Reflexiones cuaresma semanas 1-3

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Lucas 22:39-46 JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS Prof. Amílcar Saúl Soto Quijano Director Oficina de Capellanía Recinto Arecibo Tradición presbiteriana “A solas al huerto yo voy, cuando duerme aun la floresta” Estas son las primeras palabras de uno de mis himnos favoritos. Muchos recuerdos llegan a mi mente al escucharlo, entre ellos recuerdos de mi niñez en la iglesia. Nací y me crie en una comunidad de fe y gran parte de mi vida está relacionada a la iglesia. Su liturgia, celebraciones y enseñanzas son parte de mi ADN como hijo de pastor. Quiero hacer mención ahora de mis recuerdos sobre la Semana Santa, en especial sobre uno que guardo en mi mente con mucha nitidez: los servicios de Jueves Santo. Pasé mi niñez en la Iglesia Metodista de Río Piedras Heights. Allí el “Culto de Jueves Santo y Santa Cena” tenía una importancia significativa. Uno llegaba al templo que, según se acostumbraba, estaba en oscuridad y solo la luz tenue de varias velas en el altar alumbraba el hermoso techo en madera. La liturgia, el liturgista y la himnología eran escogidos para tan significativo culto para que al unísono lograran un ambiente de tensión, tristeza, anticipación y retrospección. Yo niño lo percibía. Recuerdo que las primeras veces que pasé al altar a comulgar, tendría 9 o 10 años, fue bajo ese ambiente, en ese culto. Yo podía sentir el dolor y angustia de un Jesús que mañana van a crucificar. Recuerdo en ocasiones mirar a las esquinas de la nave, por las ventanas, o detrás de mí para poder ver la figura de aquel ser desesperado ante un final accidentado y cruel. Más aun podía ver a mi alrededor esa misma tensión y quebranto en los hermanos de la iglesia como preámbulo al gran viernes. Pero para mí ese viernes sería un día libre más, programas en diversos canales con “Cristos” mexicanos o españoles en la tv y predicaciones kilométricas (en ocasiones mi padre en el sermón “Las 7 palabras”). Se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra, y puesto de rodillas oró, diciendo: «Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. Lleno de angustia oraba más intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. Lc 22:41- 44 Al sentarme a escribir esta reflexión era imposible no volver a aquel culto y reconocer aquel sentimiento que experimentaba allí, hoy lo puedo identificar como esa angustia interna de dolor y ansiedad tan común en estos días. Aquella congregación se hacía parte de aquel ambiente de tristeza donde hasta se podía oír a la distancia una oración por fuerzas y un clamor por misericordia. Jesús iniciaba su camino al Gólgota sintiendo un dolor fuerte, no físico sino


interno. Ese lugar profundo y bien nuestro donde lo que acontece solo Dios y uno lo sabe. En ese lugar del corazón donde se encuentran las cosas que nos gustan, las que esperamos, las que anhelamos, junto a las que nos duelen. La oración de Jesús en el Getsemaní nos presenta esa área íntima de su corazón así como la prensa sacaba el preciado aceite al fruto de los olivos. Primeramente y con toda la razón, el maestro aboga por sí mismo. Esa parte íntima siempre responderá de manera personal ante toda experiencia diaria, en este caso una de ansiedad y peligro, ¿no es acaso esa nuestra primera reacción humana ante una situación de crisis? Muchos seres humanos sufren todos los días de ansiedad y tensión ante situaciones difíciles que se aproximan. Este dolor es igual y tan profundo como el físico en muchas ocasiones. Procurar un alivio o escape es lo natural pues a nadie le gusta sufrir. Sin embargo, Jesús sabe que apenas comienza los últimos pasos de un plan divino para traer la salvación a este mundo. Un plan que no se puede cambiar, ni posponer y solo Él lo puede cumplir, de ahí seguidamente afirma su deseo que se haga la voluntad de Su padre, para el beneficio nuestro. Cuando descubrimos nuestra impotencia ante unas situaciones nada agradables nuestro interior se inunda de ansiedad y tristeza. Aprendamos de Jesús quien “llegando a sudar sangre” ante su realidad procuró que la voluntad de Dios se cumpla ante la suya. Siempre pensamos que nadie puede entender nuestros sentimientos de angustia, ya sean expresados o suprimidos. Ya que es inevitable o estamos sumergidos en ellos nos sentimos como un náufrago en una isla perdida y sin solución. Hoy nos topamos con un Jesús solo físicamente y solo sentimentalmente. Sus soñolientos discípulos han obviado su cara toda la noche y en la densidad del monte ni se enteran de las lágrimas del maestro. En nuestro diario caminamos y vivimos con dolor y ni los más cercanos entienden nuestro humor, nuestra expresión facial o conducta. Estando rodeados de gente solo vemos la solitaria “playa” de nuestra isla solitaria. “Él conmigo esta, puedo oír Su voz y que suyo dice seré” La respuesta de Dios no se hace esperar. Contamos con un Dios vivo que nos asiste en el momento de crisis. Solo Él puede llegar a lo profundo del corazón para darnos consuelo, dirección y sostén. No nos susurra al oído que eliminará la situación, pero sí Su presencia nos traerá el consuelo necesario y la sensibilidad para sentirlo durante el “valle de sombras de muerte”. El Padre nos alertó que en éste mundo tendríamos aflicciones que tocarían nuestra más profundas fibras. Momentos nada agradables que tenemos que afrontar de cualquier manera. Todos subiremos a Getsemaní, pero todos seres escuchados y consolados por El. Son muchas las cosas que aprender de este momento en el monte Getsemaní. Primeramente establecer esa relación “Dios y yo” debe ser diaria, antes de nuestras crisis y después de ellas. Mis amigos y hermanos colaboran, ayudan y motivan en el caminar pero en última instancia esa conexión con el Padre es totalmente personal. Aprendemos a presentarnos de manera sincera y humana en ese dilema de voluntades pues al Padre nada le podemos esconder. Recordemos que la Biblia nos dice que Su voluntad es perfecta y agradable aunque desde nuestro Getsemaní lo que vemos es el camino al Gólgota. Aunque físicamente creamos que sudamos “gotas de sangre” y nuestra alma no pueda más. Jesús se levantó de aquella piedra donde oró al Padre decidido a enfrentar lo ineludible. El reconocer la compañía de Dios nos brinda una diferente perspectiva de la situación, nuestra “isla solitaria” ya no lo es. No somos unos


náufragos sentimentales. Alguien nos acompaña en el cuarto más profundo de nuestro corazón donde nadie puede entrar. Las fuerzas que provienen del cielo mueven nuestros pasos llevando nuestra cruz y también nos levanta triunfantes al tercer día. Confiemos pues en el Dios Soberano, que conoce nuestros corazones, nuestras luchas y aun así promete estar con nosotros hasta el final para Su gloria y honra. “Y el encanto que hallo en él allí, con nadie tener podré.”


Lucas 22.47-54 JUDAS, QUÉ DESILUSIÓN… Rvdo. José Eliú Rodríguez Director Oficina de Capellanía Recinto de Barranquitas Tradición wesleyana 47 Mientras todavía estaba Él hablando, he aquí, llegó una multitud, y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos, y se acercó a Jesús para besarle. 48 Pero Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? 49 Y cuando los que rodeaban a Jesús vieron lo que iba a suceder, dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? 50 Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. 51 Respondiendo Jesús, dijo: ¡Deteneos! Basta de esto. Y tocando la oreja al siervo, lo sanó. 52 Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los oficiales del templo y a los ancianos que habían venido contra Él: ¿Habéis salido con espadas y garrotes como contra un ladrón? 53 Cuando estaba con vosotros cada día en el templo, no me echasteis mano; pero esta hora y el poder de las tinieblas son vuestros. 54 Habiéndole arrestado, se lo llevaron y le condujeron a la casa del sumo sacerdote;;…. La Biblia de las Américas (1986) Situación Una de las experiencias más decepcionante y frustrante por la que a veces pasamos es ser traicionado por la persona que menos esperamos. Es doloroso descubrir y saber que la persona a quien le has brindado tu amistad y depositado tu confianza te ha traicionado. Esta lección trata de la traición a Jesús por parte de Judas. Según el Diccionario de la Real Academia Española traición es una falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener hacia algo o hacia alguien. Cabe añadir, que es defraudar la confianza mediante una acción o dicho contrario a lo esperado. Interesante por demás es ponderar las motivaciones que puede tener una persona para traicionar a quien ha confiado en él. Algunas de las supuestas razones podrían ser: celos, interés solapado de estar en el lugar del líder, desconfianza, decepción o incompatibilidad con los valores y la causa del líder, oportunismo y búsqueda del propio interés, entre otras. En el texto bíblico objeto de esta reflexión nos encontramos con la figura del Judas Iscariote protagonizando una traición. Lucas relata que Judas fue a las autoridades religiosas y acordó con ellos hacer todo lo posible para entregarle a Jesús.


Lucas 22:47-54 Nuestro texto pertenece a una unidad literaria más amplia que va desde el capítulo 22:1 al 24:53 conocida como “la historia de la Pasión” que se desarrolla a lo largo de la última semana de vida de Jesús. Conjunto narrativo que es “como una exposición de la historia de la salvación” (Zimmermann, 1969, p.168). Dentro del conjunto narrativo nos encontramos con el arresto de Jesús en Lucas 22:47-54. Ya en Lucas 22:39-40 se nos dice que Jesús salió como era su costumbre al Monte de los Olivos. Una vez allí, se ubicó en el huerto de Getsemaní al oeste del Monte de los Olivos. Pidió a sus discípulos orar con Él. Jesús anticipando lo inevitable no quería estar solo. Él se apartó de ellos a poca distancia para orar también. Los momentos de oración para Jesús fueron intensos. Fue asistido y fortalecido por un ángel. Su angustia y abatimiento (v. 30) fue tal que Lucas dice: “era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (v. 44). Expresó al Padre su deseo de no morir (v.42) al mismo tiempo que le dijo estar dispuesto a someterse a la voluntad divina hasta la muerte. Al terminar los momentos de oración, Jesús se acercó a sus discípulos que para su sorpresa los encontró “durmiendo a causa de la tristeza” (v.45). Tristemente se encontró solo. Seguidamente les cuestionó y les exigió levantarse y mantenerse en oración para evitar caer en tentación. Tentación de abandonarlo por el riesgo que implicaba estar con Él. Mientras todavía hablaba Jesús con sus discípulos llegó una multitud al parecer liderada por Judas, quien los llevó al lugar preciso. “Los motivos que tuvo Judas para traicionar y vender a Jesús, son muy difíciles de precisar, aunque el Evangelio de Juan lo presenta explícitamente como ladrón (Juan 12:6). Quizás siguió a Jesús inicialmente, esperando que cumpliera las expectativas mesiánicas de los zelotes y levantara un movimiento de resistencia armada en contra de las fuerzas de la ocupación romana. Cuando se percató, sin embargo, de su plataforma mesiánica pacifista, posiblemente se desencantó de su maestro y le vendió” (Pagán, 2010, p. 262). Estudiosos en la materia tienen la impresión de que Jesús intervino con la turba antes de que Judas se le acercara y lo saludara a la manera oriental de la época con un beso. Todo parece indicar que Jesús siempre estuvo dispuesto a enfrentar lo inevitable sin ofrecer resistencia. Sin embargo, no fue así con los discípulos. Uno de ellos, decidió dar una respuesta violenta en la defensa de Jesús cortando la oreja de uno de los guardias del templo (v.49-50), cosa que el Maestro rechazó e impidió (v.51). La máxima expresión del rechazo se da en que el mismo Jesús tocando la oreja del guardia, lo sanó. Debemos entender que no resistir la intención de los sumos sacerdotes, jefes de la guardia y ancianos tiene el propósito, de dejar que los acontecimientos alrededor de la persona de Jesús continúen su curso hasta la muerte de cruz (Stuhlmueller, 1972, p. 409). Igual intención tienen los relatos predictivos y anticipatorios de la pasión como en (Marcos 8:31-33) al afirmar la naturaleza mesiánica y divina de Jesús. Subrayando el cumplimiento de las profecías en donde el mesías debía padecer mucho... morir… y resucitar al tercer día. Cosa que Pedro rechazó e intentó convencer de que no hiciera. A lo que por parte de Jesús le mereció una reprensión (Pagán, 2010, p. 246). A ellos, luego del milagro realizado, Jesús, le replica: “¿Habéis salido con espadas y garrotes como contra un ladrón?


Cuando estaba con vosotros cada día en el templo, no me echasteis mano; pero esta hora y el poder de las tinieblas son vuestros” (v. 52-53). Para los efectos, Jesús nunca pretendió escaparse o esconderse del poder religioso en Jerusalén. Ya que durante el ministerio de Jesús en Jerusalén, visitar el Monte de los Olivos, el huerto de Getsemaní o el templo eran actividades diarias. Su ministerio se desarrolló abiertamente ante la mirada de todo el mundo. Lo que impidió su arresto antes, fue la simpatía y el favor del pueblo hacia Jesús. Por ello, su arresto tenía que ser durante la noche y a espaldas de los simpatizantes de Jesús. Judas, se prestó, desafortunadamente, para identificar a Jesús del resto de los discípulos durante la noche. Decisión y acción que le generó unas treinta monedas de plata, el precio tradicional de un esclavo, a la vez, que le robó la paz del espíritu y la vida. Es así como Jesús fue traicionado por Judas, arrestado y entregado a los sumos sacerdotes. Posteriormente, fue llevado al palacio del Sumo Sacerdote Caifás identificado así en Mateo 26:57. El proyecto de Jesús Jesús de Nazaret proclamó y presentó el mensaje del Reino de Dios. Un proyecto de vida caracterizado por la práctica del amor, la compasión, la paz y justicia. Vino a este mundo a enseñarnos a vivir bien, es decir, libres de los valores corrientes (anti-valores) que el mundo absolutiza y considera necesarios para ser feliz. Propuso una transmutación de valores dirigidos, ante todo y sobre todo, a rehacer al ser humano de adentro hacia fuera, devolviéndole la felicidad y la paz. Dios, revelado en Cristo, ha puesto fin a toda estrechez y sufrimiento humano al darnos un salvador. Jesús de Nazaret, murió para que se sepa que no todo está permitido. Así, abrió un nuevo horizonte de vida en donde la alegría es una realidad posible porque Dios así lo quiere. En contra de lo que esclaviza, limita, enajena, paraliza, mata la vida y nos deja insatisfechos. El Señor nos llama a la fe y a la esperanza; puntos de partida que permiten actuar responsablemente situados en el horizonte de Dios y no desde los intereses egoístas, vanos y superfluos del momento. Que la vida de Jesús, el que murió y resucitó nos ilumine y guíe por y hacia el camino que conduce a la casa del Padre. La casa de los hijos e hijas de Dios, lugar donde impera el amor y la bondad, la justicia y la paz, la reconciliación y la vida abundante. Porque Él nos perdona y hace que sintamos su amor hoy y por la eternidad. Frente al proyecto y reclamo divino se encuentran los seres humanos con sus reclamos egoístas y la búsqueda del interés propio. En virtud de ello, se resiste el llamado e invitación a escuchar el evangelio y vivir por él. Cuando no hay lugar a la “obediencia de la fe” (Romanos 1: 5) entonces hemos traicionado a Jesús. Donde no se vive conforme a la ley del amor, la paz y la justicia se traiciona la causa de Jesucristo. Aplicación El mundo actual es el escenario de todo tipo de maldad y de pecado (conjunto de malas acciones dirigidas contra sí-mismo y contra los demás) como resultado de la condición pecaminosa de los seres humanos. El bienestar de toda la creación y la seguridad integral de los habitantes de esta tierra se encuentra bajo amenaza. ¿Dónde se encuentra la alternativa a la crisis actual en todos los órdenes de la vida? Se encuentra, en la toma de conciencia de que Dios es algo más que una idea o concepto, es una realidad que se hace presente en nuestra vida y la nutre desde su raíz. Él es, aliento de vida, salud, pan y vino, luz, sabiduría y verdad. Él nos llama para que nos dejemos amar por Él; a que aceptamos lo urgente y lo decisivo, que es reorientar la vida dentro del marco de referencia de los valores cristianos. Son éstos los puntos de partida que nos


permiten actuar responsablemente (no al azar), situados en el horizonte de Dios y no desde los intereses egoístas, vanos y superfluos del momento. Puntos de partida para múltiples proyectos de vida que desarrollados asertiva, eficaz y eficientemente serán motivo de mucha satisfacción y beneficio personal y comunitario. Hoy más que nunca, urge el milagro de la solicitud de los unos por los otros para que todos nuestros actos, cuando se realizan, sean benéficos, protectores de la vida y de las buenas relaciones entre todos. Optar por lo contrario es: traicionar la causa de Jesús. Desde la fe y la esperanza en Jesús el compromiso debe ser continuar abriendo y preparando el camino del bienestar para las futuras generaciones. Que toda ciencia, erudición y especialización se traduzca en sabiduría, con propósito para entendernos y comprendernos mejor en función del todo y del sentido de la vida desde la perspectiva de Dios. Que las conquistas del espíritu y del intelecto se canalicen en satisfacer las necesidades comunes del ser humano, presupuestos necesarios para el progreso del Reino de Dios, la convivencia humana y la felicidad. Finalmente, en tanto que de nosotros dependa el que contribuyamos a que se “haga la voluntad de Dios aquí en la tierra como se hace en los cielos” como dice la oración del Padrenuestro. Evitemos traicionar, decepcionar y defraudar al Maestro y a los que confían en nosotros y esperan lo mejor de nosotros.

Bibliografía Lockman Foundation. (1986). La Biblia de las Américas. Anaheim, California: Foundation Publication. Pagán, Samuel. (2010). Jesús de Nazaret vida, enseñanza y significado. España: CLIE. Stuhlmueller, C. (1972). Evangelio Según San Lucas. En Comentario Bíblico << San Jerónimo>> (tomo 3, p. 408). Madrid: Ediciones Cristiandad. Zimmermann, Heinrich. (1969). Los Métodos Histórico-Críticos En El Nuevo Testamento. Madrid: B A C


Lucas 22:39-46

¡QUÉ NOCHE! Rvda. Lucy I. Rosario Medina Directora de la Oficina de Capellanía Recinto de Ponce Tradición metodista Leyendo el pasaje bíblico de Lucas 22 viene a mi mente una de las escenas más impresionantes de la película La Pasión dirigida por Mel Gibson. Aunque es una película de Hollywood con un fuerte contenido de violencia, refleja bastante lo vivido por Jesús esa noche. El capítulo 22 del evangelio recoge todo el acontecimiento. Getsemaní, la escaramuza, la sanidad de un siervo del Sumo sacerdote, el arresto y el juicio por los religiosos a Jesús. Fue entregado por “uno de los doce”, negado por uno “que estaba con él” y juzgado por los que se supone hubieran entendido mejor el mensaje de amor y reconciliación. Sí, porque Jesús había estado con ellos cada día en el templo. Por eso le cuestiona Jesús el por qué vienen de noche sí estuvo cerca de ellos en los mismos lugares y no habían extendido su mano contra él. Ellos temían hacer cualquier cosa en público por causa de la multitud. Esta vez había una agenda más articulada contra Jesús. Lo notamos también en el juicio amañado de los principales sacerdotes y fariseos. El afirmar su rostro para ir a Jerusalén implicaba “dar cara” a aquellos que buscaban la oportunidad para arrestarlo. La circunstancia fue óptima para las autoridades. Parecía que triunfaban las tinieblas A la verdad que no le fue muy bien al Maestro esa noche. Claro, la situación no se quedaría ahí. Hubo un arresto y luego un proceso donde, a lo largo de la pasión, Jesús fue dando su mensaje y ejemplo hasta el final de su ministerio terrenal. Leer estos pasajes que nos relatan los últimos eventos de Jesús podría no gustarnos. Pero necesitamos acercarnos a ellos para ver el marco completo de la vida de Jesús. Un Jesús que es descrito en ese momento, en la versión de la Biblia Dios Habla Hoy, como “lleno de angustia” y en la Nueva Versión Internacional: “Pero, como estaba angustiado se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra”. Pienso que pasó por su mente pensamientos como los que en ocasiones pasan por nuestras también. “Yo me voy, yo no aguanto esto”, “Para qué sacrificarme”, ¿Me desamparas ahora? “Yo que he proclamado que tú y yo somos uno”. “Que el que me ha visto a mi te ha visto a ti, Padre”. Sí. No nos gusta ver a Jesús así. Vulnerable, ansioso, con indecisión… Nos gusta verlo triunfante. Como es representado en los domingos de resurrección, ¡Victorioso! Durante mi ministerio en la iglesia local siempre alguien en la congregación me preguntaba por qué tenemos que estar tristes si el Señor no está muerto…hay que estar en victoria porque él resucito, esos himnos tan solemnes ya no se usan, etc., etc., etc. No. No nos


gusta el Jesús que nos narra el capítulo 22 del evangelio de Lucas. Pero en ocasiones nos parecemos más al Jesús del Getsemaní que el del Domingo de Resurrección. Ahora, el elemento que le permitió vencer la cruz fue la oración y la confianza en que aunque se sintió sólo tenía la certeza de que su Padre estaría con él hasta el cumplimiento de su hora. ¿Acaso esa no es la promesa que él nos ha hecho? “…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin. (Mateo 28: 20b) En el mundo tendréis aflicción pero confiad, yo he vencido al mundo”. (Juan 16:33) Jesús conoce el rechazo, el dolor y lo que se siente cuando se interpretan mal sus palabras. Pero nunca se dejó llevar por el miedo ni por lo difícil que se le presentaron las circunstancias. No. Fue firme. En el juicio fue claro al contestar las preguntas. “Si les digo que sí, no me van a creer. Y si les hago preguntas, no me van a contestar. Pero desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del Dios todopoderoso”. Y cuando insisten: “¿Así que tú eres el Hijo de Dios? Ustedes mismos han dicho que lo soy”. Como interpretaron sus palabras fue producto de su ceguera y fanatismo religiosos. Conocían a Jesús pero prefirieron no reconocer que era el Mesías. “A los suyos vino y los suyos no le conocieron”. Hoy en muchas ocasiones estamos frente a los “sanedrines” de nuestra época. Donde no hay entendimiento, no se puede expresar una idea diferente y las mentes están cargadas de prejuicios y malas interpretaciones. Solo se escucha lo que se quiere escuchar y la guía de nuestra vida no es la vida y obra de Jesús quien estuvo dispuesto a tomar la copa, aunque en Getsemaní pedía a su Padre que la pasara de él. En su arresto y juicio se manipuló la ley contra él, pero Jesús fue firme y fiel. Rehusó el uso de la violencia, ni siquiera en defensa propia. Al contrario, en el mismo Getsemaní interviene con Pedro que intentó defenderlo y hiere a un siervo del Sumo sacerdote. Y para bendición del siervo, queda sanado en el mismo momento en que Jesús se percata que fue herido. La “violencia” de la justicia no es la violencia de las armas que matan, sino de la verdad que desenmascara y desarma al adversario mismo. Para el poder injusto, el justo es un peligro. (Storniolo, 2002) No. No fue fácil para Jesús esa noche ni el día siguiente. Pero para alegría y regocijo nuestro, él venció la muerte con poder, como dice el himno. Jesús, la persona que fue hasta el final en la lucha por la justicia del reino cumpliendo con el proyecto de Dios. Termino con las palabras del autor de Hebreos: “Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos. En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión. Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer; y consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen…” (Hebreos 4: 14-16, 5:7-9)


Referencias Storniolo, Ivo. (2002). Como leer el evangelio de Lucas-Los pobres construyen la nueva historia. Editorial San Pablo. La Biblia Nueva Versi贸n Internacional La Biblia Dios habla Hoy


Juan 18.15-40 Y YO QUE ESTABA GUARDANDO LAS LÁGRIMAS PARA UNA OCASIÓN QUE LAS MERECIERA Rvdo. Rafael Hiraldo Román, Ph.D. Director Oficina de Capellanía Recinto de Fajardo Tradición bautista Añejar lágrimas, no es tan raro como nos parece de primera intención, ese proceso de aguantar porque no queremos que nadie se entere de los procesos que pasamos ya sea por alguna experiencia de abuso o para evitar mayores consecuencias, nos resulta doloroso y en ocasiones logra secar todas las lágrimas las cuales evolucionan en actitudes casi imposible de lidiar. El miedo de otra parte es un factor clave tanto para que las lágrimas corran o se almacenen, las emociones de alegría, sorpresa y coraje nos exponen a la explosión de las mismas. Pero, esa ocasión tan especial que nos arranca un gemir de alma adentro, es algo único y esos son los momentos que esas lagrimas añejadas surgen como el descorchar de lo mejor de nosotros. Pero, no es por la celebración, todo lo contrario es por el dolor profundo de no dar, no llegar, no haber dicho o hecho lo que era necesario y sucumbir ante el momento duro. Ante nosotros y nosotras se nos expone la narrativa de Juan 18: 15-40, la cual trabajaremos en conjunto con la de Mateo 26:69-74. Es el momento donde el más atrevido, vocal y arriesgado de los discípulos niega a Jesús. Lo triste del caso es que previamente fue el mismo Pedro quien casi le prohíbe cumplir con su misión, el mismo que le declaro como el Cristo y quien lanzó un ataque físico contra uno de los que llego para arrestar a Jesús. Como si se tratara de una escena repetida, en la consciencia de Pedro se quedaron grabadas las palabras “me negaras tres veces ante de que cante el gallo…” desde nuestra silla cómoda y desde nuestra perspectiva es fácil señalar y apuntar sobre el fallido momento donde Pedro niega a su amado maestro. Añejar las lágrimas para tal ocasión… fue un largo proceso, no ocurrió de la noche a la mañana. Es que el sabor amargo de ver a quien se ama estar en manos de sus enemigos y tener que ser observador en las gradas no es fácil y sobre todo el escuchar las mentiras y falsas acusaciones cuando por naturaleza fuimos su mayor defensor y el más vocal de todos sus seguidores. Las escenas son claras y se exponen ante nuestra consideración. VV. 15-18- Pedro le sigue desde la multitud y cuando es reconocido por las autoridades… no soy, no lo conozco. La pregunta es ¿cuántas veces somos de la multitud que asiste a adorar y cuando la autoridad nos pide cosas que no van acorde con nuestras creencias y ética negamos lo que somos? Yo no soy…si voy de vez en cuando a la iglesia etc… Eso de salvar el pellejo es cosa de todos los días. Entonces el ser de la multitud no nos hace inocentes, ya que nuestro hablar hay algo que nos delata como alguien que intimo con Jesús. Es que relacionarse con la vida, deja un no sé qué de


felicidad y paz, que por más que lo escondamos se nos escapa. Otra lágrima para el frasco de añejar, esa tiene un toque de dulzura y un color brillante (¿será por lo de la vida?). Los vv. 19-24, nos dicen que se fue a calentar y lo reconocieron como uno que era de sus discípulos… no soy… nuevamente esa frase que se utiliza en la versión Dios Habla Hoy, me intriga “no soy”… es que contrasta con las palabras de Jesús en el mismo evangelio de Juan: “ Yo soy la luz del mundo”, “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, “Yo soy la vid verdadera” Declaraciones que le identifican con la esencia misma del Padre, el gran Yo soy… esa negación de no soy es como un desprenderse de la vid y secarse sin frutos y morir porque sin la vid no hay vida… y las ramas de la vid no sirven para construir, para hacer fuego… sin estar injertadas es como un tirarse al vacío y ser cargado por el viento hacia la nada. Ese desprendimiento de lo vivido, creído y expresado, es abrirse al vacío del ser, es el ateísmo práctico, creer pero vivir como si no creyésemos en algo. Es una de esas lágrimas que se añejan, en lo más oscuro del ser, porque evoca la no luz y la no vida. Son las lágrimas que son para consumo privado y solo se comparten entre Dios y nosotros. Esas son las que guardamos en las botellas más elaboradas y que se llenan de polvo y tela arañas en la bodega de la soledad espiritual. En algunas personas crean ese sabor amargo a que no se pueden perdonar a ellos o ellas mismos/as y les entra ese sentimiento de abandono y vergüenza que no les deja ser y en ocasiones impiden a los demás poder ser. Los VV 19-24, son un doble choque, nuevamente es reconocido y niega su realidad, lo triste es que no se convierte en rutina o costumbre, si no en dolor que va en aumento… en Mateo nos narra que lloró amargamente… es que nadie se puede acostumbrar a negar sus experiencias intrínsecas con lo divino, lo extrínseco eso se puede dejar a un lado. Es que la fe madura es una fe que piensa y cuestiona es inquisitiva por naturaleza y no le es extraño el dudar en ocasiones, el molestarse con Dios en otras y el querer desaparecer. Pero al ser una madura, reconoce sus limitaciones y comienza a trabajar con todo lo que cree, lo que no cree, lo que acepta y lo que no puede aceptar… es una fe propia que logra esa intimidad personal y única que sobrepasa los nombres institucionales y denominacionales para hacerse una fe de amistad con Dios. Quien no posee esta experiencia, se corre el riesgo de desarrollar raíces de amargura o una religiosidad a la medida. Pedro… escucho al gallo cantar tres veces… lo que podemos interpretar como los testigos (los cantos) de que las palabras de Jesús fueron ciertas para su dolor y porque no pueden ser ciertas para su reconciliación. El canto del gallo es el canto de la mañana que marca una nueva oportunidad… cada uno de nosotros nos encontramos en diversas situaciones, donde con nuestro hablar, actitudes, sectarismo e exclusivismo religioso negamos a Jesús. En otras somos uno más de la muchedumbre y dejamos pasar el mosquito y colamos el camello… pero, la realidad del caso es que en esta semana de reflexión y recogimiento nuestras miradas no se quedan en la oscuridad del viernes, todo lo contario se central en la ¡alegría del domingo! De esa ocasión cuando las lágrimas que guardamos para una ocasión especial deben salir a flote, porque somos amados, sanados, aceptados, perdonados y pasamos de muerte a vida! Y yo que estaba guardando mis lágrimas para una ocasión que las mereciera… pues la encontré lloro frente a la vida abundante que he encontrado en Jesús Señor nuestro…


San Juan 18: 15-40; 19:1-16 UNA SENTENCIA EN SIETE ACTOS

Rvdo. Arnaldo Luis Cintrón Miranda Director Oficina de Capellanía Recinto de Guayama Tradición metodista Ha llegado el tiempo de Cuaresma, un tiempo para reflexionar y de cambio al estilo de Jesús según la Agenda Bíblica 2015 de los Claretianos. La vida, obra y ministerio de Jesús siempre nos impacta en todo lo que significa su pasión, muerte y resurrección. Es interesante notar que cada paso que damos en esta vida conlleva un sin número de procesos que nos llevan hacia un fin en particular. En el caso de Jesús ante las autoridades romanas y judías fue precisamente una de procesos intensos y en ciertas medidas muy difíciles por su complejidad existencial. Su proceso judicial y condenatorio fue uno marcado por las incongruencias e inconsistencias para probar su culpabilidad fuera de toda duda razonable, lo que al fin de cuentas le llevó a la muerte. Los procesos judiciales son muy incisivos y crueles cuando se trata en este particular de alguien que hizo mucho bien y que fue malinterpretado por la sociedad de su época. Cada proceso desde la perspectiva de la cultura judicial tiene sus formas y maneras de llevar a cabo sus procedimientos y reglas las que tienen como objetivo resolver el caso bajo investigación. Pero es en el cuarto evangelio donde se relata con mayor amplitud el proceso de Cristo ante Pilato (Biblia Comentada Profesores de Salamanca, 1962). Según los comentarios de Luis Alonso Schökel en la Biblia del Peregrino (2006), Juan presenta el juicio de Jesús ante el gobernador romano en una serie de siete pequeñas escenas o diálogos, fuera y dentro del palacio. A continuación estaré compartiendo estos diálogos desde una perspectiva del tiempo presente: La primera escena ante la gente (18:29-32) anuncia que se trata de una cuestión de vida o de muerte a manos de los romanos. Muchas veces las situaciones cotidianas nos pintan escenarios de vida o muerte. Las decisiones que tomamos nos pueden ubicar en uno de estos escenarios y puede ser que uno de ellos predomine. La segunda escena (18:33-37) dentro del palacio, Jesús se proclama rey, su reinado y poder no es como el del mundo. La visión e iniciativas de Jesús eran muy adelantadas a su época. Su visión de la vida era comunicar las buenas nuevas de un evangelio integral e inclusivo para todos y todas. Su forma de pensar era distinta, no ostentaba poder, se interesaba por la necesidad de los demás.


La tercera escena (18: 38-40) de nuevo ante la gente, Pilato proclama la inocencia de Jesús, el pueblo judío rechaza la propuesta del líder romano dando paso a la propuesta del pueblo de soltar a Barrabás. Muchas son las propuestas que se esgrimen ante diferentes escenarios. En cambio Jesús presentaba una propuesta de vida abundante para la humanidad. Sin embargo, el pueblo no entendió esa propuesta y prefirió la propuesta que no prometía resultados, ni tan siquiera un aliento de esperanza. La cuarta escena, la escena central (19:1-3) en esta escena Jesús es insultado y rechazado como rey. Existen personas que por simplemente expresar su modo de pensar y de ver las cosas son rechazados e insultados hasta la humillación y el desprecio. En Jesús tenemos el espacio para ser aceptados con nuestras diferencias de criterio. La quinta escena (19: 4-7) Pilato vuelve a salir a proclamar la inocencia de Jesús. En la sociedad que nos ha tocado vivir son muchos los que sufren la injusticia de ser acusados injustamente. Cada una de estas personas reclama un trato justo y sobre todo que son inocentes fuera de toda duda razonable. Los mártires del siglo XXI son precisamente los menos afortunados y los que cierta medida han sido iconos de justicia para otros/as. La sexta escena (19:8-12) en las manos de Pilato estaba la decisión de soltarle o de crucificarle. Muchas veces nuestros temores e inseguridades no nos permiten tomar la decisión adecuada. Pilato estaba en cierta forma asustado por la decisión que tenía que tomar. ¿Cuáles son nuestros temores e inquietudes? La última escena (19:13-16) Pilato manifiesta su temor ante la autoridad del César. Ese temor le hace expresar una declaración suprema sobre Jesús. Le dice a la multitud, ahí tienen a su rey. El pueblo rechaza a Jesús como rey, pero prefieren aceptar al César. Muchas veces la gente rechaza lo que en realidad es bueno por escoger lo que en apariencia parece ser bueno. Recordemos que no podemos vivir de apariencias como el pueblo pretendía vivir, es importante ser auténticos. Recomendaciones para aprender a vivir en novedad de vida: 1. En esta época de Cuaresma es necesario aprender a vivir en una actitud de reflexión que nos lleve a unas acciones concretas de humildad y amor. 2. Es importante que no asumamos una postura de juicio y de señalar los defectos del otro o de la otra, sino más bien presentar alternativas que humanicen nuestra forma de actuar. 3. La Cuaresma es un tiempo de repensar nuestra manera de ver la vida y de cómo ésta deberá seguir su curso. Vamos a también a repensar para aprender más del amor y la misericordia.


4. Es muy fácil condenar y emitir juicios sobre los demás, pero que difícil es mirar la viga que está en nuestro ojo para poder ver la paja en el otro ojo. 5. La Cuaresma nos invita a ver la grandeza de Jesús desde la perspectiva de una oportunidad de revisión y relanzamiento de lo mejor de nosotros/as (Agenda Bíblica, 2015).


Juan 19.1-6 DE LAS ESPINAS A LA GLORIA Rvda. Arelis Cardona Directora Oficina de Capellanía Recinto Metropolitano Tradición Presbiteriana Cuando era niña en el patio de mi casa había una planta hermosa que además de florecer en un rojo intenso, tenía muchas espinas. Cuando inquirí sobre el nombre, me sorprendí con la respuesta: Corona de Cristo. El evangelio de Juan alude a la corona de espinas diciendo que fueron los soldados quienes la trenzaron y la colocaron sobre su cabeza. También lo vistieron con una capa de color rojo oscuro, simulando las insignias reales. Espinas y Manto, una planta florecida. Aunque la corona no es descrita con detalles bien debía estar hecha de los abundantes cardos que en la tierra de Jerusalén abundan. Ramas secas y punzantes. El diálogo entre Pilato y Jesús comienza en Juan 18:33. Preguntas y respuestas que fortalecen el convencimiento de la falta de razones para condenar a Jesús. Sin embargo, la perícopa que nos ocupa, inicia con la sentencia. El pueblo tuvo la oportunidad de soltarle, pero persistieron en su contra. Pilato da las órdenes correspondientes y el doloroso proceso de la pasión de Jesús inicia. Primero los azotes, seguidos por la burla. La corona y el manto, son la excusa para la mofa. La respuesta ofrecida por Jesús ante el interrogatorio de Pilato en Juan18:37b, muy probablemente provoca la acción. Visten a Jesús como Rey, proclamándolo y despreciándolo, a la misma vez. Algo había en el rostro de Jesús. Pilato lo vuelve a llevar al pueblo con la esperanza de que el pueblo percibiera lo que él veía, les da la oportunidad para que recapacite. Que se den cuenta de su inocencia, de su bondad. ¡Miren!, les dice. Cuando Jesús salió, tenía puesta la corona de espinas y el manto color rojo oscuro. Cuando lo vieron los jefes de los sacerdotes y los guardianes del templo, la respuesta no se hizo esperar: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! No hay cruz sin corona ni corona sin cruz. Las heridas provocadas por la corona de espinas, por el martirio, las heridas que laceraron la piel y las que hirieron su alma, fueron de incalculable valor. El castigo, aunque injusto, anticipaba la victoria. El cuarto canto del siervo sufriente lo expresa así:


Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53:5 RVA La lectura del canto completo (Isaías 52:13-53:12) muestra que los sufrimientos formaban parte de los planes de Dios y sirvieron para reparar los pecados de su pueblo. De las espinas a la gloria: Después de tanta aflicción verá la luz y quedará satisfecho al saberlo; el justo siervo del Señor liberará a muchos, pues cargará con la maldad de ellos. Por eso Dios le dará un lugar entre los grandes, y con los poderosos participará del triunfo, porque se entregó a la muerte y fue contado entre los malvados cuando en realidad cargó con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores. Isaías 53:11-12 DHH El cuerpo roto de Jesús es un camino de salud, de liberación y de nueva vida, dice Nouwen. Desde sus heridas, Cristo proporcionó vida. Desde nuestros dolores y soledad nos podemos convertir en sanadores para otros y para otras. Durante la Cuaresma conforme medites en la vida y ministerio de Jesús, cuando ante sus intensos momentos, te detengas; cuando sientas el peso de tus propios dolores y sinsabores; cuando el dolor de las espinas sobre su frente te recuerde el tuyo propio, medita: Por cada dolor que se tiene que sufrir Por cada carga, cada inquietud… Hay una razón. Por cada pena que baja la cabeza, Por cada lágrima que se derrama… Hay una razón. Por cada ansiedad, cada tormento, Por cada estado lastimoso, Por cada dolorosa noche solitaria… Hay una razón. Pero si confiamos en Dios Como debe ser, todo se Resuelve por nuestro bien… Pues Él sabe la razón.


Te invito a que siembre una plantita como la que había en mi casa. La Corona de Cristo, con sus coloridas flores y sus espinas, te recordará que es posible encontrar propósito y belleza en el dolor y en la soledad. El Cristo que experimentó de las espinas a la gloria, el que conoce y se identifica con tu dolor, te acompaña para sanarte, para fortalecerte. Para darte vida y para que tú también la puedas dar a los demás.

Referencias: Biblegateway.com La Biblia de Estudio Dios Habla Hoy. 1994. Sociedades Bíblicas Unidas. EUA. Nouwen, Henri. 1971. El Sanador Herido. España: Grafilia. R_Espinas_Cruz recuperado de www.iglesiareformada.com/R-Espinas_Cruz.html, 29 de enero de 2015.


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