jueves 17.may.2018 por Ignacio Pérez Lorenz
Muchos lo considerarán un año más. Y en realidad ha sido un claro salto adelante con un protagonista principal: el vino. La edición del Salón de Gourmets que acaba de cerrar sus puertas ha sorprendido con dos catas capaces de levantar pasiones. Bodegas Torres ha sido la primera en poner dentro de una copa el futuro. Aromas desconocidos y sabores que nadie ha probado en el último siglo gracias a la recuperación de variedades ancestrales. Nada menos que tres décadas de trabajo para localizar y salvar de la extinción a medio centenar de cepas que dejaron de plantarse hace mucho tiempo. Seis de ellas tienen alto potencial enológico lo que equivale a asegurar que darán -en realidad dan ya- grandes vinos. Difícil no dejarse seducir por la uva tinta querol. Su marcado carácter y una descarada exhibición de frutos rojos y negros -se cató como elaboración experimental Querol 2016- hacen soñar con un futuro que ya es presente. Forma parte, y puede que cada cosecha en mayor medida, del Grans Muralles, finca en la que está plantada. Le precedieron otras nuevas/viejas uvas también tintas como pirene, delicada y con mucha personalidad, gonfaus, intensa y concentrada, o moneu, muy elegante. En común, además de la calidad de sus vinos, un ciclo largo y una elevada acidez, aspectos fundamentales para combatir el cambio climático, otro de los empeños en que Torres va por delante del resto. Y para celebrar el éxito, el anuncio de que en la próxima cosecha saldrán a la venta unas pocas botellas de forcada, la variedad blanca -fresca, expresiva y con clase- que abrió la velada. El proyecto, que se inició en Cataluña, se extiende ya por otras denominaciones de origen en las que Torres tiene bodegas como Rioja, Ribera, Rueda y Rías Baixas. La ampliación de esta operación rescate de una parte de nuestro patrimonio, promovida por una empresa privada, para beneficio de todos. Otra forma muy distinta de viajar del pasado al http://blog.rtve.es/gastronomia/2018/05/qui%C3%A9n-sabe.html