7 Argumentos para una Patagonia Sin Represas
En la controversia por HidroAysén no están en juego solamente árboles y paisaje, ecosistemas, biodiversidad y ríos. En HidroAysén se pone en juego, por sobre todo, a cada minuto, a cada segundo y a cada decisión tomada, nuestra forma de vivir juntos, nuestra democracia y las posibilidades de decidir el tipo de sociedad en que queremos vivir.
I. HidroAysén significaría un enorme retroceso para el desarrollo de las energías limpias y para la entrada de pequeños participantes que no pueden competir en un mercado demasiado concentrado (90% del SIG). No es por su naturaleza que las Energías Renovables No Convencionales (ERNC) son marginales en Chile. El problema se encuentra en la regulación eléctrica, que beneficia a los más grandes, a aquellos que conviven y profitan del poder político como hacen aquellos detrás de HidroAysén. De contar con una regulación que propicie la entrada de ERNC, podríamos convertirnos en el gigante en energías limpias que nuestro potencial natural y la voluntad mayoritaria exige. II. La base de nuestra experiencia en el mundo se sustenta en el consumo de energía y de los recursos naturales de los cuales ésta proviene. Por esto, la generación eléctrica emerge como un eje clave al pensar cómo queremos vivir, y su discusión presenta una dimensión política central. La eficiencia energética es la condición de posibilidad de gozar todos y todas de las mismas oportunidades de desarrollo y crecimiento en el futuro. Dada la cantidad de proyectos energéticos aprobados que suman y siguen en Chile, no necesitamos HidroAysén ni plantas nucleares para que el país “crezca”; necesitamos vivir con menos energía. III. Frenar HidroAysén es apenas un primer escollo de un desafío de más largo aliento, puesto que debemos ser capaces, en el mediano plazo, de revertir los enclaves de autoritarismo que siguen limitando el avance de la democracia. Una democracia que arranque el monopolio de la vida pública a los gobiernos oligárquicos como el nuestro, y al mismo tiempo nos permita recuperar de las manos de las corporaciones el control de nuestras vidas.
IV. HidroAysén ha hecho de la trampa y el voluntarismo el motor de su campaña. Muchas autoridades, completamente ajenas a la imparcialidad que les reviste han hecho eco de las sentencias que promueve HidroAysén. De esta forma, el proyecto ha ido permeando la legalidad y se erige como el “salvador” de nuestra precariedad energética. ¿Qué ocurre si las premisas de HidroAysén no son ciertas? ¿Existe vuelta atrás para la Patagonia? La suerte de la Patagonia y de toda la riqueza natural que se vería afectada exige una mirada puesta en el futuro y no en una sobrerreacción a las premuras del presente. V. Lo que se halla tras el proyecto HidroAysén no es sólo el potencial daño ambiental, igualmente representa hasta dónde podemos seguir disponiendo del mundo y, aún más, cómo tal disposición se realiza amparada por el Estado bajo la forma de la propiedad. Debemos hacernos la pregunta respecto a cuáles son los límites de la propiedad cuando son nuestros recursos naturales los que están en juego y cómo han de existir consideraciones particulares al respecto. VI. Desde hace rato que la naturaleza se ha vuelto carne de los dictámenes del mercado, y con HydroAysén no será la excepción. Con este proyecto, el espíritu de una comunidad será nuevamente pisoteado con la excusa de un progreso que progresa a medias, en un país que tasa y transa su geografía como un bien mercantil. VII. No a HidroAysén es un sí a opciones energéticas sustentables a largo plazo, de las cuales Chile tiene para regodearse. No a HidroAysén es un sí a la descentralización y al fortalecimiento de las comunidades locales. No a HidroAysén es un sí a un modelo de crecimiento que le dé por fin valor a lo invaluable: una Patagonia Sin Represas.