3 minute read

Carta Encíclica Redemptoris Missio: la permanente validez del mandato misionero

el peso de la palaBra | misionera cristo IglesIA fe fe

Dios

Advertisement

misioneracomunidad iglesia vidacristo espiritu ónfe misión fe espírituHomBre misión Dios VIDAHombreespíritu Jesús tiempo cristo reino Hacia oBra tamBiÉn dar fe dar vida misionera Hombre cristo tamBiÉn Jesús mundo anuncio Hacia dar o B ra Gen eVangelio t A mb I én IglesIA misión IglesIAfemundo m undoGente cristo vida dan mundo tamBiÉnespíritucomunidad reino Gente tamBiÉn hombreDios Hacia anuncio Jesús misión mundo Gente evanGelio evanGelio Dios espiritu fe mundoGente iglesia evanGeliomisión comunidad Jesús cristo HomBre fe espíritu Hacia fe mundo com reino fe iglesia mundoiglesia vidacristo espiritu mundoGente Dios también fe HomBre reino misiónJesús tam B i É n cristo Fe comunidad VIDA

carta encíclica redemptoris missio la permanente validez del mandato misionero

POR_ Santiago Orrego, profesor de la Facultad de Filosofía UC | sorregos@uc.cl

«Misión», «Iglesia» y «Cristo», en ese orden, son las tres palabras más usadas en la encíclica Redemptoris missio de Juan Pablo II. Es un texto desafiante que vuelve a proponer con fuerza una verdad de la fe que se ha llegado a oscurecer incluso entre los fieles católicos. Esa verdad oscurecida se puede expresar con esas mismas tres palabras y en su mismo orden: la «misión» de la «Iglesia» es llevar a «Cristo». ¿No es esto algo evidente? ¿Acaso necesita ser recordado, y en una encíclica, nada menos?

Recuerda la encíclica que llevar a Cristo a quienes no lo conocen — personas y pueblos— es una misión: no solo una opción legítima entre otras, sino un imperativo urgente. El texto (n. 36) identifica como una de las razones más graves de la pérdida del impulso misionero al indiferentismo religioso. «¿No puede uno salvarse en cualquier religión? ¿Para qué, entonces, la misión?», interroga Juan Pablo II (n. 4), confrontándonos con la mentalidad dominante.

Recuerda que predicar a Cristo a todas las naciones es una misión constitutiva de la Iglesia, en la que todos sus miembros, por tanto, deben estar de algún modo implicados. El texto señala dos medios de compromiso que todos pueden asumir para ayudar a ese fin: la oración y los sacrificios.

Recuerda que la Iglesia deben llevar a Cristo: no solo paz, comprensión y ayuda humanitaria, sino a «Jesucristo único salvador» (cap. I): que el encuentro con Cristo es un bien irreemplazable, inestimable. Solo esta fe reaviva la misión.

Allegoria ed effetti del Buono e del Cattivo Governo, Lorenzetti c.1338-40. Detalle del Buen Gobierno.

Cómo gobernar: un relato pictórico

La Alegoría del buen y mal gobierno (c.1338-40) de Ambrogio Lorenzetti es uno de los ciclos pictóricos narrativos más relevantes del gótico tardío. Se trata de un conjunto de frescos de carácter laico ubicados en una de las salas más importantes del Palacio Público (ayuntamiento) de Siena, aquella donde sesionaban los nueve representantes del gobierno de la época.

Como ocurre a lo largo del medioevo, aquí se ofrece al espectador una visión contrastada entre bien y mal, virtud y vicio, alegría y tristeza, vida y muerte, entre otros.

Lorenzetti no solo realizó un magnifico ciclo pictórico, también configuró un ideario político-moral y un recordatorio de los beneficios y consecuencias de un buen y mal gobierno.

Destaco que al entrar a la sala el primer fresco que se ve es el del mal gobierno, y luego el del buen gobierno, donde los ejes principales son la paz y la justicia. Curiosidad o casualidad, este último es el que mejor ha soportado el paso del tiempo, y su buen estado de conservación permite conocer y recrear la idea de comunidad que imperaba en la época. Asimismo, contiene valiosa información visual sobre las costumbres, los trajes y el paisaje urbano y rural de mediados del siglo XIV.

This article is from: