11 minute read
Veterinario en el Botánico de Gijón
from Veterinariae 32/2022
by Veterinariae
con los ODS, puesto que así estaremos contribuyendo a la promoción de pueblos y villas rurales, defendiendo la sostenibilidad de las sociedades rurales y la producción de alimentos sanos y seguros.
Estamos observando ahora mismo cómo un desastre, como es una guerra, una invasión, está arrasando un país europeo, Ucrania, y está amenazando la integridad de los demás países europeos, y la paz mundial. Como profesión sanitaria, también debemos colaborar para salvaguardar la salud pública, la producción de alimentos y la sanidad animal. El MAPA ya ha editado un programa para la atención de mascotas que puedan provenir de Ucrania, y compañeros nuestros, españoles y de otros países europeos, se están ofreciendo para colaborar con las personas que se ven obligadas a salir del país por la guerra, atendiendo a sus animales y colaborando con ONGs sobre el terreno para organizar la entrega de alimentos, agua, y medicamentos.
Advertisement
La declaración conjunta de OMS, OIE y FAO resume de un modo muy claro dónde y cómo debemos actuar, «La pandemia actual, así como el surgimiento continuo de amenazas para la salud que se originan en la interfaz animal-humano-ambiente, insta a las tres organizaciones a reevaluar, renovar y aumentar su apoyo a los países
para prevenir, detectar, evaluar y gestionar las posibles amenazas para la salud, con el objetivo de proteger la salud pública, evitar perturbaciones económicas y mantener los medios de subsistencia».
Ahora mismo tenemos programas de vigilancia frente al virus del Nilo Occidental, a la gripe aviar, al virus del chikungunya, o virus transmitidos por garrapatas, con participación de veterinarios, profesionales de medicina, de entomología, de epidemiología y de farmacia. Son ejemplos que deben de guiarnos para adoptar este modo de trabajar, One Health, como una interconexión con las demás profesiones sanitarias.
Es nuestra tarea, por la sociedad, por el mundo, por la sostenibilidad, por la paz. ±
LUIS MIGUEL ÁLVAREZ MORALES veterinario en un paraíso vegetal: el Jardín Botánico Atlántico, de Gijón
Cómo un veterinario vocacional acaba gestionando un Botánico
Pepe Monteserín
Llegué una mañana, un jueves fresco y soleado de febrero. No conocía a Luis Miguel «Luismi» Álvarez Morales, desde hace un año director del Jardín Botánico, y tampoco había visitado personalmente tan magnífico Jardín. Tendremos tiempo para hablar del Botánico, más adelante adelantaremos algo, pero, de momento, vaya esta semblanza de Luismi, que nos acogió en Gijón con los brazos abiertos y con quien hicimos un recorrido formidable por su vida y por sus actividades profesionales. —Nací en 1965, en León, donde me crie y aprendí a apreciar y respetar la naturaleza desde que era un niño, asomándome a la montaña leonesa con el grupo de escalada de mi colegio. No tuve otra vocación profesional que la de ser veterinario, aunque siempre estuve tentado también por los estudios de Biología. —¿Cuándo viniste a Asturias? —En cuanto terminé la carrera, en León, puse rumbo norte con destino Asturias, donde sabía que podría disfrutar no sólo de los paisajes de la montaña cantábrica compartida con León, sino también del majestuoso espectáculo del mar Cantábrico. —¿Y enraizaste aquí? —Sí, y desarrollé mi carrera profesional vinculada a la Administración del Principado. En una primera etapa, trabajando durante 20 años en distintos puestos relacionados con la gestión de la producción y la sanidad animal. Creo que no hay escalafón administrativo que no haya probado, desde contratado laboral temporal, hasta director general, y en
«En la cumbre de peña Beza, hace 40 años; ese día hicimos Peña Beza y el Canto Cabronero juntos. Con 16 añines había gasolina de sobra».
todos ellos tuve la suerte de poder aprender algo cada día. Siempre me gustó trabajar en equipo y tengo un gran recuerdo de todos los compañeros y compañeras con las que compartí proyectos, crisis y satisfacciones. Pero mi carácter inquieto, profesionalmente hablando, me empujó a cambiar de ámbito de trabajo.
S Realizando un estudios de población de peces. P «Tomando muestras a un rorcual de 22 metros de largo; quedó varado en la playa de Figo (Tapia de Casariego) en agosto de 2019; causó mucha expectación y a mí muchos dolores de cabeza para organizar la logística de la retirada del cadáver hasta Cogersa». R Colocando un dispositivo de seguimiento a una cría de oso; la osita quedó abandonada en las inmediaciones de Naviego (Cangas del Narcea) en 2020; tras tenerla unos días en observación, se le colocó un dispositivo de seguimiento GPS y se liberó con éxito.
R «Bajando por un acantilado a tomar muestras de otro rorcual varado en Ribadesella, en 2020; se ve al fondo el bicho y a un compañero guarda del medio natural». Q «Marcando una foca antes de su liberación, tras su rehabilitación; en invierno se registran siempre casos de juveniles que salen a las playas,
a veces simplemente a descansar, o en otras ocasiones, con problemas patológicos. En estos casos, se capturan, se tratan y se alimentan hasta que ya se considera que pueden ser liberados con ciertas garantías de que podrán sobrevivir». Q Luismi en las pistas de pádel, en Oviedo. R «Con mi familia: Soco (mi mujer), Guillermo y Natalia». T Este pajarín, dibujo de Luismi, es un correlimos tridáctilo.
—¿Cuándo? —En 2011 me incorporé al área de medio natural como veterinario trabajando en la gestión de fauna silvestre. Era para mí, la fórmula magistral para conjugar oficio y afición, y durante 10 años tuve el enorme privilegio de tener un trabajo que me permitió atesorar experiencias inolvidables en los parajes más maravillosos de Asturias. —No ha de ser fácil tratar con animales salvajes. —Fui feliz, pero también pasé momentos complicados; no es fácil gestionar el varamiento de un rorcual de 40 toneladas o el rescate de un osezno abandonado, y creo que en el ámbito de la veterinaria, el trabajo con fauna silvestre es uno de los más exigentes desde el punto de vista profesional. —¿Por qué te metiste en este Jardín? —Una vez más, las ganas de seguir aprendiendo y un impulso inexplicable de asumir nuevos retos me empujó. —¿Qué haces en tu tiempo libre? —Es fácil adivinar, por lo comentado, que una de mis mayores aficiones es pasear por la naturaleza. —¿Solo? —No, casi siempre acompañado de Soco, mi mujer desde hace casi 30 años. —¿Y vuestros hijos? —Guillermo y Natalia, con 21 y 19 años respectivamente, disfrutan más de ambientes menos bucólicos, seguramente saturados de las caminatas a las que les sometimos cuando eran pequeños.
—Además de montañero, ¿fuiste jugador de rugby, ¿no? —Siempre me gustó hacer deporte, y el paso del tiempo ha ido imponiendo una evolución hacia actividades cada vez menos agresivas. Hace muchos años que no juego a rugby, lo que era mi gran pasión deportiva. Ahora satisfago mis ganas de jugar (algunos maldicientes dirán que de competir) con partidos de pádel, dos o tres veces por semana. Y si hace mal tiempo y hay que quedarse en casa, no hay problema. Es muy difícil que me aburra. —¿Te gusta leer? —Me encanta, sobre todo novela negra. —¿Qué autores? —La francesa Fred Vargas y el español Mikel Santiago. Mi escritor favorito de siempre es Boris Vian. —También sé que dibujas. —Sí, me gusta. —Y oí que eras buen cocinero.
—Me gusta mucho cocinar, leer sobre recetas y ver programas de canal cocina. —¿Eres de los que hace además la compra? —Por supuesto; los sábados voy al mercado de El Fontán. Y como no podía ser de otra manera, me gusta comer, así que ir con mi familia o amigos a un restaurante siempre me parece un gran plan. —¿Cuál es tu plato preferido? —Me salen muy apañadas, es lo que más me pide mi familia, las croquetas de jamón y pimiento. Otra afición que se me pasó comentarte es la de escuchar música brasileña. Tengo cientos de horas de música de grabaciones, discos y archivos digitales. —Recomiéndanos algún intérprete. —Te voy a dar un puñado de ellos: Djavan, Iván Lins, Milton Nascimiento, Dorival Caymmi, María Bethania, Caetano Veloso, Gal Costa, Toninho Horta... —Volviendo a tu trabajo, ¿cómo te metiste en este Jardín? —Actualmente me encuentro «cedido» al Ayuntamiento de Gijón para gestionar el Jardín Botánico Atlántico, pilotando una transición del modelo de gestión desde una empresa pública, a una gestión directa por parte de la Administración Local, lo cual no deja de ser una rareza, ya que el camino que se recorre habitualmente es justo en sentido contrario. —¿Cuál es vuestro objetivo? —Sobre todo potenciar la faceta de investigación científica que se desarrolla en
el jardín y reforzar la labor de educación medioambiental y divulgación de los recursos naturales desde este equipamiento tan singular. —¿Puedes divulgar un poco, hacer una introducción para nuestros lectores, sin perjuicio de que en los siguientes números iniciemos una serie de visitas detalladas? —Por supuesto, me comprometo a hacerlo en adelante. —Dinos, ¿qué es el Jardín Botánico Atlántico? —Un museo vegetal, inaugurado en abril de 2003, concebido para estudiar, conservar y dar a conocer la flora y vegetación del Atlántico norte. —¿Qué superficie ocupa? —25 hectáreas; 19 puede recorrerlas el caminante que tenga tiempo e interés —nosotros recorrimos unas pocas—. En su diseño se aprovecharon los valores existentes en el terreno, incorporándose a las colecciones el Jardín histórico de La Isla y dos bosques naturales que habían sobrevivido a la expansión urbana de la ciudad de Gijón: la Aliseda del río Peñafrancia —a cuyas orillas charlamos— y La Carbayera de El Tragamón —también por este bosque de robles, centenario, hicimos alguna fotografía. —¿De qué colecciones hablas? —Contamos con seis colecciones principales. Las de plantas vivas se organizan en cuatro áreas temáticas que utilizan al océano Atlántico como hilo conductor:
RR «Mi rincón favorito del jardín, la carbayera del Tragamón, en el esplendor del principio de verano». R Pradera de la Aliseda, en el itinerario Atlántico. Q La aliseda forma parte del Itinerario Atlántico, y mantiene los elementos característicos de un bosque de ribera característico de nuestra región.
P El Bioma Boreal Americano recrea la vegetación típica de la zona más septentrional de Norteamérica, con protagonismo de arces y coníferas. S Factoría Vegetal: En este espacio se mantiene una colección de plantas que a lo largo de la historia han tenido uso por parte del ser humano, bien sea como alimento, uso medicinal o para obtener fibras.
Q El pabellón de Linneo se asoma a la laguna en el área que recrea el Bioma Boreal Europeo, con un paisaje representativo de esta zona en la que se encuentra el Norte de Escandinavia. R Ante el laberinto, el autor de este reportaje con Luismi.
1) El Entorno Cantábrico, donde se recrean ecosistemas del Cantábrico, como los bosques, los hábitats de alta montaña y otros típicamente costeros. 2) La Factoría Vegetal, dedicada a las plantas presentes en nuestra vida diaria, como alimento, medicinas, tejidos o símbolos religiosos. 3) El Jardín histórico de La Isla, es un jardín romántico de finales del siglo xix que integra la belleza de la flora ornamental con el simbolismo del agua. 4) El Itinerario Atlántico, dedicado a los paisajes vegetales (Biomas) de ambas orillas del Atlántico Norte. Actualmente, son visitables los Bosques Templados de Europa y la recreación de los Biomas
Boreales, europeo y americano. —Además mantenéis y gestionáis dos colecciones de biodiversidad.
—Así es: el Banco de Germoplasma, que conserva semillas de especies prioritarias para la conservación en Asturias, así como de especies indicadoras de hábitats naturales de interés, y el Herbario, un recurso básico para el conocimiento de la flora ibérica. Alberga material histórico del padre M. Laínz, destacado botánico español del siglo xx. —Veo que también aprovecháis algunos inmuebles. —Sí, las colecciones se completan con exposiciones en varios edificios: una casería tradicional asturiana, la Quintana de Rionda —en esta zona nos esperaba Luismi cuando llegamos a la cita— y el pabellón expositivo dedicado a Carlos Linneo, además de un área infantil, El Bosque de los Niños —por aquí vimos fotos y textos de autores literarios, entre ellos a la poeta Gloria Fuertes—, y un laberinto de laurel —donde terminamos nuestro recorrido.
Y lo prometido, en los próximos números entraremos en detalle al Jardín, tras los pasos y las palabras de Luismi.
E inspirados en el paseo por el jardín de Gloria Fuertes, nos despedimos de los lectores con estos versos de la madrileña:
Los pájaros anidan en mis brazos, en mis hombros, detrás de mis rodillas, entre los senos tengo codornices, los pájaros se creen que soy un árbol. Una fuente se creen que soy los cisnes, bajan y beben todos cuando hablo, las ovejas me pisan cuando pasan, y comen en mis dedos los gorriones; se creen que soy tierra las hormigas y los hombres se creen que no soy nada. ±