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from Vintage 62
Descubrimos a través de las páginas de La Gaceta y la revista Poniente, las noticias y anuncios más destacados de la década de los 80 y 90 en nuestro municipio.
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La Gaceta. Mayo 1993.
Poniente. Octubre 1987. Poniente. Septiembre 1987.
La plaza de la Constitución de Berja amaneció cubierta de nieve el 3 de febrero de 1954. Foto Colección de Antonio Campos Reyes.
La gran nevada de 1954 en Andalucía
El paso de la borrasca Filomena ha despertado la memoria de los españoles de mediana edad que, buscando antecedentes, han sacado a la luz esas nevadas de leyenda que, al igual que Filomena, nos dejaron imágenes para la historia. Todavía hay en nuestra provincia quienes recuerdan 1954 como año de nieve, año de bienes. El fenómeno meteorológico más misterioso y atractivo a la vista extendió su impoluta huella blanca por toda la península, cuyo manto cubrió gran parte de Andalucía, incluidas las capitales de las grandes provincias, como Málaga y Sevilla, que amanecieron vestidas de blanco la madrugada del 3 de febrero. El temporal, originado por una corriente de aire frío de Siberia absorbida por una borrasca situada en el Sur de Italia, sorprendió incluso a Almería capital a modo de intensa lluvia y pequeños copos que no llegaron a cuajar en el centro de la ciudad, pero sí en los pueblos limítrofes.
ENTRE LA NIEVE Y EL FRÍO
Cuatro grados bajo cero en la capital hispalense, primera nevada de la historia de Cádiz, datos de nieve en Málaga que no se registraban desde 1882, resbalones y caídas a granel… son parte de la información que hemos rescatado en Vintage junto a las fotografías que publicamos en este especial y que corresponden, fundamentalmente, a Berja, las cuales han sido cedidas por la Oficina de Turismo y pertenecen a la colección de Antonio Campos Reyes. Aunque también aportamos documentación gráfica de Málaga y Jaén. Tanto los medios de comunicación nacionales como locales pusieron el foco de la noticia en Andalucía ante el desconcierto de que en zonas de costa el espesor hubiera llegado a los quince centímetros y las temperaturas permanecieran en negativo antes, durante y después de la gran nevada.
Mientras que en la capital almeriense los copos solo pintaron de un paisaje invernal algunas terrazas de forma fugaz, se produjeron grandes nevadas en Huércal-Óvera, Los Vélez, Pechina y Berja, en cuyas calles la nieve alcanzó el medio metro de altura. Una de las grandes anécdotas que nos dejó la ola de frío en el Poniente fue que el “correo”, el autobús
que recorría el trayecto entre Almería y Ugíjar, tuvo que detener el vehículo en la localidad virgitana ante la imposibilidad de seguir avanzando por carreteras intransitables. A consecuencia del fuerte temporal en el Mediterráneo, tampoco llegó al puerto de Almería el vapor procedente de Melilla, conocido como “El Lanzarote”, y municipios como Abrucena, Abla, Fiñana, Gádor, Benahadux y Rioja, donde el frío era cortante, lucieron cubiertos de nieve.
LA VOZ DE LOS EXPERTOS
El entonces jefe comandante de Aviación del Servicio Meteorológico, don Francisco Martínez Puertas, atendió a los periodistas de Yugo —La Voz de Almería a día de hoy— para ofrecer a los lectores un parte actualizado y esclarecer algunos de los datos técnicos del fenómeno que dejó a todos los almerienses helados. Martínez achacaba la causa del descenso de la temperatura por una fuerte corriente de aire atlántico. Según su informe, la península se vio invadida, desde el 31 de enero de 1954 y el 2 de febrero, por vientos duros y secos de la región del Norte: “Esto explica que la sensación térmica sea de ocho grados bajo cero cuando en realidad estamos a cuatro o cinco sobre cero”, manifestaba. De hecho, hay observatorios que aún mantienen las madrugadas entre el 2 y el 4 de febrero de 1954 como las gélidas de su serie histórica. Esta ola de frío no impidió, sin embargo, que un sector tan delicado frente a las condiciones climatológicas adversas como es nuestro campo, nos diera ejemplo de que era capaz de encajar cada imprevisto con optimismo. “A pesar de los perjuicios que pueda provocar en nuestros cultivos actuales, la abundante agua beneficiará las próximas labores para otros importantes productos básicos de interés nacional”, comentaban entonces nuestros productores, conscientes de que el agua es vida. Con este sentimiento de júbilo y deseo de celebración, niños y mayores se atrevieron a abandonar los hogares por un tiempo prudencial para disfrutar de este espectáculo atmosférico en las calles, parques y jardines, testigos de las batallitas de bolas de nieve entre amigos y muñecos, a cada cual más original, todo hay que decirlo. Pero siempre con la mirada puesta en regresar al hogar, donde el frío tan sólo se hacía llevadero junto a la mesa camilla provista de brasero. Eran otros tiempos, pero qué tiempos aquellos en los que un fenómeno reunió a todo el pueblo para cantar bajo la nieve.
Guerra de bolas de nieve en Málaga. Foto del Archivo Fotográfico de la Universidad de Málaga. La nieve tiñó de un paisaje invernal nuestro pueblo vecino. Colección de Antonio Campos Reyes.
EL TIEMPO EN MADRID
La ola de frío de 1954 azotó España prácticamente en su totalidad y también dejó su rastro en Madrid, donde nos tenemos que remontar al año de “la gripe española”, en 1918, para encontrar una temperatura similar a la registrada en 1954 (-8ºC). Como curiosidad, recordamos que este descenso de la temperatura en plena pandemia se tradujo a principios del siglo XX en un alarmante ascenso de la curva de mortalidad entre los pacientes afectados por la gripe, la enfermedad que se llevó por delante la vida de más personas que la Primera Guerra Mundial.
En Jimena (Jaén), las familias salieron a celebrar el regalo de la nieve.