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FRANCISCO ANTONIO LÓPEZ GALDEANO
Nuestro vecino al que hoy recordamos fue un firme defensor de la libertad y la democracia desde muy joven. Paco ‘el rubio’, como lo conocían cariñosamente sus allegados, fue un hombre noble que intentó ayudar a todo aquel que tocaba a su puerta. Humilde, bondadoso y muy gracioso, Paco se hizo con el corazón de todos los ejidenses a los que conoció a lo largo de su vida.
Su pasión y dedicación a la política la conocía todo aquel que estaba en el entorno de Francisco Antonio López Galdeano, conocido más cariñosamente como Paco ‘el rubio’, por su cabello dorado y ojos azules.
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Nacido en Almería el 25 de agosto de 1954, hijo de Francisco y Ángeles, Paco se crio con sus abuelos maternos, su mamita y su papita, en Balerma, donde lo cuidaron entre algodones para sacar adelante a un niño que desde recién nacido demostró tener mucha valentía fuera de lo normal, plantándole cara a la vida en varias ocasiones, recuerda su única hermana, Mari Angelitas.
Paco, firme defensor de las libertades y la democracia, luchó desde muy joven en la clandestinidad con sus amigos Jesús ‘el de la cripta’ y Manolo Fernández por cambiar la política franquista de la época que le tocó vivir, hasta que sintió que había un partido que le representaba y por el que defendería sus ideales de forma tenaz, el PSOE, en este caso de El Ejido, donde llegó a ser secretario de organización y donde tuvo la oportunidad de ser concejal en el año 1999 durante una legislatura en la que defendió los intereses de los ejidenses.
Loli Martín Lirola, su mujer, recuerda que Paco era un hombre muy persis- tente y que no cejaba en su empeño hasta conseguir lo que quería. “Nos conocimos en una fiesta de la Virgen del Carmen en Balerma. Yo iba en la bicicleta con mi amiga y él dijo: A esa chica pequeñita (de estatura) la tengo que conquistar”. Y así fue. Los fines de semana subía desde Balerma a El Ejido a ver a Loli haciendo autoestop hasta que la conquistó y se casaron en la parroquia del municipio ejidense en 1979.
Desde bien pequeño, a pesar de ser el niño mimado de la familia –espe- cialmente por sus tías–, Paco ayudó en el secano a su padre y a su papita a recoger tomates. No quiso estudiar, pero años más tarde se dio cuenta de la necesidad de tener una formación y mientras de día trabajaba, por la noche estudiaba contabilidad. Se colocó como ‘pesaor’ en la alhóndiga Agrupaejido y después fue contable en el taller de ferralla Martín y Jiménez hasta que entró como secretario de organización del PSOE en El Ejido, donde estuvo hasta antes de partir para siempre.
Amigo de sus amigos, hay que resaltar que Paco fue un hombre que siempre estuvo pendiente de su mujer y de sus dos hijos, Raquel y Antonio, con quienes aprovechaba los fines de semana para viajar, salir a comer y hacer cosas para disfrutar de la vida en familia, como jugar un domingo al parchís o a las damas con sus hijos. Paco, de ideas muy claras, tenía claro que el día que ya no estuviera en este mundo quería marcharse ‘harto’ de vivir experiencias con su familia y amigos.
Y así lo hizo. El Círculo Cultural y Recreativo era en aquella época el mayor punto de encuentro social del municipio, y tanto Paco como su mujer no dudaban en ser partícipes de ello. “Éramos socios del Círculo. Allí nos juntábamos en las fechas seña- ladas varios matrimonios: Antonio Lara y su mujer Marisol, Gabriel ‘el pincho’ y su mujer Mari Ángeles, Antonio y María, mi hermano Antonio y mi cuñada Ana Mari, mi otro hermano Pepe y su mujer Pre, y mi hermana Rosa Mari y terminábamos de bailar por la mañana”, anhela Loli, quien comenta que a su marido le gustaba jugar al fútbol sala, viajar y la música. “Íbamos a la plaza de toros de Almería a conciertos de Víctor Manuel, Sabina o Miguel Ríos”.
Gracias a su sociabilidad y afán por ayudar a quien tocaba a su puerta o llamaba a su teléfono, Paco hizo grandes amigos fuera y dentro de la política con quienes le gustaba ir a tomarse una cervecilla cuando terminaba su trabajo en el ayuntamiento. Amigos como José Miguel Alarcón, actual secretario de organización del PSOE El Ejido, quien a día de hoy aún lamenta que su amigo muriera tan joven. “Él me enseñó en aquellos tiempos todo lo que sabía como secretario de organización”, recuerda con añoranza José Miguel, quien no duda en destacar que nunca conoció a nadie como Paco que fuera “tan firme defensor de las libertades y de su ideología. Además de una persona con un gran corazón”.
El mismo gran corazón que dejó de latir el 5 de enero de 2008 cuando con solo 53 años Paco ‘el rubio’ falleció de un infarto cerebral dejando a toda su familia y amigos devastados. Loli recuerda que, a pesar del dolor por la pérdida de su compañero de viaje, el día que lo enterraron se sintió reconfortada de ver cuánto quería el pueblo de El Ejido a su marido. “Fuimos andando detrás del féretro desde la iglesia hasta el cementerio y políticos de todos los signos políticos, incluido el alcalde en aquel momento, Juan Enciso, fueron acompañándonos. Mi marido era un hombre servicial, bondadoso, muy chistoso…”, quien, aparte de ganarse el corazón de su familia, también se ganó el de los ejidenses, que siguen recordándolo con cariño.
Desde allí arriba, Paco, muy presente en el corazón de su familia, ve crecer su legado y es que, aunque no llegó a conocerlos, tiene dos preciosos nietos, Valeria y Teo, quienes cuando crezcan conocerán la trayectoria de su abuelo de quien se sentirán orgullosos por haber sido un hombre lleno de humildad y bondad. 1960.