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Vocalía de Caridad

Rmay Fotografía

Semana Santa 2022

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En el mundo que hoy vivimos, observamos una gran conectividad, globalización y dinamismo, esto nos debiera de llevar a la idea de una sociedad cada vez más fraterna. Sin embargo, los sistemas económicos no son inclusivos, la movilidad humana hoy día se está convirtiendo en un drama para muchos, el cambio climático cada vez es más evidente, crece la brecha tecnológica, todavía muchos países sufren la inseguridad alimentaria y los conflictos, ya sean armados o violentos, cada vez se cobran más vidas. Como así pone de manifiesto el Papa Francisco en su encíclica Laudato, si, el mundo está profundamente herido y frágil, tiene una gran deuda ecológica e igualmente está en deuda con los pobres. La caridad es, por su origen y destino, universal. La universalidad, lejos de distanciarnos del amor al prójimo, ensancha las posibilidades del amor cristiano en términos de construcción de la fraternidad universal. Desde aquí la vinculación de Cáritas con todos los pueblos y en concreto con el grito de los empobrecidos del mundo entero. La respuesta de Cáritas a esta sangrante realidad mundial es la expresión de la universalidad de la caridad de nuestra iglesia a través de la cooperación internacional. La solidaridad y el compartir traspasan los límites geográficos y se extiende por otros continentes, con el fin de apo-

yar acciones de las Cáritas hermanas. El fenómeno del mundo entendido como casa común y de la familia humana, ha de ser leído desde Cáritas como la exigencia de una acción sociocaritativa más universal. Cáritas tiene que suscitar en la comunidad cristiana y en la sociedad en general, el compromiso de la solidaridad con todos los pueblos. En la sociedad actual pensar en “liberar a los cautivos, devolver la vista a los ciegos, proclamar el año de Gracia...” tiene mucho que ver con afrontar el orden internacional injusto y excluyente que mantiene a millones de personas en la esclavitud, que perpetúa la miseria, que genera violencia y guerras y que pone el dinero por encima de las personas. En este sentido, es muy posible que los pueblos empobrecidos nos “devuelvan la vista” de otras realidades, y nos “liberen” de nuestros lujos y acomodamientos. En este momento en el que tristemente nuestras vidas y nuestra rutina, se están viendo amenazadas por la realidad que está viviendo el pueblo Ucraniano, tenemos que ser capaces de abrir nuestra mirada, de trabajar de manera que consigamos un verdadero desarrollo que propicie unas condiciones más humanas que sea solidario y sostenible. Que nuestra iglesia sea generadora de paz y esperanza. Para ello se hace imprescindible entender que la caridad tiene que hacerse de forma organizada y estructurada, aprovechando y fortaleciendo las estructura y el conocimiento que tienen los protagonistas de cada historia.

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