ANÁLISIS Un reto para el actual gobierno puede ser la reforma a la Ley de radiodifusión. La posible alternativa para el desarrollo democrático y el cambio educacional puede estar en la utilización de los medios de comunicación audiovisuales, en algún grado, con fines educativos. LA RADIODIFUSIÓN GUATEMALTECA VÍctor Ramírez La radiodifusión guatemalteca es el ogro de mayor influencia e incidencia en nuestra sociedad. Podría decirse, la causa de todos los males sociales. Para el actual gobierno puede ser una alternativa la utilización, en alguna medida, de los medios audiovisuales para contribuir al proceso educacional y rescatar los valores perdidos en la mayoría de habitantes de este país. De nada servirá invertir en proyectos educacionales fortalecidos con recursos humanos, técnicos y financieros, si el monstruo de la radiodifusión continúa siendo más fuerte, más potente ante institutos, colegios y universidades de todo el territorio nacional, pues la mayoría de personas mantiene encendida la televisión sin observar su contenido pero penetrando en ellas a nivel pre-consciente. De la misma manera se puede referirse a la radio, se oye pero no se escucha, eso sí, con el mismo efecto. La radiodifusión guatemalteca está en manos de la empresa privada cuyos objetivos no son más que lucrar con las frecuencias dadas en concesión por el Estado. De tal manera que no importa qué se diga ni cómo ni cuánto se diga, ni qué se anuncie ni cómo ni cuánto se anuncie, qué se muestre ni cómo y cuánto se muestre, sino generar jugosas ganancias a través del alto grado de difusión y promoción de productos superfluos en la población. La Ley de Radiodifusión no regula el tiempo de los cortes comerciales en la radio y la televisión. Durante la campaña electoral en 2007 y 2011, algunas emisoras transmitían cortes comerciales hasta de 16 y 17 minutos lo cual fue una falta de respeto al público. Aunque no en la misma cantidad, la televisión también no dejó de difundir hasta cinco minutos de comerciales por corte. Quizá lo más alienante de la radiodifusión sea los tipos de programas y música que no son afines a nuestra identidad. Claro que no todo de la radio y la TV está perdido, “para mucha gente la radio será una experiencia placentera, un relajamiento de las tensiones y un remedio a las presiones y problemas de la vida. Sin embargo, para otros puede ser una experiencia confusa porque son incapaces de separar el mundo de fantasía ofrecido por la radio, del mundo real” (Torres 2001:16). La radio, sostiene Puga Castellanos, puede contribuir a enseñar una habilidad criminal que podría ser puesta en práctica a la hora de cometer un delito, al alimentar la naturaleza agresiva de una persona. Una persona con alto grado de agresividad, probablemente hará uso del material agresivo que encuentre en un programa de violencia (Torres 2001:15-16-17). La hipótesis considerada por los autores citados no puede estar al margen de la televisión y el cine, pues tanto en uno u otro medio se puede ver largos metrajes en los que el punto central del argumento es la violencia y el crimen: secuestro, robo, asalto, asesinatos, violación, entre otros.
2 “Sin temor a equivocarnos podemos insistir en que los medios de comunicación venden su versión de la realidad”, opina Carlos Interiano, venden también ideología y por qué no decirlo, venden política, ya sea política de partido o de cualquier tipo (Torres 2001:17). La radiodifusión responde a intereses de particulares dentro del marco del neoliberalismo y no precisamente al interés del Estado como podría suponerse. El problema es que la sociedad paga y ha pagado a muy alto costo la influencia e incidencia de lo que difunden los medios audiovisuales, principalmente la televisión y el cine como medios de comunicación masivos que han alienado y aculturizado a la sociedad. Hemos perdido identidad, cultura, valores, normas, principios y convicciones. Pareciera que el problema no es quiénes somos sino quienes no somos. Por toda esa comunicación masiva y alienante, el guatemalteco le cuesta aceptar quién es realmente o no alcanza definirse, porque el problema no es tanto el SER sino el no ser. Se puede comprender la radiodifusión como parte de la estructura social en la que nadie está al margen como víctima manipulada mental y emocionalmente. La diferencia es que, mientras unos son oligarcas emisores, otros conforman la masa receptora. “Esta situación se explica mejor, al comprender que un grupo cultural dominante produce y otro grupo cultural solo recibe” (Guillén 1995:14). Vista la radiodifusión como un proceso técnico-electrónico que facilita la comunicación audiovisual a la clase media y popular suele escuchar la radio durante los traslados de la casa al trabajo y la TV de dos hasta cinco horas, principalmente los fines de semana. Pese a la circulación de otros medios impresos tanto en la capital como en el interior del país, los guatemaltecos prefieren la radio y la televisión, por ser medios que están al alcance. Por ejemplo, en la televisión, las telenovelas van adecuándose a los gustos y transformaciones sociales. El contacto con la vida cotidiana y sus conflictos son aprovechados por el público para aprender consciente y pre conscientemente de este género, de lo que el canal de televisión decide difundir. El problema es la enajenación de la cual el televidente es víctima (Ramírez 2001). Se puede asumir que la televisión y el cine influyen en los televidentes en mayor grado a través de los distintos géneros. La respuesta está en que a diario nos informamos de hechos que pertenecen a una descomposición social: familias desintegradas, niños y adolescentes dentro de las pandillas, niñas y niños dentro del consumo de drogas, la prostitución y la delincuencia. A estos efectos se adiciona la gran pérdida de valores éticos, morales y espirituales. La aculturación y transculturación constituyen hoy en día la globalización de las comunicaciones que trae como consecuencia una serie de males para la humanidad. Los grandes consorcios internacionales productores de géneros audiovisuales corresponden a la masscult, es decir, a la producción de cultura para las masas. El estilo de vida, los derechos, las normas y los valores, el acceso a los privilegios, la cultura, todo cuanto fue antes propiedad exclusiva de una élite, pertenece hoy a todos (Montenegro 1993:3). He aquí el pronóstico de la aldea global de Mc Luhan.
3 ¿Qué puede hacer un gobierno con tan sólo un ministerio de educación y una universidad estatal? ¿Cuánto se puede alcanzar a través de otros ministerios si tan sólo se atacan los efectos y no las causas? Con un sistema de educación deficiente y politizado, un ministerio de Gobernación que su único método de control social es la fuerza, un ministerio de Economía al servicio de quienes ostentan el poder económico y no de las clases asalariadas, un ministerio de Finanzas con déficit fiscal y que no logra controlar la evasión de los impuestos y todavía sin estar al margen del crimen organizado, tráfico de influencias y la corrupción. Sin embargo, lo último que se pierde es la esperanza y menos el compromiso del cambio que ofreció el actual gobierno durante su campaña. PROPUESTA El sistema de radiodifusión no debería depender del ministerio de comunicaciones ya que siempre es nombrado, como funcionario de esta cartera, alguien que no conoce de comunicaciones masivas, pues es un puesto político. Podría ser, si se le quiere dar la importancia y valor para aprovechar al máximo la radiodifusión en beneficio de la población y del Estado, crear un ministerio específico de Radiodifusión Nacional. ¿Y qué tal si la Dirección General de Radiodifusión pasara a ser dependencia del Ministerio de Educación? ¿Por qué esta pregunta? ¿Cuántos directores de amplia cultura, buenas intenciones y con alta convicción y valores han pasado por esta Dirección sin lograr lo que realmente requiere la radio y la TV para el pueblo guatemalteco? Algunos directores, entre otros, son: Miguel Ángel Sandoval, Carlos Alvarado Jerez, Augusto Cuellar, Antonio Almorza Alpírez, Mario Mendoza Hidalgo, Ramón Bonilla Riveiro, Sergio Armando Lorenzana, Samy Monterroso Mirón, Victor Manuel Chinchilla, Arturo Soto Echeverría, Ricardo Gómez, Enrique Hernández, Everardo López, Moisés Jerez y Aída Arvizú (Castro 2007:147). Quizá una de las limitantes para estos ex directores fue la Ley de radiodifusión que siempre se ha intentado reformar. Después del Decreto 2080 durante el presidente Kjell Laugerud, surge el Decreto 260 durante el gobierno de Carlos Castillo Armas, luego el Decreto 433 que promulga el ex presidente de facto, Enrique Peralta Azurdia, posteriormente el Decreto 3370 en tiempo del gobierno de Julio César Montenegro y por último, una iniciativa de Ley de Radiodifusión presentada al Congreso de la República por el ex mandatario Álvaro Arzú. Este anteproyecto presentado por Arzú se quedó en segunda lectura en el Congreso de la República y está pendiente de aprobación (Torres 2001:3537), pese a que destacó la importancia y los avances técnicos de los servicios de radiodifusión y que necesita de una regulación congruente con su desarrollo actual, en beneficio de la colectividad en resguardo de los intereses del Estado.
4 Esta iniciativa de Ley también pretendió normar la prestación de los servicios de radiodifusión, entendiéndose por servicio el contenido de los programas, las organizaciones sociales y estatales así como el control de organización que tengan las radiodifusoras, expresa Torres. Podría decirse que es un desafío para el actual gobierno de Otto Pérez Molina, estudiar a profundidad esta Ley, para no solo modificar artículos o suspender algunos como se ha hecho en regímenes anteriores. Se debe dar un giro de 180 grados al sistema de radiodifusión nacional que impera en todo el país con arbitrariedad. Además estamos viviendo el tiempo de los grandes avances tecnológicos y toda Ley es dinámica, no estática. Según Torres Carrera (2001:89)la nueva Ley de Radiodifusión debe tomar en cuenta a todos los sectores del arte, producción, propietarios de medios, agencias de publicidad, mercadeo, locución, periodismo y otras especialidades conexas vinculantes y proponer aspectos de interés mutuo. El poder de la radiodifusión se debe interpretar como una alternativa posible para transformar la sociedad, rescatar, principalmente a los niños y adolescentes. La adolescencia puede entenderse como la fase en la cual se realiza la transición entre el infante y el adulto, puede decirse que es la etapa más vulnerable para un cambio negativo, en la mayor parte de casos. Se puede asumir que este cambio se efectúa no solamente desde el punto de vista biológico sino que se extiende a esferas psíquicas, sociales, intelectuales y sexuales en las que se constituye la preparación de cuerpo y mente para llegar a la edad adulta. Durante el recorrido de estas esferas el adolescente se deforma emocionalmente y pierde el verdadero sentido de la vida. Se siente muy lejos de su verdadera realidad porque quiere ser y hacer lo que ha percibido de los medios audiovisuales. Lo anterior implica una gran responsabilidad para un gobierno que sí puede decidir qué hacer con la radiodifusión guatemalteca. Un mandatario que sí puede determinar el tipo de sociedad que se requiere para ser un país desarrollado y próspero. Un desarrollo cultural, humano, científico y tecnológico. Pues el verdadero desarrollo de la persona ha de ser cognoscitivo para alcanzar la calidad de vida. Sin suficiente conocimiento ningún ser humano podrá ser próspero en el tener. Para ser un verdadero rico se debe dejar de ser un rico pobre, pues hay quienes prefieren “tener” que “ser” y el “ser” es fundamental para disfrutar los bienes. Pero la idea equivocada que expanden los medios masivos de comunicación es que, a mayor consumo se es más y mejor, a mayor “tener” se es superior a otros, lo cual es una total ignorancia. Se podría imaginar, estimado lector, si el ministerio de Educación se coordinara, en esfuerzo conjunto, con la radiodifusión nacional para fortalecer todo el sistema educativo. ¡Cuántos objetivos se alcanzarían! ¡Cuánto poder tendría el sistema educacional para penetrar en la conducta humana en beneficio de la cultura, la identidad, los valores! ¡Cuánto modificaría el comportamiento de los preadolescentes de familias que aún no se han desintegrado! ¡Cuánto beneficiaría a toda la sociedad guatemalteca! Desafortunadamente lo planteado y propuesto es un simple “ideal”. Víctor Manuel Ramírez Periodista y Catedrático universitario Tres veces vicepresidente de APG
5 BIBLIOGRAFÍA Castro, Gilda 2007 Memorias de la Radiodifusión Guatemalteca. Guatemala, editorial Centro Impresor PS. Guillén de León, Elpidio 1995 Comunicación vía satélite como factor de trasculturización indirecta en los adolescentes. Guatemala, ECC-USAC. Montenegro Alvizures, José Luis 1993 Radiodifusión de la canción comercial de contenido erótico. ECC-USAC. Ramírez Donis, Víctor Manuel 1992 La telenovela y la incidencia en el rendimiento escolar. EEC-USAC.
Torres Carrera, José María 2001 Legislación y radios municipales. Facultad de Comunicación social, Universidad Panamericana.
www.congreso.gob.gt/