ME RECONOZCO Y TE RECONOZCO EN LA DIVERSIDAD

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ME RECONOZCO Y TE RECONOZCO EN LA DIVERSIDAD

Lilia de Jesús Rojas Espitia Colegio José Asunción Silva Localidad Engativá Bogotá

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Este texto fue construido en el “Taller de escritura Voces y Saberes: una oportunidad para comprender, fortalecer y hacer visibles experiencias innovadoras” llevado a cabo entre el 3 de julio y el 18 de octubre de 2018. El programa formativo fue seleccionado por la Secretaría de Educación de Bogotá para ser parte del banco de propuestas de formación permanente de docentes.

Si desea conocer más de la propuesta formativa escriba a: vocesysaberes@gmail.com

Si desea contactar a quien escribió el texto escriba a: maeslilia@gmail.com

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África ya no es, por el diamante del infortunio, un negro corazón que se estría; nuestra África es una mano fuera del guante del púgil, una mano derecha con la palma hacia delante y los dedos muy juntos; es una mano tumefacta, una-herida-mano-abierta, tendida, blancas, morenas, amarillas, a todas las manos, a todas las manos heridas del mundo. Aimé Césaire

Enredadas en Ananse Terminada una jornada de trabajo, el cansancio me lleva a la habitación deseando simplemente descansar arropada en un profundo sueño. Camino por un sendero de piedra, la noche es clara y el cielo despejado deja ver una luna llena que con intensidad irradia luz, mis cabellos se mueven desordenadamente siguiendo la dirección que el viento caprichosamente elige y a su paso mece también suavemente las ramas de los árboles, refrescando el ambiente caluroso del lugar. De repente, el sonar de una marimba de chonta se escucha y el sonido me atrapa, mis pasos se dirigen entonces hacia el sitio de donde proviene la música. Diviso el gran salón y los cuerpos moviéndose cadenciosamente al compás de la música, su ritmo va adentrándose en el cuerpo, en el alma, transmite alegría, libertad y resistencia ancestral. El baile inicia suave pero se hace más rápido con el tiempo y permite a las caderas moverse oscilantes al son de esa marimba, y es así como se olvida el trabajo arduo del día. El cansancio desaparece, una alegría desbordante une en un solo son a todas las personas en el gran salón , afros y mestizos unidos a través del folklor, expresión de la cultura del pueblo afrocolombiano. La música se va adhiriendo en el ser, penetra en el cuerpo a través de los sentidos, y a la vez, repercute sobre los afectos. Son las hermanas afro, no de sangre sino las que uno libremente elige en la vida, con quienes se tejen lazos auténticos, y así nos vamos enredando lentamente en los hilos finos, delicados y a la vez fuertes de Ananse1. Araña de la mitología africana occidental, considerado el espíritu de todo el conocimiento de las historias, es símbolo de sabiduría, creatividad y las complejidades de la vida A veces actúa y aparece como un hombre.

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Es en estos encuentros de redes de maestros y maestras en los que se traspasa lo étnico, lo cultural, el género, la clase social. Es el espacio en el que se comparten saberes “otros”, se reflexiona sobre la escuela, sobre sus prácticas homogenizantes que no dan espacio para visibilizar la diversidad en las aulas, ni el racismo que se ha naturalizado, que discrimina y deja en el alma de las niñas y los niños afro profundos dolores y estigmas de exclusión. Situación que se debe ir eliminando en la escuela, transformando las maneras de relacionarse con la alteridad, reconociendo al otro o a la otra en la diferencia para que a partir de la afirmación de las diferencias se propicie el diálogo y se fortalezcan las identidades individuales y colectivas de niñas, niños y jóvenes que día a día asisten a nuestras instituciones educativas.

Reconocimiento en la escuela de diversidades étnicas y culturales Soy plenamente consciente de que cada día, cuando llego a la escuela, no lo hago sola, traigo una mochila con un acumulado de “saberes otros”2 que me habitan; así entonces agudizo mis sentidos buscando ver a mis estudiantes en sus particularidades. Desde la puerta de entrada se observan sus diferencias. Están quienes son llevados por su mamá o papá, por alguno de sus abuelos o por la vecina que aceptó hacer el favor; también hay quienes llegan solos. La mayoría entra arrastrando la maleta pesada de ruedas, sonríe al ver a su maestra y la saluda. ¡En sus rostros y cuerpos reflejan tanto! La alegría de una nueva experiencia, el afán porque se ha hecho tarde, la timidez, el sueño y el cansancio por las pocas horas dormidas. Sí, hay distintas maneras de iniciar la jornada escolar. Luego el aula de clase se llena de las 34 risas, voces y cuerpos que se resisten a sentarse en la silla frente a la mesa que les corresponde durante las ocho horas de la jornada. Tienen diversos tonos de piel, acentos, pero sobre todo diferentes maneras de ser en el mundo: unos son más callados que otros, algunos hablan más, otros buscan a su amigo o amiga al otro extremo del salón, para iniciar el día en un “Los saberes “otros”, saberes de los pueblos afrodescendientes, de las comunidades indígenas que han pasado de generación en generación a través del tiempo, transmiten valores, creencias, cuidado y formas de relacionarse con la naturaleza, la tierra, la espiritualidad, la medicina; son patrimonio cultural de los pueblos y han aportado al desarrollo de las regiones y del país: Estos saberes son invisibilizados por el conocimiento occidental, no tienen un lugar de enunciación en la academia, necesitan ser resignificados en la escuela para fortalecer las identidades individuales y colectivas y el reconocimiento de un Estado pluriétnico y multicultural”. (Quiñones, R. (2011). Memorias: Foro distrital Cátedra de Estudios Afrocolombianos CEA. Bogotá D.C: Alcaldía Mayor de Bogotá, pág. 167).

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ambiente amigable. El saludo de la maestra con un “buenos días” los hace buscar su silla, contestar el saludo y disponerse a otra jornada escolar. El curso 401 está conformado por 16 niños y 18 niñas. Por su gran ternura se destaca en el grupo Majo, una niña autista con una gran sensibilidad y capacidad creativa, tiene 14 años y pertenece al programa de inclusión que se implementa en instituciones educativas del distrito. Las edades de mis estudiantes oscilan entre los nueve y los once años. Cuatro niñas son afrocolombianas, sus familias provienen de la costa Caribe; hay un niño indígena oriundo del Caquetá y otros cuyas familias provienen de regiones del país como la costa Pacífica, los llanos orientales y la zona Andina. Sus familias están conformadas de diversas maneras: las hay nucleares compuestas de padre, madre e hijos; también hay monoparentales formadas por uno solo de los padres, en estos casos, generalmente la madre es cabeza de hogar; hay familias con padres separados, otras con madres solteras o abandonadas que quedan a cargo de sus hijos. También hay familias de uniones entre padres que ya tenían hijos fruto de relaciones anteriores, y donde los lazos que se tejen no son consanguíneos sino de afectos. El colegio José Asunción Silva, institución educativa a la que pertenecen estos niños y niñas con sus familias, está ubicado en la localidad de Engativá, cerca de la plaza del Quirigua, territorio donde se recrean los saberes ancestrales con la venta y asesoría en el uso de plantas. Los sabedores y sabedoras mayores aconsejan cómo tomar una infusión para sanar y curar enfermedades. La plaza también es un lugar de encuentro de la comunidad y un punto de referencia para llegar a los sitios aledaños. Muchos de los padres y madres de nuestra comunidad educativa pertenecen a familias que tradicionalmente han trabajado en la plaza. Hacia el norte del colegio, se encuentra el humedal Juan Amarillo, cuya ronda se pobló sin planeación como consecuencia de la migración a la ciudad de familias que llegaron aquí bien por cuenta del desplazamiento forzado o solo en búsqueda de mejores condiciones de vida. Muchas se asentaron allí, hicieron sus casas y hoy arriendan habitaciones. Muy cerca, a unas cuantas cuadras hacia el sur, se encuentra el sector comercial del barrio Quirigua donde confluyen el comercio formal y el informal.

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El colegio implementa la jornada única, con una intensidad horaria de ocho horas diarias, de 6:30 a 2:30 de la tarde. El énfasis es en actividad física y cultural, por eso hay centros de interés donde se ofrecen deportes como baloncesto, fútbol, fútbol sala, voleibol, karate, taekwondo, y se brindan clases de baile que profundizan en la música folclórica para recrear la cultura de las diferentes regiones que conforman el país. El modelo pedagógico es el aprendizaje significativo y su enfoque es humanista, tiene en cuenta el desarrollo de competencias, acciones y desempeños desde el ser, el conocer y el hacer, todo lo anterior con el propósito de formar personas integrales que logren a partir de los aprendizajes transformar y trascender creativa y propositivamente su entorno.

Implementación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos –CEA– Llevo algunos años estudiando y reflexionando con colegas en colectivos y en redes respecto a cómo transformar esa escuela en la que la mayoría fuimos formados como estudiantes y como docentes, con su praxis homogenizante y hegemónica, y ello me ha llevado a comprender el valor de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos (CEA), para el reconocimiento y visibilización de esa diversidad. Tratándose nuestra comunidad educativa del Colegio José Asunción Silva tan diversa étnica y culturalmente , he acudido al saber que cargo en mi mochila para implementar en mi aula metodologías ancestrales como la tonga, la minga o mano cambiada3 que a lo largo de la historia de violencia y exclusión han permitido a las comunidades más vulnerables sobrevivir y resistir a las imposiciones y abusos de la cultura mayoritaria y dominante. En este sentido busco no solo que se agudicen mis sentidos en el aula, en los pasillos, las escaleras, el patio de recreo, en los espacios de diálogo, sino también los de mis estudiantes para que identifiquen cómo en lo cotidiano se violenta la diferencia, se excluye y se discrimina; de tanto usarlas, se han naturalizado, y así 3

Tonga: Para los pueblos afrocolombianos del pacífico sur, la tonga es una convocatoria de amigos, vecinos y familias para realizar un trabajo hermanado que beneficia a toda la comunidad. Es decir, es una visión solidaria donde la fraternidad en el trabajo colectivo se hace red recíproca. Tomado de los documentos de la ruta afrocolombiana. Mano cambiada: Costumbre de las comunidades afrocolombianas donde se prestaban manos para hacer un trabajo y estas eran devueltas cuando el otro tenía necesidad de ayuda. Este cambio de manos podía ser acumulado y devolverse. Minga: Costumbre de comunidades indígenas y afrocolombianas donde en colectivo se trabaja en grupo para sacar adelante un proyecto o tarea.

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sigue alimentándose un racismo estructural. Expresiones como las siguientes suelen escucharse, y no solo en nuestro colegio: en sus interacciones se escuchan frases que excluyen, discriminan y señalan como: “miren esa china, la grande, es más negra que la noche”, “el negro sí corre”, o “la negrita de quinto es terrible”. Frente a estas expresiones se van creando comportamientos o conductas racistas que dañan a las niñas y a los niños que son motivo de dichos comentarios. Se hace necesario entonces diseñar estrategias que deliberadamente invitan a reconocer el valor de las diferencias desde las propias particularidades y establecer relaciones en las que prime el respeto por el otro o la otra.

Recreación de metodologías ancestrales Para empezar, debo advertir que organizo el aula de clase para privilegiar el trabajo cooperativo que va de la mano con las metodologías ancestrales, de manera que se organiza a los estudiantes en grupos de cuatro integrantes por mesa que asumen roles diferentes según sus intereses: - líder o lideresa encargada de que la mesa cumpla con las normas creadas por todos para una convivencia armónica en el aula y para que la participación sea activa en cada una de las actividades de clase; esta persona se encarga además de que el grupo mantenga aseado el espacio de trabajo y que los otros integrantes cumplan con el rol seleccionado; - conciliador o conciliadora, responsable de propiciar el diálogo cuando hay conflictos, de manera que que se superen las diferencias y establece algunos acuerdos para mejorar la convivencia; en caso de no lograrlo reporta a los conciliadores de bachillerato para que en ese espacio se solucionen los conflictos; - responsable del material, quien entrega guías, talleres, libros, evaluaciones, y demás material que circula en el aula; lo recibe y se asegura que sus compañeros lo devuelvan en buen estado; - sabedor o sabedora, que es aquel estudiante que termina primero las actividades y ayuda al que presenta dificultades para que se vaya nivelando con respecto a los otros de la mesa. Se trata de una dinámica del trabajo cooperativo similar a la minga en la que se prioriza el trabajo en equipo, donde todos aportan y contribuyen para que el grupo realice las actividades propuestas y el establecimiento de acuerdos están a la orden

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del día basadas en el dialogo. La mano cambiada se dinamiza cuando el estudiante que presenta dificultades en su aprendizaje o en la realización de actividades es ayudado por sus compañeros de la mesa. La tonga, por su parte, convoca a todo el curso para realizar actividades en beneficio del grupo en general, como las celebraciones de cumpleaños, amistad, campeonatos deportivos, entre otros. Así, todos colaboran para que el curso tenga una buena representación en el colegio.

La CEA, un puente entre “saberes otros” y el conocimiento occidental La implementación de la CEA acude a lo ancestral, se articula a la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad crítica, que en este caso aborda los problemas de los grupos étnicos silenciados y excluidos; de memorias negadas y relegadas, de saberes invisibilizados por el conocimiento occidental; de historias no narradas en la versión oficial. La búsqueda es que esas memorias que tienden a quedar en el olvido, pero que han hecho resistencia y han contribuido a la construcción de sociedad y de país que tenemos, sean recuperadas y fuente de reflexión. En esa visibilización de la memoria histórica permite a los estudiantes reconocer sus orígenes, sus raíces, reafirmar su identidad cultural, tanto individual como colectiva, y reconocer que a lo largo del territorio colombiano conviven diversos grupos humanos -mestizos, afro, negros, indígenas, raizales, palenqueros, rom con costumbres diversas. Que Colombia es, como lo señala la Constitución Política de 1991, un país multiétnico y pluricultural. Y la idea es que esa diversidad se haga cada vez más visible en las aulas, en una escuela que ha sido homogenizante, que no reconoce estas particularidades de sus estudiantes. La CEA favorece la integración curricular, en este caso de las áreas de Español y Ciencias Sociales, para acceder al conocimiento y a los “saberes otros” de un modo holístico. La implementación de la CEA se puede hacer desde diferentes disciplinas del conocimiento, ya que su propuesta se encamina a posibilitar distintas formas para ver y leer el mundo, contribuyendo a identificar, comprender y resolver problemas a nivel personal, social y cultural, propios de la interacción humana en la vida cotidiana.

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En estrecha relación con lo anterior, la CEA también contribuye a vivenciar y fortalecer de manera comprensiva procesos lectores-escritores afianzando a la vez las habilidades comunicativas básicas de leer, escribir, hablar y escuchar desde diferentes tipologías textuales y contextos. Para dicho cometido, se propone a los estudiantes, como herramienta, la elaboración de la historia de vida de uno de sus progenitores (padre o madre) o de sus abuelos donde narren sus lugares de origen, los valores y creencias transmitidos en la familia, los juegos y recuerdos de infancia, las enseñanzas que recibieron en la casa y que les han servido para vivir, sobrevivir y superar dificultades en la ciudad, un espacio diverso y a la vez adverso que les ha tocado afrontar.

Historias de afrocolombianos destacados Para adentrarnos en las historias de vida se seleccionaron inicialmente personajes afrocolombianos que los estudiantes admiran porque se destacan en algún campo y además les gustaría conocer acerca de su vida. Las personas seleccionadas fueron Juan Guillermo Cuadrado, futbolista colombiano oriundo de Necoclí, Antioquia, quien participó en los últimos mundiales de fútbol, en Brasil 2014 y en Rusia 2018, y quien actualmente juega en el equipo Juventus de Italia. Así mismo, a Jerry Mina, nacido en Guachené, Cauca, también futbolista que se destacó como una de las cinco estrellas del pasado mundial en Rusia por los tres goles que anotó. Igualmente se leyó la historia de vida de Caterine Ibarguen, atleta colombiana que nació en el municipio de Apartadó ubicado en la región de Urabá en el departamento de Antioquia, reconocida deportista que ha ganado medallas de oro y plata en competencias internacionales. La mayoría de mis estudiantes sueñan y quieren llegar a ser deportistas como sus ídolos por el talento y el reconocimiento que tienen no solo en Colombia sino en todo el mundo. También se interesaron por Mary Grueso, autora de la poesía y el cuento interactivo “La muñeca negra”, poema que vieron por internet interpretar a la autora y que aprendieron y declamaron en clase. Con Mary Grueso reconocieron el Pacífico, ella nació en el corregimiento de Chuare Napi de Guapi, Cauca. En las mencionadas historias de vida mis estudiantes se dejaron llevar por la imaginación. Identificaron en el mapa las regiones de donde son oriundos dichos personajes, regiones de gran belleza natural como Necoclí ubicada en el Urabá y

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donde aún se conservan algunos resguardos indígenas; Apartadó, región donde conviven mestizos, indígenas y afrodescendientes; Guachené, último municipio creado en el Cauca; Guapi, municipio ubicado en el litoral Pacífico. Lugares remotos y hasta olvidados por el Estado, pueblos de la costa Caribe y Pacífica que han dado hijos ilustres y destacados afrodescendientes. Así, conocieron lugares desconocidos y lejanos de la geografía colombiana, exploraron el mar, el río, las lanchas, los pescadores y sus redes que buscan con este oficio el sustento de sus familias .Este ejercicio de conocer a personajes afrodescendientes destacados permitió además que cada estudiante soñara con llegar a ser famoso y a la vez se inspirara para crear las historias de vida de la persona más importante en su vida.

“Saberes otros” que llegan al aula y fortalecen identidades Fueron 34 historias de vida todas hechas con entusiasmo. Se iban elaborando semanalmente durante el tercer periodo del año escolar, a partir de las siguientes preguntas orientadoras: ¿dónde nació su personaje?, ¿dónde queda ese lugar?, ¿quiénes fueron sus padres y cómo estaba conformada su familia?, ¿qué recuerdos tiene de sus primeros años de vida?, ¿a qué jugaban cuando eran niños?, ¿qué enseñanzas, valores, creencias les transmitieron en casa?, ¿cuáles de esas enseñanzas les ha servido para afrontar los problemas en la vida cotidiana? Las preguntas se seleccionaron colectivamente teniendo como referente las biografías ya trabajadas en clase y cada estudiante asumió el rol del entrevistador. Lo primordial era escoger la persona de quien se iba escribir; debía ser alguien cercano, de la familia, a quien además los unieran los afectos: papá, mamá, abuelos. Luego hacían la entrevista a su personaje seleccionado, recogían la información y en una hoja examen presentaban un párrafo que diera cuenta de lo narrado por el personaje. Las entregas eran los lunes, yo los revisaba y hacía sugerencias y los viernes se los devolvía. Algunos comentarios eran generales al grupo y otros personales para ir motivando, apropiando al estudiante de su actividad e irla mejorando en cuanto a la micro-estructura y macro-estructura del texto. Al inicio, las historias presentadas eran preguntas y respuestas muy cortas con poca información. Orientar a cada estudiante para ampliar las ideas y construir un pequeño párrafo no fue fácil y hubo que retomar las biografías trabajadas, volverlas a leer. Cada biografía se analizó con detenimiento centrándose en la estructura, el

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número de párrafos, las ideas en cada párrafo, los conectores empleados entre los párrafos. Así los estudiantes se iban apropiando de elementos gramaticales para ampliar sus textos y de cada pregunta hacían un párrafo que se articulara con el siguiente. En cada entrega los estudiantes llegaban con una sonrisa para esperar las sugerencias e ir mejorando y profundizando en las ideas narradas por su papá, mamá, abuelo o abuela. En el escritorio del salón se veían las hojas decoradas con diversos colores y dibujos que los ellos y ellas hacían, pues les dedicaban tiempo a sus escritos. Sin duda fue una actividad con sentido para ellos.

Reconocerse en los relatos de sus mayores Las historias de vida que se presentan a continuación son fragmentos de esas narraciones, producto de la evocación de la memoria. Son historias de resistencia, de cimarronaje, de “saberes otros”. Sus protagonistas son héroes y heroínas que trabajan por este país con tesón, por sacar adelante una familia, creen firmemente en un mejor mañana para sus hijos e hijas. Son luchadoras incansables, ejemplo de fortaleza, de superación, como la que recoge el niño Luis Abdón Jiménez Zabaleta, de diez años, quien escoge a su mamá para su historia de vida. Mi mamá es Doris Mercedes Zabaleta Moya, nació en Bosconia, departamento del Cesar, en una familia conformada por sus padres y 9 hermanos, es la tercera de 7 hombres y 3 mujeres. Su niñez la pasó en el campo, sus padres, mis abuelos maternos, salían al pueblo a hacer las compras en las quincenas, su papá era agricultor de plátano, maíz, yuca, patilla, melón. Vivían en la finca de un primo del abuelo, recuerda que tenían ganadería como unas 70 reses que pastaban libres por el campo. Mi mamá aprendió a colocar la sal al ganado, al pasto, a estar pendiente de que el agua en las canecas no se les acabara; ella recuerda también que al pie de la casa había un jagüey, un lago artificial donde se criaban peces, unos para el consumo de la familia y otros se vendían. Todo era muy sano, la leche se cogía de la vaca, se hacía el suero costeño que lo utilizaban en cada comida como en el arroz, la yuca, las tajadas.

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Jugaba con los hermanos por las tardes a la muñeca, a la comidita, sacaban lo que sobraba del almuerzo y jugaban a recibir una familia y compartir los alimentos; por las noches se acostaban junto con los hermanos/as, en el piso del patio de la casa con la cara mirando las estrellas, las contaban y también dejaban pasar parte de la noche mirando los aviones que pasaban, los identificaban por las lucecitas que pasaban rápido, de vez en cuando, entre los hermanos acostumbraban a contar chistes, pasaban largo rato recordando las travesuras fueron ratos muy agradables. Otra de las historias de vida es la de Adriana Ballesteros, una niña de 9 años. Cuenta que su mamá siempre la cuida y le ayuda con las tareas. Ingrid Lambertino es el nombre de mi mamá, nació en Valencia, Córdoba, en un hogar conformado por sus padres, mis abuelos, y tres hermanos, ella es la mayor de cuatro hijos. De niña jugaba al puente está quebrado, las escondidas, chivi-chivi juego que consiste en hacer una ronda donde cada niño se daba un nombre de un objeto, animal, cosa, lugar etc., un niño se hacía en el centro y los niños que formaban el circulo decían “chivi chivi ven a comer maíz”, el niño que estaba en el centro, se acercaba y tocaba los brazos y decía un nombre como “eres culebra”, “eres perro” y si adivinaba salía corriendo y todos salían corriendo a cogerlo, quien lo agarraba pasaba al centro del circulo y así continuaba el juego; otro juego era el rey pide, se sentaba un jugador que hacía de rey, el rey pedía cosas como una escoba, una pelota etc., y el primero que conseguía más cosas de las que el rey iba pidiendo, ganaba. Continuando con esas memorias narradas, Sheryl Yulieth Rojano Gonzales, niña de 10 años comparte la historia de vida de su mamá. Mi mamá es Yulieth Gonzales Mendoza, nació en el Bagre Antioquia, pueblo ubicado cerca al río Magdalena, región de pescadores y de minería donde se extrae el oro del río Magdalena. Recuerda mi mamá que en el río las mujeres barequeaban para sacar el oro y el sustento del diario, el oro obtenido lo llevaban a las prenderías del pueblo y lo vendían. El oro lo obtenían en forma de bolitas o pedazos como rocas,

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las bateas con las que se barequea son grandes para recoger la arena y el agua, luego se hacen movimientos en círculo y ahí va saliendo el agua y la arena y lo que queda es el oro. La abuela se dedicó a barequear y mi mamá la acompañaba y se quedaba sentada en la orilla del río observándola y mirando también a las demás mujeres que hacían el mismo trabajo. Cada dos meses, en estos últimos 10 años, a las tres de la mañana mi mamá se alista para ir a Dignificar, una de las oficinas que atiende a los desplazados donde casi nunca les responden a las necesidades, contestan que sigan yendo y no dan soluciones, que los procesos son demorados, son muchos años de espera. Mi abuela no resistió tanta demora, murió hace dos años esperando la ayuda que nunca le llegó, ni siquiera para atender su salud, mientras padecía de un cáncer que se la llevó al lado de Dios desde donde nos cuida y vela por nosotros. En estas narraciones contadas por personas reales, de sueños, resistencias y fortalezas, Michael Andrés Rodríguez Yagarí, selecciona a su mamá Sandra para hacer la historia de vida. Mi mamá nació en la Unión, Caquetá, su familia estaba conformada por los padres y 9 hermanos, ella es la mayor de 6 mujeres y 3 hombres, los primeros años vivió la violencia en su casa ya que fue maltratada por los padres, desde los 4 años trabajaba en la finca sembrando yuca, plátano, la jornada se iniciaba muy temprano a las 4 de la mañana para ir al campo a trabajar , a los 7 años va a la escuela que quedaba a 1 hora a caballo desde la casa, se iba con los niños de la vereda que se iban montando de tres en tres en el caballo durante el camino, el horario de clases era de 7:00 a 2:00 de la tarde, regresaban a las 3 de la tarde para almorzar y hacer las tareas. De niña mi mamá no jugó, solo era trabajar, encerrar los terneros, darle de comer a las gallinas, los marranos. De la Unión recuerda que era un lugar muy tranquilo, recuerda los bellos paisajes, los atardeceres naranjas, el aire puro, la comida sana, mucho pescado de los ríos; de los valores, el respeto a los adultos a no coger cosas ajenas y eso nos enseña a sus hijos a no ser groseros con nadie, a respetar.

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Mi mamá cuenta que actualmente el abuelo y la familia de él viven en La Uribe Meta, región donde habitan comunidades indígenas y que mi abuela es oriunda del Cauca territorio también de comunidades indígenas, según mi mamá nuestro apellido Yagarí es indígena.

Me reconozco y te reconozco en la diversidad Al terminar el tercer periodo se habían compartido todas las historias de vida en las voces de los niños. Son distintos relatos, cada uno resultado de encontrarse y reencontrarse con su personaje y sus orígenes, con un acumulado de “saberes otros”, que han sido transmitidos de generación en generación y se manifiestan en valores, costumbres, hábitos, creencias, juegos tradicionales, folklor, gastronomía, espiritualidad y territorio. Pero también en recuerdos guardados, silenciados, un tanto olvidados, que no siempre gusta traerlos al presente porque las lágrimas en el rostro del entrevistado salía a borbotones y un nudo en la garganta silenciaba. Son vivencias que se dejaron en el pasado, pero que emergen para fortalecer identidades y afectos, narraciones que los asombraron, los acercaron y les permitieron a los niños y a su ser querido, reír y llorar juntos. Quizás este ejercicio ayudó a sanar y cerrar ciclos, e interiorizar y reflexionar sobre sentimientos, dolores y rabias que se habían dejado en la memoria y que finalmente se resistieron a ser olvidados. Esos “saberes otros” llegaron al aula para reafirmar en mis estudiantes identidades tanto individuales como colectivas, reconociéndose afro, negro, indígena o mestizo. A la vez consideraron diversas maneras de pensar, de actuar, de ser, de estar, de interactuar, todas igual de importantes porque han aportado históricamente a lo que somos como sociedad y como país, lo que genera unas relaciones e interacciones basadas en el respeto donde se va avanzando en la eliminación de todo tipo de exclusión, discriminación, racismo en la escuela y la sociedad, en busca de unas relaciones en condición de equidad y con garantía de derechos. En este sentido, la implementación de la CEA, se debe garantizar en todas las instituciones educativas del país tanto del sector oficial como privado. Es una propuesta que permite acercar a los diversos grupos humanos que conforman la población colombiana desde la escuela y propiciar unas relaciones interculturales

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estableciendo puentes de encuentros que permitan el acercamiento de unos y otros, para reconocerse cada quien desde sus diferencias en ambientes de respeto y equidad. Establecer encuentros interculturales es posible a través de la CEA. Hay hechos o eventos que pueden ser el motivo para recrearlos: se acercaba la fecha comercial en que se celebra el día del Amor y la Amistad y se pensó en una manera de celebrar recreando una de las prácticas culturales abordadas en las historias de vida. Entonces, se escogió el ritual del bautizo de la muñeca de pan escogido por la mayoría. Valentina, una estudiante, emocionada grita, “mi mamá con sus amigas en su pueblo hacían ese ritual, ella nos puede ayudar”. Es el último lunes de septiembre, el día esperado, los estudiantes están ansiosos y felices. Se ha preparado el ritual del bautizo de la muñeca de pan, unas madres se han encargado de mandar a elaborar en la panadería del barrio la muñeca, la mamá de Valentina dirige el ritual. El salón está decorado con bombas y en el centro, sobre varias mesas juntas, se coloca a la muñeca. Los rostros se ven sonrientes y a la vez ansiosos. Todos miran qué parte de la muñeca quieren comer, algunos dicen yo quiero la mano, yo una trenza. La voz de una mamá interrumpe y dice en voz alta: “Hoy se hacen comadres y compadres para construir lazos de afecto, de ayuda. El bautizo es un ritual tradicional, sagrado, que acerca y une, convierte a las personas en amigos por siempre”. Al terminar de hablar, un silencio invade el salón, todas las pupilas dilatadas observan a la muñeca mientras la boca se hace agua y nuevamente la voz de la mamá se escucha al tiempo que rocea con gaseosa la cabeza de la muñeca de pan diciendo: “Yo te bautizo como un acto simbólico con todos los aquí reunidos, para hacernos comadres y compadres e ir construyendo lazos de afecto y de ayuda entre todos”. Luego se da un pedazo de pan a cada estudiante con un vaso de gaseosa y de esta manera se sella el ritual, quedando un sentimiento en los corazones y las mentes de las niñas y de los niños que los une como amigos por siempre.

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