Guía para incluir la perspectiva de Género en el proyecto "Inténtalo de Nuevo"

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Delegación de la Comisión Europea para Colombia

Fernando Cardesa - Embajador Jefe Franck Porte - Consejero Cooperación Internacional José Luis de Francisco - Coordinador Linea de Desarraigados

Gobernación del Atlántico

Eduardo Verano de la Rosa- Gobernador del Departamento del Atlántico Alfredo Palencia Molina - Secretario del Interior de la Gobernación del Atlántico

Corporación Volver a la Gente

Paola Jiménez Escamilla - Directora General Mariela del Castillo Matamoros - Coordinadora de Programas Hernando Jiménez Pardo - Asesor Metodológico y Programático Coordinaciones de Programas: Yesenia Perez Otero - Planes de Desarrollo con Enfoque de Derechos; Monica Duran Scott - Educación Sexual y Reproductiva Carlos Borja Castro - Hábitat y Medio Ambiente Fabio Castro Herrera - Conciliación en Equidad Rita Escobar Uribe - Atención Psicosocial Juliana Fúquene Barreto - Memoria Histórica Nancy Domínguez - Seguridad Alimentaria Aura Maria Lopera - Estrategias de Promoción y Comercialización Carlos Cortés Comas - Coordinador de Municipios Ernesto Camargo Ciodaro - Coordinador de Articulación Institucional Mario Osorio - Luz Marina Scopetta - Monitoreo y Evaluación Profesionales y Equipo de Apoyo Proyecto “Inténtalo de Nuevo”

Autoras:

Juanita Barreto Gama y Florence Thomas Barranquilla - Colombia - 2010 Impreso en Graphic Print

Financiado por:

Ilustración Portada: Alexandra Jiménez E

Apoya:

“El contenido de la presente publicación es responsabilidad de las autoras y no compromete a la Comisión Europea ni a las entidades socias del proyecto.”.


Guía para incluir la Perspectiva de Género en el Proyecto “Inténtalo de Nuevo”: Acciones integradas para el restablecimiento de la población desarraigada de Sabanalarga, Galapa, Barranquilla, Soledad, Malambo y Sabanagrande. REH/2007/146-335 Juanita Barreto Gama y Florence Thomas



Introducción

El Proyecto “Inténtalo de Nuevo”: Acciones Integradas para el Restablecimiento de la Población Desarraigada en Sabanalarga, Galapa, Barranquilla, Soledad, Malambo y Sabanagrande REH/2007/146-335, fue financiado por la Comisión Europea para Colombia y Ecuador, contando con el valioso aporte y trabajo conjunto de la Gobernación del Atlántico y de la Agencia para la Cooperación Internacional y la Acción Social. Fue implementado por la Corporación Volver a la Gente en los seis municipios con mil familias que fueron partícipes de los programas que constituyen el Modelo de Acciones Integradas: Atención Psicosocial, Generación de Ingresos, Hábitat y Medio Ambiente, Conciliación en Equidad, Planes de Desarrollo con Enfoque de Derechos, Seguridad Alimentaria y Educación Sexual y Reproductiva. Su objetivo fue generar capacidades y nuevos conocimientos en la población desarraigada, en las entidades públicas y en sectores empresariales, para

fortalecer iniciativas de largo plazo hacia el restablecimiento con incremento del desarrollo social y económico de la población hacia una vida digna. El proyecto en su conjunto reconoce y provee las acciones diferenciales para constituir un enfoque de género que, por un lado, intentó superar en las diversas actividades las situaciones del Antes (previo desplazamiento) y del Ahora (en la marginalidad del desarraigo) que han incidido en situaciones de subordinación y discriminación particularmente para las mujeres, quienes mayoritariamente han tenido que soportar los estragos de un conflicto que hoy las mantiene en las más indignas condiciones desde el adentro y el afuera. Y por otro lado, este enfoque transversal junto con el enfoque de derechos en el marco de los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos, son los que finalmente nos permiten avanzar en este proceso para la vida y la convivencia. PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

I N C L U I R Elaborada por Juanita Barreto Gama y Florence Thomas


Proyecto “Inténtalo de Nuevo” REH 2007/146-335

Desde el inicio de la implementación del Programa de Educación Sexual y Reproductiva, que nos enfrentaba al tema de los Derechos Sexuales y Reproductivos y hacia su pleno ejercicio con conocimiento, empoderamiento, salud, seguridad y responsabilidad por parte de hombres y mujeres que han de portarlos en sus cuerpos, nos dimos a la tarea de encontrar la manera práctica y vivencial de incorporar en cada acción con las personas participantes del proyecto, el enfoque de género. Trabajando con una población en un 80% femenina, comprendemos que en este tipo de proyectos el discurso debe ser vivenciado por quienes participan y por quienes lo facilitan. Fue así como nació esta publicación, con el fin de visibilizar y hacer práctica la perspectiva de género a través de los conocimientos de dos mujeres expertas en el tema como lo son Juanita Barreto y Florence Thomas, con quienes tuvimos la fortuna de contar en esta unión de esfuerzos. El tema de los derechos de las mujeres, es vital en procesos como el del proyecto ”Inténtalo de Nuevo”, donde el tema del desarraigo afecta de manera diferencial a esta

población sin dejar, claro, de incluir a los hombres que también sufren las consecuencias de este fenómeno. Esta Guía se constituye entonces en un aporte desde el proyecto para comprender y facilitar procesos reales donde se incorpore la perspectiva de género de manera consciente, con el fin de generar procesos transformadores, apoyándonos en un instrumento practico como éste; el cual permite analizar, profundizar y llevar al trabajo de campo estos planteamientos para desde ahí avanzar en rutas de apertura y respeto por los derechos de las mujeres.

Paola Jiménez Escamilla Directora General Corporación Volver a la Gente


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Presentación “Las mujeres tienen razón de rebelarse contra las leyes porque las hicimos sin ellas” Montaigne (1533-1592)

La presente Guía para incluir la Perspectiva de Género en proyectos con población desarraigada como en el caso del Proyecto “Inténtalo de Nuevo”: Acciones Integradas para el Restablecimiento de la Población Desarraigada en Sabanalarga, Galapa, Barranquilla, Soledad, Malambo y Sabanagrande, REH/2007/146-335 a través de sus diferentes programas, ha sido el interés de un proceso de formación y capacitación dirigido a mujeres y a hombres que integran el equipo de trabajo. Un proceso que requirió una primera fase de trabajo intensivo con la totalidad del equipo para introducir el tema, identificar su relación con las historias particulares de las y los participantes y conocer algunos de los principales aportes del feminismo y de los estudios de género en la construcción de nuevos paradigmas que permitan comprender el mundo y actuar en él. En una segunda fase, se brindó asesoría a los diversos equipos de trabajo para analizar los programas a su cargo y las posibilidades que esta perspectiva ofrece para conferirles un sentido vital, de equidad y de realización

cotidiana de los derechos de las mujeres participantes del proyecto. Esta guía abre el camino para la consolidación y el mantenimiento de los procesos iniciados en las dos fases anteriores y se propone ofrecer fundamentos conceptuales que ayuden a comprender el significado de la perspectiva de género y las condiciones que la convierten hoy en una necesidad de primer orden para desarrollar individual y colectivamente proyectos de desarrollo y de transformación sociocultural. Para ello ofrece propuestas metodológicas y ejercicios prácticos que permiten de-construir estereotipos, representaciones e imaginarios relativos al universo femenino y masculino y a las diversas orientaciones sexuales. Igualmente presenta recomendaciones para el uso de materiales audio-visuales cuyos contenidos develan distintas situaciones en relación con los derechos de las mujeres en el mundo y en Colombia. La guía está estructurada en cinco módulos, cada uno de los cuales se propone dar cuenta de la articulación entre dimensiones teóricas y experiencias vitales. PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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PRIMER MÓDULO

SEGUNDO MÓDULO

TERCER MÓDULO

CUARTO MÓDULO

QUINTO MÓDULO

Se concentra en una reflexión sobre el significado de incorporar una perspectiva de género y de derechos de las mujeres en el contexto actual colombiano, a casi veinte años de la Constitución del 91 y considerando de manera especial en el enfoque diferencial con la población en situación de desarraigo.

Ofrece orientaciones para comprender el significado de la perspectiva de género y las condiciones históricas y coyunturales que la convierten hoy en una necesidad de primer orden para avanzar en la construcción de una democracia participativa, incluyente, radical y plural en la cuál la representación de los intereses de las mujeres es imprescindible. Para ello da cuenta de la profunda relación entre lo institucional y lo organizativo, lo subjetivo y lo político, lo individual y lo colectivo.

Consecuente con el enfoque de derechos humanos que anima el trabajo cotidiano del proyecto y el desarrollo de sus programas, dedica su atención a los derechos de las mujeres, los más humanos de todos los derechos, y cuya realización potencia los derechos de las poblaciones ancestralmente discriminadas por razón de su clase, su etnia o raza, edad, orientación sexual o condiciones de discapacidad visual, auditiva, motriz o psicológica.

Identifica procesos, prácticas y herramientas para incorporar la perspectiva de género en proyectos de desarrollo e intervención social teniendo en cuenta las condiciones actuales de los programas del Proyecto “Inténtalo de Nuevo”: Acciones Integradas para el Restablecimiento de la Población Desarraigada de Sabanalarga, Galapa, Barranquilla, Soledad, Malambo y Sabanagrande.

Registra materiales bibliográficos, audiovisuales y otras fuentes de consulta necesarias para alimentar este proceso que requiere actualización permanente.


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PRIMER MÓDULO Desplazamiento forzado, desarraigo y derechos de las mujeres: una mirada al contexto colombiano. En este primer módulo, nos proponemos abordar de manera sintética algunos elementos del contexto colombiano en el cuál se desarrolló el trabajo de capacitación y formación realizado con el equipo del Proyecto “Inténtalo de Nuevo”: Acciones Integradas para el Restablecimiento de la Población Desarraigada de Sabanalarga, Galapa, Barranquilla, Soledad, Malambo y Sabanagrande, REH/2007/146-335, financiado por la Comisión Europea e implementado por la Corporación Volver a la Gente. En efecto existen condiciones históricas y coyunturales que le dan una particular relevancia a la incorporación de la perspectiva de género y de los derechos de las mujeres en los diversos programas del proyecto. El contexto en el cuál se desarrolló el trabajo, lo conforma en primer lugar los casi 20 años de vigencia de la reforma Constitucional de 1991. Una Constitución que en sus diez primeros artículos establece los principios fundamentales de un Estado social de derechos, democrático, participativo y pluralista, fundado en el respeto de la dignidad humana.

Se define la discriminación contra la mujer como “toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo, que tenga por objeto menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la esfera política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera”

Igualmente y por primera vez esta Constitución, reconociendo explícitamente los contenidos de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW 1979), —Convención que Colombia suscribió en 1981 (Ley 051) — visibiliza a las mujeres como sujetas de derechos y recuerda que ellas no pueden ser sometidas a ninguna clase de discriminación. Art. 43 de la Constitución del 91: La mujer y el hombre tienen iguales derechos y oportunidades. La mujer no podrá ser sometida a ninguna clase de discriminación (…). El Estado apoyará de manera especial a la mujer cabeza de familia. PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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Así mismo en 34 artículos de la Constitución del 91, se reconoce a la participación tanto en el rango de los derechos como en el de los deberes que regulan la participación social. Y a partir de la década de los 90 y gracias a una mayor conciencia crítica relativa a la lentitud de los cambios tanto normativos como culturales a favor de las mujeres, se presentan una multiplicación de Conferencias Mundiales, Foros, Cumbres, Declaraciones y Plataformas que, gracias a la presencia y a la presión de organizaciones de mujeres cada vez más numerosas, abordan la problemática de las mujeres como asuntos cruciales para la igualdad y la paz en el mundo No podemos dejar de mencionar que, si bien hay progresos en lo normativo (Constitución, decretos, leyes y jurisprudencia entre otros) las mentalidades y los imaginarios culturales, atados a sectores conservadores y a una Iglesia retardataria que tiene aún un enorme poder político, sigue frenando avances que permitirían que lo normativo se traduzca en cambios significativos y reales.

Ese contexto está marcado también por una Colombia que conoce desde hace más de 10 años un recrudecimiento del conflicto armado y de sus evidentes y escalofriantes estragos sobre la población civil, tales como el fenómeno del desplazamiento forzado, igualmente nombrado por la expresión de desarraigo o destierro. Un fenómeno por demás constante en la historia de la humanidad, de los procesos de poblamiento y de las relaciones de hombres y mujeres con la tierra. En Colombia fue sustento de la conquista, de la colonia y se mantiene aún en los períodos de la conformación de la República. 1975, México, Conferencia Mundial de la Mujer que abre la Década Internacional de la Mujer decretada por el Sistema de Naciones Unidas. 1985: Nairobi; 1995: Beijing; 2005: Beijing + 10. Además de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena, 1993; la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo en El Cairo, 1994; y también en 1994, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, también conocida como Convención de Belén do Para, la cuál entra en vigencia en Colombia en diciembre de 1996 por medio de la ley 248 de 1995.

Y según datos internacionales, Colombia hoy en día sería el país que tiene más desplazamiento forzado, más población en situación de desarraigo del mundo. Más que Irak, más que Afganistán y más que el Darfur por no citar sino algunos países que padecen de los mismos estragos, todos generados por un conflicto interno. Sin embargo en Colombia nadie se pone de acuerdo sobre el número exacto de personas desarraigadas como consecuencia hoy del conflicto armado, del paramilitarismo y del narcotráfico.


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“(…) La población que vive en situación de desarraigo no es un ente abstracto, está conformada por personas concretas que comparten una historia común de desalojo producto de la guerra. Esa historia común se caracteriza porque los derechos de todas las personas afectadas por las acciones de fuerza producto de la guerra han sido violados. Esa historia de violencia socava su condición de sujetos de derecho y es vivida de manera diferente por las mujeres y por los hombres, por cuanto ellas y ellos, ustedes y nosotras —así como los hombres y las mujeres que nos antecedieron— hemos tenido una relación distinta con la guerra, con sus estragos y con sus festines. Y ¡atención! una relación distinta, no mejor o peor, sino diferente”. (Barreto y Thomas, 2009)

La historia de nuestro país se cuenta a través de muy diversas formas de desplazamiento forzado y desarraigo; esta historia es común a hombres y a mujeres, sin embargo ellos y ellas la viven de manera diferente por el sencillo hecho de habitar el mundo desde roles y lugares específicos que la cultura les ha asignado. Es lo que Virginia Gutiérrez de Pineda llamó en la década de los 80, “la territorialidad patriarcal de los géneros”(Gutiérrez y Vila, 1988, 161 y ss.). Por ello, las experiencias vitales de las personas en situación de desarraigo tienen efectos dolorosos y nefastos para ambos sexos y por tanto requieren ser reconocidas en sus especificidades. Nos parece entonces que los efectos diferenciales del

desplazamiento forzado sobre la población en situación de desarraigo se concretan en una vulneración de derechos fundamentales que se refieren a la condición de ciudadanía. Y la ciudadanía de las mujeres está atravesada por ancestrales procesos de apropiación de sus cuerpos y de su sexualidad que afectan su subjetividad y el reconocimiento y el ejercicio de sus derechos “(…) Y si bien esas diferentes relaciones de mujeres y hombres con la guerra y con las violencias que lleva consigo han sido constantes en la historia de la humanidad, apenas hace un cuarto de siglo que empezamos a hablar de la necesidad que tenemos de estudiar la violencia, la justicia, y las propuestas de paz, de reparación y de restauración desde una perspectiva de género que tiene como punto de partida el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Por ello, nuestra premisa es que como la humanidad ha empezado a comprender que la realización de los derechos de las mujeres es condición ineludible para la realización de los derechos humanos, el re-conocer, proclamar, restablecer, restaurar y promover los derechos de las mujeres es tarea que compromete a mujeres y a hombres; es un reto para la humanidad entera y es una apuesta ética para un país y un mundo que aún se resiste a pensar en un planeta en el que la guerra y todas las formas de violencia que ella comporta sean inviables (...)”. (Barreto y Thomas, 2009)

Partir de sí, nombrarnos y reconocer nuestras historias: un ejercicio imprescindible para trabajar con la población en situación de desarraigo. PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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Reconocer que cuando la guerra, el conflicto armado o las variadas formas que llevan consigo obligan al desplazamiento forzado, el desarraigo con sus secuelas se aloja en los cuerpos de las personas, siempre habitados por las huellas de las experiencias vividas. Ello exige asumir en todo momento a todas y cada una de las personas en situación de desarraigo como sujetos de derecho, lo cual implica al mismo tiempo, reconocer a las mujeres su condición de sujetas de derecho. Corresponde por tanto comprender que cada persona que llega a la ciudad en situación de desarraigo lleva dentro de sí muchas preguntas sobre sus derechos conculcados en el acto mismo del desplazamiento, sobre su vida misma y sobre las condiciones y posibilidades para asumirla. Esto supone que quienes integran organismos no gubernamentales o entidades del Estado, se reconozcan a sí mismos y a sí mismas como los sujetos y las sujetas de derecho que son, de tal forma que todo contacto con las personas en situación de desarraigo sea esencialmente un ejercicio consciente de interacción, de comunicación o de encuentro entre personas que construyen su autonomía y ejercer su ciudadanía. En tal sentido y sabiendo que el reconocimiento de los otros y de las otras pasa por el re-conocimiento de sí mismas, de sí mismos, el trabajo con las y los integrantes del proyecto se inicia con una presentación personal.

En esta Guía, el registro de los diversos ejercicios individuales y grupales que animaron este proceso, constituye un recurso para la consolidación y el seguimiento de dicho proceso a medida que nuevas personas entran a formar parte del proyecto. Al mismo tiempo, se ofrece como un recurso metodológico que se puede adecuar para el trabajo con otras personas y de manera específica para el trabajo cotidiano con las personas participantes en los procesos a quienes desde estos postulados, no se podrá considerar como intrusos o vulnerados, sino como sujetos y sujetas de derecho.

¿Quiénes somos y cómo nos nombramos? fue la pregunta con la cual iniciamos el ejercicio de presentación que comprendió dos momentos: I. Nuestra presentación como animadoras del proceso: optamos por compartir algo de lo que somos, a través de dos escritos en los cuales se identifican nuestras opciones ético-políticas por el feminismo y nuestras decisiones de hacer uso cotidiano del “lenguaje incluyente”. Así, compartimos con las personas participantes algunos de nuestros aprendizajes en el aún lento camino, para hacer visibles a las mujeres y de nuestras opciones por convertir en práctica cotidiana las propuestas que hoy andan por muchos lugares del país para hacer un uso no sexista del lenguaje.


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Soy Feminista

Nunca he declarado la guerra a los hombres; no declaro la guerra a nadie, cambio la vida: soy feminista. No soy ni amargada ni insatisfecha: me gusta el humor, la risa, pero sé también compartir los duelos de las miles de mujeres víctimas de violencia: soy feminista. Me gusta con locura la libertad más no el libertinaje: soy feminista. No soy pro-abortista, soy pro-opción porque conozco a las mujeres y creo en su enorme responsabilidad: soy feminista. No soy lesbiana, y si lo fuera ¿cuál sería el problema? Soy feminista. Sí, soy feminista porque no quiero morir indignada. Soy feminista y defenderé a las mujeres hasta dónde pueda hacerlo, defenderé su derecho a una vida libre de violencias. Soy feminista porque creo que hoy día el feminismo representa uno de los últimos humanismos en esta tierra desolada y porque he apostado a un mundo mixto hecho de hombres y mujeres que no tienen la misma manera de habitar el mundo, de interpretarlo y de actuar sobre él. Soy feminista porque me gusta provocar debates desde donde puedo hacerlo. Soy feminista para mover ideas y poner a circular conceptos; para deconstruir viejos discursos y narrativas, para desmontar mitos y estereotipos, derrumbar roles prescritos e imaginarios prestados. Soy feminista para defender también a los sujetos inesperados y su reconocimiento como sujetos de derecho, para gays, lesbianas y transgeneristas, para ancianos y ancianas, para niños y niñas, para indígenas y negritudes y para todas las mujeres que no quieren parir un solo hijo más para la guerra. Soy feminista y escribo para las mujeres que no tienen voces, para todas las mujeres, desde sus incontestables semejanzas y sus evidentes diferencias. Soy feminista porque el feminismo es un movimiento que me permite pensar también en nuestras hermanas afganas, ruandesas, croatas, iraníes, que me permite pensar en las niñas africanas cuyo clítoris ha sido extirpado, en todas las mujeres que son obligadas a cubrirse de velos, en todas las mujeres del mundo maltratadas, víctimas de

abusos, violadas y en todas las que han pagado con su vida esta peste mundial llamada misoginia. Sí, soy feminista para que podamos oír otras voces, para aprender a escribir el guión humano desde la complejidad, la diversidad y la pluralidad. Soy feminista para mover la razón e impedir que se fosilice en un discurso estéril al amor. Soy feminista para reconciliar razón y emoción y participar humildemente en la construcción de sujetos sentipensantes como los llama Eduardo Galeano. Soy feminista y defiendo una epistemología que acepte la complejidad, las ambigüedades, las incertidumbres y la sospecha. Se hoy que no existe verdad única, Historia con H mayúscula, ni Sujeto universal. Existen verdades, relatos y contingencias; existen, al lado de la historia oficial tradicionalmente escrita por los hombres, historias no oficiales, historias de las vidas privadas, historias de vida que nos enseñan tanto sobre la otra cara del mundo, tal vez su cara más humana. En fin soy feminista tratando de atravesar críticamente una moral patriarcal de las exclusiones, de los exilios, de las orfandades y de las guerras, una moral que nos gobierna desde hace siglos. Trato de ser feminista en el contexto de una modernidad que cumple por fin sus promesas para todos y todas. Como dice Gilles Deleuze “siempre se escribe para dar vida, para liberarla cuando se encuentra prisionera, para trazar líneas de huida”. Sí, trato de trazar para las mujeres de este país líneas de huida que pasen por la utopía. Porque creo que un día existirá en el mundo entero un lugar para las mujeres, para sus palabras, sus voces, sus reivindicaciones, sus desequilibrios, sus desórdenes, sus afirmaciones en cuanto seres equivalentes políticamente a los hombres y diferentes existencialmente. Un día, no muy lejano, espero, dejaremos de atraer e inquietar a los hombres; dejaremos de escindirnos en madres o putas, en Marías o Evas, imágenes que alimentaron durante siglos los imaginarios patriarcales; habremos aprendido a realizar alianzas entre lo que PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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representa María y lo que significa Eva. Habremos aprendido a ser mujeres, simplemente mujeres. Ni santas, ni brujas; ni putas, ni vírgenes; ni sumisas, ni histéricas, sino mujeres, resignificando ese concepto, llenándolo de múltiples contenidos capaces de reflejar novedosas prácticas de sí que nuestra revolución nos entregó; mujeres que no necesiten más ni amos, ni maridos, sino nuevos compañeros dispuestos a intentar reconciliarse con ellas desde el reconocimiento imprescindible de la soledad y la necesidad imperiosa del amor. Por esto repito tantas veces que ser mujer hoy es romper con los viejos modelos esperados para nosotras, es no reconocerse en lo ya pensado para nosotras, es extraviarse como lo expresaba tan bellamente esta feminista italiana Alessandra Bocchetti. Sí, no reconocerse en lo ya pensado para nosotras. Por esto soy una extraviada, soy feminista. Y lo soy con el derecho también a equivocarme. Florence Thomas, Coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad, 8 de Marzo de 2008.

EL RETO DE TRANSFORMAR Y RE-CREAR EL LENGUAJE:

Un ejercicio práctico para una democracia incluyente 1. Los más recientes estudios de la Lingüística han demostrado que el lenguaje construye realidad y que lo que no se nombra no existe. Un lenguaje incluyente y visibilizante de las mujeres es un ejercicio práctico y cotidiano de acción afirmativa que construye valores éticos en tanto anima los principios de reconocimiento de la alteridad, en este caso de las otras, con efectos sinérgicos para otros grupos poblacionales que han sido ancestralmente discriminados. 2. El lenguaje verbal, ya sea oral o escrito, está íntimamente ligado al lenguaje corporal o gestual; es el vehículo por excelencia de la

producción de símbolos, de la asignación de significados y de la circulación de representaciones y de imaginarios sobre el mundo y sobre quienes lo habitan. 3. La creación de nuevos lenguajes es un ejercicio imprescindible para la construcción de una democracia incluyente, con representación, participación y decisión; es un recurso que silenciosamente contribuye a la distribución y circulación del saber y del poder. Las mas destacadas feministas han demostrado que la emancipación de las mujeres pasa por el lenguaje. 4. Crear nuevos lenguajes, transformar las palabras cotidianas, realizar ejercicios gramaticales que hagan visible lo que durante milenios permaneció oculto, ejercer el derecho de ser nombradas, es abrir caminos para la realización práctica y cotidiana de los valores de justicia social y para reconocer que la igualdad solo es posible si se reconocen y re-significan individual y colectivamente las diferencias. 5. El uso de un lenguaje incluyente y visibilizante de las diferencias entre mujeres y hombres compromete activamente al 53% de la población que habita el Distrito Capital que pertenece por nacimiento al sexo femenino, e invita a que en todos los espacios en los cuales concurren mujeres y hombres, las ideas se encarnen en los cuerpos. 6. El uso de un lenguaje incluyente y visibilizante de las diferencias entre mujeres y hombres solo se logra mediante un ejercicio constante y consciente del sentido y del significado de las palabras y requiere por tanto paciencia, convicción y decisión. La intransigencia semántica es una invitación que nos hace Diana Mafia, defensora del Pueblo en la ciudad de Buenos Aires.


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7. En tanto los medios son un agente socializador por excelencia, el papel de los contenidos visuales y audiovisuales de comunicación, así como de la prensa hablada y escrita, en la reproducción o en la transformación del lenguaje ocupa hoy un lugar de primer orden. Incidir en el uso mediático de un lenguaje que reconozca a las mujeres y las incluya en el ejercicio cotidiano de nombrar es un recurso para la construcción de una ciudad en la cual se reconoce y se convoca a cada una y cada uno de quienes la habitan. Material elaborado por: Juanita Barreto Gama, Responsable Política Pública de Mujer y Géneros , Alcaldía Mayor de Bogotá. Febrero 16 de 2004 con ajustes en Julio de 2004.

II. Las y los participantes se presentan: un ejercicio concreto de re-conocimiento de quienes integran el equipo del proyecto: “Inténtalo de Nuevo” orientado a descubrir los nexos indisolubles entre las dimensiones individuales y colectivas del quehacer cotidiano. Este ejercicio comprendió dos partes: 1a. Soy-Estoy: El valor de recibir un nombre, nombrarse y situarse. Un tiempo para responder individualmente las siguientes preguntas: • ¿Qué nombre me dieron y por qué? • ¿Cómo me gusta que me llamen? • ¿Cómo me sitúo actualmente ante el mundo y en el proyecto?

Un tiempo para poner en común las elaboraciones personales y entregar el registro escrito. Para finalizar el ejercicio cada persona escribió el nombre con el cual deseaba ser nombrada. Esta experiencia de presentación personal permitió a cada persona situarse en el comienzo de su trayectoria vital, preguntarse sobre qué tanto conoce de sí misma, recordar anécdotas respecto a las maneras como le nombran en su familia, en la escuela, en el vecindario o en el trabajo e indagar sobre sus preferencias, sus deseos y sus relaciones con su propio nombre. Es por tanto un ejercicio de presentación que crea condiciones para el reconocimiento de sí mismo y de las demás personas con quienes se trabaja.

Preguntas para seguir abriendo caminos… • ¿Cómo reconstruir las historias de las mujeres que viven en situación de desarraigo en esta ciudad? • ¿Qué condiciones son las que las unen y cuales las que las diferencian? • ¿Qué propuestas tienen las mujeres en situación de desarraigo para el reconocimiento de sí mismas y de sus palabras en las organizaciones y entidades que trabajan con ellas?

2a. Somos-Estamos: Del yo al nosotros y nosotras. PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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SEGUNDO MÓDULO La Perspectiva de Género: una herramienta que potencia a las mujeres. “Si no se introduce la dimensión de género en el desarrollo, se pone en peligro el propio desarrollo. Y si las estrategias encaminadas a reducir la pobreza no potencian a las mujeres, no lograrán beneficiar a toda la sociedad”. Informe sobre desarrollo humano, PNUD. En este segundo módulo enfatizaremos algunos fundamentos conceptuales que nos permitirán comprender el significado de la perspectiva de género y las condiciones que la convierten hoy en una necesidad de primer orden para el desarrollo de proyectos sociales y de transformación sociocultural. La Tercera Meta del Milenio recomienda a las naciones del mundo promover la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. En este sentido la integración del enfoque de género en cualquier proyecto, investigación o programa de desarrollo social, es una de las herramientas metodológicas que permite avanzar en el cumplimiento de esta meta y hoy se reconoce que es imprescindible si se desea lograr la justicia social y la eficacia de la labor de desarrollo. Cumplir con las recomendaciones de esta tercera meta del

milenio significa también establecer la necesidad de modificar los patrones socio-culturales de conducta, basados en los estereotipos masculino/femenino para controvertir las relaciones de superioridad/inferioridad entre hombres y mujeres en razón de su sexo. Tal vez sea el momento para dejar claro que a todo lo largo del documento guía, hablaremos a menudo de igualdad, diferencia, equidad y diversidad. Lo ilustraremos con una aseveración del feminismo que logra aclarar la ubicación de cada uno de estos términos: “hoy las mujeres buscan afirmarse equivalentes políticamente a los hombres y diferentes existencialmente”. Esta sencilla frase nos muestra que diferencia no es sinónimo de desigualdad y que la igualdad y la diferencia no son conceptos antitéticos; la igualdad es un debate político y la diferencia un debate epistemológico. Las mujeres no quieren renunciar a su manera de habitar el mundo, a su manera de


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interpretarlo y de actuar sobre él, no quieren renunciar a su particular ética de la vida, y esto no impide que sigan buscando igualdad de oportunidades con los hombres. Entonces políticas diferenciales y políticas de equidad de género no son lo mismo aún cuando se articulan por cuanto el carácter fundante de las diferencias de género atraviesa todas las otras diferencias. De hecho hay una primera diferencia, la que llamamos fundante, y es la diferencia sexual, fundante de la humanidad. Es en este sentido que las políticas de equidad de género deben transversalizar todas las políticas, diferenciales u otras. Ahora bien, para una mejor comprensión de lo que significa incorporar la perspectiva de género en proyectos de desarrollo social, realizaremos una breve aproximación conceptual de varias otras categorías que hacen parte del vocabulario de lo que llamamos la perspectiva de género. Iniciamos con el concepto de patriarcado puesto que hombres y mujeres al nacer somos enseguida inmersos en una determinada cultura que, para Colombia como para muchos otros países del mundo, podemos calificar de cultura patriarcal.

El Patriarcado: ¿Qué es?

Es un concepto que se utiliza para definir una ideología que, por medio de estructuras socio-políticas, mantiene y reproduce la opresión y discriminación de las mujeres.

Es una ideología de poder. Es un sistema socio-político que se originó históricamente en la familia dominada por el padre y que conformó paulatinamente una estructura que se reproduce en todo el orden social (en lo económico, lo cultural, lo religioso y lo político) a través del conjunto de instituciones de la sociedad política y civil. Podremos comprobarlo al examinar las estadísticas relativas a la situación de las mujeres en Colombia. (Ver módulo 3)

Las cifras de participación política de las mujeres o del porcentaje de mujeres dueñas de la tierra por ejemplo, nos muestran de manera evidente cómo todavía la cultura patriarcal tiene efectos discriminatorios en la vida de las mujeres. (ver cifras en el módulo 3)

El patriarcado otorga a los hombres un lugar privilegiado dándoles múltiples ventajas por el solo hecho de ser hombre.

“Nacer mujer es nacer con un coeficiente simbólico negativo” (Bourdieu, 1999) El patriarcado por consiguiente distribuye el poder a favor de los hombres en lo político, lo económico, lo sagrado-religioso y lo simbólico. PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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El patriarcado se manifiesta a nivel de las diversas prácticas sociales y se llama a veces androcentrismo o corrientemente, machismo. Se exterioriza también en una manera de ser hombre, de pensar, de actuar, de moverse, de habitar y ocupar el espacio y de interpretar el mundo, determinando a su vez una manera de ser mujer. El patriarcado se reproduce, se legitima y se naturaliza y esencializa a través de grandes narrativas y discursos por medio del lenguaje y en general de todos los sistemas simbólicos que constituyen el tejido cultural. Tiende a esencializar una supuesta naturaleza femenina frágil, emotiva, sexualmente pasiva, económicamente dependiente y destinada a la maternidad y una supuesta naturaleza masculina activa, racional, proveedora y autoritaria, entre otros atributos. Muchos estudios han demostrado lo que la vida misma comprueba en cada instante, que no es lo mismo nacer mujer que nacer hombre en una cultura patriarcal.

y es un hecho biológico, (genético, hormonal, gonádico) determinado por los cromosomas XX para las mujeres, XY para los varones y XXY para quienes nacen con características sexuales poco o nada definidas, no podemos hoy en día asumirlo como una simple realidad biológica natural. Nunca ha sido posible pensar el sexo sin los lentes de la interpretación cultural que ya portamos irremediablemente sobre él. Siendo la primera evidencia del cuerpo, consideramos éste como territorio donde se materializa la subjetividad, para la cual los cuerpos operan a la vez como objetos de control y disciplina y como agentes mediante los cuales realizamos lo que somos o queremos ser. O sea que en torno a nuestro sexo-cuerpo se activa un conjunto de prácticas culturales que se orientan a la producción de imaginarios diferenciados sobre el ser y el deber ser de las personas. Hoy sabemos que el cuerpo es también una construcción socio-cultural y política. Y si bien el sexo se hereda, sabemos que es modificable y que se habla entonces de transexualidad y transgenerismo.

Ahora diferenciemos dos conceptos, el de sexo y el de género

GÉNERO: ¿Qué significa?

“Uno no nace mujer, se hace mujer” (Simone de Beauvoir) EL SEXO: ¿Cómo se define?

Si bien el sexo es la primera evidencia del cuerpo, se hereda

El género es una construcción socio-cultural, es una operación de la cultura que nos permite entender por qué la diferencia sexual (XX, XY o XXY) implica desigualdad, valoraciones, asimetrías, entre otras, y que nos permite también preguntarnos por qué y cómo circula el poder entre los sexos. Entendemos entonces que la relación hombre-mujer no es una relación “natural” (a pesar de su


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naturalización), es una relación histórica, social, política e ideológica. Por tanto el género es adquirido y también modificable. El género inscribe en la cultura de manera diferente a hombres y mujeres y se expresa en un conjunto de prácticas, de representaciones, de normas, de ritos, de narrativas, de relatos y de discursos que las culturas elaboran a partir de la diferencia sexual. La masculinidad y la feminidad son ideologías y reflejan un orden histórico-político: el orden patriarcal o androcéntrico en el cual los varones en general ejercen el control del orden simbólico, religioso, económico y político. Hoy gracias a los aportes de las antropólogas, economistas e historiadoras feministas sabemos que el sistema SEXO-GÉNERO es de una enorme variabilidad cultural a pesar de que en casi todas las culturas se encuentra una división sexual del trabajo que ubica generalmente a las mujeres en el ámbito privado y a los hombres en el ámbito público. La subordinación femenina en sus distintas formas se comprende entonces como hechos simbolizados por la cultura a partir de lo que “debe ser” una mujer y lo que “debe ser” un hombre. Representa por consiguiente una formidable operación de la cultura o simbolización cultural de las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres que transforma nuestro SEXO en GÉNERO.

SEXO

GÉNERO

ORIENTACIÓN AFECTIVO - EROTICA

Hembras

Mujeres

Heterosexual

Machos

Hombres

Transgeneristas Intersexuales (Tranfosmistas, travestis, (Hermafroditas)

Transexuales)

Homosexual (Gay Hombres Lesbiana Mujeres)

Bisexual

Fuente: Propuesta de Carlos Iván García, 2004. En: Diversidad sexual en la Escuela, Colombia Diversa, Bogotá, 2007

El cuadro anterior es un recurso para mostrar que los procesos de construcción de identidad sexo-genérica son complejos, tienen diversas posibilidades y se anclan en los cuerpos y en las subjetividades de cada persona. Abre camino para convertir en práctica cotidiana el principio constitucional del “libre desarrollo de la personalidad”. Ahora nos preguntamos:

¿QUÉ ES O QUÉ SIGNIFICA TENER UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO? 1- Es, en primer lugar, una mirada que reconoce que el mundo es sexuado y que no es lo mismo nacer hombre que nacer mujer en cuanto a múltiples prácticas de vida PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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y en cuanto a la circulación, distribución y repartición del poder.

reconocimiento del valor de esta representación para la humanidad entera.

2- Es entonces visibilizar las brechas, las inequidades; es hacer claridad sobre los sesgos culturales y desenmascarar el poder patriarcal (conociendo las cifras, las estadísticas de violencias intrafamiliares, de violencias sexuales o de participación de las mujeres en los altos cargos ejecutivos, entre otras cosas).

5- Y es al mismo tiempo crear condiciones para el empoderamiento de las mujeres para la construcción de un sí-mismas desde la libertad, la autonomía y desde su autoridad en cuanto mujeres porque como tales sus experiencias forman parte de la historia del país. (Ver módulo 3)

3- Es tomar las medidas para cerrar las brechas y reducir las inequidades por medio de acciones positivas (como la ley de cuotas por ejemplo), de políticas de Estado, de cambios y avances en la legislación (Constitución del 91, últimos fallos de la Corte Constitucional a favor de las mujeres, nuevas legislaciones, etc) y por medio de un trabajo constante sobre la cultura por medio de la educación (transformación paulatina de los textos escolares, utilización del lenguaje incluyente, etc).

6- Finalmente es construir espacios de equidad y convivencia con los hombres a partir de los espacios cotidianos, a través del lenguaje y de una convivencia de deseos, de saberes, de derechos y de maneras de ser diferentes y respetar las diferencias. Esto significa que es necesario trabajar con los hombres también.

4- Es también crear las condiciones para la participación activa de las mujeres en la construcción de los proyectos vitales y sociales a partir de una firme y explícita voluntad política. Esto significa reconocer, asumir y respetar las diferencias existenciales, es decir, las experiencias de vida y su particular lógica para habitar e interpretar el mundo. No es suficiente la inclusión de las mujeres a la vida pública, es necesaria la representación de los intereses de las mujeres y el

Sabemos ya que el GÉNERO no es sinónimo de SEXO aunque muchas personas utilicen ambas palabras indistintamente. Tampoco el género es sinónimo de mujer. El género no puede identificarse con los estereotipos de feminidad y masculinidad. Los hombres también responden a un género de manera que, incorporar el género en una determinada actividad o estudio no es simplemente incorporar a la

PERSPECTIVA DE GÉNERO: ¿QUÉ NO ES?


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mujer, es también hacer visibles las diferencias de valor en la asignación de roles de género y en las relaciones de poder entre los sexos. Incorporar la visión o perspectiva de género en las actividades humanas no es solo “agregar” a las mujeres; consiste, a partir de la visibilización de las relaciones de poder entre los sexos, en tomar todas las medidas posibles para cerrar las brechas y reducir las inequidades encontradas en el análisis. La perspectiva de género es entonces un enfoque de trabajo que permite analizar la situación de mujeres y hombres haciendo hincapié en su contenido relacional. Permite reflexionar sobre la relación entre mujeres, entre hombres y entre ellas y ellos; ofrece nuevas posibilidades para comprender las relaciones entre los cuerpos, las subjetividades y las identidades, lo individual y lo colectivo, lo subjetivo y lo político, el desarrollo y la democracia, entre otras. Y para seguir con un mejor entendimiento del vocabulario que hace parte del Enfoque de Género, queremos dar algunas definiciones de términos corrientemente utilizados en dicho enfoque. SEXISMO

Fundamentado en una serie de mitos y mistificaciones, es la creencia en la superioridad de un sexo sobre el otro. En la cultura patriarcal, es la creencia en la superioridad del sexo

masculino que se manifiesta en una serie de privilegios para los hombres, situación que se logra haciendo creer al sexo subordinado que esa es su función “natural”.

MACHISMO

En el lenguaje cotidiano el machismo lo constituyen aquellos actos, físicos o verbales que ensalzan el poder del varón y por medio de los cuales se manifiesta en la cotidianeidad el sexismo subyacente a la cultura patriarcal.

MISOGINIA

La palabra misoginia viene del griego (miso: odio; gino: mujer) y significa odio a las mujeres.

FEMINISMO

El feminismo es un movimiento social y político y también un conjunto de teorías que buscan elucidar los mecanismos de circulación, reproducción y distribución de poder entre hombres y mujeres. El feminismo nos permite a partir de la recuperación de nuestra historia pasar de la casualidad de haber nacido mujer a la conciencia crítica de lo que significa ser mujer en una cultura patriarcal. Existen varias corrientes dentro del feminismo. Hoy día las dos corrientes principales son el feminismo liberal y el feminismo de la diferencia. Una de los aportes claves del feminismo fue el de afirmar que lo personal es político. Y uno de los logros más importantes del feminismo fue el de devolver su cuerpo a las mujeres. (Los Derechos Sexuales y Reproductivos). Hoy y gracias al feminismo las mujeres están aprendiendo a PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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afirmarse equivalentes políticamente y diferentes existencialmente. El feminismo lucha contra el patriarcado y el androcentrismo que consideran que el hombre es el modelo de ser humano. El feminismo sostiene que las mujeres de todas las clases, razas, etnias, edades, discapacidades, creencias y opciones sexuales son discriminadas, subordinadas y oprimidas en razón de su sexo; sostiene también que tienen experiencias, vivencias y necesidades que no son tomadas en cuenta ni satisfechas y que, para eliminar esta discriminación, se requieren cambios profundos en la distribución del poder político, económico y social entre los sexos.

Mi Cuerpo, Nuestros Cuerpos y los Territorios que Habitamos Los estudios feministas, las posibilidades conceptuales y prácticas que ellos comportan y el trabajo con nuestras colegas y coequiperas de los grupos y organizaciones de mujeres con los cuales nos hemos encontrado en el curso de nuestras vidas, nos permitieron comprender que el cuerpo es el primer territorio donde se construye la ciudadanía. Y bien vale reiterar este enunciado como una manera de inscribir en nuestros cuerpos este nuevo saber, legitimado y asumido como una realidad hace apenas unas cuantas décadas. Un saber que está transformando profundamente las maneras como aprendimos a conocer el cuerpo con el cual nacimos; un cuerpo que ha sido hablado por las costumbres, los hábitos y las prácticas culturales,

económicas y políticas; un cuerpo amedrentado por miedos ancestrales, por estigmas de “pecado” y por representaciones que pretendieron escindirlo de las ideas y despojarlo de sentido ético-político; un cuerpo sexuado y generizado que está aprendiendo a hablarle a la historia de la humanidad y al que estamos aprendiendo a escuchar. Por ello, pensar el cuerpo desde una perspectiva de género, requiere acudir a diversos recursos metodológicos que permitan poner en evidencia los rasgos, los restos y los rezagos de una cultura patriarcal que se resiste a desaparecer y que quienes hemos nacido en ella, llevamos en lo más profundo de nuestro ser. Una cultura patriarcal que además se erige en monumentos en los territorios por donde transitamos y se manifiesta en las instituciones y en los diversos escenarios por donde transcurren nuestras vidas. De allí que nuestra propuesta metodológica se oriente ahora a proponer algunos ejercicios prácticos para descubrir nuestros cuerpos habitados por símbolos, representaciones, imaginarios, discursos narrativos, medios y discursos normativos que reproducen las huellas del patriarcado, y para develar el papel desempeñado por instituciones sociales básicas tales como la familia, la escuela el vecindario, la Iglesia y el Estado en su mantenimiento y su reproducción. También las diversas vertientes del feminismo -de la


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igualdad, radical, socialista y de la diferencia- todas ellas estrechamente relacionadas, ofrecen elementos conceptuales y prácticos para de-construir el patriarcado y develar las resistencias que hacen más lenta su extinción.

Trece claves para la deconstrucción el poder patriarcal 1. Reconocer la fuerza del pensamiento de las mujeres 2. Controvertir la escisión mente-cuerpo 3. Dar prioridad a la vida 4. Asumir la diferencia como valor ético 5. Legitimar las éticas del cuidado 6. Controvertir los procesos de producción y circulación de los conocimientos 7. Develar los estereotipos sexistas presentes en la vida cotidiana y en los poderes que la sustentan 8. Desentrañar el sexismo que se reproduce también en los discursos y prácticas “no cotidianas” 9. Interrogar los conceptos de igualdad abstracta y deslegitimar la desigualdad concreta 10. Dar cuenta del carácter androcéntrico del saber sentir, del saber pensar y del saber hacer 11. Interpelar la polaridad presente en las relaciones público-privado, adentro-afuera del saber, del pensar y del hacer 12. Comprender la sinergia y la articulación entre las diferencias de género y otras diferencias constitutivas de lo humano 13. Descubrir el patriarca que cada quien lleva dentro y las resistencias que mantienen y reproducen el poder del amor y del saber patriarcales …

Dejemos entonces enunciadas algunas rutas para descubrir las huellas del patriarca que llevamos dentro: 1. Develar los estereotipos sexistas presentes en: a. Cuentos infantiles b. Refranes populares c. Símbolos religiosos d. Hábitos, costumbres y prácticas sociales e. Decretos, leyes y otras disposiciones normativas f. Anuncios publicitarios 2. Producir colectivamente micro-dramatizaciones, socio-dramas o pequeños montajes teatrales, en los cuales se hagan visibles comportamientos misóginos y machistas en: a. La dinámica familiar b. La comunidad educativa c. El barrio o el vecindario d. Las entidades estatales e. Las organizaciones sociales 3. Analizar desde una perspectiva de género noticias de la prensa hablada y escrita, programas de televisión, letras de canciones, películas o mensajes enviados por internet, identificando contenidos sexistas, invisibilización de las mujeres, instrumentalización de sus cuerpos o desvalorización de sus experiencias y saberes. Estos ejercicios pueden complementarse con el estudio de PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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materiales que están creando lenguajes alternativos y propuestas semánticas que reconocen los derechos de las mujeres y sus aportes a la transformación de la cultura.

LA CENICIENTA QUE NO QUERÍA COMER PERDICES.

Por Nunila López Salamero. Fuente. http://www.educarenigualdad.org/upload/Doc_225_nuestro_cuento.pdf La cenicienta tenía tantas ganas de ir a la fiesta, que al final lo consiguió, pero se puso tan ansiosa… que a la mañana siguiente no se acordaba de nada… Llegó a las 12 pero a las 12 del día siguiente. Pero ahí estaban esos dos señores con el zapato de cristal de tacón de palmo y de punta… esperando a que se lo probara. Al principio no le cabía el pié pero apretó y apretó hasta que le “cabió” y metió la pata… porque se tuvo que casar con el príncipe. Al Príncipe le encantaban las perdices, pero la cenicienta es vegetariana: no come ni carne, ni pescado, ni lleva chupo de cuero, aún así tenía que cocinar las perdices porque era la comida preferida del príncipe. Se las cocinaba a la plancha, al horno, rellenas, fritas…ESTAS ESTÁN SALADAS!! ESTAS ESTÁN CRUDAS!!! ESTAS ESTÁN QUEMADAS!!! Gritaba el príncipe malhumorado, porque nunca cocinaba las perdices a su gusto ¡Qué disgusto! Y lo peor: tenía que ir subida en los zapatos de cristal, de tacón de palmo y de punta!!... Qué vértigo!!! Al principio intentó poner la espalda recta, pero se caía hacia atrás, así que se fue inclinando y por su espalda se le fueron deslizando todas las ideas e ilusiones. Y la planta del pie chafada completamente. ¡Eso es horrible! En la planta del pie están reflejados todos nuestros órganos! ¿Qué hacemos en occidente con todos los órganos chafados? No, si es que aquí no se practica la

ablación porque no saben ni donde cortar. La cenicienta cada día se encontraba peor: Enferma, Deprimida, Perdida…Un día decidió contarlo: Qué rollo de príncipe, de zapatos y de perdices!!! “No te quejes de los zapatos, mi príncipe es moderno y yo voy subida en una plataforma de medio metro” (Vecina Moderna). “No te quejes: A mi príncipe le encantan las vacas y necesito ocho micro-ondas para calentarle la cena” (Amiga autóctona). “No te quejes, ¿dónde vas a estar mejor que con tu príncipe?” (Una madre). “¿Pero tu no eres vegetariana y te gusta andar descalzada? (Colega republicano con perro) Así que la cenicienta se confundió mas con los comentarios de la gente, dejó de contarlo y… se queda sola. Sólo tenía su príncipe “amado”, la espalda torcida, los pies chafados y el corazón destrozado. Y una vez tuvo la suerte de verse a sí misma, y le dio por reírse de sí misma, de lo inocente que había sido pensando que un príncipe la salvaría. Después de años viviendo con uno, se dio cuenta que los príncipes no te salvan…Tampoco los camioneros, ni los discjockeys, ni las pasteleras… Dejó de sentirse culpable, se perdonó… y se dio cuenta que… la única capaz de salvarte, ERES TU MISMA. Así que la cenicienta dijo: Basta!! Y apareció la hada que era una basta. (He de contaros que las hadas son gorditas, peludas y morenas… que están dentro de nosotras y salen cuando dices ¡¡¡BASTA!!!) En cuanto la hada vio a la cenicienta la abrazó y la estrujó, y la cenicienta en el momento que se sintió recogida se puso a llorar. ¡Hacía tanto que no lloraba! Primero empezó llorando por el príncipe, por tantas perdices muertas y por los zapatos. Luego siguió llorando al recordar que su madrastra le maltrataba, que su padre le trataba peor y que sus hermanos casi se mueren por querer usar una 38 de Zara´s. Lo lloró todo todo…


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(Hasta lo que nació en el hospital en vez de en casa) Lloró también dos vidas anteriores, por si acaso… (Para no repetir Karma) Y se sintió mejor que nunca: ¡Vacía! (Con el miedo que le daba a ella quedarse vacía). Ahora solo tenía que llenarse de cosas bonitas. Sabía que teniendo al lado al hada Basta lo conseguiría. En primer lugar dejó al príncipe (a pesar de que cuesta mucho dejarlos, tanto que a veces repites dos o tres príncipes más). Luego dejó los zapatos y las perdices. Y una vez sola decidió que quería disfrutar de su cuerpo que tan castigado había estado. Descubrió la danza libre que no es tan libre pero que te hace sentir libre. En esta danza da igual que calces un 42 que peses 90 kilos, que midas 1,92 o que tengas 80 años. Y así fue como encontró en el camino de la transformación a otros seres: a la ratica presumida que ha empezado a engordar y ahora liga mas, la Bella Durmiente y Blanca Nieves que se están despertando (desintoxicándose del Prozac), la Caperucita Roja a quien le había salido violento el cazador y debido a sus dioptrías emocionales no le vio la escopeta. Pinocho, que está harto de sus mentiras y sabe que necesita la verdad y el Hombre de hojalata que llorando, llorando, encontró su corazón. Y una vez libres pudieron realizar sus sueños ayudándose entre sí. La cenicienta montó un restaurante vegetariano llamado “Me sobra armonía” donde además de comer no paraban de bailar. Ahora están encantadas de haberse conocido pero también muy enfadadas del papel que han tenido que representar en los cuentos durante siglos: “niñas pasivas esperando a que les pidan la mano y les quiten la vida”. Se acabó han empezado un cuento nuevo: ÉRASE UNAS MUJERES QUE NO ESTABAN SOLAS Y UNAS PERDICES QUE VOLABAN PERDICES

Algunos caminos para reconocer el patriarca inscrito en el cuerpo: 1. En lo personal: Recordar una situación vivida en la cual se vio obligada u obligado a reconocer en su comportamiento rasgos del patriarcado; evocar sus sentimientos y reflexiones en relación con este hecho, y derivar consecuencias para su vida cotidiana. 2. En lo organizacional: Compartir anécdotas de situaciones ocurridas en el trabajo de las organizaciones sociales en las cuales se reproducen estereotipos sexistas en las relaciones entre quienes las integran, y analizarlas colectivamente. 3. En lo Institucional: Identificar situaciones concretas en las cuales se hace explícita la invisibilización de las mujeres en los discursos y prácticas de las entidades públicas. Analizarlas y formular posibles propuestas de reparación.

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TERCER MÓDULO Garantizar los derechos de las mujeres: Un imperativo ético-político. “(…) De allí que a partir de este momento nos referiremos a los derechos que son conculcados en el cruce de las violencias presentes en el desarraigo y el destierro, y de manera específica sus efectos sobre los derechos de las mujeres. Y como en nuestros imaginarios cada vez que hablamos de las mujeres está presente el miedo a la guerra de sexos, con la cual se ha caricaturizado al feminismo y a las luchas de las mujeres, proponemos a quienes hoy están en este auditorio, que cada vez que nombremos los derechos de las mujeres, tengamos presente que estamos exorcizando la violencia, allanando caminos para hacer realidad el Estado Social de Derecho y construyendo opciones de vida (…). Barreto y Thomas, 2009 En este tercer módulo, abordaremos el tema de los derechos más humanos de todos los derechos, los derechos de las mujeres. El Proyecto “Inténtalo de Nuevo”, desarrolla sus programas dentro de un muy claro enfoque de Derechos Humanos. Y es dentro de este enfoque que nos preguntamos si las mujeres tienen derechos y cuál es la realidad de estos derechos cuando además se trata de mujeres en situación de desarraigo. Igualmente examinamos cómo se logra la realización de los derechos por parte de las mujeres. Sin embargo y antes de considerar la situación de los

derechos de las mujeres colombianas, queremos mostrar algunas cifras actuales que se refieren a las mujeres en el mundo y que nos reafirman la necesidad de una clara voluntad política capaz de trasformar paulatinamente su situación. A este propósito recordemos que uno de los indicadores más confiables de desarrollo humano de un país es hoy el estado de los derechos humanos y particularmente de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. • Hoy ya somos más de 6.000 millones de habitantes • De 900 millones de analfabetas, 600 millones, son mujeres.


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• Más del 70% de la población que vive en la extrema pobreza son mujeres. Se oyen expresiones así: “la pobreza tiene cara de mujer” o se habla de “la feminización de la pobreza”. • El salario de las mujeres representa entre 50 y 80% del salario de los hombres. Por 100 pesos que gana un hombre, una mujer gana 70, por el mismo trabajo y con la misma hoja de vida. • Las mujeres efectúan 2/3 del número de horas de trabajo del mundo, producen la mitad de los alimentos, no ganan sino el 10% de las ganancias totales, reciben menos del 5% de los préstamos bancarios y 70% de ellas viven con menos de un dólar al día. • En relación con las 40 millones de personas desplazadas por razón de un conflicto armado, 80% son mujeres con sus hijos e hijas. • Una tercera parte de los hogares del mundo tiene jefatura femenina. • El 30% de las mujeres del mundo ha sido víctimas de la violencia física o sexual de un hombre. • El comercio sexual de mujeres, niñas y niños, representa el segundo negocio del mundo. • En la explotación sexual infantil, más del 80% de las víctimas son niñas y los principales victimarios son hombres. • 200 millones de mujeres no planifican sus embarazos, por pobreza o falta de educación. • 529.000 mujeres mueren cada año por patologías

ligadas al embarazo. • Las mujeres poseen menos del 2% de las tierras que tienen dueños. • Solo 12% de mujeres del mundo participan en los parlamentos a pesar de leyes de cuotas o de paridad en algunos países. • 98% de las riquezas del mundo las tienen los hombres y solo 2% las mujeres. Y algunos datos relativos a las mujeres colombianas • Las mujeres trabajan más horas que los hombres. • Desempeñan actividades económicas remuneradas y actividades no remuneradas en el hogar o en la comunidad. • Más del 80% de las mujeres que trabajan reciben menos de dos salarios mínimos. • Tienen mayor tasa de desempleo. • La remuneración de las mujeres colombianas tiene un diferencial del 19% con los hombres. Por 100 pesos que gana hombre, una mujer gana 81 pesos por el mismo trabajo. • De 10 mujeres que trabajan, 4 son asalariadas y 6 están en la informalidad. • Las mujeres tienen una menor participación en cargos administrativos o ejecutivos que los hombres. • Actualmente hay un 11.76% de mujeres en el Senado y en la Cámara un 11.98%. Hay una sola PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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gobernadora y un 10% de mujeres alcaldesas. • En los Consejos Municipales (2004-2007), se cuenta únicamente con un 13% de mujeres. • En el actual gabinete presidencial, hay un 26% de mujeres ministras. (¿Y la ley de cuotas?) • En general, en las alcaldías del país, no se está cumpliendo la ley de cuotas. • La violencia doméstica y sexual al interior del hogar es la forma más común de violencia contra las mujeres. • Ocurren más de 200 casos de violencia doméstica por día. Si sumamos Comisaría de Familia, Centros Zonales del ICBF y Personería o Fiscalía, encontramos 120.596 denuncias de violencias intrafamiliares. (datos de 2001) • Por cada 6 mujeres agredidas sexualmente, hay un hombre agredido. 85.7% de las víctimas de violencia sexual son mujeres. • Solo se denuncia entre el 10 y el 20% de los casos de violencias. • Según la Fiscalía General de la Nación, en 1999 había más de 25.000 menores ejerciendo la prostitución. Tres cuartas partes de estos menores son niñas. • Hay aproximadamente 18.000 mujeres violadas al año. • 26% de las menores de 20 años ha tenido un embarazo o más. En las adolescentes desplazadas es el 30%.

• En el Pacífico es el doble que en el resto del país. • El 44% de menores de 20 años se ha practicado al menos un aborto. • De 250.000 a 300.000 mujeres abortan clandestina e ilegalmente cada año. • La guerra afecta diferencialmente a hombres y mujeres. El 80% de desplazados son mujeres, niños y niñas. • En tiempos de conflicto armado, las mujeres siguen siendo botín de guerra. Ya existen muchos casos de violaciones durante o después de los combates.

“La violencia contra la mujer es quizás la más vergonzosa violación de los Derechos Humanos. No conoce límites geográficos, culturales o de riquezas. Mientras continúe, no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz”. Kofi Annan Ex-secretario general de Naciones Unidas

Al conocer estos datos, parecería que hablar de derechos de las mujeres sigue siendo una utopía… sin embargo en prácticamente todas las latitudes del planeta tierra, las mujeres están luchando por conquistar derechos, con ritmos y logros diferenciales pero todas con la firme convicción de que ya no hay marcha atrás.


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Ahora bien, haremos un poco de historia alrededor de los Derechos Humanos: Los Derechos Humanos se han ido promulgando desde hace 220 años y su clasificación abarca los de primera, segunda, tercera y lo que se ha venido configurando como una cuarta generación. Los derechos humanos de primera generación o derechos fundamentales fueron promulgados en 1789 en el contexto de la Revolución Francesa. Los derechos de segunda generación son los derechos económicos, sociales y culturales y los de tercera generación son conocidos como los derechos colectivos y del medio ambiente. Y aquí queremos enfatizar que durante muchos años, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no se encontraba ninguna referencia explícita a las mujeres. Existía una concepción “unisexo” de los derechos humanos y subyacía el concepto de hombre como sujeto universal que englobaba y representaba a los sujetos particulares. Las mujeres seguían sin existencia propia porque nacer hombre o nacer mujer era lo mismo. Esto representa exactamente el pensamiento universalista, un pensamiento que permite expresar frases tales como: Todos los Hombres son iguales, y entonces preguntamos:

La Revolución Francesa, a pesar de su grito tan esperanzador de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” no mejoró la condición de las mujeres. Las ignoró de manera vergonzante cuando muchas de ellas fueron activas revolucionarias y reclamaban justicia por medio de periódicos y clubes de ciudadanas revolucionarias. Sin embargo, los hombres, bajo el pretexto de la anatomía femenina y de sus “servidumbres fisiológicas”, seguían rechazando cualquier posibilidad de otorgarles derechos. Aún así existieron algunas emocionantes excepciones tales como la del filósofo Condorcet quien, desde antes de 1789, fue el único teórico de la Revolución que reclamó la igualdad de derechos entre los sexos y que criticó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano por no mencionar a las mujeres, ni incluir derechos para ellas. Decía ¿“Por qué unas personas expuestas a embarazos e indisposiciones pasajeras no podrían ejercer derechos que nadie pensó rechazar a hombres que tienen gota o que se resfrían fácilmente”?1

¿incluso las mujeres? porque de cada dos Hombres se debe suponer que uno es mujer. Y sin embargo una mujer no es un hombre, por consiguiente no es tampoco un Hombre, entonces, una mujer es una mujer y no puede ser asimilada a un hombre. Su historia es demasiado distinta, sus experiencias vitales también y la historia de su cuerpo incomparable con la de los hombres. De alguna manera se repetía lo que ya había denunciado la gran Olimpia de Gouges en el momento de la Declaración

1 Citado en: Groult Benoîte, Le feminisme au masculin , Editions Denoel/Gonthier, 1977 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789, declaración que nunca nombraba a las mujeres a pesar de su importante participación en la Revolución Francesa. De hecho, Olimpia, ofuscada por esta tan viril Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, redacta una Declaración de la Mujer y de la Ciudadana, en la cual traspone a las mujeres las ventajas del estado de derechos, insistiendo en el carácter bisexuado de la comunidad civil y política. Ella, quien dirá más tarde, dos años antes de subir a la guillotina “si la mujer tiene derecho de subir al cadalso, también debe tener el derecho de subir a la tribuna”. Fue guillotinada por tanto atrevimiento… Y de hecho fueron necesarios muchos años, muchas luchas y muchas mujeres ilustradas para lograr superar la trampa del universalismo que obligaba a las mujeres a medirse con parámetros masculinos como si la historia y las necesidades de las mujeres fueran las mismas que la historia y las necesidades de los hombres. Es así como se llegó a la llamada cuarta generación de los Derechos Humanos: Los Derechos Sexuales y Reproductivos. Constituyen actualmente el reto principal para ampliar los límites del paradigma de los derechos humanos y permitir la articulación de nuevos derechos. Fueron consagrados por primera vez en la conferencia Mundial sobre Población y desarrollo celebrada en El Cairo en 1994 y se profundizan y complementan posteriormente en la cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada

en Beijing en 1995 y poco a poco el cuerpo de derechos ha venido desarrollándose en torno a varios derechos tales como : • Derecho a la salud y a la salud reproductiva • Derecho a la integridad y a estar libre de violencia, lo cual incluye la violencia doméstica y la violencia sexual • Derecho a la igualdad y a lo no discriminación • Derecho a decidir el número e intervalo de hijos: acceso a métodos de planificación familiar • Derecho al empleo y a la seguridad social • Derechos a la intimidad: libre desarrollo de la personalidad y a la confidencialidad entre el médico, la médica y los pacientes • Derecho a la educación: no discriminación a las adolescentes embarazadas en el sistema educativo, el derecho a recibir e impartir información sobre educación sexual • La capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria, libre y segura • La libertad para decidir tener relaciones sexuales o no, cuándo, con quién y la forma de vivirlas • La posibilidad de ejercer el derecho de procrear o no. • El derecho a recibir servicios adecuados de atención a la salud que permita embarazos y partos sin riesgos(…) Existen otras taxonomías de los Derechos Humanos entre


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las cuales se incluyen por ejemplo los definidos en la Constitución colombiana (1991) o de la manera más específica los priorizados por las mujeres de Bogotá en el Plan de Igualdad de Oportunidades y Equidad de Género (2004-2016), para solo mencionar algunos de ellos. Hoy día, los derechos sexuales y reproductivos no están consagrados en un solo cuerpo normativo. Sus fuentes se encuentran en el ámbito internacional en instrumentos y documentos internacionales. En el ámbito interno, su sustento está en la constitución y se desarrollan en códigos, leyes, decretos y otras disposiciones. Los derechos sexuales y reproductivos representan el pilar fundamental para el ejercicio de la ciudadanía que, más allá de la simple posibilidad de tomar decisiones en el ámbito público (elegir y ser elegida), implica la posibilidad para mujeres y hombres de tomar decisiones autónomas sobre su propio cuerpo y vida en los campos de la sexualidad y reproducción. Sin embargo anteriormente al logro de los derechos sexuales y reproductivos, las mujeres ya tenían una larga historia de luchas para la conquista de otros derechos tales como el derecho al voto (1954) primer paso hacia el reconocimiento de su ciudadanía, además de otros derechos obtenidos a todo lo largo del siglo XX. De alguna manera se podría periodizar las luchas de las mujeres en la obtención de sus derechos así:

• De 1930 a 1960: 30 años de luchas sufragistas. • De 1960 a 1975: 15 años de lucha para pasar de la invisibilidad a la visibilidad. • De 1975 a 1985: Década Internacional de la Mujer (Naciones Unidas). 1979: CDAW, compromisos internacionales. Integración paulatina de las mujeres al desarrollo. • Década de los 80 hasta 1995: Políticas de Estado. Leyes a favor de las mujeres. Perspectiva de género. • De 1995 al 2009: 14 años difíciles por el recrudecimiento del conflicto armado y el desplazamiento forzado. Retroceso de algunas cifras. Sin embargo, para volver a la vulneración de derechos de las mujeres en situación de desarraigo, queremos referirnos a unos aportes de Donny Meertens quien afirma a partir de sus investigaciones realizadas: “El balance de los efectos diferenciados del desplazamiento sobre hombres y mujeres se registra de múltiples maneras. (…)

1. Entre la población desplazada la proporción de mujeres (adultas) es un poco mas alta que la de los hombres. Sin embargo, el dato más relevante aquí es el aumento de mujeres jefas de hogar, a causa de la violencia (pérdida del marido o compañero por asesinato) como es el caso de las viudas; o a causa de las rupturas familiares, provocadas por el desarraigo, las tensiones del anonimato, la clandestinidad o las nuevas dinámicas de la PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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gran ciudad. (…) 2. En el momento de los hechos violentos y la huida (…) los efectos traumáticos son mayores para ellas, en especial, cuando son viudas y cuando el desplazamiento implica la desintegración familiar. 3. Al iniciarse el proceso de reconstrucción de la vida cotidiana en el sitio de desplazamiento, el balance muestra tendencias a la inversa: el desempleo afecta más duro a los hombres que a las mujeres, ellos pierden su estatus de proveedores y sienten la pérdida de dignidad más fuerte que las mujeres ante las actividades irregulares e informales del rebusque. (…) 4. Hombres y mujeres viven por igual, pero en distintos ámbitos el estigma de ser desplazados y desplazadas y la desconfianza social exacerbada por la guerra. (…) 5. Hombres y mujeres tienen perspectivas diferentes frente a las opciones (reales o soñadas) de retorno, reubicación rural o integración urbana. Ellas suelen preferir, mucho mas que los hombres, la integración urbana sobre el retorno.(…) 6. En lo político y la interlocución con las entidades del estado los hombres se mueven mucho más que las mujeres. (…) Las mujeres, por tradición marginadas del mundo público, cuando se trata de buscar asistencia, prefieren movilizar sus redes particulares, en vez de depender totalmente de las inciertas ayudas institucionales. 7. Las organizaciones de la población desplazada que han surgido en los últimos años en contextos urbanos, se han caracterizado por un liderazgo masculino exclusivo, en particular en Bogotá. La participación de las mujeres desplazadas en puestos directivos o en la interlocución con el Estado ha sido mínima y sus actividades se han concentrado más en la generación de ingresos, 2 Meertens, Donny “Género, desplazamiento, derechos”, en Bello, ob.cit. p. 200-

frecuentemente en proyectos de sostenibilidad precaria. (…) 8. Las mujeres tienen mayor vulnerabilidad que los hombres a la vulneración de sus derechos específicos, en particular los sexuales y reproductivos. Es el caso de la exacerbación de la violencia intrafamiliar en el contexto de conflicto armado y de la violencia sexual como arma de guerra (violación por parte de actores armados, servicios sexuales forzados, prostitución forzada, acoso sexual) y la violencia basada en el género (servicios domésticos forzados, control sobre comportamiento y vida afectiva de las mujeres, entre otros. (…)2”

Ahora es imprescindible hablar de la realización de los derechos por parte de las mujeres. ¿Cómo hacer para que las mujeres se apropien de sus derechos? Es una pregunta esencial para que los derechos se transformen en hechos de la vida cotidiana y no se queden en el papel, para que estos sujetos abstractos de derechos empiecen a ser sujetos y sujetas concretas de realización cotidiana de los mismos. ¿Cómo de-construir viejas metáforas en relación con la feminidad que siguen repitiendo a las mujeres que ser mujer es ante todo ser madre y reemplazar estas metáforas trasnochadas por nuevas generadas por la modernidad y por un enfoque de derechos? ¿Cómo convencer a las mujeres que ser mujer significa ante todo ser sujetas de derechos y que la maternidad es hoy en día y gracias a luchas de muchas de ellas, solo una opción y no una obligación, no un destino biológico? Nos referiremos a una de las herramientas más utilizadas


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para lograr este propósito de realización de los derechos: el empoderamiento. El empoderamiento tiene una doble dimensión. Por un lado significa la toma de conciencia del poder que individual y colectivamente tienen las mujeres. Podríamos hablar entonces de empoderarse en lo cognitivo y en lo psicológico y tiene que ver con la recuperación de la propia dignidad y autoestima de cada mujer como persona. Y esto se relaciona en gran parte con la comprensión que tienen las mujeres de las causas de su discriminación: conocer y descubrir su propia historia, y más exactamente la historia de su sexo-género, la historia de su histórica opresión, de sus discriminaciones y de sus luchas en la construcción de su ciudadanía. Nos parece también de una importancia fundamental la toma de conciencia de lo que es y cómo se reproduce una cultura patriarcal; comprender lo que significa haber nacido en una cultura que no les ha dado las mismas oportunidades que a los hombres es de vital importancia para las mujeres en esta realización de los derechos. En segundo lugar tiene una dimensión política, en cuanto que pretende que las mujeres estén presentes en los lugares donde se toman las decisiones, es decir, ejercer autonomía y poder de decisión, un “poder para” y no un “poder sobre”. Y para esto es necesario fortalecer la posición social, económica y política de las mujeres. En último término supone alterar las relaciones de poder que

constriñen las opciones de las mujeres, su autonomía y afectan de forma adversa su salud y su bienestar. El concepto de empoderamiento viene de una palabra inglesa “empowerment”, palabra cuya traducción al español es muy difícil. Los documentos de Naciones Unidas proponen varias traducciones para este término que se resumen todas en el hecho de crear condiciones para la plena participación de las mujeres en la sociedad y para el pleno ejercicio de sus derechos, construyéndoles un sí mismo desde la autonomía, desde su autoridad y la potenciación de sus experiencias vitales en cuanto mujeres.

Ahora bien es importante enfatizar también que uno no empodera a las mujeres, sino que las mujeres se empoderan colectivamente por medio de procesos de concientización que logran liberar distintos tipos de poderes que habían sido reprimidos por la cultura patriarcal y/o que no había podido surgir por condiciones particulares de pobreza y vulneración de derechos.

La realización cotidiana de los derechos de las mujeres: un compromiso ético y político Formular la pregunta ¿las mujeres tienen derechos? es hoy un recurso metodológico de primer orden para animar la reflexión sobre las condiciones concretas de realización de PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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los derechos humanos de cada persona en cada uno de los lugares por donde transita. Por ello, fue ésta la pregunta orientadora de todo el proceso desarrollado con el equipo de trabajo del proyecto: “Inténtalo de Nuevo”, y se convierte ahora en un interrogante que deberá estar presente en toda interacción humana y social, como un recurso para develar la persistencia del poder patriarcal en la vida cotidiana de todo ser humano en general y de cada mujer y de cada hombre en particular. Si bien puede afirmarse que, a comienzos del siglo XXI la libertad, la igualdad y la solidaridad son valores inscritos en la historia de la humanidad, su realización cotidiana está aun lejana, si tenemos presentes que las condiciones de vida de las poblaciones, la persistencia de las desigualdades sociales y de diversas formas de discriminación y de exclusión, son vividas de manera diferente por las mujeres y los hombres, y éstas se multiplican para quienes pertenecen a grupos o sectores poblacionales ancestralmente discriminados. Podemos ilustrar esta afirmación con un ejemplo: una mujer blanca está discriminada por su género, una mujer negra-afrodescendiente está doblemente discriminada por su género y por el color de su piel (raza/etnia); una mujer negra, pobre y lesbiana lleva en su historia cuatro tipos de discriminación que se entrecruzan (género, etnia, clase y orientación sexo-genérica). Los hombres negros, pobres y homosexuales también son discriminados por estas tres

condiciones, pero no por su género; por el hecho de haber nacido hombres tienen, parafraseando a Pierre Bourdieu, un poder simbólico afirmativo que ninguna mujer tiene al nacer. Por ello, el enfoque de los derechos humanos que orienta el proyecto: “Inténtalo de Nuevo” es, sin lugar a dudas, imprescindible para reconocer a todas las personas como sujetos de derecho aún en las condiciones mas difíciles y dolorosas de su existencia; para asumir en el quehacer cotidiano que todas las personas que integran la población en situación de desarraigo, quienes han sido despojadas del acceso a los mínimos vitales necesarios para una vida digna, portan en sus cuerpos su condición de sujetos y sujetas de derecho. Este enfoque permite mantener vivos los ideales de justicia y por tanto, alimentar con ellos el tránsito por los lugares a los cuales llegan para defender sus vidas y re-crear su existencia. Cuando han transcurrido más de doscientos años desde la Declaración de los Derechos del Hombre y sesenta y un años desde cuando la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la realización cotidiana de sus principios está aún distante para millares de personas que en el mundo carecen de las condiciones que garanticen una existencia digna. Por ello, hoy es evidente que los derechos humanos, así nombrados de manera genérica como ideales que mantienen vivos los anhelos de una


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sociedad justa y solidaria, son insuficientes si no se anclan en los cuerpos concretos y subjetivados de cada persona. Pasar de la utopía a la realidad es hoy una necesidad inaplazable, y tal es el aporte de una perspectiva de género que reconoce, nombra y promueve la realización cotidiana de los derechos de las mujeres; una perspectiva que obliga tanto a los Estados y a los gobiernos que los representan como a la sociedad civil y a sus diferentes formas de organización, a crear, garantizar y promover las condiciones para la realización de los derechos de las mujeres; una perspectiva que obliga a reconocer de manera constante y persistente que las mujeres tienen derechos y que para ejercerlos necesitan construir y ratificar su autonomía. Se trata entonces de mantener una actitud alerta y siempre vigilante para descubrir las condiciones que de manera sutil o evidente reproducen el desconocimiento de las mujeres como sujetas de derecho, que ejercen su ciudadanía y construyen su autonomía. Para ello, el pensamiento feminista en sus diversas vertientes, al mismo tiempo que formula propuestas conceptuales y metodológicas que controvierten la escisión entre lo privado y lo público, controvierte la dicotomía entre el adentro y el afuera, y señala la profunda articulación entre subjetividad y política así como las indisolubles relaciones entre lo individual y lo colectivo. Al descubrir con el feminismo de la diferencia que “lo personal es político” se avanza en las posibilidades abiertas por el feminismo de la igualdad y

lo profundiza al reconocer que las mujeres somos equivalentes políticamente y diferentes existencialmente. Se abren así caminos para asignar valor ético-político a las diferencias existenciales que han acompañado la historia de las mujeres al dotar de nuevos contenidos ético-políticos el valor de la igualdad. En este contexto, registramos las orientaciones y contenidos básicos de los ejercicios realizados con quienes integran los equipos de los programas del Proyecto “Inténtalo de Nuevo”, para identificar utopías y realidades presentes en el camino del reconocimiento, la garantía y la realización de los derechos de las mujeres, y a partir de éste, generar alternativas de seguimiento personal, grupal e institucional del proceso iniciado. Dos movimientos confluyen en este ejercicio: el primero, se orienta a descubrir las maneras como cada persona ha interiorizado y asumido los derechos de las mujeres desde sus experiencias subjetivas, y el segundo, se orienta a analizar el proyecto y los programas que desarrolla con población desarraigada, interrogando en ellos las apuestas y los compromisos explícitos con el reconocimiento y la realización de los derechos de las mujeres. El primer movimiento permite descubrir mediante el recuerdo de experiencias vitales, cómo ha sido el contacto con situaciones en las cuales se vulneran los derechos de las mujeres desde las experiencias personales. Es un PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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movimiento que se concentra en “el adentro” de cada persona y permite que cada quien se pregunte, qué tanto ha incorporado los derechos de las mujeres en su propio ser. Este movimiento crea condiciones para descubrir los nexos entre programas del Modelo de Acciones Integradas del proyecto: “Inténtalo de Nuevo” y las experiencias vitales de quienes la integran. Por ello, se inicia con la conformación de pequeños grupos, a partir de la pertenencia a los programas constitutivos del proyecto. (Ver recuadro) En cada grupo, cada integrante acudió a su memoria para identificar y presentar un incidente o una situación específica de su experiencia personal que le generó reflexiones, preguntas o dudas sobre los derechos de las mujeres en su familia, en su barrio, con sus amigos o amigas, en su trayectoria educativa o en su experiencia de trabajo. Enseguida, cada grupo seleccionó la situación que consideró más representativa del desconocimiento, la ignorancia o las resistencias frente a los derechos de las mujeres, analizando y sustentando las razones por las cuales se seleccionó tal experiencia. Al terminar los trabajos en grupo, los relatores y las relatoras expusieron sus conclusiones, observaciones y proyecciones del trabajo. El equipo registró en archivo fotográfico esta experiencia y tales registros son un recurso para identificar situaciones cotidianas concretas en las cuales los derechos de las mujeres se violan, se ignoran, se ocultan o se les disminuye su valor.

} 1. Programa de Atención Psicosocial-Memoria Histórica

2. Programa de Planes de Desarrollo con enfoque de derechos 3. Programa de Generación de Ingresos 4. Programa de Hábitat y Medio Ambiente 5. Programa de Conciliación en Equidad 6. Programa de Educación Sexual y Reproductiva 7. Equipo de Administración y Coordinación general 8. Grupo de funcionarias y funcionarios de los municipios donde se desarrolla el proyecto.

Este primer movimiento demuestra la necesidad de tomar conciencia de las diversas relaciones que cada integrante de cada programa tiene con los derechos de las mujeres, haciendo visibles las resistencias personales e institucionales para su realización en el escenario familiar, escolar, laboral, social o vecinal. Se destacó cómo la prevalencia de vulneración de derechos de las mujeres en la familia se entrecruza con la reproducción de estereotipos sexistas en las trayectorias educativas, con las desigualdades en el trato dado a las mujeres en el mundo laboral y con los efectos que tiene la división sexual del trabajo sobre las diversas esferas de la vida social y de la participación de las mujeres en la economía, la política y la producción cultural. Por todo lo anterior, este ejercicio permite demostrar la persistencia de lo que Simone de Beauvoir describió magistralmente en su obra “El segundo sexo”, al dar cuenta de las condiciones socioculturales que sitúan a las mujeres en un segundo


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lugar en la cultura patriarcal. Así mismo, al someter al análisis grupal las situaciones descritas, el ejercicio invita a deconstruir las condiciones en las cuales se reproducen en la vida cotidiana las violencias contra las mujeres y a buscar individual y colectivamente alternativas para su transformación. Para ello es necesario crear condiciones que permitan conocer, estudiar y comprender los aportes del pensamiento feminista y las propuestas que los grupos, redes y organizaciones de mujeres formulan en los territorios en los cuales se desarrolla el proyecto. El segundo movimiento se orienta a dotar de contenido el enunciado que hoy nos permite afirmar que los derechos anclados en los cuerpos, se realizan en espacios concretos. Para ello se formularon dos objetivos: 1. Identificar posibilidades y dificultades para incorporar una perspectiva de género y de derechos de las mujeres en el proyecto “Inténtalo de Nuevo” y en los programas que lo conforman. 2. Formular propuestas para fortalecer tales potencialidades y para enfrentar tales dificultades. Para lograr estos objetivos se conformaron mesas de trabajo según programas. Cada mesa de trabajo organizó su propia dinámica de acuerdo con las condiciones concretas del programa correspondiente y definió los recursos y la manera de presentar sus conclusiones a modo de socialización en sesión plenaria, las cuales se sintetizan en el cuadro de la página siguiente:

Tres propuestas en el camino de la realización efectiva de los derechos de las mujeres: 1. Descubrir los límites del enfoque universalista de derechos humanos que orienta el Proyecto: “Inténtalo de nuevo” y de los programas que lo constituyen, que se convierten en obstáculos para el reconocimiento y la realización de los derechos de las mujeres. 2. Identificar las resistencias personales, familiares, institucionales y organizacionales para nombrar de manera explícita los derechos de las mujeres en situación de desarraigo, y proponer alternativas para enfrentarlas. 3. Diseñar conjuntamente con la población en situación de desarraigo rutas orientadoras para el reconocimiento, el restablecimiento y la promoción de los derechos de las mujeres, y definir colectivamente los lugares en los cuales se harán públicas tales rutas.

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PROGRAMA DE ATENCIÓN PSICOSOCIAL

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POSIBILIDADES

LIMITACIONES

PROYECCIONES

A NIVEL PERSONAL: Sostenibilidad de los procesos en curso considerando la importancia del reconocimiento de los derechos de las mujeres y de las historias y experiencias personales y colectivas de quienes concurren en los procesos de atención psicosocial.

Las resistencias a los cambios personales, sociales e institucionales que demanda el enfoque de género y a la necesaria y suficiente apertura de todas y todos para incorporar ésta perspectiva en el trabajo cotidiano.

La Perspectiva de Género debe llegar a ser una convicción y no una imposición.

A NIVEL DEL PROYECTO: Identificación y análisis de los estereotipos de género y de los problemas derivados de la división sexual de los roles de género en las tareas y actividades realizadas en los diversos componentes del programa. A NIVEL INSTITUCIONAL: Revisión y análisis de las baterías de trabajo institucional y de los recursos conceptuales, metodológicos y técnicos en los cuales se apoya el programa, incorporando los indicadores de género en los procesos de diagnóstico, atención psicosocial, sistematización de experiencias y evaluación de resultados. Reconocimiento del carácter transversal del Programa Psicosocial con relación a todos los demás programas . Definición, fortalecimiento y consolidación de las estrategias de coordinación entre los programas teniendo presente que en muchos casos la población participante es común para los programas y considerando las diferencias de las mujeres y de los hombres en su participación en ellos, cuando se construyen como sujetos y sujetas de derecho.

Los temores respecto a la necesidad de innovar creando espacios para trabajar entre mujeres, entre hombres y entre mujeres y hombres, y para considerar al mismo tiempo las condiciones y necesidades específicas de la población de acuerdo con sus diferentes edades, sus pertenencias étnico-raciales, sus procedencias de diversas regiones y sus tradiciones culturales. Las dificultades para disponer de condiciones que permitan destinar el tiempo necesario a construir indicadores que permitan identificar las líneas de base requeridas para hacer seguimiento, evaluar y dar cuenta de los avances en el proceso de incorporación de esta perspectiva en los diferentes componentes del programa. Las dificultades para reconocer la existencia de diversas concepciones presentes en la atención psicosocial, los conflictos que ello comporta y las alternativas para definir prioridades, construir consensos básicos y dar lugar a los disensos consustanciales a la acción individual y colectiva.

Se requieren posturas abiertas y tolerantes que animen procesos de transformación de prácticas ancestrales ancladas en la subjetividad y consideradas durante mucho tiempo del orden natural. Considerar como recursos básicos la argumentación, el debate y la puesta en común de las posiciones que sustentan los diversos enfoques del programa teniendo presente en ellos la pregunta por los derechos de las mujeres y la transformación de las relaciones de género en la atención y acompañamiento psicosocial de la población. Reescribir el documento que sustenta el programa identificando los nexos y las distancias de sus enfoques con una Perspectiva de Géneros que reconoce los derechos de las mujeres. Animar procesos de investigación sustentados en la intervención que permitan responder a la pregunta ¿Cómo reconocer la inserción de estos procesos sin reproducir la exclusión aprendida durante milenios? Conformar una Mesa de trabajo interinstitucional sobre atención psicosocial con enfoque de género. Formación e iniciación del cambio en lo personal.


PROGRAMA PLANES DE DESARROLLO CON ENFOQUE DE DERECHOS

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POSIBILIDADES

LIMITACIONES

PROYECCIONES

El enfoque de derechos que orienta este programa constituye un punto de partida que favorece la incorporación de la Perspectiva de Género.

La tendencia en este programa privilegia la relación entre el enfoque de derechos y el enfoque generacional, haciendo invisible o situando en un segundo lugar el enfoque de género, pese a que estaba presente en la intencionalidad de quienes integran el programa e incluso en la práctica.

Realizar ejercicios de retroalimentación, sistematización y manejo de la información continuos que permitan profundizar en las relaciones entre un enfoque de derechos y una perspectiva de género que reconoce de manera explícita los derechos de las mujeres.

El Marco Conceptual y metodológico que sustenta el programa tuvo ajustes y variaciones después de la asesoría general que requieren ahora una nueva lectura animada por el reconocimiento de la necesidad de hacer visibles los derechos de las mujeres en los planes de desarrollo. Los documentos y los informes periódicos del programa dan cuenta de las relaciones entre poblaciones y territorios, de la prevalencia de la participación de las mujeres y de las limitaciones para el ejercicio de la representación de los intereses de las mismas ante las alcaldías e instituciones locales y ante las organizaciones sociales mixtas.

Existe una tensión permanente entre la conciencia de género presente en las personas participantes en el programa y las muchas dudas respecto a cómo se desarrolla en el trabajo cotidiano y cómo se incorpora a la dinámica institucional. El proceso de reconocer que las familias están integradas por sujetos y sujetas de derechos es lento y largo.

Hacer uso del lenguaje incluyente en la sistematización de las experiencias de este y de los demás programas. Hacer uso de las preguntas bases relativas a la construcción de indicadores de género en la evaluación y proyecciones del programa para definir nuevos objetos y construir los caminos a seguir. Hacer sinergias entre los derechos de las mujeres en tanto éstas son la mitad de la población y en el caso de población en situación de desarraigo son la mayor parte de la población atendida y los derechos de otros grupos o sectores de población. Conocer y comprender el significado del índice de potenciación de género.

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PROGRAMA GENERACIÓN DE INGRESOS

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POSIBILIDADES

LIMITACIONES

PROYECCIONES

El programa cuenta con una Línea Base con variables que permiten tener una radiografía acerca de la población participante; respecto a diversos indicadores, en los cuales sustenta las estrategias a desarrollar.

Dificultades para dar significado a los datos existentes desde una perspectiva de transformación de los roles de género ante los nacientes conocimientos sobre las relaciones entre género y economía.

Disponer de voluntad, personal e institucional, tiempo y decisión de estudio a profundidad de la perspectiva de género para incorporarla en el diagnóstico y en los actividades y procesos derivados del mismo.

Existe un trabajo estadístico descriptivo a partir del cual es posible crear condiciones para analizar las cifras con una perspectiva de género.

En la línea base hay herramientas que permiten fortalecimiento conceptual y metodológico en relación con los derechos económicos de las mujeres.

El diagnóstico está en proceso y necesita actualizarse, de tal forma que dé cuenta de la dinámica del programa y de los cambios en las condiciones de la población.

Existen preocupaciones por parte del equipo respecto a cómo hacer diseños que permitan que las personas hagan recuperación crítica de su historia económica y descubrir lo que ha representado el programa respecto a sus expectativas.

Construir indicadores que permitan comprender los datos cuantitativos existentes, incorporar indicadores relativos a la economía del cuidado, y construir nuevos indicadores cuantitativos y cualitativos que permitan analizar este programa sobre los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres.

El diagnóstico arroja información sobre las dificultades para las hombres de encontrar actividades similares a las que hacían antes del desplazamiento y sobre la decisión de las mujeres de hacer otra cosa, así sea nueva (por ejemplo, actividades productivas mas allá del ámbito doméstico).

Construir alternativas para dar cuenta de la incidencia entre el maltrato familiar en la dedicación en el trabajo, contando para ello con investigaciones realizadas al respecto. Desarrollar procesos de capacitación que permitan identificar las diferencias en la realización de los derechos económicos de hombres y mujeres considerando otras diferencias que inciden en el desempeño de sus roles, en sus conocimientos y en sus habilidades ocupacionales. Definir, fortalecer y consolidar mecanismos de coordinación intra e interinstitucional teniendo en cuenta la estrecha relación entre este programa, el de atención psicosocial y el de derechos humanos.


PROGRAMA HÁBITAT Y MEDIO AMBIENTE

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POSIBILIDADES

LIMITACIONES

PROYECCIONES

Programa Hábitat y Medio Ambiente tiene desarrollos recientes, lo cual constituye una condición favorable para tener presente la necesidad de integrar la perspectiva de género tanto en la relación entre la población y el territorio concebida por las personas responsables del programa, como en las prácticas y experiencias de la población participante en el mismo. Teniendo en cuenta que son portadoras de saberes y en la interacción con el programa están en posibilidad de de-construir y re-construir sus historias personales y colectivas en los territorios que habitan actualmente y en los territorios que llevan dentro.

Interrogantes de orden práctico respecto a la incidencia de las condiciones y relaciones de género en los procesos y prácticas de investigación en el área de la memoria y en el desarrollo de los proyectos de hábitat y medio ambiente.

Definir estrategias para comprender e interiorizar alternativas que permitan lograr mayor claridad sobre las dimensiones prácticas para integrar la perspectiva de género con la población con la cual se trabaja.

Resistencia y temores frente a la perspectiva de género por el desconocimiento del tema mismo, por no considerarlo una prioridad y por las dificultades para reconocer el feminismo como portador de valores éticos.

Prever posibilidades para formar también a la población acerca del tema de tal forma que comprenda los estereotipos sobre la feminidad y la masculinidad en las maneras de habitar el territorio.

Apenas se empieza a reconocer que un territorio no es solamente el lugar en el cual están las personas, sino que además cada ser humano lleva interiormente varios territorios y esto cobra la mayor vigencia cuando se reconoce a la población en situación de desarraigo o desplazamiento forzado como sujeta de derechos y hacedora de la historia.

Profundizar en los procesos de formación en perspectiva de género, es imprescindible, tomando como punto de partida lo que existe al respecto en la región de la Costa Atlántica y específicamente en la zona de influencia del proyecto.

El objetivo del programa está orientado a construir un perfil o un diagnóstico medioambiental que considera el hábitat como el escenario en el cual confluyen todas las relaciones de las personas con el entorno natural y social. Existe un amplio potencial para conocer y comprender cómo construyen tales relaciones las mujeres y los hombres, contando para ello con las tradiciones culturales y la división de roles de género aprendida en la historia personal y colectiva.

Es ésta la primera área en la cual se habla del territorio, de los espacios de conformación de población, de los procesos de poblamiento. Barranquilla se formó a espaldas del Rio y está apenas empezando a reconocerlo y volcarse hacia él. Fortalecer y consolidar los programas nacientes que permiten responder a la pregunta: ¿Qué historias nos van a contar los hombres y mujeres participantes en el proyecto?

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PROGRAMA CONCILIACIÓN EN EQUIDAD

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POSIBILIDADES

LIMITACIONES

PROYECCIONES

El programa concentra su atención en la construcción de alternativas y propuestas para responder con la población participante. Las preguntas relacionadas con la construcción de la equidad, la inserción en los debates y propuestas de conciliación en el campo de la resolución de conflictos, se sustenta en concepciones y prácticas de justicia alternativa y justicia comunitaria. La pregunta ¿Qué lugar tienen las diversas historias vividas por las mujeres y los hombres participantes en el programa en la construcción de la equidad y en la generación de alternativas para la resolución de conflictos?, tiene allí un sentido ético que se aloja en las experiencias de quienes forman parte de él tanto en su condición de profesionales y técnicos como de población participante. Las potencialidades de este programa para incorporar una perspectiva de género que reconozca los derechos de las mujeres y los haga visibles están dadas y pueden fortalecerse mediante la construcción de diálogos entre las propuestas nacidas en los campos de la justicia alternativa y la justicia de género, ambos nacientes aún. La confluencia de tres lógicas institucionales, subjetivas y de mercado, que convergen en el programa son también potencialidades para su desarrollo. Existe un diagnóstico base para el diseño de mapas de conflictividad con criterio participativo en los cuales tiene cabida la pregunta por las experiencias diferenciales entre mujeres y hombres en la construcción de alternativas de conciliación en equidad. La necesidad de trabajar colectivamente las concepciones, perspectivas y criterios orientadores de los procesos de investigación que alimentan la lógica de la conciliación, las preguntas que llevan consigo las propuestas de los equipos, y las normas que sustentan la circulación de tales propuestas.

El concepto de convivencia requiere trabajarse con mayor profundidad contando para ello con el sentido y el significado que confieren las mujeres y los hombres participantes en el proyecto y las condiciones que sobre ellas y ellos ha generado la situación de desplazamiento. La fragmentación aprendida de los conocimientos y la jerarquización de los saberes constituyen obstáculos que requieren enfrentarse en la construcción de alternativas de justicia y equidad. El peso de una historia de legitimación y silenciamiento de la violencia contra las mujeres, a quienes incluso se les señala como culpables de la violencia que se genera contra ellas. Para identificar las limitaciones en los procesos de conciliación es necesario analizar las dificultades derivadas de las experiencias de Estado en la administración de justicia, las experiencias de mercado, en las cuales la pregunta por los grados de satisfacción de la comunidad está en relación con sus demandas y necesidades y con las posibilidades que el mercado ofrece para satisfacerlas, y las experiencias comunitarias en las cuales la comunidad se considera garante de la definición del deber ser y de la toma de decisiones sobre el rumbo de las acciones. El trabajo de redes comporta dificultades y tensiones tales como: Los comités de impulso de cada municipio parten del supuesto de que en cada municipio hay personas que están en condiciones de destinar tiempos y espacios a la construcción de propuestas, lo cual no corresponde a la realidad. Los actores comunitarios necesitan destinar su tiempo a la búsqueda de alternativas para satisfacer los mínimos vitales y los conciliadores en equidad terminan trabajando solos. La inserción de la justicia en equidad en las condiciones naturales, cotidianas del mundo de la vida y no como un trabajo adicional.

Realizar un análisis de los documentos que sustentan el programa desde la pregunta por los derechos de las mujeres y la justicia de género. Analizar la proporción de mujeres y de hombres participantes en el programa y analizar las concepciones que unas y otros tienen acerca de la justicia, la conciliación y la equidad, las asignaciones de sentido que confieren al mismo y las propuestas metodológicas que de éstas se derivan. La mesa de conciliación y la Red Ghandi tienen amplias proyecciones para responder a preguntas que permitan construir pactos en los cuales se disminuya las relaciones de fuerza. Conformar comités bilaterales que permitan presentar a otros y otras las propuestas y ponerlas en circulación en la comunidad. Realizar un trabajo de redes que parta del reconocimiento de las instituciones y organizaciones existentes para capacitar y formar a quienes desde ellas tienen tareas específicas en la búsqueda de resolución de conflictos. Generar procesos de conciliación en equidad en los cuales se articulen Justicia de género y justicia con equidad. Dar lugar a espacios intra e inter institucionales en los cuales se profundice en el significado de la conciliación en equidad, que permitan avanzar en el debate sobre los vínculos entre justicia y género insertos en las tensiones entre lo universal y lo particular y entre un enfoque diferencial y un enfoque de género. Es necesario analizar las concepciones que idealizan la comunidad y conducen a reproducir las dicotomías naturaleza/cultura, público/privado, individuo/ciudadano que sostienen la cultura patriarcal.


PROGRAMA EDUCACIÓN SEXUAL Y REPRODUCTIVA

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POSIBILIDADES

LIMITACIONES

PROYECCIONES

Es un programa que se encuentra en el inicio de su implementación y está estrechamente articulado con el programa de atención psicosocial.

Las dificultades de apalabrar los derechos sexuales y reproductivos.

Consolidar los procesos de reconocimiento de la población participante en el proyecto y el establecimiento de mecanismos y condiciones de coordinación intra e institucional, que reconozca las experiencias de trabajo en este campo en Barranquilla y en los municipios de cobertura del proyecto.

Tiene sus raíces en la necesidad de conferir prioridad al reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de la población participante en el proyecto. Este seminario es la primera etapa del programa. Este programa es el que tiene los nexos más estrechos con una perspectiva de género que reconoce los derechos de las mujeres y con las trayectorias del feminismo que ha puesto en la escena público-política la exigibilidad de tales derechos. Diversas expresiones y formas de violencia contra las mujeres tienen sus raíces en el desconocimiento y la negación de los derechos sexuales y de los derechos reproductivos, por lo cual este programa responde a una necesidad histórica, que articula las dimensiones personales e institucionales de la vida cotidiana y se sustenta en experiencias locales, regionales, nacionales e internacionales.

Hay aún gran desconocimiento de sus profundos nexos con el conjunto de derechos humanos y de manera especial con los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales y ambientales. Hay resistencias a reconocer la importancia de la diferencia entre derechos sexuales y derechos reproductivos en razón de los temores que ligan la sexualidad con el pecado y la reproducción con la naturaleza. Los riesgos de convertir la educación sexual y reproductiva en un asunto de orden instrumental, centrado en producir información y desligado de profundos procesos de transformación subjetiva y cultural.

La posibilidad de articular al programa experiencias previas relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos en la Costa Atlántica y en otros lugares del país. Los compromisos derivados de la resolución 1325 y del acuerdo 092 relacionados con la atención a personas en situación de desplazamiento.

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CUARTO MÓDULO Como lo hemos mostrado en los módulos precedentes, la situación de desplazamiento forzado o de desarraigo genera en las personas que la padecen una de las peores vulneraciones de derechos humanos. Igualmente sabemos que esta situación impacta de manera diferente a hombres y mujeres y que en estos módulos nos hemos preocupado particularmente de la vulneración de derechos de las mujeres. Y si bien una de las estrategias que nos permite cerrar brechas es el empoderamiento de las mujeres como lo vimos en el módulo precedente, es imprescindible diseñar una herramienta metodológica que permita analizar los procesos y acciones en curso de los programas del proyecto: “Inténtalo de Nuevo”. Se trata de concentrarnos ahora en el diagnóstico, el diseño, el seguimiento y la evaluación de proyectos y sus programas con la lupa del enfoque de género, de tal forma que la apuesta firme por la integración de un enfoque de género que reconoce los principios de igualdad y no-discriminación se convierta en sustento de todos los proyectos a desarrollar. Se trata entonces de:

• Conocer y construir herramientas que permitan incorporar

Se trata de integrar el enfoque de género de forma transversal en todas las políticas, estrategias, programas, actividades administrativas y económicas e, incluso en la cultura institucional, con el objeto de contribuir verdaderamente a un desarrollo Humano Sostenible y Equitativo. Significa incorporar el género no como una problemática aparte, sino dentro de los diferentes sectores y temáticas, es decir, en cada ámbito de intervención para el desarrollo considerando las estructuras existentes, requiriendo la transformación de las instituciones y el cambio organizacional. Tomado de “Estrategia de igualdad de género”• de la Cooperación Española en Colombia (Bogotá, 2008)

la perspectiva de género y con ella reconocer los derechos de las mujeres de manera sistemática e integral en todos los programas de la Corporación. • Comprender y poner en práctica la importancia de formular objetivos institucionales y programáticos que expresen de manera evidente los propósitos y metas a alcanzar considerando las necesidades prácticas y estratégicas de las mujeres. • Construir indicadores cuantitativos y cualitativos referidos a los derechos de las mujeres que concentran la atención del proyecto y de los programas de la Corporación. • Generar sistemas de seguimiento, monitoreo y evaluación permanente de los resultados obtenidos, de los obstáculos encontrados en el proceso de incorporación de la perspectiva de género y de las alternativas para su mantenimiento y consolidación.


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Acudimos a la “Guía para integrar el enfoque de género a los proyectos” elaborada por la Mesa de Género del Sistema de Naciones Unidas - Colombia, la cual fue analizada en las sesiones de trabajo con el equipo de integrantes de la Corporación Volver a la Gente, complementada con las experiencias de cada programa, y adecuada de manera especial para orientar la acción con la población en situación de desarraigo.

práctica en tres niveles que convergen en la dinámica interna consecuentes con las tres dimensiones antes enunciadas: La dimensión institucional requiere considerar las posibilidades prácticas de esta guía en la dinámica interna de la Corporación Volver a la Gente.

Las modificaciones y adiciones de esta guía, que proponemos a continuación en este ejercicio de re-escritura del texto original, se ofrecen como recurso para ser trabajadas de acuerdo con las condiciones concretas del proyecto y programas en curso, teniendo en cuenta que todo proceso orientado a incorporar una perspectiva de género que reconozca los derechos de las mujeres en el trabajo cotidiano de las personas, las organizaciones y las instituciones, demanda procesos sistemáticos de corto, mediano y largo plazo, en tres dimensiones estrechamente relacionadas: la dimensión institucional, la dimensión programática y la dimensión subjetiva. La Corporación Volver a la Gente, inició este proceso al crear condiciones para que quienes integran en la actualidad el equipo de trabajo del proyecto: “Inténtalo de Nuevo” conozcan la existencia de los estudios feministas y de género y les confieran valor. La guía que se propone a continuación se ofrece como un recurso para dar continuidad al proceso iniciado, considerando su utilidad

Elaborado a partir de Navarro, 2007”. Zabala ob.cit. PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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Aspectos de la vida organizativa que pueden ser evaluados y transformados desde una perspectiva de género Al respecto, recomendamos conocer, estudiar y procesar individual y colectivamente tanto el texto referido en el recuadro anterior, como el documento elaborado por Natalia Navarro citado en la misma fuente y al cual se tiene acceso directo para ser consultado y trabajado en su totalidad (65 páginas) mediante el siguiente vínculo: http://www.americalatinagenera.org/documentos/publicaciones/doc_477_CAMBIO_OR GANIZACIONAL.pdf

En el proceso de incorporación de la perspectiva de género en el Proyecto: “Inténtalo de Nuevo” y para efectos de la utilidad práctica que cada equipo de trabajo y la Corporación en su conjunto pueda derivar de este instrumento, es necesario tener presente que las condiciones concretas de cada programa son distintas, en razón de los siguientes factores: 1. El carácter transversal de los programas constitutivos del proyecto, teniendo en cuenta la perspectiva integral que los anima y como condición para evitar la fragmentación en los procesos de comunicación e interacción con la población con la cual se trabaja. 2. Los fundamentos conceptuales, las orientaciones metodológicas y las experiencias acumuladas en el

trabajo con la población en situación de desarraigo, correspondientes a cada programa. Ello supone interrogar los enfoques existentes desde una perspectiva de género que reconoce los derechos de las mujeres y les asigna valor ético-político. 3. Las relaciones con otras entidades y organizaciones presentes en los territorios en los cuales se desarrollan los programas, en una perspectiva de coordinación interinstitucional y de incidencia para contribuir a la incorporación de la perspectiva de género en las organizaciones públicas y privadas y de manera especial en las instancias decisorias de nivel local, distrital, municipal, departamental, nacional e internacional. 4. Las relaciones con las diversas expresiones del movimiento social de mujeres y de sus articulaciones y relaciones con otros movimientos sociales presentes en la región y las condiciones específicas de las relaciones entre el Estado y la Sociedad Civil, concediendo especial atención a la dinámica correspondiente a los movimientos y movilizaciones relativas al reconocimiento de los derechos de la población en situación de desarraigo. 5. La creación de condiciones subjetivas para que la incorporación de la perspectiva de género y de los derechos de las mujeres sea una necesidad, un


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derechos de las mujeres sea una necesidad, un deseo y una apuesta personal que alimente el devenir de quienes integran la Corporación y permita la consolidación y el mantenimiento de este proceso que requiere incorporarse en la historia de cada persona, en su sistema de valores y en los procesos de construcción de su autonomía.

Preguntas necesarias para integrar una perspectiva de género que reconoce los derechos de las mujeres en el proyecto “Inténtalo de Nuevo”3 Teniendo en cuenta las fases iniciales del proceso orientado a consolidar la Guía para incluir la Perspectiva de Género en el Proyecto “Inténtalo de Nuevo”: Acciones integradas para el restablecimiento de la población desarraigada de Sabanalarga, Galapa, Barranquilla, Soledad, Malambo y Sabanagrande, REH/2007/146-335, se presenta esta ayuda metodológica como una propuesta para comprender que los derechos de las mujeres son hoy un imperativo ético-político para la Corporación Volver a la Gente y para las personas que conforman sus equipos de trabajo. La propuesta contribuye a la integración del enfoque de género en cada una de las fases del ciclo de proyectos, considerando a la población en situación de desarraigo como sujetos y sujetas de derecho. 3 Guía Basada en la Guía para integrar el Enfoque de Género a los Proyectos elaborada por la Mesa de Género del Sistema de Naciones Unidas - Colombia

La guía está subdividida en: diagnóstico, diseño, seguimiento a la ejecución y evaluación. Para cada una de estas fases se presenta una columna denominada "preguntas esenciales" y otra denominada "preguntas complementarias". Las preguntas esenciales apuntan a permitir laidentificación de los elementos mínimos que garantizarían que el proyecto tenga en cuenta el enfoque de género, considerando en algunas de ellas a la población en situación de desarraigo. Las preguntas complementarias permiten desarrollar un poco más este enfoque y aportar elementos adicionales para que los proyectos contribuyan a la vigencia de los derechos fundamentales de hombres y mujeres y respondan a las necesidades e intereses unos y otras, considerando las diferencias constitutivas de su historia y trayectorias vitales, y sus relaciones con otras diferencias correspondientes a sus pertenencias a diversos sectores o grupos poblacionales. La propuesta espera ser de utilidad tanto para el proyecto “Inténtalo de Nuevo” como para los programas que lo constituyen u otros proyectos en los procesos de planeación anual, en los momentos de seguimiento y evaluación periódicas, y en la elaboración de informes individuales y colectivos.

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1. Diagnóstico Aspectos a Considerar

Contexto institucional

Preguntas Esenciales

Preguntas Complementarias

¿Cómo se integra el proyecto a los objetivos generales del plan de trabajo de la institución?

¿Se especifica el enfoque desde el cual trabaja la institución? (enfoque de derechos, de género, etc.)

¿Cómo se hace explícita la concepción de las personas en situación de desarraigo con las cuales se desarrolla el Proyecto como sujetos y sujetas de Derecho?

¿Se identifica la importancia de reconocer las necesidades prácticas de las mujeres y los intereses estratégicos de género para el logro de los fines misionales de la Corporación y para el desarrollo de sus proyectos y programas?

¿Cómo es la distribución por sexo, edad, condiciones étnico-raciales, situaciones de discapacidad y orientación sexual de la población participante en el proyecto y en los programas?

Población participante

¿Qué estrategias o alternativas se definen en los diferentes componentes del proyecto para reconocer los derechos de la población en situación de desarraigo considerando las diferencias entre el enfoque de género y el enfoque diferencial y las necesarias relaciones entre éstos?

¿Todas las estadísticas que sustentan el diagnóstico están desagregadas por sexo, edad y etnia? ¿Qué funciones desempeñan las mujeres y los hombres (por edad) en el área del proyecto? ¿A qué recursos tienen acceso y control las mujeres y los hombres en los proyectos y programas? ¿Cómo participan los hombres y las mujeres en la toma de decisiones? (a nivel familiar, comunitario y social) ¿Cuáles son las necesidades prácticas y estratégicas de los hombres y de las mujeres en situación de desarraigo a las cuales se confiere prioridad en el proyecto y en los programas que los constituyen?


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Aspectos a Considerar

Preguntas Esenciales

Preguntas Complementarias ¿Cuál es la causa del problema? ¿Es diferente para los hombres y para las mujeres?

El problema que apunta a solucionar el proyecto:

Identificación del problema

¿cómo afecta a los hombres y cómo a las mujeres? ¿Qué derechos fundamentales de los hombres y de las mujeres están afectados por la situación?

¿A qué factores se atribuye esa diferencia? ¿Qué otros factores (sociales, jurídicos, religiosos, culturales, económicos, políticos, de edad, etc.) influyen en el problema? ¿Son diferentes para mujeres y para hombres? ¿Qué limitaciones tienen los hombres y las mujeres para superar el problema? ¿Qué capacidades tienen los hombres y las mujeres (por edad y por grupos poblacionales) para superar el problema? ¿Cómo está prevista la participación de hombres y mujeres en la definición del problema, de necesidades, limitaciones, capacidades, y estrategias de solución?

Las instituciones/ organizaciones ejecutoras del proyecto:

socias

y

¿Incorporan la perspectiva de género, o contemplan procesos de formación para incorporarla?

Perfil institucional

¿Hacen explícitos los derechos de las mujeres y los hombres en situación de desarraigo, como ejercicio de reparación y de reconocimiento de la vulneración de los mismos y definen alternativas para la construcción de la autonomía de ellas y ellos?

Las entidades que prestan servicios en el área de intervención: ¿Tienen en cuenta la perspectiva de género? ¿Las entidades tienen capacidad instalada para capacitar en perspectiva de género? (competencia profesional, recursos, estructura) ¿Cuentan con espacios para la circulación de la palabra de las mujeres y los hombres en situación de desarraigo y para la construcción participativa de los procesos que orientan las acciones? PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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2. Diseño Aspectos a Considerar

Preguntas Esenciales

Definición de objetivos

¿Los objetivos tienen en cuenta las diferencias en la manera en que el problema afecta a las mujeres y a los hombres? ¿La definición de objetivos apunta a garantizar los derechos fundamentales afectados?

Definición de actividades

¿Las actividades contemplan la participación de hombres y de mujeres teniendo en cuenta las condiciones específicas del desplazamiento forzado y sus efectos sobre las circunstancias en las cuales ellas y ellos viven el desarraigo, individual y colectivamente?

¿Los resultados están especificados para cada sexo y rango de edad?

Definición de resultados esperados

¿Los resultados son medibles para cada sexo y rango de edad? ¿Los resultados incorporan las especificidades del enfoque de género y sus articulaciones con el enfoque diferencial?

Preguntas Complementarias

¿Los objetivos incorporan la percepción de los hombres y de las mujeres sobre el problema, su solución y el proceso para alcanzarla?

¿Tienen en cuenta las limitaciones, condiciones, capacidades y necesidades de hombres y mujeres diferenciadas? ¿Tienen en cuenta las propuestas de los hombres y mujeres participantes sobre la solución del problema? ¿Cómo afectarán las condiciones de los hombres y de las mujeres? ¿Cómo contribuirán a transformar los estereotipos de género y a redistribuir los roles de género?

¿Se han definido indicadores de género? ¿Se contemplan procesos de investigación y de capacitación específicos para aprender a construir indicadores de género que consideren las condiciones específicas de la población en situación de desarraigo?


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3. Seguimiento Aspectos a Considerar

Preguntas Esenciales

Preguntas Complementarias ¿Cómo afecta la ejecución del proyecto la situación de los hombres y las mujeres?

¿Los hombres y las mujeres están participando de manera equitativa en las actividades del proyecto?

Ejecución y desarrollo de los programas y actividades

¿Los mecanismos de seguimiento tienen en cuenta a los hombres y a las mujeres de manera diferenciada? ¿Los proyectos de investigación, los planes y programas institucionales y los informes periódicos de trabajo incorporan recomendaciones y proyecciones para avanzar en el proceso de reconocimiento de los derechos de las mujeres?

¿En cuáles programas y actividades participan las mujeres y en cuáles los hombres? ¿Hay otros factores que estén afectando a las mujeres o a los hombres? ¿Cómo afecta el proyecto el uso del tiempo, la carga de trabajo y los ingresos de las mujeres y de los hombres? ¿Cómo participan los hombres y las mujeres en la capacitación necesaria para el desarrollo de los programas? ¿La capacitación refuerza habilidades tradicionales? ¿Incluye el conocimiento de sus derechos en la materia para su exigibilidad? ¿El proyecto podría amenazar o vulnerar derechos priorizados en los objetivos? ¿Quiénes son los titulares de estos derechos amenazados o vulnerados?

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4. Evaluación Aspectos a Considerar

Preguntas Esenciales

Preguntas Complementarias ¿Se definieron indicadores de "empoderamiento"?

¿Se obtuvieron los resultados esperados para hombres y para mujeres? ¿Cuál fue el impacto del proyecto en los derechos fundamentales de los hombres y de las mujeres?

Balance de logros y resultados Proyecciones y recomendaciones

¿En términos de restablecimiento, defensa, promoción y garantía? ¿Los indicadores cuantitativos desagregados por sexo, edad y etnia?

están

¿Los indicadores cualitativos desagregados por sexo, edad y etnia?

están

¿Cuál fue el impacto del proyecto en las causas del problema para hombres y para mujeres? ¿Cuál fue el impacto del proyecto en la resolución de las necesidades de los hombres y las mujeres? ¿Cuál fue el impacto del proyecto en el acceso de hombres y mujeres a los recursos? ¿Cómo afectó la situación y la condición de los hombres y de las mujeres? ¿Hubo efectos adversos?

¿Cuáles fueron los principales logros con respecto al restablecimiento, reconocimiento, promoción y garantía de los derechos de las mujeres en situación de desarraigo?

¿Qué obstáculos se destacan y persisten para transformar las relaciones de género en una perspectiva de derechos y de construcción de la autonomía de las mujeres? ¿Qué propuestas presentadas por las mujeres y las organizaciones de mujeres se acogieron y cuáles no? ¿Por qué razones y condiciones se acogieron o no tales propuestas?


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Estas preguntas deberán complementarse y adecuarse con el apoyo de otros documentos que se relacionan en la bibliografía que recomendamos en el siguiente módulo. Otros recursos a los cuales es necesario acudir en el ejercicio de adecuación de esta propuesta metodológica a las condiciones específicas de los programas son los siguientes: 1. Estudio y análisis de bibliografía relativa a la construcción de indicadores cuantitativos y cualitativos sensibles al género. 2. Artículos, materiales audiovisuales y otros documentos elaborados por integrantes de los equipos de trabajo, producto de sus procesos de formación y desarrollo personal y profesional en el campo de los derechos de las mujeres. 3. Registros utilizados en el quehacer cotidiano tales como informes, planeación periódica del trabajo, evaluaciones y actas de reuniones. 4. Otros documentos, registros escritos o materiales audiovisuales que, a modo de bitácoras o diarios de campo, consignan los saberes de la población con la cual se trabaja, sus necesidades, sus demandas, sus propuestas y las alternativas de vida que construyen en medio del conflicto y la guerra.

Detalle Ilustración Portada - Alexandra Jiménez PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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QUINTO MÓDULO Y para seguir aprendiendo… En este último módulo presentamos recomendaciones de lecturas complementarias y materiales audiovisuales que ayuden a profundizar el tema y seguir aprendiendo pues sabemos que convencerse de la utilidad de la incorporación de la perspectiva de género no se realiza sin una firme convicción de que estamos aportando a una democracia que ya no puede andar sin las mujeres. Por esto mismo abrir camino a sus derechos es un aprendizaje largo que va más allá de una capacitación de algunos días. Cada uno de los módulos que conforman esta guía incluye propuestas, preguntas y ejercicios para dar continuidad al proceso iniciado. Las lecturas y los documentos que referimos a continuación son una ayuda que permite seguir avanzando en la construcción de los caminos que acá han quedado abiertos.

Libros y documentos recomendados. Alape, Arturo. El desplazamiento: cruce de todas las violencias.

Documento inédito. S.f. Barreto Gama, Juanita y Puyana Yolanda. Estereotipos sobre la feminidad. En: Velásquez, Magdala (Comp.) “Las mujeres en la historia de Colombia”, volumen 1, Ed. Norma, Bogotá., 1995, p. 363-378. Bello, Martha Nubia (Ed.). Desplazamiento forzado Dinámicas de guerra, exclusión y desarraigo, UNHCR-ACNUR, Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia, Bogotá, 2004, p. 9 y 13. Bello, Martha Nubia y Ruiz Ceballos, Sandra (Ed.). Conflicto armado, niñez y juventud. Una perspectiva psicosocial, Universidad Nacional de Colombia y Fundación Dos Mundos, Bogotá, 2002. Bello, Martha Nubia, Martín Cardenal, Elena y Arias, Fernando Giovanni (Ed.). Efectos psicosociales y culturales del desplazamiento. Universidad Nacional de Colombia,


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Fundación Dos Mundos y Corporación AVRE, Bogotá, 2000 .

Federal de Cooperación Económica y Desarrollo.

Constitución Política de la República de Colombia (1991).

Meertens, Donny. El género de la seguridad humana: paradigmas, políticas y dinámicas sociales en torno al desplazamiento forzado, En, Arango, Luz Gabriela y Yolanda Puyana (Compiladoras). Género, mujeres y saberes en América Latina, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Escuela de Estudios de Género, Bogotá, 2007.

Corte Constitucional de Colombia. Sentencia T-025 de 2004, Auto 092 de 2008. De Beauvoir, Simone. El segundo sexo. Ediciones Cátedra, Universitat de Valencia. Instituto de la Mujer, 2005. De las Casas, Bartolomé. Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Biblioteca de la Historia, Ediciones SARPE, Madrid, 1985. Díaz Susa, Dora Isabel. Perspectiva de Género: Aproximación al concepto, En: “Cuadernos Tierra y Justicia” No. 9, ediciones Antropos, Bogotá, 2002, 8 páginas. Díaz Susa, Dora Isabel, Sonia Nadiesda Zabala Castañeda, Fredy Hernán Gómez Alcaraz y Lucy Alvarez Benitez (q.e.p.d.). Escuela para la Construcción de Equidad de Género, Módulo 1: Lo femenino y lo Masculino, una Construcción Social, Módulo 2: Desarrollo, Sostenibilidad y Equidad de Género y Módulo 3: La Perspectiva de Género en las Organizaciones. Universidad Nacional de Colombia, Oxfam. Foro Debates, No. 7, noviembre de 2008, Bogotá. Territorio, conflicto y gestión pública en Colombia: una mirada desde lo local. Rinde, Foro Nacional por Colombia, GTZ y Ministerio

Meertens, Donny. “Entre la vulnerabilidad y la reconstrucción. Mujeres desplazadas en la Costa Caribe Colombiana”. En: Sánchez, Gonzalo y Eric Lair (Editores), Violencias y estrategias colectivas en la región andina. Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Ed. Norma, Bogotá, 2004, p.599 a 625. Molano Bravo Alfredo. Siguiendo el corte, relatos de guerra y de tierras. Ancora editores, Bogotá, 1989. Prieto, Patricia. Los derechos de las mujeres son derechos humanos. En Consorcio para el Desarrollo Comunitario – Grupo Mujer y Sociedad: Taller “Hacia la construcción de procesos comunitarios con perspectiva de Género” Inédito. Bogotá, 2003, 9 páginas. Revista “En Otras Palabras…” No. 12. Mujeres, Géneros y Derechos Sexuales y Reproductivos. Bogotá, D.C. Enero-Diciembre 2003. p. 7 – 21 y No. 9. Mujeres, Cuerpos y PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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Prácticas de Sí. Bogotá, D.C. Agosto-Diciembre 2001. p. 86-101. Revista Controversia, Tercera etapa, No. 191, diciembre de 2008. p.171-227, Participación ciudadana y representación política en contextos de conflicto armado, Velásquez Fabio, González Esperanza y Rodríguez Clara Rocio. Sánchez Gómez, Gonzalo. “Guerra prolongada y negociaciones inciertas en Colombia”. En: ob.cit. p. 17 a 71. Thomas, Florence. Conversaciones con Violeta. Historia de una revolución inacabada, Aguilar. Bogotá, 2006, p. 25 a 76 y 214. Thomas, Florence. Florence de la A a la Z, Aguilar. Bogotá, 2008. Varios autores. El desplazamiento forzado en Colombia: compromisos desde la universidad, Primer concurso universitario de trabajos de grado sobre desplazamiento forzado en Colombia. ASCUN, Red de solidaridad social, Universidad Nacional de Colombia, OIM, Codhes, AFS.

Lecturas necesarias Aguirre, Rosario. Indicadores sobre desigualdades sociales entre mujeres y hombres, En: Cuaderno de Desarrollo Local, 1996.

Carta de las mujeres por el derecho a la ciudad En: http://www.hic-al.org/documentos/ciudadmujeres.pdf Defensoría del Pueblo, y AECID. Porque el conflicto golpea… pero golpea distinto. Herramientas para la UNIFEM apropiación de los indicadores de género del Sistema de Alertas Tempranas – SAT. Bogotá, Colombia 2007. Ley 1257 de 2008 por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres. En: www.elabedul.net/San_Alejo/Leyes/Leyes_2008/ley_1257_20 08.php Procuraduría General de la nación. Informe de seguimiento al auto 092: Mujeres, Conflicto y Desplazamiento. UNFPA, Bogotá, Noviembre 2008. Revista Hechos del callejón. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Agencia Sueca de Desarrollo Internacional (ASDI) y Agencia catalana de Cooperación al Desarrollo (ACC). Verios números. En: http://www.indh.pnud.org.co/files/boletin_hechos/Boletin_h echos_del_callejon_48.pdf Revista Migraciones forzadas. Diez años de los principios rectores del Desplazamiento Interno. GP10, diciembre de 2008. En: http://www.migracionesforzadas.org/desplazamientoambiental.htm


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Sistema de Naciones Unidas, Mesa de Género. Guía para integrar el enfoque de género a los proyectos.

Páginas WEB

Públicas” del Observatorio de derechos humanos de las mujeres. Guión y dirección de Clara Riascos • “¿Y su mama qué hace?” Dirección Eulalia Carrizosa. Cine mujer Colombia, 1981

http://www.klpguidingprinciples.org/

Película:

http://www.hic-al.org/documentos/ciudadmujeres.pdf

Te doy mis ojos. Directora, Iciar Bollaín.

http://www.fao.org/tknet/topics/topic_view?topicId=11&lang=es http://www.americalatinagenera.org/documentos/publicaciones/doc_477_CA MBIO_ORGANIZACIONAL.pdf

Materiales Audiovisuales Cine – foro. Presentación de la Ley 1257 de 2008 por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres. En: http://www.elabedul.net/San_Alejo/Leyes/Leyes_2008/ley_1257_2008.php Cortometrajes: • “Las invencibles: Mujeres, desplazamiento y Políticas PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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El empoderamiento de la población en situación de desarraigo: De intrusos y vulnerados a sujetos y sujetas de derechos Texto de la conferencia a cargo de Florence Thomas y Juanita Barreto Gama como parte del proceso de inclusión de la perspectiva de género en el Proyecto “Inténtalo de Nuevo”. Barranquilla, Universidad del Norte, 11 de agosto de 2009

Escogimos construir esta conferencia a dos voces y desde nuestras distintas disciplinas, el trabajo social y la psicología, aun cuando con la misma perspectiva, es decir la perspectiva de género y un enfoque de defensa de los derechos de las mujeres, enfoque que nos reunió hace más de 20 años en el grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia. Para abordar el tema que nos ocupa y sin la pretensión de lograr una mirada exhaustiva, queremos contarles cómo lo vamos a abordar: En una primera parte, haremos una breve aproximación a los distintos conceptos con los cuales la literatura se está refiriendo al desplazamiento forzado y cuál es nuestra percepción sobre ellos. Enseguida ubicaremos el tema históricamente y referenciaremos algunos estudios, experiencias y fuentes colombianas sobre el tema. De ahí pasaremos a desarrollar lo que se refiere a la vulneración de los derechos de los desarraigados y más específicamente de las desarraigadas y a su posible resarcimiento o reparación, para terminar con algunas proyecciones propositivas que nos permitan seguir soñando con la posibilidad de más justicia en un país que la necesita más que nunca. La conferencia se dividirá entonces en

cinco partes que, esperamos, darán lugar a un tiempo para preguntas, reflexiones o comentarios del público que nos escucha.

1- Una aproximación a algunos conceptos Para iniciar haremos una aproximación a algunos conceptos utilizados en la literatura actual para denominar este hecho que consiste en estar obligado o forzado a dejar su casa, su tierra, su pueblo o su vereda, por cuestión “de seguridad” y razones de protección o prevención del riesgo de perder la vida por las amenazas derivadas de situaciones de conflicto armado. Hemos encontrado entonces varios términos o expresiones para caracterizar o para nombrar una persona que ha tenido que vivir esta situación. Es así como existe la expresión de refugiado interno, expresión utilizada principalmente a nivel internacional por ACNUR; sin embargo la caracterización más utilizada hoy en día en Colombia es la de desplazado o desplazada y por extensión la de desplazamiento forzado, expresión que no nos parece expresar plenamente lo que puede connotar el tener que dejar su casa, a veces en menos de 24 horas, por cuestión de seguridad. El


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verbo o la acción de desplazarse banaliza demasiado este hecho. Nos quedan entonces dos conceptos que nos parecen más apropiados para traducir el drama de unos 3.000.000 de colombianos y colombianas que tuvieron que dejar todo o casi todo para salvar sus vidas: el desarraigo y el destierro; los desarraigados o los desterrados; las personas en situación de desarraigo, o los sujetos y las sujetas de derecho que aún en pleno siglo XXI han sido y siguen siendo sometidos(as) al destierro. Y surge aquí la necesidad de plantear tres preguntas que consideramos imprescindibles para todas las reflexiones sobre esta realidad dolorosa y dramática que los estudios recientes han tipificado como desplazamiento forzado: la primera, ¿cómo nombrar a las personas que, en medio del conflicto y la confrontación armada que se libra en el país, son obligadas a salir del territorio que habitan?, la segunda, ¿cómo conocer y comprender las huellas que el desplazamiento forzado, entendido como una manera reciente de nombrar el desarraigo y el destierro, dejan inscritas en los cuerpos y en las mentes de cada ser? y la tercera, ¿cómo viven la experiencia de desarraigo y destierro las mujeres y los hombres que se saben portadores de derechos inmersos en una realidad que desconoce o teme su derecho a construir autonomía y con ella a ejercer los derechos que la ley consagra y que corresponde al Estado tutelar y garantizar?. Son preguntas necesarias para tomar opciones que permitan hacerle frente al riesgo de reproducir, aún en las maneras de nombrar, el entrecruce de violencias constitutivas de toda acción de desalojo y despojo, así como para comprender que estas acciones han dejado profundas huellas en la historia de la humanidad, en la historia de nuestro país, en las historias personales y, de manera específica, en el ejercicio de los derechos que la ley y las normas han consagrado como

inalienables. Y para responder a estas preguntas necesitamos observar la persistencia de dos lógicas que entran en contradicción: una lógica jurídica y normativa que desarrolla el principio consagrado en la Constitución Nacional afirmando que el destierro en tanto prohibido ya no es posible, señala el derecho a habitar el territorio y define a Colombia como un Estado Social de Derecho4, y una lógica socioeconómica, política y cultural que desaparece, oculta e invisibiliza el despojo y las violencias presentes en toda acción de desalojo y renueva, aún sin nombrarlas como tales, prácticas de destierro. Desarraigar, o sea arrancar de raíz, extirpar, nos cuentan los diccionarios, es sinónimo de desterrar: sacar de su tierra, de su lugar, exiliar, arrojar por la fuerza a las personas del lugar al cual pertenecen. Estos dos conceptos dan cuenta de manera más explícita y tal vez más cruda de una de las consecuencias más dramáticas del conflicto armado. La Corporación Volver a la Gente y la Comisión Europea, que trabajan con refugiados y refugiadas internas en Barranquilla y en Cartagena, no lo han dudado y utilizan muy acertadamente el concepto de desarraigo; concepto que será con el de destierro los que utilizaremos a todo lo largo de esta conferencia y si bien en algunas ocasiones nos referiremos al desplazamiento forzado, lo haremos reconociendo siempre sus nexos con el conflicto armado.

2-El desarraigo, su historia en Colombia y algunas referencias investigativas. Antes de pasar a examinar los estragos del desarraigo en cuestión de vulneración de derechos, quisimos hacer un breve recuento histórico de su génesis en

4 El artículo 34 dispone de manera taxativa: “Se prohíben las penas de destierro, prisión perpetua y confiscación. No obstante, por sentencia judicial, se declarará extinguido el dominio sobre los bienes adquiridos mediante enriquecimiento ilícito, en perjuicio del Tesoro público o con grave deterioro de la moral social.” Los artículos primero al décimo desarrollan los principios rectores y décimo primero al noventa y cuatro los derechos fundamentales y la creación de condiciones “para que la igualdad sea efectiva” y para “adoptar medidas a favor de grupos discriminados o marginados”.

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Colombia. En uno de los escritos cortos de Arturo Alape sobre el tema, encontramos la siguiente y triste aseveración que nos pareció muy ilustrativa de lo que ha caracterizado los destierros colombianos. Dice el investigador: “En los últimos 50 años, el desplazamiento de campesinos, de indígenas y comunidades negras, ha sido y sigue siendo el conflicto humano de mayores repercusiones en nuestra reciente historia. El desplazamiento revela profundamente lo que somos como nación. Colombia es una país de inmensa movilidad humana a la fuerza, su geografía física se ha vuelto como un estallido telúrico de grandes proporciones: hoy deambulan por el territorio cientos de miles de personas que huyen”5. Y según datos internacionales, Colombia hoy en día sería el país que tiene más desplazamiento forzado, más desarraigados y desarraigadas del mundo. Más que Irak, más que Afganistán y más que el Darfur por no citar sino algunos países que padecen de los mismos estragos, todos generados por un conflicto interno. Sin embargo en Colombia nadie se pone de acuerdo sobre el número exacto de personas desarraigadas como consecuencia hoy del conflicto armado, del paramilitarismo y del narcotráfico6. El destierro y el desarraigo han sido una constante en la historia de la humanidad, de los procesos de poblamiento y de las relaciones de mujeres y hombres con la tierra. Han sido además sustento de las lógicas de las guerras en sus diversas expresiones. En Colombia fueron sustento de la conquista, la colonia y se mantienen aún en los períodos de conformación de la República. Fray Bartolomé de las Casas en su “Brevísima relación de la destrucción de las

Indias”7 denunciaba al referirse a las entonces provincias de Santa Marta y Cartagena “(…) estas provincias han sido tractadas, angustiadas, muertas, despobladas y asoladas desde el año de mil e cuatrocientos y noventa y ocho o nueve hasta hoy (...) y hechas en ellas muy señadas crueldades y muertes (…)”8 Otros cronistas de Indias confirmaron durante varios siglos la desolación producto del despojo de las tierras, y en los archivos históricos reposan documentos que dan testimonio del lugar que el destierro y el desarraigo ocuparon en las instituciones coloniales y aún en las formas orgánicas y jurídicas que dieron origen a la República. Nos situamos entonces en las más recientes expresiones del desarraigo moderno en la Colombia de hoy, en las cuales confluyen siempre diversas formas de violencias que se agudizaron a mediados del siglo XX. Según el mismo Alape, ya desde el año 1948 fue la violencia partidista la que originó las primeras olas de éxodos campesinos, los cuales han sido registrados por quienes han dedicado sus vidas a la investigación en este campo. Tal vez para los fines de nuestra particular aproximación al tema que hoy nos congrega, solo alcanzamos a afirmar que son muchos los estudios realizados sobre el “fenómeno del desplazamiento forzado”, sus causas, sus consecuencias y sus expresiones. Desde nuestra condición de ciudadanas y desde las posibilidades que nuestra vinculación a la Universidad Nacional nos ofrece, proponemos algunos datos bibliográficos que podrán animar a quienes hoy están acá presentes, a continuar profundizando y estudiando este tema y a convertirlo en motivo de reflexión sistemática y rigurosa por parte de las instituciones y organizaciones a las cuales pertenecen.

5 Alape, Arturo. Documento inédito. S.f. 6 Al respecto pueden verse como anexos algunos datos comparativos producidos recientemente por Codhes y Acción Social de la Presidencia de la República 7 De las Casas, Bartolomé. Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Biblioteca de la Historia, ediciones SARPE, Madrid, 1985. Según describe en la página 9 esta obra fue “Publicada ilícitamente en 1552 y divulgada por toda Europa a lo largo del siglo XVII, en más de 50 ediciones”. 8 ob. cit. p. 99


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Son estudios e investigaciones en las cuales circulan conceptos, categorías analíticas, experiencias de trabajo y testimonios de vida, y que dan cuenta de apuestas cotidianas al reconocimiento de los derechos de las poblaciones en situación de desarraigo. Allí están otros trabajos de Arturo Alape ya mencionado; una amplia producción de libros, artículos y columnas de opinión escritas por Alfredo Molano, quien con la magia de la palabra y la conciencia crítica que la alimenta permite la circulación de testimonios de pobladores y pobladoras, acopiando una memoria histórica en la cual confluyen de una parte precisas descripciones de incontables sucesos de violación de derechos individuales, colectivos y ambientales. También Gonzalo Sánchez con sus trabajos sobre la violencia en Colombia, en diálogo sistemático con protagonistas y participantes en esta realidad que en su momento fueron llamados violentólogos, ha interrogado las diversas expresiones de violencia, conflicto armado y guerras internas presentes en el difícil camino de construcción de la democracia en nuestro país. No sigo mencionando la larga lista de quienes desde su condición de investigadores —haré enseguida especial referencia a las investigadoras— y desde sus opciones por la escritura ofrecen hoy a quienes habitamos este territorio la posibilidad de reconstruir la historia del desarraigo y el destierro como una constante en los procesos de poblamiento y de construcción de las ciudades, como también en los cambios y transformaciones de la siempre conflictiva propiedad de la tierra. A propósito hagamos en un instante un pequeño rodeo por una historia literaria: ¿Cuánta tierra necesita el hombre? Es la pregunta que dio el título a uno de los cuentos más cortos escritos por León Tolstoi. Una pregunta que sigue viva y que podría seguir alimentando las relecturas de los estudios existentes, acompañada de otras preguntas acerca del para qué se necesita la tierra, cómo se distribuye, y a quienes corresponde su uso

y el disfrute de sus productos. Una pregunta que nos obliga a releer el cuento de Tolstoi, quien muriera a los ochenta y dos años en 1910 cuando en Colombia se conmemoraba el centenario de la Independencia. Una pregunta que en los albores del bicentenario del “Grito de la Independencia” nos convoca a indagar ¿Cuánta tierra necesitan las mujeres y también para qué y para quiénes la quieren? Por ello destinamos unos minutos de esta intervención a invitar a estudiar los trabajos realizados por mujeres como Donny Meertens con sus aportes sistemáticos para la comprensión de las relaciones entre “Tierra, Violencia y Género”, y por Martha Nubia Bello Albarracín con sus investigaciones relativas a los efectos psico-sociales del desplazamiento, sus propuestas para poner en circulación relatos que registran la vida cotidiana de niñas y niños en medio del conflicto armado y sus muchos proyectos para generar alternativas de vida y propuestas de políticas de investigación y educación popular orientadas al restablecimiento de los derechos a quienes les han sido conculcados. Martha Nubia es desde hace varios años coordinadora del programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia –PIUPC-, coautora y editora del libro “Desplazamiento Forzado. Dinámicas de guerra, exclusión y desarraigo”. En este libro, encontramos treinta y un artículos, de los cuales diez (el 32%) fueron escritos por mujeres y veintiuno (el 68%) fueron escritos por hombres. Ellas y ellos, desde sus particulares historias, trayectorias y opciones elaboran conceptos sobre el tema, relatan experiencias vitales, registran datos, interpretan estadísticas, denuncian desde sus propias voces y desde las de quienes viven la experiencia dolorosa del desarraigo, analizan y formulan propuestas para y sobre las políticas públicas para el restablecimiento de la población afectada. De allí traemos hoy las palabras consignadas en el prólogo que ilustran las diversas dimensiones y la magnitud del problema: PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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“ (…) la comprensión del drama humanitario llamado desplazamiento forzado, convoca análisis que llevan a indagar por a) los procesos de constitución de la nación colombiana, los cuales han generado la actual situación de inequidad y de violencia generalizada; b)las dinámicas regionales heterogéneas y sus diversas manifestaciones del conflicto; c) las formas diferenciadas como la guerra y, en particular el desplazamiento, afecta a los grupos poblacionales; d) las transformaciones urbanas, jurídicas e institucionales provocadas por el desplazamiento, y e) los retos y cambios que se requieren para detener esta catástrofe y hacer de la crisis una oportunidad para construir un país incluyente, democrático y coherente con los principios del respeto a su diversidad. (…) De esta forma y desde el lugar específico que le corresponde a la academia deseamos aportar en la comprensión del fenómeno y en la construcción de propuestas que permitan trabajar por la generación de otras condiciones que hagan inviable el desplazamiento forzado y la violación de los derechos humanos en Colombia” 9 Los contenidos de estos artículos y los de las investigaciones, estudios y procesos que los sustentan, podrán acompañar ejercicios sistemáticos de reflexión en el necesario camino de procurar que cada habitante de este territorio colombiano, mediante la acción individual y colectiva, descubra diversas alternativas posibles para mantener la vida, reconocer, restablecer y garantizar los derechos de las mujeres y los hombres en un país y un mundo en el cual la guerra aún sigue siendo una de las principales fuentes de ingresos de las naciones mas poderosas. Y para cerrar esta segunda parte de nuestra exposición compartimos con ustedes estas palabras de Donny Meertens consignadas en uno de sus recientes artículos:

“Los impactos de género en los conflictos armados y particularmente la incidencia de la violencia sexual y de género como práctica recurrente en el seno de las guerras, han dejado huella en el escenario mundial de organismos de derechos humanos y por ende en los de desarrollo. A ello ha contribuido, en la Conferencia Mundial de Viena de 1993, el reconocimiento oficial de los derechos de las mujeres como parte de los derechos humanos y el nombramiento de una Relatora especial para hacerle el seguimiento a éstos.” 10 Tal vez fuimos atrevidas al pretender condensar en cinco páginas una historia que se cuenta en siglos; una historia que merece muchas miradas y demanda abordar muchas otras fuentes, las jurídicas, las correspondientes a los convenios, acuerdos y tratados internacionales, las producidas por los organismos estatales y por organizaciones sociales. Una historia que siempre está siendo abordada por fuentes vivenciales correspondientes a la manera como cada quien se sitúa frente al desarraigo y frente a las personas que por circunstancias forzadas, en este caso la guerra y sus estragos sobre la población, llegan a ciudades, municipios y lugares que les son ajenos y frente a los cuales ellas y ellos se sienten también extraños. Y aunque estas fuentes son de difícil registro, las llevamos también —y a veces sin saberlo— inscritas en nuestros cuerpos. Pasemos entonces a la tercera parte de nuestra charla con una mirada atenta. Para ello les invitamos a que cada una y cada uno de los aquí presentes se formule mentalmente la siguiente pregunta: ¿Cómo está inscrito el desarraigo en nuestros cuerpos? ¿Cómo se inscriben en nuestra mirada, en nuestros oídos, en nuestras palabras, en nuestro olfato y en nuestros movimientos, los encuentros

9 Bello, Martha Nubia (Ed.). Desplazamiento forzado Dinámicas de guerra, exclusión y desarraigo, UNHCR-ACNUR, Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá, Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia, Bogotá, 2004, p. 9 y 13 10 Meertens, Donny. El género de la seguridad humana: paradigmas, políticas y dinámicas sociales en tordo al desplazamiento forzado, En, Arango, Luz Gabriela y Yolanda Puyana (Compiladoras). Género, mujeres y saberes en América Latina, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Escuela de Estudios de Género, Bogotá, 2007 pag. 221


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con las personas que viven la situación de desarraigo producto del destierro y del desalojo de los lugares de donde proceden?

3-El desarraigo: un cruce de violencias que restringe derechos fundamentales para las mujeres Destierro y desarraigo han sido y siguen siendo sinónimos de violencias ejercidas sobre los cuerpos de hombres y mujeres. Así lo constatan experiencias vividas por hombres y mujeres de diferentes edades, pertenecientes a diversas razas, etnias, culturas y condiciones de clase, y de diversas orientaciones sexuales y opciones religiosas y políticas, a quienes el fenómeno del desplazamiento forzado ha unido. Ellas y ellos son hoy reconocidos como un sector de población específico conformado por quienes portan en sus historias personales no una, sino dos, tres o mas exclusiones y discriminaciones ancestrales. Aquí cabe una anotación que no puede ser solo una nota al margen: tengamos en cuenta que las mujeres no somos un sector de población, constituimos el 53% de la población mundial; en algunos lugares, especialmente donde el conflicto armado se intensifica este porcentaje es mayor entre la población arrojada de los campos y zonas de guerra, menor entre la población presente en los frentes de batalla y variable en relación con los procesos de explotación económica de los recursos naturales. La población que vive en situación de desarraigo no es un ente abstracto, está conformada por personas concretas que comparten una historia común de desalojo producto de la guerra. Esa historia común se caracteriza porque los derechos de todas las personas afectadas por las acciones de fuerza producto de

la guerra han sido violados. Esa historia de violencia socava su condición de sujetos de derecho y es vivida de manera diferente por las mujeres y por los hombres, por cuanto ellas y ellos, ustedes y nosotras —así como los hombres y las mujeres que nos antecedieron— hemos tenido una relación distinta con la guerra, con sus estragos y con sus festines. Una relación distinta, no mejor o peor, sino diferente. Y si bien esas diferentes relaciones de mujeres y hombres con la guerra y con las violencias que lleva consigo han sido constantes en la historia de la humanidad, apenas hace un cuarto de siglo que empezamos a hablar de la necesidad que tenemos de estudiar la violencia, la justicia, y las propuestas de paz, de reparación y de restauración desde una perspectiva de género que tiene como punto de partida el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Por ello, nuestra premisa para esta tercera parte de esta exposición es que como la humanidad ha empezado a comprender que la realización de los derechos de las mujeres es condición ineludible para la realización de los derechos humanos, el re-conocer, proclamar, restablecer, restaurar y promover los derechos de las mujeres es tarea que compromete a mujeres y a hombres; es un reto para la humanidad entera y es una apuesta ética para un país y un mundo que aún se resiste a pensar en un planeta en el que la guerra y todas las formas de violencia que ella comporta sean inviables. De allí que a partir de este momento nos referiremos a los derechos que son conculcados en el cruce de las violencias presentes en el desarraigo y el destierro, y de manera específica sus efectos sobre los derechos de las mujeres. Y como en nuestros imaginarios cada vez que hablamos de las mujeres está presente el miedo a la guerra de sexos, con la cual se ha caricaturizado al feminismo y a las luchas de las mujeres; proponemos a quienes hoy están en este auditorio o nos PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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lean, que cada vez que nombremos los derechos de las mujeres, tengamos presente que estamos exorcizando la violencia, allanando caminos para hacer realidad el Estado Social de Derecho y construyendo opciones de vida. 3.1 El desarraigo ignora la condición de la ciudadanía e impide el ejercicio de la autonomía: La afirmación con la cual damos entrada a esta parte nos obliga a concentrarnos en los efectos del desarraigo sobre el derecho que todos los seres humanos tenemos a una vida libre de violencias. Esa es la manera como las mujeres hemos decidido nombrar el derecho a la vida, en tanto una vida en la cual la violencia está presente en cada instante del ciclo vital no contribuye a la construcción de valores éticos. La violencia está presente en la génesis de la vida humana mientras las mujeres no tengamos derecho a decidir de manera autónoma y como sujetas de derecho que somos sobre nuestros cuerpos, lo cual permitirá que toda nueva vida humana sea producto del deseo y del ejercicio de la razón. La violencia sigue acompañando la adolescencia y la juventud mientras las mujeres sean objeto de abuso, maltrato y acoso físico, sexual, psicológico o moral. Está también presente en la adultez, mientras los trabajos que realizan las mujeres sigan siendo valorados a menor precio o incluso considerados sin valor. Está presente en la vejez, mientras el trabajo de cuidado sobre los otros y la mayor proporción de los trabajos domésticos del cuidado de la salud sigan estando exclusivamente bajo la responsabilidad de las mujeres. Y está presente en todas las etapas de la vida mientras las mujeres sigamos siendo consideradas botín de guerra y nuestros cuerpos depositarios del “honor” de las familias y de la honra de las instituciones sociales.

Afirmamos por tanto que el derecho a una vida libre de violencias confiere a las mujeres la posibilidad de ejercer su derecho a tener derechos; un derecho que está en la base del ejercicio de su autonomía en tanto lleva consigo la demanda ancestral de las mujeres por acceder a la educación formal y mantenerse en ella, por el reconocimiento del valor de su trabajo y de lo que éste significa en el producto interno de las ciudades, las regiones y los países, así como en las economías familiares. Diversos estudios han demostrado que si bien los procesos de socialización primaria y de re-socialización que se producen a lo largo de toda la vida se han alimentado de la legitimación del maltrato, el castigo y diversas formas que lesionan la posibilidad de una vida grata, baste recordar cuánto ha costado la transformación de una cultura que nos enseñó que “la letra con sangre entra” o de formas de amar que se sustentan en la legitimación de formas de violencia sobre los cuerpos de los seres amados, la socialización en y para la reproducción de la violencia ha tenido formas diferenciales para mujeres y hombres. Amor y saber anclados en el sufrimiento alimentan el ejercicio arbitrario del poder y con éste relaciones de dominación, de exclusión y de exterminio. Tales procesos de socialización y las prácticas que los sustentan están anclados en estereotipos de género que aún en medio de los cambios tecnológicos y de las posibilidades que ofrece hoy el acceso de las mujeres a la educación, reproducen en todos los espacios que habitamos la asignación del ámbito público y de la esfera productiva para los varones y el mundo privado y la esfera reproductiva para las mujeres. Tales estereotipos refuerzan y mantienen las barreras para la construcción de la autonomía de las mujeres, restringen su reconocimiento como ciudadanas y el ejercicio de sus derechos ciudadanos entre los cuales se cuentan el derecho a


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organizarse, a participar en las decisiones y a representar sus intereses y los de los hombres y las mujeres de un territorio o lugar determinado. Ahora bien, la inviolabilidad del derecho a la vida está presente desde hace dos siglos en los códigos y en las normas, sin embargo, la guerra sigue legitimando la muerte de quienes en ella participan haciendo héroes a los ganadores y convirtiendo en “carne de cañón” a quienes quedan como perdedores. Como quienes participan como actores del conflicto armado esperan ser “ganadores”, sus contendores se convierten en enemigos, y por extensión quienes sean considerados o consideradas aliados o aliadas de uno y u otro grupo en contienda se convierten en la carne que los cañones necesitan. Y allí en la lógica de “ganar la guerra” se sustenta la expulsión de mujeres y hombres de sus territorios. Y aún estamos lejos de comprender que en la guerra, nadie gana, todos y todas perdemos. Más aún, necesitamos comprender por qué hoy es imposible afirmar que el derecho a la vida que se oculta en las acciones de guerra se expresa de la misma manera en mujeres y en hombres. Veamos: Por lo general son más los hombres que las mujeres que mueren en la confrontación armada; algunos de ellos son declarados y reconocidos como héroes, en el festín para celebrar una o varias batallas ganadas; las mujeres en su mayoría son supervivientes de la guerra, casi todas lloran a sus muertos, algunas cuidan de la vida de los combatientes, aun cuando pertenezcan a diversos ejércitos o flancos de guerra, y la gran mayoría asumen las tareas de cuidado de la vida, antes, durante y después del desarraigo. Ellas, junto con sus hijos e hijas, conforman la mayor proporción de personas a quienes el conflicto armado obliga a trasladarse a otro lugar, les impone el destierro aún cuando la ley lo prohíba. Por ello, cuando las mujeres asumen el ejercicio de su autonomía y participan de

manera activa en procesos organizativos que les permiten dotar de contenido la expresión “las mujeres no parimos hijos para la guerra” están/estamos enseñando al mundo de manera práctica que la reproducción y la crianza son políticas y que sus/nuestras experiencias ancestrales en el cuidado del mundo, de los otros y de las otras, tienen sentido y utilidad práctica en la búsqueda de alternativas ante la guerra y sus consecuencias. Sin embargo, el valor asignado a la palabra de las mujeres, a sus propuestas y a sus acciones sigue conservando un lugar de segundo orden y por tanto las historias que las mujeres cuentan sobre las diversas maneras como han creado alternativas para proteger sus vidas, las de sus familiares y vecinos, los trabajos de participación social y comunitaria que ellas realizan, no son tenidos en cuenta cuando se trata de tomar decisiones en las organizaciones y entidades estatales. Aún cuando las normas internas y los convenios internacionales disponen el reconocimiento de los derechos de las mujeres, las propuestas organizativas que ellas generan no llegan a los espacios donde se toman decisiones relativas al restablecimiento de los derechos, a su exigibilidad, y a las acciones de reparación y de restauración del daño causado. Traigamos a este recinto nuevamente a Donny Meertens, ya citada, quien a partir de las investigaciones realizadas afirma: “El balance de los efectos diferenciados del desplazamiento sobre hombres y mujeres se registra de múltiples maneras. (…) 1. Entre la población desplazada la proporción de mujeres (adultas) es un poco mas alta que la de los hombres. Sin embargo, el dato más relevante aquí es el aumento de mujeres jefas de hogar, a causa de la violencia (pérdida del marido o compañero por asesinato) como es el caso de las viudas; o a causa de las rupturas familiares, PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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provocadas por el desarraigo, las tensiones del anonimato, la clandestinidad o las nuevas dinámicas de la gran ciudad. (…) 2. En el momento de los hechos violentos y la huida (…) los efectos traumáticos son mayores para ellas, en especial, cuando son viudas y cuando el desplazamiento implica la desintegración familiar. 3. Al iniciarse el proceso de reconstrucción de la vida cotidiana en el sitio de desplazamiento, el balance muestra tendencias a la inversa: el desempleo afecta más duro a los hombres que a las mujeres, ellos pierden su estatus de proveedores y sienten la pérdida de dignidad más fuerte que las mujeres ante las actividades irregulares e informales del rebusque. (…) 4. Hombres y mujeres viven por igual, pero en distintos ámbitos el estigma de ser desplazados y desplazadas y la desconfianza social exacerbada por la guerra. (…) 5. Hombres y mujeres tienen perspectivas diferentes frente a las opciones (reales o soñadas) de retorno, reubicación rural o integración urbana. Ellas suelen preferir, mucho mas que los hombres, la integración urbana sobre el retorno.(…) 6. En lo político y la interlocución con las entidades del Estado los hombres se mueven mucho más que las mujeres. (…) Las mujeres, por tradición marginadas del mundo público, cuando se trata de buscar asistencia, prefieren movilizar sus redes particulares, en vez de depender totalmente de las inciertas ayudas institucionales. 7 Las organizaciones de la población desplazada que han surgido en los últimos años en contextos urbanos, se han caracterizado por un liderazgo masculino exclusivo, en particular en Bogotá. La participación de las mujeres desplazadas en puestos directivos o en la interlocución con el Estado ha sido mínima y sus actividades se han concentrado más en la generación de ingresos, frecuentemente en proyectos de sostenibilidad precaria. (…) 8. Las mujeres tienen mayor vulnerabilidad que los hombres a la vulneración de sus 11 Meertens, Donny “Género, desplazamiento, derechos”, en Bello, ob.cit. p. 200-

derechos específicos, en particular los sexuales y reproductivos. Es el caso de la exacerbación de la violencia intrafamiliar en el contexto de conflicto armado y de la violencia sexual como arma de guerra (violación por parte de actores armados, servicios sexuales forzados, prostitución forzada, acoso sexual) y la violencia basada en el género (servicios domésticos forzados, control sobre comportamiento y vida afectiva de las mujeres, entre otros.(…) 11 Esperamos que las consideraciones anteriores contribuyan a ensanchar los caminos que se están construyendo en este país, y en esta región de manera específica, para pensar la dinámica del desarraigo que se produce por la guerra y por sus diversas secuelas y expresiones en nuestro territorio, desde una perspectiva de género que reconoce los derechos de las mujeres. Ello es condición fundamental en la construcción de opciones de restablecimiento y garantía de realización de los mismos. Sobre ello muchas mujeres y hombres acá presentes tendrán sin duda historias que contar . Pasemos ahora a detenernos en la profunda articulación de los caminos andados para la construcción de la autonomía, fracturados por las violencias que confluyen en el desarraigo, con aquellos derechos imprescindibles para la construcción de la identidad subjetiva y en los cuales se sustenta el ejercicio de la ciudadanía. 3.2 El desarraigo viola el derecho a la intimidad, el derecho a la salud y a la conciencia de sí. Por la manera tan diferente de habitar el mundo de los hombres y de las mujeres,


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por la historia incomparable del cuerpo femenino y del cuerpo masculino, estos derechos a la intimidad, a la salud y a la conciencia de sí, son particularmente trastornados y vulnerados para las mujeres. Y es de ellas también que hablaremos en este aparte. Quisiera tratar de explicar porqué el destierro o desarraigo producto del desplazamiento forzado tiene un impacto desmesurado para ellas y, de alguna manera, un impacto diferente al de los hombres. Y con esto no estamos diciendo que más profundo o más dramático, estamos hablando de un impacto difícilmente comparable y de consecuencias distintas, las cuáles deberían ser tenidas en cuenta al momento de una posible reparación. Examinemos entonces lo que significa ser desterrada, ser desarraigada para la subjetividad femenina. En este sentido y en primer lugar, creemos necesario reflexionar sobre lo que puede representar un destierro para el universo femenino, siempre y cuando este universo femenino o mundo femenino signifique algo para nosotras. Porque si bien no existe una naturaleza femenina, en cuanto feministas y feministas de la diferencia, creemos que existe un universo femenino. En otras palabras y para retomar un concepto del sociólogo Pierre Bourdieu, sería tal vez más justo hablar de la formación de un habitus en relación con la posición de las mujeres en el espacio, su manera particular de habitar el mundo, de actuar sobre el mundo, de ocupar el espacio y de medir el tiempo. A propósito de este habitus femenino o, lo volvemos a decir, de este modo particular de habitar el mundo que tienen las mujeres, nos dice Véronica Nahoum-Grappe:

“El habitus femenino debe diferenciarse de los estereotipos que construyen socialmente la imagen de la feminidad, porque se sitúa en otro lugar, está escondido debajo de los gestos, de las miradas, y es de una discreción total” 12 Estamos hablando entonces de percepciones, de preferencias particulares, de gestos y miradas que terminarían por conformar una cultura, la cual, probablemente tendería a privilegiar un rechazo a la violencia o por lo menos una distancia en relación con la violencia, tal vez por su implicación con la familia, con los otros, con las otras. Es de hecho generalmente, y casi universal y culturalmente, que las mujeres son las responsables del mantenimiento cotidiano de los objetos cotidianos que nos rodean, pero sobre todo de los cuerpos en el interior del hogar. Los comportamientos masculinos y femeninos difieren profundamente en su relación con los cuerpos de los otros, de las otras. Las relaciones de proximidad de las mujeres, una proximidad no sexual a los cuerpos de sus hijos o de sus hijas, de sus familiares y de los otros en general explicarían esta diferencia. En lo concerniente por ejemplo a su relación con los alimentos, con la alimentación, la diferencia entre hombres y mujeres es, en nuestras culturas patriarcales-maternalistas, flagrante. Las mujeres siguen teniendo el monopolio casi total de la organización cotidiana de las comidas diarias. Su preocupación es, en este sentido, incesante y si pensamos en lo que puede representar el desplazamiento forzado durante el cual todas sus referencias habituales desaparecen, podemos imaginar la ansiedad, la angustia de las mujeres en estas situaciones pues con el desarraigo, experimentan de repente una situación de desorganización casi total.

12 Nahoum-Grappe, Véronique. Le féminin. Hachette, Paris, 1996. PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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Y para retomar a este propósito la relación de proximidad de las mujeres con los cuerpos, entendemos con esto su cuidado particular de la pequeña infancia, de los recién-nacidos, del acompañamiento del crecimiento de los niños y de las niñas, del bienestar familiar en todo momento, estas palabras tan banales a las cuales nadie les presta atención —hoy hace frio, no te olvides el saco, la ruana…cierre la ventana, no tome mucho, te prepararé una agüita de hierbas...— todos estos pequeños hechos de la vida cotidiana, sin olvidar su cuidado a los ancianos y ancianas, a los enfermos y enfermas, movilizan a las mujeres y son todavía competencia casi exclusiva de ellas. Son todas estas actividades de cuidados y de atención a los otros y a las otras, todo lo que significa estar con los otros, con las otras, con su dimensión de repetición y de continuidad; y todos estos detalles ordinarios del cuidado de la vida, no lo olvidemos, son los que aseguran la posibilidad de la vida. Y es precisamente esta dimensión ética del universo femenino que se desorganiza casi completamente durante un desplazamiento forzoso, un desarraigo; es la cotidianeidad que se ve de repente alterada, esta cotidianeidad de los hechos repetitivos que marcan las horas del reloj cotidiano, estos hechos sin los cuales la vida se vuelve complicada e imprevista, estas pequeñas cosas que son la sal de la vida, pequeñas a los ojos de una cultura patriarcal que no reconoce y valora sino los actos públicos, heroicos que ocurren en el afuera. Y yo hablo del adentro que marca, que signa tanto la vida de las mujeres, de todas las mujeres, y que debe lógicamente generar fenómenos subjetivos muy profundos aun cuando a menudo ocultos a los ojos del sociólogo y aún de la socióloga y de la trabajadora social; también a los ojos de las abogadas y los abogados a quienes las mujeres exponen las secuelas del desarraigo sobre sus bienes y sobre sí mismas, y a los ingenieros, arquitectos y técnicos, hombres y mujeres, con quienes de pronto, las mujeres quisieran hablar de sus sueños sobre los lugares

que habitaron y sobre los nuevos lugares en los que se ubican. Y en cuanto al derecho a la salud y al cuidado de sí mismas, siempre secundario para las mujeres —como lo acabamos de mostrar, ellas siempre estarán alertas y cuidando la salud del otro o de la otra próxima antes de la suya propia— también se vulneran pues en situaciones de desarraigo y como refugiadas temporales, sus prioridades nunca serán articuladas a su salud, a sus cuerpos y cuando sabemos que la mayoría de las desarraigadas son mujeres y mujeres en edad reproductiva, los riesgos de embarazos no planeados, no deseados, se multiplican para ellas y para muchas de sus hijas adolescentes. Y ni hablar de la desatención casi total relativa a los cuidados normales de los cuerpos femeninos, con poca higiene y una pérdida casi total de intimidad. Y ahí la vulneración de los derechos sexuales y reproductivos y de los mínimos derechos a una salud integral, están más que comprometidos en un país que ya tiene, en situación normal, bastante dificultad para otorgar este derecho a la mayoría de la población. Si bien las mujeres en situación de desarraigo duplican esta ética del cuidado a los otros y a las otras que la rodean, pocas veces, por no decir nunca, su propio cuerpo es el centro. Creemos que es en este sentido que se puede afirmar que las mujeres en situación de refugiadas, de desplazadas, de desarraigadas, sufren de manera muy específica la pérdida de su hogar, de su rancho, de su tierrita, de sus sembrados, de su huerta casera, de sus animales domésticos, de su techo, pérdida a la cuál se viene a añadir a menudo el duelo de un compañero, de un hijo o de un familiar. De este espacio interior que ha sido abandonado en el afán, este espacio que encerraba toda una sedimentación de diversos objetos acumulados durante años (cartas, fotografías de la primera comunión de los hijos, de las hijas, imágenes,


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cuadros, y enseres entre muchas otras cosas) cuya responsabilidad —limpiar y ordenar— reposaba casi enteramente en las mujeres. Y es este espacio interior la imagen de una vida para una mujer. Recuperar esta vida que les ha sido arrebatada es una obligación y un deber del Estado. Todo esto debería ser tenido en cuenta a la hora de la atención a poblaciones desarraigadas, debería ser tenido en cuenta a la hora de la justicia y de la reparación. Tomar en consideración todas estas miradas particulares relativas a la cotidianeidad, este tiempo, esta energía que las mujeres en situaciones de desarraigo tienen que sacar de lo más profundo de su subjetividad para reacomodar mínimamente la vida y su dinámica cotidiana, reorganizar y volver a darle un sentido vital a la existencia de los suyos, de sus hijos, hijas y familiares que la rodean en este momento. Y ahí, nos alegramos de hablar en un contexto universitario donde se deben formar profesionales sensibles a estos problemas. Y cuando nombramos a profesionales, no nos referimos solo a sociólogos, sociólogas, trabajadoras sociales o otras profesiones de la ciencia social, nos referimos también a ingenieros, personal de la salud, economistas, especialistas en medio ambiente, abogados y abogadas, en fin a profesionales capaces de definir este hecho social específico que es el trabajo invisible y permanente de las mujeres para darle un sentido a la vida y para hacer siempre más soportable la existencia de su entorno familiar, cuando viven situaciones límites. Logrando develar y darle importancia a lo que llamé el universo femenino, ese mundo del adentro, de la intimidad y de la subjetividad, habremos dado un paso importante, creo yo, en consideraciones de justicia y de reparación pero sobre todo de prevención y atención a la población femenina en situaciones de desarraigo.

4. El empoderamiento de las mujeres y su reconocimiento como sujetas de derechos Como lo acabamos de demostrar y como lo constatamos día a día en todas las ciudades del país, la población desarraigada ha sido despojada de todos sus derechos fundamentales. Tal despojo la convierte, ante sus propios ojos, pero también ante la mirada de la ciudadanía y ante las instituciones públicas y privadas, en población intrusa. Personas raras, no pensadas, deambulan por el territorio; buscan dónde situar su dolor y qué hacer con los despojos de la historia que llevan a cuestas. ¿Sabrán que sus derechos subsisten aún en estas situaciones límites? ¿Sabrán que existen entidades y procedimientos definidos por las leyes y las normas para responder a estas situaciones como corresponde a un Estado Social de Derecho? Llegan a un territorio que no los reconoce como parte de él en condiciones en las cuales cada quien necesita demostrarse a si misma y demostrar ante los demás que es una persona, que es un individuo, que es un ciudadano y que es un sujeto. En ese recorrido por territorios que le son extraños, unas y otros son vistos y se ven a sí mismos como intrusos y por tanto su perspectiva o la de quienes los miran, a veces sin verlos, está signada por preguntas relacionadas con el retorno a sus tierras y por acciones que favorezcan el regreso, una rápida salida de los sitios que han ocupado y por tanto un conjunto de medidas y acciones transitorias animadas por conceptos, reflexiones y sensaciones que responden a preguntas tales como ¿Cuándo volverán a sus tierras? ¿Cuándo se irán? ¿Cuándo podremos volver? ¿Qué hacer entre tanto?, en fin preguntas formuladas desde el sueño del regreso y acompañadas de profundos deseos porque se vayan. Allí tienen lugar desde las acciones y orientaciones para una política del retorno hasta las agresiones personales, el cierre de espacios comunitarios y las acciones de fuerza PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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amparadas en la fuerza pública para defender el “interés público”, desde una lógica que reproduce la dicotomía entre lo público-político y lo privado-personal. También en ese recorrido emergen los sujetos vulnerados, las poblaciones vulneradas y los conceptos, pensamientos y sentimientos que propugnan por la acción asistencialista, que lleva consigo el llamado a la voluntad de servicio, la exacerbación de la sensiblería y las acciones orientadas a prestar ayuda a los necesitados y las necesitadas. Las preguntas que animan la atención a las poblaciones vulneradas se orientan a indagar sobre sus necesidades y encontrar instrumentos, acciones y estrategias para acceder a recursos que permitan satisfacerlas, siempre dentro de los límites de la lógica inspirada en la administración de recursos escasos. Estas personas consideradas vulneradas por la pérdida de bienes y servicios, también vulneradas en su condición humana, se ven a si mismas y son vistos por las demás personas, naturales o jurídicas, como carentes de derechos, especialmente del derecho a regir sus vidas. Como ya podíamos observarlo anteriormente, esta doble condición de intrusos y vulnerados la viven de manera distinta mujeres y hombres, por cuanto unas y otros hemos accedido a la condición de sujetos de derecho y como tales a la titularidad de los mismos, en diversos momentos de la historia. La historia tardó siglos en reconocer a todos los seres humanos su condición de persona, que se expresa en el derecho a un nombre y a una nacionalidad. Baste tener presente que las mujeres apenas en el siglo XX empezaron a ejercer su derecho a decidir su nombre y su apellido cuando toman la decisión de unirse en matrimonio; así mismo, fue apenas en la primera mitad del siglo veinte cuando dejaron de ser tuteladas para el ejercicio de sus derechos económicos, y aún no en todos los países y regiones, por lo cual el reconocimiento de su individualidad es

también reciente. Bien sabemos que su condición de ciudadanas fue legalizada en nuestro país hace apenas cincuenta y cinco años y que su condición de sujetas deseantes apenas irrumpe en la historia con sus demandas por los derechos sexuales y reproductivos. En condiciones de desarraigo, el primer requisito para ser reconocidos o reconocidas y ser inscritas como “población en condiciones de desplazamiento” por el conflicto armado, es demostrar su identidad mediante los documentos que la acreditan tales como la cédula y las constancias de vecindad, los cuales muchas veces se han perdido en medio de la guerra y de los apremios del desalojo. Así por razón de las circunstancias violentas y de las lógicas procedimentales que pasan por encima de las lógicas de la vida misma, su condición de sujetos y sujetas titulares de derechos queda suspendida o enredada durante días, meses e incluso años, por los trámites institucionales, y en tales condiciones ni siquiera alcanzan a acceder a los “servicios” que se ofrecen para mitigar las consecuencias de su intrusión en territorios ajenos. Así las palabras y las historias que las mujeres cuentan sobre su experiencia son asumidas por ellas y por quienes las escuchan como poco creíbles o como un cuento que no merece ser contado. Su condición de ciudadanas de segundo orden en la historia de la humanidad, se hace más gravosa en la experiencia del destierro y del desarraigo. Esos sujetos abstractos de derecho empiezan a ser sujetos y sujetas concretas con cuerpos, mentes y sueños en los cuales se anclan los deseos de realización cotidiana de los mismos. Como hemos visto, el desarraigo pretende situar en una condición de despojo de sus derechos a estos sujetos de carne y hueso, que bien merecen un lugar especial en esta nueva página que se abre en la historia de la humanidad, cuando la expresión sujeto de derechos se acompaña y empieza a escribirse con la convicción de la existencia de las sujetas de derecho. Allí se consolida la posibilidad de dejar de ser sujetas, sometidas al derecho.


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La pretensión de despojar a estos hombres y a estas mujeres de los derechos que hoy forman parte de su ser, ya no debe ni puede tener lugar en la historia de la humanidad. En Colombia no podría y no debería tener lugar porque la Constitución Nacional proclama que los seres humanos nacen libres e iguales; porque la libertad y la igualdad son ya valores inscritos en los cuerpos y las mentes de todos los seres humanos y alimenta su lenta y difícil realización. Sobre el valor de la solidaridad, que la revolución francesa instaurara como fraternidad, es mucho el camino que aún tenemos por recorrer, mucho lo que las mujeres podemos enseñar al respecto desde nuestras historias ancestrales y mucho más lo que nos queda pendiente para hacer viables y reales los necesarios procesos de redistribución de los roles de crianza y de las tareas de cuidado; lo que permitirá a mujeres y hombres situarse desde nuevas miradas confiriendo valor a las condiciones para construir una vida humana justa y grata. Si bien en el desarraigo y el destierro se generan procesos de recomposición de los roles de quienes integran las familias, aún la tarea de transformación y redistribución de los mismos es intensa y demanda atención constante y creación de condiciones para que ello sea posible. Es por lo tanto imprescindible el reconocimiento de las mujeres como sujetas de derechos, como ciudadanas, como seres que ejercen su autonomía y participan en las decisiones que otros y otras, instituciones públicas y organizaciones sociales, toman para decidir sobre los rumbos de sus vidas. Para ello es ineludible también un ejercicio sistemático de empoderamiento. No obstante tenemos que preguntarnos qué puede significar el empoderamiento de personas en situación de desarraigo y, una vez más, muy particularmente para las mujeres. Primero quisiera decir que el concepto de empoderamiento viene de una palabra inglesa “empowerment”, palabra cuya traducción al español es muy difícil. Los

documentos de Naciones Unidas proponen varias traducciones para este término que se resumen todas en el hecho de crear condiciones para la plena participación de las mujeres en la sociedad y para el pleno ejercicio de sus derechos, construyéndoles un sí mismo desde la autonomía, desde su autoridad y la potenciación de sus experiencias vitales en cuanto mujeres. Es hoy en día un concepto básico para el desarrollo humano en cuanto estrategia fundamental para generar y consolidar procesos de emancipación, desarrollo y crecimiento personal y colectivo. Entonces, al buscar cerrar brechas y reducir las inequidades entre hombres y mujeres, el empoderamiento se convierte en una herramienta imprescindible. Sin embargo y queremos enfatizar el hecho de que uno no empodera a las mujeres, sino que las mujeres se empoderan colectivamente por medio de procesos de concientización que logran liberar distintos tipos de poderes que habían sido reprimidos por la cultura patriarcal y/o que no habían podido surgir por condiciones particulares de pobreza y vulneración de derechos. Es entonces a partir de la creación de condiciones para la participación activa de las mujeres en la construcción de sus proyectos vitales que ellas logran conquistar paulatinamente alguna autonomía y conciencia de un sí-misma que les permita empoderarse en lo cognitivo, en lo psicológico, en lo político y en lo económico. Empoderarse en lo cognitivo significa para las mujeres llegar a comprender las causas de su discriminación por lo cual necesitan un acompañamiento que les facilite el entendimiento de los efectos de la cultura patriarcal sobre sus vidas. Empoderarse en lo psicológico se centra más que todo en el desarrollo de sentimientos y actitudes que les permitan valorarse y reconocer los aportes de sus experiencias vitales y de sus saberes. Por ejemplo, que las mujeres lleguen a reconocer el valor económico de lo que significa su ética del cuidado de la vida por PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL GUÍA PARA LA PROYECTO “INTÉNTALO DE NUEVO”

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medio de sus largas jornadas de trabajo doméstico, logra desmontar su secular baja auto-estima mejor que cualquier taller o manual de auto-estima. Empoderarse en lo político se relaciona con la idoneidad de sus juicios para analizar el contexto y movilizar cambios sociales y empoderarse en lo económico se orienta a sus capacidades para comprometerse en actividades productivas que generan autonomía. Es por razones puramente didácticas que separamos estos cuatro momentos del empoderamiento; sin embargo múltiples experiencias han podido demostrar cómo estos procesos se articulan e interactúan entre sí. Y cuando ocurre, cuando una mujer entiende que es sujeto social de derechos y que sus experiencias vitales, sus experiencias como mujer son reconocidas, valoradas y productivas económicamente, entonces ya nadie ni nada hará retroceder esta mujer. Nosotras hemos conocido y trabajado con centenares de mujeres, miles de mujeres quienes, concientizadas sobre su propio valor, abren camino a la autonomía y a una clase de libertad muy particular que, en general, sobrepasa cualquier meta que se haya podido trazar para ellas.

5. Proyecciones y conclusiones Para cerrar esta exposición y dar lugar a sus preguntas y comentarios, queremos referirnos a otro cruce esta vez no de violencias que le cierran el camino al ejercicio de los derechos sino a un cruce de propósitos, proyectos y acciones que le den paso a la difícil construcción del Estado Social de Derecho que no es posible sin la construcción de sujetos y sujetas de derechos. En este nuevo cruce tiene un lugar preponderante la interacción entre

instituciones del Estado, organizaciones sociales y universidades. Corresponde al Estado la creación de condiciones para formular, diseñar y poner en marcha las políticas públicas que posibiliten el reconocimiento y ejercicio de los derechos, de las acciones de justicia restaurativa con equidad de género y la reparación. Y las políticas públicas son realmente tales cuando están inspiradas en procesos animados por ejercicios sistemáticos de participación correspondientes a proyectos de construcción de una democracia radical y plural en la cual la representación de las mujeres y de sus intereses cuenta no solo en la gestión y movilización de recursos sino en la toma de decisiones públicas. Las organizaciones sociales necesitan comprender y aprender el valor de una perspectiva de género que reconozca a las mujeres en situación de desarraigo como sujetas de derechos, de tal manera que al conferir valor a las palabras y propuestas de las mujeres contribuyen a crear condiciones para animar procesos de empoderamiento en los cuales se asigna valor ético y político a sus palabras, sus experiencias y sus propuestas. La Corporación Volver a la Gente con el Proyecto “Inténtalo de Nuevo”: Acciones Integradas para el Restablecimiento de la Población Desarraigada en Sabanalarga, Galapa, Barranquilla, Malambo y Sabanagrande, financiado por la Comisión Europea para Colombia y Ecuador en asocio con la Gobernación del Atlántico, lo ha entendido así por lo que está construyendo una metodología que permite abrir camino a los derechos de la población en situación de desarraigo y demostrando una firme voluntad de incorporar la perspectiva de género en todos los programas del proyecto. Finalmente las universidades, como ya lo mencionamos, deberán formar profesionales sensibles a la problemática del desarraigo como tema transversal a todas las disciplinas y profesiones que necesitan comprender la dinámica de un país en guerra y sus efectos sobre el ejercicio de los derechos. Las funciones de investigación, docencia y extensión inherentes a la vida universitaria deberán


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priorizar la interacción de saberes y el diálogo con la población, las organizaciones sociales y del Estado. Para terminar queremos reiterar que, con esta charla a dos voces, no pretendimos entregarles un panorama exhaustivo de los múltiples problemas que representan las poblaciones en situación de desarraigo. Sabemos también que las soluciones no se encuentran a la vuelta de la esquina. Solo quisimos recordar lo pertinente de la inclusión de una perspectiva de género para observar, diagnosticar, diseñar, ejecutar y evaluar proyectos en relación con un fenómeno que tiene estragos diferenciales para hombres y mujeres. Fue nuestra apuesta con una conferencia que buscaba abrir algunos caminos para restaurar derechos fundamentales de las mujeres en situación de desarraigo. Ojalá lo hayamos logrado.

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Florence Thomas nació en Rouen, Francia. Es psicóloga y

Magíster en Psicología Social de la Universidad de París. Desde 1967 se encuentra vinculada a la Universidad Nacional de Colombia como profesora titular Emérita y actualmente es jubilada. Ha sido directora del Departamento de Psicología, coordinadora del Programa de Estudios de Género e investigadora en este campo y desde 1985 es coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad que nació dentro de las políticas de estímulo al trabajo interdisciplinario de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional y cuyo objetivo principal ha sido el de generar un debate y una reflexión alrededor del tema del ser femenino, impulsando procesos de transformación cultural en este campo. Feminista activista, Florence es además asesora de organismos oficiales y no gubernamentales en el campo de la problemática femenina y los estudios de género, autora de varios libros, entre los cuales se destacan: El macho y la hembra reconstruidos (Universidad Nacional de Colombia,1985), Los estragos del amor (Universidad Nacional de Colombia, Unibiblos,1994), La mujer tiene la palabra (Aguilar,2001) Conversaciones con Violeta (Aguilar,2006) y Florence de la A a la Z (Aguilar,2008). Es columnista de El Tiempo desde 1999.

Juanita Barreto Gama nació en Bogotá, Colombia. Es Trabajadora Social de la Universidad Javeriana y realizó estudios de Maestría en Política Social en la Universidad Externado de Colombia. Fue profesora de Trabajo Social de esa misma universidad y del Colegio Mayor de Cundinamarca. Se desempeñó como asesora de la Alcaldía Mayor de Bogotá en la dirección de la política pública de Mujer y Géneros del Distrito Capital durante los años 2004 a 2007. Desde 1985 se encuentra vinculada a la Universidad nacional de Colombia como profesora asociada y actualmente es jubilada. Fue directora del Departamento de Trabajo Social y de Bienestar Universitario de la facultad. También se ha desempeñado en la universidad como coordinadora académica de posgrados en Estudios de Género. Fue distinguida con la medalla al Mérito Universitario conferida por el Consejo Superior Universitario en 1997. Es integrante del Grupo Mujer y Sociedad y representante de las feministas académicas en el Consejo Consultivo de Mujeres del Distrito Capital. Entre sus publicaciones se destacan los libros: Sentí que se me desprendía el alma (coautoría con Yolanda Puyana), 1996; Mujeres, hombres y cambio social, cinco estudios de caso en Colombia (coautoría), 1994; y varios artículos sobre trabajo social, participación comunitaria, mujer y relaciones de género.



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