3 minute read

PUNTO DE VISTA Crear e innovar

que viviría al dar este «sí» a Dios. Esa semana cambió mi historia y la idea de formar una familia. Así se cumplía uno de los sueños de mi niñez que había quedado sepultado en mi memoria, pero Dios que conoce lo más íntimo de nuestro corazón lo rescató, ir a África para ayudar a los niños. Ese deseo había surgido al conocer las historias de los Misioneros Combonianos en la revista Aguiluchos que leíamos con nuestra catequista Lolita.

Siempre había querido ir a misiones de Semana Santa, una amiga me invitó y la verdad me dio tanta alegría que, sin dudarlo, me comprometí a participar. Dejar a mi familia no fue fácil. Salir de mi realidad fue un paso para experimentar hermo-

Advertisement

¿TE GUSTARÍA SER... Misionero Comboniano?

Ciudad de México

P. Wédipo Paixão Cel. 55 71 43 05 73

Guadalajara, Jal.

Tel. 33 36 28 53 77 P. Mario Alberto Pacheco Cel. 33 29 56 50 07 severus77.aphc@gmail.com

Sahuayo, Mich.

P. José Luis Mejía Seminario comboniano Cel. 55 45 72 92 81 mejiagonzalez@yahoo.com.mx

Monterrey, NL.

P. Roberto Pérez Cel. 81 23 36 52 57 Tel. 81 81 90 47 61 combonianosmty@outlook.com

San Francisco del Rincón, Gto.

P. Sylvain Alohoungo Seminario comboniano Tel. 47 67 43 05 47 combonianosanpancho@gmail.com

Temixco, Mor.

P. Moisés García Cel. 77 72 01 60 71 combonianoscuernavaca@hotmail.com

La Paz, BCS.

Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús Tel. 61 21 22 21 21

Misioneras Combonianas Laicos Misioneros

Guadalajara, Jal. Combonianos Tel. 33 36 27 11 53 Guadalajara, Jal. vocacion_misionera2@yahoo.com.mx Adriana Salcedo Cabello Cel. Bety Maldonado: Ciudad de México 55 15 05 29 60 Tel. 55 55 86 85 89 lmcomboni.org

vocaciones_combonianas@yahoo.com.mx

sas vivencias. Estar en un lugar con personas que no conoces haciendo cosas que jamás imaginaste y a las que no estás acostumbrada fue un gran reto que me ayudó a desarrollar una capacidad de adaptación, identifcando en el otro la presencia de Dios. Estar con ellos como laica para compartir mi experiencia de Dios, sabiendo que los valores del Evangelio son universales, fue lo que dio identidad a mi vocación laical en medio de una comunidad indígena.

A partir de ese año fue imposible dejar de vivir la misión. Las experiencias en diferentes épocas del año y por más tiempo aumentaron, situación que me acercó a la gente y a vivir su día a día compartiendo todo, enriqueciéndonos unos a otros.

Recibí la propuesta de ir a misión fuera del país y al dar el «sí», comencé mi formación en comunidad; fue un periodo en el que purifqué mi decisión. Así, después de una larga espera, recibí un correo que decía: «irás a las misiones de Mozambique»; el correo llegó después de la muerte de mi papá, suceso que cimbró mi vida. Confada en Dios salí a la misión, la oración y el apoyo de mi familia me fortalecieron ante el paso que debía dar.

Llegar a África fue un sueño hecho realidad. La gente de Mozambique me recibió con su agradable calor y alegría. Estuve dos días en Maputo, la capital del país, esperando la llegada del padre que me llevaría a Nampula. Los LMC que serían mis compañeros me recogieron y trasladaron por carretera a Carapira.

Así comenzó la historia misionera con personas a las que fui conociendo y formando lazos de amistad y familia. Esto fue muy importante para mí porque cada día me convencía de que no estaba sola; primero estaban mis compañeros de comunidad y de grupo como Martinho y Margarida, matrimonio LMC de Mozambique, que para mí fueron grandes maestros y me ayudaron a corregir mis errores en el campo de misión.

Afortunadamente, también había una comunidad de padres y hermanos combonianos que atendían la parroquia y la escuela, así como las combonianas que se encargaban de las niñas del internado. Todos formamos el equipo misionero para la parroquia de Carapira. Cada uno teníamos nuestras actividades, pero nos unían la oración, el plan de trabajo, las convivencias y hasta los paseos, que nos permitían conocernos mejor.

Viví en el Instituto Tecnológico Industrial de Carapira (ITIC), que es espectacular, ya que la frase de bienvenida te hacía sentir en casa: «Hacer de la escuela una gran familia». Realmente eso era, todos conseguíamos sintonizar nuestra vida en torno a lo que acontecía en el ITIC; nos daba grandes vivencias 24 horas al día, desde preparar el desayuno, limpiar todas las áreas, apoyar en la administración y dar

This article is from: