VIAJE DE SONIDO UN BAÑO DE MANTRAS Cada mantra está compuesto por sílabas que en algún lugar y en algún momento fueron regalados al ser humano para ayudarlo a su transformación individual. Su significado es etéreo, pero su poder, inconmensurable. En el acto de repetirlo una y otra vez, gira la consciencia en una doble espiral: hacia dentro y hacia el cosmos. Palabras venidas de lugares lejanos que por no ser nuestras, las incorporamos como ideas sin nombre al espíritu hambriento de verdad que viaja con nosotros. Un mantra, palabra que no habla con el consciente sino con el anhelo de ser tan natural, como la vida misma. Quizás el mantra y por extensión el rezo, sea el primer baño sonoro que se inventó. Cuando de pequeño visitaba a mis tíos del pueblo, recuerdo las tardes alrededor de
"La sensación que tenemos que causar en el viajero es de total relajación y paz interior. Para ello, todo el viaje ha de desarrollarse sin altibajos, como un baile de sonidos que se van intercambiando sin rupturas, con sutiles cambios para que la mente no se amolde a un sonido y se escape de nuevo al pensamiento."
una mesa camilla con brasero de carbón y la radio encendida. Esto significaba estar tres rosarios de avemarías y doce padrenuestros, calladitos y sin liarla. Mi abuela Piedad y mi tía Bene eran las que guiaban la salmodia, mientras que mi hermana y yo nos dedicábamos a darnos patadas… pero sin liarla. Sin embargo, al rato nos solíamos tumbar en la gloria – suelo calentado con leña fina – y muchas veces caíamos en un sueño bendito de paz. Sí, aquel recuerdo me acerca a Tíbet y a sus monasterios de alta montaña, a India y las escalinatas del Ganges, a Myanmar y sus templos de madera. Lugares donde se sabe que la realidad que tenemos delante está escondida tras una mente que no se detiene nunca. Decía Claudio Naranjo que andamos con un velo que nos impide ver la realidad que tenemos delante, porque la vemos a través de los pensamientos, no de la mirada espontánea y limpia del corazón.
Instrumentos Sagrados Además del mantra u oraciones repetitivas, existen una serie de instrumentos sonoros que tienen el poder de frenar el discurso continuo de la mente. Ya hemos hablado aquí de ellos en otras ocasiones: cuencos, gongs, didgeridoos y un larguísimo etc. que seguimos descubriendo cada día. Desde este pequeño altavoz literario, me gustaría animar a personas que estén especialmente atraídas por el sonido, a utilizar estos instrumentos para de algu-