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Cortar los hilos. Tomar decisiones
Cortar los hilos ¿Tomar decisiones? Autor: Julio César González Morales
Cada día de tu existencia tomas una gran cantidad de decisiones. Unas importantes y otras no tanto, sencillas o complicadas, cotidianas o trascendentales, pero decisiones al fin. Una decisión casi siempre consiste en optar por una, de un repertorio de diferentes alternativas de acción ante una determinada situación. Constantemente surgen asuntos que resolver y cada uno, generalmente, tiene más de un camino posible para su solución. Estamos, por tanto, constantemente sometidos a la exigencia de elegir el que consideremos “más adecuado”, lo que nos lleva a tomar una decisión.
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Suena tu alarma a las 7.00 a.m., te despiertas aun con sueño, pero debes prepararte para una entrevista de trabajo concertado para las 10.00 a.m. Pudieras dormir media hora más, pero debes hacer otras cosas antes. ¿Te levantas o descansas otro poco? Esa puede ser la primera decisión del día. Luego tendrás que decidir qué desayunas, si es que tienes opciones, claro, o sobre cuál ropa sería la más adecuada, o qué documentos llevar, o cuál vía sería la más indicada para llegar a tu destino, o aceptar el trabajo que te ofrecen, o sobre muchos otros detalles de mayor o menor significado para ti.
Cada decisión que tomas, por sencilla que parezca, tendrá una serie de consecuencias que deberás enfrentar tomando otras nuevas decisiones, que también tendrán sus efectos, que derivarán en nuevas situaciones y así sucesivamente. Tendrás que jerarquizar entre toda una
gama de cuestiones pendientes, cuales harás primero y cuales después, lo que, en ocasiones, no resulta fácil. Todo ello te exige una profunda y compleja actividad reflexiva y emocional, que estás obligado a realizar. Tendrás que observar, comparar las opciones, ordenarlas, clasificarlas, analizar, sintetizar, valorar, para elegir la más adecuada, lo que implica la renuncia a otras. Cada decisión implicará tomar ciertos riesgos, que debes estar dispuesto a asumir, sin miedo a equivocarte.
Se presenta la faena como una madeja de acciones interconectadas entre sí, que deberás planear, organizar y realizar poniendo en juego toda tu experiencia, todas tus habilidades y cualidades posibles. Al final del día, habrás logrado algunas metas que te hayas propuesto para alcanzar, con éxito, los objetivos que te planteaste. Todo ello mediado y facilitado por la toma de una serie de decisiones oportunas. Si tus decisiones continuas no fuesen tan oportunas y adecuadas a las variadas situaciones, tu vida podría convertirse en un desastre. De ahí su importancia.
Generalmente no somos conscientes del profundo significado de nuestras decisiones. Ellas pueden tener repercusiones no solo para nosotros sino también para las personas que nos rodean, lo que les otorga mucho mayor sentido. Generalmente ocurre así, por el simple hecho de que no andamos solos por el mundo. Vivimos en el contexto de una familia, de una comunidad, de un grupo en el que trabajamos, rodeados siempre por otros seres
humanos con los que compartimos obligadamente nuestras vidas.
Padres, hermanos, hijos, cónyuges, maestros, compañeros, colegas, que no solo reciben las consecuencias de nuestras decisiones, sino que la mayoría de las veces influyen en ellas. Con frecuencia, cuando tomas una decisión, estás siendo influido por la opinión de alguno de estos personajes, o simplemente por tu imaginario de lo que ellos pensarían si hicieras una cosa u otra. Eso complica mucho más el proceso. Nuestros actos están modelados y en muchas ocasiones determinados, por la opinión real o potencial de los demás.
En resumen, tus decisiones están configuradas por muchísimos elementos componentes. Por una parte, tus creencias, convicciones, autoes-
tima, actitudes y otros componentes de tu mundo subjetivo interno y por otra, otros tantos componentes estructurantes en la situación en la que se integran, además de las condiciones objetivas, los mundos subjetivos de las otras personas que conforman la sociedad. Como resultado, tus decisiones son el resumen de una mezcla de factores internos y externos indisolublemente ligados e interconectados.
Ese proceso, que se torna muy complejo, es precisamente el que hace tan difícil tomar decisiones, pero al mismo tiempo convierte a tu cotidianidad en algo realmente intrigante y apasionante. Tú has desarrollado, al menos potencialmente, un sistema de capacidades que te permitirían tomar las mejores decisiones en las más complejas situaciones. Se trata de tu capacidad de agencia. Su educación te dotará de lo necesario para transcender en la vida, que no es otra cosa que lograr los propósitos de crecimiento y desarrollo humano personal, que seas capaz de plantearte.
Decidir, elegir, no es un proceso fácil. La toma de una decisión implica a su vez una renuncia y siempre conlleva la posibilidad del error. Ese riesgo puede conducirnos a la trampa de la indecisión. Resulta imposible vivir sin tomar decisiones. El hecho de no hacerlo es en sí una decisión que trae consecuencias negativas, porque entregamos el control de nuestro futuro a los demás y/o a las circunstancias de nuestro entorno.
Sobre estos temas estaremos conversando. Gracias por tu atención.