Valero Crespo / Cuento Navidad 2017

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Cu ent a ver

«Se pueden vivir muchas vidas en una misma vida, en una misma persona y en un mismo cerebro.» Alejandro Jodorowsky )1929-…), artista franco-chileno. ific ada

Jesús de Nazaret ya no se sorprendía por nada. Después de celebrar más de 2000 navidades, escuchar villancicos en todos los idiomas, visitar por el universo, millones de belenes, pinturas, esculturas, vidrieras y pesebres sobre su nacimiento… ya no le asombraba nada en Navidad. Así, que esta navidad, como todas las navidades, comenzó a visitar los belenes. ¡Eran tan parecidos! ¡Eran tan previsibles!… Sin embargo, este año, un belén llamó su atención. Junto al Niño Jesús, había una piña pintada, con un cartel que decía: «¡Gracias! ¡Volví a nacer el quince de diciembre!». Jesús, intrigado, preguntó por este regalo y una lavandera le contó esta historia: «Ha sido Renacer, que es hijo de un pobre pastor. De niño, Dios Padre tocó su corazón y se lo llenó de deseos de vivir: «Dice el Señor Dios: os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo; quitaré de vuestro cuerpo el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.» (Biblia: Ez 36, 26). Y, desde entonces, Dios Padre le cuidó y acompañó en las nuevas vidas que viviría. Vivió de pequeño la vida de aprendiz de herrero, camarero en la posada, estudiante nocturno que aprendía a leer y escribir, soñador de una nueva vida: ¡Ser profesor! ¡Ser escritor! Al convertirse en adolescente, siguió buscando vivir una nueva vida. Así que abandono a su familia, se alistó en el ejército y marchó a tierras lejanas. Pero allí también sintió que necesitaba cambiar. Dejó el ejército y se convirtió en alumno para ser rabino, de Nicodemo, el fariseo.» Entonces, Jesús se llenó de ternura, por el cariño que le tenía y sus diálogos con él: «Nicodemo: ¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo viejo? ¿En qué puede volver al seno de su madre y nacer de nuevo? )…) Jesús respondió: Es necesario nacer de nuevo.» (Biblia: Jn 4, 4 y 7). «Pasó el tiempo, y una vez más, Renacer sintió que debía cambiar. Así que dejó a Nicodemo y vivió nuevas vidas: de antisistema en una comunidad de hombres y mujeres; de novio con su primera novia; de obrero en una fábrica; de revolucionario en un grupo político clandestino; de universitario por las noches; de viajero por el mundo de lo paranormal, la meditación y el inconsciente; de amigo de Dios Padre… En cada cambio y nueva vida, aprendió a conocerse más, a ser más feliz, a cambiar, a mejorar, a descubrir la vida que deseaba vivir. Por ello, volvió a su ciudad y


comenzó una nueva vida como profesor, escritor, asesor. Se doctoró en educación y filosofía. Cumplió sus sueños de infancia y creyó que así sería su vida para siempre. Hasta que un día sintió que su corazón estaba triste y le enviaron a los médicos de Egipto. Viajó allí durante dos años, hasta que vieron su corazón y le dijeron: - No sabemos porque estás vivo. Sólo te llega un hilo de sangre a tu corazón. - Quizás sea porqué así lo quiere el Dios de la Vida; y la alegría y ganas de vivir que me ha regalado -respondió Renacer-. - Pues gracias a estos regalos has salvado la vida -le explicó el médico sabio. Más tarde, los sabios médicos operaron a Renacer. Le taladraron, limpiaron y reconstruyeron la femoral. Y en la operación, sintió la presencia y ayuda de Dios Padre y de las personas que más le querían. Y por segunda vez, Dios salvó su vida y le regaló una nueva oportunidad. ¡Era, un 15 de diciembre! Desde entonces, celebró en esa fecha su cumpleaños. Y como agradecimiento, viajó al portal de belén, besó al Niño Jesús y dejó su regalo: una piña muy entrañable para él, con un mensaje: «¡Gracias! ¡Volví a nacer el 15 de diciembre!». Y aprovechó esta nueva oportunidad de vivir, comenzando una nueva vida. Marchó a una nueva ciudad junto al mar. Cuidó y llenó su corazón de nuevos proyectos e ilusiones. Y sin merecerlo, cada día se siente más bendecido y protegido por su Padre Dios. Le da gracias por estar vivo, tener salud, seguir cambiando, renaciendo a nuevas vidas, y aprendiendo a ser feliz con los demás, con Él y consigo mismo.» Cuando la lavandera terminó de contarle la historia, Jesús sonrió porque sabía que, Dios adopta como a hijos suyos a los que nacen de nuevo: «Seré para vosotros Padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas.» (Biblia: 2 Cor 6, 18).


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