EnseĂąanzas de una ludoteca Una experiencia de la Unidad de Servicio Familiar Restrepo, Meta Relato de A na Y urisan P eĂąa P idiache O lga T eresa S alamanca A yala
Enseñanzas de una ludoteca, 2016 Ministerio de Educación Nacional, Colombia Una experiencia de la Unidad de Servicio Familiar (modalidad familiar) Restrepo, Meta Relato de Ana Yurisan Peña Pidiache Olga Teresa Salamanca Ayala Proyecto editorial desarrollado por la Corporación Voces y Saberes Coordinación editorial Mariana Schmidt Quintero Carolina Turriago Borrero Redacción Juan de Brigard Pardo Asistencia editorial Juan Pablo Bonilla Carvajal Corrección de estilo Lilia Carvajal Ahumada Diseño y diagramación Marta Cecilia Ayerbe Posada Impresión Zetta Comunicadores S. A. Esta reseña se desarrolló en el marco de la Alianza por la Primera Infancia (Convenio de asociación 1375 de 2015), producto del diseño del esquema de reconocimientos e incentivos a buenas prácticas en educación inicial.
La primera decisión clave del éxito del proyecto, fue conservar el equipo de trabajo de la ludoteca. Esto tiene muchas ventajas: las personas conocen la región, a los representantes locales de instituciones, médicos, psicólogos, nutricionistas, y la comunidad los identifica. S.P.
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uando uno trabaja con niños y los ve jugando y corriendo, no suele tener presentes todos los cambios de reglamento y de terminología que se aplican a una institución de educación en primera infancia, ni cómo estos inciden en la sus vidas. Esto es aún más difícil si las transformaciones se deben a medidas externas que llegan como una obligación y se sienten tan solo como un cambio en los nombres y un aumento en el número de formatos para diligenciar. Resulta necesario hacer un alto en el trajín cotidiano para reflexionar y ponderar las modificaciones hechas respecto a sus consecuencias en la vida de los niños y las niñas. En Restrepo, Meta, pequeño municipio turístico de la puerta del Llano, pasamos hace apenas un año, de tener una ludoteca organizada por el ICBF y con una capacidad moderada de atención, a administrar una unidad de servicio de modalidad familiar. No fue un cambio fácil, pero ahora vemos que fue posible gracias a una serie de decisiones que nos llevaron a reconocer que las familias deben estar más involucradas. Hoy en día contamos con redes de apoyo más sólidas y confiables, los agentes educativos estamos mejor capacitados y en últimas los chiquitos crecen más felices. La primera decisión clave del éxito del proyecto, fue conservar el equipo de trabajo de la ludoteca.
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Enseñanzas de una ludoteca Esto tiene muchas ventajas: las personas conocen la región, a los representantes locales de instituciones como el ICBF, a los funcionarios de otros campos de la atención integral a los niños (médicos, psicólogos, nutricionistas, etc.) y la comunidad los identifica. Sobre todo hay tres elementos invaluables: conocen a las familias y a sus hijos, son equipo de trabajo y tienen una gran experiencia que, aunque en algunos casos no estuvo desde el comienzo respaldada por títulos universitarios, certificados o diplomas, sí marcó una diferencia muy importante en la capacidad del talento humano —y de la institución— para atender a los niños. Creemos que reconocer la experiencia y las historias de vida de las personas en procesos como este, puede marcar la diferencia entre un CDI cálido, amable y exitoso, y uno que cumple los estándares de calidad sin ir más allá. Una vez establecido el CDI empezamos a regularizar y a hacer más frecuentes los procesos de cualificación de nuestro equipo. Ahora hay capacitaciones semanales que se inscriben en un plan anual de formación del talento humano. Cada sesión tiene temas distintos y va dirigida a todo el equipo. Este espacio se utiliza para que cada uno comparta sus experiencias, habilidades y saberes con los demás. Esto, además de permitir que cada miembro del grupo haga valiosos aportes a partir de su propia experiencia, con-
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Restrepo, Meta sigue multiplicar los conocimientos entre todos. Por ejemplo, una capacitación cuyo tema es el manejo de alimentos no va dirigida únicamente al personal que trabaja en la cocina. Un constante aprendizaje y compartir saberes entre todos han marcado una gran diferencia en la calidad de la atención que reciben los niños y las niñas. La habilidad empática que habíamos aprendido en el trabajo en ludotecas también fue un factor importante al instaurar programas con las familias. Muchas de las actividades que pusimos en práctica dependían de que todos interactuáramos con los padres y construyéramos con ellos buenas relaciones, pues solo así sería posible garantizar una participación comprometida y constante de su parte. Para tener éxito tuvimos que romper con la idea de que estos son un público pasivo y de que la función del CDI es simplemente informarlos. Por esa razón inventamos una serie de encuentros, en los cuales los padres vienen a “recordar su niñez”. En vez de tener que oír una monótona charla sobre algún tema como higiene o pautas de crianza, llegan a un ambiente muy cálido en el que se los anima a jugar como cuando eran niños. Lograr que adultos, hombres y mujeres que trabajan y tienen hijos, se sientan en confianza suficiente como para jugar, saltar y correr toma algún tiempo, pero una vez se logra el resultado es indiscutible: los padres están
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Enseñanzas de una ludoteca más alegres, su relación con los niños mejora significativamente y así los hacen más felices. Los lazos de la comunidad mejoran, la relación de las parejas se fortalece y los contenidos teóricos, los consejos y la información, son bienvenidos. Sin duda, es clave reconocer que las madres y los padres tienen mucho para aportar. Cuando en los encuentros grupales semanales y mensuales los invitamos a contar qué jugaban en su infancia, les cuesta un poco romper la timidez, pero tan pronto lo hacen, las respuestas se convierten en un espacio para volver a vivir su niñez en compañía de sus hijos. Para lograr que los padres participen ponemos mucho énfasis en acogerlos y oírlos. Si un padre nota que su opinión es tenida en cuenta, que su experiencia y conocimientos pueden servir a otros y que su esfuerzo es valorado, entonces va a incorporarse por su propia voluntad a las actividades que el CDI organiza. Es importante no obligar a la gente a participar, sino dejarles claro que son una parte primordial de nuestros encuentros y que sin sus saberes y su participación esos espacios no serían posibles. Todo lo que hacemos con los papás está siempre pensado y planeado como algo lúdico. No vale la pena imponer a un padre de familia una carga más durante la semana; si se hace así es poco probable que asista. Lo que queremos lograr es que los encuentros
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Restrepo, Meta grupales se vivan como unas vacaciones dentro de su rutina, que sean momentos para descansar, divertirse, ofrecer sus conocimientos y compartir con los niños y con sus pares. Por eso mismo, por el papel central de los padres, y con el fin de que puedan asistir, es importante ser flexibles con los horarios y ofrecerles distintas opciones para que puedan organizar su tiempo. Elegir con ellos el espacio también garantiza que sean lugares a los que puedan llegar con facilidad. Los compromisos de parte y parte, los acuerdos a los que llegamos dando cada uno tanto como puede dar, garantizan que la comunidad esté interesada e implicada en el desarrollo de los niños y las niñas. Restrepo tiene un área grande, pero una población relativamente pequeña y la cercanía entre la gente de la comunidad hace que para nosotros sea más o menos fácil hacer un seguimiento individual a las familias. Cada docente tiene a su cargo máximo cincuenta familias (distribuidas en tres encuentros por semana) de manera que cuando un padre se ausenta, además de que es fácil notarlo, es posible contactarlo, ofrecerle un horario diferente y establecer si la familia necesita atención adicional. Las visitas domiciliarias, siempre a cargo de un docente, una nutricionista y un acompañante psicosocial, también son un buen momento para conocer mejor a las familias y ver sus fortalezas y debilidades.
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Enseñanzas de una ludoteca Por supuesto el objetivo fundamental es fomentar el bienestar de los pequeños inculcándoles buenos hábitos a las personas que viven con ellos e involucrándolos en su cuidado. Por ejemplo, si comenzamos a notar que el aseo y la higiene en las casas pueden mejorar, partimos de lo lúdico, inventamos una lotería con imágenes relativas a buenos hábitos (cuartos ordenados, baños limpios, mesas para cambiar pañales bien equipadas, etc.) y en vez de ir a las casas de familia a imponer una manera de hacer las cosas, los invitamos a jugar y ellos mismos se dan cuenta de la importancia de mejorar sus rutinas de salud e higiene. Así concientizamos a la comunidad de un tema fundamental, que probablemente en un taller normal de sensibilización al estilo de una clase o una conferencia, no habría tenido un impacto verdadero. En los encuentros grupales también fomentamos las buenas relaciones entre los padres y los hijos invitándolos a llevar a cabo actividades en las que puedan compartir. Ya tenemos una gran colección de juguetes hechos por los niños en compañía de sus padres, madres y hasta de sus abuelos. Carritos, caballitos de palo y todo tipo de muñecas son apenas algunos de los juguetes que los padres han hecho con sus hijos usando material reciclado. Esta actividad, además de ayudar a que los adultos se den cuenta de que no solo los que se compran en la tienda son juguetes, permi-
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Restrepo, Meta te que los niños se sientan orgullosos de lo que sus familiares hicieron y agradecidos con ellos. Hemos logrado también vincular muchísimo más a los padres hombres, pues con frecuencia aprovechan su habilidad manual para inventar y construir en compañía de sus hijos e hijas. Al final, con los caballitos que cada familia elaboró, hicimos una gran cabalgata en la que cada niño tuvo la oportunidad de mostrar su obra frente a los demás, lo que les hizo sentirse orgullosos de sus padres y a los padres orgullosos de su hijos. El cuaderno viajero es otra de nuestras estrategias: los niños y las niñas llevan a casa cada semana un libro de su elección junto con un cuaderno decorado por ellos mismos. Los padres, los hermanos o los abuelos les leen el cuento y al terminar registran en el cuaderno la experiencia de lectura compartida: los padres escriben cómo narraron el cuento (si por ejemplo lo cantaron o lo representaron), qué cosas les llamaron la atención a los pequeños y hacen dibujos. De esta manera, además de que los padres y los niños disfrutan mucho más el cuento, el vínculo entre ellos se fortalece y es más probable que los padres asistan a los encuentros. Asimismo, nos tomamos muy en serio que los padres hombres entren en la vida de sus hijos. Hemos empezado por ayudarlos a recordar su propia infancia, sus momentos de juego, para que tengan más cosas
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Enseñanzas de una ludoteca en común con sus hijos. También hemos aprendido a resaltar su papel en la familia en general, por ejemplo al invitarlos a los encuentros a que hablen de su experiencia como padres lactantes, es decir, como miembros comprometidos de una familia en que la madre está lactando. Así, ahora tienen un papel importante en un campo en el que solían sentirse excluidos. Al final, el niño o la niña está rodeado por adultos que se han comprometido con su bienestar y con su desarrollo integral. El cambio de ludoteca a CDI ha sido sin duda un acierto. Los lineamientos que recibimos del ICBF y del Ministerio de Educación, incluso los formatos e instrumentos que tenemos que diligenciar y que al principio nos desequilibraron, nos han ayudado a hacer mejor nuestro trabajo y a lograr un impacto positivo en la vida y el desarrollo de los niños y niñas. La Estrategia de Cero a Siempre impone grandes cambios en la manera de concebir la niñez y consecuentemente en cómo trabajar a favor de su desarrollo y en la realización de sus derechos, cambios que no siempre son fáciles de asimilar, pero que tienen la inmensa ventaja de brindarnos tranquilidad al saber que estamos dando pasos en la dirección correcta.
La reseña que aquí se publica forma parte de un conjunto de 27 relatos cortos en los que gestores de buenas prácticas en educación inicial — de la modalidades institucional, familiar, comunitaria y de educación intercultural — exponen algunas de sus actuaciones a favor de las niñas y los niños en el marco de la atención integral a la primera infancia. Colombia ha caminado hacia la cualificación de sus prácticas en educación inicial buscando que estas respondan a un enfoque de desarrollo integral, a los avances investigativos en asuntos de primera infancia y, por supuesto, también a las características y particularidades de cada niño y cada niña que recibe atención. Esta reseña es una prueba fehaciente de las transformaciones que se vienen dando y un reconocimiento a quienes las hacen posibles: equipos humanos de unidades de servicios regadas por todo el territorio nacional, que trabajan minuto a minuto, día a día, cumpliendo lo que como país hemos establecido en la Constitución y en el Código de Infancia y Adolescencia: el derecho impostergable de niños y niñas a recibir una educación inicial de calidad. ¡A los gestores de la experiencia que se relata en esta reseña, como a de las demás de la colección, nuestros reconocimientos!