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Si yo hablase lenguas humanas y angélicas y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviere profecía y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Cor. 13,1-7 San Pablo
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UMBRA INIUSTITIA
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Siempre han existido personajes perversos y geniales y seguirá habiéndolos, mientras el poder esté sobre la balanza del mercado de los horrores. Pero, para encontrar algunas personas geniales no las encontraremos en el mercadillo, allá donde se subastan los favores y venden las voluntades de los que ostentan el poder maltratado de las leyes y la política. Es necesario, en esta sociedad que el hombre ha construido con el orgullo de las ratas, y la arrogancia de los ladrones de sueños, armarse con el valor propio de un indigente y rebuscar hasta el fondo en los contenedores de los cuerpos hambrientos de la justicia y la libertad; porque obtiene el pueblo libertad cuando a este se haga justicia justa. La necesaria para obtener la justa justicia que un esclavo debe obtener de su cautiverio. A ningún español del pueblo se le escapará la verdad de la injusticia relajada de la observancia de la verdadera ley, y lejos de la Constitución, en donde la costumbre económica de las sombras obscuras mueven los hilos del poder de la Umbra Iniustitia de los Alarifes del poder inhumano. En donde los Jueces hacen
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arengas en contra de los ministros del estado, antes de actuar como eslabones de las sombras, en su magistral lección de injusticia frente a los aprendices de brujos justicieros. La perplejidad por respuesta, ante la aterradora escena circense interpretada en los camerinos privados de los juzgados y escenificado el mejor escenario de la flagelación y el escarnio, no tiene parangón en ningún círculo social donde la difamación de nuestra triste Constitución cada día supera los límites insospechados en cuanto a torturas y violaciones de derechos se refiera. Esta repuesta a los derechos fundamentales, y la terrorífica escena interpretada por los actores del escarnio, pone por belleza la bestia de la tiranía social esgrimida por cualquiera, y que en el nombre de la Constitución apedrea a quienes invocan con pasión y fe ¡Justicia y Constitución! En el momento en el que el mazo cayó sobre el cuerpo constitucional, con la misma intención con la que cae la serpiente sobre su presa, comenzó a caer la primera gota de la sangre del pueblo, y fue la primera gota la que ha colmado y desbordado el inmenso océano teñido por la constante sombra de injusticia, esa sombra que ha agotado la paciencia y la buena fe de un pueblo sometido por la falsa apariencia de un Justicia intolerante y servicial para con el delincuente. Han sido 34 años de desafueros y este pueblo dice ¡Basta ya! ¡Ya basta! Se acabaron las contemplaciones con los titanes del Imperio Inconstitucional y tirano.
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Hay jueces nacidos de la Umbra Iniustitia que propician los conflictos sociales del pueblo con un presunto estado de derecho. Las artes mal comprendidas y condicionadas a ser juzgadas bajo el palio de la corrupción y la injusticia, derivan de las tempestades y desembocan en holocaustos. Y si la esencia de la pirámide del poder se ha corrompido, el Estado de Derecho debe volver a rehacer el palacio de Salomón, talado como árbol enfermo y en su lugar volver a ser sembrado uno nuevo. El poder que debe guiar al pueblo hacia la prosperidad, hacia la libertad; el poder, ese poder que debe darle justicia justa al pueblo, se ha corrompido como astilla de madera clavada en el cuerpo del hombre del pueblo. Y son las llagas del crucificado hombre, las que hablan de los clavos, del martillo y de quien infringió la deslealtad a la justa justicia con semejante iniquidad. La capacidad de comprensión de un ratero, hubiese sido mucho más alta que la de un corrupto hombre de leyes. La capacidad de comprensión que los hombres del estado y la justicia que han despertado en las cavidades de sus bestias, engendradas por la corrupción de sus actos, ha modelado un nuevo concepto de lo que significa ser libre, y han esculpido en los corazones de España libertad, ¡a fuego! ¡Libertad! La sinrazón y el despropósito han colmado la nobleza de este pueblo, de los hombres que luchan por sus derechos constitucionales, por leyes justas y por juicios justos y no gallados con acuerdos obscuros rematados entre los bastidores
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de los escenarios del sarcasmo. Este pueblo despierta al amanecer frente al pavor de la verdad, el espanto de la visión y realidad de un escenario de perfidia. La razón humana, a través de la facultad de comprensión, puede entender las palabras de la verdad, y las frases de la mentira, también puede derribar los muros de humo construidos sólo con humo; y lo que no ha sido escrito por el hombre de bien, no debe ser admirado por ningún hombre de bien. El humo se combate con hielo, el fuego con el agua, la injusticia con la justicia justa; pero las cadenas, la esclavitud, la invasión, el secuestro, y la perversión de las leyes, esto no se disputa ni con el hielo, ni con el agua, ni tan siquiera se le puede poner freno con la justicia justa. La primera palabra del hombre de Judas es Injusticia. La primera letra del antedicho nombre es R. Y su bautismo será la acracia para darle apellido de La Calle. La naturaleza corporal del hombre que busca justicia, es muda, porque nunca produce sonido de vida la justicia natural en un estado de derecho corrupto y frágil en sus eslabones de derecho. Mientras que la naturaleza espiritual, aquella que no ha sido creada por el hombre, produce el sonido de la vida en la obra del espíritu y del alma del hombre. Luego, su fruto nacido del hombre y engendrado por el hombre, hace justicia desde su nacimiento sobre todas las cosas y sobre todas las naciones y imperios. Pues es natural que la injusticia sea juzgada por
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La mayor del hombre. Y que el pueblo busque justicia es de derecho natural por nacimiento y existencia. El pueblo no puede vivir un principio sin principios; existiendo en él inteligencia y cualidad, ningún principio basado en el sometimiento, la esclavitud, y la injusticia, puede más que provocar exaltamiento y la mutilación del equilibrio. Una pirámide no se distingue de otra, sino porque sus lados concurren en un punto único, formando ángulos; sucede así lo mismo con el equilibrio social del estado y del pueblo.
Fernando de Monreal Clavijo En España a 12 de Diciembre del 2012 H2OX7
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