Hernan y alfonso issuu

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Guacarí, pueblo mulato y liberal.

La historia de Guacarí mulato se remonta a la conformación de los campesinos vallecaucanos ocurrida durante la colonia, por la mezcla racial entre los amos blancos con sus esclavas negras. Las haciendas azucareras situadas entre el Cerrito y Palmira aún conservan las casonas de los amos, la capilla, los trapiLas tierras que comprenden el municipio actual, sin contar con la zona montañosa, estaban dedicadas a la ganadería y al cultivo de arroz (traído por los esclavos negros) y de algodón, como son los casos de las haciendas, La Unión en donde aún se conservan algunos empotramientos de castigo, la Julia en sonso, San Lorenzo


cerca a Guabas y la Esmeralda en las faldas de la cordillera central. Los esclavos negros provenientes del Congo, reemplazaron a los indios casi exterminados por las enfermedades, el hambre y la fatiga. Los blancos fueron seducidos por la sensualidad irresistible de esas negras de piel firme y caliente. Los mulatos se mezclaron con los negros y entre sí, hasta conformar la variopinta etnia que va del amarillo cerúleo, al chocolate oscuro. Los campesinos mulatos vivían en los claros de monte en una economía de pan coger y luego, merced al destilamiento casero de aguardiente y el abigeato, empezaron a

comerciar sin pagar impuestos carne salada y biche que vendían a contrabandistas. Estos los revendían a los propietarios de minas de oro en el pacifico y los ríos de montaña. Perseguidos por el gobierno real, más tarde por el republicano y siempre por los hacendados y los curas, debieron luchar largamente, primero al lado de los revolucionarios independentistas en contra del poder real y luego en la república al lado de los liberales en contra de los gobiernos conservadores. “Solo fue hasta 1859 que las reivindicaciones de los vallecaucanos pobres parecieron lograrse. Esto ocurrió cuando apoyaron la revolu-


Tomás Cipriano de Mosquera

ción liderada por Tomás Cipriano de Mosquera, quien se alió con los liberales José María Obando y José Hilario López para derrocar a los conservadores del poder. Esta vez, el triunfo revolucionario permitió el reconocimiento pleno de sus derechos ciudadanos, su participación en espacios de representación y de poder y se abrieron efectivos canales de ascenso social. Estos logros –a pesar de algunas guerras civiles- se mantuvieron sin mayores cambios hasta el Siglo XX, cuando nuevas expresiones de violencia política, esta vez de carácter más partidista que racial, unidas a importantes transformaciones económicas en campos y ciudades vinieron a afectar nuevamente la vida de los vallecaucanos y obligaron a un proceso continuado de despoblamiento del campo y de concentración urbana.» Alonso

José María Obando

Valencia Llano, historiador Univalle. En su condición de campesinos despreciados, los guacariceños se comprometieron con las ideas liberales y con su élite regional. A la élite liberal además de la ambición de poder le movía la filosofía humanista de la Revolución Francesa y a los campesinos acomodados y pobres, el interés por ser reconocidos como actores sociales válidos. Esta filosofía liberal caló más en los jóvenes, que al ver abiertas las puertas de las oportunidades de ascenso social decidieron emigrar a la ciudad para estudiar, con muchas dificultades es verdad, debido precisamente a su condición campesina. El caso de José Manuel Saavedra Galindo es ejemplarizante. A mediados de los años treinta del siglo XX, un mulato claro, dedicado a la ganadería y la agricultura


llamado Hernán Toro Calero se casó con Francisca Campo, hermana de Melchor Alfonso Campo, joven amante del Derecho y como su cuñado, de las ideas liberales. A partir de La República Liberal, los guacariceños Azules y Rojos han convivido en el respeto mutuo. Esas fueron las razones para que durante la violencia bipartidista el municipio se viera libre de las luchas internas. Se registra un asalto directo de los pájaros llegados de otros municipios.

Hernán Toro Calero

La historia reconoce el papel jugado por don Luis Rojas, enviado como alcalde por el gobierno con el propósito de conservatizar el municipio. No cumplió su misión porque se enamoró de Mariela Girón y a través de ella, del pueblo. No permitió la acción de los «Chulavitas», con lo cual evitó, seguramente más asesinatos de liberales. La inmensa mayoría liberal respiró aliviada gracias al acuerdo bi partidista de turnarse el gobierno (frente Nacional), con lo cual se puso fin a la

Melchor Alfonso Campo


sangrienta lucha. Sin embargo, el excluir del poder a otras fuerzas políticas, marcó el inicio de la organización subversiva campesina en las montañas de Tolima, liderada por Pedro Antonio Marín, más conocido por el temible sobrenombre de Tirofijo. Hernán y Alfonso se tomaron muy en serio el rol de dirigentes, lo que exigía una férrea disciplina e inagotable paciencia. Estas dos características están presentes en la vocación. Se requiere disciplina para cumplir con tantos compromisos adquiridos, de lo contrario, se convierte en un

promesero. La disciplina nace de la firmeza de carácter. Aprender a decir no, es difícil para alguien que no tiene la experiencia de mando, pero para estos hombres acostumbrados a mandar, decir no era algo natural. No les hacía sentir pena. Alfonso Campo y Hernán Toro iniciaron su proyecto a mediados de la década de 1950; a finales de la misma, ya tenían un padrino departamental: Gustavo Balcázar Monzón. Entonces decidieron conformar una fuerza política que arrojó el primer resultado al obtener para ellos la alcaldía.

Gustavo Balcázar Monzón


Melchor Alfonso Campo Correa, abogado empírico, se convirtió en el jefe municipal del liberalismo al ser nombrado alcalde por primera vez en 1.959 hasta diciembre de 1.960. Repitió designación durante todo el año 1.968 y terminó su gestión pública en diciembre de 1.977 Hernán Toro Calero por su parte ocupó por primera vez el máximo cargo del municipio en 1.966, por segunda ocasión fue alcalde en los últimos meses de 1.980 reemplazando a Harold Sanclemente Becerra, y por tercera y última vez en 1.985

Líderes guacariceños: Hernando Dominguez, Néstor Carvajal, Alfonso Campo, Ana Tulia de Campo, Fanny Dominguez, ... Salcedo, Ricardo Torres, Peregrino Martinez, Luis José Toro y Camilo González.

Melchor Alfonso Campo Correa, abogado empírico, se convirtió en el jefe municipal del liberalismo al ser nombrado alcalde por primera vez en 1.959 hasta diciembre de 1.960. Repitió designación durante todo el año 1.968 y terminó su gestión pública en diciembre de 1.977 cuando mediando ese año reemplazó a Jorge Alberto Vásquez.

cuando mediando ese año reemplazó a Jorge Alberto Vásquez, cuota del también poderoso líder Balcarcista del Municipio Heberth Marino Saavedra. Hernán Toro por su parte ocupó por


primera vez el máximo cargo del municipio en 1.966, por segunda ocasión en los últimos meses de 1.980 reemplazando a Harold Sanclemente Becerra, y por tercera y última vez en 1.985. Hernán y Alfonso se formaron en la vieja escuela política del Patriarcado. Conocían a cada uno de sus simpatizantes y fueron padrinos de varios muchachos del pueblo. Era tan folclóricamente sencilla la vida entonces que, por ejemplo, en lugar de encerrar al infractor le ponían a barrer el parque o a comprar bultos de cemento para arreglar las escuelas. En los sesenta los cuñados constitu-

yeron una sociedad política Balcarcista que permaneció bajo su absoluto control por quince años, hasta 1.980. A finales de la década de 1.970 la composición social de Guacarí era distinta a la campesina de mediados de siglo. La ganadería extensiva estaba en decadencia, y los mulatos dueños de grandes extensiones de tierras las habían alquilado a los Ingenios azucareros. Los hijos de los peones mulatos y negros se convirtieron en maestros, gracias a la creación de la Normal Mixta, que, hasta el momento es el logro cultural más importante en el municipio, porque permitió mayor movilidad social, sobre todo porque transformó,



después de una lucha con la tradición y hasta con el clero, una mentalidad feudal que se negaba a desaparecer. Los profesores conformaron nuevas familias y se convirtieron en la clase media del municipio. Aunque muchos de ellos debieron trabajar durante las vacaciones escolares «cogiendo» algodón, sus hijos ya no volverían los ojos a los surcos. El estudio, como lo había predicho Bolívar, había derrotado la oscuridad. El pueblo aquel formado por recolectores de arroz, algodón, soya y millo había dado lugar a un conglomerado de Maestros y de

Los profesores conformaron nuevas familias y se convirtieron en la clase media del municipio. Aunque muchos de ellos debieron trabajar durante las vacaciones escolares «cogiendo» algodón, sus hijos ya no volverían los ojos a los surcos. El estudio, como lo había predicho Bolívar, había derrotado la oscuridad.

obreros agroindustriales del monocultivo de la caña de azúcar, llegados de Nariño y las costas del mar pacífico.


Mestizaje. Fotografía: Americo Sanclemente

Al crearse esa nueva demanda, las cuatro tiendecitas del pueblo que abrían a las siete de la mañana y cerraban a las seis de la tarde no dieron abasto. La ola inmigrante llegó esta vez desde Antioquia y el viejo Caldas, con lo cual se cerró esta etapa contemporánea de nuevo mestizaje, que dio como resultado, además de una mayor escala de colores de piel, una compleja manifestación cultural que va de lo conservador a lo desenfrenado, que incluye al jornalero, el funcionario, el comerciante y el empresario; que en la actividad

comercial va del vendedor de golosinas al aventurero narcotraficante; que en lo musical encierra los boleros, las rancheras, las baladas de los sesenta, la raspa, la salsa, el heavy metal, el rock, el vallenato comercial, la música de carrilera, el rap y el reguetton. Los paisas colonizaron el comercio, y son dueños de tiendecitas, tiendas, panaderías, puestos de arepas, fritangas y super mercados. Este es el Guacarí de hoy, nacido en el de la inmigración de fines de los setentas. Desde el aspecto racial somos


cuatro guacaríes: el Mulato, el Negro, el Indígena y el Mestizo. La política también cambió En mil novecientos setenta y ocho, la agitación política, producto de las nuevas fuerzas sociales urbanas, nacidas de la violencia que desplazó a los campesinos hacia las ciudades y conformó al obrero calificado, al estudiante universitario y los profesionales de clase media, se había convertido en insurgencia. El M19 era más que armas y golpes publicitarios: era un sentimiento de rebeldía contra la desigualdad social y la exclusión.

Los vientos de cambio también se sintieron en la política municipal. Alfonso y Hernán constituían la mayor fuerza Balcarcista que ponía alcaldes y dominaba el Concejo, hasta finales de los ochenta cuando una nueva generación reemplazó la dirigencia en el departamento y sus municipios. Hoy, la tercera generación mantiene en alto la bandera política y luego de 10 años en el Senado, Dilian Francisca Toro está próxima a convertirse en gobernadora del Valle.


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