La educación en valores
L
os valores son tan importantes como los conocimientos que día a día se adquieren, constituyen los principios y actitudes apegados a la ética y a la moral que guiaran el accionar de las personas en cualquier ámbito de la vida; se traducen a lo humano, reflejan los intereses, sentimientos, pensamientos, y en especial el comportamiento, como bien lo afirma Izquierdo (2003) “Los valores son los ejes fundamentales por los que se orienta la vida humana y constituyen a su vez, la clave del comportamiento de las personas”. La familia y el hogar juegan un papel determinante en la formación y enseñanza de los valores: “La familia es la primera escuela de valores donde se forman los primeros hábitos” Moleiro (2001); allí se gesta el amor, el respeto, la solidaridad, la amistad, la tolerancia, la humildad, la paz y muchísimos valores más que serán el pilar del actuar y la base para la convivencia y relación armoniosa entre las personas, esta interacción con los demás también es escenario para aprender nuevos valores, pero no solo es cuestión de aprenderlos sino también de ponerlos en práctica a cada segundo y en todo lugar. Sin embargo, se vive una fuerte realidad y preocupante necesidad de esos valores de paz, amor, respeto, convivencia, responsabilidad… en un mundo lleno de contingencias, donde a diario se padece de una crisis social, criminalidad, violencia, guerras, narcotráfico, terrorismo, corrupción, etc. Ante este escenario alarmante, no puede permanecer indiferente el protagonismo de la educación en valores como medio propicio para el fortalecimiento y difusión de los mismos, así como para la formación de la persona en todos los ámbitos, sin permanecer ajena de esto la sociedad, ambas convergen y se nutren una de la otra. Garza y Patiño (2000) definen la educación en valores como “Un replanteamiento cuya finalidad esencial es humanizar la educación”,
la cual es responsabilidad permanente de todos los miembros de la sociedad, no solo de las instituciones educativas, y en donde contribuyan a desarrollar potencialidades impregnadas de patrones morales y éticos que ayuden al enriquecimiento humano de la persona. No obstante, resulta difícil promover la tolerancia, el respeto, el compañerismo o la convivencia, mientras que las personas insultan a aquellos con quienes tienen diferencias, por lo tanto, la mejor forma de enseñar es con el ejemplo, y es la educación la herramienta para el progreso de los pueblos. Así pues, la familia debe primero inculcar en forma solida una educación en valores a sus integrantes para que sean su guía de conducta, y a la vez serán las instituciones educativas y la sociedad en general quienes también deben consecuentemente fortalecer y reforzar esa educación en valores, promover en cada persona la reflexión, promover el trabajo y el esfuerzo como medio para lograr objetivos, fomentar la convivencia social, construir una cultura de paz, incentivar la realización de actividades recreativas y didácticas e incorporar a todos, no es suficiente aprender conocimientos científicos sino también aprender a ser humano ante todo. Nunca es tarde para aprender ni reflexionar y tampoco para recordar a los demás la importancia de los valores, la esencia de un país está en la calidad de sus ciudadanos. El hombre, en la medida que tenga la voluntad, podrá convivir con los demás en una misma sociedad. “Educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía” John Ruskin