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RESULTADOS Y HALLAZGOS

El presente capítulo expone el análisis de los veinte artículos científicos seleccionados, los cinco capítulos de libros y las cinco tesis, ordenados por temáticas y por procesos históricos. Los primeros subcapítulos abordan la línea histórica y con ello los procesos de chilenización en una región con características demográficas pluriculturales. Posteriormente los estudios que abordan fenómenos más recientes sobre la migración en la región y la forma como dan cuenta de las estrategias de inclusión/exclusión social de los migrantes.

1. La construcción del territorio transfronterizo y la sociedad pluricultural

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Como se ha mencionado anteriormente, abordar el fenómeno migratorio en Tarapacá implica comprender el carácter histórico de un territorio transfronterizo, idea que ha sido desarrollada por diversas investigaciones regionales que permiten comprender cómo se gesta esta sociedad pluricultural. Desde ahí, los estudios analizados en esta oportunidad abordan los principales flujos migratorios de ciudadanos peruanos, bolivianos y chinos, como también del pueblo aymara, los cuales han estado determinados por múltiples factores, especialmente, por estrategias político-económicas.

Tal como se observa en la línea de tiempo, los flujos migratorios en la región se caracterizan por pulsos condicionados por el derrotero histórico del territorio, donde, por ejemplo, es relevante considerar la anexión oficial de Tarapacá post guerra del Pacífico y los procesos socioeconómicos como el auge salitrero o el movimiento social del internacionalismo obrero. Sin embargo, la tradición migratoria de la región comienza incluso antes de ser territorio de soberanía chilena, donde uno de sus hitos más remotos es la llegada de los primeros ciudadanos chinos, cuya presencia ya era significativa durante la administración peruana en Tarapacá.

Figura 1: Línea de tiempo de flujos migratorios y estrategias de inclusión/exclusión de migrantes en Tarapacá

1879-1883 1884 Guerra del

Pacífico Tratado de

Ancón. Anexión de Tarapacá a Chile

Auge Salitrero

Internacionalismo obrero

1907 1910 Matanza escuela Santa María de Iquique Surgimiento

Ligas Patrióticas

1930 Crisis del salitre

1973 1975 Golpe de

Estado Instalación zona franca ZOFRI

1849 Ley China del Perú. Primeros barcos chinos llegados a Iquique

1860

Chile prohíbe la esclavitud y el tráfico de chinos

1960 Migración fronteriza pueblo aymara por pisos ecológicos Migración pendular de bolivianos por las salitreras Obreros salitreros trinacionales y pluriétnicos Expulsión de peruanos tarapaqueños Expulsión de obrerors peruanos y cierre de escuela peruanas Instalación del discurso nacionalista “Enganche” de chinos a las salitreras Instalación de escuelas fiscales en

Valles precordilleranos

Tarapacá Instalación de escuelas fiscales en el Altiplano (frontera) Tarapacá

Inicio Feminización fronteriza

Chilenización escolarChilenización compulsiva Proceso de Chilenización

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de; Gonzáles, 1993-1995-1999-2000-2008- 2016; Albo, 2000; Podestá, 2004; Sanchez, 2008; Fernández, 2015 y Calle, 2015.

En efecto, en el periodo 1850-1851 arribaron al puerto de Iquique los primeros barcos con personas contratadas para trabajar en las guaneras bajo la ley China del Perú en 1849 (Calle, 2015: 30), las cuales se encontraban en situaciones que hoy en día podrían considerarse una forma severa de esclavitud (Calle, 2015: 31), que en el caso chileno se encontraba abolida desde 1823. En 1860, el gobierno chileno incluso prohibió que barcos nacionales se dedicasen al tráfico de chinos, dictamen que sin embargo no impidió que siguieran entrando al país. Una vez finalizada la guerra del Pacífico, la administración chilena se encargaría de la inspección sanitaria de los barcos que llegaban, considerando “que para posicionar el salitre en el mercado chino era necesario permitir el ingreso de chinos por el norte” (Calle, 2015:32).

La guerra del Pacífico, por su parte, se constituyó en un hito que tuvo importantes efectos sobre los flujos migratorios, por cuanto la anexión de Tarapacá por virtud del tratado de Ancón en 1884, permitió el control del salitre, principal motor económico de dicho periodo, convirtiendo al territorio en un polo de atracción para aquellos que buscaban mejores oportunidades.

En este contexto, la modificación de las fronteras implicó además que la movilidad transfronteriza de los pueblos originarios, motivada por el intercambio de bienes y servicios que históricamente ejerció el pueblo aymara en los distintos pisos ecológicos del territorio, pasara a constituirse en un flujo migratorio propiamente tal (Albo, 2000). De esta forma, durante los primeros años de la Tarapacá chilena, comienza la incorporación del pueblo aymara al mundo de habla española por medio de un proceso de chilenización en el territorio tarapaqueño (González, 1993). El pleno contacto entre los aymaras del alto andino, de los pueblos contemporáneos de Isluga y Cariquima (que en los siglos XI hasta XVI d.c. pertenecían a los antiguos reinos aymaras de Carangas y Lípez) se generó durante el ciclo de expansión de la industria del salitre. Durante aquel periodo trabajaron en faenas mineras y como arrieros, siendo considerados, en términos estadísticos como peruanos, chilenos o bolivianos.

El auge salitrero dará paso a variadas oleadas migratorias, que en el marco de un modelo económico de carácter liberal que demandaba mano de obra barata, permitió la llegada de obreros de diversos lugares, en especial, de Bolivia (venidos por lo general de Cochabamba, La Paz y Oruro), quienes por medio del enganche eran traídos para trabajar especialmente en el cateo o en las labores más riesgosas dentro de la industria (González, 2009), situación que implicaba condiciones de vida altamente precarias.

La llegada de obreros de otros países, implico además la introducción y difusión de ideas emnacipadoras que buscaban abordar las problemáticas derivadas de las condiciones laborales existentes. Así, junto a los movimientos sociales comienza a gestarse la idea del internacionalismo obrero, donde se relevaba la “trinacionalidad dominante en la provincia: chilena, boliviana y peruana, en ese orden, que expresaba una sociedad pluriétnica además, donde participaban quechuas cochabambinos, aymaras del altiplano, mestizos chilenos y peruanos, gauchos cuyanos, etc. gente venida de los más apartados lugares a la pampa salitrera” (González, 1993: 6).

La creciente agitación social que el movimiento obrero produce deriva en una respuesta del Estado que busco la profundización del proceso chilenización, hecho que marcará profundamente el devenir de los migrantes en la región, afectando también los flujos migratorios. En términos generales, dicha estrategia busco enfrentar la influencia de la “peruanidad” en la región, produciendo por lo tanto una disminución considerable de la población peruana en Tarapacá, tendencia se agudiza luego de la matanza de obreros en la escuela Santa María de Iquique, debido la expulsión de peruanos-tarapaqueños. Así, los censos de 1907 y 1920 registran una disminución de peruanos en la región que bordeó el 48%, pasando de 23.574 a 12.095 personas. Para el año 1907 el número de migrantes alcanzaría un 38,9% del total de la población regional,

donde el 86% de ellos, era población migrante sudamericana, mayoritariamente peruanos y bolivianos (Tapia, 2012).

Tabla 1: Proporción de extranjeros sobre la población de Tarapacá y Chile 1885-2002

CENSO

1885 1895 1907 1920 1930 1940 1952 1960 1970 1982 1992 2002

Porcentaje de extranjeros respecto a la población de Tarapacá Porcentaje de extranjeros residentes respecto de la población nacional

51,9 28,5 39,8 15,3 12,0 6,8 5,9 5,0 8,5 1,9 1,8 3,0

Fuente: elaboración propia a partir de Tapia, 2012.

3,5 2,9 4,2 3,2 2,5 2,1 1,6 1,4 1,0 0,7 0,8 1,2

Otro hito histórico que marco profundamente los flujos migratorios fue la crisis del salitre de 1930, donde la magnitud de la debacle económica forzó a los enganchados bolivianos a regresar a sus tierras, aun cuando predomino un patrón de movilidad de carácter pendular, en función de los periodos de repunte y caída de la actividad (González, 2016). En paralelo, la crisis agudizara la precarización laboral. La necesidad de reducir costos de producción favoreció la entrada y contratación de chinos e indígenas bolivianos, cosa que generó, o agudizo, sentimientos de animadversión por parte de los obreros chilenos, quienes generalmente eran desvinculados durante estos periodos de crisis económica (Fernández, 2015).

Pese al fin del ciclo del salitre y a la crisis de 1930, los extranjeros provenientes de los países limítrofes seguirían siendo los más representativos de la población migrante en la región, la cual empezaría sin embargo a sufrir una disminución importante a partir de ese año; tendencia que, con excepción del decenio 1960-1970, no se rompería sino hasta la vuelta a la democracia.

2. Proceso de chilenización y la idea del otro inferior

La diversidad cultural generada por virtud de los flujos migratorios a menudo genera en los países receptores tensiones e incertidumbre; frente a lo cual se despliegan respuestas, a diferentes niveles, que generalmente derivan en estigmatización y violencia. A nivel estatal, y en el marco de un escenario de conflicto latente, el Estado de Chile impulso una serie de acciones destinadas chilenizar paulatinamente una zona donde la “identidad nacional” no estaba asentada. Se trata de un fenómeno ampliamente abordado en los estudios utilizados para el presente análisis, centrado en el devenir de una sociedad que, dada su transculturalidad, se intervino fuertemente con el objeto de asegurar la soberanía.

Figura 2: Proceso de chilenización en la región de Tarapacá

Necesidad de fortalecer la soberanía del territorio

Proceso de chilenización

Se estructura partir de

Exaltación del nacionalismo

Construcción idea del “otro inferior”

Sentimiento de modernidad

Chilenización compulsiva

Se ejecuta desde

Chilenización escolar

* ”Asimilación de la peruanidad de la región”

* Aculturación indígena

* Nacionalismo obrero

* Instalación de escuelas fiscales de matriz nacionalista

* Exatación de la hegemonía militar-patrótica

Fuente: elaboración propia

Entre los estudios que abordan el fenómeno se logran identificar tres elementos sobre los que se articuló esta estrategia; a saber, (i) la exaltación del nacionalismo; (ii) la construcción de la idea del otro inferior, y (iii) el sentimiento de modernidad. Estos, se operacionalizarían a su vez a través del despliegue de dos procesos; la llamada chilenización compulsiva y la chilenización escolar.

Chilenización compulsiva

La fase de chilenización compulsiva en la región, iniciada ya en pleno desarrollo de la Guerra del Pacífico, se profundiza una vez que se anexionó el territorio tarapaqueño. Se le califica así dado el impulso o deseo de hacer de la región, en un plazo lo más breve posible, un territorio de soberanía efectivamente chileno (Gonzáles, 1995), buscando para esto exaltar los atributos de una chilenidad que debía imponerse sobre otras formas culturales consideradas incapaces de adscribirse al proceso modernizador que debía traer el progreso de la nación. Para esto se implementaron dispositivos que operaron no solamente desde lo simbólico, sino que también, y muy a menudo, a través de la violencia física; estrategia que buscó tres objetivos principales; a saber, i) “asimilación de la peruanidad de la región”; ii) la aculturación indígena, y iii) el nacionalismo obrero y la precarización laboral.

a) La asimilación de la peruanidad de la región: Coincidiendo con la celebración de los cien años de la primera junta nacional de gobierno, a inicios de 1910 ya se hace clara la orientación asimilacionista de la identidad peruana en el territorio, convirtiéndose en el objetivo de la chilenización (Gonzáles, 1993: 5) y que tendría su base en la irrupción violenta del nacionalismo chileno tras la matanza obrera de la escuela Santa María en 1907 (Gonzáles, 2000). Luego de ello, bajo el amparo del partido Balmacedista, se crea la organización paramilitar denominada Ligas Patrióticas, motivadas por entregar un contenido patriótico al Estado nación de Chile, promoviendo lo nacional como sinónimo de modernidad; idea donde lo peruano/indígena/ asiático será considerado como inferior.

Este sentido nacionalista devino en violencia hacia las familias tarapaqueñas de origen peruano, dando paso a su expulsión. El primer grupo de expulsados se produjo luego de la Matanza de la escuela Santa María. Posteriormente, en 1911, se cierran las escuelas peruanas, se expulsa a los peruanos de los gremios y se les obliga a realizar el servicio militar. Se destruye también el consulado peruano, dando paso a una segunda oleada de expulsados, lo que no logró frenar que los obreros peruanos enganchados siguieran llegando a Tarapacá. En 1918 la violencia de la Ligas Patrióticas se acrecienta, marcando las viviendas peruanas con cruces, produciéndose saqueos, e incluso expulsión de autoridades, comerciantes, industriales y obreros.

Aculturación indígena: Esta fase estuvo marcada por una consideración hostil hacia el otro, construida, como se ha comentado, tanto del nacionalismo creciente como del sentido de modernización que fue latente en la época. En dicho proceso, junto con los peruanos, se incluyeron otros grupos que también sufrieron exclusión; los aymaras bolivianos, que pasaron de los pisos

ecológicos del altoandino hacia la pampa como mano de obra y que, pese a que enriquecieron comercial y culturalmente a una sociedad estructurada en base a la actividad salitrera, fueron también objeto de discriminación y menosprecio, situación que incluyo a los inmigrantes chinos. Así, operó una lógica de inclusión/exclusión que apuntaban al ser, a la identidad de los grupos humanos. Inclusión en tanto asimilación, como en el caso aymara, donde la exclusión opero sobre lo identitario, cosa que al dificultar las capacidades de movilización de recursos sociales, humanos y culturales, derivó un creciente estado de vulnerabilidad.

b) Nacionalismo obrero y precarización laboral: una de las estrategias más exitosas del proceso de chilenización compulsiva, fue la introducción del nacionalismo en el movimiento obrero, cuyas sus repercusiones siguen teniendo eco en la sociedad chilena actual. Como ya se adelantaba, la bandera de lucha del internacionalismo obrero ponía en tensión la soberanía chilena, originando que, de esta forma, el discurso nacionalista comenzara a introducirse en los espacios laborales, desde donde los obreros chilenos comenzaron a impregnarse de la idea de superioridad sobre el peruano, boliviano, el indígena y el asiático, resquebrajando con ello la perspectiva mancomunal internacionalista (Gonzáles, 1995: 48).

El discurso nacionalista entre los obreros comenzó a afianzarse en el periodo de crisis salitrera, el cual emerge de la precarización laboral. Así la aversión de los obreros chilenos se dirige directamente hacia dos poblaciones consideradas inferiores, el indígena boliviano y el inmigrante chino (Fernández, 2015), cuyos enganches a la industria salitrera implicaban menores costos por mano de obra. Algunos diarios de la época reflejan el marcado nacionalismo que reinaba entre los obreros: “Hay en los capitalistas carencias de afecto, de amor, siquiera de empatía o consideración para el altivo roto chileno. Y por eso desde hace tiempo se le está expulsando, arronjándosele, en condiciones miserables, de la pampa, y sustituyéndosele por individuos de raza primitivas, desdreñados de la espesura de las selvas y desde las regiones más incultas de la sierra” (El Pueblo Obrero 20/04/1907 en Fernández, 2015: 85-86).

Una serie de manifestaciones vendría aparejada a las expresiones de discriminación en los periódicos obreros, dejando de manifiesto la heterofobia hacia los inmigrantes chinos y bolivianos, como resultado del proceso de chilenización, lo que devino en menosprecio y racismo quebrantando así la convivencia pluricultural obrera.

Chilenización escolar

Una segunda arista del proceso tuvo lugar en las aulas, como una forma de asegurar que la chilenización empezara en los más pequeños. Esto se llevó a cabo básicamente a través de tres ejes de acción; a saber, la instalación de escuelas fiscales con matriz nacionalista; la exaltación de la hegemonía militar-patriótica y la violencia simbólica dirigida hacia el otro inferior.

La instalación de las escuelas fiscales marcaria en inicio de esta fase. Si bien se trató de una petición de los movimientos sociales ocurridos entre 1904 y 1908, más que convertirse en una respuesta estatal orientada a satisfacer una necesidad sentida, se constituyó en el principal espacio de violencia simbólica, donde operó un proceso de disciplinamiento en el cual se promovía la cultura chilena por sobre la aymara. Las primeras escuelas fiscales aparecen en los valles precordilleranos durante la crisis de 1930, ampliándose luego hacia la frontera altiplánica en la década del 50’ (Gonzáles, 1995). Las escuelas se convierten en el espacio primordial de aculturación indígena, a través de la incorporación forzosa de la lengua española y la cultura chilena. Frente a esto, surge la auto-invisibilización como una de las estrategias de adaptación del pueblo aymara (Gonzáles, 1999).

La exaltación de la hegemonía militar-patriótica se verá representada en la ritualidad de los actos patrióticos al interior de la escuelas, utilizados como medida de disciplinamiento de los estudiantes, por medio de las celebraciones patrias, las conmemoraciones cívicas de acontecimientos bélicos, acompañados de la simbología de estatuas, monumentos, desfiles, marchas militares en lugares con nombres que evocan aquellos momentos de la plaza Prat. De esta manera, el proceso de chilenización se estableció de manera tal, que se fue solidificando con el correr de los años y estructurando en el imaginario, discurso y prácticas de los espacios educativos del sistema escolar (Mondaca, 2014).

3. Feminización migratoria

Actualmente, el análisis de los inicios del fenómeno migratorio en la región ha derivado a la indagación de algunos aspectos que, en forma posterior a la crisis del salitre y hasta nuestros días, surgieron como temáticas relevantes, siendo el proceso de feminización migratoria uno de los principales.

Como ya se ha relatado en los apartados anteriores, la migración en la región inicialmente estuvo determinada por los ciclos del salitre, lo que atrajo principalmente a migrantes hombres

que se incorporaron en el mundo del trabajo. Sin embargo, con la crisis económica se comenzó a gestar una transformación del perfil migratorio, dando paso a una incipiente feminización de la migración proveniente de países limítrofes (Tapia, 2012).

Grafico 3: Extranjeros de origen fronterizo en Tarapacá, por sexo durante el siglo XX y XXI

16ooo

14ooo

12ooo

1oooo

8ooo

6ooo

4ooo

2ooo

o

H M 19o7

Peruanos Censos Bolivianos Argentinos

H M 1930

H M 1960

Fuente: elaboración propia

H M 1982

H M 2002

Estudios recientes señalan que son las mujeres quienes más emigran. Encontrándose la mayoría de ellas en edad reproductiva, el desplazamiento implica muchas veces una redefinición de los roles tradicionales de género, pues junto con seguir siendo madres y cónyuges a distancia, pasan a tener la figura de proveedoras (Barra, 2017).

En el periodo comprendido entre 1982 y 2002, los datos muestran que la migración fronteriza boliviana y peruana ha tendido a una feminización del flujo y a un aumento de los años de escolaridad de quienes migran, en especial los de origen peruano. Aquello es interesante, pues marca una nueva dinámica migratoria respecto a una región que históricamente ha sido receptora de trabajadores estacionales de origen fronterizo, quienes vienen a probar suerte y, en ocasiones, terminan estableciéndose definitivamente. Las motivaciones por las cuales las mujeres bolivianas y peruanas migran a la región son principalmente económicas, aun cuando también combinan con otras razones como “la baja responsabilidad paternal en el sostenimiento de las familias y violencia contra la mujer” (Tapia y Ramos, 2013: 239).

La mayoría de las migrantes bolivianas ingresa bajo la visa de turista, la cual tiene una vigencia de 90 días. Cumplido este plazo regresan a su país de origen, desde donde realizan nuevamente el ingreso a Iquique, momento en el cual se activa el permiso por otros noventa días. Sin embargo, la entrada como turista, al no permitir la ejecución de un trabajo, desemboca en que, en general, el desenlace laboral sea de tipo informal. Ahora bien, esta dinámica se realiza muchas veces aun existiendo una normativa, vigente desde el año 2009, en la que los Estados miembros del Mercosur Bolivia y Chile permiten “visaciones de residencia temporaria por un año prorrogable por igual período sin la necesidad de contar con un contrato de trabajo al momento de la solicitud” (2013: 241) 2 . Por su parte, la población peruana opta por acogerse al Convenio de tránsito de personas en la zona fronteriza chileno-peruana de Arica y Tacna o al Acuerdo para el ingreso y tránsito nacionales peruanos y chilenos en calidad de turista con documento de identidad 3 . Ambos, le permiten al migrante peruano ingresar por siete días con documentos de identidad, luego de los cuales se retorna a Tacna para luego ingresar nuevamente a Arica (2013: 241).

En el caso de los impactos que el desplazamiento tiene sobre las mujeres, específicamente sobre el rol que cumplen producto del cambio de sus condiciones de vida, algunos estudios se han centrado sobre la manera en que este, al menos en parte, se sigue reproduciendo. En el caso de inmigrantes bolivianas, la decisión de emigrar parece no estar solamente centrada en las expectativas que genera un territorio donde existen mayores oportunidades económicas respecto del país de origen 4 , sino que también está condicionada por factores de índole emocional “ligados a rupturas y separaciones” (Barra, 2017: 126). Un elemento destacable de este fenómeno reside en la constatación de que, pese a la distancia, hay aspectos del rol que se siguen cumpliendo, como por ejemplo, la maternidad transfronteriza. Lo anterior podría estar ligado a la modalidad de deslazamiento adoptada. El estudio de Leiva y Ross (2017), por ejemplo, da cuenta de prácticas migratorias, de carácter temporal y cíclicas, que bolivianas contratadas como trabajadoras domésticas realizan por periodos acotados de tiempo que no superan los tres meses. Esta modalidad de migración circular 5 , se caracteriza por movimientos de entrada y salida de una población que no busca establecerse en el lugar de destino ni pretende abandonar su territorio de origen.

4. Estrategias de inclusión/exclusión de migrantes en Tarapacá

En los estudios más contemporáneos analizados en esta investigación, se produce un vuelco en el foco de análisis, donde, más que abordar el fenómeno migratorio de una manera general, las

2 Este fenómeno se da tanto por desconocimiento de las personas que migran como por el costo que involucra su gestión. 3 El convenio fue firmado el año 1983, mientras que el acuerdo el 2005. 4 Las cuales sin duda operan con tal fuerza que el desplazamiento se realiza aun teniendo en cuenta que se está más expuesta a malas condiciones de trabajos y discriminación, sea esta racial y/o de género. 5 Se trata de un concepto que fue acuñado por Tarrius para referirse a ese tipo de dinámicas específicas de movilidad humana (Tarrius, 2007).

investigaciones comienzan a relevar especificidades de la realidad migratoria en la región y de sus distintos grupos.

Pese a la parcialidad de las temáticas, comienzan a emerger ciertas claves analíticas que se repiten en cada uno de los estudios; estas son, las estrategias desarrolladas tanto por los grupos migrantes como por el Estado de Chile, las cuales propician lógicas de inclusión social, y en los casos más desfavorables, exclusión de los grupos migrantes. Dichas prácticas son desarrolladas en ciertas esferas de realidad, donde los procesos de inclusión/exclusión muestran ciertas particularidades.

Dichas esferas están directamente relacionadas con las dimensiones de pobreza multidimensional propuestas por el Estado a través de la encuesta Casen, que para el caso de esta investigación, serán: (a) educación, (b) trabajo y seguridad social, (c) vivienda y entorno, y (d) redes y cohesión social.

a) Educación: Pese a los esfuerzos por implementar programas de educación intercultural para atender la realidad sociocultural y migratoria de Tarapacá, como la Educación Intercultural Bilingüe instalada el año 1996 tras la Ley 19.253, el ejercicio pedagógico suele reproducir ciertos estereotipos que se orientan a reivindicar lo nacional por sobre una verdadera integración intercultural (Mondaca, Rivera y Gajardo, 2014). Así, los jardines infantiles se constituyen en un primer dispositivo de concientización, en el cual se reproduce un discurso sostenido en la construcción “épica” de la identidad chilena. De acuerdo a los autores, se trata de un método que dista de su objetivo declarado ya que, de ser inclusivo, debería “enfocarse hacia la paz y los aspectos históricos comunes de Chile, Bolivia y Perú, antes que en sus diferencias como Estados nacionales” (2014: 254), donde “las educadoras de párvulos son el ente socializador formal de ciudadanía y cumplen un rol de auxiliadoras de la tarea nacionalista del Estado chileno en la región de Tarapacá” (2014: 258). Aquí, comienza a delinearse en los pequeños la adscripción a un patriotismo basado en el “respeto a la patria” que resulta ser problemático en el caso de niños con padres de nacionalidad boliviana y peruana.

De esta forma, la escuela, y en particular los jardines infantiles terminan desarrollando una estrategia de asimilación que tiende a reavivar el nacionalismo; esto, mediante la escenificación de un pasado conflictivo que se resuelve militarmente y donde el resultado es el predominio de una cultura sobre otra. Se trata en definitiva de una visión que no da cabida a la articulación de la diversidad, realidad que no será superada de no mediar un tipo de inclusión en el cual las miradas a nuestro pasado trasciendan la confrontación (Mondaca, Rivera y Gajardo, 2014). Se

trata en este caso de apostar por una estrategia donde se promueva una visión histórica de lo local en la que sea posible un civismo inclusivo que se centre en el respeto y la valorización de la riqueza cultural que contiene el territorio.

Trabajo y seguridad social: como ya se ha mencionado, la motivación económica es gravitante en la decisión de emigrar, aun hoy en día, donde se ha producido la llegada de mujeres migrantes a nuevos espacios laborales en la región. Pese que los flujos migratorios han variado respecto de su composición y características, una situación que permanece invariable es la precariedad de la inserción laboral, donde en general se llega a ocupar nichos no deseados por los chilenos y que, además, muchas veces son de carácter informal. Esta realidad ha sido estudiada, por ejemplo, en el sector de la construcción, donde la subcontratación y las condiciones laborales potencian la vulnerabilidad de los trabajadores inmigrantes latinoamericanos (Stefoni, Leiva y Bonhomme, 2017).

La flexibilidad que posibilita el uso de mano de obra migrante no ocurre sólo en la construcción, sino también en el trabajo agrícola, limpieza, fabrica y trabajo doméstico y comercial. En este escenario, la precariedad laboral se ve favorecida cuando se conjugan factores como el status migratorio, desconocimiento del idioma, escasa afiliación sindical, desconocimiento de la legislación, pertenencia a un grupo determinado, etc. De esta forma, el migrante se constituye en un sujeto particularmente expuesto a un mercado de trabajo en cuya dinámica el Estado no ha intervenido adecuadamente.

b) Vivienda y entorno: El desplazamiento no solamente implica mayores riesgos en términos laborales, sino que además una mayor probabilidad de habitar de forma precaria, tanto en términos de acceso a la vivienda como a las posibilidades de inclusión en el espacio barrial. En el caso de la ciudad de Iquique, y en el marco de una dinámica urbana en la que existen desigualdades y segregación espacial, se han constatado procesos de “tugurizacion” donde los migrantes tienden a ocupar “viviendas que no reúnen las condiciones básicas de habitabilidad por tener deficiencias en cuanto al área de servicio de agua, energía eléctrica, iluminación, ventilación natural e igualmente por estar deteriorada y no contar con posibilidades de ampliación o remodelación y carecer de certificado de habitabilidad” (Contreras y Palma, 2015: 47;49). Se trata de viviendas en las cuales habita un gran número de personas y que se constituyen en colchones residenciales a los cuales logran acceder los sectores populares, al ser relativamente baratos frente a los altos precios que alcanza la tierra y las viviendas (Contreras, Ala-Louko y Labbé, 2015: 59).

Esta realidad se da en el marco de una ciudad sobre la cual se ha construido un imaginario de un lugar desarrollado, equipado y con igualdad de oportunidades en lo laboral; esto, dada su condición de nodo productivo que desde la década de los noventas surge con la industria portuaria, minería y terciaria con ZOFRI. Estas dinámicas, sin embargo, han llevado a la constitución de un territorio desigual y fragmentado, donde coexisten zonas en franco proceso de deterioro con paños de vivienda con altos estándares cuyo acceso está condicionado por la capacidad económica (Contreras y Palma, 2015: 49).

De esta forma, en Iquique existe un mercado de vivienda donde existen espacios de formalidad e informalidad; siendo estos últimos a los que acceden aquellos con más bajos recursos. En efecto, los inmigrantes llegan a vivir a los mismos lugares a los cuales llegaron las familias pampinas “a habitar de manera irregular en los años 60” (Contreras, Ala-Louko y Labbé, 2015: 60); esto es, el área central y pericentral, así como en los alrededores de la Plaza Arica. Dentro de este espacio céntrico se encuentra el Barrio Boliviano y la Población Jorge Inostroza. Se suma al pericentro de la ciudad la Población Jorge Ibañez y Caupolicán. En general, se trata de espacios que se encuentran cercanos a los lugares habituales de trabajo, como el terminal Agropecuario, en el pericentro sur, y el mercado tradicional, que se encuentra próximo al Barrio Boliviano. Las viviendas, generalmente muy deterioradas, sufren además un proceso de tugurizacion creciente, donde es usual la práctica de subarriendo de habitaciones de no más de 50m2 (Contreras, Ala-Louko y Labbé, 2015: 60).

Según señalan las autoras el fenómeno del acceso a la vivienda en Iquique por parte de los inmigrantes latinoamericanos implica un patrón de localización donde el aumento del valor de los arriendos y restricciones como el pago por adelantado hacen que el migrante elija los inmuebles del pericentro sur de la ciudad, donde en general se accede a viviendas en condiciones de hacinamiento e inadecuadas. Por su parte, los migrantes colombianos, ecuatorianos y dominicanos establecen diferentes estrategias para acceder a un mercado de alquiler informal, cada vez más creciente y segregado.

En paralelo, la construcción de barrios vinculados al comercio se convierte en una de las estrategias de inclusión social que son aprovechadas por los migrantes latinoamericanos. En este sentido, la zona franca de Iquique ha motivado un flujo migratorio temporal, a lo que señalan que, principalmente la migración boliviana constituye “una población flotante que por motivos comerciales y laborales realizan viajes frecuentes a Iquique” (Pereira y Uribe, 2010: 52).

El estudio publicado el 2016 por Marcela Tapia y Fernanda Chacón indaga sobre la importancia

Figura 3: Mapa de la ciudad de Iquique y delimitación de los sectores habitados por migrantes

Fuente: elaborado por Contreras y Palma 2015, mediante datos de MINVU 2013.

de los lugares en los cuales se sitúan, establecen y generan relaciones sociales y económicas los inmigrantes. En específico, el estudio se centra en la población boliviana y la importancia que tiene el barrio como dispositivo fronterizo y como expresión donde se expresan las interacciones entre personas y las constantes idas y venidas de aquellos que tejen una red de apoyo y servicios; realidad que sugiere un patrón de movilidad circular que se aleja de la noción clásica de migración. Desde aquí, se aborda un barrio histórico de la ciudad de Iquique, el cual atiende a los comerciantes bolivianos que cruzan la frontera para realizar compras de mercancía en zona franca de Iquique, los cuales adquieren un carácter de “comerciante transfronterizo” cuyo

operar es propio de la economía popular boliviana. Esta práctica ha permitido que surja una “élite o grupo aymara y mestizo” la cual generan toda una trayectoria comercial desde un país al otro y con ello una estructura propia, relativamente sólida, y que se puede ver materializada en el barrio.

La realidad en los espacios fronterizos donde es frecuente la movilidad implica el cambio de residencia por periodos cortos y el retorno a los lugares de origen, una práctica circular motivada por diferentes razones, como por ejemplo comprar barato, acceder a atención médica, ocio, estudio o trabajo. En el caso del barrio boliviano, este se establece como una plataforma de servicios para los comerciantes bolivianos comerciantes, constituyéndose así en un nodo de actividades que además se constituyen en fuente laboral.

De esta forma, paraderos de buses internacionales, agencias de viajes, boleterías, servicio de taxis, residenciales, casas de cambio, centrales telefónicas y restaurantes típicos dan forma a un espacio que, al ser capaz de satisfacer las necesidades de los propios migrantes y comerciantes transfronterizos, se constituye en una zona donde se generan y reproducen las redes de apoyo para las personas que habitan y circulan. Sin embargo, se trata de un lugar que sobre el cual también existe una percepción de inseguridad y estigmatizacion 6 , construida a partir de una realidad que destaca por su precariedad y donde efectivamente se han ido situaciones conflictivas como el robo y el tráfico de drogas.

c) Redes y cohesión social: Los estudios de Ramos (2013) junto a Tapia (Tapia y Ramos, 2013) dan cuenta de las redes de apoyo que las mujeres migrantes van tejiendo al llegar a la ciudad de Iquique, las cuales se convierten en un apoyo emocional, informativo e instrumental. En este sentido, una de las principales instituciones de acogida en el Tarapacá actual es la Pastoral Migratoria INCAMI de Iquique. La importancia de la Pastoral Migratoria de la Iglesia Católica radica en ser un dispositivo de acogida al inmigrante, iniciando sus trabajos en Iquique en los años 80’. En los 90’ esta red se vincularía con INCAMI (Instituto Católico de Migrantes) debido al aumento de migración fronteriza y refugiados, así como solicitantes de asilo. A principios del 2000 la red de acogida de migrantes se establecía en la macrozona norte del país, Arica, Iquique, Pisiga, Calama y Copiapó. Con el objetivo principal de “acompañar pastoralmente a los migrantes desde sus comunidades de origen hasta las sociedades de destino y brindar apoyo” (Tapia y Ramos, 2013: 234).

La Pastoral de Migración en la ciudad de Iquique ha permitido la regularización de población extranjera, contribuyendo a “la descentralización del sistema de refugio” (Tapia y Ramos, 2013:

6 El barrio es estigmatizado tanto por la población como por medios de comunicación. En este punto se relaciona con otras investigaciones que señalan las percepciones que se tienen sobre el barrio boliviano. Considerado como un espacio de inseguridad, incertidumbre, como un lugar en el cual se trafica droga, la ilegalidad y se encuentra la delincuencia.

235) Durante los años 2007 y 2008 se les otorgó visa de residencia temporaria a 50.000 personas que se encontraban en situación irregulares en Chile, y que en Tarapacá benefició a cerca de 5.000 personas. Con ello la Pastoral es uno de los principales dispositivos de acogida en la región, los que se suman las ONGs, los departamentos de universidades y las mismas organizaciones migrantes, para la atención y el apoyo de aquellos que recién llegan.

Los centros religiosos han sido fundamentales para la inserción en la sociedad receptora, en un marco en el que no existen en Iquique centros de atención integral desde lo público para los inmigrantes. Más aun, estas instituciones privadas se convierten en una instancia a través de la cual es posible la movilización de los recursos internos y su enganche con la estructura de oportunidades, contribuyendo de esta manera a reducir el riesgo de vulnerabilidad y exclusión social.

Sin embargo, esta red tiene un campo de acción acotado, pues se sustenta en base a la acción de voluntarios y prácticas de estudiantes universitarios, junto a donaciones de la Iglesia, particulares y del municipio. Estas limitaciones se cristalizan en una reducida inserción de las inmigrantes al mundo laboral, pero que aun así se constituye en un dispositivo que facilita la adaptación al territorio, utilizado por las migrantes como un recurso en el marco de las estrategias que despliegan para su inserción, aun cuando, por ejemplo en términos laborales, esta sigue siendo en trabajos muy acotados, subvalorados y reproductores del imaginario que se hace del migrante, nacionalidad y su género: “Las peruanas son buenas nanas”. Pese aquello, y aún más importante, La Pastoral Migratoria es un agente de resguardo, entregando protección a las migrantes. Se destaca el: conocimiento de derechos laborales: orientaciones en el lugar de asentamiento; normalización de antecedentes; conocimiento del amparo de tratados internacionales; y permite tejer redes informales de soporte y el acompañamiento del proceso migratorio.

La importancia de las redes para las migrantes, como bien señala el estudio analizado, radica en que se constituyen en “formas de capital social en tanto son un recurso que portan los migrantes y lo despliegan durante todo el proceso migratorio, es decir, antes de migrar, durante la migración, en el establecimiento y en el retorno” (Tapia y Ramos, 2013: 243). Así, este tipo de redes constituyen lazos de solidaridad, permitiendo “amortiguar” el choque que les significaba a las mujeres, la llegada a una ciudad desconocida y con normativas distintas.

En síntesis, las estrategias de inclusión social de los migrantes, dispuestas por el Estado e implementadas en Tarapacá han distado bastante de una integración real de los grupos migratorios. Más bien, con el análisis de los diversos estudios desarrollados en la región queda de

manifiesto que se ha buscado invisibilizar el carácter transfronterizo y pluricultural desde donde se funda la región y que persiste hasta el día de hoy. En este contexto, los migrantes han desarrollado estrategias principalmente adaptativas y en algunos casos, hasta precarizantes, con el fin de satisfacer sus necesidades más urgentes. El desafío está en promover el desarrollo de estrategias que hagan confluir un desarrollo sostenible del territorio, sin que esto implique la anulación de las diversas culturas que confluyen en la región.

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