Reflexiones para el tiempo de la
Cuaresma y
Semana Santa Vicepresidencia de Asuntos Religiosos
febrero - abril de 2016
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INDICE Jesús en el huerto de los olivos………………………………………………………..……….1 Prof. Amílcar S. Soto Quijano Judas, qué desilusión…………………………………………………………………...………4 Rvdo. José E. Rodríguez ¡Qué noche! ……………………………………………………………………………………8 Rvda. Lucy I. Rosario Medina Y yo que estaba guardando las lágrimas para una ocasión que las mereciera………………..11 Rvdo. Rafael Hiraldo Román Una sentencia en siete actos………………………………………………………………..…13 Rvdo. Arnaldo L. Cintrón Miranda Cruz de esperanza……..…………………………………………………………………..….16 Dra. Ivelisse Valentín Vera Arrepentimiento, conversión y renovación de nuestra lealtad a Cristo……………………….18 Rvdo. Dr. Pablo E. Rojas Banuchi Ayuda, seguimiento y empatía………………………………………………………………..24 Rvdo. Pablo R. Caraballo Rodríguez Dios nos encuentra…………………………………………………………………………….27 Rvdo. Osvaldo Montalvo Nazario Acércate y podrás ver………………………………………………………………………….30 Miguel A. Torres Narváez “¡Mujeres de Jerusalén! No lloren por mí”……………………………………………………33 Rvda. Dra. Maricarmen Laureano Ortega Jesús crucificado………………………………………………………………………………36 Rvda. Dra. Ileana Vargas Santiago Breve reflexión sobre la crucifixión de Jesús………………………………….……………...39 Dr. Luis A. Borri Díaz La muerte no va conmigo……………………………………………………………………..41 Rvdo. Julio R. Vargas Vidal
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Las primeras testigos de la resurrección………………………………………….……….…..46 Rvdo. Norberto Domínguez Rodríguez Lucas 22:39-46 JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS Prof. Amílcar Saúl Soto Quijano Director Oficina de Capellanía Recinto Arecibo Tradición presbiteriana “A solas al huerto yo voy, cuando duerme aun la floresta” Estas son las primeras palabras de uno de mis himnos favoritos. Muchos recuerdos llegan a mi mente al escucharlo, entre ellos recuerdos de mi niñez en la iglesia. Nací y me crie en una comunidad de fe y gran parte de mi vida está relacionada a la iglesia. Su liturgia, celebraciones y enseñanzas son parte de mi ADN como hijo de pastor. Quiero hacer mención ahora de mis recuerdos sobre la Semana Santa, en especial sobre uno que guardo en mi mente con mucha nitidez: los servicios de Jueves Santo. Pasé mi niñez en la Iglesia Metodista de Río Piedras Heights. Allí el “Culto de Jueves Santo y Santa Cena” tenía una importancia significativa. Uno llegaba al templo que, según se acostumbraba, estaba en oscuridad y solo la luz tenue de varias velas en el altar alumbraba el hermoso techo en madera. La liturgia, el liturgista y la himnología eran escogidos para tan significativo culto para que al unísono lograran un ambiente de tensión, tristeza, anticipación y retrospección. Yo niño lo percibía. Recuerdo que las primeras veces que pasé al altar a comulgar, tendría 9 o 10 años, fue bajo ese ambiente, en ese culto. Yo podía sentir el dolor y angustia de un Jesús que mañana van a crucificar. Recuerdo en ocasiones mirar a las esquinas de la nave, por las ventanas, o detrás de mí para poder ver la figura de aquel ser desesperado ante un final accidentado y cruel. Más aun podía ver a mi alrededor esa misma tensión y quebranto en los hermanos de la iglesia como preámbulo al gran viernes. Pero para mí ese viernes sería un día libre más, programas en diversos canales con “Cristos” mexicanos o españoles en la tv y predicaciones kilométricas (en ocasiones mi padre en el sermón “Las 7 palabras”). Se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra, y puesto de rodillas oró, diciendo: «Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. Lleno de angustia oraba más intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. Lc 22:41- 44 Al sentarme a escribir esta reflexión era imposible no volver a aquel culto y reconocer aquel sentimiento que experimentaba allí, hoy lo puedo identificar como esa angustia interna de dolor y ansiedad tan común en estos días. Aquella congregación se hacía parte de aquel ambiente 4
de tristeza donde hasta se podía oír a la distancia una oración por fuerzas y un clamor por misericordia. Jesús iniciaba su camino al Gólgota sintiendo un dolor fuerte, no físico sino interno. Ese lugar profundo y bien nuestro donde lo que acontece solo Dios y uno lo sabe. En ese lugar del corazón donde se encuentran las cosas que nos gustan, las que esperamos, las que anhelamos, junto a las que nos duelen. La oración de Jesús en el Getsemaní nos presenta esa área íntima de su corazón así como la prensa sacaba el preciado aceite al fruto de los olivos. Primeramente y con toda la razón, el maestro aboga por sí mismo. Esa parte íntima siempre responderá de manera personal ante toda experiencia diaria, en este caso una de ansiedad y peligro, ¿no es acaso esa nuestra primera reacción humana ante una situación de crisis? Muchos seres humanos sufren todos los días de ansiedad y tensión ante situaciones difíciles que se aproximan. Este dolor es igual y tan profundo como el físico en muchas ocasiones. Procurar un alivio o escape es lo natural pues a nadie le gusta sufrir. Sin embargo, Jesús sabe que apenas comienza los últimos pasos de un plan divino para traer la salvación a este mundo. Un plan que no se puede cambiar, ni posponer y solo Él lo puede cumplir, de ahí seguidamente afirma su deseo que se haga la voluntad de Su padre, para el beneficio nuestro. Cuando descubrimos nuestra impotencia ante unas situaciones nada agradables nuestro interior se inunda de ansiedad y tristeza. Aprendamos de Jesús quien “llegando a sudar sangre” ante su realidad procuró que la voluntad de Dios se cumpla ante la suya. Siempre pensamos que nadie puede entender nuestros sentimientos de angustia, ya sean expresados o suprimidos. Ya que es inevitable o estamos sumergidos en ellos nos sentimos como un náufrago en una isla perdida y sin solución. Hoy nos topamos con un Jesús solo físicamente y solo sentimentalmente. Sus soñolientos discípulos han obviado su cara toda la noche y en la densidad del monte ni se enteran de las lágrimas del maestro. En nuestro diario caminamos y vivimos con dolor y ni los más cercanos entienden nuestro humor, nuestra expresión facial o conducta. Estando rodeados de gente solo vemos la solitaria “playa” de nuestra isla solitaria. “Él conmigo esta, puedo oír Su voz y que suyo dice seré” La respuesta de Dios no se hace esperar. Contamos con un Dios vivo que nos asiste en el momento de crisis. Solo Él puede llegar a lo profundo del corazón para darnos consuelo, dirección y sostén. No nos susurra al oído que eliminará la situación, pero sí Su presencia nos traerá el consuelo necesario y la sensibilidad para sentirlo durante el “valle de sombras de muerte”. El Padre nos alertó que en éste mundo tendríamos aflicciones que tocarían nuestra más profundas fibras. Momentos nada agradables que tenemos que afrontar de cualquier manera. Todos subiremos a Getsemaní, pero todos seres escuchados y consolados por El. Son muchas las cosas que aprender de este momento en el monte Getsemaní. Primeramente establecer esa relación “Dios y yo” debe ser diaria, antes de nuestras crisis y después de ellas. Mis amigos y hermanos colaboran, ayudan y motivan en el caminar pero en última instancia esa conexión con el Padre es totalmente personal. Aprendemos a presentarnos de manera sincera y humana en ese dilema de voluntades pues al Padre nada le podemos esconder. Recordemos que la Biblia nos dice que Su voluntad es perfecta y agradable aunque desde nuestro Getsemaní lo que vemos es el camino al Gólgota. Aunque físicamente creamos que sudamos “gotas de sangre” y nuestra alma no pueda más. Jesús se levantó de aquella piedra donde oró al 5
Padre decidido a enfrentar lo ineludible. El reconocer la compañía de Dios nos brinda una diferente perspectiva de la situación, nuestra “isla solitaria” ya no lo es. No somos unos náufragos sentimentales. Alguien nos acompaña en el cuarto más profundo de nuestro corazón donde nadie puede entrar. Las fuerzas que provienen del cielo mueven nuestros pasos llevando nuestra cruz y también nos levanta triunfantes al tercer día. Confiemos pues en el Dios Soberano, que conoce nuestros corazones, nuestras luchas y aun así promete estar con nosotros hasta el final para Su gloria y honra. “Y el encanto que hallo en él allí, con nadie tener podré.”
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Lucas 22.47-54 JUDAS, QUÉ DESILUSIÓN… Rvdo. José Eliú Rodríguez Director Oficina de Capellanía Recinto de Barranquitas Tradición wesleyana 47 Mientras todavía estaba Él hablando, he aquí, llegó una multitud, y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos, y se acercó a Jesús para besarle. 48 Pero Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? 49 Y cuando los que rodeaban a Jesús vieron lo que iba a suceder, dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? 50 Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. 51 Respondiendo Jesús, dijo: ¡Deteneos! Basta de esto. Y tocando la oreja al siervo, lo sanó. 52 Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los oficiales del templo y a los ancianos que habían venido contra Él: ¿Habéis salido con espadas y garrotes como contra un ladrón? 53 Cuando estaba con vosotros cada día en el templo, no me echasteis mano; pero esta hora y el poder de las tinieblas son vuestros. 54 Habiéndole arrestado, se lo llevaron y le condujeron a la casa del sumo sacerdote;…. La Biblia de las Américas (1986) Situación Una de las experiencias más decepcionante y frustrante por la que a veces pasamos es ser traicionado por la persona que menos esperamos. Es doloroso descubrir y saber que la persona a quien le has brindado tu amistad y depositado tu confianza te ha traicionado. Esta lección trata de la traición a Jesús por parte de Judas. Según el Diccionario de la Real Academia Española traición es una falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener hacia algo o hacia alguien. Cabe añadir, que es defraudar la confianza mediante una acción o dicho contrario a lo esperado. Interesante por demás es ponderar las motivaciones que puede tener una persona para traicionar a quien ha confiado en él. Algunas de las supuestas razones podrían ser: celos, interés solapado de estar en el lugar del líder, desconfianza, decepción o incompatibilidad con los valores y la causa del líder, oportunismo y búsqueda del propio interés, entre otras. En el texto bíblico objeto de esta reflexión nos encontramos con la figura del Judas Iscariote protagonizando una traición. Lucas relata que Judas fue a las autoridades religiosas y acordó con ellos hacer todo lo posible para entregarle a Jesús.
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Lucas 22:47-54 Nuestro texto pertenece a una unidad literaria más amplia que va desde el capítulo 22:1 al 24:53 conocida como “la historia de la Pasión” que se desarrolla a lo largo de la última semana de vida de Jesús. Conjunto narrativo que es “como una exposición de la historia de la salvación” (Zimmermann, 1969, p.168). Dentro del conjunto narrativo nos encontramos con el arresto de Jesús en Lucas 22:47-54. Ya en Lucas 22:39-40 se nos dice que Jesús salió como era su costumbre al Monte de los Olivos. Una vez allí, se ubicó en el huerto de Getsemaní al oeste del Monte de los Olivos. Pidió a sus discípulos orar con Él. Jesús anticipando lo inevitable no quería estar solo. Él se apartó de ellos a poca distancia para orar también. Los momentos de oración para Jesús fueron intensos. Fue asistido y fortalecido por un ángel. Su angustia y abatimiento (v. 30) fue tal que Lucas dice: “era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (v. 44). Expresó al Padre su deseo de no morir (v.42) al mismo tiempo que le dijo estar dispuesto a someterse a la voluntad divina hasta la muerte. Al terminar los momentos de oración, Jesús se acercó a sus discípulos que para su sorpresa los encontró “durmiendo a causa de la tristeza” (v.45). Tristemente se encontró solo. Seguidamente les cuestionó y les exigió levantarse y mantenerse en oración para evitar caer en tentación. Tentación de abandonarlo por el riesgo que implicaba estar con Él. Mientras todavía hablaba Jesús con sus discípulos llegó una multitud al parecer liderada por Judas, quien los llevó al lugar preciso. “Los motivos que tuvo Judas para traicionar y vender a Jesús, son muy difíciles de precisar, aunque el Evangelio de Juan lo presenta explícitamente como ladrón (Juan 12:6). Quizás siguió a Jesús inicialmente, esperando que cumpliera las expectativas mesiánicas de los zelotes y levantara un movimiento de resistencia armada en contra de las fuerzas de la ocupación romana. Cuando se percató, sin embargo, de su plataforma mesiánica pacifista, posiblemente se desencantó de su maestro y le vendió” (Pagán, 2010, p. 262). Estudiosos en la materia tienen la impresión de que Jesús intervino con la turba antes de que Judas se le acercara y lo saludara a la manera oriental de la época con un beso. Todo parece indicar que Jesús siempre estuvo dispuesto a enfrentar lo inevitable sin ofrecer resistencia. Sin embargo, no fue así con los discípulos. Uno de ellos, decidió dar una respuesta violenta en la defensa de Jesús cortando la oreja de uno de los guardias del templo (v.49-50), cosa que el Maestro rechazó e impidió (v.51). La máxima expresión del rechazo se da en que el mismo Jesús tocando la oreja del guardia, lo sanó. Debemos entender que no resistir la intención de los sumos sacerdotes, jefes de la guardia y ancianos tiene el propósito, de dejar que los acontecimientos alrededor de la persona de Jesús continúen su curso hasta la muerte de cruz (Stuhlmueller, 1972, p. 409). Igual intención tienen los relatos predictivos y anticipatorios de la pasión como en (Marcos 8:31-33) al afirmar la naturaleza mesiánica y divina de Jesús. Subrayando el cumplimiento de las profecías en donde el mesías debía padecer mucho... morir… y resucitar al tercer día. Cosa que Pedro rechazó e intentó convencer de que no hiciera. A lo que 8
por parte de Jesús le mereció una reprensión (Pagán, 2010, p. 246). A ellos, luego del milagro realizado, Jesús, le replica: “¿Habéis salido con espadas y garrotes como contra un ladrón? Cuando estaba con vosotros cada día en el templo, no me echasteis mano; pero esta hora y el poder de las tinieblas son vuestros” (v. 52-53). Para los efectos, Jesús nunca pretendió escaparse o esconderse del poder religioso en Jerusalén. Ya que durante el ministerio de Jesús en Jerusalén, visitar el Monte de los Olivos, el huerto de Getsemaní o el templo eran actividades diarias. Su ministerio se desarrolló abiertamente ante la mirada de todo el mundo. Lo que impidió su arresto antes, fue la simpatía y el favor del pueblo hacia Jesús. Por ello, su arresto tenía que ser durante la noche y a espaldas de los simpatizantes de Jesús. Judas, se prestó, desafortunadamente, para identificar a Jesús del resto de los discípulos durante la noche. Decisión y acción que le generó unas treinta monedas de plata, el precio tradicional de un esclavo, a la vez, que le robó la paz del espíritu y la vida. Es así como Jesús fue traicionado por Judas, arrestado y entregado a los sumos sacerdotes. Posteriormente, fue llevado al palacio del Sumo Sacerdote Caifás identificado así en Mateo 26:57. El proyecto de Jesús Jesús de Nazaret proclamó y presentó el mensaje del Reino de Dios. Un proyecto de vida caracterizado por la práctica del amor, la compasión, la paz y justicia. Vino a este mundo a enseñarnos a vivir bien, es decir, libres de los valores corrientes (anti-valores) que el mundo absolutiza y considera necesarios para ser feliz. Propuso una transmutación de valores dirigidos, ante todo y sobre todo, a rehacer al ser humano de adentro hacia fuera, devolviéndole la felicidad y la paz. Dios, revelado en Cristo, ha puesto fin a toda estrechez y sufrimiento humano al darnos un salvador. Jesús de Nazaret, murió para que se sepa que no todo está permitido. Así, abrió un nuevo horizonte de vida en donde la alegría es una realidad posible porque Dios así lo quiere. En contra de lo que esclaviza, limita, enajena, paraliza, mata la vida y nos deja insatisfechos. El Señor nos llama a la fe y a la esperanza; puntos de partida que permiten actuar responsablemente situados en el horizonte de Dios y no desde los intereses egoístas, vanos y superfluos del momento. Que la vida de Jesús, el que murió y resucitó nos ilumine y guíe por y hacia el camino que conduce a la casa del Padre. La casa de los hijos e hijas de Dios, lugar donde impera el amor y la bondad, la justicia y la paz, la reconciliación y la vida abundante. Porque Él nos perdona y hace que sintamos su amor hoy y por la eternidad. Frente al proyecto y reclamo divino se encuentran los seres humanos con sus reclamos egoístas y la búsqueda del interés propio. En virtud de ello, se resiste el llamado e invitación a escuchar el evangelio y vivir por él. Cuando no hay lugar a la “obediencia de la fe” (Romanos 1: 5) entonces hemos traicionado a Jesús. Donde no se vive conforme a la ley del amor, la paz y la justicia se traiciona la causa de Jesucristo. Aplicación El mundo actual es el escenario de todo tipo de maldad y de pecado (conjunto de malas acciones dirigidas contra sí-mismo y contra los demás) como resultado de la condición pecaminosa de los seres humanos. El bienestar de toda la creación y la seguridad integral de los habitantes de esta tierra se encuentra bajo amenaza. ¿Dónde se encuentra la alternativa a la crisis actual en todos los órdenes de la vida? Se encuentra, en la toma de conciencia de que Dios es algo más que una idea o concepto, es una realidad que se hace presente en nuestra vida y la nutre 9
desde su raíz. Él es, aliento de vida, salud, pan y vino, luz, sabiduría y verdad. Él nos llama para que nos dejemos amar por Él; a que aceptamos lo urgente y lo decisivo, que es reorientar la vida dentro del marco de referencia de los valores cristianos. Son éstos los puntos de partida que nos permiten actuar responsablemente (no al azar), situados en el horizonte de Dios y no desde los intereses egoístas, vanos y superfluos del momento. Puntos de partida para múltiples proyectos de vida que desarrollados asertiva, eficaz y eficientemente serán motivo de mucha satisfacción y beneficio personal y comunitario. Hoy más que nunca, urge el milagro de la solicitud de los unos por los otros para que todos nuestros actos, cuando se realizan, sean benéficos, protectores de la vida y de las buenas relaciones entre todos. Optar por lo contrario es: traicionar la causa de Jesús. Desde la fe y la esperanza en Jesús el compromiso debe ser continuar abriendo y preparando el camino del bienestar para las futuras generaciones. Que toda ciencia, erudición y especialización se traduzca en sabiduría, con propósito para entendernos y comprendernos mejor en función del todo y del sentido de la vida desde la perspectiva de Dios. Que las conquistas del espíritu y del intelecto se canalicen en satisfacer las necesidades comunes del ser humano, presupuestos necesarios para el progreso del Reino de Dios, la convivencia humana y la felicidad. Finalmente, en tanto que de nosotros dependa el que contribuyamos a que se “haga la voluntad de Dios aquí en la tierra como se hace en los cielos” como dice la oración del Padrenuestro. Evitemos traicionar, decepcionar y defraudar al Maestro y a los que confían en nosotros y esperan lo mejor de nosotros.
Bibliografía Lockman Foundation. (1986). La Biblia de las Américas. Anaheim, California: Foundation Publication. Pagán, Samuel. (2010). Jesús de Nazaret vida, enseñanza y significado. España: CLIE. Stuhlmueller, C. (1972). Evangelio Según San Lucas. En Comentario Bíblico << San Jerónimo>> (tomo 3, p. 408). Madrid: Ediciones Cristiandad. Zimmermann, Heinrich. (1969). Los Métodos Histórico-Críticos En El Nuevo Testamento. Madrid: B A C
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Lucas 22:39-46 ¡QUÉ NOCHE! Rvda. Lucy I. Rosario Medina Directora de la Oficina de Capellanía Recinto de Ponce Tradición metodista Leyendo el pasaje bíblico de Lucas 22 viene a mi mente una de las escenas más impresionantes de la película La Pasión dirigida por Mel Gibson. Aunque es una película de Hollywood con un fuerte contenido de violencia, refleja bastante lo vivido por Jesús esa noche. El capítulo 22 del evangelio recoge todo el acontecimiento. Getsemaní, la escaramuza, la sanidad de un siervo del Sumo sacerdote, el arresto y el juicio por los religiosos a Jesús. Fue entregado por “uno de los doce”, negado por uno “que estaba con él” y juzgado por los que se supone hubieran entendido mejor el mensaje de amor y reconciliación. Sí, porque Jesús había estado con ellos cada día en el templo. Por eso le cuestiona Jesús el por qué vienen de noche sí estuvo cerca de ellos en los mismos lugares y no habían extendido su mano contra él. Ellos temían hacer cualquier cosa en público por causa de la multitud. Esta vez había una agenda más articulada contra Jesús. Lo notamos también en el juicio amañado de los principales sacerdotes y fariseos. El afirmar su rostro para ir a Jerusalén implicaba “dar cara” a aquellos que buscaban la oportunidad para arrestarlo. La circunstancia fue óptima para las autoridades. Parecía que triunfaban las tinieblas A la verdad que no le fue muy bien al Maestro esa noche. Claro, la situación no se quedaría ahí. Hubo un arresto y luego un proceso donde, a lo largo de la pasión, Jesús fue dando su mensaje y ejemplo hasta el final de su ministerio terrenal. Leer estos pasajes que nos relatan los últimos eventos de Jesús podría no gustarnos. Pero necesitamos acercarnos a ellos para ver el marco completo de la vida de Jesús. Un Jesús que es descrito en ese momento, en la versión de la Biblia Dios Habla Hoy, como “lleno de angustia” y en la Nueva Versión Internacional: “Pero, como estaba angustiado se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra”. Pienso que pasó por su mente pensamientos como los que en ocasiones pasan por nuestras también. “ etc. No. No nos gusta el Jesús que nos narra el capítulo 22 del evangelio de Lucas. Pero en ocasiones nos parecemos más al Jesús del Getsemaní que el del Domingo de Resurrección. Ahora, el elemento que le permitió vencer la cruz fue la oración y la confianza en que aunque se sintió sólo tenía la certeza de que su Padre estaría con él hasta el cumplimiento de su hora. ¿Acaso esa no es la promesa que él nos ha hecho? “…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin. (Mateo 28: 20b) En el mundo tendréis aflicción pero confiad, yo he vencido al mundo”. (Juan 16:33)
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Jesús conoce el rechazo, el dolor y lo que se siente cuando se interpretan mal sus palabras. Pero nunca se dejó llevar por el miedo ni por lo difícil que se le presentaron las circunstancias. No. Fue firme. En el juicio fue claro al contestar las preguntas. “Si les digo que sí, no me van a creer. Y si les hago preguntas, no me van a contestar. Pero desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del Dios todopoderoso”. Y cuando insisten: “¿Así que tú eres el Hijo de Dios? Ustedes mismos han dicho que lo soy”. Como interpretaron sus palabras fue producto de su ceguera y fanatismo religiosos. Conocían a Jesús pero prefirieron no reconocer que era el Mesías. “A los suyos vino y los suyos no le conocieron”. Hoy en muchas ocasiones estamos frente a los “sanedrines” de nuestra época. Donde hay entendimiento, no se puede expresar una idea diferente y las mentes están cargadas prejuicios y malas interpretaciones. Solo se escucha lo que se quiere escuchar y la guía nuestra vida no es la vida y obra de Jesús quien estuvo dispuesto a tomar la copa, aunque Getsemaní pedía a su Padre que la pasara de él.
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En su arresto y juicio se manipuló la ley contra él, pero Jesús fue firme y fiel. Rehusó el uso de la violencia, ni siquiera en defensa propia. Al contrario, en el mismo Getsemaní interviene con Pedro que intentó defenderlo y hiere a un siervo del Sumo sacerdote. Y para bendición del siervo, queda sanado en el mismo momento en que Jesús se percata que fue herido. La “violencia” de la justicia no es la violencia de las armas que matan, sino de la verdad que desenmascara y desarma al adversario mismo. Para el poder injusto, el justo es un peligro. (Storniolo, 2002) No. No fue fácil para Jesús esa noche ni el día siguiente. Pero para alegría y regocijo nuestro, él venció la muerte con poder, como dice el himno. Jesús, la persona que fue hasta el final en la lucha por la justicia del reino cumpliendo con el proyecto de Dios. Termino con las palabras del autor de Hebreos: “Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos. En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión. Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer; y consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen…” (Hebreos 4: 14-16, 5:7-9) Referencias Storniolo, Ivo. (2002). Como leer el evangelio de Lucas-Los pobres construyen la nueva historia. Editorial San Pablo. La Biblia Nueva Versión Internacional La Biblia Dios habla Hoy 12
Juan 18.15-40 Y YO QUE ESTABA GUARDANDO LAS LÁGRIMAS PARA UNA OCASIÓN QUE LAS MERECIERA Rvdo. Rafael Hiraldo Román, Ph.D. Director Oficina de Capellanía Recinto de Fajardo Tradición bautista Añejar lágrimas, no es tan raro como nos parece de primera intención, ese proceso de aguantar porque no queremos que nadie se entere de los procesos que pasamos ya sea por alguna experiencia de abuso o para evitar mayores consecuencias, nos resulta doloroso y en ocasiones logra secar todas las lágrimas las cuales evolucionan en actitudes casi imposible de lidiar. El miedo de otra parte es un factor clave tanto para que las lágrimas corran o se almacenen, las emociones de alegría, sorpresa y coraje nos exponen a la explosión de las mismas. Pero, esa ocasión tan especial que nos arranca un gemir de alma adentro, es algo único y esos son los momentos que esas lagrimas añejadas surgen como el descorchar de lo mejor de nosotros. Pero, no es por la celebración, todo lo contrario es por el dolor profundo de no dar, no llegar, no haber dicho o hecho lo que era necesario y sucumbir ante el momento duro. Ante nosotros y nosotras se nos expone la narrativa de Juan 18: 15-40, la cual trabajaremos en conjunto con la de Mateo 26:69-74. Es el momento donde el más atrevido, vocal y arriesgado de los discípulos niega a Jesús. Lo triste del caso es que previamente fue el mismo Pedro quien casi le prohíbe cumplir con su misión, el mismo que le declaro como el Cristo y quien lanzó un ataque físico contra uno de los que llego para arrestar a Jesús. Como si se tratara de una escena repetida, en la consciencia de Pedro se quedaron grabadas las palabras “me negaras tres veces ante de que cante el gallo…” desde nuestra silla cómoda y desde nuestra perspectiva es fácil señalar y apuntar sobre el fallido momento donde Pedro niega a su amado maestro. Añejar las lágrimas para tal ocasión… fue un largo proceso, no ocurrió de la noche a la mañana. Es que el sabor amargo de ver a quien se ama estar en manos de sus enemigos y tener que ser observador en las gradas no es fácil y sobre todo el escuchar las mentiras y falsas acusaciones cuando por naturaleza fuimos su mayor defensor y el más vocal de todos sus seguidores. Las escenas son claras y se exponen ante nuestra consideración. VV. 15-18- Pedro le sigue desde la multitud y cuando es reconocido por las autoridades… no soy, no lo conozco. La pregunta es ¿cuántas veces somos de la multitud que asiste a adorar y cuando la autoridad nos pide cosas que no van acorde con nuestras creencias y ética negamos lo que somos? Yo no soy…si voy de vez en cuando a la iglesia etc… Eso de salvar el pellejo es cosa de todos los días. Entonces el ser de la multitud no nos hace inocentes, ya que nuestro hablar hay algo que nos delata como alguien que intimo con Jesús. Es que relacionarse con la vida, deja un no sé qué de
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felicidad y paz, que por más que lo escondamos se nos escapa. Otra lágrima para el frasco de añejar, esa tiene un toque de dulzura y un color brillante (¿será por lo de la vida?). Los vv. 19-24, nos dicen que se fue a calentar y lo reconocieron como uno que era de sus discípulos… no soy… nuevamente esa frase que se utiliza en la versión Dios Habla Hoy, me intriga “no soy”… es que contrasta con las palabras de Jesús en el mismo evangelio de Juan: “ Yo soy la luz del mundo”, “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, “Yo soy la vid verdadera” Declaraciones que le identifican con la esencia misma del Padre, el gran Yo soy… esa negación de no soy es como un desprenderse de la vid y secarse sin frutos y morir porque sin la vid no hay vida… y las ramas de la vid no sirven para construir, para hacer fuego… sin estar injertadas es como un tirarse al vacío y ser cargado por el viento hacia la nada. Ese desprendimiento de lo vivido, creído y expresado, es abrirse al vacío del ser, es el ateísmo práctico, creer pero vivir como si no creyésemos en algo. Es una de esas lágrimas que se añejan, en lo más oscuro del ser, porque evoca la no luz y la no vida. Son las lágrimas que son para consumo privado y solo se comparten entre Dios y nosotros. Esas son las que guardamos en las botellas más elaboradas y que se llenan de polvo y tela arañas en la bodega de la soledad espiritual. En algunas personas crean ese sabor amargo a que no se pueden perdonar a ellos o ellas mismos/as y les entra ese sentimiento de abandono y vergüenza que no les deja ser y en ocasiones impiden a los demás poder ser. Los VV 19-24, son un doble choque, nuevamente es reconocido y niega su realidad, lo triste es que no se convierte en rutina o costumbre, si no en dolor que va en aumento… en Mateo nos narra que lloró amargamente… es que nadie se puede acostumbrar a negar sus experiencias intrínsecas con lo divino, lo extrínseco eso se puede dejar a un lado. Es que la fe madura es una fe que piensa y cuestiona es inquisitiva por naturaleza y no le es extraño el dudar en ocasiones, el molestarse con Dios en otras y el querer desaparecer. Pero al ser una madura, reconoce sus limitaciones y comienza a trabajar con todo lo que cree, lo que no cree, lo que acepta y lo que no puede aceptar… es una fe propia que logra esa intimidad personal y única que sobrepasa los nombres institucionales y denominacionales para hacerse una fe de amistad con Dios. Quien no posee esta experiencia, se corre el riesgo de desarrollar raíces de amargura o una religiosidad a la medida. Pedro… escucho al gallo cantar tres veces… lo que podemos interpretar como los testigos (los cantos) de que las palabras de Jesús fueron ciertas para su dolor y porque no pueden ser ciertas para su reconciliación. El canto del gallo es el canto de la mañana que marca una nueva oportunidad… cada uno de nosotros nos encontramos en diversas situaciones, donde con nuestro hablar, actitudes, sectarismo e exclusivismo religioso negamos a Jesús. En otras somos uno más de la muchedumbre y dejamos pasar el mosquito y colamos el camello… pero, la realidad del caso es que en esta semana de reflexión y recogimiento nuestras miradas no se quedan en la oscuridad del viernes, todo lo contario se central en la ¡alegría del domingo! De esa ocasión cuando las lágrimas que guardamos para una ocasión especial deben salir a flote, porque somos amados, sanados, aceptados, perdonados y pasamos de muerte a vida! Y yo que estaba guardando mis lágrimas para una ocasión que las mereciera… pues la encontré lloro frente a la vida abundante que he encontrado en Jesús Señor nuestro…
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San Juan 18: 15-40; 19:1-16 UNA SENTENCIA EN SIETE ACTOS
Rvdo. Arnaldo Luis Cintrón Miranda Director Oficina de Capellanía Recinto de Guayama Tradición metodista Ha llegado el tiempo de Cuaresma, un tiempo para reflexionar y de cambio al estilo de Jesús según la Agenda Bíblica 2015 de los Claretianos. La vida, obra y ministerio de Jesús siempre nos impacta en todo lo que significa su pasión, muerte y resurrección. Es interesante notar que cada paso que damos en esta vida conlleva un sin número de procesos que nos llevan hacia un fin en particular. En el caso de Jesús ante las autoridades romanas y judías fue precisamente una de procesos intensos y en ciertas medidas muy difíciles por su complejidad existencial. Su proceso judicial y condenatorio fue uno marcado por las incongruencias e inconsistencias para probar su culpabilidad fuera de toda duda razonable, lo que al fin de cuentas le llevó a la muerte. Los procesos judiciales son muy incisivos y crueles cuando se trata en este particular de alguien que hizo mucho bien y que fue malinterpretado por la sociedad de su época. Cada proceso desde la perspectiva de la cultura judicial tiene sus formas y maneras de llevar a cabo sus procedimientos y reglas las que tienen como objetivo resolver el caso bajo investigación. Pero es en el cuarto evangelio donde se relata con mayor amplitud el proceso de Cristo ante Pilato (Biblia Comentada Profesores de Salamanca, 1962). Según los comentarios de Luis Alonso Schökel en la Biblia del Peregrino (2006), Juan presenta el juicio de Jesús ante el gobernador romano en una serie de siete pequeñas escenas o diálogos, fuera y dentro del palacio. A continuación estaré compartiendo estos diálogos desde una perspectiva del tiempo presente: •
La primera escena ante la gente (18:29-32) anuncia que se trata de una cuestión de vida o de muerte a manos de los romanos. Muchas veces las situaciones cotidianas nos pintan escenarios de vida o muerte. Las decisiones que tomamos nos pueden ubicar en uno de estos escenarios y puede ser que uno de ellos predomine.
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La segunda escena (18:33-37) dentro del palacio, Jesús se proclama rey, su reinado y poder no es como el del mundo. La visión e iniciativas de Jesús eran muy adelantadas a su época. Su visión de la vida era comunicar las buenas nuevas de un evangelio integral e inclusivo para todos y todas. Su forma de pensar era distinta, no ostentaba poder, se interesaba por la necesidad de los demás.
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La tercera escena (18: 38-40) de nuevo ante la gente, Pilato proclama la inocencia de Jesús, el pueblo judío rechaza la propuesta del líder romano dando paso a la propuesta del pueblo de soltar a Barrabás. Muchas son las propuestas que se esgrimen ante diferentes escenarios. En cambio Jesús presentaba una propuesta de vida abundante para la humanidad. Sin embargo, el pueblo no entendió esa propuesta y prefirió la propuesta que no prometía resultados, ni tan siquiera un aliento de esperanza.
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La cuarta escena, la escena central (19:1-3) en esta escena Jesús es insultado y rechazado como rey. Existen personas que por simplemente expresar su modo de pensar y de ver las cosas son rechazados e insultados hasta la humillación y el desprecio. En Jesús tenemos el espacio para ser aceptados con nuestras diferencias de criterio.
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La quinta escena (19: 4-7) Pilato vuelve a salir a proclamar la inocencia de Jesús. En la sociedad que nos ha tocado vivir son muchos los que sufren la injusticia de ser acusados injustamente. Cada una de estas personas reclama un trato justo y sobre todo que son inocentes fuera de toda duda razonable. Los mártires del siglo XXI son precisamente los menos afortunados y los que cierta medida han sido iconos de justicia para otros/as.
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La sexta escena (19:8-12) en las manos de Pilato estaba la decisión de soltarle o de crucificarle. Muchas veces nuestros temores e inseguridades no nos permiten tomar la decisión adecuada. Pilato estaba en cierta forma asustado por la decisión que tenía que tomar. ¿Cuáles son nuestros temores e inquietudes?
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La última escena (19:13-16) Pilato manifiesta su temor ante la autoridad del César. Ese temor le hace expresar una declaración suprema sobre Jesús. Le dice a la multitud, ahí tienen a su rey. El pueblo rechaza a Jesús como rey, pero prefieren aceptar al César. Muchas veces la gente rechaza lo que en realidad es bueno por escoger lo que en apariencia parece ser bueno. Recordemos que no podemos vivir de apariencias como el pueblo pretendía vivir, es importante ser auténticos.
Recomendaciones para aprender a vivir en novedad de vida: 1. En esta época de Cuaresma es necesario aprender a vivir en una actitud de reflexión que nos lleve a unas acciones concretas de humildad y amor. 2. Es importante que no asumamos una postura de juicio y de señalar los defectos del otro o de la otra, sino más bien presentar alternativas que humanicen nuestra forma de actuar. 3. La Cuaresma es un tiempo de repensar nuestra manera de ver la vida y de cómo ésta deberá seguir su curso. Vamos a también a repensar para aprender más del amor y la misericordia.
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4. Es muy fácil condenar y emitir juicios sobre los demás, pero que difícil es mirar la viga que está en nuestro ojo para poder ver la paja en el otro ojo. 5. La Cuaresma nos invita a ver la grandeza de Jesús desde la perspectiva de una oportunidad de revisión y relanzamiento de lo mejor de nosotros/as (Agenda Bíblica, 2015).
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Juan 19:1-18 CRUZ DE ESPERANZA
Dra. Ivelisse Valentín Vera Directora de Capellanía Universitaria Recinto Metropolitano Tradición Wesleyana, Iglesia del Nazareno
“Y él, cargando su cruz, salió…” (Jn 19:17a)
Leer esa frase hoy puede parecer un relato hermoso, hasta poético, que evoca en nosotros recuerdos de textos como “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Jn 3:16). La cruz es tal vez el símbolo más conocido de la humanidad; sobre todo de las civilizaciones de occidente. Sin embargo, lo que puede significar para nosotros hoy no se acerca jamás al simbolismo o significado que esta tenía en la antigüedad. En la era romana la cruz era símbolo de poder para el imperio, y de violencia y vergüenza para los súbditos de Roma. Los crucificados eran expuestos a la orilla del camino, colgados hasta morir lentamente. Cual paños al sol, eran exhibidos para que las aves de rapiña y la intemperie carcomieran sus entrañas y secaran al calor su piel desecha. Todo esto con un solo propósito, dar un ejemplo cruento y cruel del poder romano. Con esto pretendían mantener sumiso al pueblo y lograr la supuesta pax que caracterizaba sus relaciones con las colonias. A través de la crucifixión de Jesús la cruz obtuvo un significado distinto y se instaló en la consciencia de la gente como un símbolo de entrega y de amor; aún más, como un símbolo de la humanización de Dios. “Desde el punto de vista de la teología cristiana, lo más importante, que hay que decir sobre la humanidad de Jesús, es que en ella encontramos el único medio, que tenemos los seres humanos, para conocer a Dios. De tal forma que es precisamente en la condición humana de Jesús donde podemos conocer quién es Dios y cómo es Dios.”1 Este relato de la coronación y flagelación de Jesús en el evangelio de Juan nos invita a una gran reflexión: ¿quién es Jesús y de dónde viene?2 Contrario a los evangelios sinópticos Juan presenta brevemente el evento de la flagelación mencionando únicamente el suceso y no el detalle. Sin embargo la narrativa se concentra en un dialogo paradójico entre Jesús y Pilato que terminará revelándonos el misterio. Hay momentos en la vida del ser humano, como en la de Jesús, que las respuestas más fuertes son las que no se dicen. Jesús lo había dicho todo en 1
José María Castillo. Teología Sin Censura. La humanidad de Jesús y la humanidad de Dios. 13.03.11. http://blogs.periodistadigital.com/teologia-sin-censura.php/2011/03/13/p291267#more291267 2 “(Pilato) hace la pregunta fundamental de la cristología Joanina: ¿De dónde eres?” Francis J. Moloney, S.D.B. Sacra Pagina: The Gospel of John. (Minnesota: The Liturgical Press, 1998), 495.
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público, nunca se ocultó (18:20); su vida fue transparente y diáfana. Ahora no había nada más que explicar. Como dicen Zorrilla y Chiquete, “paradójicamente el silencio de Jesús es el silencio de la dignidad.”3 El silencio y el temple de un hombre en apariencia indefenso, débil e impotente, hace que Pilato sienta temor. En instancias en las que somos acusados, vituperados o señalados la voz del silencio se convierte en un espacio de fe para Dios obrar. Es en ese momento que el temor se apodera de Pilato y se siembra la duda sobre la procedencia de este hombre de carácter inmutable aun ante la presencia de quien representa la autoridad más grande de la época: el emperador romano. En este instante se nos presenta un acusado enfrentándose a una posible crucifixión, pero de una presencia incólume ante su ejecutor; y un ejecutor tembloroso buscando escape en un callejón sin salida. Justo en ese momento neurálgico en la conversación, a través del recurso de la ironía, tan utilizado en el evangelio de Juan, se establece un juego de poder: ninguno tiene autoridad, ambos la reciben de un poder superior. Segundo, el que intimida resulta intimidado. Tercero, el que reclama autoridad sobre Jesús, recibe la autoridad a través de Jesús. Es la reacción del Pilato ante esta paradoja lo que nos revela la verdadera identidad de Jesús, quién es y de donde viene. Tras las palabras de los judíos crece el miedo en Pilato: “Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo” (vv 7-8); y ante las palabras de Jesús (vv 11) su temor se tornó en una búsqueda incesante de alternativas para dejarle libre: “Desde entonces procuraba Pilato soltarle” (vv 12). En el evangelio de Juan el relato de la pasión y muerte de Jesús no busca provocar en el lector angustia y compasión como en los evangelios sinópticos; aquí el relato levanta una profunda admiración por Jesús quien abrazará la cruz por sí solo sin ayuda de Cireneo alguno: “Y él, cargando su cruz, salió…” (Jn 19:17a). Ese es el mismo Jesús que es presentado como figura central en medio de otros dos crucificados de quienes no se da detalle alguno. Es Jesús la figura central, el eje de la historia de redención de la humanidad. Jesús es el protagonista de la historia de amor más grande en la que usted y yo somos participes porque dicha historia se da en virtud de tu bienestar y el mío. Los crucificados a los lados de Jesús no tienen historia ni rostro porque encarnan nuestras propias vidas que han sido crucificadas con Cristo para resucitar con él (Gal 2:20). El Jesús que abraza su cruz, transforma el significado violento y vergonzoso de la misma en uno de esperanza, porque la usa para acercarnos al Dios que nos acompaña en nuestros quebrantos, que asume nuestra humanidad sin condiciones y que se dirige confiado a la gloria de la resurrección como “único Señor de su propio destino”.4 Con Cristo, desde su muerte y resurrección somos llamados a abrazar nuestra humanidad sin vergüenza, como él abrazó su cruz, en una experiencia cruciforme de relación con Dios y con nuestro prójimo. Pero sobre todo, mirando la humanidad de Dios que emana de la cruz, recibiremos fuerza para enfrentar nuestro presente y esperar confiadamente el porvenir.
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Hugo Zorrilla, Daniel Chiquete. Evangelio de Juan: comentario para Exégesis y Traducción. (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 2008), 588. 4 Raymond Brown citado por Francis J. Moloney, S.D.B. Sacra Pagina: The Gospel of John. (Minnesota: The Liturgical Press, 1998), 495.
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Lucas 13.1-9 ARREPENTIMIENTO, CONVERSIÓN Y RENOVACIÓN DE NUESTRA LEALTAD A CRISTO Rvdo. Dr. Pablo E. Rojas Banuchi Director de Capellanía Universitaria Recinto Aguadilla Tradición presbiteriana La Cuaresma es tiempo de reflexión y renovación espiritual en torno a nuestra relación con Cristo. Es la temporada en el calendario litúrgico en donde la iglesia cristiana hace un llamado, a través de la liturgia, hacia el arrepentimiento, la conversión y renovación de nuestra lealtad a Cristo. El pasaje bíblico de Lucas 13: 1-9 nos presenta dos pequeñas historias. La primera (vv. 15), hace un llamado a la conversión y al arrepentimiento. La segunda, expuesta a través de una parábola ilustra la paciencia y el amor obstinado de Dios (vv. 6-9).5 Los versos que comprenden del 1 al 9, nos presentan el encuentro entre Jesús y unas personas que le comentan acerca de cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando éstos ofrecían sus sacrificios.6 Lucas no informa quiénes eran estas personas o por qué le comentan a Jesús esta noticia de carácter trágico. Probablemente sean personas del pueblo que esperaban una palabra iluminadora de Jesús y que éste les ayudara a entender por qué estos galileos sufrieron dicha tragedia. Quizás se preguntaban si estos galileos habían violentado alguna ley romana. Por otra parte (considerando la mentalidad de la época), es posible que se preguntaran si tal tragedia era consecuencia de sus pecados.7 Muchas veces, se espera que la respuesta a ofrecerse sea congruente con la mentalidad de la cultura general. Es decir, estas personas esperaban una respuesta de Jesús conforme a sus expectativas. Sobre todo, en un contexto sociológico en el que Israel podría verse como víctima por los atropellos constantes del imperio romano. Sin embargo, la respuesta de Jesús no va a tono con sus expectativas religiosas o políticas. Jesús les respondió: “¿Piensan ustedes que esos 5
Para algunas notas introductorias a dicha períccopa ver: Brown, Raymond E., et. al., Comentario Bíblico San Jerónimo Tomo 3: Nuevo Testamento I (Ediciones Cristiandad: Madrid, 1972), p. 376. 6 No hay datos históricos referente a este incidente ni al que se menciona en el (v.4). Es probable, que con motivo de algún disturbio (común en aquel tiempo bajo Roma), las tropas de Pilato habían dado muerte a algunos peregrinos de Galilea en el momento en que ofrecían su sacrificio. Ver, Jamieson, Robert, et. al., Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia: Tomo 2 NT (Casa Bautista de Publicaciones, 1981), p. 154. En dicho comentario Jamienson afirma que los seguidores de Judas el Galileo eran un movimiento que para el tiempo de Pilato estaba en todo su apogeo. Dicho grupo enseñaba que no debía pagarse el tributo al imperio romano. Quizás, estos galileos eran parte de dicho movimiento, aunque no hay prueba en el texto para afirmarlo. 7 Me refiero aquí a la teología de la retribución.
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galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan” (vv. 2-3).8 De este modo, Jesús niega que los galileos sufrieran aquella muerte trágica como consecuencia de sus pecados, e invita a sus oyentes a arrepentirse. Lo mismo aplica al otro ejemplo de Jesús acerca de las personas que mueren como consecuencia de la caída de la torre en Siloé (v.4).9 La idea central de esta historia es el llamado que Jesús hace al arrepentimiento. Para Jesús el suceso referente a los galileos es algo que quedó atrás. Sin embargo, el destino futuro de sus oyentes todavía está en las manos de Dios y son ellos quienes deben preocuparse por éste. Con estas palabras Jesús no rechaza o condena, más bien les está mostrando un sendero a seguir. Una nueva perspectiva de ver la justicia divina. Jesús es claro en su mensaje; no toda tragedia es consecuencia del pecado. Aunque algunas veces, el pecado conlleva ciertas consecuencias; la muerte de los galileos y los dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé –no es un ejemplo notable y norma que haga referencia justa a la justicia divina. Sería algo así como decir que los sucesos acontecidos el 11 de septiembre de 2001 en aquel atentado contra las torres gemelas (World Trade Center) en Nueva York –fue consecuencia del castigo de Dios. De ahí que, esta primera historia de Lucas 13: 1-5, es una forma de exponer que todos hemos cometido faltas ante Dios y el arrepentimiento es la manera en que nos acercamos a la gracia de Dios y así nuestro presente y futuro están bajo su cuidado providencial. Todos necesitamos de Dios y nuestro tránsito por la vida (de cara a la eternidad), requieren de nuestra redención. Asunto para lo cual Jesús ha venido. En la segunda historia (vv. 6-9), se narra la parábola de la higuera estéril. Esta se interpreta tradicionalmente como una advertencia para el pueblo de Israel: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada” (v.6). Considerando las múltiples metáforas utilizadas en la Biblia; no es de extrañarnos que la viña es una de ellas para referirse al pueblo de Israel. El fruto que se espera de Israel es una vida de acuerdo con la ley de Dios. Sin embargo, en la parábola Jesús deja claro que el dueño del viñedo había venido durante tres años para buscar frutos de dicha higuera y no encontraba nada. Por ende, solicita al viñador (quien está a cargo de la viña), que corte dicha higuera (v.7). El mensaje de la parábola es fuerte y contundente: así como la vida de la higuera ha sido estéril así también la vida del pueblo de Israel. La parábola entonces, es una crítica a la actitud negativa de Israel y sus dirigentes. No obstante, la paciencia y el amor de Dios es tan grande que se vé reflejado en el comentario del viñador: “Señor…déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alrededor y echarle abono. Así tal vez en adelante dé fruto” (v.9). En resumen, esta segunda historia nos muestra el amor paciente y obstinado de Dios quien a pesar de nuestras actitudes hacia Él –es capaz de ofrecernos nuevas oportunidades. Aún cuando no las merecemos y, como la higuera estéril, estemos a punto de ser cortados o 8
Santa Biblia: Nueva Versión Internacional (International Bible Society, 1999). De aquí en adelante usaré la presente versión de la Biblia. 9 Ver comentario respecto a tal suceso en Brown, Raymond E., et. al., Comentario Bíblico San Jerónimo Tomo 3: Nuevo Testamento I, p. 376.
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desechados. Algunos como R. Jamieson10 han identificado al viñador con Jesús. Él es el intercesor dispuesto a no cortar la higuera. En cambio prefiere echarle abono. Las dos historias en conjunto son un llamado hacia el arrepentimiento, la conversión y renovación de nuestra lealtad a Dios a través de la persona de Cristo. El “arrepentimiento” de la palabra griega (metanoia) implica un cambio en la forma de pensar. Todo aquel que pretenda acercarse a Dios necesita arrepentirse de sus pecados y de su vieja manera de vivir. El arrepentimiento antecede a la salvación y es una preparación para esta. El mismo es necesario si Dios ha de perdonar (Hch. 2: 37-38; 11:18; 20:21). En la historia de los versos (1-5), Jesús afirma que no somos llamados a pasar juicio o asumir posturas religiosas sobre las faltas o tragedias de otros, sino a preocuparnos por nuestro propio pecado y acciones ante Dios. En la parábola de la higuera el arrepentimiento de Israel resultará necesario para una buena y próspera relación con Dios. El arrepentimiento genuino (el buen fruto), es eficaz para la salvación. La “conversión” (del griego epistréfo) significa básicamente “regresar” o “volverse hacia.” En un sentido religioso y metafórico, la conversión significa dar la vuelta del pecado hacia Dios. Es un asunto que aplica a galileos, nazarenos y gentiles. Como dice Javier Garrido (teólogo Católico): “Sólo la fe en el amor de Dios vence el poder del pecado, libera al hombre de la angustia de culpabilidad y da sentido al sin-sentido.” El tiempo de Cuaresma es una buena oportunidad para que las diferentes congregaciones cristianas puedan repasar las diferentes perspectivas de estos temas tan importantes a la iglesia: arrepentimiento, conversión y renovación espiritual. Todos los que se llaman así mismo “cristianos” son llamados en este tiempo a revivir la experiencia de encuentro con Jesús. Ello se realiza muriendo a nuestro “yo” y naciendo a una renovación de nuestra lealtad a Cristo. El hecho de ser discípulos de Cristo no implica que habrá momentos y necesidad de arrepentimiento y renovación espiritual. En un mundo donde el individualismo, el materialismo, la búsqueda de poder y la egolatría son escenarios cotidianos de la vida; resulta necesario que el creyente redescubra –una y otra vez –, su necesidad de Dios así como el rechazo de todo aquello que nos conduzca a la sequedad espiritual. Cuaresma es una buena oportunidad para reflexionar acerca de quiénes somos en Cristo Jesús y cuál es la actitud que asumimos ante los requerimientos del discipulado. En fin, Cuaresma es un tiempo de preparación para celebrar la redención el domingo de resurrección.
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Jamieson, Robert. Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia: Tomo 2 NT , p. 154.
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Lucas 23.26-31 AYUDA, SEGUIMIENTO Y EMPATÍA Rvdo. Pablo R. Caraballo Rodríguez Director de Capellanía Universitaria Recinto de San Germán Tradición presbiteriana Yo no sé nada; yo llegué ahora mismo; si algo pasó, yo no estaba allí. Pedro Flores/Daniel Santos Los soldados se llevaron a Jesús para clavarlo en una cruz. En el camino detuvieron a un hombre llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz detrás de Jesús. Simón era del pueblo de Cirene, y en ese momento volvía del campo. Lucas 23:26 TLA ¿Qué sucede cuando tenemos en el relato un personaje incidental? Es un personaje que aparece de manera inesperada. Aparenta no guardar ninguna relación con los otros personajes en el relato. Aparenta ser de poca importancia o no es esencial en el relato. El personaje entra y sale del relato y, luego no se vuelve a mencionar algo de él. Es lo que sucede con Simón de Cirene. Es un personaje que aparece en el relato de la crucifixión de Jesús; entra y sale de la escena y nada más se dice de él. Sólo se menciona que pasaba por allí y que fue obligado a ayudar a Jesús con la cruz. Luego de la sentencia de muerte pronunciada por Poncio Pilato (Lucas 23:13-25), Lucas narra el camino que recorre Jesús en dirección al Gólgota, lugar donde fue crucificado (Lucas 23:33). Cuando lo llevaban para crucificarlo. Fue bajo la autoridad romana que toma lugar la crucifixión de Jesús. En la Traducción en lenguaje actual de la Biblia se menciona que fueron los soldados los que llevaban a Jesús a la crucifixión. Sin embargo, Lucas elimina del relato a los soldados romanos que se burlan de Jesús después de su sentencia de muerte para destacar que fueron los judíos mismos los que tomaron a Jesús para matarlo por su propia voluntad. Lucas responsabiliza al liderato judío y al pueblo de la muerte de Jesús (Hechos 3:13-15ª, 17). Técnicamente, la ejecución toma lugar bajo la autoridad romana, pero Lucas permite que este verso siga directamente después de la nota donde Pilato entrega a Jesús para que ellos hagan lo que quieran (23:25), de este modo enfatiza una vez más el rol de los jefes de los sacerdotes, las autoridades (líderes) y el pueblo por la crucifixión de Jesús (23:13).
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Echaron mano de un tal Simón (según Marcos 15:21, padre de Alejandro y de Rufo), natural de Cirene. Lucas presenta a los judíos de Cirene estando en Jerusalén en Pentecostés (Hechos 2:10), en los que se oponen a Esteban (Hechos 6:9), y activos como misioneros cristianos en Antioquía (Hechos 11:20, 13:1). Lucas deja constancia de su nombre por su procedencia: Cirene (gr. Kyrene). Cirene era la capital de una provincia romana del mismo nombre en el norte de África y al oeste de Alejandría, con una considerable población judía. Los judíos que vivían en la diáspora a veces emigraban hacia Jerusalén para pasar en la Ciudad Santa los últimos días de su vida. Se puede inferir, además, que la presencia de Simón en Jerusalén responda a la celebración de la Fiesta de la Pascua. Los judíos de la diáspora peregrinaban hacia Jerusalén para celebrar esta fiesta tan importante para el pueblo judío. Lucas presenta a Simón Cireneo como un judío de la diáspora que volvía del campo. Según relata Lucas, Simón de Cirene se tropieza casualmente con los reos que eran conducidos al lugar de ejecución. Para Lucas Simón Cireneo no ha participado de la desenfrenada escena asociada con el juicio de Jesús (23:13 – 25). Es durante este encuentro que los soldados le pusieron la cruz encima para ayudar a Jesús («lo obligaron a llevar la cruz detrás de Jesús» TLA). No se mencionan las razones del por qué Jesús requiere la ayuda de Simón ni de otra persona. Se especula que pudo ser por lo debilitado que ya Jesús estaba como consecuencia del castigo recibido (22: 63 – 65; 23:8 – 25). Comúnmente, se llevaba sólo el travesaño (la parte horizontal de la cruz), pues el poste de la cruz (la parte vertical) estaba ya en el lugar de la ejecución. La experiencia real de los que eran condenados a morir crucificados y tenían que cargar la cruz hasta el lugar de la ejecución, era una vivencia desdichada con la que los judíos estaban familiarizados desde la época de los Macabeos y especialmente desde que estaban bajo el gobierno de Roma. La ayuda que da Simón Cireneo a Jesús no es una acción de colaboración desinteresada. Más bien, él es obligado o forzado a cargar la cruz de Jesús. Simón Cireneo no tiene nada que ver con lo que está pasando; es obligado a implicarse en el asunto de la crucifixión de Jesús. Simón Cireneo, carga la cruz, como acusado de un delito y sentenciado a la pena de muerte. Simplemente, Simón Cireneo pasa por el lugar. Se puede inferir que no tenía la intención de implicarse en lo que sucede. Sin embargo, es obligado a involucrarse; es obligado a cargar una cruz que no le corresponde; es obligado a ayudar a Jesús; a colaborar desinteresadamente en una actividad peligrosa. Simón Cireneo es obligado a llevar la cruz de Jesús; de una persona que le era desconocida. Y esa implicación; ese ser obligado a involucrarse con lo que le pasa a Jesús se va a traducir como seguimiento de Jesús; como discipulado. Lucas menciona que a Simón de Cirene le pusieron la cruz encima, para que la llevara detrás de Jesús (v.26). Lucas sutilmente altera el informe histórico de Marcos 15:20 para ofrecer una enseñanza sobre el discipulado. Esto hace recordar la exigencia de Jesús sobre el seguimiento: cargar la cruz es característico de los seguidores de Jesús (Lucas 9:23; 14:27). Mientras los discípulos abandonan y niegan a Jesús (Marcos 14:50; Lucas 22:54-62), Simón de Cirene es presentado como el que ejemplifica lo que debe hacer todo discípulo de Jesús (Lucas 9:23; 14:27). 24
Para la reflexión Las circunstancias llevan a Simón de Cirene a ayudar a Jesús. Según el texto, Simón de Cirene fue obligado a cargar la cruz. Se interpreta que ayudó a Jesús por lo debilitado que este estaba, como consecuencia de la tortura sufrida por parte de los soldados. Las circunstancias convierten a Simón de Cirene en un seguidor de Jesús. Lucas relata que Simón de Cirene es obligado a cargar la cruz detrás de Jesús. Esto implica que Simón de Cirene ejemplifica lo que es un verdadero seguidor de Jesús: aquel que toma la cruz y sigue a Jesús. Las circunstancias provocan que Simón de Cirene se muestre empático con Jesús. En este texto vemos la presencia de Simón de Cirene, el pueblo y las mujeres. Lo que se menciona de estos personajes es positivo y refleja que el dolor, sufrimiento y muerte de Jesús, no les fue indiferente. Los personajes son testigos y quedan implicados en la narración sobre la crucifixión de Jesús. Esto nos lleva a reflexionar sobre el seguimiento de Jesús como acompañamiento pastoral empático por las personas en momentos de dolor y sufrimiento. La empatía es la capacidad de reconocer y comprender los pensamientos, sentimientos y necesidades de los demás. Es intuir lo que otros sienten, ponerse en su lugar y ver el mundo a través de sus ojos. La empatía es fundamental para las buenas relaciones entre las personas, las familias; las relaciones laborales y profesionales. La empatía conlleva penetrar en el marco de referencia interno de esa otra persona, comprendiendo su mundo y llegando a conocer la visión que tiene de sí misma. Implica comprender no sólo lo que siente y piensa esa persona, sino también cuáles son sus valores y objetivos de la vida. Una persona empática es aquella capaz de captar los mensajes verbales y no verbales que la otra persona transmite y hacer que se sienta comprendida. Por eso, para entender a una persona, hay que tomar en cuenta lo que dice y lo que expresa con su lenguaje no verbal. La empatía es la capacidad que permite entender y comprender a las personas en medio de sus necesidades, preocupaciones, su dolor y sufrimiento. Las personas empáticas dedican su vida a ayudar a otros sin esperar nada a cambio. La empatía está relacionada con la bondad, la solidaridad y la generosidad. La empatía también está presente en la Biblia: Dios escucha el clamor del pueblo hebreo que vive en aflicción en Egipto (Éxodo 3:7-10) y Jesús es presentado por los evangelistas con acciones que muestran su empatía con compasión hacia el pueblo (Mateo 9:36; 14:14; 15:32; Marcos 6:34; 8:2) y los individuos (Mateo 20:34; Marcos 1:41; Lucas 7:13); hacia las personas confundidas y sin líderes que les dirijan (Mateo 9:36; Marcos 6:34); por los enfermos y afligidos (Mateo 14:14; 20:34; marcos 1:41); por los hambrientos (Mateo 15:32; Marcos 8:2).
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Lucas 15:3-17 DIOS NOS ENCUENTRA Rvdo. Osvaldo Montalvo Nazario Director Oficina Capellanía Escuela Elemental y Superior Antolina Vélez Recinto de Aguadilla Tradición Presbiteriana El capítulo quince del evangelio según San Lucas es constituido por muchos como el centro de este libro. El mensaje de este capítulo se extiende hasta el final del camino de Jesús hacia Jerusalén, el evangelista quiere dejar marcado como es el amor de Dios hacia los marginados y oprimidos11. Las tres parábolas que aparecen en Lucas quince, están relacionadas unas con otras y son conocidas como parte de las parábolas sobre la misericordia o sobre el reino de Dios, ya que en ellas los oyentes y lectores toman conciencia de su condición de hijos e hijas perdidos y perdidas y al mismo tiempo de hijos e hijas buscados y esperados por Dios12. En el caso particular de estas tres parábolas, son conocidas como las parábolas del gozo por lo perdido y encontrado: La oveja perdida versos 3-7, la moneda perdida versos 8-10 y la parábola del hijo prodigo 11-32. Ellas surgen como respuesta a un señalamiento que le hicieran los Fariseos y los escribas: “este a los pecadores recibe y con ellos come” (15:2). Esto debió haber sido la razón por la que Jesús les cuenta las parábolas de este capítulo quince. Se pueden distinguir tres similitudes entre cada una de ellas, el comienzo de cada una de ellas nos enfrenta con la pérdida o alejamiento de algo valioso, que luego de ser buscado y encontrado se lleva a cabo una celebración13. La alegría de la fiesta por lo que fue encontrado; confronta y elimina la tristeza sentida por lo que se había perdido. El pasaje en discusión es el de la oveja perdida. En la época de Jesús no se veían a los pastores de manera favorable, al contrario se les consideraba personas bajas en la sociedad. El ser pastor era un trabajo solitario y poco apreciado. Esto, irónicamente ocurre en una cultura y sociedad cuyos antepasados veían a Dios como un pastor, el pastor pasó de ser importante a ser menospreciado. Las ovejas se utilizaban con muchos fines, pero las personas que las pastoreaban no eran bien recibidas ya que el mal olor de los animales se les adhería y ellos por su tipo de trabajo tampoco podían cumplir debidamente con la ley. Jesús inicia esta historia con una pregunta: ¿quién de ustedes teniendo cien ovejas y una se le pierde, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la pérdida hasta encontrarla?14 Esta acción es importante, ya que en aquella sociedad no todas las personas podían tener cien 11
Isabel Gómez Acebo, Lucas (España: Editorial Verbo Divino, 2008), 422. Ibíd. 13 Ibíd. 14 Lucas 15:4 Reina Valera Contemporánea(2011) 12
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ovejas, el tener esa cantidad implica que el pastor podría haber sido de clase media o empleado del dueño de un rebaño. Cien ovejas era una cantidad grande para los pobres, pero era una cantidad pequeña para las personas ricas15. Para este pastor esa oveja representa una baja grande y eso no se podía permitir. El pastor está preocupado por esa oveja, ya que puede sufrir alguna herida o podría ser una presa fácil para sus depredadores, esto representaba una merma económica para él o para el dueño del rebaño. La pregunta de Jesús, sobre lo que debería hacer el pastor ante esta situación tiene su razón de ser. Él quiere enfatizar en la importancia que tienen los que se han apartado de su rebaño y lo que está dispuesto hacer para encontrarlos. Jesús no dejará perdido lo que le pertenece, él buscará hasta encontrarlo. Está estableciendo la importancia que tienen para él los marginados y oprimidos por la sociedad. Lo que muchos consideran poco, Dios lo considera valioso e importante. Una vez el pastor recupera la oveja la pone sobre sus hombros y se llena de gozo, una imagen llena de amor que traería a la mente de los oyentes el texto de Isaías 40:11: Cuidará de su rebaño como un pastor; en sus brazos, junto a su pecho, llevará a los corderos, y guiará con suavidad a las ovejas recién paridas16. Al llegar a su casa el pastor llama a sus vecinos y amigos para que celebren con él, el que haya encontrado a la oveja perdida. Esto muestra la importancia del reencuentro y da paso a la alegría de tres formas distintas; (1) el gozo del pastor que encuentra su oveja; (2) el gozo de las amistades y vecinos del pastor al saber de su hallazgo; (3) el gozo en el cielo. En el verso siete sucede un cambio radical se pasa de la tierra al cielo, lo que Jesús dice ya no forma parte de la parábola, más bien es la explicación de la misma17. El gozo en el cielo caracteriza el arrepentimiento de un pecador18, en contraste con los noventa y nueve justos. Los noventa y nueve no estaban en riesgo, ellos se justifican así mismos señalando que no necesitaban arrepentirse19, sin embargo el autor quiere dejar claro que Dios se deleita más en el regreso y arrepentimiento de las personas perdidas.
Aplicación Al igual que las ovejas, nuestro sentido de dirección se puede perder con facilidad. El pecado y las distintas experiencias pueden hacer que nos desorientemos y nos salgamos del rebaño. Lucas quiere dejar ver cuál es el estado en el que se encuentra el ser humano, cuando el Señor sale a su encuentro, un estado de abatimiento, soledad, tristeza y angustia. Cuando la oveja está en estas situaciones solamente la puede rescatar el pastor, quien los cargará, de la misma manera en la que cargó las culpas de toda la humanidad hasta la cruz del Calvario. 15
Isaías Narváez, En Odres Nuevos (Colombia: Editorial Buena Semilla, 2000), 72. Ibíd. Isabel Gómez Acebo 17 The New Interpreters Bible Commentary, Volume IX: Luke John. (Nashville, TN: Abingdon Press, 1995), 296. 18 Ibíd. 19 Ibíd. Isaías Narváez, En Odres Nuevos. 16
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Isaías 53:6 dice: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”20. Los seres humanos somos incapaces de encontrar el camino a Dios, pero Dios por medio de su hijo Jesucristo nos busca, nos rescata y se encarga de llevarnos por el camino correcto. Nos vuelve a traer su presencia y nos da su vida, una vida llena de su amor y de su gracia. De igual manera nos invita a que también compartamos la alegría que él siente cuando encuentra otra oveja perdida. Que juntos y juntas celebremos la vida que Dios nos ha otorgado por medio de Cristo, nuestro redentor. No podemos continuar desvalorizando a las personas en la sociedad por su estatus social, color, genero, apariencia, etc. Como siervos y siervas del altísimo tenemos la responsabilidad de buscar, encontrar y cargar a aquellas ovejas que se encuentran perdidas, recordando que nosotros y nosotras también anduvimos perdidos. Esto hay que hacerlo con amor y con gozo, dando por Gracia lo que por Gracia hemos recibido. Recordemos que cuando las situaciones de la vida nos alejen del Pastor, él nos buscará y nos cargará con emoción en sus hombros. Él nos llevará al arrepentimiento y se gozará en el cambio hecho en nuestras vidas. Siempre habrá fiesta en el cielo, ya que el pastor continúa trayendo a la oveja perdida a su redil.
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Isaías 53:6, Reina Valera Revisión 1995.
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Lucas 15.11-32 ACÉRCATE Y PODRÁS VER Miguel A. Torres Narváez, M.Div., MS Director Oficina de Capellanía Academia Ponce Interamericana Tradición: Alianza Cristiana y Misionera Cuando tenía doce años visité con mucha emoción un parque acuático. Este tenía una piscina de olas, chorreras de todos los tamaños y hasta un área de juegos si no querías mojarte. Caminaba hacia una chorrera que parecía inofensiva, muy pequeña sin mucho riesgo, pero tenía un letrero que decía “cuidado aguas profundas”. Un amigo, con el que andaba, me presionó a que nos lanzáramos en aquella corta pero temible chorrera. Mientras hacía la fila (que no era mucha), observaba cada vez que me acercaba otros letreros de avisos, “cuidado aguas profundas”. Les confieso que mi valentía se esfumaba cada vez que subía un escalón. Mi amigo que era más bajo que yo, se lanzó sin temor y salió ileso de aquella tirada al agua. Desde la orilla me hizo señas como diciéndome, “¡Dale atrévete!”. Al estar frente a la chorrera pensé mejor me bajo pues tengo mucho temor. Pero gracias a mi deseo de no quedar mal ni parecer un miedoso, decidí lanzarme en aquella aventura acuática. Cuando caí en el agua comencé a descender cada vez más. Las aguas realmente eran profundas. Nadie parecía darse cuenta de que en efecto me estaba ahogando. Ni siquiera el salvavidas que miraba hacia el otro lado. De repente mi amigo, al darse cuenta de que no había salido, le hizo señas al salvavidas y este sonando su silbato ensordecedor se lanzó a salvarme. Como podrán notar, ya que estoy escribiendo esta reflexión, sobreviví. Hubo letreros y avisos, pero hubo una decisión tomada por mí. Fui responsable de que por poco muriera ahogado en las aguas profundas. Por querer vivir “a mi manera”. Hoy tenemos ante nosotros una antigua historia de un hombre que decidió tirarse a las aguas profundas. Esta vez no había piscina ni una chorrera pero sí había en sus manos la misma situación que yo viví, aquel fatídico día una decisión de vivir a su manera. ¿Se imaginan los letreros de aviso en los labios de su preocupado padre? Pienso que este trató de muchas maneras el llamar su atención: “hijo mío no lo hagas puede ser peligroso”.
Dentro de la psicología surgió un movimiento llamado “Gestalt”, para el siglo XX, donde desarrolló una teoría que se le llamó “Fondo y Figura”, que establece que para entender una representación gráfica, como la imagen que vemos más adelante tenemos que establecer cuál es el fondo y su figura. Si te fijas bien puede ser que veas una copa, pero también puedes ver dos caras una frente a la otra. Así mismo nos pasa cuando nos acercamos a la historia llamada por algunos “El regreso del hijo pródigo”. Acércate y podrás ver la historia del padre misericordioso que no le importa la razón sino, el corazón. Si vuelves hacer un esfuerzo podrás ver un hijo menor que ha decidido alejarse del padre para vivir “a su manera”. Por otro lado, si miras bien podrás notar a un hijo mayor cuestionándole al padre por el grande pero inentendible gesto de 29
amor, que le ha dado a su hermano tras su regreso. Lo interesante de la teoría de “Fondo y Figura”, es que una no puede subsistir sin la otra. No existe el hijo que regresa a casa sino, existe el padre que está preocupado esperando su gran regreso. Tampoco el hermano que se cuestiona, pero que a la misma vez fue corregido de la importancia de echar a un lado mi “yo” para que existiese un “nosotros”. Y es ahí donde Jesús magistralmente relata esta parábola con el deseo de que no importando los tiempos, ni tu momento específico de tu caminar pudieras entender la historia desde el padre, el hijo y el hermano mayor. No es casualidad, cuando nos damos cuenta la forma en que el evangelista nos presenta el capítulo 15 de Lucas. Las dos historias anteriores hablan sobre una oveja perdida y la intención de búsqueda de aquel buen pastor y la de una mujer que pierde una moneda y al encontrarla hace una fiesta. En esta ocasión no es una imagen de un pastor ni de una mujer, es la de un padre que ante los ojos de los demás, posiblemente, es demasiado amoroso y perdonador. Sus días de esperas, sus desvelos, sabrá Dios si con pesadillas, acerca del futuro de su hijo. Se imaginan aquella escena, recordando su nacimiento, posiblemente se topó con un dibujo que le había hecho de pequeño que decía “papi eres el mejor, te amo” o una carta que dijera al final “papi tú eres lo máximo, pase lo que pase nunca te dejaré”. Allí se encontraba este padre esperando que un día llegaran malas noticias o que por fin encontrara el camino de regreso a casa. Esta imagen clara que puede representar el anhelo de Dios con nosotros, su creación de que podamos encontrar el camino de regreso a casa.
Por otro lado, el hijo menor que mientras observaba la comida de unos cerdos tuvo un momento de “catarsis” y se dio cuenta de dónde estaba. Se imaginan sus pensamientos, “papi ya no me va querer más”. Si literalmente le dijo que se muriera pues le pidió la parte de la hacienda que le correspondía. Y allí decidió desperdiciar lo que tenía “viviendo perdidamente” (v.13). ¡Qué profundo llegó aquel hijo! Fue entonces que recordó los avisos de aguas profundas pero aun así, se encuentra sumergido tratando de salir. Irónicamente recibiendo todo, lo perdió todo. Fue en ese momento en que volvió en sí (v.17), que decide regresar a casa. Sin embargo, un regreso condicionado a vivir como un trabajador “misthios” y no como un esclavo “doulos”. En el tiempo bíblico el esclavo por oficio se encontraba más cerca del amo pues recibía instrucciones directas. La intención del hijo era regresar como un trabajador externo que no era parte de la familia. Camino a casa y pensando los argumentos correctos con los que iba a comenzar a pedirle, vio la figura de su padre a lo lejos. Te imaginas, “ese es mi padre, me va a reprochar, mejor me voy, pero no puedo entender me está abrazando, me estas perdonando, me estas amando”.
¿Y qué del hermano mayor? Estás en todo tu derecho de pensar lo que estás pensando. Si ese es tu hermano, el que te abandonó también a ti. Muchas veces al observar este personaje se nos olvida que no solamente el hijo menor abandonó a su padre sino también a su hermano. Te imaginas “él era mi hermano querido, cuantas travesuras hacíamos, prometimos estar juntos y a mí me tocaba defenderlo, pero su corazón estaba lejos de casa, ya no me quiere, nos olvidó”. Mientras me preparaba para este escrito trataba de entender al hermano mayor. Pensaba ¿por qué esa actitud? De repente, volví a enfocarme en el “fondo y la figura” del texto y me topé con la 30
realidad de que yo he sido un hermano mayor en muchas ocasiones de mi vida. Predico un mensaje de misericordia y a veces no he podido tolerar al que me rodea que piensa diferente a mí. Cuando he mirado al adicto en la luz y pienso “búscate un trabajo, deja de pedir”, ignorando su realidad social y emocional. Soy hermano mayor cuando creo que tengo la razón y con ella atropello al que decide vivir una vida diferente a la mía. Soy hermano mayor cuando pienso en el disfrute de un momento “místico y espiritual” en un culto o una misa, transformando la experiencia en una individual y olvidando al que me rodea.
En este tiempo de recordación y preparación para la llegada de la Semana Mayor, debemos reenfocar nuestra visión. Acércate y podrás ver. Seamos amantes y perdonadores como el padre. Aprendamos a volver en sí y retomar el camino de regreso casa. Cambiemos nuestra manera de pensar y seamos más misericordiosos y pensemos más en que el regresa que en mis propios deseos y derechos. Me parece que todavía esta historia hoy en día nos sigue enseñando algo.
Ej. Figura y Fondo
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Lucas 23:28 “¡MUJERES DE JERUSALÉN! NO LLOREN POR MÍ”. LAS QUE VINIERON A CONSOLAR SON CONSOLADAS Rvda. Dra. Maricarmen Laureano Ortega Directora del Programa de Capellanía CeDIn Elemental Tradición discípulos de Cristo ¿Le ha pasado que cuando ha visitado a una persona enferma o que está atravesando una crisis, en la experiencia resulta ser usted ministrado? Esta parece haber sido la experiencia de algunas de las mujeres que salieron al encuentro de Jesús en su camino al Gólgota para ser crucificado. En un mezclado grupo de personas que seguían la crucifixión de Jesús, estaban en su mayoría las mujeres del pueblo de Jerusalén, las que no pertenecían a su grupo habitual de discípulas y que se dieron cita para la acostumbrada procesión funeral. Para éstas, el ritual de gritos y llanto aliviaba la culpa de la multitud que había contribuido al enjuiciamiento de Jesús. Sin embargo, otro grupo de mujeres, que habían seguido a Jesús desde Jerusalén (Marcos 15:40; Lucas 23:27) se presentaron en la escena y lloraron de tristeza ante la inminente muerte de quién bien pudo haber sido su profeta, rabino o amigo. Como en otros relatos de los evangelios, aquí no aparecen los nombres que identifiquen a este grupo de mujeres, lo que es lamentable. Sin embargo, esto no evita que ellas lleguen a representar en sí mismas a la cuidad, lugar por la que el mismo Señor lloró (Lucas 19: 41). Estas seguidoras de Jesús representan la ternura de quienes son capaces de compadecerse ante quien podía llegar a ser su propio padre, hermano o hijo. Tanto el juicio como la condena injusta e ilegal de Jesús las expone a la realidad de su propia fragilidad: Hoy es él, mañana uno de sus propias familias. Aún así, la solidaridad se alza en este pasaje a través de lo que al mínimo se les permitía hacer: llorar, con el fin de hacerle saber al Maestro su pesar por lo que le acontecía. Pero, estas mujeres de Jerusalén no sólo lloraban por Jesús sino que además se descargaban emocionalmente de la opresión romana y de la hipocresía de los religiosos de la época. Recordemos además que la muerte de Jesús significaba para muchos de aquellos ciudadanos, judíos de su época, el fin de su añorada liberación del sanguinario imperio que los gobernaba. La catarsis de estas mujeres, mediante gritos y lágrimas, no sólo representó el dolor sino que también eran una mezcla de sentimientos de impotencia y desesperanza. Debió ser psicológicamente abrumador pensar, ¿cómo es que nos matan a un hijo sin que nosotras (madres, hermanas y amigas) no podamos dar nuestras vidas en su defensa? Además de exponerse a los peligros de a ser identificadas y señaladas como simpatizantes del condenado a muerte, el gran desafío de aquella experiencia tan desgarradora era: ¿cómo consolar a quien nos habló de esperanza, pero ahora está caído? No hay otra solución que inevitablemente gritar y llorar con y por él. Ahora bien, ¿son estas acciones una manera adecuada de mitigar la enfermedad, la crisis, la desesperanza? El grito de estas mujeres no es sólo un sobresalto ante la sorpresa de un infortunio que se vive, se espere o no. Es una manera 32
de decir: “Queremos que ocurra algo distinto de lo que nuestros ojos están viendo y nuestros corazones experimentando”. Es la denuncia de quien se siente estremecido e impotente por lo que presencia y le sucede a alguien que ama. El llanto, por su lado, es la descarga emocional de un corazón que vive el dolor de otro como si fuese el suyo propio. Concluimos entonces que ambas manifestaciones, grito y llanto, son la expresión de mujeres, que conmovidas por la tristeza, quisieron expresar su solidaridad hacia aquel que las siguió, las alcanzó y las acompañó en sus propios dolores. ¿Habrá mayor prueba de gratitud que estar con quién con nosotras estuvo? ¿Qué mayor virtud que estar con él y la que ahora sufre? ¿Por qué ocultar la autenticidad de nuestros sentimientos si deseamos comunicarle al otro que estamos presentes? ¿Qué error podría haber en replicar respetuosamente sus sentimientos de tristeza? Es como decir: “Estoy contigo y tan cerca de ti que siento lo que tú sientes”. Por mi parte, quiero ser consolada por aquellos que son capaces, en forma genuina, de llorar conmigo mi dolor para con ello ser consolada luego. En la persona de Jesús, el Dios de toda consolación siguió el paso de la vida de estas mujeres, las alcanzó a ellas y a sus familias, así que estas mujeres en este relato lo siguieron y lo hicieron hasta la cruz. Cuando un acto de acompañamiento y de solidaridad como éste se hace presente, no puede pasarse por alto. Así que, muy a pesar de su fatiga física y emocional, Jesús se vuelve hacia ellas, como lo hizo más adelante con Pedro para instruirlo y exhortarlo sobre las consecuencias de su negación (Lucas 22:61). Lo que Jesús les dice a estas mujeres no deja de ser sorprendente. Podemos imaginar que su petición de que no llorasen por él las dejó pasmadas y sin habla. Esta expresión, interesante por demás, deja al descubierto en Jesús un claro entendimiento de su identidad como hijo de Dios y de su propósito existencial, que fue salvar a la humanidad. Ese, “No lloren por mí”, es como un “no se angustien por lo que ahora me está pasando. He venido para este sacrificio y esta entrega en la cruz. El motivo de mi vida es salvar, por medio de este sacrificio, a los seres humanos. Y no sólo eso, nos parece oír el, “No se los había dicho…” de Jesús. Si no fuese así, él podría rogar al Padre, quien enviaría una hueste de ángeles para defenderlo (Mateo 26:53). Jesús les advertía a estas mujeres con ese, “No lloren por mí”, que estaba exactamente haciendo lo que su Padre le había encomendado. Por otro lado, algunos exégetas sugieren que estas palabras de Jesús son puestas aquí para reafirmar su identidad como profeta, las que se confirman a su vez en las Escrituras de los profetas (Zacarías 12:10), debido a sus palabras pronunciadas en su entrada la ciudad de Jerusalén (Lucas 19:4344): “Llegará el momento en que sus enemigos vendrán y harán rampas alrededor de la cuidad para atacarla por todos lados. La destruirán por completo, y no dejarán en pie una sola pared. Todos ustedes morirán y sufrirán todo esto, porque no quisieron reconocer que Dios me envió a salvarlos” (TLA). El modo y tono de exhortación en la que Jesús le habla a estas mujeres nos hace pensar que se trataba de un grupo de sus discípulas, que como dijimos anteriormente, se encontraban entre aquella multitud que le seguía. Estas palabras de advertencia parecen referirse a la destrucción de las cuidad y del templo (Oseas 10:8), lo que sucedería varias décadas después o a la persecución, que cómo pueblo suyo, experimentarían sus discípulos. Es así como vemos que aún en medio de su dolor, el Señor no desaprovechó el momento para instruir y alertar a sus discípulas sobre la destrucción que sobrevendría sobre la ciudad y por la que sus familias serían 33
terriblemente afectadas. En otro acto de amor sacrificial y abnegado, Jesús se vuelve a olvidar de sí mismo para advertir, y con ello proteger, a sus seguidoras. Viendo que estas mujeres sufrían su dolor, lo que a su vez se puede interpretar como un acto de confianza y credibilidad hacia su persona, Jesús se apodera de su conocimiento omnisciente y vuelve advertirles que se preparen sobre un mal que vendrá sobre Jerusalén. Por ello, les aconseja: “Más bien, lloren por ustedes y sus hijos”. Claro está, este mal vendrá como consecuencia de quienes hacen lo malo (Lucas 23:31), pero, como sucede, les afectará a todos. Ahora bien, es evidente que detrás de esta advertencia está el cuidado de Dios para protegerlas, proveyéndoles así la oportunidad de comprender los hechos que habrían de venir y fortalecer su fe, antes de enfrentar una situación tan devastadora como la que él mismo describe. Así, la catástrofe vendrá como consecuencia para los que hicieron mal, pero a los suyos no los dejaría sin su cuidado sino que estaría con ellos hasta el fin (Mateo 28:20). La expresión, “Más bien” denota una sugerencia de, “mejor hagan esto otro”. En otras palabras, dedíquese a “fortalecerse para lo que tendrán que enfrentar”. Más que un señalamiento proveniente de un juicio incriminatorio sobre estas mujeres discípulas, sus palabras se convierten en el consejo de un amigo que no desea que les tome inadvertida una tragedia, exhortándoles a su vez a que se preparen. Esta Escritura nos ofrece una lección sobre que podemos continuar confiando en quien nos cuida de esta manera. Así, aún camino a la cruz su Dios continuaba cuidándolas. Jesús sacó de su persona, de sus recursos internos, de su propia fe y confianza en su Padre, algo para ofrecer a aquellas mujeres que vinieron a acompañarlo en su vía crucis. Su dolor y sufrimiento no le impidieron ver que ellas necesitaban a su vez la certeza de su protección y guía. De esta manera, quienes vinieron a consolar fueron consoladas. Esto nos enseña sobre la necesidad de ver al que está quebrantado, no sólo como a quién vamos a alentar, sino además como un ente de fortaleza y de aliento para nosotros mismos como consoladores. El hecho de que alguien este caído no significa necesariamente que ya carezca de experiencia, de una historia de fe, de una confianza, o como Jesús, de recursos para iluminar desde su dolor nuestras vidas. Pensar lo contrario es perder la riqueza de frutos que se recogen en el mejor de los tiempos, cuando la fe es puesta a prueba. Nuevamente el Señor comparte una palabra profética con las mujeres para no sólo hacerlas conocedoras de un muy importante mensaje para los suyos, sino además para comisionarlas a comunicar un mensaje de advertencia y de juicio para con su generación; privilegio que hasta ese momento le era delegado a los profetas varones. Algunas de estas mujeres que acompañaron al Señor en el camino hacia el Calvario, debido al peligro de ser identificadas, lo continuaron siguiendo por medio de sus miradas, o sea, desde lejos (Lucas 23:49). No lo abandonaron, sino que se fijaron en dónde pusieron su cuerpo (Lucas 23:55), estuvieron presentes en su muerte, participaron de su entierro (23:50-56) y fueron las primeras testigos y a las que se les encomendó anunciar la resurrección de Jesús (Lucas 24:4-7; 8-12). Enfrentaron la dura prueba de perder a su Señor, pero al resistir esa prueba se mantuvieron en la expectativa de poder consolar a otros… ¡y así lo hicieron!, con el mensaje más contundente que existe sobre le tierra: El Señor vive y ha consolado a las que vinieron a consolar.
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Juan 19:19-24 JESÚS CRUCIFICADO Rev. Dra. Ileana M. Vargas-Santiago Directora Oficina de Capellanía Escuela de Optometría Tradición bautista
Comienzo esta reflexión con los versos del Soneto a Jesús crucificado cuya autoría se le adjudica a Santa Teresa de Jesús (Siglo XVI). No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar ore so de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera. La grandeza de esta acción histórica ha mantenido a muchos entretenidos en múltiples interpretaciones. La podemos observar desde la realidad artística y cultural en “La Crucifixión Blanca”, un óleo de Marc Chagall (1938) preservado en el Instituto de Arte de Chicago. El mismo expresa la muerte de Jesús en la cruz incluyendo la realidad europea. Quizás un Francisco Oller lo hubiese plasmado de similar manera para Puerto Rico. Pudiésemos añadir los acontecimientos naturales, astronómicos y las actividades sísmicas que se mencionan en tres de los cuatro Evangelios, pero la realidad de la muerte sigue siendo hasta el día de hoy un enigma para muchos. La muerte es un aspecto y una etapa de la vida cotidiana de la cual ni se habla y mucho menos se planifica. Pocas, muy pocas personas lo hacemos. Llegada esa ocasión la gran interrogante sería: ¿cumplimos con la misión que Dios quería?, ¿cuántos compromisos incluimos en nuestra agenda persiguiendo el plan de Dios para nuestras vidas y la de su pueblo?, ¿cuántas oportunidades despilfarramos? o ¿cuántas dejamos sin concluir?
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Ese no fue el caso de Jesús. Precisamente lo que hace desde la cruz es terminar con absoluta claridad y convicción su misión. La cruz que se levantó en el centro del Monte Calvario era evidencia de la única alternativa para hacer espacio vital para cada ser humano. El Nuevo Testamento recopila los hechos, los testimonios y los resultados para que tengamos acceso total a Dios. El pasaje del Evangelio de Juan recoge el proceso indescriptible de humillaciones, desprecios y exclusión que Jesús experimentó. Un escarnio ilimitado de torturas a la vista de todos. Pero lo que sucedió allí no fue mera casualidad. No hubo nada dado al azar. Las Escrituras en el Antiguo Testamento anticiparon, describieron y anunciaron que así sería. Desde la acción inhumana de Pilato que le instaló un rótulo como insulto y reproche para los judíos, exhibido ante los presentes que entendieron el mensaje porque estaba escrito en hebreo (arameo, el idioma de los judíos), griego (el idioma común del imperio) y latín (el idioma de los oficiales y soldados romanos). Como si no fuese suficiente los soldados desgarraron sus vestidos. Normalmente el judío tenía 5 artículos de ropa: túnica (la ropa interna), capa (la ropa externa), cinto, sandalias y el turbante. Cuando se crucificaba un criminal parte del sueldo de los soldados que participaban era la ropa del crucificado. Aún los detalles más pequeños se hicieron realidad. “Las condiciones fueron selladas y ratificadas por el derramamiento de sangre. Cada condición había sido establecida claramente por el modelo perfecto de su vida sin pecado y se había previsto para la redacción de su ley magnificada, por el Espíritu Santo, en la mente de cada creyente”, nos dice Joe Crews. Echemos mano a los retos de la Cuaresma. Cultivemos nuestras virtudes, valores, dones y talentos otorgados a través de este sacrificio. Dios no solicita nada que no nos haya otorgado con anticipación. La caridad, la bondad y la misericordia deben ser parte de los rótulos que nos identifiquen (no tienen que estar escritos) pero sí huellas vivientes a través de nuestra vida cotidiana para que todos lo puedan leer. Entre los “artículos” que podemos ofrecer está la oración, la humildad, la paz, el gozo, la fe y la esperanza. El regalo de Jesús nos invita a caminar la vida siguiendo los valores del Reino y exigencias distintas a las que proclama nuestra sociedad y nuestro país. Es una temporada para la renovación, la unidad y la misericordia. Muchos estamos preocupados por el futuro con tensión, ansiedad, estrés y angustia; tristes y desorientados en lo que pueda pasar. Más nuestra esperanza está en Dios que reina sobre todo. Dios está en control. No existe tal cosa como la suerte, eso lo dejamos a la Loto, el Pega 2,3 y 4 y al Powerball. El Salmo 93:1 dice: “Jehová reina, se vistió de magnificencia, Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también al mundo y no se moverá”. El responderá a tu clamor y al nuestro. Responderá a nuestra y a tu necesidad.
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Realicemos nuestra parte y el Señor nos afirmará, fortalecerá y proveerá en las diarias luchas y adversidades. No habrá gigante que no derrotemos con una sola piedrecilla. Levantémonos y caminemos con el ejemplo del crucificado para descansar en Sus promesas y movernos en y con Su fuerza. Mayor es el que está con nosotros. Crea que Dios está trabajando y cambiando las cosas a nuestro favor, sabiendo que Él nos tiene sostenidos en Su mano hagamos realidad Su reino entre nosotros. Elevemos la bandera de victoria porque Él ha vencido al mundo. Así nos ayude Dios. Amén.
Referencias
www.albalearning.com Archivo en MP3 www.bibliaparalela.com Crews, Joe. Why the Old Covenant Failed,Amazing Facts,Inc. Roseville, CA. 2010. La Biblia de las Américas © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, La Habra, Calif,http://www.lockman.org. La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 by Biblica, Inc.® Used by permission. All rights reserved worldwide.
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Lucas 23.32-42 BREVE REFLEXIÓN SOBRE LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS
Luis Antonio Borri Díaz, Ed. D. Director Oficina de Capellanía Facultad de Derecho Tradición católica
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También llevaban a dos criminales, para crucificarlos junto con Jesús. 33Cuando llegaron al sitio llamado La Calavera, crucificaron a Jesús y a los dos criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda. 34Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.» Y los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. 35La gente estaba allí mirando; y hasta las autoridades se burlaban de él, diciendo: —Salvó a otros; que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido. 36 Los soldados también se burlaban de Jesús. Se acercaban y le daban a beber vino agrio, 37diciéndole: —¡Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo! 38 Y había un letrero sobre su cabeza, que decía: «Éste es el Rey de los judíos.» 39 Uno de los criminales que estaban colgados, lo insultaba: —¡Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos también a nosotros! 40 Pero el otro reprendió a su compañero, diciéndole: —¿No tienes temor de Dios, tú que estás bajo el mismo castigo? 41Nosotros estamos sufriendo con toda razón, porque estamos pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero este hombre no hizo nada malo. 42 Luego añadió: —Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar. 43 Jesús le contestó: —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso. “Dime con quién andas, y te diré quién eres”. Este es un dicho popular y se utiliza con frecuencia para emitir una opinión sobre los atributos de las personas, buenos o malos. Como expresión, es parte de la literatura popular que cae bajo el renglón de la “sabiduría popular”, y se recurre a ella para aconsejar como para justificar una opinión sobre el carácter moral de las personas. La gran bondad de las expresiones de la “sabiduría popular” es que son accesibles ya que sus mensajes se captan independientemente de la complejidad de la realidad que se intenta discernir. Precisamente en esto último descansa el desacierto de estas expresiones: no promueven la comprensión de la situación de interés en su debido contexto – distorsionando así la verdad que se busca comprender.
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No nos podemos olvidar que Jesús no solamente se reunió con reconocidos “pecadores” y “pecadoras”; varios de éstos fueron sus seguidores más íntimos. Su declaración como Hijo de Dios ante Caifás y los líderes religiosos judíos era evidencia de una tal blasfemia que justificaba la condena de muerte. Expresiones como “dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” lo vincularon con los Zelotas, considerados enemigos del Imperio Romano y por tal razón, condenables a la crucifixión. En el seguimiento de Jesús, la realidad de su cruel e injusta muerte no debe ser una excusa para distraernos; pues el crucificado, muerto y sepultado, ha resucitado y vive entre nosotros. En el seguimiento de Jesus, esto no es un mero “slogan” o unos versos para un corito; su resurrección es la esencia de la fe y el fundamento de la vida. En el seguimiento de Jesus, su actual presencia entre nosotros no es menos histórica que cuando les enseñó a sus seguidores el Padre Nuestro o las Bienaventuranzas. El reto no es porrear un “slogan”, el reto es discernir su constante presencia y saber responder caminando sobre sus huellas aún en el momento más íntimo, y espero que no sea el más solo, nuestra propia muerte.
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Juan 19.25-42 LA MUERTE NO VA CONMIGO21
Rvdo. Julio R. Vargas Vidal Ayudante Ejecutivo del Vicepresidente de Asuntos Religioso Tradición metodista Introducción El Evangelio según San Juan presenta con mayores detalles todo el proceso de Cristo desde su arresto hasta su resurrección: 3 capítulos, 138 versos. Así como lo expresó anteriormente en este documento mi colega, el Rvdo. Arnaldo Cintrón, Luis Alonso Schökel presenta el juicio de Jesús ante Pilato en una serie de siete pequeñas escenas. El texto que nos compete pertenece a otro grupo de siete escenas que Schökel desglosa de la siguiente manera: • • • • • • •
Primera escena (19.17-18) Segunda escena (19.19-22) Tercera escena (19.23-24) Cuarta escena (19.25-27) Quinta escena (19.28-30) Sexta escena (19.31-37) Séptima escena (19.38-42)
Nos ocuparemos de las últimas cuatro escenas. La muerte no iba con ellos ni ellas… María, la madre de Jesús La tía de Jesús María, la esposa de Cleofás María Magdalena El discípulo amado José de Arimatea Nicodemo Para estos personajes la muerte de Jesús, su Maestro, era dolorosa, gráfica y muy real. Ya no eran meros presagios de una muerte anunciada. El drama de redención se desenvolvía frente a la María la madre de Jesús, la hermana de María, María la esposa de Cleofás, María Magdalena y el discípulo amado.22 21
Este título está inspirado en el poema canción del mismo nombre, escrito por Patricio Manns y Horacio Salinas y grabado por el grupo musical chileno Inti-Illimani (http://inti-illimani.cl/la-muerte-no-va-conmigo/). 22 El evangelio de Juan calla intencionalmente el nombre de este discípulo.
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La muerte no iba con ellos ni ellas… Allí estaban en solidaridad y apoyo. Las tres Marías y el discípulo amado (curiosamente y extremadamente raro verlo anónimo) simbolizan el sector fiel a Jesús, fieles hasta la muerte. La madre del Cristo recibe como nueva familia, como hermano de Jesús, al discípulo amado. No les importó el “qué dirán” ni la lógica de la falacia de asociación. Y para Jesús era igual: la muerte no iba con él. Desde la cruz supo asumir su conciencia social para con los necesitados, en esta ocasión con la viuda de su madre. Y en ese gesto que todos conocemos como la Quinta Palabra, delega en su discípulo el cuidado de su madre. Con estas palabras el discípulo a quien Jesús amaba fue señalado para representarle, sobre todo como testigo (es quien eventualmente escribe este evangelio). La muerte no iba con Jesús… Y aún desde la cruz demostró tener completo dominio de la situación. Aquel que supo pedirle agua a la samaritana ahora pide agua otra vez, para luego dar de su propia agua a toda la humanidad. Completó de una vez y para siempre la obra que el Padre le encomendó realizar. Allí murió, entregó su espíritu al Padre y el Espíritu a los creyentes. El último cumplimiento de su obra es morir, y su morir es un don. La sangre y agua que fluyen de su costado traspasado significan los dos grandes sacramentos de iniciación que tiene la iglesia: el bautismo y la eucaristía. Con éstos Cristo, por medio de la Iglesia, continúa dando a luz a los creyentes y alimentándolos con su propio cuerpo y sangre. Lo último que hace, antes de morir, es emitir un grito…pero un grito de triunfo. La muerte no iba con él. La muerte no iba con José y Nicodemo… José de Arimatea y Nicodemo eran discípulos incógnitos. Aun así se presentaron para enterrar el cuerpo del Maestro. No se sabe realmente por qué estos dos discípulos menos conocidos reclamaron el cuerpo. Quizás esperaríamos este gesto de Pedro, Santiago y Juan, pero es interesante notar que, al caer la tarde del sábado, la tarea cayó en las manos de estos dos seguidores secretos de Jesús. La muerte de Jesús da valor incluso a los discípulos tímidos y temerosos. Un estudio cuidadoso del Nuevo Testamento, en conjunto con ciertos escritos judíos, dan mucha luz sobre las costumbres fúnebres de los judíos en tiempos de Cristo. Muchos de los detalles a continuación los sacamos de la obra del estudioso Alfred Edersheim que, aunque pertenece al siglo 19 no deja de ser una rica en detalles históricos y sociales.23
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Alfred Edersheim. Alfred Edersheim Collection (3-in-1): Sketches of Jewish Social Life, The Temple, Jesus the Messiah (2012). Kindle Electronic Edition: Chapter 10: In Death and After Death, Locations 2089-2187).
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Cuando un hebreo moría, su cuerpo era colocado en plena tierra, arena o sal. Lo primero que se hacía era cerrar y asegurar los ojos y boca del cadáver, esto luego de asegurarse con certeza sobre la muerte del individuo. Hechos 9.37 afirma que el cuerpo era lavado con agua tibia, siendo esta costumbre llamada “purificación de los muertos”. Las uñas y el cabello eran recortados y el cuerpo era ungido con aceite para ser preparado para el entierro (Mateo 26.12; Lucas 23.56; Juan 19.39). Gamaliel, la autoridad rabínica del primer siglo de la era cristiana, introdujo una reforma a las prácticas extravagantes que tenían las familias más pudientes. Consecuentemente, la mayoría de los hebreos fueron envueltos en lino no costoso. Las narrativas de los Evangelios (Juan 20.5, 7; Juan 11.44) afirman que el cuerpo de Jesús fue envuelto en “envolturas de lino”, con un “sudario” sobre la cabeza (posiblemente para evitar que la quijada se cayera). Un acercamiento más detallado de algunas costumbres fúnebres judías nos dará luz en algunos pasajes neotestamentarios, sobre todo aquello conocido como el entierro secundario. De acuerdo a la tradición rabínica, el entierro secundario (del cual leemos en Mateo 8.22 y Lucas 9.60) era una de las tres ceremonias religiosas más importantes. Podemos ver esto en el aspirante a seguidor de Jesús cuando le dice, “Señor, déjame primero enterrar a mi padre” (Mateo 8.21 y Lucas 9.59). Él no habla de esperar a que su padre anciano o enfermo muera, sino de anticiparse al momento en que reúna los huesos de su padre y los coloque en un osario, en cuyo momento se habrán completado el tiempo de luto y los ritos. La contestación de Jesús probablemente se refiere literalmente a los muertos, no a los muertos espirituales. “Deja que los muertos entierren a sus muertos” significa que los muertos que están en la tumba familiar deben hacerse cargo del entierro.24 El enterramiento se hacía lo más rápido posible, frecuentemente el mismo día, y esto lo afirma Hechos 5.6, 10 y 8.2. Hechos 9.38 en adelante afirma también que hubo excepciones a esta costumbre. Los judíos no practicaban la cremación, esto debido a que creían que tal práctica era pagana y tenían la superstición de que el alma podía sentir lo que se le hacía al cuerpo. Los cementerios eran ubicados fuera de la ciudad (Mateo 8.28; 27.7, 52-53). Se hacía una marcha desde el hogar del fallecido hasta la tumba, y el cadáver era cargado en un féretro (Lucas 7.14), probablemente de madera. Durante el trayecto hacia la tumba, el féretro podía ser cargado por varios familiares y amistades. Las mujeres eran requeridas para que dirigieran la procesión, esto debido que los hombres sentían que eran responsables de introducir la muerte al 24
Craig A. Evans. Jesus and the Ossuaries: What Jewish Burial Practices Reveal about the Beginning of Christianity (Waco, TX: Baylor University Press, 2003). Kindle Electronic Edition: Introduction, Locations 207214).
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mundo. Jeremías 9.17 y Mateo 9.23 documentan la costumbre de contratar plañideras, quienes gritaban y se daban contra el pecho, y músicos que acompañaban la procesión fúnebre. Una vez llegaban al cementerio, se elevaba un discurso y el cuerpo era depositado en la tumba. Muchas veces éstas eran cuevas y dentro se encontraban nichos que podían albergar varios cuerpos. Usualmente una tumba podía acomodar unos ocho cuerpos. La entrada de las tumbas usualmente era asegurada por una puerta o una piedra grande (Mateo 27.66; Marcos 15.46; Juan 11.38-39). La muerte no va ni siquiera con las costumbres de la época. Un entierro como tal hubiese tomado algún tiempo y aun así hubieran tenido que avanzar antes del anochecer y el comienzo del sábado. El cadáver de Jesús no sería arrojado a la fosa común de los ajusticiados (Is 53.9) ni abandonado a la intemperie y las fieras. Jesús recibiría una honrosa sepultura. Gracias a José y Nicodemo –el discípulo clandestino y el visitante nocturno –la iglesia comenzó a honrar la muerte de Jesús. Para estos dos no fue tarde si la dicha era buena y, en el kairós, expresaron su devoción (antes en secreto, ahora en público). Los aromas y lienzos usados no eran comunes y corrientes para el entierro de muertos, sino más bien eran de corte festivo (Salmo 45.9; Pr 7.17; Cantares 4.14). Schökel opina que quizás sea parte de un homenaje póstumo que intentó reprimir un poco el hedor de la eventual putrefacción. Jeremías 34.5 narra que en los funerales reales se quemaban perfumes y éstos no servía para ungir cadáveres. Con los lienzos de lino envolvieron totalmente el cuerpo del Maestro. Este relato joánico de la Pasión se lee cada Viernes Santo porque es rico en buenas nuevas teológicas y cristológicas. La interacción de Jesús con los diferentes personajes del proceso, y la de dichos personajes entre sí, ofrece abundante material para la reflexión. Se nos invita a leer cuidadosamente el texto, visualizar sus contenidos como hechos acontecidos en la vida real, e identificar situaciones contemporáneas donde el proceso de Jesús continúa de la misma manera turbia e injusta en las vidas de los hijos de Dios. Cuando esto hacemos apreciamos más la realidad del proceso y la profundidad del amor de Dios por nosotros y nosotras. Por otro lado podemos apreciar mejor la fidelidad del grupo de discípulos que se mantuvo junto a Jesús, para quienes la muerte no iba con ellos ni ellas. Hoy recordamos el sufrimiento y la muerte de Jesús por la crucifixión. Su vida ejemplificó la vida, el amor, la justicia y la fe toda vez que molestó lo establecido y expuso toda hipocresía. El mundo no pudo con esto y trató de eliminarlo del mapa. Y a pesar de que a estas alturas las tiendas y comercios están llenas de huevitos de Pascua, ésta es la época más sombría 43
del calendario eclesiástico. No quiero sonar pesimista, pero sí realista: Viernes Santo y Sábado Santo (a mi parecer no debe llamarse Sábado de Gloria) simbolizan la “ausencia” de Dios. Ambos días están cargados de incertidumbre y vacío. La fe Pascual nació de las tinieblas y, así como los discípulos, en ocasiones tenemos que esperar en las sombras hasta que eventualmente un destello de luz aparezca en el horizonte.
Preguntas para reflexionar: 1. 2. 3. 4.
¿Qué injusticias en nuestra sociedad necesitan una respuesta valiente y quizás chocante? ¿Qué dones o tesoros tengo que solamente deben compartirse concienzudamente? ¿Qué podemos hacer para liberar a aquellas personas que sufren de injusticias y dolor? ¿Cuáles son las sombras que nos cubren y que nos imposibilitan ver a Dios?
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Marcos 16:1-18 LAS PRIMERAS TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN Rvdo. Norberto Domínguez Rodríguez Vicepresidente de Asuntos Religiosos Universidad de Interamericana de Puerto Rico Tradición bautista
El pasaje de Marcos 16:1-8 tiene una estructura temática con una serie de sub divisiones que nos sugiere considerar el tema de las mujeres y la resurrección. Para efectos del análisis el pasaje ha sido estructurado de la siguiente manera: vv.1-3 experiencia de las mujeres ante la tumba; vv.4-7 las mujeres y la tumba y v.8 las mujeres después de la tumba; los sub-puntos los divido de la siguiente manera: vv.1-2 ilusión ante la tumba; v. 3 desilusión, preocupación; vv. 4-7 elementos dentro de la tumba: v. 4 solución, v.5 ocupación, v.6 proclamación, v. 7 comisión y v. 8 reacción. En el relato bíblico de la tumba vacía encontramos a tres mujeres que según Marcos acompañan a Jesús durante su ministerio en Galilea, en su muerte en la cruz y ahora las encontramos en la tumba, estas son: Magdalena, María la madre Jacobo, y Salomé. “Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirlo” (v.1) La hermenéutica feminista reconoce en la exégesis bíblica que Jesús, si bien no dedicó especial atención al “tema femenino”, entre otras porque esta realidad, en tanto que tematizada es un fenómeno moderno, si demostró con su actitud, con sus hechos, con sus relaciones, un comportamiento que degeneraba y contrastaba con la valoración negativa y cargada de prejuicios que pesaba sobre la mujer en algunos sectores de la sociedad de su tiempo. En sus relaciones de amistad, se puede decir que en este terreno Jesús de Nazaret fue un auténtico revolucionario. En la sociedad de aquel tiempo las mujeres no contaban para nada; debían incluso evitar en público la compañía masculina. Las fuentes judías contemporáneas están llenas de animosidad contra la mujer, quien según Josefo, vale en todos los aspectos menos que el hombre. Hasta con la propia mujer, así se aconsejaba, ha de hablarse poco, y absolutamente nada con la extraña. Las mujeres vivían en lo posible retiradas de la vida pública; en el templo sólo tenían acceso hasta el patio de las mujeres y respecto a la obligación de la plegaria estaba equiparado a los esclavos. Los evangelios, sin embargo, cualquiera que sea la historicidad de los detalles biográficos, no tienen reparos en hablar de la relación de Jesús con determinadas mujeres. Lo cual quiere decir que Jesús se había liberado de la costumbre que imponía la segregación de la mujer. Jesús, en efecto, no muestra ningún desprecio por las mujeres, sino que las trata con sorprendente naturalidad: 45
unas mujeres lo acompañan a Él y a sus discípulos desde Galilea a Jerusalén (Mc. 15, 40ƒ); Él mismo siente un afecto personal hacia algunas mujeres (Lc. 10, 38-42/Juan 11); unas mujeres asisten también a su muerte y sepultura (Mc. 15,40) La situación, jurídica y humanamente tan precaria, de la mujer en la sociedad de aquel tiempo hubo de resultar considerablemente revalorizada al prohibir Jesús el divorcio por parte del marido, a quién sólo bastaba presentar el libelo de repudio”(29). Ahora bien si es cierto que el relato, Cristo está ausente el autor intenta que el lector se convenza que Jesús ha resucitado. El medio o los recursos que va utilizar no son al Cristo resucitado, ni tampoco a Pedro o a los discípulos como dictaba la tradición con Pablo de la resurrección. Las figuras centrales son las mujeres. Marcos utiliza la tumba que el original griego viene de la raíz recordar, que sirve como elemento de memorial, de recuerdo: “Muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, recién salido el sol”. (v.2) Desde la óptica hermenéutica feminista esta narrativa de mujeres en la tumba vacía puede ser utilizada para la formulación de una nueva relectura del texto y contrarrestar la oposición de la lectura patriarcal que fomenta la experiencia de las mujeres como oprimidas, no-personas y con el pleno derecho de ser un igual con el hombre. Desde esta óptica esta presencia de las mujeres en la tumba vacía es la apertura de las buenas noticias del evangelio para las mujeres y su rol como líderes en medio de la iglesia. Es interesante notar la gran cantidad de mujeres que son mencionadas ya sea por sus nombres o anónimas en el evangelio de Marcos (1:30, 5:25, 7:24,14:3,15:40). 3 Pero decían entre sí: --¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? 4 Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, aunque era muy grande. Las mujeres caminaban a la tumba con ilusión de ungir el cuerpo de Jesús, pero en el camino se percatan que no podrían entrar, ya que no contaban con la ayuda para remover la piedra. Aquí la acción de remover la piedra tiene connotaciones revelatorias, parecidas al momento de la muerte de Cristo, donde el velo del templo se rasgó en dos, dejando ver un nuevo comienzo de la gracia de Dios. La piedra estaba en la mente de las mujeres. Se preguntaban quién nos moverá la piedra, el cual señala el escritor que era muy grande. La mujer a lo largo de toda nuestra historia siempre ha sido colocada en “desventaja” frente al varón. Le corresponde a la mujer frente a la realidad opresiva tomar su lugar en Dios, mediante el poder de la resurrección. La revelación bíblica es una oferta de vida, de libertad y de amor para todas las personas. Para su sorpresa, las mujeres se percatan que al llegar a la tumba esta se encuentra vacía. Podemos inferir que hay un mensaje sutil, no es necesaria la figura masculina para que Dios pueda revelarse a las mujeres. Aquí no encontramos las figuras principales del cristianismo de los primeros creyentes, es decir Pedro o los apóstoles. Las mujeres ante la desilusión llegan a la tumba y encuentran solución, Dios se había anticipado. El término ver viene del griego “anablepo” tiene el uso etimológico para indicar cuando una persona ha perdido la visión y la vuelve a recobrar. Las mujeres a diferencia a los discípulos fueron receptivas y entendieron el mensaje de Jesús, pero aquí, representa un acto revelador donde la mujer ven desde su interioridad y entienden que están punto de recibir una 46
gran encomienda. Cuantas experiencias de pérdida y dolor atraviesan las mujeres en mundo tan desigual que en ocasiones les hacen olvidarse del proyecto de amor de Dios en sus vidas. Se debe recordar que en la cultura judía del primer siglo la opresión de la mujer llegaba a límites increíbles. La mujer era una ciudadana de segunda clase, menos que una persona. Estaba confinada al espacio privado de la casa; el espacio público era dominio masculino. No se la podía saludar ni era lícito hablar con ella en público. Los rabinos recomendaban que ni siquiera el esposo conversara con ella si iban por la calle, porque hacerlo era para él una especie de deshonra. Ningún varón podía hablar personalmente con una mujer casada, sino que debía hacerlo por medio del esposo, es decir, hacerle la pregunta al esposo para que éste, a su vez, le preguntara a ella. En tal contexto, podemos imaginar el escándalo que debe haber sido que algunas mujeres acompañaran a Jesús y sus discípulos varones en sus viajes. Las mujeres en la tumba vacía son protagonista del mensaje de la resurrección. 5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca, y se asustaron. 6 Pero él les dijo: -No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde lo pusieron. Marcos utiliza la palabra “nianicos” joven para referirse al personaje que encuentran las mujeres. Es interesante que no utiliza “antropos” “aner” hombre, sino nio que significa nuevo y niscos que refiere a victoria. En otras palabras la presencia del joven sentado a la diestra no es otra cosa que el anuncio de un nuevo comienzo para la mujer no solo en ámbito espiritual en su relación con Dios, sino también en lugar dentro del servicio en la iglesia y el mundo. La mujer recupera lo perdido, se devuelve su posición en la comunidad. Las mujeres quedan maravilladas por la presencia del joven vestido de blanco, su reacción más que de fobia, miedo paralizante es de temor reverente, semejante a las apariciones de ángeles en el Antiguo Testamento como en los demás evangelios. Podemos notar que hasta aquí las mujeres no salen corriendo despavorida a causa del personaje. --No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde lo pusieron fueron las palabras del joven. Nazaret era una cuidad de Galilea que significa raíz, cuidad catalogada como de segunda clase por la elite judía. Fue el lugar donde Jesús realizó su ministerio de sanidad y liberación entre las personas más necesitadas. El verbo “el que fue crucificado” está en participio perfecto y refiere una acción terminada en el pasado, pero que continua teniendo un efecto en nosotros hasta el momento que se habla. El evento de la cruz sirve como medio para anunciar la liberación de las mujeres del dictamen de Génesis 3:16 --Multiplicaré en gran manera los dolores en tus embarazos, con dolor darás a luz los hijos, tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti. Por lo tanto, la mujer no tiene por qué sufrir agresión de parte de ninguna entidad humana o estructural, esta debe vivir el evangelio liberador de Jesús. Me gusta la expresión de Marcos puesta en los labios del joven: “no está aquí; mirad el lugar en donde lo pusieron” Hay elemento empírico donde puede comprobarse que Jesús se levantó de entre los muerto y no está allí. En otras palabras lo que antes existía que era la muerte no se quedó en ese status, se levantó, así mismo son las mujeres por ellas misma sin la dependencia de los hombres son llamadas a resucitar a levantarse del lugar que se les ha impuesto en la sociedad.
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En este punto debemos hacernos la pregunta ¿a quienes fueron dirigidas esta narrativa? ¿Sería posible que se esté escribiendo directamente a la comunidad de mujeres de Marcos? Es sabido que en el primer siglo encontramos a un sector de mujeres anónimas y ricas que siguieron a Jesús y sostenían económicamente a los discípulos. 7 Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os dijo. 8 Ellas salieron huyendo del sepulcro, porque les había entrado temblor y espanto; y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo. Nos encontramos en la parte final del pasaje, donde hay una comisión un mandato para que las mujeres le comunicaran a los discípulos y a Pedro que Galilea sería el encuentro del resucitado con sus discípulos tal como les había anticipado (8:31,9:31,10:34). Es interesante notar que el encuentro con sus discípulos es en Galilea y no en Jerusalén. El relato finaliza como inicia el evangelio en la inmediaciones de Galilea (1:9). Para Marcos el asunto de ubicación de las narrativas tiene un carácter más teológico que geográfico. Entre los primeros tres milagros que Jesús lleva a cabo luego de regresar del desierto se encuentra la sanidad de la suegra de Pedro: Al salir de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. 30 La suegra de Simón estaba acostada con fiebre, y en seguida le hablaron de ella. 31 Entonces él se acercó, la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente se le pasó la fiebre y los servía. Nuevamente queda manifiesto el lugar que Jesús le da a la mujer. Marcos nos muestra a las mujeres que huyen llenas de miedo (fobia). Pareciera que estas valientes mujeres, que no vacilaron ante la cruz, ahora no pueden recibir el gozo de la Pascua nueva, en vez de anunciar callan. A diferencia de la primera reacción, donde las mujeres se llenan de temor a su encuentro con el joven, ahora Marcos apunta que luego recibir la comisión es que salen huyendo del sepulcro. Dicha reacción nos ofrece una pauta hermenéutica para entender la reacción de las mujeres. En otras palabras, el ángel las encomienda para una tarea que estaba asignada a los apóstoles, hombres, masculinos. ¿Cuál sería las consecuencia de responder a la afirmativo de la comisión? En los relatos de los evangelios aparecen las mujeres como testigos, pero los discípulos nunca les creyeron, tuvo que atestiguarlo Pedro y Juan, entre otros para poder ser aceptado por la comunidad. Las mujeres son confrontadas, a la vez convocadas a salir de su statu quo, de la condición impuesta de unos roles asignados por la sociedad que ocasiones ellas mismas validan y tratan de obstaculizar su plena realización humana. El poder de la resurrección es el medio para que las mujeres se pongan en pie. Se invita a la mujer a participar de una nueva cosmología cristiana tradicional de hablar a las necesidades de las personas en búsquedas de salud, vida y esperanza. El final queda abierto ante sus lectores (verso 8) es una invitación para quienes leen se animen a convertirse en testigos juntos a las mujeres. Si, a pesar del silencio de los apóstoles y de las mujeres, el mensaje ha resonado en toda la tierra, es porque el resucitado continúa actuando más allá de la constancia de los hombres y mujeres. Ya el mundo nuevo está en marcha. 48