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La maleza del bosque
Para todos los que se creen dueños de lo que no lo son y nunca lo serán porque ellos no son dueños de nada, y menos de personas, y menos si es hablando de personas en femenino. Que se encierren en un bosque, con sus espinas, que se enreden entre las zarzas, que se les abran las carnes, porque no son bienvenidos al mundo de las personas normales.
De entre la maleza del bosque asoma un atisbo de hierba nueva. Veremos si dicha hierba nueva es buena, o por el contrario ha crecido entre las malas y no es nutritiva.
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Comprobaré mañana, a la luz del día, si es de las nuevas hierbas que tratan de hacerse ver, o por el contrario es un brazuelo de la mala hierba, que lo que pretende es hacerse ver a costa de cualquier cosa.
Y de tus raíces profundas ha brotado un tronco alto, esbelto, amarronado y limpio, que sube y sube hasta formar una verde y espinosa copa.
En el centro de la copa, una vieja y sucia piña, esparce dardos, a veces con algún atisbo de mala leche, y otras con mirada enrevesada y poco clara.
La semilla del nuevo árbol. El germen de una nueva esperanza, el germen de un nuevo día que; ojalá cuando germine, y brote, sea la raíz de un árbol que cambiará la fisionomía del bosque.
Y el tipo aquel apareció de pronto. Abrió la puerta de una patada y se plantó en medio del salón. Sin mediar palabra alguna, alargó la mano y se fue directo al cuello de la mujer. Ella lo esquivó con un hábil movimiento, y al tiempo que el tipo cerraba la mano en el vacío, le descargó una patada en el estómago que le hizo doblarse por la mitad. Antes de que tuviera tiempo de incorporarse, le atizó un rodillazo en pleno rostro, la sangre brotó inmediatamente por la nariz llenándolo también la boca. El hombre, atontado ante la reacción de la mujer, la miró a la cara, y en un murmullo ininteligible, ella creyó que decía: «¿Qué has hecho zorra?». Cayó de bruces y ella dijo: «Eso por cabrón».
Andaba vagando por el bosque lleno de maleza al acecho, cuando de pronto le deslumbro una luz cegadora que salió de lo más oscuro del bosque. Se acercó con la mano en la cara y dijo: «¿Quién osa invadir mi territorio? Nadie puede pasar a este bosque, es mío». El hada extendió los brazos, desplegó una capa transparente y dijo: «¿Desde cuándo este bosque te pertenece? Las hadas podemos andar libremente por donde queramos, no tenemos por qué pedir permiso a nadie. Veo que no has aprendido la lección». «Conozco tu voz, zorra. Tú fuiste la que…». «Sí, soy la que te mandó a este bosque, y la que te pulverizará si no depones esa actitud arrogante». «Si intentas pasar te cogeré y te meteré en mi cueva, sellaré la puerta y no saldrás jamás». «Veo que no te has dado cuenta de que no eres nadie y nunca lo serás». «¡Vete». «El que te vas a ir eres tú». El hada agitó las alas, de ellas salieron miles de golondrinas que envolvieron al que se creía el amo del bosque, el amo de todo. Hicieron una bola negra y la elevaron hacia el cielo, al cabo de unos minutos regresaron, volvieron a su lugar y comenzaron a caer cenizas de entre las nubes. El hada agitó las alas y las cenizas se esparcieron por el bosque, donde sí serían comida para los gusanos.
José Navarro Pardo
Madrid (España)
Femenino-masculino
«Advierte que es desatino, siendo de vidrio el tejado, tomar piedras en la mano para tirar al vecino».
Si esto apuntaba Cervantes, cuatro siglos ya cumplidos, conviene usar la cordura para no rizar el rizo.
Cambiar la lucha de clases por la lucha del sexismo, es parte de la estrategia del nuevo capitalismo.
Que los unos y las otras sigan con voces y gritos, mientras los listos de siempre cada vez se hacen más ricos.
Todos los seres humanos, masculino o femenino, hemos de complementarnos para alcanzar un destino.
Convivencia fraternal, y reparto equitativo de la riqueza en común, es la clave del conflicto.
Más lectura de Cervantes y menos digitalismo ayudarán a encontrar salida a este laberinto.
Tomás J. Sánchez
Recomendaciones
Cartas al cielo
El pasado 6 de marzo, dentro de las actividades previstas en el Centro de Igualdad de Fuencarral Lucrecia Pérez, para el Día Internacional de la Mujer, se celebró la presentación del poemario Cartas al cielo de nuestra querida poeta Mar de Francia.
Mar destacó el motivo de su libro, señalando que debido a la pandemia había padecido una depresión, que junto a previos traumas infantiles, le hizo plantearse escribir lo que estaba sufriendo y publicarlo más tarde, para dar visibilidad al problema. Destacó también la poca ayuda de la que disponen en los centros sanitarios, para tratar estas afecciones.
Desde Ventanas Abiertas, queremos felicitar a Mar y desearle ¡mucho éxito!
Ojalá que tu poemario mueva la sensibilidad de personas que puedan encontrar soluciones para este grave problema. ¡Un abrazo de todo el equipo Mar!