DIOS NO HACE TRAMPAS H2OX7

Reservados todos los derechos de autor para el autor Prohibida su reproducción total o parcial sin la previa autorización por escrito de su autor

DIOS NO HACE TRAMPAS

El autor: Fernando de Monreal Clavijo y su hija Sol .

Madrid – Valdemoro 2006

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Comienzo haciendo una pregunta, tras haber estado reflexionando sobre la vida, la muerte y la rebeldía por la supervivencia natural del hombre. ¿Cuántas clases de crímenes existen?

Entre la pasión y la lógica, podríamos contar limitadamente, pero existen personas, cuyo único sentimiento que los caracteriza es la crueldad. Y en ellos se pueden antojar incalculables formas y clases de crímenes. Sus almas son obscuras y sus pensamientos premeditados.

Vivimos en una época de premeditación, en la que todo le parece perfecto al criminal imperfecto, pues es el crimen la trampa y Dios no hace trampa. Pero por esto no nos indignaremos, porque ¿Qué propósito podría tener Dios en hacer trampa y llevar a sus ángeles a una muerte premeditada?

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Trato de descubrir si la inocencia, desde el primer instante de su acción, en la que actúa el espíritu en equilibrio armónico con el alma, no puede evitar matar selectivamente y con premeditación.

Existe tal vez una salvación. Alguien que está en el momento justo y en el momento adecuado, como los peones en un tablero. Pero esa salvación se empaña. ¡Se nubla como un cielo espeso, se cierra como cortinas de faraones! Y no podemos actuar sino es en el momento que es nuestro momento. .- ¿¡Has vivido ese momento en el que no puedes actuar y salvar una vida!? Y esa vida se te escapa de entre los dedos, de tus manos, como arena del desierto, como el agua de un manantial. Conoces la sensación de perder la vida que, una vida que era tu obligación y tu deber1!?

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¿¡Acaso te has lanzado al abismo, prendido fuego en fuego y condenado a ti mismo por la eternidad, de tu propia naturaleza, simplemente por amor!?

Esta reflexión, sólo nos proporciona una noción entre la nobleza y lo absurdo que puede llegar a parecer el amor que se cruza entre el crimen y la premeditación.

El sentimiento de lo absurdo, cuando la inteligencia extrae de él una regla de acción, hace al criminal vulnerable y objetivo de la lealtad y la naturaleza de la eternidad.

Una rebelión debe desplegarse en la historia de la premeditación. Los valores positivos que se contienen en los movimientos de una rebelión dormida, no deben suponer exclusiones ni renuncias a una violencia objetiva en el alma del principio revolucionario que exige la dignidad humana y las libertades y los derechos naturales del hombre y para el hombre.

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No podemos y no renunciaremos a hacer respetar la identidad humana, no podemos abdicar ante los opresores, no renunciaremos a la rebelión por la dignidad y la libertad.

Lejos de la fuente de la vida, de la dignidad humana. En donde beben ahora las hienas de los desiertos, Europa y las revoluciones se suceden frente a historias premeditadas. Se consumen los derechos y las libertades con la facilidad que lo hace un cigarro encendido, en la boca de un obrero. Y en esa exhalación de humo, sobreviene una convulsión espectacular, se suprimen los derechos laborales saltando al pasado en pasos de cangrejo gigante.

La virtud de nuestro pueblo, de esta última generación a la que creo no pertenezco, es encerrarse a morir entre paredes de ladrillos o pladur frío. Acorralados, saltan desde sus azoteas, desde los tejados, a los pies de premeditados episodios, agonizando en una muerte lenta que salpica las

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togas negras de los jueces presentes, del escarnio y semilla de la sublevación blanca.

La virtud muere, pero renace la ferocidad que grita, que se enaltece, que se rebela. Una caridad estruendosa, carcomida por la corrupción subraya con letras grabadas en lápidas de antaño, la premeditación en la culminación de la tragedia a la que

asistimos

perplejos,

enaltecidos

y

seguidamente

¡rebelándonos contra el miedo que coagula a una España, a una Europa llena de fantasmas y en quiebra!

El infierno no tiene más que un tiempo, y la vida recomienza un día. La historia tiene, quizá un final, y nuestro deber, nuestra obligación es no terminarla, sino por el contrario, crearla a imagen y semejanza de lo que vivimos, con responsabilidad y cordura.

Con

revolución

o

sin

ella,

manifestaciones de masas.

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con

enaltecimiento

o

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El hombre no se resume solamente a una historia estigmatizada, de encierro y sin dignidad en una libertad ausente. El hombre debe buscar una raz贸n para seguir existiendo en el orden natural de la sociedad,

En Espa帽a a 03 de Marzo del 2016 H2OX7 Fernando de Monreal Clavijo

Fernando de Monreal Clavijo

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