Una vez más hay que decirlo: el yoga no es gimnasia, ni deporte, ni calistenia, ni pilates, ni aerobic, ni contorsionismo, ni estiramientos, ni una actividad, en suma, gimnástica o deportiva. ¡No lo es! Y no lo es por mucho que algunos se empeñen en llamar yoga a lo que no es yoga. Por eso hay necesariamente que poner bajo estricta sospecha el "yoga" que se imparte en los macrogimnasios "yóguicos" y utilizar esa preciosa función que es el discernimiento para distinguir entre el verdadero yoga, y el mero yoguismo o interés obsesivo por los asanas más complicados y la llamativa flexibilidad. El hatha-yogui valora mucho su esencia nutritiva pero no por apego al cuerpo ni por los "ganchos" que utilizaron los mentores al comercializar el yoga en Occidente y americanizarlo (como la consecución de la longevidad, la potencia de un joven, la resistencia a toda enfermedad y otras memeces de ese tipo). En realidad, si el vehículo somático está más fuerte y la energía fluye mejor, también la mente estará en mejor disponibilidad de meditar y hacer el trabajo necesario de transformación y mutación de la consciencia. Se cuida esa esencia nutritiva y se trata de incrementar mediante la alimentación sana y equilibrada, la respiración correcta, el sueño profundo y reparador, el descanso oportuno, el ejercicio inteligente (que el mejor es el que procura el auténtico hatha-yoga), las impresiones mentales positivas, las emociones constructivas y el desarrollo de la consciencia. El trabajo sobre el aliento vital lo considera importantísimo el hatha-yogui, por lo que se hace difícil entender que en muchas escuelas de yoga (y no digamos en los gimnasios que se imparte esta disciplina) se prescinda de los ejercicios de pranayama, que entre otras muchas acciones tienen la de regular los cinco elementos corporales (tierra, agua, fuego, aire y éter) y que son una réplica de los del Universo. En cuanto a las denominadas impresiones mentales positivas, ésas hay que atenderlas como si se tratara de un alimento mental y emocional, evitando aquellas que son tóxicas o insanas. El equilibro o cualidad sattvica se busca tanto para el cuerpo, como el cuerpo energético y el psicomental. En la medida en que se controla el prana, se domina la mente y viceversa. El hatha-yogui también está en la búsqueda de una mente más armónica, estable y concentrada. La ejecución sistemática por parte del hatha-yogui del pranayama y los mudras y bandhas tiene por objeto activar y canalizar la esencia nutritiva y según algunos hathayoguis también la de estimular los puntos vitales o marmans. Una vez más, el fortalecimiento del cuerpo, e incluso las técnicas que se usan de detención del envejecimiento prematuro (kayakalpa) tienen por objeto estimular una especie superior de vitalidad creativa llamada Ojuh o energía espiritual, y evitar que el cuerpo se convierta en un obstáculo en la larga marcha de la autorrealización. El yogui no regatea esfuerzos en cuanto a poder seguir avanzando en el viaje interior hacia su centro existencial. La esencia nutritiva se conoce con el término de rasa y no pocas prácticas yóguicas pretenden que permanezca en perfecto estado. No hay nada de crédulo o supersticioso en ello, pero de alguna manera hay que denominar y referirse al trabajo sobre la fuerza vital que asiste a la persona, en mayor o menor grado, a lo largo de la vida,
20 |Marzo 2020