La buena vida MARTÍNEZ PACHECO, Víctor
Con “¿A quién está destinada la casa?” arranca la crítica al positivismo -exaltación del progreso, orden, ciencia, racionalismo, negación del individuo– que marca el S. XX y la arquitectura, también. Iñaki Ábalos se opone a este ideal y lo reprueba ligando filosofía y estilo arquitectónico para señalar otras formas de pensar y, por tanto, de construir: El Superhombre nietzscheano -individual, creativo, vital y libre- habita su espaciosa casa horizontal, su universo, resguardado y aislado en su mundo de valores. El
existencialita
heideggeriniano
despliega
su
existencia concreta, individual y única en su refugio donde la “construye, habita, piensa”. En él, el hombre, responsable de sí mismo, reivindica, mediante la interacción con el espacio circundante, su libertad, su superación, su humanidad. En la casa fenomenológica, la intuición es la experiencia cognoscitiva. Las percepciones y las emociones se intensifican para captar la experiencia sensorial del espacio: su intimidad. Ni aislada ni protegida del exterior, interrelaciona con el medio circundante. Presenta espacios llenos de olores, luces y colores que crean situaciones sugerentes y transmiten sensaciones y emociones distintas.