Madre Laura. La primera Santa de Colombia.

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2013, Primera Edición Conmemorativa, 1000 ejemplares. Título original: Madre Laura, Primera Santa Colombiana. Historia y novena. Solapas: Retrato de la Madre Laura. Santuario de La Luz, Medellín. Fotografía de la Madre Laura en Medellín. Guardas: Detalle del ícono de la Madre Laura. Santuario de La Luz, Medellín. Editado por ARCA Diseño, diagramación e impresión: Juan Carlos Ramos Hendez www.voxstudio.org Más información sobre la Madre Laura: www.madrelaura.org Distribución: - Catedral Primada de Colombia tienda@catedraldebogota.org - VOX STUDIO S.A.S. info@voxstudio.org Cr.6 # 10-63 Of. 306 Impreso en Colombia/ Printed in Colombia


ÂŤTuve fuerte deseo de tener tres largas vidas: La una para dedicarla a la adoraciĂłn, la otra para pasarla en las humillaciones y la tercera para las misiones...Âť Madre Laura



“...hará más de cincuenta años, cuando le ofrecieron prestada la Autobiografía de la Madre Laura a un profesor de ascética y mística de la universidad de Salamanca, en España. Semanas después lo devolvía y decía: - Agradezco este descubrimiento. No es sólo gloria de su Colombia; es ornamento de la Hispanidad y de la Cristiandad. Póngala en la línea de las más insignes mujeres de la Iglesia. Como quien dice: Catalina de Siena, Teresa de Jesús, Laura Montoya... Esta mujer va a dar mucho que decir...” *La Madre Laura. Carlos E. Mesa, C. F. M. 1986.



Laura Montoya upegui1 (1874-1949) La Madre Laura Montoya Upegui, estando aquí, en la Basílica de San Pedro en el mes de noviembre del año 1930, después de una viva oración eucarística escribe: «Tuve fuerte deseo de tener tres largas vidas: La una para dedicarla a la adoración, la otra para pasarla en las humillaciones y la tercera para las misiones; pero al ofrecerle al Señor estos imposibles deseos, me pareció demasiado poco una vida para las misiones y le ofrecí el deseo de tener un millón de vidas para sacrificarlas en las misiones entre infieles! Mas, ¡he quedado muy triste! y le he repetido mucho al Señor de mi alma esta saetilla: ¡Ay! Que yo me muero al ver que nada soy y que te quiero!».

Esta gran mujer que así escribe, la Madre Laura Montoya, maestra de misión en América Latina, servidora de la verdad y de la luz del Evangelio, nació en Jericó, Antioquia, pequeña población colombiana, el 26


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de Mayo de 1874, en el hogar de Juan de la Cruz Montoya y Dolores Upegui, una familia profundamente cristiana. Recibió las aguas regeneradoras del Bautismo cuatro horas después de su nacimiento. El sacerdote le dio el nombre de María Laura de Jesús. Dos años tenía Laura cuando su padre fue asesinado, en cruenta guerra fratricida por defender la religión y la patria. Dejó a su esposa y sus tres hijos en orfandad y dura pobreza, a causa de la confiscación de los bienes por parte de sus enemigos. De labios de su madre, Laura aprendió a perdonar y a fortalecer su carácter con cristianos sentimientos. Desde sus primeros años, su vida fue de incomprensiones y dolores. Supo lo que es sufrir como pobre huérfana, mendigando cariño entre sus mismos familiares. Aceptando con amor el sacrificio, fue dominando las dificultades del camino. La acción del Espíritu de Dios y la lectura espiritual especialmente de la Sagrada Escritura, la llevaron por los caminos de la oración con-


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templativa, penitencia y el deseo de hacerse religiosa en el claustro carmelitano. Tenía sed de Dios y quería ir a El “como bala de cañón ”. Esta mujer admirable crece sin estudios, por las dificultades de pobreza e itinerancia a causa de su orfandad, hasta la edad de 16 años cuando ingresa en la Normal de Institutoras de Medellín, para ser maestra elemental y de esta manera ganarse el sustento diario. Sin embargo, llega a ser una erudita en su tiempo, una pedagoga connotada, formadora de cristianas generaciones, escritora castiza de alto vuelo y sabroso estilo, mística profunda por su experiencia de oración contemplativa. En 1914, apoyada por monseñor Maximiliano Crespo, obispo de Santa Fe de Antioquia, funda una familia religiosa: Las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, obra religiosa que rompe moldes y estructuras insuficientes para llevar a cabo su ideal misionero según lo


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expresa en su Autobiografía: Necesitaba mujeres intrépidas, valientes, inflamadas en el amor de Dios, que pudieran asimilar su vida a la de los pobres habitantes de la selva, para levantarlos hacia Dios. MAESTRA CATEQUISTA DE LOS INDIOS Su profesión de maestra la llevó por varias poblaciones de Antioquia y luego al Colegio de La Inmaculada en Medellín. En su magisterio no se contenta con el saber humano sino que expone magistralmente la doctrina del Evangelio. Forma con la palabra y el ejemplo el corazón de sus discípulas, en el amor a la Eucaristía y en los valores cristianos. En un momento de su trayectoria como maestra, se siente llamada a realizar lo que ella llamaba “la Obra de los indios”: En 1907 estando en la población de Marinilla, escribe: “me vi en Dios y como que me arropaba con su paternidad haciéndome madre, del modo más intenso, de los infieles. Me dolían como verdaderos hijos”. Este fuego de amor la impulsa a un trabajo heroico al servicio


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de los indígenas de las selvas de América. Busca recursos humanos, fomenta el celo misionero entre sus discípulas, escoge cinco compañeras a quienes prende el fuego apostólico de su propia alma. Aceptando de antemano los sacrificios, humillaciones, pruebas y contradicciones que se ven venir, acompañadas por su madre Doloritas Upegui, el grupo de “Misioneras catequistas de los indios” sale de Medellín hacia Dabeiba el 5 de Mayo de 1914. Parten hacia lo desconocido, para abrirse paso en la tupida selva. Van, no con la fuerza de las armas, sino con la debilidad femenina apoyada en el Crucifijo y sostenida por un gran amor a María la Madre y Maestra de esta Obra misionera. “Ella, la Señora Inmaculada me atrajo de tal modo, que ya me es imposible pensar siquiera en que no sea Ella como el centro de mi vida”.

La celda carmelitana, objeto de sus ansias en el tiempo de su juventud, le pareció demasiado fría ante aquellas selvas pobladas


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de seres humanos sumidos en la infidelidad, pero amados tiernamente por Dios. “Siento la suprema impotencia de mi nada y el supremo dolor de verte desconocido, como un peso que me agobia”.

Comprende la dignidad humana y la vocación divina del indígena. Quiere insertarse en su cultura, vivir como ellos en pobreza, sencillez y humildad y de esta manera derribar el muro de discriminación racial que mantenían algunos líderes civiles y religiosos de su tiempo. La solidez de su virtud fue probada y purificada por la incomprensión y el desprecio de los que la rodeaban, por los prejuicios y las acusaciones de algunos prelados de la iglesia que no comprendieron en su momento, aquel estilo de ser “religiosas cabras”, según su expresión, llevadas por el anhelo de extender la fe y el conocimiento de Dios hasta los más remotos e inaccesibles lugares, brindando una catequesis vivencial del Evangelio. Su Obra misionera rompió esquemas, para lanzar a la mujer como misionera en la vanguardia


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de la evangelización en América latina. El quemante “SITIO”- Tengo sed- de Cristo en la Cruz , la impulsa a saciar esta sed del crucificado: ”¡Cuánta sed tengo! ¡Sed de saciar la vuestra Señor! Al comulgar nos hemos juntado dos sedientos: Vos de la gloria de vuestro Padre y yo de la de vuestro corazón Eucarístico! Vos de venir a mí, y yo de ir a Vos”

Mujer de avanzada, elige como celda la selva enmarañada y como sagrario la naturaleza andina, los bosques y cañadas, la exuberante vegetación en donde encuentra a Dios. Escribe a las Hermanas: ”No tienen sagrario pero tienen naturaleza; aunque la presencia de Dios es distinta, en las dos partes está y el amor debe saber buscarlo y hallarlo en donde quiera que se encuentre.”

Redacta para ellas las “Voces Místicas”, inspirada en la contemplación de la naturaleza, y otros libros como el Directorio o guía de perfección, que ayudan a las Hermanas


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a vivir en armonía entre la vida apostólica y la contemplativa. Su Autobiografía es su obra cumbre, libro de confidencias íntimas, experiencia de sus angustias, desolaciones e ideales, vibraciones de su alma al contacto con la divinidad, vivencias de su lucha titánica por llevar a cabo su vocación misionera. Allí muestra su “pedagogía del amor”, pedagogía acomodada a la mente del indígena, que le permite adentrarse en la cultura y el corazón del indio y del negro de nuestro continente. La Madre Laura centra su Eclesiología en el amor y la obediencia a la Iglesia. Vive para la Iglesia a quien ama entrañablemente, y para extender sus fronteras no mide dificultades, sacrificios, humillaciones y calumnias. Esta infatigable misionera, pasó nueve años en silla de ruedas sin dejar su apostolado de la palabra y de la pluma. Después de una larga y penosa agonía, murió en Medellín el 21 de octubre de 1949. A su


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muerte dejó extendida su Congregación de Misioneras en 90 casas distribuidas en tres países, con un número de 467 religiosas. En la actualidad las Misioneras trabajan en 19 países distribuidas en América, África y Europa. Por todo lo que vivió hizo y significo la Madre Laura en su época y por todo lo que seguirá significando para la sociedad, la Congregación y la Iglesia, hoy la Congregación por ella fundada se llena de alegría al ver concretizado y culminado su proceso de Beatificación, abierto el 4 de julio de 1963, en la capilla de la Curia Arquidiocesana de Medellín, en el cual se nombró el tribunal eclesiástico para buscar diligentemente los escritos de la Sierva de Dios Laura Montoya Upegui, instruir el proceso informativo sobre su fama de santidad, virtudes en general y posibles milagros realizados por la Sierva de Dios. Hoy este proceso que duro cuarenta años ha llegado a su culminación, cuando en Roma el pasado 7 de julio, en la sala Clementina, SS. Juan Pablo II, en pre-


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sencia de los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos y de los Postuladores de las respectivas causas, promulgó el decreto de beatificación de la Madre Laura Montoya Upegui. Fue beatificada por S.S. Juan Pablo II el 25 de abril de 2004. S.S. Benedicto XVI firmó el 20 de diciembre de 2012 el decreto con el cual se reconoce un milagro gracias a la intercesión de la Beata Laura de Santa Catalina de Siena, lo cual permitirá la canonizacion de quien pasará así a ser la primera colombiana en llegar a la gloria de los altares de la Iglesia Católica. El milagro realizado por intercesión de la hasta ahora beata ha sido la curación del Dr. Carlos Eduardo Restrepo quien se encontraba convaleciente y que, aquejado por una especie de lupus, daño renal y una atrofia muscular, se encomendó una noche a ella y amaneció completamente curado.


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Esa noche, el Dr. Restrepo recuerda que le dije: “madre Laura, si me saca de estas, yo me encargo de contarle al mundo su milagro para que la eleven a los altares.Tengo una laguna. No sé si tuve una experiencia extracorpórea o si lo imaginé, o si fue el subconsciente, pero cuando me encomendé a la beata sentí una paz maravillosa”, dijo. El médico sanado por la intercesión de la beata colombiana expresó: “si esto no es un milagro, entonces qué es... Cuando sabes que no tienes ninguna posibilidad y quedas intacto, entonces es un milagro”, señaló. Fué canonizada por S.S. Francisco el 12 de mayo de 2013 en Roma.

1. Tomado de: http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20040425_montoya_ sp.html


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CRONOLOGÍA 1874: Nació en Jericó, Suroeste antioqueño, el 26 de mayo. Hija de Juan de la Cruz Montoya y Dolores Upegui Echavarría. Del matrimonio nacieron tres hijos: Carmen, Laura y Juan de la Cruz. Fue bautizada como María Laura de Jesús. 1882: Recibió la primera comunión en Amafil, donde vivía en la finca La Víbora, de su abuelo paterno Lucío Upegui. 1887: Pese a la oposición familiar, hablaba y oraba con la servidumbre. Ya se revelaba su espíritu misericordioso. 1890: Comienza sus estudios en la Normal Antioqueña. Quería ser maestra. Entre 1890 y 1893 fue distinguida como la mejor alumna. 1894: Comenzó a ejercer el magisterio en la Escuela Superior de Amalfi, donde fue nombrada directora de la sección superior. 1914: La Madre Laura fundó el 14 de mayo la Congregación de las Hermanas


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Misioneras de la Beata Virgen María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena. 1949: Falleció en Medellín el 21 de octubre. 1963: El 4 de julio fue introducida la causa de su beatificación. 1991: El Vaticano la declaró Venerable. 2003: El 7 de julio fue anunciada su beatificación. 2004: Fue declarada beata el 25 de abril en una ceremonia que presidió el papa Juan Pablo II. 2012: En junio, el Vaticano declaró válido el milagro de curación del médico Carlos Restrepo, de Medellín. 2012: En diciembre 20, su SS. Benedicto XVI aprobó el decreto por medio del cual la Iglesia Católica reconoce un milagro por medio de su intercesión. 2013: Declarada santa el 12 de mayo de 2013 por S.S. Fracisco.




Novena a Santa Laura de Santa Catalina de Siena Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para todos los días Padre Eterno que Creaste a la Santa Laura de Santa Catalina de Siena. Hijo de Dios que la redimiste con tu sangre preciosa. Espíritu Santo que la enriqueciste con tus preciosos dones. Oh, Augusta Trinidad: Humildemente postrados ante tu divina presencia, te suplicamos por intercesión de la Santa Laura, nos concedas el remedio de estas necesidades. Así mismo te pedimos la gracia de vivir toda nuestra vida a la luz del Evangelio, siguiendo el ejemplo de la Santa Madre


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Laura. De tal manera que con nuestro testimonio de amor a Dios y de generosidad con nuestros hermanos, atraigamos a muchos a una viva experiencia de Dios, que es Padre de todos. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Día Primero Todo lo puedo en el Señor “He aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé avanzar en escasez o en abundancia. A todo estoy acostumbrado: A la saciedad y a la estrechez, a la riqueza y a la privación. Porque todo lo puedo en Aquel que me conforta”. Filipenses 4, 12-13

Hoy y siempre la vida de los santos encierra historias comunes y corrientes. Aún más situaciones difíciles que ellos, apoyados en Dios lograron superar. Laura Montoya nacida en Jericó, población colombiana, en un contexto de lucha


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política. Perdió muy temprano a su padre, asesinado durante una dura época del país. Este hecho llevó a su familia a emigrar en busca de mejores horizontes y así, doña Dolores con sus tres hijos se acogió en Medellín. En casa del abuelo de Laura. Mas tarde traslado a una finca que el padre de dona Doloritas Poseía en Amalfi, al norte del Departamento de Antioquia. Durante estos años, esta familia desplazada, sólo conoció desprecios y pobreza. La idea de hacerse maestra surgió en Laura, como una forma de enfrentar las penurias de su hogar. Así logró graduarse en la Normal de Institutoras de Medellín. Pudo entonces obtener un sueldo para ayudar a su casa, compartir con sus alumnas su fe y sus valores. Sin embargo, este ministerio de educadora no faltaron las incomprensiones y obstáculos. Algunos incluso la calumniaron llegando a manchar su fama de mujer equilibrada y honesta.


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Golpeada por tantos problemas, Laura se refugió en la oración, aceptando sus dolores. Delante del Señor Jesús, cuya pasión gustaba de contemplar con frecuencia. Sólo así pudo salir adelante y más tarde continuar su tarea pedagógica. La Madre Laura nos enseña a todos a poner nuestra confianza en el Señor, quien no tardará en ayudarnos. Oración Comunitaria Hermanos: Reunidos en el nombre del Señor. Presentemos a Él nuestras peticiones confiadas: • Por el papa, los obispos y todos los pastores de la iglesia. Que como fieles operarios de mies, dediquen siempre sus cuidados al Pueblo que Dios les confía. R/ Dios de con tu gracia.

amor,

ayúdanos

• Mira, Señor, a tantos hermanos nuestros que sufren los efectos de la guerra.


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Concédenos que la paz, la justicia y la solidaridad reinen en todo el mundo. R/ •Por cuantos se sienten desamparados de ti, Señor. Para que a ejemplo de la santa Madre Laura, descubran Que Tú eres un Dios de poder y misericordia. R/ • Por los secuestrados, por los desplazados y los marginados. Haz que, por medio de nuestra caridad, sientan tu presencia amorosa y reaviven su esperanza. R/ • Por todos nuestros parientes, amigos y benefactores. Que tu gracias los acompañe en sus tareas y les regale el gozo de la salvación. R/ • Otras Peticiones... R/ Todo esto, Señor, y cuanto guardamos en nuestro corazón, te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.


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GOZOS Al presentarte nuestros ruegos, venimos llenos de confianza: Tu celo ardiente y generoso danos a todos, Madre Laura. I Madre y maestra de los indios de nuestra selva americana: Vuelve a enseñarnos los caminos de tus intrépidas andanzas. Y Así la luz del Evangelio llegue por cerros y cañadas, a redimir a los cautivos de la pobreza y la ignorancia. Tu celo... II Ante el asombre de tus ojos, la turba inquieta y afanada de las hormigas un secreto de amor, te dijo sin palabras. Y desde entonces la ternura de Dios, inmensa y desbordada sobre los buenos y los malos, con suaves ardor te abrasó el alma.


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Tu celo... III Tú que supiste de pobreza y también fuiste desplazada, mira el dolor de tus hermanos en esta patria colombiana. Haz que florezca entre nosotros aquella paz tan anhelada, en la justicia y el progreso que como hermanos nos igualan. Tu celo... IV Un acendrado y fiel cariño a la señora Inmaculada, marcó tus días y noches, le dio certeza a tu esperanza. Su amor fue siempre el santo y seña de tus empresas arriesgadas, su nombre dulce y melodioso entre los tambos se escuchaba. Tu celo... V Si las serpientes y las fieras por el poder de tu plegaria, como predijo el evangelio,


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pacificaron su acechanza: Líbranos hoy de los peligros que por doquier nos amenazan a quienes vamos de camino hacia la fiesta de la patria. Tu celo... VI Tu corazón en carne viva, porque “los indios son mi llaga”, contagie a todos tu angustia por tanta gente marginada. Haznos sentir la sed de Cristo que dio vigor a tu constancia, en las tareas de su Reino de amor y bienaventuranza. Tu celo... VII A los discípulos de Cristo, tu gesta heroica nos señala la ruta audaz del evangelio hacia regiones muy lejanas. Transforma nuestro continente que ya es iglesia misionada, en una iglesia misionera de leve alforja y sandalias. Tu celo...


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Oración Final Dios, Padre misericordioso, que elegiste a la Santa Laura Montoya para despertar en la iglesia el sentido misionero, especialmente hacia las comunidades marginadas de la sociedad. Concédenos que podamos imitarla en su actitud contemplativa y en la búsqueda constante de la salvación de los hermanos. Danos la gracia de una conversión sincera al Evangelio y así un día florezca entre nosotros una paz justa y duradera, por el progreso de todos, especialmente de los más necesitados. Además, rogamos por los méritos de la Santa Madre Laura, el remedio de estas necesidades...(se pide la intención) si es para tu mayor gloria y nuestra salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


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Día Segundo (Oraciones para todos los días) EL MANDADO DE LA VIRGEN “Jesús vino a Cafarnaúm, junto al mar, para que se cumpliera la profecía: El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz. A los que habitan en sombra de muerte, una luz les ha amanecido”. San Mateo 4, 16.

Después del viaje a Guapa donde la Madre Laura ayudada por el padre Ezequiel Pérez, pudo conocer los indios, todo en ella se convirtió en un intenso deseo de catequizarlos. Empezó entonces a organizar sus cosas para internarse en la selva, en una tarea a la cual se sentía claramente llamada. Pero a pesar de buscar ayuda por todas partes, en ninguna parte encontraba. Resolvió pues, irse a Roma a conseguir directamente el apoyo del Santo Padre. Pidió y obtuvo permiso de su director espiritual y de su madre, doña Dolores y


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después de sacar del banco el dinero para el viaje, fue como de costumbre a visitar a la inmaculada en la catedral de Medellín, en ese tiempo la iglesia de la Candelaria. Postrada a sus pies, Laura oró así: “Mira Señora, este dinero. Es el fruto de economías de muchos años y va ahora a ser gastarse en hoteles y barcos. Y todo porque tú, Señora mía, me dejas sufrir sola y No me haces el mandado a Roma. Esta misma noche, preséntate, te lo ruego al Santo Padre. Y cuando él ponga la cabeza en la almohada, hazle sentir los gemidos de los pobres salvajes del mundo y compromételo a hacer algo por ellos”. Y Añadió: “Suspendo el viaje, mientras me traes la respuesta del Papa”. Al salir de la iglesia se encontró con un sacerdote amigo, a quien preguntó cuánto se demoraría en venir una carta desde Roma. Más o menos mes y medio, le contesto el padre. Pasado este tiempo SS. Pío X publicó la encíclica “Lacrymabili Statu Indorum” (El


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lastimoso estado de los indios), en la cual pide a los obispos busquen todos los medios posibles para ayudar a los grupos humanos marginados de la civilización y de la iglesia. Oración Comunitaria Con un corazón confiado y humilde, expresemos al Señor nuestros ruegos: • Para que no falte apóstoles, misioneros y misioneras, seglares comprometido, que lleven por el mundo el mensaje del salvador de Cristo. R/ Padre Bueno, haznos sentir la fuerza de tu amor. • Para que todos los enfermos del cuerpo y del alma se sientan amados por Dios y curados por sus dolencias. R/ • Para que todos los bautizados crezcamos en el amor, la fe y la esperanza al servicio de los más necesitados. R/ • Para que vivamos en amistad contigo siendo a la vez presencia de Cristo en el mundo, a


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ejemplo de la santa Madre Laura. R/ • Por todos aquellos que se apartaron de Dios y de la iglesia. Que por nuestro ejemplo egresen pronto a la casa del Padre. R/ • Otras peticiones... R/ Padre Bueno: Te confiamos todos nuestros deseos y nuestros problemas. Acompáñanos siempre con tu fuerza y tu luz. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Gozos...

Día tercero EL PACTO CON LAS FIERAS “Jesús le dijo a sus discípulos: estas son las señales que acompañaran a los que crean: Hablarán en lenguas nuevas. Tomarán serpientes en sus manos y no les harán daño. Impondrán las manos sobre los enfermos y estos quedarán sanos”. San Marcos 16, 17-18.


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Cuenta la Madre Laura en su autobiografía que, estando una vez en la oración ante el Santísimo, mientras las Hermanas hacían algunas tareas de cocina, vio mentalmente llegar como en procesión delante del señor, muchas culebras y fieras que entendió eran las de Murrì. Le alegraban que estos animales vinieran a ponerse a órdenes de su Dueño. Pero luego le dijo al Señor que esas fieras formaban una barrera infranqueable para llevar el Evangelio muchas gentes. Pasó un corto rato y entonces, continua ella, conoció que Dios ordenaba a las fieras que no nos hicieran nada y que ellas tampoco recibirían daño de nosotras. En lo más hondo del alma entendió que Dios aceptaba este pacto. Tuvo entonces la seguridad de una alianza, que había quedado hecha entre las fieras y sus religiosas. Refiriéndolo más tarde a un sacerdote, escribió ella, me dijo: Eso no es extraño porque ya lo dice San Marcos (16,18). Que a los evangelizadores no les ha-


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rán daño las serpientes, ni los venenos los perjudicarán. Hoy se comprueba que ninguna religiosa de las Lauritas, en sus arriesgadas correrías, ha sido atacada por alguna fiera o serpiente. Lo cual demuestra la inmensa confianza de la Madre Laura y de otro lado, la fidelidad de Dios. Un hecho que nos invita a entregarle al Señor, cada uno de nuestros problemas. Nuestras enfermedades, miedos, conflictos familiares y situaciones difíciles. Él sabrá remediarlas en el tiempo oportuno. Oración Comunitaria Invoquemos a Dios, quien con su bondad Infinita, quiere remediar nuestras necesidades: • Ayúdanos Padre, a hacer de tu iglesia un signo de bendición y de consuelo para los pobres y olvidados de este mundo. R/ Padre, por tu Hijo amado, sálvanos.


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• Ayúdanos, Padre, a preocuparnos por los indígenas cuya dignidad a veces no valoramos, para que a todos ellos se les respeten sus derechos. R/ • Ayúdanos, Padre, a vencer nuestros egoísmos. A comprometernos en la construcción de una nueva sociedad, más justa y fraterna. R/ • Ayúdanos, Padre, para que nuestras familias sean pequeñas iglesias de fe y de amor, donde reine la alegría del encuentro fraterno. R/ • Ayúdanos, Padre, a ser generosos ante los problemas de los demás. Y a ejemplo de la santa Madre Laura, nuestra caridad sea viva y operante. R/ • Otras peticiones... R/ Atiende Señor, los ruegos de esta comunidad cristiana reunida en tu nombre, que confía siempre en ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Gozos


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Día Cuarto

Tras las huellas del Señor “Jesús les dijo: Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id pues y haced discípulos de todos los pueblos, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. San Mateo 28, 18, 19.

El 14 de mayo de 1914 los habitantes de Dabeiba vieron llegar a cinco aventureras, que iniciaban así la cristianización de los indios. La población no fue muy generosa con las recién venidas, pero ellas de ningún modo cejaron en su empeño. Siempre desconfiados pero sin resistirse a la amabilidad y los obsequios de las misioneras. Ante todo, una vitrola llamaba la atención de los indígenas. “Vos tenés gente metida en esa tabla”, decía el indio Juan José con gran miedo. Pero pronto este rudimentario aparato se convirtió en una gran atracción para los esquivos salvajes.


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Poco a poco aquellas señoritas que no formaban todavía ninguna congregación religiosa, empezaron a poner en práctica su novedoso método pastoral. Se trataba de servir a los indios con su femenina intuición, mientras practicaban el idioma del amor. Relegados por la sociedad, la mayoría de los indígenas latinoamericanos ignoraban sus propios derechos y se consideraban a si mismos inferiores a los animales. La Madre Laura con su experiencia de educadora en diversos lugares, los condujo a reconocer su propia condición de racionales y más tarde de hijos de Dios. Luego motivó, tanto al gobierno como a la iglesia, integrar a estos hermanos dentro del contexto nacional, respetando su lengua y sus tradiciones. Fue así la Madre Laura pionera en América Latina de una evangelización que respeta todas las culturas.


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Oración Comunitaria Elevemos el corazón al Señor, Padre de todos y confiemos a su divina Providencia nuestras personas y nuestros hogares: • Por todos los padres y madres de familia, para que sean, en el hogar y en la sociedad, testigos de tu amor misericordioso. R/ Padre Dios, fuente de vida, escucha nuestra oración • Por los gobernantes de las naciones, para que guíen a sus pueblos con equidad y justicia. R/ • Por tantos hermanos nuestros que han abandonado toda práctica religiosa. Haz que también nosotros nos sintamos responsables de su situación y podamos ayudarlos. R/ • Por todos los que luchan por los derechos humanos, contra la cultura de opresión y de la muerte. Para que logren sus objetivos en servicio de todos los pueblos.R/ • Por quienes hoy venimos a suplicarte el


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remedio de nuestras necesidades, por intercesión de la santa Madre Laura. Acógenos, Padre bondadoso y escucha nuestra súplicas. R/ • Otras peticiones... R/ Padre Dios, fuente de vida, escucha nuestra oración Mira, Señor, Padre de bondad a estos hijos que tanto amas y socórrenos con tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Gozos

Día quinto Tengo Sed “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, exclamó. Tengo sed. Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo, una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca”. San Juan 18, 28-29.


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La Madre Laura les dio como lema a sus hijas esta queja del Señor en la cruz. Por tal razón había escrito: “Dos sedientos, Jesús mío: Tú de almas y yo de saciar tu sed. ¿Qué nos detiene pues?”. Este deseo ardiente de hacer conocer a Jesucristo, para que todos los amen y orienten su vida según el Evangelio, ha sido comparado por muchos santos a la sed que Jesùs tuvo en la cruz. Sed que la Madre Laura explica en sus escritos. El amor ha de ser el motivo de todas las tareas de sus religiones. De igual manera los cristianos auténticos han de estar impulsados a todas horas por el amor. Amor a Dios en primer lugar. Cuando le conocemos, cuando sabemos que nos ama infinitamente, que envió a su Hijo a la tierra, no podemos menos de sentir su presencia en nuestra vida. Lo recordamos a todas horas. Pero a la vez, deseamos compartir esta maravillosa experiencia con muchos otros hermanos. Esta sed fue la que ardió en el corazón


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de la Madre Laura, en su anhelo continuo de llevar a Dios a los indígenas. Igualmente, a cada uno de nosotros, si empieza a descubrir en el corazón su condición de hijo del Padre de los cielos, se le vuelve indispensable contarlo, compartirlo, trabajar para que Cristo sea conocido por todos. Y esto lo realizamos con el ejemplo, la palabra y esa confianza en Dios que podemos compartir con muchos otros, mientras vamos de camino. Oración Comunitaria Con un corazón limpio de todo egoísmo y confiado en el Señor, presentémosle nuestras peticiones: • Te pedimos, Señor, la fuerza de tu Espíritu para llevar la luz del Evangelio a nuestros parientes, amigos y conocidos. R/ Acoge, Señor, nuestra oración • Te pedimos, Señor, capacidad para aliviar los sufrimientos de nuestros hermanos, con la fuerza de tu amor. R/


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• Te Pedimos, Señor, tu amor y tu ternura para acompañar a nuestros enfermos, para quienes pedimos la paz del corazón y la salud. R/ • Te pedimos Señor, tu protección. Para que todos nuestros jóvenes sean conducidos por caminos de justicia y rectitud. R/ • Te pedimos Señor, que mires con bondad a todos los secuestrados y los cautivos. Haz que pronto por la intercesión de la santa Madre Laura, alcancen su libertad y gocen de una vida digna. R/ • Otras peticiones... R/ • Señor, Padre misericordioso, acompáñanos siempre con tu presencia salvadora y condúcenos por los caminos de la verdad y la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Gozos


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Día sexto Maria, Madre Mia, Salvame “Se celebraba una boda en Canà de Galilea y esta allí la madre de Jesús. Como faltara el vino, le dice a Jesús su madre: No tienen vino. Y luego dijo a los criados: Haced lo que el os diga”. San Juan 2 3-5.

Una de las primeras oraciones que la Madre Laura enseño a los indígenas de Dabeida y luego a otros más, fue esta jaculatoria llena de profundo contenido: María, madre mía, sálvame. Los indios la repetían con fruición, a veces todavía sin entenderla. Fue el nombre de Nuestra Señora la primer palabra que aprendieron en castellano. Tal plegaria brotó de la ardiente devoción mariana que adorno la espiritualidad de Laura. Sin embargo transcurrió cierto tiempo en su camino de unión con Dios ante de empezar a lucir su alma como ella misma escribe, “la estrella más luminosa”. Esta le llegó por el piadoso ejemplo de una sus parientas.


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Se me ocurre, dice la Madre Laura, que si hubiera escogido para mí una advocación mariana, me hubiera quedado con la dolorosa, más de acuerdo con mi historia de muchas penalidades. Pero la inmaculada me atrajo de tal modo, que ya no podía pensar sino en ella, como en el centro de mi vida. Cuando sufro, leemos en sus escritos, es ella quien alumbra mi dolor. En ella tengo puesta para todo mi esperanza. Yo quisiera que todos supieran lo que es ella para el corazón que la ama. María iluminaba la oscuridad de la selva y las dificultades de todo género que sufríamos. Por que había hecho un pacto con la inmaculada: Tú harás la obra de los indios y yo te serviré a pesar de mis tropezones. Oración Comunitaria Unidos por una misma fe y una misma confianza, invoquemos al Padre de los cielos:


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• Míranos Señor, a quienes ponemos en ti nuestra esperanza. R/ Padre, escucha la oración de tus hijos • Perdona nuestros pecados y haznos resplandecer como hombres y mujeres nuevos. R/ • Tú conoces, Señor nuestras dolencias, nuestras heridas, nuestras angustias. Una sola palabra tuya bastará para salvarnos. R/ • Perdona Señor los pecados del mundo y haz que las naciones progresen en igualdad, fraternidad y justicia. R/ • Agradecemos Señor, los dones recibidos de tu bondad. Haznos fieles hijos de María y verdaderos hijos de la iglesia. Al servicio de todos nuestros hermanos. R/ • Otras peticiones...R/ Señor Dios de los Cielos: Lleno el corazón de inmensa gratitud hacia Ti, te confiamos toda nuestra vida con su alegría y temores.


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Acompáñanos siempre con tu presencia salvador. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Gozos

Día Séptimo “Los Indios son mi llaga” “Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo… al cual nosotros anunciamos,….. Luchando con su fuerza que actúa poderosamente en mí”. Colosenses 1, 24-29.

Cuenta la Madre Laura en su autobiografía que siendo todavía muy niña, mientras observaba el trabajo afanoso de unas hormigas, sintió en mitad de su alma el amor paternal de Dios. Una experiencia que la marcó de forma indeleble para toda la vida. Desde allí, como les ha ocurrido a muchos santos, brotó en su corazón la urgencia de


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anunciar ese amor a todos, de modo particular a los indígenas, abandonados entonces por la iglesia y los gobiernos. Este celo le quemó el alma de tal manera que pudo decir en varias ocasiones: “Los Indios son mi llaga”. Apoyada entonces por algunos, perseguida por otros, mirada como una mujer excéntrica por otros más, nada pudo arredrarla hasta emprender su Obra de Catequización, que en un principio ella misma no comprendía con claridad. Pero dos realidades la impulsaban. En primer lugar la gloria de Dios: ¿Cómo era posible, pensaba, que su Padre Dios no fuera conocido ni amado por innumerables hijos suyos? Era necesario ir por todos los caminos anunciando el amor misericordioso de Padre. Además, estos hermanos nuestros vivían en las selvas en condiciones infrahumanas. Y, según la teología de entonces, en peligro de próxima condenación.


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Fue entonces la Madre Laura, precursora de un amplio proyecto de dignificación, de quienes hoy se integran las llamadas minorías étnicas, a la luz y bajo los criterios del Evangelio. A través de la historia de nuestro continente ella se destaca como abanderada de la evangelización de los más pobres. Oración Comunitaria Invoquemos a Dios, que es Padre de todos los hombres y nos llama a compartir su amor, por nuestra oración, nuestro testimonio y nuestro servicio: • Perdona Señor, todos nuestros pecados y haznos resucitar a una vida nueva. R/ • Purifica nuestro corazón de todo egoísmo que nos impide amar y compartir con nuestros hermanos. R/ • Cura nuestra ceguera y ayúdanos a mirar siempre más allá de nosotros mismos, las angustias de los pobres. R/ • Haznos solidarios con los dolores y las


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angustias, los gozos y las esperanzas de todos los hombres de la tierra. R/ • Bendice Padre, este mundo que creaste con tanto amor y con tanto esmero conservas. R/ • Otras peticiones... R/ • Acoge, Señor, nuestras súplicas y concédenos, por intercesión de la santa Madre Laura los favores que ahora te suplicamos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Gozos

Día octavo Más alla de nuestras fronteras “Dijo Jesús: También tengo otras ovejas que no son de este redil; también a ellas las tengo que conducir y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor”. San Juan, 10, 16.

Quizás la Madre Laura no lo advirtió durante su peregrinación temporal. Pero su


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persona y su obra iniciaron la transformación de América Latina, de un continente misionado a un continente misionero. Durante cuatro siglos, nuestra iglesia se había contentado con recibirlo todo de Europa: Teología, métodos evangelizadores, sacerdotes misioneros, etc. Sobre todo, desde el congreso misional celebrado en Bogotá en 1924, sobre el cual la Madre Laura tuvo una notable influencia, nuestros pastores de Colombia y luego otros episcopados de América, empezaron a pensar de otra manera. Era necesario compartir los dones recibidos. Lo atestigua su congregación de Misioneras de María Inmaculada. Pero, además de esto, ella y algunos otros inspiraron al entonces obispo de Santa Rosa de Osos, monseñor Miguel Ángel Builes, la necesidad de crear otros institutos misioneros. Todo esto fue reubicando a la iglesia latinoamericana y abriéndole horizontes para mirar más de sus fronteras.


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Las intuiciones de la Madre Laura, secundadas luego por el Concilio Vaticano II y asimiladas por diversas congregaciones y por numerosos pastores, han comenzado ya a dar fruto. Muchas iglesias nuestras prestan sus servicios en otros países, en otros continentes. Por medio de sacerdotes, religiosas y laicos. Y sobre todo, gran número de bautizados respaldan generosamente esta labor por la oración y el aporte para financiar sus programas. La Madre Laura fue la precursora de esta apertura universal, que lleva el evangelio, desde nuestra pobreza, a muchas regiones de la tierra. Oración comunitaria Como hijos muy amados del Señor, presentémosle nuestras plegarias, con la certeza de ser escuchadas: • Te rogamos, Señor, por cuantos ejercen la autoridad en la sociedad y en la iglesia. Que sirvan siempre al bien, construyendo fraternidad y solidaridad.


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R/ Señor, que nuestra oración llegue hasta ti. • Por los padres de familia, los maestros y personas que se dedican al cuidado de los niños. Haz que sepan conducirlos siempre por el camino del evangelio. R/ • Por todos nosotros, que hoy nos hemos reunido en tu nombre. Bendice nuestras familias y concédenos tu gracia y paz. R/ • Por todos los bautizados y por cuantos todavía no te conocen. Envía apóstoles de tu Evangelio que te hagan conocer en toda la tierra. R/ • Remedia, Señor , nuestras pequeñas y grandes necesidades, porque Tú eres Padre y grandes necesidades, porque Tú eres Padre y actúas siempre con amor. R/ • Otras peticiones... R/ Recibe, Señor estas súplicas que hoy te presentamos por Jesucristo Nuestro Señor.Amén. Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Gozos


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Día Noveno

Los Milagros De La Madre Laura “ Así, mientras los judíos piden señales y los griegos sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado, que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios, Porque la debilidad divina es más fuerte que la fuerza de los hombres.” 1 Corintios 22-25

Numerosas personas dan fe de haber recibido favores por intercesión de la Madre Laura Montoya, a quien se han encomendado. Finalmente, la Santa Sede Aprobó como hecho extraordinario la curación de un cáncer en estado terminal, en la señora de doña Herminia González de Álvarez, quien residía en Medellín en 1993. Antes este acontecimiento, muchas personas acuden diariamente a la estancia donde murió santa Laura e igualmente a su sepulcro pidiendo ser sanados de sus dolencias. Sin embargo, hemos de entender que no está en los planes de Dios que todos los en-


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fermos recobremos la salud. Menos aun, repentinamente. Por lo tanto, nuestra relación con el Señor y sus santos se ha de elevar desde la fe, a un nivel de confianza y de entrega a la Providencia de Dios. Por Ser hijos de Dios tenemos derecho a pedirle remedio para nuestros males. Así nos lo enseño Jesús en el Padre Nuestro. Pero al decir que se haga su voluntad, nos entregamos a su amor, de tal manera que muchas veces recibimos lo que nunca hemos pedido. Numerosos enfermos no se sanan, determinados problemas nunca se solucionan. Pero mediante la oración , recibimos de Dios, paz, serenidad, constancia, alegría en medio de las penas, capacidad de superación, sabiduría para enfrentar los obstáculos. Porque el cristiano sabe que Dios es un Padre, pero comprende además, que Él sabe dar a quien uno y en su tiempo oportuno, lo que más conviene.


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Frente a su proyecto misionero no le faltaron a la Madre Laura frecuente obstáculos y muchas persecuciones. Sin embargo su unión con Dios, le basto para llevar adelante su vocación a favor de los indígenas. Por todo lo cual, ella es ejemplo que nos ayudará a superar confiados en el Señor, todas nuestras dificultades. Oración Comunitaria Alegres en el Señor, de quien viene todo don perfecto para quienes le buscan con sincero corazón, invoquémoslo con encendida confianza: • Bendice Señor con tu paz, a los pueblos enfrentados por las guerras y los odios fratricidas. R/Escuchamos, Señor, que confiamos en Ti. • Haz que bendecidos y guiados por el poder de tu palabra, construyamos un mundo en que todos podamos vivir como hermanos. R/


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• Bendice a los enfermos, los golpeados por la vida y a quienes ya no cree en tu amor. R/ • Bendice Señor, a todos los que trabajan por la causa del Evangelio. Concédeles tu Espíritu, para que tu nombre sea conocido y amado en todos los rincones de la tierra. R/ • Bendice y ayuda Señor, a quienes no han logrado un trabajo digno. A tantos niños y jóvenes que no alcanzan una adecuada educación. R/ • Otras peticiones...R/ Señor, Dios nuestro, acuérdate de tu misericordia y haz que sintamos en todo tiempo tu presencia salvadora. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Gozos.


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ANEXO El padre Enrique Rochereau escribía en el periódico El Tiempo, de Bogotá: “Pocos sospechan, quizás, que con la muerte de la Madre Laura, se da vuelta a una de las páginas más extraordinarias de la historia patria”.

La Madre Laura quería convertir su muerte en homenaje de adoración a Dios. En uno de sus “Lampos” dejó hablar así su alma: “¡Oh Señor omnipotente, cuya soberanía rendidamente reconozco! Desde el fondo de mi nada te alabo y cuánto diera porque mis alabanzas fueran dignas de tu grandeza. El que te alaba se engrandece, tal es tu condición. Adorarte la nada, Dios mío, ya es convertirse en algo. Por eso, mi omnipotente Señor, quiero adorarte y aclamarte, alabando tu soberanía con cuanto soy y cuanto tengo. Pero ya ves, Dios mío, que soy nada y que mi poder es negación de poder. Pues entonces, ¿qué hago cuando digo que te alabo


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y adoro con cuanto soy, si soy nada? Y ¿qué hago cuando digo que te alabo con cuanto puedo, si mi poder es pura negación de todo poder? Nada, absolutamente ofrezco, pero engrandezco mi nada, porque el adorarte es engrandecerse. Dígnate pues recibir por adelantado, ese homenaje y para que mi rendimiento sea tal que nada quede en mí que no sea para tu honor y gloria. Quiero que mi muerte, es decir, la separación de mi alma y de mi cuerpo, sea un homenaje de adoración ante tu soberanía. Oh, ¿qué honor puede ser comparable al honor de adorarte y engrandecerte con la destrucción del propio ser por miserable que él sea? Y como es cierto que he de morir, recibe, pues, grandeza infinita de mi Dios, mi muerte y la destrucción de mi ser como un prolongado hilo de humo de adoración y de incienso que se levante de mi lecho de muerte y de mi tumba, con la lenta destrucción de este ser que me has dado y que delante de Ti se consume ahora, en un amor comprimido y como estrechado por


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lo temporal. Y, qué paralelo, Dios mío. Noé después del conflicto hecho por el diluvio, reconoció la infinita sabiduría de Dios levantando un altar sobre el lodazal, quizás ya infecto de la tierra desjugada e ingrata y ofreció un holocausto que fue de tan suave olor delante del Señor, que le valió la promesa de Dios de no volver a castigar la tierra con un diluvio. Pues he aquí que esta pobre criatura tuya, Señor mío omnipotente, después del diluvio de una larga vida de pecado, imperfecciones e ingratitudes, después del diluvio de mis dolores de la tierra, quiero que mi lecho de muerte y mi tumba sean el altar elevado sobre la ruina de mis días temporales, tan llenos de miserias, para en él ofrendarle el holocausto de mi vida y que a ese altar la muerte llegue como fuego sacro a consumir mi cuerpo, a liquidar mis fuerzas en tu honor, a esfumar mi vida en reconocimiento de tu soberanía, Señor mío, creador de lo mismo que en ese altar te sacrifico .Por lo tanto, es mi intención, Dios mío, que cuan-


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do de cualquier manera se me anuncie que el término de mi permanencia sobre la tierra se avecina, entregarme al sacrificio, como el cordero degollado sobre el altar se deja consumir por el fuego, a fin de que el humo producido por ese cuerpo suba en suave olor de adoración ante tu soberanía. Sí, escucharé entonces, llena de regocijo las palabras con que Dios promete al alma justa perseguida, su recompensa: ‘Pobrecilla, le dice el Señor, pobrecilla, combatida tanto tiempo por la tempestad, privada de toda consuelo: mira que yo mismo colocaré por orden las piedras y te edificaré sobre zafiros y haré de jaspe tus baluartes y de piedras de relieve tus puertas y de piedras preciosas todos tus recintos’. Y así, de antemano, Dios de mi corazón, digo: Sí, te diré en mi agonía, sí, al extinguirse el aliento, sí, al terminar de mi vida, sí, al traspasar del tiempo.


Sí, en el dolor de mi carne, sí, al deshacerse mis huesos, sí, en el podrirse de mi sangre, sí, en el cerrárseme el tiempo. Quiero decir sí al morir y sí cantar al escuchar el sí que tanto anhelo y diciéndote sí, llegar al cielo. Sí, dirá el humo de mi holocausto, sí, el extinguirse del fuego sí, las cenizas que llevan el viento, sí, hasta Ti levantar el vuelo.”

Este Libro se terminó de imprimir para la Conmemoración del Día de la Canonización de Santa Laura de Santa Catalina, presidida por s.S. francisco en roma el 12 de mayo de 2013. Deo Gratias mmxiii






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