Crista Smith/ Jardín de extremidad 2
JARDÍN DE EXTREMIDAD de Crista Smith, la jefa Dark.
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Yo, cronopia
Tengo que escribir sobre Julio Cortázar y no sé bien qué decir que suene diferente a todo lo dicho ya. Podría mencionar Rayuela y la importancia que este libro tuvo sobre mí o Todos los fuegos el fuego, Un tal Lucas, 62 Modelo para armar y así. Sin embargo, no es acerca de estas obras muy bellas e inspiradoras sobre las cuáles voy a referirme. No.Es sobre Historias de cronopios y de famas sobre la cuál haré hincapié, liberando mis sentimientos y sincerándome al reconocerme como cronopia. Pero antes, debo citar a Julio haciendo una marcada distinción entre lo que significa ser cronopio y qué fama:
“No es fácil ser cronopio. Lo sé por razones profundas, por haber tratado de serlo a lo largo de mi vida; conozco los fracasos, las renuncias y las traiciones. Ser fama o esperanza es simple, basta con dejarse ir y la vida hace el resto. Ser cronopio es contrapelo, contraluz, contranovela, contradanza, contratodo, contrabajo, contrafagote, contra y recontra cada día contra cada cosa que los demás aceptan y que tiene fuerza de ley.”
Así veo yo el costado de la vida. Encuentro su parte más salvaje y poética llevándome algunos tropezones en el camino. Significa hacer las cosas con pasión, espontáneamente sin pensar. Dejarse fluir. Leer, escribir, incluso amar. Un contratodo que no puede desprenderse de mí: cuando tomo nota de una dirección de teléfono, agarro así al descuido un papel en blanco que descansa sobre la mesa, sin prestar atención al desesperado intento de mi hija por decirme que, en realidad aquella hoja se trata de la prueba del colegio y que yo no supe ver la cara que sí estaba escrita; o ir caminando por la calle en pantuflas y pijamas; o ponerle sal al té en lugar de azúcar.
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Cuando el común de la gente se dedica a hacer lo correcto, así como los famas, con situaciones bien pensadas y analizadas, sin permitirse margen para el ridículo, incluso al momento de buscar pareja, por ejemplo; llego yo y me animo a vivir un amor con un marinero fanático de la obra de Cortázar que no tenía empleo fijo y poco podía ofrecerme más que unos buenos besos y el sonido de su trompeta que escupía jazz sin parar algunas noches de lluvia, recitando justamente, los poemas de Julio.
Está la corriente, los que van a contracorriente, y los que están fuera de toda corriente. Yo soy de éstos últimos. Soy cronopia. Sí:Un contra dulce, tirar para arriba cuando la gravedad hace lo contrario y sentir que nada cae sino que se resigna.
Eleanor Smith: Poeta y ¿¿prosista?? Alma sin medias tintas. Donde se puede apreciar el negro más oscuro o la paleta de un pintor, pero en todo lo suyo se puede oír el latido de su noble corazón.
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A forest- The Cure.
Come closer and see see into the trees find the girl while you can Come closer and see see into the dark just follow your eyes just follow your eyes
I hear her voice calling my name the sound is deep in the dark I hear her voice and start to run into the trees into the trees
into the trees
Suddenly I stop
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but i know it's too late I'm lost in a forest all alone The girl was never there it's always the same I'm running towards nothing again and again and again
Acércate y mira. Mira entre los árboles. Encuentra a la chica mientras puedas. Acércate y mira. mira en la oscuridad. Sigue a tus ojos. Sigue a tus ojos.
Escuché su voz llamándome. El sonido es profundo en la oscuridad. Escuché su voz
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y empecé a correr hacia los árboles. Hacia los árboles.
Hacia los árboles.
De repente, me paro. Pero sé que es demasiado tarde. Estoy perdido en el bosque. Solitario. La chica nunca estuvo allí. Siempre lo mismo. Corriendo detrás de nada. Una y otra y otra vez.
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Ella atravesó los campos de flores amarillas en cuestión de segundos. Sus alas abiertas imitaban el vuelo de un cóndor sombrío y fugaz, y sus ojos negros y enormes advertían el final de su próxima víctima. A la distancia, yo presentía todo aquello. Mi piel se erizaba provocándome temblores, mientras un sudor frio afloraba en mi espalda. Ella apareció desde las sombras. Y sin decirme nada, comprendí todo. La próxima víctima era yo. ¡Al fin nos vemos a los ojos, amor mío! Quise decirle estoicamente, pero fue más rápida y dulce que lo que siempre supuse de ella.
El Conde
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viernes
inicio Escribir pese a todo, pese a la desesperación; decía una tal Marguerite Duras y sin embargo, ha llegado el momento de reconocer que no soy ella y jamás lo seré. Me rindo. El sueño ha terminado y así, los Beatles se separaban a principios de los setenta. Eleanor, como Rigby, fue enterrada en la vieja iglesia del pueblo y su nombre olvidado por todos. Crista alza los brazos al cielo y reza. He resucitado, con un manojo de flores -calas, quizás tulipanes- bajo los labios.
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lunes alumbramiento
mariana copello + crista smith
Cordón umbilical de plata alimentaba con poesía en el vientre (gestación)
Apartada de luces caía a la oscuridad temprana (sin soles ni estrellas)
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Piedras en lugar de algodones. Alumbramiento marginal y silencioso (grises constantes, muros sin tragaluces)
Creo ser el ombligo del mundo y no soy ombligo de nada (nadie, nunca, sola siempre)
Noche. Todo es y serĂĄ noche.
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miércoles el infierno es el cielo
No habrá flores en la tumba del pasado. Andrés Calamaro
I
Tuvo un ángel el día de su muerte. La tierra floreció de noche.
II
Y ya no quiere ser inocente.
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III
El ángel se enciende en días noches floreciendo su luz sobre el cuerpo demacrado para alimentarlo.
IV
Resumen de belleza: Eyacular el poema perfecto que derrumbe y destroce al paraíso oscuro de la pérdida.
V
Gran naufragio perfumado del infierno volviéndose jardín en la cópula del cielo.
VI
Resurrección.
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jueves caminos hacia Rimbaud y no
Mute Soy el silencio. El silencio mismo de la noche hecha grito.
Alucinaci贸n
La noche se evapora en gemidos. No eran los cuerpos, s贸lo el dolor provocado por el delirio.
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El opio de Rimbaud
Yo es otra. Rimbaud quebró la voz floreciéndose en las estrellas negras de la mañana.
Azul
Mi vida se deshace en partículas azules de amor que a su vez, me atrapan y envuelven para hacerme estallar en el grito más puro del orgasmo más perfecto que nadie pudo haber experimentado jamás. Y el amor dicen, es rojo. Sin embargo, esta belleza extrema de los cuerpos enrollándose al punto casi de evaporarse el uno en el otro: es azul. Azul y blanco. Azul noble, blanco mártir, que se mezclan para ser verdes. Como una joya esmeralda sin precio. O tal vez un rubí. Ahí va queriendo: el rubí es rojo. O como ir a Roma -donde mora el amor- en un soplo. Pequeños resúmenes de belleza que no tienen explicación y a la vez, significan todo.
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sábado sábado de
Caminé bajo el intenso sol del mediodía rodeada de muros color arcilla y palmeras de hojas de un verde incandescente. Color seguramente acentuado por los rayos del sol. Iba tras una pista segura. Algo que me ayude a esclarecer todo. Malbernak me seguía dificultosamente apoyado en su bastón, mientras el profesor Samid consultaba unas anotaciones. Atravesamos una enorme entrada con dos pilones inmensos a ambos lados, luego las gigantescas columnas parecían caerse encima de nosotros. Casi que pedíamos a gritos un techo inexistente para hacerle frente al calor del sol. Sentí que me zumbaban los oídos y apenas alcanzaba a percibir las voces del doctor y de Samid. Caminando por un suelo de arenilla y diminutas piedritas, doblamos a la izquierda, ingresamos por otra entrada y llegamos al pie de un muro gigantesco. Mil formas talladas lo decoraban de forma uniforme y total. Cientos de batallas y ofrendas mostraban la vida del Antiguo Egipto, aquel Egipto de los faraones y las misteriosas construcciones. Rituales después de la muerte de un faraón representados fantásticamente en esos bloques de piedra, subsistentes al paso del tiempo, pero heridos cobarde y lastimosamente por las balas de Napoleón y sus muchachos en la fallida conquista de Egipto. El profesor Samid indicó el lugar. Yo me arrodillé allí mismo, apoyando mi mano derecha sobre el relieve del muro. Lloré. No sé si de dolor o felicidad suprema, pero lloré.
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Sentí una mano paternal sobre mi hombro y las imágenes comenzaron a sucederse una tras otra. Khaled con su tierna sonrisa me miraba desde un costado, oía al doctor y al profesor susurrar algo detrás mío, y había algo más. Algo que me indicaba ir más allá. Me puse mal. Quise gritar y mi garganta parecía estar llena de arena del desierto. Me levanté y comencé a correr. Corrí hasta el próximo muro y miré detrás. -No. No puede ser. -Dije. Nancy yacía colgada de una de las vigas que atravesaban las columnas del templo, con sus ojos desorbitados y el cuello morado a causa de la cuerda. Un montón de voces comenzaron a sonar en mi cabeza. Era como un lamento que llegaba del más allá, mientras veía el cuerpo de Nancy allí bamboleante. -¡Nooooo! -Grité, y ahora sí pude lograr que mi voz se oyera como yo lo deseaba, y me desperté. Sudorosa y agitada. Mientras la angustia repercutía en mi estómago, mis sentidos asimilaban el llamado a la oración que llegaba desde el exterior. Me senté en el borde de la cama y miré la hora. Las cuatro.
Herencia, capítulo 15 (fragmento) El Conde
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martes quizás hiroshima
Quizás Hiroshima explote una noche en la cual mis manos estarán azules de la nostalgia para volverse amarillas ámbar perfumando el cielo raso de una habitación con sábanas blancas que, se mancharan y un suelo amaderado donde arrojaremos las ropas con calma pero también, plagados de deseo. Yo leeré a Sbarra mientras él acariciará mis labios con la yema de sus dedos incendiando los besos y así perecer los mismos entre las páginas. La luna atravesará la ventana sin cristales bendiciendo a los cuerpos que, mutaran a terciopelo o quizás poemas o lápidas de un cementerio inundado de orquídeas y mariposas negras que, quedarán tatuadas para siempre en la eternidad de los sentimientos amables pero ante todo: ciertos.
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viernes viernes
¿puede alguien decirme?: "¡me voy a comer tu dolor!" y repetirme:"¡te voy a salvar esta noche!" que el infierno está encantador. Patricio Rey y sus redonditos de ricota
Las muñecas dan tranquilidad, regalan sonrisas sin gemidos de viernes lo mismo que las cicatrices dispersas acá, allá incluso las maquinitas de afeitar. Es como si en cada marca arrancase no sólo un trozo de piel, sino uno dos tres pedazos de mentiras.
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Liberar al pájaro azul del pecho enfermo, que vuele lejos, sea feliz en otros cielos. Hay quiénes hablan de la belleza: La hermosura de bocas calientes besándose en la noche de falsa música mientras en otra calle cae la luna negra, no roja y el frío aumenta a pesar de la primavera. Y no, no se puede hablar de amor cuando las estrellas se pulverizan en angustia cuando el vestido blanco se vuelve oscuro muerte a la ilusión o por ejemplo, cuando se fuman calas en lugar de amapolas en una cópula frígida y solitaria de un barrio perdido en el Triángulo de las Bermudas.
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martes frágil
I
Crista como el cristal.
II
De cuerpo frágil sin posibilidad de cambiar verdades.
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III
A veces la lluvia que cae del cielo es la única lluvia que cae y se hace de noche en el día, sin partículas azules al viento.
IV
La sangre no derramada es la que hierve: con ella tiño flores mustias.
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jueves cuando
Cuando desde el fondo del estanque, las fijas estrellas gobiernan una vida. Sylvia Plath
Cuando tan sólo soy una flor que se deshace frente a la ausencia del rocío.
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sábado sábado de
Y ella dice -se dice-: te daré mi aliento. Y el cuerpo empaña a su creadora, el aliento la toca y nace, nace gimiendo cuando su otra mano toca, nace ciega y jadeante hasta la humedad que empapa su entrepierna y el vidrio que la separa de la verdadera existencia. Ella nace y se sabe reflejo.
Javier Noya
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jueves las flores del mal
Me gustan aquellas que florecen de noche las más oscuras y tiernas flores. Las flores del mal provocan mi bienestar.
Ni azules, ni fuxias, ni amarillas -flores de discotecaflores pálidas que destiñan el tiempo flores asesinas, flores suicidas flores reconvertidas a ninguna religión.
Donde arrancar un sí de un pétalo vale no, negativo/positivo, la fragancia despierta siempre en una espina.
Y así se deduce que del amor siempre algo del dolor escondido en forma de flor nos acecha, tierna, oscura, melancólica y nocturna.
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sábado fragancias
En un mundo que ha muerto hace rato y sin embargo, aún cree oler a geranios, a manos salpicadas de esperma luego de intentar limpiar las manchas sobre el vestido floreado, a vasos de vino tinto rotos sobre el mantel blanco -ése aroma alcoholizado fijo en la telao a cabellos revueltos cubiertos de polvo luego de caerse violentamente del caballo. Cierro los párpados y rezo por el descanso de esos cuerpos amantes sin haberse amado, enterrados en un cementerio de Barcelona quizás, mientras bebo café instantáneo en esta mañana ausente de fragancias.
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jueves brevedad
I La luz, aquélla blanca y pura sólo es un mero espejismo en éste y aquél desierto que nos pertenece que nos invade que nos inunda.
II Debajo de las uñas me sangra un mundo.
III Sentir revueltos cabellos y caballos.
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lunes un poema y medio
1
Sin voz. Sin pájaros. Atrapada en la oscuridad de la vida que pende de un hilo corro entre tinieblas. No hay sitio donde nacer. Todos los caminos conducen a la putrefacción negra, en palabras de Georg Trakl.
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2 Escucho una voz lejana que dice: “No dejen que se mate” Yo me pregunto si acaso leerá mi mente. Pero no. No se refiere a mí. Y si supiera. Las flores amarillas sobre los jarrones de mi habitación se extinguen con apenas el soplido del viento sin llegar a perfumar la tarde, el amplio jardín lleno de ausencia sin insectos que lo habiten, o la cama prolijamente tendida sin señales de presenciar batallas que quiten el aire. Y cuánta belleza alrededor: Los pájaros azules, los pies descalzos respirando el césped, las manos hermosas con uñas rojas esperando besar alguna espalda. Sin embargo, nada, nadie, nunca. Pienso en alguna que otra frase que suele decirse en esos casos, como: “Qué pena tan bonita y joven con toda la vida por delante” Y no puedo evitar la tentación de rezar por un cadáver fresco y suave que libere del inmenso blanco. Los poemas rondan siempre a otras y otros, así como los viajes. Yo de mientras, fumo las estrellas de un cielo que no existe pero a su vez, me cae.
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miércoles bala
A mí sí me toca la bala de plata que se dispara para perforarme el pecho y alojarse adentro, bien adentro mientras la fuerte lluvia en la noche cae y los pájaros negros vuelan su duelo. Barcelona de mientras,
sigue lejos.
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domingo mundo hermoso
Un día el disparo fue certero: la bala hizo nido dentro de mi pecho.
El mundo es demasiado hermoso para soportar la inmundicia que desprendo. La decadencia de mis manos que no saben obrar más que batallas perdidas. El silencio: soy la furia contenida, incapaz de expresar amor o dolor, por partes iguales. Las noches azules, carentes de perfumes o mugre, por ejemplo. Suciedad de cuerpos que se destrozan y arman de nuevo, bajo techos húmedos y suelos polvorientos. Ventanas abiertas en los cielos de otros, bendiciendo esa entrega arrojando estrellas a sus ojos. Y qué vacío mi firmamento de este lado, por comparar apenas. No queda otra opción más que la muerte dulce. Tal vez una canción que arañe el recuerdo distante a la belleza que nunca tuve o que tímidamente, insinué en breves ocasiones. Quizás cerrar los párpados y rezar por un poco de luces entre tanto mar y horas.
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miércoles 13
ignacio rivas
Un jardín de inciensos me perfuma incendiándome a la vez el rostro cubierto de atardeceres de sábados sin lloviznas pero además, carentes de flores amarillas o incluso colillas de cigarrillos aplastadas en el suelo. Sobre el cielo lavanda donde la noche se anuncia lentamente mis ojos se pierden en la crueldad de la geografía reconociendo el color morado del cuello y los pájaros negros que vuelan distantes me arrojan un poco de ésas -sus- cenizas, envolviéndome las piernas evitando así que florezcan árboles frutales, quizás ciruelos.
Crista Smith/ Jardín de extremidad 34
Y reconozco a las almas secas atravesarse los mares: la mía y la suya que no saben si los lunes son azules o los martes grises así como el resto de la semana y donde poco importan las horas, los días y los años en un mundo que ha muerto hace rato y sin embargo, aún cree oler a geranios, a manos salpicadas de esperma luego de intentar limpiar las manchas sobre el vestido floreado, a vasos de vino tinto rotos sobre el mantel blanco -ése aroma alcoholizado fijo en la telao a cabellos revueltos cubiertos de polvo luego de caerse violentamente del caballo. Cierro los párpados y rezo por el descanso de esos cuerpos amantes sin haberse amado, enterrados en un cementerio de Barcelona quizás, mientras bebo café instantáneo en esta mañana ausente de fragancias.
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martes la hora
¿Es que ha llegado mi hora al fin? ¿Se trata de eso? ¿Me muero aquí y ahora; rodeada de flores, poco sol -como a mí me gusta- con frío y viento que despeina el cabello, lejos de la noche y apartada de sentimientos? Extracto de cristales rotos me llueve sobre el cuerpo que trago sin cortarme los labios.
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miércoles mapa Te beso en tu hermosura inmensa -de rodillascon mi esencia triste y solitaria con pastillas de menta que calman, con aroma a tarde mojada de caminata, con risas que llenan mi rostro algunas veces por las mañanas. Cuando estás cerca me enciendo niego toda posibilidad de regreso a mi interior sombrío, a mi sur bastante triste por instantes. Prefiero permanecer a tu lado perdida en ese universo revuelto de caos, música, poesía y amor; aunque haga lo contrario y escape hasta evaporarme en el silencio del viento.
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En mis sueños amanecí a mil kilómetros de casa, con el cabello suelto y la ropa blanca. Sólo dios sabe lo mucho que esperé por ese momento. Una bandera azul y roja flameando. Hablando de mapas, podría decir que me siento como si fuera un alfiler inamovible, clavado en la geografía de una ciudad. Una extraña parálisis me invade petrificando mi cuerpo como si estuviera a punto de ser convertida en estatua después de que alguien le echara cemento encima. Las manos me sudan flores marchitas. El pecho me escupe cuervos. Ansiedad. Se trata de eso. Las pupilas dilatadas, extracto de un mundo negro que me habita quizás más oscuro que los mismos ojos que poseo, aúllan desesperadas en silencio. El cielo deja de ser ese lienzo donde suelo ver aviones o pájaros que lo cruzan, para transformarse en una calesita de luces que marean. Respiro. Miro el suelo. Las piernas me tiemblan. Siento que caigo sobre la acera. Una escena de angustia dolorosa me penetra por los poros, recordándome lo inútil que soy frente a algunas cosas. O la invalidez a decir verdad, de mí como persona. Y sé que no cabe más belleza que la de cierta masculinidad adentro muy adentro ardiendo entre mis piernas, haciendo caer del firmamento estrellas que iluminen mi rostro pálido. Sin embargo. Siempre hay un sin embargo. No es que no quiera gozar. Al contrario. No hay nada que desee más en este universo que el soplido de vientos orgásmicos coronando mi ser hembra para desterrar de mi sangre con tendencia a coagularse, la mutilación infinita que me embarga desde hace años. Por opuesto, todo se resume a unas manos que callan y unas bocas que no tocan. Descubro un espejo roto que me muestra la blancura y pureza del vestido que llevo puesto y me recuerda a su vez, que quizás ese harapo no se manche nunca o no deje de ser inmaculado. Como arena, como agua, como nube, el sueño va diluyéndose hasta hundirse en una máscara de niña que me pongo para seguir habitando dentro de un planeta infantil y a resguardo de los miedos que produce dejar la inocencia para sumergirse en el camino del pecado.
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miércoles su - real
Amor real: invisible. Siempre me resigno al silencio en medio del ruido. A veces me canso de ser instantes o reconocer que el ramo de fresias representa un manojo de flores mustias perdido entre las hojas de "Rayuela". Y cómo la noche me aplasta las manos sin que cicatricen sus cruces. Amor surreal: el que siempre es. Una gota en medio del océano. El ángel a lo lejos abrazando. A pesar de la distancia del hogar sentirlo más cerca que la casa del vecino. Estrellas muertas que resucitan, el miedo transformándose en perfume de cuerpos vivos. La casualidad golpea la puerta, entonces, la pasajera en trance que soy, saca su boleto para pasear por el Universo.
Crista Smith/ Jardín de extremidad 39
martes evaporarse como el incienso
Todas las flores se evaporan como el incienso y entonces recuerdo que los héroes también mueren. La noche me envuelve aún en pleno día marchitando mis esperanzas bañadas de sol. Un grito desesperado de estrellas que no dejan de ser negras perforando mi pecho, llenando de cruces mi rostro. Rezo en vano a una virgen sorda que sólo escucha las plegarias de los necesitados de turno que nunca llevan fresias a su altar en agradecimiento. Como el cristal, mi alma se quiebra frente al estallido de la tormenta. Una lluvia furiosa que mancha de barro las botas nuevas que llevo puestas. Escribo inútilmente intentando redimir el dolor de la ausencia, como quien quiere resucitar mariposas disecadas de colección. El engaño de un posible abrazo de cosmos brillante en un cuerpo opaco - el mío - que nació mustio, sin probabilidad de transformarse en amatista o siquiera oler a sándalo. ¿De qué vale gozar por instantes cuando se roza la pérdida de las manos unidas de forma infinita? Inmundicia de mujer rota. Sangre coagulada. Pájaro ónix abandonado al filo de la jaula. Julio y enero. Fechas trazadas en mi calendario de ilusión, números amorosos que riegan sueños. La realidad es un espanto - mi realidad de manera que cierro los ojos y ofrezco mi cielo a cambio, apenas, de un poema.
Crista Smith/ Jardín de extremidad 40
sábado zona de promesas
Una joven espera que alguien la ame o, tal vez, lo que es igual, que le ponga en las manos su propio nombre. María Negroni
Soy noche, vacío, incertidumbre, mugre, Plaza Constitución pasadas las doce a.m, ojos mirando a todos los costados, inseguridad, ruido y también a veces, luces. Muchas luces. Las de los árboles que cuelgan de todos colores intentando embellecer un paisaje mezquino de hermosura, de esta ciudad de la furia. La gente esperando por un colectivo que siempre tarda -y mucho- para volver a casa después de tanto trabajo.
Crista Smith/ Jardín de extremidad 41
El deseo de regresar a un hogar -que no poseo- tranquilo y con alguien que pregunte -me pregunte, sí a mí- “¿Qué tal tu día?” “¿Mucho laburo?” y yo responder: “Sí, hoy estuvo movidita la cosa” o “No, hoy estuvo todo tranquilo.” Por el contrario, nadie. Ni un alma suelta que se preocupe si demoré o si estoy algo miedosa o qué sé yo. Ausencia de manos que señalen flores o perfumen cielos plenos de azules. Carencia de un cigarrito apurado que suelta su humo al techo luego de un instante amoroso. El mar es un latido ansioso que se hace rogar.
Estrellas perdidas en Barcelona y el anhelo fuerte de observar su brillo con la camiseta puesta. Una hoja en blanco que se escribe a medida que mi angustia aumenta y el sueño con ser alguien de culto en un mundo desinteresado de poesía. Café instantáneo servido en una tacita de porcelana que bebo ilusionada con que mi suerte cambie algún día.
El Universo es precioso, sin embargo. Mi palidez se enciende imaginando pájaros que liberan de crueldad y entonces, cae una lluvia que limpia las cenizas del dolor acumulado. Tarde o temprano, en la zona de promesas, los milagros ocurren.
Crista Smith/ Jardín de extremidad 42
miércoles suspendida sin hilo de una lágrima oscura
La misma boca más frutal se marchita mientras la noche cae apenas silenciosa. El recuerdo del trueno que bendice los cuerpos o la luz del relámpago que enciende el suelo. Estrellas apagadas en un jardín nocturno y solitario: la carencia del delirio -de la cual no se acostumbrainvade sus marcas y entonces, llora. Resignada a la ausencia de la furia en Roma, -París siempre se lleva todos los aplausosreza por sueños ámbar que quiebren su suerte de cristal. Suspendida sin hilo de una lágrima oscura su destino se reduce al murmullo de las flores tranquilas.
Crista Smith/ Jard铆n de extremidad 43
(ilustraci贸n Erika Kuhn)
Crista Smith/ Jardín de extremidad 44
Sangre y vida
Tus piernas viven al compás de una música etérea. Tu sonrisa muere sólo cuando el éxtasis la borra de tus labios. Crines de un azabache arremolinan el encanto. Y después de tanta vida paradójicamente, tu cuerpo yace ensangrentado sobre un manto.
El Conde
Crista Smith/ JardĂn de extremidad 45
(fondo tomado del blog de Crista Smith)
Crista Smith/ Jardín de extremidad 46
jueves uno
Alguna vez voy a estallarme el cuerpo de tantos golpes prodigados a tu nariz para quitarle la fragancia del perfume de mi vestido que te llevaste una tarde mientras reíamos bajo un cielo naranja y unos pájaros perdían sus alas en pleno vuelo. La sangre que escupas voy a untarla en un pañuelo blanco de encaje que, sabré remojar en ocasiones para paliar la fiebre que a veces me invade. Fiebre maldita ante la ausencia de tu falta de respeto o en el peor de los casos, el silencio constante de tus manos. María Magdalena debías de llamarme y sin embargo, María a secas pronunciabas en noches hemorrágicas, las cuales vendabas. Santo y puta, evidentemente, es una mezcla que nunca funciona.
Crista Smith/ Jardín de extremidad 47
domingo dos
Abro las piernas con el único fin de que me brindes una muerte decente, arrojes soles a mi noche o grites fuerte, fuerte, fuerte, para quebrar mi autismo de años. Separo las manos hacia los costados, alabando el pecado y el dolor. Son tus dedos los que alimentan mis entrañas hambrientas y tus cabellos los que rozan mis labios secos. Rezo y gozo sin aire casi, susurrando con mi lengua antes, la forma del pájaro y la flor. Muero finalmente como deseaba, sabiendo que el fracaso narcotizado ya no es, sólo existe el amor.
Crista Smith/ Jardín de extremidad 48
martes tres
La sonrisa vertical al aire a pesar de las manchas de sangre del cielo cristalizado, hecho añicos sobre el pecho. Los pájaros azules de antaño vueltos cuervos o las flores blancas sepultando el cuerpo. Sé que está lleno de chicas listas y bellas pero sobretodo, rápidas y baratas cuando yo nunca he sabido tener precio. Me aferro al árbol-cópula, entregando los restos barnizados -apenas- con el semen que desangra su yo muerto.
Crista Smith/ Jardín de extremidad 49
jueves cuatro
La chica ojos tristes rostro actriz de cine, opiácea, soporífera, sangrante envuelta en tres, sólo tres palabras: amapola/ suicidio/ Rimbaud pero también en una frase: “Tarde. La palabra tarde siempre: tarde rosada, tarde de cenizas de cigarrillos en las manos y tarde de llegar tarde a todos lados” derrama la blancura de las cosas tan blancas por aire, cuello, tierra, mesa. Cocaína. Semen. Estrella. Amor, odio, violencia, muerte y por qué no, la vida envolviéndola con furia cuando ya está de vuelta.
Crista Smith/ JardĂn de extremidad 50
martes cinco
Intoxicada de sexo rompo cristales en la oscuridad sin sangrar. Grupos de gente, dragones y flores me sepultan, alucinada y sin perfume. Las manos extiendo para rozar la furia y la noche cae apenas silenciosa. Amor y dolor es todo lo que encuentro, un aullido azul clavĂĄndose en mi pecho muerto.
Crista Smith/ Jardín de extremidad 51
jueves seis
La fuerza suicida motiva la belleza de mi paranoia entonces, la sigo. Sé que no pertenezco. A nada. A nadie. Nunca. Ni a él -vivoni a mí -muertao a la muerte misma, en definitiva. Solitaria enciendo luces, busco mi ropa mientras observo como él se pierde en el fondo de los minutos ya pasados. Prendo un cigarrillo y respiro. Sí: respiro la ausencia del blanco.
miércoles
Crista Smith/ Jardín de extremidad 52
lulú on the bridge
model: lulú on the bridge photos: mr cadorna
nadie dijo adiós dije amor eterno
Crista Smith/ Jardín de extremidad 53
diego vidal “Nadie dijo adiós dije amor eterno.” Los siete delfines
Un puñado de carbón en las manos a punto de descubrírsele sus diamantes interiores. O flores blancas frescas sobre una tumba reciente que se niega a serlo. Como las mañanas llenas de smog en una ciudad de la furia que intenta sobrevivir a pesar de todo, a la desesperación; entonces pasan los autos a miles de kilómetros de velocidad y se pierden las esperanzas a la distancia con el último bocinazo. Las estrellas que caen de los árboles en Constitución de noche -ésa es la imagen más nueva que me invade por estos días- una película muda, plagada de ausencia y sin embargo, el vuelo del amor. ¿Es posible que exista un cielo lleno de cometas esperándome en alguna parte mientras enciendo mi cigarrito francés y sueño con cabellos despeinados al viento? Nadie dijo adiós dije amor eterno: como en la canción. Se encienden mis labios y los ojos recitan palabras silenciosas a los gritos. ¿Será que el perfume de mi alma al fin pueda abarcar el mar? “Tenes que mantener tus sentimientos bajo control” -suelo repetirme contadas veces- aunque sin éxito. El Universo es sabio: no se puede luchar contra Venus bajo la luna.
sábado
Crista Smith/ Jardín de extremidad 54
martes lulú on the bridge - parte II
model: lulú on the bridge photos: mr cadorna
Crista Smith/ JardĂn de extremidad 55
martes Eleanor Smith
Crista Smith/ Jardín de extremidad 56
sábado Autorretrato
Eleanor -
"Siempre tuve una especie de mochila, nada más que una pieza de tela o piel atada con un nudo. Mi bolso, valioso compañero, produce, al ser abierto, un mundo definido por su contenido: un fluir único, amado. Este bulto fuera de lo común ha sido siempre mi consuelo, mi carga feliz. Sin embargo considero imprudente apegarme a los recuerdos de su interior. Porque tan pronto como me focalizo en un objeto determinado lo pierdo o sencillamente desaparece..." Patti Smith -
Crista Smith/ JardĂn de extremidad 57
domingo rojo. rojo amor. rojo
Crista Smith/ JardĂn de extremidad 58
sĂĄbado Mariana Copello Alumbramiento marginal y silencioso
Crista Smith/ JardĂn de extremidad 59
Crista Smith/ Jardín de extremidad 60
Encuentro FotoPoético Mariana Copello y quién escribe (Eleanor Smith), llevaron a cabo en el día de ayer, Viernes 22 de junio de 2012, un encuentro FotoPoético basado en un texto de Smith "Alumbramiento" El resultado fue una serie de imágenes preciosas de las cuales se comparten algunas en este post.
......... Alumbramiento
Cordón umbilical de plata alimentaba con poesía en el vientre (gestación)
Crista Smith/ JardĂn de extremidad 61
Apartada de luces caĂa a la oscuridad temprana (sin soles ni estrellas)
Piedras en lugar de algodones. Alumbramiento marginal y silencioso (grises constantes, muros sin tragaluces)
Cree ser el ombligo del mundo y no es ombligo de nada (nadie, nunca, sola siempre)
Noche. Todo es y serĂĄ noche.
Crista Smith/ Jardín de extremidad 62
jueves Tienda de café
Fotografías realizadas en Avenida de Mayo, un jueves cualquiera por la noche, por esta tipa que escribe estas líneas.
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viernes Siempre es hoy - Apuntes 6 de julio...
Paul Celan
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obra: Erika Kuhn *
InvĂtame a vivir en lo profundo de tu ocaso y estallare. Un cielo de papel.
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Sabemos disfrutar‌
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bajo el cielo rojo del perfume de la noche.
y de repente la tipita, una tal "Crista Smith", es leĂda por muchas personas...
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un beso a todas/os las/os seguidoras/es de QuizĂĄs Hiroshima
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el más alto teatro del mundo, soy yo. María Negroni
hiroshima azul
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ese cigarrito antes de…
Necesito creer Necesito creer. Necesito creer que como decía un tal Shakespeare “usted tiene la brujería en sus labios”, los míos con forma de corazón expresen lo que siento y deseo sólo con pestañear alguna puta vez en la vida; que las flores raras de la cuales me han dicho soy su reina, me perfumen invitándome a expandirme en fragmentos por el cielo y caer así hecha cenizas sobre el alma de las personas que suavizan mi mundo. Necesito creer que el destino no siempre es cruel y aunque la oscuridad haya sido mi ámbito por días, meses, incluso años; me ilumine y eyacule su negro sólo para provocarme seguridad y estima. Que la palabra beautiful sea común en mi cuerpo pero también en los poemas o las cópulas doradas tan magníficas y únicas que suelo experimentar para así, elevarme a un estado absoluto de dharma. Mantenerme unida a una naturaleza que me envuelva y asfixie sólo para respirar mejor. Quizás Hiroshima explote en mí y con su fuerza suicida de pirotecnia destroce el decadentismo desdichado que por momentos me invade para así poder sobrevivir al absurdo sin sangrar las manos. Necesito creer. Sí.
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Ir y volver es un gesto que recuerda demasiado a la masturbación. Boris Vian
mariposa antílope con sombrero, descansa las manos sobre sábanas blancas. sabe que la noche además de oscura, puede ser roja o incluso azul como las pestañas que tanto deseo le provoca cuando pierde en ellas, la mirada. - ¿y qué es el cielo? - suele preguntarse. tal vez no exista, tal vez sí; pero para ella el cielo, además de flores lilas (que casi nadie le regala) y ella adora; es él, durmiendo a su lado sin necesidad de hacer el amor siempre, sino tan sólo acurrucarse a su lado y abrazarlo mientras exhalan el humo de ése último cigarrillo.
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manos
Casi 5 a.m Frío. Fumo un último cigarrillo a pesar de esa extraña molestia en los pulmones desde hace días. El vidrio del baño se empaña con el vapor del agua con la cual mojo mis manos, intentando apagar en vano sus incendios: cuando me sumerja bajo las frazadas, otra vez van a encenderse frente al mundo que en ese instante me nace.
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Vórtice Vórtice s. m. 1 Viento muy fuerte, centro de un ciclón. 2 Remolino en un fluido.
Rose garden sobre el vórtice de mí y el dedo que señala hacia tu costado desparramado que escupe blancuras en la noche amarga para endulzarla. Y los opiáceos que fumamos lejos de adormecernos nos sacuden, vibrando y estrellando nuestros rostros y miembros sobre cristales de un cielo negro. ¿Y qué es el sexo entonces? Tal vez la representación más perfecta de tu alma clara esfumándose a través de mi clítoris cuando copulamos en jardines detenidos en el tiempo.
Rose garden: jardín rosado en inglés.
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obra: Erika Kuhn *
la tarde está increíble y quiero embellecerte más aún, tal vez con mis palabras o la decadencia de mi furia una flor roja quizás que en mis manos se deshace sólo para atravesarte el pecho y hacer raíz en tu mirada.
Epílogo
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El 1 de enero de 2013 escribía estas palabras sobre el libro “Alicia Dark”, de la entonces llamada Eleanor Smith: A veces uno descubre diamantes en bruto, joyas en mitad de un manto de flores raras. Experimentar emociones intensas leyendo poemas de Eleanor Smith es una experiencia personal que he descubierto en los últimos meses y que me apetece compartir a través de esta editorial tan alternativa, tan “del otro lado”. Alicia Dark es un libro frágil como el grito imperceptible de un alma al morir envenenada de amor, un amor tan fiero como una tormenta de dentelladas de besos en noche vacía de estrellas. Me ha encantado viajar con Eleanor Smith a ese bosque secreto que todos albergamos en la más furiosa intimidad de nuestros traumas olvidados, allí donde protegemos con la vida el niño que algún día fuimos o creímos ser. Y, como no podía ser de otra manera, de fondo sonando omnipresente el High de The Cure, entre helechos, susurros de hojas caídas en otoño decandente, mientras la Alicia Dark de nuestros sueños más oscuros, pasea etérea sobre el reverso del tapiz de la lócura de nuestros pensamientos más secretos. Gracias a Eleanor Smith por hacerme partícipe de la textura de la epidermis de los infiernos delicados de su cerebro. Por devorarme con su ilusión poética y con la fragilidad dolorosa y hermosa de su particular universo. Gracias por tu generosidad, jefa dark.
Hoy, 19 de diciembre del 2013, vuelvo a estar sentado frente al ordenador escribiendo este epílogo para el nuevo
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libro de la “jefa Dark”, que ahora ha mutado en Crista Smith. No sólo me reafirmo en lo que dije a raíz de su primera publicación con Neurótika Books, sino que me reafirmo en el placer y el honor que supone sumergirme en su particular mundo de sueños frágiles, mecidos por el suave viento del trauma. Su peculiar universo de cromatismos de emoción nos permite asumir la fragancia etérea de su jardín de extremidad, un jardín extraño como los pensamientos desordenados de un adicto a los sentimientos puros. Un jardín extraño y desmesuradamente hermoso como un canto de sirena herida en su corazón por cientos de miles de vidas arrebatadas por un abismo de aguas ennegrecidas por el abandono. Tal es la textura emocional del universo de Crista Smith. Reivindico a Crista como una escritora de culto. Una mujer a descubrir. Una poeta susceptible de embriagarnos con perfumes de penumbra, más allá de la soporífera y artificial protección de la cordura, de la que tanto ansiamos desprendernos. Gracias, jefa Dark, por abrirnos las puertas oxidadas, a la par que bellas, de tu particular jardín de extremidad, que riegas cada noche con la marea silenciosa de tus lágrimas. Beso emocionado y gracias por permitirme publicarte y compartirte.
José Manuel Vara
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un libro de neur贸tika books todos los textos y fotos Crista Smith
diciembre 2013 underground book for underground people
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