LOS ARROYOS EN BARRANQUILLA Cultura, adaptación territorial y soluciones estructurales para un problema de competitividad territorial1 Jorge L. Vásquez M.2
RESUMEN Se plantean algunas reflexiones sobre el fenómeno de los arroyos en la ciudad de Barranquilla, a partir de algunas observaciones en el territorio y de la lectura de algunas fuentes secundarias, enfatizando en algunos de los aspectos culturales y ambientales del problema. Se plantea una agenda de acción preliminar para abordar el problema desde los diferentes sociales con el objetivo de gestionar los impactos de las problemáticas territoriales derivadas de este fenómeno. PALABRAS CLAVE Drenaje urbano, escorrentías pluviales, Barranquilla, cultura y ambiente, observación participante. 1.
ANTECEDENTES
La ciudad está localizada en el vértice nororiental del departamento del Atlántico, sobre la orilla occidental del río Magdalena, a 15 km de su desembocadura en el mar Caribe. Barranquilla se encuentra a una latitud 10º 59' 16" al norte de la línea ecuatorial y una longitud de 74º 47' 20" al occidente de Greenwich, tomando como referencia la plaza de la Paz, punto cero de la ciudad. El área urbana está edificada sobre un plano ligeramente inclinado cuyas alturas extremas, según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, son 4 msnm al oriente y 98 metros al occidente, sobre el nivel del mar. Otras fuentes señalan alturas accidentales en las lomas, hasta de 120 metros fuera de la ciudad (DIMAR, 2010). Topográficamente la ciudad, se encuentra fundada sobre una suave colina, cuya divisoria tiene dirección sur-norte, generando dos vertientes de drenaje, que tienen direcciones opuestas. La primera y de mayor extensión, corresponde a la vertiente oriental, la cual drena con sentido W-E, hacia la franja adyacente al río, que conforma una zona baja y plana, hacia donde confluye el drenaje del orden del 70%, del sector urbano de Barranquilla. La segunda corresponde a la vertiente occidental, que drena con sentido E-
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Publicado en: Ekistics, Vol 2 No. 1. 2011. Revista de Arquitectura. Universidad Autónoma del Caribe. ISSN: 2027-601X Ing. Forestal, M. Sc. Restauración del Paisaje. M. Sc. Administración de Recursos Culturales, Ambientales y Paisajísticos. Grupo de Investigación Fundación Grupo HTM. e-mail: jvasquez@grupohtm.org 2
W, hacia el Arroyo León, que finalmente, confluye hacia el norte, en la franja costera en el mar Caribe (WMO, 2002). Las escorrentías pluviales severas se presentan debido a la combinación de varios aspectos, entre los que se cuenta la falta de planeación urbana, la carencia de alcantarillado pluvial de la ciudad, zonas con altas pendientes y con cada vez menor capacidad de infiltración (Ávila, 2004 estima que el 80% del agua que cae escurre superficialmente por la red vial), condiciones climáticas de alta intensidad en las precipitaciones, y falta de educación y conciencia ciudadana. Se han inventariado 21 arroyos o áreas de escorrentía pluvial en la ciudad, en un área tributaria de 6.109 hectáreas, con una longitud total de 92 km, una pendiente promedio de 1,58% y un caudal medio de 43 m3/s. (Acodal, 2009). Durante el período de precipitaciones de mayor intensidad el sistema vial de la ciudad transforma sus componentes (calles) en canales de drenaje por los cuales se evacuan las aguas lluvias, cuyos efectos restrictivos sobre la circulación vehicular son particularmente notorios. Durante estos cortos pero intensos períodos de lluvia, las actividades urbanas se paralizan totalmente. Adicionalmente, el depósito de basuras en los arroyos urbanos para que sean arrastradas por la corriente da lugar a taponamientos que incrementan el volumen de agua y ocasionan inundaciones en determinados sectores, como también, luego de bajar el nivel de las aguas, estas se esparcen sobre las vías por efecto de la pérdida de la capacidad de arrastre de las aguas, propiciando suciedad y deterioro ambiental de la ciudad (Contraloría, 2009)
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ALGUNAS REFLEXIONES
Individualidad, colectividad, y sistema territorial. Es bastante evidente que este problema, se afronta cotidianamente a través de respuestas individuales que no contribuyen a su solución, aún menos tratándose del agua y del espacio público, en tanto asuntos de índole colectivo. Resulta sintomático ver cómo, a su manera, y sin distingos de estrato socioeconómico o de uso del suelo, los barranquilleros optan por levantar muros, sardineles, escalas, o realizar todo tipo de adecuaciones no sólo en el ámbito privado (residencias, locales, industrias, etc.) sino también en el público, construyendo así una imagen de la ciudad específica, producto de respuestas inconexas y manifestación clara de la falta de comprensión del problema en algunos casos, o de la incapacidad para resolverlo de otro modo. Este proceso, origina, de manera silenciosa y consuetudinaria,
vías-ducto, sobre las que las escorrentías pluviales discurren, ocasionando los impactos ya mencionados, por un aumento progresivo del caudal y la velocidad de las escorrentías. Geografía estratégica y evolución urbana. Parte de la explicación del fenómeno, que con el paso de los años ha derivado en problemática, tiene relación con el emplazamiento y la evolución misma de la ciudad, con lo cual, las soluciones en muchas zonas no pasarán de ser mitigaciones. Barranquilla, desde el punto de vista natural, se emplaza en un área con una doble condición de amenaza: a un costado de un gran río, y en un margen costero. Lo que es una ventaja desde el punto de vista económico, tiene obviamente, sus implicaciones. No obstante este sea un problema consustancial a muchas de las ciudades litorales del trópico americano, la “Puerta de Oro de Colombia” debió ser consciente que su posición geoestratégica reclamaba una adecuada planeación y diseño de la ciudad. Pero como ha sido adecuadamente documentado en la literatura local y regional, esto no ocurriói. Las formas populares de construcción de la ciudad, a partir de flujos migratorios cotidianos o espasmódicos pero siempre constantes originaron también dificultades concretas para esa adaptación y modificación de las pautas y hábitos de urbanización, aunado al hecho de que como suele ocurrir, las áreas mejor localizadas geográficamente y con mayores condiciones para una urbanización de calidad fueron ocupadas tempranamente por grupos hegemónicos, con lo cual la población de estratos medios y bajos tuvieron que ir conquistando tierras marginales, con muchas más limitaciones físicas, donde la inteligencia territorial de las comunidades y de las órganos de administración de la ciudad debió ser mayor. Fue sucediéndose así a través de las décadas, especialmente desde la cuarta década del siglo XX, pero de manera más intensiva desde los años 70ii, un fenómeno de desadaptación acumulativa que cada vez tuvo más inercia y más dificultades de reversión, control y gobierno. Aristas sociales y culturales. Resulta también muy interesante para comprender el problema de los arroyos en la ciudad, otros matices de índole cultural, tales como el potencial de socialidad que generan, toda vez que buena parte de la población, ve incluso en ellos algo así como un evento con características de rito, atado a la inmanente y significativa oralidad y alegría presente en lo que se suele llamar la identidad del “currambero”. Así, se pone incluso el problema de los arroyos al lado de fenómenos culturales de significación patrimonial como el Carnaval de Barranquilla. Diversos accidentes registrados en los momentos de arroyos se originan en imprudencias de población, que aprovecha el evento para jugar con agua, o retar las corrientes cuando estas no han adquirido caudales o velocidades significativas. Algunos sectores de la población expresan que las molestias ocasionadas por los arroyos no son significativos, pues estas “paralizan la ciudad por apenas un par de horas, y los eventos de lluvias fuertes no son muy frecuentes. Ya estamos acostumbrados y el problema es la gente imprudente que deja bienes sobre vías problemáticas o expone su vida inconscientemente”. Esta
dimensión cultural del fenómeno, estudiada en profundidad, debe contribuir a dar pistas para una adecuada y estratégica intervención, que considere comportamientos y reglas sociales espontáneas, y aproveche inteligentemente las oportunidades y los valores sociales y culturales de la población afectadaiii. Temporalidad del fenómeno. Otro de los aspectos que es necesario considerar, como asunto explicativo de buena parte de las conductas, prácticas culturales, sociales e institucionales de gestión del territorio que inciden sobre la problemática de los arroyos en la ciudad de Barranquilla tiene que ver con la frecuencia e intensidad de los eventos de lluvia que logran provocar impactos significativos para la población. Algunos estudios fiables han declarado la falta de estudios hidrológicos detallados, que permitan establecer medidas más ajustadas a las diferentes realidades zonales. Los registros provenientes de las dos estaciones meteorológicas con que cuenta la ciudad han señalado máximos de precipitación diaria entre 40-69 mm/día, y un máximo de 13 días de precipitaciones en los meses que convencionalmente presentan mayor precipitación (septiembre-octubre, con lluvias que oscilan entre 6-173 mm/mes). Los mismos registros indican que entre mayo y noviembre cae el 82% de la precipitación anual, que oscila entre los 600 y 1200 mm. Los eventos de lluvia suelen presentarse entre las 10 a.m. y las 4 p.m., su duración es en general muy corta (entre 9 y 90 minutos), pero sus intensidades pueden ser altísimas (Contraloría Distrital, 2009; DIMAR, 2010). En total se presentan cerca de 60 días con lluvia anualmente, de los cuales una tercera parte suele superar 20 mm, umbral por encima del cual empiezan a originarse inconvenientes mayores por causa de las escorrentías pluviales. Dimensiones económicas. Otro de los aspectos neurálgicos del problema, tiene relación con los impactos económicos de estos eventos. Es presumible que los agentes del discurso de la competitividad territorial sean los más interesados en las soluciones del problema de los arroyos, toda vez que las afectaciones económicas derivadas del mismo pueden ser muy significativasiv. Las características de algunas de las vías más importantes de la ciudad en términos de calidad de la carpeta de rodadura, sección vial, entre otras, inducen por lógicas de la economía urbana una destinación espontánea o planificada de dichos corredores para usos comerciales y de servicios. Y son muchos de los corredores comerciales de la ciudad los escenarios donde a menudo ocurren mayores traumatismos. Esto no es, desde ningún punto de vista, accidental. Formas inadecuadas de gestión del territorio buscan maximizar la ocupación del espacio a efectos de una mayor producción económica. Cuando un comerciante decide crear diversas comodidades en inmediaciones de su local, está contribuyendo a crear un desequilibrio urbano, sea por vía de las afectaciones al espacio público a través de ocupación de andenes y/o de la reducción de superficie verde, para generar áreas útiles a las actividades comerciales (parqueo, mobiliario de atención al cliente, áreas de servicio, etc.). El resultado de esta práctica muy común en buena parte de los corredores comerciales de la ciudad es una mayor impermeabilización del suelo, ocupación indebida y no regulada del espacio público, entre otras, contribuyendo a incrementar la magnitud del problema, que se expresa de maneras
múltiples (para poner sólo un ejemplo, piénsese en el importante aunque decreciente 1012% de la población que se estima realiza normalmente a pie sus viajes cotidianos). Las afectaciones por daños a infraestructura y bienes públicos y privados durante los eventos torrenciales expresados en estas escorrentías urbanas son conocidas, aunque en mora de cuantificarse exhaustivamente. Quizá, hablando del sector comercial formalizado, las empresas de seguros tengan clara la dimensión del problema. No obstante, en el mundo de “lo informal”, mucho más amplio y desconocido, se señala el papel que los eventos de arroyos producen, tanto en zonas residenciales como comerciales e incluso industriales, con relación al empleo que estos generan, a través de un sinnúmero de actividades y oficios que se expresan y operan en el antes, durante y después de los eventos de arroyos. Desde cargadores o arrieros de personas, hasta constructores de puentes o pasos temporales para sortear los arroyos o los inconvenientes a la movilidad que estos generan, pasando por rescatistas de bienes, y todo lo imaginable ante una situación como la que se presenta. Evidentemente, este es un problema que afecta muchas esferas de la vida de Barranquilla, yuxtapuestas y a veces contradictorias, como muchos de los fenómenos urbanos. Percepción ciudadana. Vale la pena señalar algunos datos respecto de la percepción ciudadana frente a asuntos vinculados con el problema que analizamos: la satisfacción de la ciudadanía respecto a la situación de “parques, zonas verdes, zonas deportivas” pasó de 2,6 en 2008 a 1,9 en 2009, siendo 1 muy insatisfecho y 5 muy insatisfactorio. Se juzga con 2,3 sobre 5 la probabilidad de castigo o amonestación por parte de las autoridades al “infringir normas ambientales”, con 1,9 “arrojar basuras a calles, caños y arroyos”, y con 2,4 “violar normas de construcción y urbanismo”, siendo 1 nada probable y 5 muy probable (Encuesta Barranquilla Cómo Vamos 2009). En la encuesta de 2010, frente al tema de espacio público sólo el 40% de los entrevistados manifiesta estar satisfecho con el mismo. En lo que se refiere a parques y zonas verdes en Barranquilla, sólo el 18% está conforme con la oferta de parques y zonas verdes de la ciudad. De este grupo de personas discriminado por estrato, sólo el 48% de los habitantes de estrato alto están satisfechos; y es alarmante que apenas el 9% de los encuestados pertenecientes a estratos 1 y 2 (que suman cerca del 50% de la ciudad) manifiestan satisfacción con los parques y zonas verdes (Encuesta Barranquilla Cómo Vamos 2010).
3.
HACIA UNA AGENDA ESTRATÉGICA DE GESTIÓN
Como colofón de estas reflexiones, se presenta un esbozo de agenda para la gestión de este fenómeno territorial, a partir de ejes de acción propuestos con base en
consideraciones del autor y de las recomendaciones ya realizadas por diversos organismos e investigadores del tema. Eje de Investigación. Es importante estudiar la condición diferencial, en términos hidráulicos, urbanísticos, sociales y ambientales de cada una de las zonas de influencia directa e indirecta de los arroyos, para establecer medidas más eficaces y diferenciadas. Este eje estratégico deberá establecer una línea base de información, a partir de la cual se pueda documentar adecuadamente un cuerpo de diagnósticos y propuestas de solución, así como las articulaciones necesarias con iniciativas como el observatorio del Caribe, el observatorio de movilidad y de espacio público. Eje de Cultura y Educación. Es prioritario un esfuerzo decidido políticamente, vigoroso en sus alcances, y sistemático en el tiempo, para atacar algunas de las situaciones que agravan los impactos del fenómeno de las escorrentías pluviales. Un trabajo eficaz en este sentido, tanto en la escuela formal, como en los ámbitos de la construcción de ciudadanía, representa la oportunidad más clara de garantizar la sostenibilidad de las diferentes obras e intervenciones que se emprendan para mitigar o resolver este problema. Eje de Estructura Ambiental. Es imperativa la definición de una estructura ecológica principal de la ciudad que considere el problema y lo vincule espacialmente a la clasificación del suelo y la definición de usos e intensidades de aprovechamiento urbanístico en la ciudad de Barranquilla. Es fundamental incrementar la superficie y la calidad del espacio público verde para aumentar la permeabilidad del suelo, para lo cual deberá realizarse, en el marco de la revisión estructural del Plan de Ordenamiento Territorial, una evaluación exhaustiva de lotes de oportunidad para espacio público, con el objeto de que sean integrados a las diferentes estrategias de gestión del suelo que deben implementarse en el corto y mediano plazo. Eje de Intervenciones Estructurales. Contiene el abanico de respuestas de índole ingenieril que la magnitud del problema reclama, y para el que ya diversos estudios han realizado propuestas concretas para su resolución parcial o definitiva (Arzuza, Misión Japonesa, H. Heilbron, Hidroestudios S.A.-Concep Ltda., entre otros). Con base en un análisis juicioso de estas propuestas, debe priorizarse la intervención, considerando las posibilidades que pueda ofrecer una adecuada gestión tributaria de la ciudad, las oportunidades de gestión del suelo en zonas de renovación urbana, así como los intereses que el sector público o privado, nacional o internacional, pueda tener en aportar a estas soluciones estructurales, que deben en todo caso desarrollarse bajo los más estrictos cánones de calidad técnica, asumiendo las altísimas inversiones que son necesarias para atender un problema estructural como el existente. Finalmente, conviene recordar que el problema de las escorrentías pluviales en la ciudad de Barranquilla es clave en el escenario futuro de la ciudad, toda vez que su solución resulta un prerrequisito e insumo para las metas de desarrollo de la ciudad,
contribuyendo a un aumento de la calidad de vida de la población, y a las apuestas de competitividad local y regional, en un contexto de grandes transformaciones económicas. BIBLIOGRAFÍA
Acodal, 2009. Antecedentes y estudios sobre la escorrentía pluvial en la ciudad de Barranquilla. Ing. Víctor Téllez Abuabara. Presentación ACODAL SECCIONAL CARIBE- CCI, Barranquilla. Ávila, 2004. Alternativas de solución a los arroyos de Barranquilla. En: El Heraldo, Julio 11 de 2004. Barranquilla Cómo Vamos, 2009. Red de Ciudades Cómo Vamos. Presentación de resultados. 189 p. Barranquilla Cómo Vamos, 2010. Red de Ciudades Cómo Vamos. Presentación de resultados. 129 p. Contraloría Distrital de Barranquilla, 2009. INFORME AMBIENTAL DEL DISTRITO ESPECIAL, INDUSTRIA Y PORTUARIO DE BARRANQUILLA. 83 p. DIMAR, 2010. Climatología de los principales puertos del Caribe Colombiano: Barranquilla. 12 p. Observatorio del Caribe Colombiano, 1999. “Barranquilla: Sitio de libres. Relatoría del taller: ¿Cómo es Barranquilla al final del siglo XX?”. Cuaderno regional No. 4. Barranquilla, 1999. WMO, 2002. Improving Flood Management Practices in South America : Workshop for Decision Makers. En: http://www.wmo.int/pages/prog/hwrp/documents/FLOODS_IN_SA.pdf. Consultado el 27 de marzo de 2010. 80 pág.
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Se estima por diversos autores que en cerca de 30 años la población urbana del conjunto de las principales ciudades del Caribe colombiano pasó del 30% al 70% aproximadamente. Los estudiosos de la historia de la ciudad de Barranquilla documentan desde la época de auge económico asociado al comercio, crecimientos demográficos siempre muy importantes, no asociados a natalidad sino a migraciones sucesivas. iii
Una investigación valiosa al respecto es la de Pamela Flores: La Reconstrucción del Imaginario Urbano de Barranquilla: de la Ciudad a la Ciudad Soñada, donde se exploran en profundidad varios de los campos de percepción que los barranquilleros tienen de su ciudad, citada en: Cuaderno regional No. 4 del Observatorio del Caribe Colombiano. “Barranquilla: Sitio de libres. Relatoría del taller: ¿Cómo es Barranquilla al final del siglo XX?”. Barranquilla, 1999. iv
Se señala que en solo 10 días de lluvia con una media de 2,5 horas cada una las pérdidas directas fueron: 8 muertos, 16 extraviados, 15 automóviles destruidos, daños en 6500 viviendas, infraestructura pública y comercial, para un total de 4.7 millones de dólares. Las pérdidas indirectas fueron estimadas en 76,7 millones de dólares (WMO, 2002). En el año 2005 se reportaron 25 muertos y se tiene un estimado de 30 mil damnificados directos o indirectos. Según datos de Fonade, Barranquilla está perdiendo un promedio de 90 millones de dólares durante los 18 días más críticos del invierno.