uando a uno le dicen: escribe cualquier tontera (por no decir weá) es mucho mas complicado que cuando te dictan hablar sobre algún tema semiótico referenciado desde la óptica del diseño aplicado a una etiqueta de caja de fósforo. Mucho mas complicado es confesar que a uno le piden escribir, porque de ahí nace que se confiese decir que te cuesta hacerlo, lo que puede sonar a una disculpa ridícula que a nadie le interesa, porque cada uno se ocupa de sus asuntos al fin y al cabo y nadie va a estar leyendo esta tontera. Buscando un tema, como está tan en boga en nuestra casa de estudios, más bien en nuestra facultad e inspirándome en algunos descargos que leí por ahí en cierto Blog del Taller Ciudad visual, sobre la situación de nuestra carrera, asunto muy triste pero real al fin y al cabo. Son cosas que tienen que suceder para que haya instancias de conversación y de exposición de ideas, y para sacara a luz pública a pequeños futuros oradores de la política y del derecho de los pobres y desvalidos, porque aquí hay gente que habla muy bien y con mucho fundamento y propiedad de acción, que saben y están enterados de todo y de todos, y que si no te ven en tal o cual asamblea, te acusan de zafador o de que no te interesa el problema. No es así en realidad, me declaro una persona a la que no le agradan demasiado las aglomeraciones, y menos si se habla de problemas como este, que me rompen el alma (cursi, soy cursi y qué), pero la verdad es que hago tremendos esfuerzos por entender lo que está pasando a mi alrededor, y puede que escuche a los demás hablar del problema, y me asombro de lo desinformada que quiero estar, porque la instancia y la información están en todas partes, pero me limito a observar la punta del iceberg solamente. El fondo de este monólogo no se trata de los problemas de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U de Chile, específicamente a Diseño,
sino de que siento que podría haber estudiado una carrera que me diera muchas más satisfacciones económicas y profesionales, porque sé que el futuro será difícil e incierto , y cada vez me convenzo más de la grandeza de esta profesión y de esta escuela en particular, y doy gracias al azar que me hizo llegar hasta acá, pues en la enseñanza media, específicamente al momento de postular a cualquier cosa, no tenía idea a lo que venía, no sabía nada de diseño, diseñadores , en resumidas cuentas no tenía ida de nada, porque uno cree sabérselas todas, pero pequeña, estabas muy equivocada. Para mí estar, simplemente estar en una sala de clases de esta pobre escuela me da la satisfacción de estar cumpliendo una etapa muy importante de mi vida en relación a mi familia también. Soy la loca, la “artista” de la familia, la segunda de la familia en entrar a la Universidad, cosa muy importante en los sectores medios bajos de la sociedad, los “emergentes”, la clase que surge y más si es a “La Chile”. Mas que el nombre de la Universidad, creo que este lugar nos (me) entrega valores de vida y te (me) enseña a que nada se da por la vía del dinero (por lo menos aquí), o sea, en realidad todo lo transamos con dinero, pero no así los valores y las malas pasadas que van forjando el carácter de las personas, darse cuenta que la vida real no es un mercado de pagar y recibir, de pagar y obtener caras bonitas que te atiendan y te ofrezcan una mano, confort en los baños, calefacción, un gran casino, tv cable, computadores y cientos de data shows para jugar. No es por nada pero en la vida todo me ha costado, no digo que a los demás no, pero considero que para valorar las cosas, hay que ganárselas con sudor y sangre si es necesario, para que así se disfruten mejor… Esto no concluye en nada. Lo más raro de la radio es escuchar a una gringa cantando una canción mezcla de salsa rock con un coro en español agringado.