Gabrielle antes de Coco. Antes de revolucionar el mundo de la moda, Coco Chanel vivió en un orfanato, estudió en un convento y probó suerte como bailarina, cantante y actriz. Fracasó en todas estas actividades, pero siempre mantuvo intacto su plan: ser independiente de los hombres. Para lograr la ansiada libertad, Coco transgredió las reglas del juego. Ni familia, ni marido, ni hijos. Nunca tuvo nada lo suficientemente importante que dejar atrás. Después, vivió obsesionada por ocultar un pasado que hacía peligrar el mito en que se había convertido. Espoleada por la pobreza, el abandono, el amor y la fama, la infancia de Chanel fue vital en toda su obra. Coco. De la rebeldía a la leyenda
de Chanel, dirigida por Anne Fontaine y con Audrey Tautou, rememora a la Coco antes de Chanel. De cómo una huérfana consiguió pasar de la miseria al lujo. La película, que se estrena el próximo viernes, está basada en Descubriendo a Coco (Lumen), la biografía de la francesa Edmonde Charles-Roux. Coco Chanel no era su nombre, se llamaba Gabrielle Bonheur y nació el 19 de agosto de 1883. Su madre murió de tuberculosis cuando tenía 6 años y el padre, un vendedor ambulante, la abandonó junto a sus cuatro hermanos. “Durante mi infancia sólo ansié ser amada. Todos los días pensaba en cómo quitarme ya estaba muerta. Sólo el
orgullo me salvó”, afirmó Chanel una vez. Según se
retrata en el filme, nunca creyó que su padre se marchara para siempre. Cada domingo, en horas de visita, esperaba a que viniera. Nunca le volvió a ver.
Bajo la tutela de sus tías, la joven Gabrielle ingresó en un orfanato, donde aprendió a coser y a manejar el hilo. Las monjas del colegio de Aubazine le consiguieron un empleo como costurera. “Era un colegio de pago en el la vida, aunque, en el fondo, que las niñas ricas llevaban un uniforme y las pobres trabajaban. Ella quería salir de ese ghetto. Comenzó a tejer una estrategia en la cabeza: asumir el rol del hombre, algo inconcedible en su época. Tenía un perfil trazado para escalar socialmente”,