBSESIÓN ESTÉTICA

Por Celeste A. Díaz Calderón

Borrando las barreras entre el romance, el erotismo y la obsesión, Junichirō Tanizaki escribía a inicios del Siglo XX Arenas Movedizas, un monólogo solemne sobre el romance lésbico y las promesas escalofriantes de un “más allá” compartido entre las dos amantes.

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La trama se apoya en temas de sexualidad, deseo y suicidio; relata de manera adyacente una sutil fotografía del Japón prometedor previo a la Segunda Guerra Mundial, siendo una de las narraciones influyentes en el trabajo de otros autores prominentes de la época como Yasunari Kawabata y Yukio Mishima.

Tanizaki, nacido en 1886, se formó en la Universidad Imperial de Tokio pero la vida bohemia y la actividad literaria lo llevarían a abandonar sus estudios como periodista.

En 1910 sería el año de publicación de El tatuador o Shisei, ópera prima que le permitiría ganarse su lugar como voz prometedora en la narrativa literaria japonesa, tan solo un año después de desertar de la carrera universitaria. Posterior a eso, Tanizaki procedería a escribir piezas teatrales, cuentos y ensayos bajo la influencia de voces occidentales como Oscar Wilde, Edgar Allan Poe y Charles Baudelaire.

El trabajo de Tanizaki es tan plural como placentero, en obras como el ensayo Elogio de la Sombras (1933) se hace una marcada apreciación estética de la tradición japonesa en contraposición con la llegada de los usos y costumbres occidentales. Es importante recordar que Tanizaki nació 16 años después del inicio de la restauración Meiji. Esto es crucial para entender su trabajo como parte de esta corriente literaria de recuperación cultural.

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