SIMÓN DE CIRENE, FORZADO A LLEVAR LA CRUZ DE JESÚS, MARCOS 15:21
El escritor sagrado de Marcos, en su relato afirma: “Pasaba por allí de vuelta del campo un tal Simón de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, y lo forzaron a cargar con la cruz” de una manera lacónica presenta la información de Simón; entre tanto, Mateo 27: 32 “A la salida encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a cargar con la cruz” también el informe es corto y omite el nombre de los hijos de Simón; en Lucas 23:26 “Cuando lo conducían, agarraron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevara detrás de Jesús”, en la versión de Lucas el relato tiene algo diferente y es en lo concerniente a Simón le pusieron encima la cruz para que la llevara detrás; en los relatos de Marcos y Mateo existe la posibilidad de que Simón cargó con la cruz completamente sólo, en cambio Lucas en su versión lo pone en la parte detrás de Jesús, y aquí es diferente la situación, ya que, mantiene el nombre del hombre que es Simón de Cirene, y omite el nombre de los hijos de éste, el único que da los nombres de los hijos es Marcos. En cambio en el Cuarto Evangelio el de Juan, dice en 19: 17 “Y Jesús salió cargando él mismo con la cruz, hacía un lugar llamado la calavera, en hebreo Gólgota” prescinde de Simón de Cirene, más adelante se detallará esta apreciación. En lo que afirman los evangelios sinópticos es que Simón fue forzado contra su voluntad, no tenía otra alternativa, los romanos se creían superiores a los judíos y con su imponencia pasaban por los derechos de los judíos y a cualquiera le ponían cargas que los romanos no transportaban pero si ponían a los nativos a llevarlas, como en este caso particular. LA CRUZ La cruz de Jesús pudo tener forma de T, con un travesaño colocado encima del madero vertical (crux commissa), o consistir en un madero vertical y el travesaño incrustado perpendicularmente en el (crux immissa). El madero vertical sobresalía entonces por encima del travesaño, exactamente como se impuso con el tiempo en las representaciones artísticas. Los padres de la Iglesia más antiguos testificaban ambas formas. Los palos verticales generalmente estaban ya fijos en su sitio, y el travesaño (del latín Patibulum) de cada ajusticiado se sujetaba después al palo. Los lectores del evangelio de Mateo imaginarían una crux immissa a la luz del versículo 37 el letrero indicando la causa de la condena está encima de la cabeza de Jesús. Los crucificados podían ser atados a la cruz o clavados en ella. Los escritos del Nuevo Testamento y del cristianismo primitivo presuponen lo segundo. Se deja a la fantasía de los lectores el detalle de si la cruz yacía en el suelo durante el enclavamiento y sólo
después era alzada, o si Jesús fue clavado una vez alzada la cruz. Ellos pueden imaginar también en que postura fue clavado Jesús. Se desconoce si las cruces incluían ya entonces un “sedile”, pequeña tabla de apoyo, que no hacía más humana la muerte del ajusticiado, sino que la demoraba. El investigador Vicent Taylor afirma “a partir de las guerras púnicas los romanos emplearon la crucifixión, que tenía origen oriental, como castigo infligido a los esclavos. La forma de la cruz variaba. A veces consistía en un solo palo al que se ataba o empalaba la víctima”. La crucifixión es una de las formas más abominables de tortura jamás inventadas, la víctima, desnuda y sin poder moverse, quedaba expuesta al dolor, a los insultos, a pasar sed y por fin morir exhausta, a no ser que una lanzada o un golpe mortal pusiese fin a su dolor. Los vestidos del condenado constituían la paga de los soldados que hacían guardia al pie de la cruz. Es natural que se los dividiesen echando suertes con los dados que tenían que pasar el tiempo custodiando. La crucifixión era, en aquella época, una pena de muerte romana, especialmente para esclavos y sediciosos. Tenía un carácter infamante y no podía imponerse (oficialmente) a ciudadanos romanos. Consta que se practicó en Palestina como pena de muerte romana: •
Quintilio Varo crucificó a dos mil judíos, en el año 4 a.C., después de la guerra de conquista (Josefo, Antigüedades 17, 295).
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Bajo el procurador Félix (ca. 52-60 d.C.) aumentó “enormemente el número de ladrones que fueron crucificados, y de habitantes cuya vinculación con ellos pudo demostrarse” (Josefo, Bell 2, 253).
EL TRANSPORTE DE LA CRUZ: SIMÓN EL CIRINEO También los cuatro evangelios describen el transporte de la cruz: Marcos y Mateo emplean airein (Tomar, recoger); Lucas, pherein (Llevar, soportar), y Juan bastazein (Llevar, sostener). El complemento directo de estos verbos es siempre stauros (Cruz). Normalmente la parte vertical de la cruz (stipes, staticulum=poste) permanecía plantada en el lugar de la crucifixión, y el reo cargaba sólo con la parte horinzontal (patibulum, por ejemplo, tranca para cerrar puertas o entena de nave). A menudo, ese madero se llevaba sobre los hombros, pegado al cuello, como un yugo, con los brazos extendidos y atados a él.
Los evangelios sinópticos relacionan este transporte con Simón el Cirineo, personaje a quien no se adjudica ningún otro papel en la tradición neotestamentaria. En parte porque Simón está ausente de Juan y Evangelio de Pedro. Los tres sinópticos dejan la impresión de que Simón era antes un personaje desconocido (“un tal”) que fue forzado a cargar con el madero. Marcos / Mateo usan la palabra aggareuein, un préstamo del persa, donde tenía la connotación de forzar a servir al Estado; Lucas refiere que los que conducían a Jesús echaron mano (epilambanesthai) a Simón y lo cargaron (epitithenai) con la cruz. Si alguien se hubiera puesto a inventar este episodio para presentar a Simón como discípulo, difícilmente se le habría hecho pasar por un desconocido obligado a servir a Jesús. Una explicación más verosímil que Jesús había quedado tan débil después de ser azotado que los soldados temían que se les muriese antes de llegar al lugar de la ejecución, impidiéndoles cumplir la sentencia dictada por el gobernador. La teoría de la extrema debilidad de Jesús encuentra un relativo apoyo en la sorpresa que suscita la rapidez de su muerte una vez que es crucificado (Mc 15: 44; Jn 19:33). De Simón se dice en Marcos (y en Lucas) que venía del agros (“campo”, “terreno”). Esto ha sido interpretado frecuentemente como que había estado trabajando en el campo; pero en ningún momento se declara tal cosa. Aun prescindiendo de la posible actividad agrícola, en el momento de su forzada intervención, el Cirineo está terminando de realizar un considerable desplazamiento (un viaje de ida y vuelta, sí salió de Jerusalén para ir a trabajar o simplemente al campo aquella mañana). ¿Era permisible en Pascua esa actividad para un judío? En realidad, tampoco se nos dice nunca que Simón fuera judío. Simón es un nombre griego, aunque frecuentemente se utiliza como equivalente del nombre judío Simeón (así en el caso de Simón Pedro), y los nombres de los dos hijos de Simón son grecorromanos. En cuanto a los hijos de Simón, mencionados en Marcos, Alejandro es un nombre griego, mientras que Rufo es romano (común entre los esclavos). Pensando que Marcos fue escrito para lectores de Roma, algunos identifican al hijo de Simón con el único otro Rufo del Nuevo Testamento (NT), “el escogido del Señor”, mencionado con su madre en Rom 16:13. Alejandro aparece otras cuatro veces en NT como nombre de uno o más adversarios de Pablo. LA CIUDAD DE CIRENE Cirene era la capital de la región norteafricana de Cirenaica, en Libia. Josefo (Contra Apión, 2.4) refiere que Tolomeo I Soter (ca. 330 a.C.), con el fin de consolidar el dominio egipcio en las ciudades de Libia, fomentó el establecimiento de judíos en ellas. Por otro lado, se daba la
circunstancia de que en Jerusalén había una sinagoga cirenaica (Hech 6:9). Además, en Hech 11:20 aparecen predicadores cristianos de Cirene y, en Hech 13:1, Lucio el Cirenio, junto con Simeón el Negro, como dirigente cristiano de Antioquía. No se puede considerar improbable, por tanto, que en la época de la muerte de Jesús hubiese en Jerusalén un judío cireneo llamado Simón que luego se hiciera cristiano. LA AUSENCIA DE SIMÓN EN JUAN Se han realizado intentos de armonizar la referencia joánica de que Jesús llevó su cruz con la función que los sinópticos asignan a Simón. Aprovechando la frase de Lucas (“lo cargaron con la cruz para que la llevase detrás de Jesús”), muchos artistas han representado a Jesús llevando la parte superior de la cruz delante de Simón, que carga con la parte inferior. Pero Lucas no da a entender que la cruz fuera llevada entre los dos, sino que Simón transportaba todo el madero mientras que Jesús caminaba delante de él, lo cual le permitía volverse y hablar, como en Lc 23:28. ¿Por qué habría sido Juan tan firme en descartar la intervención de Simón, subrayando que Jesús llevó su propia cruz? Algunos estudiosos piensan que la antes mencionada idea gnóstica denunciada por Ireneo (que el crucificado fue Simón) circulaba ya en tiempos de Juan y que éste expresó así su rechazo. Otra explicación muy especulativa es que Juan introduce aquí la tipología de Isaac, quien cargó con la leña para su propio sacrificio (Jn 22:6). Que tal simbolismo sea o no forzado depende en cierto modo de si cuando Juan escribió su evangelio estaban ya en circulación desarrollos midrásicos en que Isaac era presentado como un adulto que aceptó conscientemente el papel de víctima. Menos especulativa y más probable es la observación de que la cristología no cabe un Jesús necesitado de ayuda. Aquí entra en juego el principio básico de Jn 10:17-18 “ Yo doy mi vida… Nadie me la quita, sino que la doy yo por mi mismo”. Pastor Arturo Rafael Real Peralta Licenciado en Ciencias Religiosas Pontificia Universidad Javeriana Especialista en Estudios Bíblicos Fundación Universitaria Claretiana REFERENCIAS
Brown, Raymond E. (2006). La muerte del Mesías, Desde Getsemaní hasta el sepulcro. Tomo II Comentario a los relatos de la pasión de los cuatro evangelios. Estella (Navarra), España. Editorial Verbo Divino. Taylor, Vincent. (1979). Evangelio Según San Marcos. Huesca, 30-32, Madrid, España. Ediciones Cristiandad. Theissen, Gerd & Merz, Annette. (1999). El Jesús Histórico. Manual. Salamanca, España. Ediciones Sígueme. Ulrich, Luz. (2005). El evangelio según San Mateo. Mt 26-28 IV. Salamanca, España. Ediciones Sígueme.