EL CRIMEN ORGANIZADO EN CENTROAMERICA

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Gobierno de Costa Rica

Instituto Costarricense sobre Drogas Unidad de Información y Estadística Nacional sobre Drogas

Boletín Informativo

CRIMEN ORGANIZADO

- 2012 -

Por un país libre de drogas


Recopilación y edición realizada por

Ing. Beatriz Murillo Paz bmurillo@icd.go.cr Unidad de Información y Estadística. ©2012 Instituto Costarricense sobre Drogas http://www.icd.go.cr


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Tabla de contenido Presentación................................................................................... iii

El Crimen Organizado en Europa: una grave amenaza para la seguridad y el orden público.......................................................................... 1 Crimen organizado y altos costos manchan a El Salvador...... 17

Diagnóstico investigativo del impacto del crimen organizado en la frontera Costa Rica – Panamá..................................................... 18

El crimen organizado y la violencia en México: una perspectiva comparativa ................................................................................... 22

El crimen organizado como un asunto de los derechos humanos. ¿Dónde está el coraje?................................................ 35

Presentación

El Crimen Organizado Internacional está acaparando cada vez más la atención debido a que, mientras que en el pasado era un problema de carácter principalmente nacional (mafia, gánsteres, carteles, triadas), ahora, como producto de la globalización, que plantea una amenaza a la seguridad internacional. En el presente boletín les presentamos una pequeña recopilación sobre el tema del Crimen Organizado donde se abordan diferentes aspectos del mismo: sea desde su perspectiva geográfica, dando especial énfasis a Costa Rica, y la región centroamericana y México por su emblemática violencia; así como por su dimensión social en el deterioro de los Derechos Humanos. Somos consientes de que la problemática del Crimen Organizado es muy vasta y compleja y que, por lo mismo, no se han podido cubrir todos sus aspectos en este boletín, lo que nos compromete a continuar ahondando en este tema. Esperamos que esta lectura les resulte de interés y sirva de referente en el desarrollo de sus actividades diarias.

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El Crimen Organizado en Europa: una grave amenaza para la seguridad y el orden público

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http://www.somecrimnl.es.tl/Francisco-Rodrigo-_Espa%F1a_.htm Fecha de recepción: 08/08/2008 Fecha de aceptación: 01/01/2009

Francisco José Rodrigo Luelmo Universidad Complutense de Madrid franjrodrigo@hotmail.com RESUMEN El crimen organizado es una de las amenazas más graves para la seguridad internacional y de los Estados por la multitud de actividades delictivas que practica, pero también por su mundialización. Su existencia ha preocupado a organizaciones como Naciones Unidas y la Unión Europea, que lo han intentado definir para mejorar la eficacia jurídico-policial en la lucha contra este riesgo. Europa es un espacio muy afectado por el crimen organizado, en forma de mafias (por ejemplo, en Italia y Rusia) y narcotraficantes de droga. Se trata, pues, de un fenómeno criminal que pone en riesgo la integridad de los ciudadanos y el respeto al Estado de Derecho en Europa y en el resto del mundo. PALABRAS CLAVE: Crimininalidad trasnacional, Seguridad, Organizaciones delictivas, Crimenes transcontinetales.

INTRODUCCIÓN El crimen organizado es uno de los peligros más importantes y graves para la seguridad y la integridad de los ciudadanos europeos y para el respeto al Estado de Derecho. Estos grupos armados y violentos ejecutan acciones violentas contra la vida, contra la propiedad privada, contra las autoridades legítimas y contra el orden público. De hecho, el crimen organizado constituye para las fuerzas de seguridad, junto al terrorismo, la mayor amenaza para la seguridad de los Estados europeos. Su característica común es la comercialización de servicios y bienes de forma ilícita con el objetivo de obtener un beneficio. Marcel Leclerc señala que tres denominadores comunes de este tipo de criminalidad: todas sus bandas practican actividades ilícitas; tienen naturaleza de grupos “organizados”; e incluso muchos de ellos tienen un carácter transnacional. Pero el crimen organizado es un fenómeno difícil de estudiar, de comprender, porque puede comprender múltiples definiciones sociológicas o criminológicas. Estamos ante un tema que podemos encontrar todos los días en los medios de comunicación. Todos hemos leído, visto o escuchado asuntos relacionados con el tráfico de drogas y armas, la trata de inmigrantes ilegales o el blanqueo de dinero. Además, muchos de estos grupos criminales son universalmente conocidos. Así pues, en el presente artículo pretendemos tratar un asunto muy preocupante e inquietante, puesto que los grupos que insertamos en la criminalidad organizada actúan con métodos extremadamente violentos e incluso impiden la intervención del Estado en los territorios bajo su control. Estamos ante un problema de tal gravedad que afecta seriamente a un correcto funcionamiento de las instituciones legítimas y democráticas. El profesor de Derecho Penal en la Universidad de Friburgo, Nicolas Queloz, piensa que el interés por el crimen organizado ha experimentado un gran apogeo como realidad criminal por el aumento de sus crímenes, la corrupción y la actualización de las estructuras de los grupos violentos, así como su expansión; estamos entonces ante un concepto cada vez más utilizado por los medios de comunicación, en la política e incluso entre los ciudadanos por la cada vez mayor preocupación existente al respecto. Por último, Queloz cree que el auge del crimen organizado se debe a la globalización, pero en Europa, a la movilidad de personas y bienes, al desarrollo de la comunicación prácticamente instantánea, Crimen Organizado

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la interdependencia entre Estados miembros, la apertura de fronteras, la pérdida de la soberanía nacional y la caída del “telón de acero” en 1989, lo que causó el auge de estos grupos en la Europa del Este. Por tanto, este artículo lo hemos decidido dividir en dos partes fundamentales. En primer lugar, estudiaremos qué es el crimen organizado; estudiaremos las actividades fundamentales de estos grupos criminales y una de sus características más importantes de la nueva criminalidad organizada: la transnacionalización; de hecho, es necesario estudiar esta cuestión, según Jean-Marc Châtaigner, porque hay una “internacional del crimen” o complot del crimen organizado transnacional para desestabilizar el sistema internacional, pues forman parte, aunque como actores no legales, de las relaciones internacionales. En una segunda parte, tras haber visto que el crimen organizado está extendido por todo el mundo, hemos decidido delimitar territorialmente nuestra investigación aludiendo a los grupos violentos que actúan en Europa, empleando como muestra tres ejemplos concretos: las mafias italiana y rusa, así como los cárteles de droga que actúan en el Viejo Continente.

EL MUNDO DEL CRIMEN ORGANIZADO. PRECISIONES CONCEPTUALES El crimen organizado es un tema que inquieta sobremanera a los ciudadanos y a los Gobiernos europeos. Tanto el G-8 como los ministros de Interior y Justicia de ese grupo, que reúne a las naciones más industrializadas del mundo más Rusia, ya declararon en la ciudad canadiense de Mont-Tremblant en mayo de 2002 que la mundialización va acompañada de un aumento dramático de la criminalidad organizada, en especial en el ámbito del tráfico de armas, de estupefacientes, de inmigrantes clandestinos, crímenes “hi-tech” y blanqueo de dinero. Igualmente, en noviembre de 2004, el Consejo Europeo afirmó que “los ciudadanos de Europa esperan que la Unión adopte una posición común más eficaz de problemas transnacionales como la criminalidad organizada”; ésta se habría visto favorecida por una globalización que promueve la “deslocalización” de actividades criminales. Y podríamos mostrar más declaraciones oficiales similares al respecto. Pero para demostrar ante qué amenaza ante la seguridad pública nos enfrentamos, hemos decidido estudiar en este primer punto, a qué llamamos “crimen organizado”; a continuación, describiremos las actividades ilícitas practicadas por la mayoría de esos grupos; y finalmente, analizaremos el carácter transnacional de estas bandas armadas organizadas, un aspecto fundamental para entender este fenómeno.

LAS DIFERENTES DEFINICIONES Y CARACTERÍSTICAS DE LA CRIMINALIDAD ORGANIZADA A pesar de la actualidad de la que goza el crimen organizado actualmente, su existencia es prolongada en el tiempo. Podemos recordar que esta expresión ya se empleó en Estados Unidos para calificar a los traficantes clandestinos de alcohol mientras estuvo en vigor la “ley seca” (1919-1939). Pero desde los años 70 el crimen organizado ha alcanzado una auténtica escala mundial, practicando especialmente el tráfico de drogas. Es por ello que la criminología comenzó hace tiempo a investigar este fenómeno. Sin embargo, el comisario francés Michel Quillé advierte: no hay una definición concreta del crimen organizado por la dificultad para reagrupar bajo un único vocablo una serie de fenómenos relacionados aunque de una naturaleza diferente. Fue la Ley contra el crimen organizado (Crime Control Act) aprobada en Estados Unidos en los años 70 una de las primeras en definir el “crimen organizado” como “una sociedad que busca ejercer una serie de actividades fuera del control de los ciudadanos y del gobierno; su acción no es improvisada pero es resultado de complejas conspiraciones urdidas durante numerosos años y que tienen como objetivo procurar el control de un campo completo de actividades con la intención de acumular el mayor número de beneficios posible”. Sin embargo, instituciones internacionales como las Naciones Unidas y la Unión Europea han establecido diferentes definiciones para precisar a qué llamamos “crimen organizado”, un concepto que, Nicolas Queloz afirma, tiene un “origen policial”.

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La Convención de Naciones Unidas contra la Criminalidad Trasnacional Organizada” se firmó en diciembre de 2000 en la ciudad italiana de Palermo, sin duda un acto simbólico dado que estamos ante uno de los principales feudos de la mafia siciliana. Este documento define el crimen organizado como “un grupo estructurado de tres personas o más, que existe desde hace tiempo y que actúa de forma concertada con el objetivo de cometer una o más infracciones graves o infracciones establecidas conforme a la presente Convención para obtener directa o indirectamente un beneficio financiero o material”. Por Boletin Informativo 2012


UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS su parte, la Unión Europea (en cuyo territorio hemos delimitado nuestro estudio), en el artículo 1.1 de su Acción Común del 3 de diciembre de 1998, define el crimen organizado como “una asociación estructurada de más de dos personas, establecida en el tiempo y que actúa de forma coordinada con el objetivo de cometer infracciones castigadas con penas privativas de libertad de un máximo, al menos, de cuatro años, o de una pena más grave; esas infracciones constituyen un fin en sí mismo o un medio para obtener ventajas patrimoniales y, en algunos casos, influir indebidamente en el funcionamiento de la administración pública”. Igualmente, la UE establece once criterios en el documento Enfopol 161/1994 Anexo C, para encuadrar a un grupo en la criminalidad organizada: necesitan de la colaboración de más de dos personas; necesitan de cometidos específicos cada una de ellas; tienen una duración en el tiempo bastante larga o indeterminada; establecen una disciplina o un control jerarquizado sobre sus miembros; son grupos formados por personas sospechosas de haber cometido infracciones penales graves; actúan a nivel internacional; recurren a la violencia y a otros medios de intimidación; utilizan estructuras comerciales y de la economía “legal”; se dedican al blanqueo de dinero; ejercer una importante influencia sobre entornos políticos, medios de comunicación, la administración pública, las fuerzas policiales, el poder judicial, etc.; actúan en su propio beneficio y/o por el poder, pero sin una ambición y un objetivo político explícito. Según Raufer y Quéré, si tomamos tres de los criterios (colaboración de más de personas, grupos formados por personas sospechosas de haber cometido infracciones penales graves y que actúan en su propio beneficio), tendremos una banda criminal estructurada; pero si utilizan todas las características reseñadas, entonces estaremos delante de una mafia. Por su parte, Europol (la organización policial de la UE) está convencida de que una banda criminal organizada establece y mantiene vínculos con múltiples “proveedores” o “subcontratistas”; se financia de múltiples fondos; transporta y distribuye bienes ilegales; falsifica documentos oficiales (documentos nacionales de identidad o pasaportes) y asegura operaciones complejas. Mientras tanto, la Interpol propuso en 1988 la siguiente definición de crimen organizado: “toda asociación o grupo de personas que se dedica a una actividad ilícita continua, cuyo primer objetivo es obtener beneficios sin preocuparse de las fronteras nacionales”.

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Por su parte, Nicolas Queloz dibuja tres grandes tipos de definición más precisos para explicar el crimen organizado. En primer lugar, una explicación criminológica, propuesta directamente por este autor, que fija siete características sobre la criminalidad organizada: está formada por grupos o asociaciones de criminales; estos grupos tienen una voluntad clara de cometer actos delictivos; la preparación y organización de sus actos es muy precisa; actúan como una industria y las fronteras no existen no son un impedimento; pretenden obtener beneficios considerables para mantener su tren de vida; tienen vínculos con la pequeña criminalidad; y se organizan en redes nacionales y transnacionales. Mientras, tanto, la definición jurídica depende de la legislación de cada país, especialmente del Código Penal. Por último, la definición criminalística propuesta por Queloz está formada por multitud de indicadores concebidos por distintas fuerzas policiales del mundo para identificar a los grupos del crimen organizado, por lo que sólo destacaremos algunos de ellas: modos de planificación de actos violentos (rigurosos, con grandes inversiones), modos de ejecución de esos actos, vínculos entre los actos criminales y sus autores (nacionales, internacionales, etc.), estructuración de los grupos o la organización, tráfico de influencias sobre las autoridades, extorsión sobre los comerciantes y estrategias para obtener el monopolio de algunos mercados, entre otros. También es necesario señalar que hay una importante controversia sobre los supuestos vínculos entre el crimen organizado y el terrorismo. Si bien hay muchos países que se resisten a vincular ambos fenómenos, Michel Quillé demuestra que bastantes organizaciones terroristas emplean los recursos financieros que les procura una importante implicación en el tráfico internacional de drogas (por ejemplo, las FARC de Colombia), de igual manera que hay grupos de la criminalidad organizada que emplean métodos terroristas; así pues, tienen similitudes en lo que concierne al empleo de la violencia. Pero es necesario señalar que las dos actividades tienen objetivos totalmente diferentes, pues, como señala Jean-François Gayraud, uno de los máximos expertos sobre el crimen organizado a nivel mundial, el terrorismo pretende generalmente imponer el triunfo de una idea mientras que el crimen organizado busca el máximo beneficio; también, la clandestinidad es la razón de ser permanente e infranqueable de un grupo de la criminalidad organizada mientras que el terrorismo intenta aparecer lo máximo posible para obtener visibilidad. Asimismo, el crimen organizado, especialmente las mafias, ejercen un “control de hierro” sobre un territorio y actúan con una gran discreción que complica su desmantelamiento. De hecho, Raufer y Quéré creen que uno de los métodos más

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remarcables de estos grupos es su “vocación parasitaria y no subversiva”, pues no quieren cambiar el poder del Estado sino controlarlo, aprovechando su debilidad, todo lo contrario que el terrorismo. Por último, nos hacemos eco de la interesante distinción que hace Gayroud: crimen organizado no tiene el mismo significado que el término “mafia”, pues este último concepto implica un “salto cualitativo” mayor: pocas organizaciones pueden ser calificadas de “mafia”, la “primera división” del crimen. Además, Gayroud da ocho criterios para clasificar de una forma adecuada las mafias: control de un territorio; capacidad de orden y dominación; jerarquía y obediencia; etnia y la “Familia”; la “policriminalidad”; los mitos y las leyendas; la antigüedad y la perennidad; y, sobre todo, el secreto y la iniciación. Por tanto, hemos podido apreciar que no existe un consenso para definir qué es un crimen organizado, si bien hemos tratado de dar un panorama amplio de la conceptualización de ese término.

LAS ACTIVIDADES DELICTIVAS PRINCIPALES PRACTICADAS POR EL CRIMEN ORGANIZADO Sin lugar a dudas, una de las actividades más importantes del crimen organizado es el comercio de drogas y estupefacientes. A pesar de que dedicaremos un epígrafe a este tema en la segunda parte de nuestro artículo, podemos decir brevemente que es una actividad calificada por el magistrado francés Thierry Cretin como “la mina” de las fuerzas criminales, especialmente en Europa, cuya producción es especialmente importante en España, Reino Unido y Países Bajos. Trafican con multitud de sustancias: coca y cocaína, cannabis, opio, heroína, drogas de síntesis (éxtasis, anfetaminas, etc.). En la Unión Europea, el fenómeno de la droga, en nuestros días, se consume por vía oral, lo que evita que sea inyectada; además, los precios son relativamente asequibles para el nivel de vida europeo (cerca de 18 € por una pastilla) y su exposición “atractiva” (sobre todo para la juventud) hacen posible el éxito de este tráfico de drogas en el Viejo Continente. Es, pues, una compleja actividad criminal que necesita “inversores” más importantes, proveedores de materias de primera calidad, químicos (que produzca una cantidad próxima a 50.000 pastillas al día), “obreros de producción” y, por último, vendedores. Por su parte, el chantaje y la extorsión de fondos son un fenómeno habitual en un territorio controlado por una organización criminal que quiere imponer su “soberanía”, pues según Clotilde Champeyrache, el control de un territorio es “el primer símbolo de la pujanza mafiosa”. Estos grupos exigen, especialmente a los comerciantes, unas determinadas sumas de dinero para “protegerlos” de un posible peligro que proviene en realidad de ellos mismos. La extorsión ha sido un instrumento muy utilizado por las mafias italianas, las FARC colombianas (que exigen un pago a todas las personas que viven en el territorio controlado por esta narcoguerrilla, que posee un patrimonio superior al millón de dólares); pero también es un método empleado por grupos terroristas como la banda vasca ETA (que reclama el “impuesto revolucionario” a los empresarios de las regiones del País Vasco y Navarra para la financiación de la banda). Gayraud califica el chantaje como “la oferta de protección contra remuneración”, estos grupos ofrecen en teoría una “protección” contra la violencia ordinaria y clásica, se presentan como una industria de la protección privada que se beneficia de los huecos dejados por un Estado débil o totalmente ausente, es un “impuesto” paralelo a los de la Administración; este autor dice que la extorsión es una actividad tremendamente rentable para los grupos del crimen organizado pues es muy asequible de realizar, muy lucrativa, poco costosa y poco arriesgada.

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Asimismo, el tráfico de seres humanos es un prototipo de actividad ejercida por el crimen organizado. Un ejemplo claro son las redes de inmigración ilegal, que “transportan” inmigrantes sin papeles de los países pobres a los países ricos; hoy los dos lugares en los que más se practica esta actividad son: la frontera entre México y Estados Unidos (especialmente, con los “espaldas mojadas” que intentan atravesar el río Grande que separa ambos países) y en Europa, de Marruecos a España por la entrada a las dos ciudades españolas del norte de África (Ceuta y Melilla), así como las travesías del estrecho de Gibraltar y a las islas Canarias. También este tráfico de seres humanos comprende la explotación sexual y la prostitución, esto es, las organizaciones criminales llevan a Europa mujeres jóvenes de países del Tercer Mundo o en vías de desarrollo que tienen que “pagar” el “viaje” a tierras europeas a los proxenetas prostituyéndose, aunque se encuentren en situación ilegal; sin embargo, esta explotación se encuentra extendida no sólo a los prostíbulos, sino también a las redes de “call-girls”, el cine pornográfico, la pedofilia (con menores de edad)

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UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS y la organización de viajes de turismo sexual. El tráfico de humanos contempla una serie de estructuras complejas pues necesitan una importante logística (residencias, suministro de documentación falsa, etc.).

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Otra actividad clásica del crimen organizado es el blanqueo de dinero, que apenas es percibido ya que no causa víctimas y daños aparentes, porque los principales grupos criminales utilizan para financiar sus actividades y porque no entraña un rechazo social grande, pero es un delito de tipo fiscal y aduanero contra la Hacienda pública. En algunas ocasiones, para esas técnicas de blanqueo de dinero los grupos criminales gozan del apoyo de algunos entornos financieros y de negocios en su lucha por el libre mercado. También el control de juegos legales e ilegales es una de sus actividades más conocidas de estos grupos, especialmente ocupándose de los juegos de cartas, casinos, máquinas tragaperras, carreras de caballos, etc., lo mismo que las mafias quieren controlar el fútbol italiano. Por su parte, hay otra ocupación en auge de la criminalidad organizada: la piratería, especialmente la marítima. Particularmente, hay dos zonas del mundo que son víctimas de esta actividad delictiva: el Sureste asiático (entre Indonesia y Filipinas) y especialmente en Somalia, en el cuerno de África; a este respecto, no se debe olvidar el secuestro de varios navíos franceses y españoles, lo que ha provocado que la UE haya decidido el envío de fragatas militares para defender a los barcos europeos. Esta actividad delictiva es muy importante puesto que cuenta con una excelente organización: falsificación de papeles marítimos para el maquillaje del barco, salida de las mercancías, división clara del trabajo entre los secuestradores, etc. Los piratas causan un gran daño, personal y económico. Hay otras actividades del crimen organizado que no podemos obviar. Por ejemplo, el contrabando (de tabaco, de alcohol, de perfumes, etc., causando grandes estragos al comercio y, sobre todo, a los Estados al saltarse las aduanas exteriores de la UE). Pero también es importante estudiar cómo los criminales van copando servicios públicos e instituciones en Europa. Precisamente, hace unos meses estalló un fuerte escándalo en la ciudad italiana de Nápoles al saberse que el municipio había consentido que las basuras domésticas fueran tratadas por la mafia local, la Camorra; pero en realidad estamos ante la “punta del iceberg”, puesto que ésta es una actividad bastante extendida en el sur del país, lo que ha llevado al Gobierno italiano a calificar al tráfico ilegal de deshechos como delito penal al tiempo que la Comisión Europa instó hace unos meses a Roma a acabar con ese problema. También es necesario hacer alusión a la “cibercriminalidad”, que ha conocido un gran auge gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías pero también porque Internet es un espacio en el que no hay fronteras ni reglas predeterminadas; la Red es utilizada por el crimen organizado para extender la pornografía infantil a través de fotografías o vídeos, o para introducir virus o perturbar los diferentes sistemas informáticos para paralizarlos y amenazar, por ejemplo, a Gobiernos o grandes corporaciones financieras o bancarias; también podrían ser utilizadas para descargas musicales y de películas que no serían para uso personal sino para llevar a cabo una venta ilegal de discos y vídeos. La informática también es empleada por el crimen organizado para practicar el fraude monetario con la falsificación de las tarjetas de crédito y débito de los bancos, una práctica delictiva muy empleada en Europa sobre todo por la mafia china, que la maneja con maestría, lo mismo que la falsificación de billetes de euro, de documentos administrativos, etc. Por su parte, el tráfico de vehículos robados (especialmente de lujo) es otra actividad de bandas cada vez más organizadas que se benefician de la falta de reprobación social contra este crimen, teniendo en cuenta que los robos de automóviles son fenómenos aislados e individualizados. Pero los traficantes de vehículos robados se aprovechan también de la débil represión penal, como demuestra la demanda cada vez más importante que procede de ciertos países muy tocados por la crisis económica. Así, las fuerzas de seguridad europeas han descubierto cómo las redes que practican estas “exportaciones paralelas” dirigen ese comercio ilegal hacia el Magreb, Oriente Medio o el África francófona, pero sobre todo, a países de Europa central y oriental, de donde proceden la mayoría de los grupos criminales que practican esta actividad. Tampoco podemos despreciar la importancia del tráfico ilegal de obras de arte y de antigüedades, practicado por grupos que se asientan en países generalmente pobres pero con un patrimonio cultural muy importante y de gran riqueza, aunque también los encontremos en países desarrollados. En los años 90, las fuerzas de seguridad descubrieron la existencia de bandas organizadas que ejecutan los robos de objetos de gran valor históricoartístico y los venden a compradores que generalmente habitan en países de la UE; cabe señalar que el bandidaje tradicional también se ocupa de esa criminalidad para el blanqueo de dinero.

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Otra actividad delictiva de la que se ocupa el crimen organizado es la imitación y falsificación de marcas, practicada por un crimen organizado que actúa a escala internacional y cuyas redes han sido bien estudiadas, pero no así su impacto económico. Sin embargo, estamos ante un tema clave, pues sin dejar de lado el fraude a las marcas auténticas, estamos ante un fenómeno que puede perjudicar la seguridad del Estado y de los ciudadanos, así como la salud pública, ya que dichas imitaciones pueden darse también en los medicamentos o en piezas sueltas que son utilizadas en automóviles, aviones, aparatos para la medicina, material militar, etc. La criminalidad organizada en este ámbito es de dos tipos: la ocasional, que opera en entornos reducidos, generalmente locales, y practicada por la pequeña delincuencia; y la que organiza un falsificador que puede convertirse en un auténtico líder de una industria fraudulenta que posee empresas en países donde la falsificación no es delito, disponiendo de redes eficaces de distribución. Por tanto, para luchar contra ello, es necesaria una mayor cooperación internacional, especialmente a nivel policial. Y por falta de espacio simplemente enumeramos algunas de otras actividades delictivas practicadas por el crimen organizado: “secuestros express”, amaño de adjudicaciones de administraciones públicas, estafas y robos varios, burla de bloqueos y embargos, fraude a las subvenciones de la UE, etc.

LA MUNDIALIZACIÓN DEL CRIMEN ORGANIZADO: UNA ACCIÓN SIN FRONTERAS Pocos autores dudan que el gran crimen organizado sea transnacional, pues como afirma la profesora Louis Shelley, estamos ante un fenómeno antes percibido como “periférico” en las relaciones internacionales pero que se ha considerado como un problema cada vez mayor desde la Convención de Palermo de las Naciones Unidas sobre el crimen transnacional de 2000. En efecto, la soberanía de los Estados se ve desafiada por criminales que traspasan fronteras y que demuestran la incapacidad de muchos gobiernos para mantener el orden público y la seguridad de sus ciudadanos. Un claro ejemplo, aunque se trate del otro gran fenómeno criminal, el terrorismo, podrían ser los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos; así, el fenómeno criminal demuestra que no tiene preocupación alguna por las fronteras pero que participa activamente en la globalización. Podríamos señalar, pues, que la globalización ha sido el “carburante” que ha prendido la mecha del auge de la transnacionalización de la criminalidad organizada. Georges Picca dice que las nuevas facilidades de circulación de personas y bienes en la actualidad (especialmente en la Unión Europea gracias al “espacio Schengen”) han contribuido al desarrollo de nuevas actividades ilícitas transfronterizas (informatización de transacciones bancarias, extensión de los paraísos fiscales, sociedades “offshore”, etc.), a pesar de que este autor se muestre en desacuerdo con el resto de la literatura criminológica al señalar que el crimen organizado simplemente se ha aprovechado de la globalización, no que es causa de la misma. Por el contrario, Jean François Gayraud dice que la liberalización del mundo beneficia a los grupos criminales y afirma que este análisis no es fruto de una supuesta fobia a la globalización, pues el mismo Gobierno de los Estados Unidos lo reconoce en un informe enviado al presidente Clinton en diciembre de 2000 (International Crime Threat Assesment). La mundialización promueve un mercado sin intervención estatal, la reducción de las regulaciones internacionales y sin límites al comercio mundial. Sin embargo, estas condiciones favorecen la creación de una criminalidad organizada y mundializada. De hecho, los delincuentes transnacionales han extendido su control geográfico beneficiándose de los hasta ahora cada vez menos rigurosos controles fronterizos y la desregulación del mercado, especialmente en la UE. Pero también los criminales acuden a regiones y países de los que no pueden ser extraditados, desarrollan sus actividades delictivas en Estados en los que la legislación es débil y el Estado de Derecho no es eficaz, no se ejecuta ni se aplica la ley y hay una fuerte corrupción policial. También, acuden a los “paraísos fiscales” para blanquear dinero. Así pues, los grupos del crimen organizado emplean la globalización para reducir los peligros vinculados a sus actividades ilegales.

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Por su parte, la criminalidad organizada ha mundializado sus actividades de la misma forma que las empresas multinacionales legales: éstas implantan filiales por todo el mundo para beneficiarse de las condiciones de trabajo atractivas o mercados de materias primas; los criminales siguen la misma estrategia. Como refleja André Bossar, si ponemos aparte el uso de la violencia y el asesinato como métodos de resolución de disputas, los grupos del crimen organizado tienen estrategias y tácticas “comerciales”, ajustan la “oferta” a la “demanda”, abren nuevos mercados, etc. Asimismo, el auge del tráfico aéreo comercial, los intercambios internacionales y de las telecomunicaciones (teléfono, fax e intercambios rápidos a través de Internet) han dado facilidades al movimiento de personas y bienes. Los criminales utilizan de esta forma el anonimato de “chats” y otras formas de comunicación empleando la informática para coordinar sus actividades. Boletin Informativo 2012


UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS La criminalidad organizada puede aparecer en todo tipo de contexto: democracias consolidadas y ricas, Estados con una dictadura política, sociedades en transición o en desarrollo, zonas que sufren conflictos regionales o étnicos, etc.; Gayroud afirma que los Estados débiles no son las únicas “presas” geopolíticas posibles de las mafias. Todos los grupos criminales se benefician de los fallos y contradicciones del sistema, de la aplicación de la ley. Georges Picca señala que la internacionalización de las normas aplicables en el seno de la orden jurídica y la aparición de actores no estatales en la producción normativa ha cambiado el rol de los Estados y ha contribuido a debilitar la fuerza de las legislaciones nacionales, entre otras razones, por la confrontación de sistemas jurídicos (Common Law británica, Derecho romano-germánico y Derecho comunitario europeo) que provoca dificultades en la puesta en marcha de procedimientos esenciales (extradición, secreto bancario, mandato de arresto europeo, etc.). Sin embargo, las mismas organizaciones, incluso las más pujantes, dependen de las estructuras estatales para obtener el envío de productos, el blanqueo de sus fondos y la creación de un mercado de bienes.

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Por su parte, desde finales de los años 80 del siglo XX, hay por todo el mundo guerras o conflictos regionales en Asia, los Balcanes, los países de la antigua URSS, África, América Latina, etc., que han provocado la entrada del crimen organizado en la economía ilícita mundial. Podemos afirmar también que esos grupos están prosperando en zonas de conflicto, colaborando con organizaciones terroristas, y beneficiándose de la ausencia de un Estado fuerte. Además, podemos decir que el crimen transnacional ha cobrado una gran importancia desde el inicio de la globalización, sobre todo en zonas de conflicto y con guerras recién terminadas, para beneficiarse de los “Estados fallidos”. Así, será necesario tomar ventaja del esfuerzo sobre la lucha contra las organizaciones criminales cuyos beneficios propios prolongan en muchas ocasiones la continuidad de las guerras, así como los vínculos con grupos terroristas de la zona. Por ejemplo, el comercio de diamantes a contribuido a la prolongación de la guerra civil en Sierra Leona; las diversas actividades delictivas en los Balcanes no han hecho posible una paz perdurable en Kosovo y la antigua Yugoslavia; también, el contrabando de las bandas del Cáucaso ha prolongado el conflicto de verano de 2008 en Osetia del Sur, región entre Rusia y Georgia pero que sólo Moscú reconoce como independiente. En esos tres casos, el crimen organizado ha desempeñado un papel fundamental para la continuidad de esos conflictos. Por tanto, el crimen organizado está tan extendido a nivel mundial que impide a cualquier país iniciar una campaña efectiva contra los grupos que operan sobre su territorio, incluso allí donde hay una voluntad política declarada para acabar con ellos y donde el Estado tiene capacidad de perseguir y acabar con actividades delictivas. Así pues, es muy importante la puesta en marcha de una cooperación internacional contra el crimen organizado. Pero está claro que en el auge de la criminalidad organizada transnacional juegan un papel fundamental los problemas económicos permanentes de un país, sus desequilibrios demográficos, etc., si bien las iniciativas internacionales para luchar contra esta amenaza, en general, no hacen ninguna alusión al respecto. Sin embargo, este es un aspecto clave, pues hay que dar a los agricultores de Afganistán o de Perú una alternativa a la cultura de las drogas, que es muy importante para su economía familiar; igualmente, hay que dar alternativas a las personas que no tienen otra solución que la migración ilegal o el contrabando. Shelley da algunas opciones alternativas para luchar contra la complicidad de los más pobres hacia el crimen organizado: el microcrédito o las barreras contra la destrucción de recursos para los líderes corruptos, así como reglamentaciones mejoradas en materia de inversión internacional. Así pues, el auge de la criminalidad organizada debe ser bien estudiado, sobre todo para hacer posible una renovación de métodos de acción y de los procedimientos de cooperación de servicios policiales y judiciales. Así pues, en el epígrafe siguiente, veremos ejemplos sobre la actuación de algunos grupos criminales transnacionales.

UN ESTUDIO CONCRETO DEL CRIMEN ORGANIZADO: ALGUNOS EJEMPLOS DE GRUPOS QUE ACTÚAN EN EUROPA A pesar de que la mayoría de los grupos criminales tienen objetivos delictivos comunes y métodos similares, podemos encontrar diferentes formas de organización. Jean François-Gayraud se refiere al “G-9” del crimen organizado para recalcar la expansión y la pujanza de esas entidades criminales. Son, según ese autor, entidades cuyas relaciones están fundadas más en la “colaboración puntual” de repartición de las “esferas de influencia” y de “maximización de beneficios” lo que les incita a la cooperación y la partición de actividades que a la guerra entre ellas. Tenemos varios ejemplos: los “yakuza” japoneses; los grupos Crimen Organizado

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violentos albano-kosovares, que provocan una enorme cantidad de actos violentos por todo el mundo, sobre todo en España, en viviendas, bancos, zonas industriales, etc.; las “tríadas” chinas, que practican actividades como el “racket” o extorsión, tráfico de drogas, blanqueo de dinero, prostitución, plagio de CD y DVD, asesinatos “por petición”, etc. y sus sedes principales se establecen alrededor de Hong Kong, Macao y Taiwán. Por tanto, estamos ante grupos que, según Gayraud, apoyan su metodología criminal sobre la intimidación, la corrupción y el asesinato y es una violencia “ahorradora, invisible y endógena”. Tras hacer referencia en esta pequeña introducción a una serie de grupos criminales, hemos considerado conveniente hacer un estudio más detallado de aquellos que hemos considerado pueden ser tres ejemplos conocidos de crimen organizado y cuya actividad criminal es más peligrosa y decisiva para la seguridad europea: la mafia italiana, la mafia rusa y los grupos que practican el tráfico de drogas en Europa. En nuestra opinión, es necesario hacer una observación sobre esos grupos criminales porque siempre han sido considerados por las fuerzas de seguridad del Viejo Continente como los más importantes y peligrosos, porque están muy extendidos en Europa y arraigados de tal forma que incluso han llegado a infiltrarse en las fuerzas de seguridad y en la política.

LAS MAFIAS ITALIANAS: UN ESTADO DENTRO DEL ESTADO Las mafias de Italia son, quizás, los grupos del crimen organizado más conocidos por los especialistas en este terreno. Nacidas en el siglo XIX, jugaron un papel importante en el nacimiento de la nación italiana pero también en la resistencia antifascista durante la Segunda Guerra Mundial, lo que demuestra la presencia ininterrumpida de las organizaciones criminales poderosas y estructuradas en Sicilia y en otras regiones del Mezzogiorno. El artículo 416 bis del Código Penal italiano define el término “mafia” desde 1982 de la siguiente manera: “3. La asociación es de tipo mafioso cuando aquéllos que forman parte de la misma se sirven de la fuerza y la intimidación del vínculo asociativo y de la condición de dependencia y de omertà [silencio cómplice que no puede romperse al estar bajo amenaza de muerte] que deriva en la ejecución de delitos, para adquirir de manera directa o indirecta la gestión, o de todas formas, el control de actividades económicas concesiones, autorizaciones, adjudicaciones y servicios públicos, o para obtener beneficios o ventajas injustas para ellos mismos o para otros, o bien con el objetivo de impedir o poner obstáculos al libre ejercicio del voto o de procurar votos para sí mismos o para otros en las consultas electorales. 8. Las disposiciones del presente artículo se aplican también a la Camorra y a otras asociaciones, sean cuales sean sus denominaciones locales, que, sirviéndose de la fuerza de la intimidación del vínculo asociativo, persiguen objetivos correspondientes a los de tipo mafioso”. Las mafias italianas practican la “policriminalidad”, ejercen multitud de actividades ilegales como el tráfico de drogas, de armas, de seres humanos, el “racket”, la infiltración en la economía legal, etc., salvo la prostitución y los secuestros que son más bien propias de la Cosa Nostra siciliana. También llegan a controlar administraciones locales, lo que ha llevado al Gobierno italiano a disolver 28 municipios por infiltración mafiosa, pues la mafia busca obtener beneficios de la política, ya que al “proporcionar” votos al representante político, éste se encuentra en “deuda” con el grupo criminal desde entonces, y si la ignora, será “sancionado” (al principio sufrirá amenazas y llegado el caso, incluso puede ser asesinado). Las mafias italianas también disponen de una gran implantación internacional, en 42 países del mundo, entre ellos los más importantes de Europa (España, Francia, etc.) y Estados Unidos. También, las mafias italianas se caracterizan por la inmensa opulencia de dinero de la que disponen sus miembros y dirigentes.

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En primer lugar, señalamos la importancia de la Cosa Nostra, una de las bandas mafiosas más importantes y conocidas de Italia, instalada principalmente en Sicilia, contando con 120 entidades criminales, la mitad de ellas en la provincia de Palermo, con unas 3.000 personas implicadas. Tradicionalmente ha sido una organización jerárquica, con una estructura piramidal de la que derivan todas las decisiones. Está relacionada, según Salvatore Luppo, con la alta política y los grandes negocios, su intención es aprovecharse de la debilidad del Estado y es una organización bastante antigua pero que no teme la modernidad. Desde los golpes policiales y las guerras por la droga a inicios de los años 90, la Cosa Nostra ha sufrido importantes cambios en su estructura, especialmente bajo el liderazgo de Bernardo Provenzano, que fue su líder desde 1993 a 2006, año en que fue detenido por la Policía italiana. El “capo” Provenzano, alias “Binnu”, reformó la organización criminal, prohibiendo los protocoles de iniciación, Boletin Informativo 2012


UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS cambiado o erradicando directamente las familias, relevando a sus hombres de confianza, cambiando el mando de la Cosa Nostra, etc. Así pues, era necesario para esta mafia siciliana crear una nueva organización que fuera clandestina y resultara desconocida para las fuerzas policiales. Igualmente, a Provenzano no le tembló la mano a la hora de ordenar el asesinato de magistrados, policías e incluso mafiosos que no querían someterse a su estrategia pero, igualmente, acabó con las luchas intestinas en el seno de la Cosa Nostra. Así, “Binnu” obtuvo un férreo control sobre toda la mafia siciliana, impuso una dura “omertà”, controló todos los mercados de Sicilia y ha extendido el “racket” sobre las empresas y comercios de la isla. Finalmente, desde su arresto en 2006, el Tribunal de lo Criminal de Palermo ha abierto un proceso contra Provenzano y su antecesor, Salvatore Riina, por la masacre en Viale Lazio, en la que los dos últimos jefes de la Cosa Nostra están acusados de ordenar el asesinato de seis dirigentes de otras mafias de Sicilia; en esa línea, ambos están también implicados en las guerras entre los diferentes clanes de Cosa Nostra que han causado una gran cantidad de muertos en Palermo pero que han terminado con el triunfo del clan de los Corleone. Asimismo, no se conocen muchos detalles de la era post-Provenzano pero hay diferentes hipótesis para saber quién es dirige la Cosa Nostra: o se ha optado por la elección de un palermitano o de un trapanesi (de Trapani), o se ha decantado por una dirección colegiada. A pesar de la detención de Provenzano, la Cosa Nostra no está decapitada y sigue ejerciendo el 70-80% de extorsión sobre los comerciantes de Palermo; una prueba sería la “seguridad” de la que se benefician las joyerías de la Via Giovanni Meli de la ciudad, que no tienen sistemas de prevención contra los robos; así, se puede pensar que Palermo está bajo total control de la Cosa Nostra.

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El segundo grupo más conocido de la mafia italiana es la “Ndrangheta” o Sociedad Honorable de Calabria (sur de Italia), con 150 familias y 6.000 miembros. Es una mafia bastante extendida, domina el mundo rural y sus ritos de iniciación son un embrollo, pero ha sabido reorganizar sus tropas con el fin de no sufrir los problemas de dispersión de las familias de la Camorra napolitana, y es prácticamente impenetrable (no se conoce a arrepentidos de la Ndrangheta). Nacida en 1990 en Calabria, esta mafia practica actividades delictivas como el tráfico internacional de armas y drogas, el blanqueo de dinero y la extorsión sobre los comerciantes. El tráfico de estupefacientes es su principal actividad y con la que este grupo obtiene unos cuantiosos recursos financieros. También su fuerza procede del dominio sobre las adjudicaciones de obras públicas y el “racket” a la población. Los expertos ponen el acento en la impresionante capacidad de la mafia calabresa de infiltrarse en el entorno de la política, así como del impresionante despliegue de sus actividades, tanto en el territorio bajo su “competencia”, pero también en el norte de Italia (Lombardía) o fuera de su país. Así, en Europa tienen presencia en Francia, Suiza y, sobre todo, en Alemania; en este último país, la mafia calabresa controla multitud de hoteles en la región de Sajonia y las costas del Mar Báltico, con el objetivo de blanquear dinero, llegando incluso a invertir en la Bolsa de Francfort. De todas formas, el crimen más importante que la mafia calabresa ha provocado fuera de Italia acaeció en agosto de 2007: seis italianos fueron asesinados en la estación alemana de Duisburgo en el marco de las guerras entre clanes mafiosos. Igualmente, la Ndrangheta tiene fuertes vínculos con el terrorismo y ha empleado este método violento contra cargos públicos de Calabria: en octubre de 2005 fue asesinado el vicepresidente de la Región de Calabria, Francesco Fortugno, que había declarado la guerra a la Ndrangheta, así como ha habido 323 atentados o tentativas de ataques contra cargos públicos. Asimismo, el 23 de mayo de 2008, los carabineros italianos arrestaron al supuesto líder de la Ndrangheta, Giuseppe Nirta, al sur del país, lo que supuso un duro golpe para la mafia calabresa. El tercer gran grupo de la mafia italiana es la Camorra, instalada en Nápoles. Es el único grupo mafioso de naturaleza completamente urbana de Italia, si bien el resto de la provincia napolitana y de la región de Campania no son inmunes al fenómeno mafioso, como demuestran la multitud de municipios disueltos por Roma por la infiltración que los criminales han practicado en los mismos. La Camorra carece de jerarquía, está atomizada al estar formada por grandes grupos independientes, si bien se cree que está compuesta por 100 clanes criminales y cerca de 6.000 miembros. Asimismo, posee un “tribunal arbitral” para evitar las luchas entre clanes, muy frecuentes para obtener el control de un territorio determinado y que han estallado con especial virulencia desde el año 2000. La falta de unidad en la Camorra, paradójicamente, ha dificultado la labor de las fuerzas de seguridad en su lucha contra la mafia napolitana. A diferencia de la clandestinidad de la Ndrangheta y la Cosa Nostra, la Camorra se exhibe sin rubor alguno por las calles de Nápoles. Cada grupo de la Camorra dirige una serie de actividades ilícitas concretas, tales como las sociedades “holding”. Las actividades practicadas por la Camorra son, principalmente, el contrabando de tabaco (muy extendido en Nápoles), el tráfico de seres humanos, de drogas, de armas, de carne, el “racket” (cerca del 50% de los comerciantes están Crimen Organizado

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bajo chantaje mafioso), juegos clandestinos, fraudes a la Unión Europea, etc. Otra destacada actividad de la Camorra es el control del transporte y tratamiento de los desechos orgánicos y de las basuras de Nápoles para traficar con los mismos; Jean-François Gayraud señala que la gestión de las basuras por parte de la Camorra explica, a su juicio, la contaminación y los problemas medioambientales de la capital de Campania. Hace unos meses, precisamente, la Camorra paró unilateralmente la recogida de basuras durante varios días, lo que provocó importantes problemas de salud pública en la ciudad pero también un gran escándalo político, pues se acusó al presidente de Campania y ex alcalde de Nápoles, Antonio Bassolino, de ser cómplice con la Camorra y con la inaguantable situación. Sin embargo, la época en la que el Estado italiano no reprimía la Camorra acabó bruscamente con el asesinato de los jueces antimafia Falcone y Borsellino, de tal forma que Roma ha ordenado incluso el despliegue del Ejército en las regiones controladas por las mafias, también en Nápoles a pesar de que su presencia sea minoritaria en comparación a Sicilia y Calabria. La Camorra también tiene ramificaciones en Europa. Otro grupo mafioso es la Sacra Corona Unita, nacida en la prisión de Lecce en 1983 bajo la dirección del calabrés Giuseppe Rogoli, antiguo miembro de la Ndrangheta, de la que esta organización toma varios rituales. Tiene sus actividades, principalmente, en la región de Puglia, especialmente en la ciudad de Bari, y se ha extendido a lo largo de la salida del Mar Adriático, lo que facilita los contactos con la mafia albanesa. Está formada por 45 familias y cerca de 1.600 miembros. Practica el “racket” (el 50% de los comerciantes de Bari están bajo extorsión), así como el tráfico de drogas y de seres humanos, de armas y contrabando, si bien estas dos últimas actividades no son tan decisivas para la Sacra Corona Unita. Esta organización está presente en el norte de Italia pero también en otros países europeos como España, Reino Unido, Alemania, Bélgica o Montenegro. Por tanto, podemos concluir este epígrafe señalando que las mafias suponen un desafío para el Estado italiano y la sociedad civil de ese país. Hablamos de grupos criminales que han suplantado la presencia de la Administración civil. Hay, para Salvatore Luppo, una influencia de “lobbies” y asociaciones secretas, funcionamientos descarriados del aparato del Estado, una estrecha relación entre política, negocios y criminalidad, clientelismo, corrupción, etc. Los vínculos con los políticos han sido tradicionalmente intensos y han afectado a las élites políticas de Italia; un caso muy conocido es el del ex primer ministro y senador Giulio Andreotti, que en marzo de 1993 fue acusado por los magistrados de colaborar con la mafia, si bien fue finalmente absuelto en 1999; también destaca la incriminación de otros dirigentes de partidos políticos italianos, lo que demuestra, según Jean-Louis Briquet la revelación de una “grave crisis moral” en la República italiana. Por tanto, la fuerza de la mafia en el sur de Italia es indiscutible y funciona como un Estado paralelo al Estado italiano; de ahí que hayamos titulado este epígrafe “un Estado dentro del Estado”: una amenaza contra la que hay dos actitudes posibles: una lucha incondicional (practicada desde los años 90 del siglo XX por magistrados y fiscales de las ciudades afectadas por la mafia) o la “cohabitación” de un territorio “privatizado”, bajo la influencia directa de este grupo clava para comprender el crimen organizado.

LA CRIMINALIDAD ORGANIZADA RUSA: AL ASALTO DEL ESTADO TRAS LA CAÍDA DEL COMUNISMO

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En los países del antiguo bloque comunista y de la Unión Soviética, la transición a una economía capitalista y un Estado democrático y pluralista se ha consolidado en general para la sociedad, pero también para el crimen organizado. En Rusia el cambio de sistema se tradujo por un absoluto desentendimiento del Estado y una gran libertad de iniciativa que favoreció la afirmación de la mafia en el corazón de la economía rusa: Hélène Blanc señala Boletin Informativo 2012


UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS que en 1997, el 80% de

las la

diferentes mafias herederas de la época soviética economía nacional y sus inmensos recursos

controlaban naturales.

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Así pues, los criminales se beneficiaron de la nueva situación para comprar empresas privatizadas, accedieron a información privilegiada sobre la coyuntura económica y los mercados gracias a la participación de los “protomafiosos” en las actividades productivas de la URSS. La mafia rusa ha obtenido grandes beneficios de su estrecha relación con las élites políticas del Estado, lo que ha minimizado el problema que plantea al desarrollo de la democracia rusa: un sector importante de la población cree que la mafia es un “mal menor” que acaba con la pequeña criminalidad, lo que hizo posible un contacto entre las autoridades y los mafiosos para “mantener la calma” y el orden público, lo que demostraba la incapacidad del Estado ruso después de la caída del comunismo. La injerencia mafiosa se demostró, por ejemplo, cuando tras una serie de atentados de la mafia en Moscú en julio de 1996, el presidente Boris Yeltsin destituyó al presidente del Consejo de Seguridad justo después de que éste mostrase su intención de luchar de forma contundente contra la criminalidad organizada; también, el entonces líder del Partido Liberal Democrático, Vladimir Zhirinovsky, llegó a afirmar que estaba dispuesto a colaborar con la mafia “por el bien de Rusia”. La criminalidad organizada rusa se reorganizó cuando la privatización de bienes públicos, los vacíos legales, las oportunidades imprevistas y los pillajes violentos se acabaron. Esa reorganización profesionalizó e internacionalizó las antiguas 5.000 o 6.000 bandas de la mafia rusa. Así, el crimen organizado en Rusia ha mutado de forma importante con la aparición a escala rusa de un centenar de empresas criminales, estructuradas e internacionalizadas, con un “corazón” formado por unas 4.000 personas; la mayoría de esos grupos están implicados en la economía, mientras que otros se concentran en actividades como el “racket”, robos, etc. El crimen organizado de la antigua URSS se ha diversificado y está compuesto en un inicio por grupos étnicos (chechenos, georgianos, armenios, etc.) y después por los grupos tradicionales (Podolskaya o Pouchinskaya, entre otros), así como por los que están instalados en el extranjero. La mafia rusa tiene grupos implantados en las ciudades más importantes del país, si bien no controlan todo el territorio; su estructura está jerarquizada, organizada por especializaciones, y con una articulación similar a la de la Cosa Nostra. Para el Ministerio del Interior de Rusia y el Servicio Federal de Seguridad, la cabeza del crimen organizado ruso está dividida en 13 grandes “cárteles”, término preferido para Raufer y Quéré, porque según estos autores, estas organizaciones no tienen ni la perennidad ni la “cultura”, ni el arraigo de una mafia. Para Champeyrache, por el contrario, en la mafia rusa sí se encuentran las características indispensables para obtener la definición de “mafia”. Tras unos años 90 en los que la criminalidad organizada procedente de Rusia fue un aspecto inquietante para las fuerzas de seguridad de Europa, la llegada de Vladimir Putin al Kremlin en 2000 supuso el fin de la “tolerancia” del Estado ruso hacia la mafia. Sin embargo, también es cierto que el entonces presidente de Rusia se benefició de la lucha contra el crimen organizado para atacar al terrorismo checheno, a los enemigos políticos, a la oligarquía, etc. A pesar de todo, estos grupos mafiosos poseen hoy en día medios técnicos modernos (informática, transporte, nuevas tecnologías, etc.), información, un dispositivo criminal muy violento (practican la intimidación, los secuestros, los asesinatos, etc.). Ahora bien, hace falta señalar que la “élite” criminal de Rusia ha cambiado sus abusos de la última década del siglo XX. Actualmente está más “tranquila” y ataca cada vez menos la sociedad civil rusa, se dedica actualmente más a intimidar o corromper o que a asesinar, prefiere el control en lugar del asesinato o el secuestro. Sus objetivos primordiales son, hoy en día, las industrias y las infraestructuras estratégicas. La mafia rusa tiene como actividades delictivas principales el “racket” o “protección” de empresas, el pillaje y el negocio de las riquezas de los países (materias primas, minerales y metales raros o preciosos, pesca industrial, etc.) y el contrabando, el tráfico de seres humanos, de estupefacientes, de armas, de diamantes, de tabaco, de vehículos robados, la estafa; el secuestro a cambio de un rescate, el fraude en las aduanas, el pirateo informático, blanqueo de dinero (beneficiándose de la liberalización económica de Rusia, que se convirtió en uno de los países del mundo en los que se blanqueaba “dinero sucio”). Sin embargo, su gran especialidad es el fraude a las aseguradoras, a los sistemas de sanidad pública o a los impuestos del Estado. La mafia también está infiltrada en el sector bancario, y especialmente en el Banco Central de Rusia. Otro crimen verdaderamente horrible practicado por la mafia rusa es el tráfico de niños, que se convertían en mano de obra para el crimen organizado o bien eran tratados como una mercancía para darlos en adopción o incluso para practicar el transplante de órganos. También, tras la caída de la URSS había una mafia militar: para Hélène Blanc, los jefes militares del Ejército Rojo se entregaron rápidamente al enriquecimiento personal a todos los niveles, sobre todo aquellos que estaban en el seno de la ZGV Crimen Organizado

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(estacionada en la Alemania comunista). Y como ya hemos comentado, la mafia rusa se ha beneficiado sobremanera de las privatizaciones de empresas públicas. Así, como señala Patrick Brunot, en Rusia la mafia no practica solamente las actividades clásicas sino que también se interesa por todos los sectores generadores de beneficios fáciles e importantes en una economía no regulada. No podemos dar datos exactos de la magnitud de la mafia rusa pero en 2004, la Dirección de la Lucha contra el crimen organizado del Ministerio del Interior de Rusia tenía en sus registros cerca de 35.000 crímenes, y las fuerzas de seguridad llegaron a arrestar a 18.000 personas, los asuntos de corrupción aumentaron y, a inicios del año 2005, había cerca de 100 grandes entidades criminales que querían infiltrarse en la economía legal rusa. Fuera de Rusia, esta mafia está implantada por todo el mundo, y también, por su puesto, en Europa gracias a la apertura de fronteras, que favoreció de una forma importante la exportación de capitales, la circulación de personas y los intercambios y la actividad múltiple de los elementos criminales en otros países. En Europa hay ciudades que son las preferidas por el crimen organizado, como Londres, París, Amberes, Berlín, Francfort, Viena, Zurich, Praga o Varsovia. Por ejemplo, en los Países Bajos la mafia rusa es una amenaza muy importante para la seguridad y el orden público; las organizaciones criminales que vienen de Rusia en ese país están muy bien organizadas y están implantadas sobre todo para el blanqueo de dinero; para ello se infiltran en empresas oficialmente registradas, emplean el mantenimiento de contactos criminales con los representantes del Estado, con abogados, con otras sociedades criminales holandesas o extranjeras. En otros países del Benelux como Bélgica o Luxemburgo, la mafia rusa actúa: en el reino belga, especialmente en Amberes; hay grupos bien organizados que practican todas las actividades inmobiliarias, hostelería, bancos, acciones en la Bolsa, en los casinos, etc. La mafia rusa actúa también en Italia, país que es víctima, como ya señalamos, de su propia criminalidad organizada. Francia tampoco está libre del crimen organizado ruso, tanto que se han producido ajustes de cuentas, arrestos múltiples, etc.; a finales de la década de los años 90, el Gobierno francés demostró ya su inquietud: en 1996, la Dirección Central de Informaciones Generales del Ministerio del Interior redactó un informe sobre “La criminalidad organizada de los países de Europa del Este”; así, la organización de la mafia rusa en Francia estaba dividida en cuatro niveles: bandidos (practican el “racket” y reúnen fondos para la organización) y sus jefes se encuentran después, mientras que el tercer está formado por aquellos que crean sociedades anónimas y de fondos de inversión para recibir capitales procedentes de Rusia; y finalmente, se encuentran las organizaciones criminales que exportan capitales de Rusia, los depositan en cuentas bancarias y los invierten en negocios variados. Igualmente, los magistrados de instrucción han acordado la elaboración de una lista de hombres de negocios rusos que pueden estar relacionados a la mafia y que pretender venir a Francia; Nadine-Marie Schwartzenberg señala que un muy conocido escrito ruso figura en esa lista pero las autoridades han decidido no revelar su nombre. Por tanto, la mafia rusa es también un fenómeno muy importante y muy grave para las fuerzas de seguridad europeos, y es por ello que Hélène Blanc insiste sobre la necesidad de ser conscientes de la amenaza real de ese “totalitarismo mafioso”, crear instituciones policiales y judiciales comunes y una legislación única. Pero nuestro siguiente epígrafe será sobre una de las actividades más practicadas por todos los grupos del crimen organizado que actúan en Europa.

EL TRÁFICO DE ESTUPEFACIENTES EN EUROPA: EL CRIMEN ORGANIZADO SUMINISTRANDO AL MERCADO DE LA DROGA El mercado ilícito de drogas tiene una gran importancia y a pesar de que es una actividad practicada por la mayor parte de lo grupos de la criminalidad organizada, en nuestra opinión merece un epígrafe aparte en este estudio. Lo demuestran las cifras: el experto de la Sección para la Prevención del Terrorismo de la Oficina contra la Droga y el Crimen de la ONU, Alex Schmid, señala que el tráfico de drogas mueve alrededor de 400 billones de dólares, la misma cantidad que la industria legal farmacéutica; y, como señala el director del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (OEDT), Georges Estievenart, está claro que las drogas se han convertido en “uno de los mayores desafíos para las sociedades contemporáneas” porque es un fenómeno que se da a escala mundial. 12

El Viejo Continente es una de las regiones mundiales vitales para el consumo de diferentes drogas: los países europeos han observado un importante aumento del abuso y el tráfico de estupefacientes. Por ejemplo, Europa es uno de los mercados más importantes de droga sintética de fabricación ilícita de todo el mundo al tener un gran eco entre bastantes jóvenes europeos y al ser fabricadas a partir de Boletin Informativo 2012


UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS la adulteración de un producto químico, la efedrina, no de una planta natural, lo que evita grandes riesgos para los traficantes; especialmente, esta adulteración en laboratorios es fuerte en Italia, España, Francia, Alemania, Países Bajos y Finlandia pero también en la Europa del Este. El continente europeo también es una zona importante para el tráfico mundial de drogas: el opio producido en Afganistán se transforma en heroína “in situ” o en los países vecinos, para ser enviada hacia Europa por Turquía y la ruta de los Balcanes, una vía que según Alain Labrousse concentra el 70-80% de la llegada de la droga en Europa; la otra ruta de la droga se hace a través de Rusia, Polonia o los países bálticos.

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Por tanto, el mercado de drogas, también en Europa, es cada vez más complejo y, al mismo tiempo, muestra una diferencia notable entre países productores y países consumidores. En Europa el tráfico de heroína está bajo el control de grupos turcos, kurdos, albaneses y pakistaníes; estos últimos controlan el norte del mercado inglés mientras que el sur de la antigua Unión Soviética está en manos de grupos turcos. Es necesario señalar, según Alex Schmid, que la mayor parte de los traficantes están bien conectados entre sí e implantados en Europa, obteniendo grandes éxitos gracias a la corrupción. Mientras, el cannabis, que también se consume de forma importante en Europa, procede especialmente de Marruecos, seguido de lejos por Asia Central y Líbano; a inicios del siglo XX, España era el país del mundo que más cannabis compraba y consumía. Mientras, la cocaína experimentó un importante crecimiento de su demanda en Europa (aunque todavía lejos de Estados Unidos, su principal consumidor); procede principalmente de Colombia, Perú y Bolivia, esto es, de América Latina. El tráfico de la cocaína que procede de Hispanoamérica está dominado por los cárteles de Medellín y Calí de la producción al comercio a gran escala, incluyendo la distribución en Europa, siendo luego “descentralizado” el mercado. Los grupos de traficantes colombianos actúan en células formadas de 10 a 25 personas, las cuales controlan un sector del tráfico: el transporte, el almacenamiento, la distribución o el blanqueo del dinero; el jefe de cada célula está bajo las órdenes del “director regional” del Cártel, que está a su vez bajo la dirección de su mando en Colombia. Las escalas más altas tienen la confianza de los asociados o de los miembros de las familias. Las células están también formadas por extranjeros como dominicanos o cubanos, implicados en el mercado “al por mayor”, dejando el mercado de la droga en la calle a otros grupos étnicos. Las vías de distribución son en muchas ocasiones marítimas, como las que permiten la entrada de la cocaína de América Latina en Europa a través del Caribe; o bien, son aéreas. Pero también toman caminos diferentes; por ejemplo, las “fábricas” de producción del hachís en Marruecos abandonaron la zona del Rif para irse a la costa mediterránea, donde la droga es cargada directamente en embarcaciones ligeras que poseen potentes motores; una vez que la droga llega, principalmente a España, se distribuye en automóviles que la distribuyen en diferentes países europeos. Pero este tráfico de drogas es posible gracias a los grupos criminales organizados. De hecho, el tráfico de drogas en Europa permanece bajo el control de grupos del crimen transnacionales, y es que también las redes internacionales de traficantes diversifican sus actividades. Como señala Labrousse, los territorios sobre los que se desarrollan las culturas de la cocaína, de la adormidera o del cannabis son objetivos económicos o geopolíticos de una gran importancia. La práctica del tráfico de drogas respondería entonces a una definición dada en general a la geopolítica de las drogas: un conflicto de poder por el control de territorios, de las riquezas que encierran y de los hombres que producen las plantas, si bien en el caso de la droga, los objetivos geopolíticos no conciernen únicamente a los territorios. Es una cuestión de tal importancia que el experto alemán Berndt Thamm ha dicho que en 2002, cerca de 1,5 millones de personas pertenecían a miembros de grupos criminales que tenían relación con el tráfico de drogas al ser un ámbito muy lucrativo. La mayor parte de los grupos traficantes están implantados en tres o más países, practican multitud de actividades delictivas, utilizan la violencia y consideran la corrupción (especialmente, sobre la política) como una fuente fundamental para continuar sus actividades ilegales. Michel Kokoreff describe el proceso de crecimiento de los grupos traficantes de drogas: todo comienza con la creación de la banda organizada, que pasa la droga a los “clientes-mayoristas”, es distribuida por los “transportistas-repartidores” y la reciben los “depositarios” de drogas y los revendedores, que la introducen en el mercado. El aumento de grupos dedicados al tráfico de estupefacientes implica también a grupos terroristas, extremistas políticos, etc. Así pues, es un tráfico practicado, en general, por organizaciones muy estructuradas e internacionalizadas (mafia, cárteles, triadas chinas, etc.). Ahora bien, se puede encontrar también un marco propicio para esta actividad delictiva en las periferias problemáticas de las grandes ciudades donde tienen arraigo pequeños malhechores bien organizados; igualmente, puede ser perpetrada por individuos “honorables” Crimen Organizado

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integrados en la vida socioeconómica que pueden beneficiarse de sus desplazamientos profesionales en el extranjero y traer la droga. Como hemos dicho, el término “tráfico en banda organizada” viene a señalar y a poner de relieve una organización estructurada y piramidal; pero Kokoreff dice que esas relaciones no son solamente “jerárquicas”, pues hay en esta organización “cortocircuitos”, redes paralelas que emergen de la violencia, de los adulterios y de venganzas. Así, si todos los miembros de la red no disponen de las mismas competencias, podemos encontrar en el tráfico local ciertas características de ese tráfico en red: división del trabajo en aumento, con el carácter “profesional” de los “superiores” (en especial, distribuidores, contratistas y revendedores), llevando luego a cabo operaciones de blanqueo para beneficiar a las redes familiares, practicando un clima de extorsión, miedo y violencia, “despachando” en los lugares de reventa y contratando a los “manitas” o empleados de base de la red. Según Kokoreff, tres equipos comprenden cada uno tres o cuatro personas trabajando por turnos, y se benefician de un acuerdo entre ellos, a razón de una rotación cada poco tiempo y de la clandestinidad, lo que no debe disimular, para este autor, la pertenencia de esos protagonistas a entornos sociales heterogéneos. Al mismo tiempo, debemos señalar que la mayor parte de las organizaciones criminales de la droga hoy se dedican a la oferta de una gran variedad de “productos” para el mercado nacional e internacional. Así responden de una forma inmediata a la “demanda” y ofrecen un aumento de las nuevas tendencias para el consumo. Y es que los traficantes de droga no tienen dudas en cambiar otros productos del contrabando para llevar al mercado lo que “demanda”. Por tanto, para acabar con este tráfico de drogas, la Unión Europea, a finales de los años 90 puso en marcha una política de lucha contra esta criminalidad en centro de la cual se ha cambiado la noción “ruta” por la antigua de “país vulnerable a la droga”. Esta estrategia está en el centro de atención de un primer Plan de Acción (2000-2004), prorrogado hasta 2010. Consiste, especialmente, en elaborar líneas de contención implantadas en “círculos concéntricos” en las rutas señaladas. Así, se aplica en América Latina, donde los proyectos contra la cocaína son financiados en los países productores del continente o por los países que sufren el tráfico terrestre o marítimo de estupefacientes. Pero el objetivo principal de este plan es la ruta que procede de Afganistán, para luchar contra la heroína aprovechando que ese camino atraviesa algunas regiones bajo intervención geográfica de la Comisión Europea. Para ello, la UE ha establecido el reseñado sistema de “filtros” represivos concéntricos: el primer círculo está situado en Afganistán, centro de la producción mundial de opio; después, el segundo nivel se concentra en sus países vecinos (Tayikistán, Irán, Pakistán, Uzbekistán, etc.); el tercer nivel es el de los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI, países de la antigua URSS), las naciones balcánicas, Turquía, India y China. Los proyectos ejecutados son: asistencia legal, control fronterizo, formación de fuerzas de seguridad, etc., con los programas TACIS (Rusia), CADAP (Asia Central), SCAD (Cáucaso) y BUMAD (países miembros de la antigua URSS). Por tanto, como señala Alain Labrousse, la Unión Europea (al igual que Estados Unidos) han tomado conciencia de los retos geopolíticos de las rutas del tráfico de drogas, y es por ello que han decidido luchar contra los traficantes en su terreno, para evitar que sean ellos mismos víctimas de la droga pero también por la cooperación con sus vecinos productores para poner fin al tráfico transnacional, sobre todo, porque según ese autor, la explosión de ese mercado en Occidente es el resultado de la degeneración de algunos conflictos en Asia, en los Balcanes y en África.

CONCLUSIÓN A lo largo de este artículo hemos estudiado un fenómeno cada vez más creciente. En un principio hemos mostrado las diferentes definiciones que hay para comprender qué es la criminalidad organizada, dependiendo de las diferentes organizaciones: las más importantes son aquéllas dadas por la ONU y la UE, sobre todo esta última, porque describe de una forma detallada las características que pueden ser útiles para identificar un grupo criminal. Después de describir las actividades practicadas por el crimen organizado (tráfico de drogas, de seres humanos, blanqueo de dinero, etc.) y que son comunes para casi todos los grupos, hemos puesto el acento en la importancia decisiva del carácter trasnacional de esta criminalidad, que se beneficia del proceso de globalización. 14

Así pues, es innegable que el crimen organizado está experimentando un gran auge por todo el mundo, pero sobre todo en la región objeto de nuestro estudio: la Unión Europea. Hemos explicado las actividades y el funcionamiento de tres grupos concretos de la criminalidad organizada en el Viejo Continente. Quizá, el más conocido es la mafia italiana, que practica la “policriminalidad” y que “controla” con diferentes medios el sur del país transalpino, contando algunas veces con la complicidad de las autoridades, sobre Boletin Informativo 2012


UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS todo locales. También, la mafia rusa, que se ha beneficiado de la caída de la tiranía soviética para asaltar el Estado ruso, controlando muchas de las actividades económicas del país y, tomando una participación decisiva en las empresas públicas que fueron privatizadas en los años 90, durante la era Yeltsin. Finalmente, el tráfico de drogas, a pesar de ser una actividad practicada por la mayor parte de los grupos criminales, le hemos dedicado un epígrafe aparte en el presente estudio puesto que implica a muchas bandas armadas y Europa es un centro fundamental para la distribución y compra de estupefacientes.

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Por tanto, en la UE la criminalidad organizada ha alcanzado un enorme auge que no se vislumbra pueda disminuir. Las causas de este “boom” de este tipo de crimen son variadas, suelen estar relacionadas con la globalización, un proceso del que estos grupos se han beneficiado sobremanera. Ello en la Unión Europea se hace manifiesto, con unos delincuentes que se aprovechan de la Europa sin fronteras del “Espacio Schengen”, en el que, sin embargo, las fuerzas de seguridad y la Justicia se encuentran “atrapadas” por las fronteras nacionales y sus respectivas legislaciones. Así pues, el ansiado espacio europeo de libertad ha devenido en parte en un “espacio europeo de inseguridad”. De ahí que la UE haya decidido reaccionar tomando una serie de medidas como la creación del mandato de detención europeo, el reconocimiento mutuo de pruebas, la creación de Eurojust (que podría ser un embrión de una justicia europea, con magistrados a nivel continental) y Europol (que debería ser un primer paso hacia una policía europea). Por tanto, los Gobiernos de la Unión Europea deben tomarse en serio esta amenaza, porque el Viejo Continente está en un momento decisivo. Si se deja que las bandas del crimen organizado se consoliden en Europa, se corre un riesgo: que penetren en las instituciones (como en Italia y Rusia), ocupando territorios y creando sistemas criminales que pretenden reemplazar al Estado (con el “racket”, una supuesta protección contra la pequeña delincuencia). Si todo ello se permite, la seguridad de los ciudadanos europeos pero, sobre todo, la supervivencia del sistema democrático y del Estado de Derecho, estarán en peligro. Así pues, hay consenso entre los expertos sobre la conveniencia de que los Ejecutivos de la Unión tomen medidas tales como: establecer un control cada vez más estricto de las fronteras comunitarias, desarrollar unidades especializadas en la lucha contra el crimen organizado, utilizar la innovación tecnológica, incrementar la cooperación internacional, emplear la colaboración de los ciudadanos, endurecer la legislación penal (que es la competente en esta materia) y aumentar la capacidad legal de actuación de las fuerzas policiales. Todo ello debe estar englobado en una estrategia global contra el crimen organizado. Europa y el mundo no pueden esperar.

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Crimen organizado y altos costos manchan a El Salvador Instituto Costarricense sobre Drogas

http://www.estrategiaynegocios.net/2011/11/10/crimen-organizado-y-altos-costos-manchan-a-elsalvador/

La competitividad del país se va en picada, nueve puestos ha bajado el país respecto al 2010

*Información de Diario El Mundo – El Salvador, Los resultados arrojados por el último Informe Global de Competitividad del Foro Económico Mundial revelaron una “deteriorada competitividad” de El Salvador, causada por varios factores, entre los que destacan el crimen organizado y los altos costos que implica el problema de la criminalidad y la delincuencia. Este año el país se ubicó en el puesto 91, lo que representa una baja de nueve posiciones en la evaluación respecto al 2010; además, con este resultado El Salvador es superado por las restantes naciones centroamericanas, con excepción de Nicaragua. El informe fue presentado por la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), en conjunto con el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae). La evaluación, que se realiza en base a 113 indicadores resumidos en 12 pilares claves para la competitividad, determinó que el país tuvo bajas en los aspectos relacionados con la institucionalidad, deficiencias en la educación, innovación empresarial e inestabilidad política. Por otra parte, Fusades destacó que temas como la infraestructura aeroportuaria, la intensidad de la competencia local y el grado de orientación al consumidor arrojaron resultados favorables para la competitividad. Además, la solidez bancaria y la poca restricción a los flujos de capitales se ubicaron en posiciones positivas. A nivel latinoamericano se destacaron países como Chile y Panamá, en las posiciones 31 y 43, respectivamente. * http://www.elmundo.com.sv/economia/20736-el-pais-desciende-en-competitividad.html Crimen Organizado

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Diagnóstico investigativo del impacto del crimen organizado en la frontera Costa Rica – Panamá1 http://www.flacso.org/fileadmin/usuarios/documentos/Publicaciones/Sergio%20Moya.pdf

Sergio I. Moya Mena, Secretaría General–FLACSO Las fronteras son el Talón de Aquiles de los estados en cuanto al control de las actividades criminales. El crimen organizado opera ampliamente en Centroamérica, de manera cada vez más compleja y aprovechando las debilidades en el accionar del Estado y su limitada presencia en la frontera Costa Rica-Panamá. Este territorio muestra grandes rezagos en cuanto a desarrollo social, significativas vulnerabilidades geográficas y climáticas y gran cantidad de puntos ciegos y cruces irregulares. Hay también importantes vulnerabilidades en materia de seguridad: falta de personal, puestos oficiales en muy malas condiciones, carencia de equipos adecuados, etc. A partir de experiencias como la de México, valorar la acción del crimen organizado en las fronteras como un problema de criminalidad local y no como una amenaza a la gobernabilidad es un grave error. Aunque en la frontera sur no se presentan -todavía- situaciones de violencia generalizada por guerra entre bandas o carteles, el crecimiento del fenómeno del sicariato debe ser considerado por las autoridades como una grave advertencia de lo que puede pasar si los “espacios vacíos” que ha venido dejando el estado siguen siendo aprovechados por el crimen organizado. A partir de la deficiente presencia del Estado y de la ausencia de políticas públicas de desarrollo integral, afrontar los desafíos que presenta la frontera en materia de seguridad, implica una visión integral, que trasciende la mera responsabilidad de los cuerpos de seguridad y la dotación de medios adecuados para desarrollar sus tareas. Implica considerar elementos como prevención, planeación urbana, uso del suelo, sostenibilidad ambiental, expansión de los servicios de salud y educación, planes de desarrollo transfronterizos, etc. El enfoque holístico de la seguridad humana podría ser un perspectiva útil que permita a las autoridades nacionales y locales diseñar un nuevo marco analítico de los problemas de la frontera sur.

Tráfico de drogas El narcotráfico es sin duda el principal problema de crimen organizado en Costa Rica. Al incremento en los decomisos de cocaína que alcanzaron los 32.000 kilos en el año 2007, se une el aumento en el consumo local de drogas y el crecimiento del sicariato. Estos elementos están asociados al hecho de que el país es parte del Corredor Centroamericano, trayecto por donde circula el 90% de la cocaína que ingresa a los Estado Unidos. Las rutas utilizadas para llevar la droga hasta su destino final implican tres modalidades: a) la marítima, por medio básicamente el uso de lanchas rápidas tipo Eduardoño que salen desde puertos colombianos como Buenaventura, el área del Chocó o bien de puertos panameños como Armuelles, con rumbo al noroeste, ya sea Guatemala o México. b) La aérea, que implica el uso de los convencionales “burros o mulas” que ocultan el cargamento en su equipaje o en sus propios cuerpos y modalidades relativamente nuevas como el uso de servicios de entrega rápida o “couriers”. c) Finalmente la ruta terrestre, que aprovecha la infraestructura de la Carretera Interamericana para introducir la droga en cargamentos de hasta 300 kilos, generalmente en vehículos livianos que eluden los retenes policiacos.

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La frontera sur es un escenario fundamental en estas rutas de la droga. Especialmente importante es el cantón de Golfito, que se ha convertido en una área de abastecimiento o descarga para las lanchas que transportan droga. En la costa pacífica es notable cómo el narcotráfico se aprovecha de las dificultades económicas que vive el sector pesquero para extender sus redes: los narcotraficantes 1 Este documento consiga algunos hallazgos de las investigación llevada a cabo por el consultor para la el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas, IEEPP.

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UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS pagan a los pescadores artesanales de $6.000 a $10.000 dólares por cada re-abastecimiento de combustible, muy por encima de los $400 dólares que puede constituir el ingreso mensual promedio de un pescador. Las lanchas suelen también cambiar de bandera para despistar a las autoridades. En general, este tipo de operativos suelen contar con un nivel de logística muy complejo.

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Un fenómeno ligado al bodegaje es el que los carteles no están pagando sólo con dinero, sino también con mercancía a las organizaciones que los ayudan en el transporte, lo cual fortalece el mercado y consumo de la droga a nivel local. Esto resulta muy preocupante, pues en muchos casos se trata de crack y otras drogas muy dañinas que crean muchos problemas de violencia. Como lo muestra el Estudio de Opinión Pública 2009-2010 realizado por la FLACSO2, un 74% de los costarricenses cree que siempre o casi siempre hay venta de drogas en su comunidad. El narcotráfico en Costa Rica está crecientemente copado por organizaciones criminales transnacionales mexicanas como el Cartel de Sinaloa, el Cartel del Golfo e incluso Los Zetas. Estas organizaciones han hecho del país un punto de encuentro para mercadear cargamentos de cocaína con sus socios de Colombia y se reparten el territorio costarricense en áreas de influencia. Resulta preocupante que la alta demanda por drogas en los EE.UU. y la incidencia de las estrategias de interdicción asociadas a la Iniciativa Mérida en el norte y el Plan Colombia en el sur, han venido generado un desplazamiento de la actividad de los carteles hacia Centroamérica, creando un “efecto tenaza”, que termina constituyendo una grave amenaza para Costa Rica. Asociado al tráfico de droga por vía marítima y posiblemente por vía terrestre, las autoridades vienen observando en el país un fenómeno nuevo, que es el bodegaje de droga que luego es reexportada hacia los mercados consumidores. Costa Rica es un punto estratégico, a medio camino entre la salida de la mercancía y el punto de destino, convirtiéndose en un área clave para estas organizaciones. Los mexicanos vienen aquí para recoger su mercancía o para diseñar las rutas para enviarla hacia México y Estados Unidos. Pese a los esfuerzos realizados, el país muestra una notoria incapacidad para hacer frente al fenómeno del narcotráfico, cuyas bandas siempre “van adelante” en cuanto a disposición de recursos tecnológicos y capacidad logística, lo cual contrasta de forma abismal con los recursos con que cuentan los cuerpos de seguridad. Ejemplo de esto es el Servicio Nacional de Guardacostas: (SNG) el 50% de las naves del SNG son obsoletas o se encuentran permanentemente averiadas, siendo necesaria una inversión de al menos $30 millones de dólares para remozar la flota.

Trata de personas Costa Rica se ha convertido también en país en fuente, tránsito y destino para mujeres y niños víctimas de la trata con objetivos de explotación sexual comercial y en menor medida como fuente, tránsito y país de destino para hombres, mujeres y niños víctimas de la trata en el trabajo forzado, especialmente en la agricultura, la construcción, la industria pesquera, y en servicios domésticos. La trata es un delito complicado y difícil de perseguir, pues al desarrollarse en muchos espacios geográficos de la región y nacionales, se capta sólo una pequeña parte de la conducta. Identificar y atender a las víctimas es además, un proceso complicado. Se trata fundamentalmente de mujeres de Nicaragua, Colombia y República Dominicana. En el caso de estas últimas, el motivo de la trata es casi siempre la explotación sexual. Muchas ingresan ilegalmente al país desde Nicaragua con el objetivo de formalizar un matrimonio con algún costarricense (matrimonios por poder). Otras poblaciones- víctimas son ciudadanos orientales y recientemente africanos, cuyo ingreso al país fue detectado por las autoridades migratorias de Costa Rica, desde inicios de 2008, a través de rutas que involucran a países como Brasil y Colombia. La trata de personas en Costa Rica, también, hace de la frontera sur uno de los territorios clave para el ingreso de indocumentados. La mayoría ingresa por los pasos de Paso Canoas y Sabalito, a partir de los cuales se accede a rutas de acceso secundarias que les permiten evadir los puestos de seguridad. Las respuestas estatales al problema de la trata en los últimos ocho años han sido notables, especialmente en cuanto a las reformas legales que protegen a las víctimas y cierran ciertos portillos que permitían “esconder” el fenómeno, hasta procesos de modernización tecnológica que apuntan a fortalecer la seguridad documental. Desde el gobierno se han implementado varios proyectos de prevención, 2 Disponible en www.flacso.org

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protección y atención a las víctimas de la trata de personas en el país, que han contado con el apoyo de diversas ONG’s. En febrero de 2009, la Asamblea Legislativa aprobó la legislación para modificar el artículo 172 del Código Penal para tipificar como delito todas las formas de la trata de personas. Más adelante en agosto de 2009, se aprobó una nueva Ley de Migración que incorpora nuevas medidas para la protección a las víctimas de la trata. Sin embargo, son necesarios esfuerzos adicionales de coordinación con gobiernos de la región (especialmente con Colombia, República Dominicana y Nicaragua). Es necesario también mejorar los mecanismos existentes en cuanto a protección y atención de las víctimas.

Tráfico de armas En cuanto al tráfico de armas, no es -hasta la fecha- una de las principales actividades del de crimen organizado. Sin embargo, es necesario atender el problema del ingreso al país de armas pequeñas, que son traídas al país por importadores y armerías en procesos que están poco controlados por las autoridades.

El problema de la corrupción El poder del dinero le da al crimen organizado la capacidad de infiltrar y corromper las distintas instancias del Estado. Importantes casos de corrupción se han visibilizado en la policía en los últimos años, aunque también se han presentado situaciones anormales en el Poder Judicial. La corrupción se constituye en uno de los flancos más débiles en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado en general. Las malas condiciones de trabajo, los bajos salarios y la tentación de ingresos cuantiosos resultan factores que crean condiciones idóneas para que corrupción se desarrolle. Deben entonces atenderse de manera directa estos factores de manera preventiva.

La cooperación internacional Aunque en los últimos años los Estados Unidos han venido siendo el principal cooperante en materia de lucha contra el narcotráfico, la ayuda proporcionada por ese país no es suficiente para atender todas las necesidades del país en materia de interdicción, adiestramiento, vigilancia, etc. Se hace necesario un proceso de concientización regional sobre la necesidad la ampliar la cooperación que Centroamérica recibe en el marco de instancias como la Iniciativa Mérida, que privilegia a países como México y no considera con suficiente interés la centralidad que tiene el Corredor Centroamericano en la lucha contra el narcotráfico. Igualmente se necesita profundizar los esfuerzos de vigilancia, intercambio de información y cooperación con países como Colombia, Nicaragua, Ecuador, Perú y la Unión Europea. La contundencia del reto que supone el crimen organizado ha generado algunas respuestas, que aunque positivas, no terminan de generar una política integral de contención del crimen organizado. La creación de la Fiscalía Adjunta Contra el Crimen Organizado del Ministerio Público y la aprobación de la Ley contra la delincuencia organizada son pasos importantes.

Incorporar a los gobiernos locales Definir una política integral contra el crimen organizado que trascienda los esfuerzos dispersos que se han venido haciendo en diversas instituciones del Estado es el principal reto. El fortalecimiento de la legislación es importante, lo mismo que el aumento de los recursos económicos para la los cuerpos de seguridad, pero debe también incluirse el componente de la prevención del crimen organizado, ámbito donde existe un amplio rango de políticas que se podrían coordinar con los gobiernos locales.

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La tradicional consideración del tema de la seguridad como algo que compete estrictamente a las autoridades centrales y al Ministerio de Seguridad, ha impedido que desde los gobiernos locales, éste tema se asuma como una responsabilidad directa. Hasta el momento no hay más que débiles procesos de construcción doctrinaria sobre el rol de los gobiernos locales en el mejoramiento de la seguridad ciudadana. La incursión de los gobiernos locales en materia de seguridad ciudadana es una tarea relativamente nueva y se concentra fundamentalmente en iniciativas como la policía municipal.

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UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS Casi todas las autoridades municipales entrevistadas en esta investigación reconocen que hay presencia del crimen organizado en sus cantones, aunque en ninguno de estos se han implementado políticas para enfrentar esta situación. La renuencia para llevar a cabo acciones dirigidas a combatir la criminalidad organizada en sus diferentes manifestaciones, obedece a distintos factores, desde la limitación evidente de sus competencias, hasta la reserva constitucional de los temas de seguridad a los cuerpos de policía con exclusividad. Además, estos municipios tienen una agenda saturada de trabajo que tiene que ver con las competencias tradicionales.

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Una política integral contra el crimen organizado debe incorporar a distintos actores en el ámbito y dentro de estos a los gobiernos locales de forma prioritaria. Distintas experiencias internacionales demuestran la factibilidad de implementar políticas desde lo local que apunten a la prevención, recuperación de espacios públicos e infraestructura, fortalecimiento del trabajo conjunto con el Ministerio Público, etc.

Otras propuestas Siendo amplias las vulnerabilidades, es también amplio el rango de propuestas que se pueden plantear para hacer frente al problema del crimen organizado. Lo fundamental es definir políticas públicas que logren aumentar las capacidades de los Estados y de las sociedades centroamericanas para enfrentar la amenaza. - Se requiere un cambio de actitud de los formuladores de las políticas de seguridad, que han subestimado el potencial que tienen las autoridades locales, no sólo en la formulación de propuestas, sino también como socios en la prevención. - La amenaza del crimen organizado no se resuelve simplemente poniendo más efectivos de seguridad en las calles, el caso de México es muy claro en este sentido, pero la ausencia del Estado (en términos de presencia policial en la frontera) explica ciertamente una de las condiciones que son aprovechadas por las bandas para desarrollar sus actividades ilícitas. - Los esfuerzos de interdicción deben fortalecerse facilitando la labor del SNG y de la Sección Aérea del Ministerio de Seguridad con nuevos equipos que reemplacen a las naves obsoletas con que actualmente cuenta. Esto implicaría -al menos- triplicar el presupuesto anual de esas entidades. - Es necesario atender a los grupos sociales o económicos vulnerables a la penetración del narcotráfico, como los pescadores, que deben seguir recibiendo el subsidio en combustible aunque debe implementarse lo antes posible el sistema de posicionamiento global de las embarcaciones. - Redoblar los esfuerzos para investigar y procesar los delitos de la trata, y asegurarse de condenar y sentenciar a los responsables de manera apropiada. - Proporcionar mayor protección legal y asistencia a las víctimas. - Aumentar la capacitación a las fuerzas de policía. - Mejorar la recopilación de datos sobre los delitos de la trata en el ámbito hemisférico

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El crimen organizado y la violencia en México: una perspectiva comparativa

http://www.istor.cide.edu/archivos/num_42/dossier2.pdf Phil Williams*

En años recientes, las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas en México se han destacado por su violencia y brutalidad. Los ya cotidianos encabezados sobre decapitaciones, asesinatos de civiles, desintegración de cadáveres en baños de ácido y eliminación sistemática de miembros de los cuerpos policíacos y del ejército han creado casi un sentimiento de nostalgia hacia “los buenos tiempos” del narcotráfico en México, cuando la violencia era contenida gracias a acuerdos y códigos de conducta tácitos entre los traficantes, en los días en que el gobierno se mostraba permisivo en lugar de confrontacional, y la violencia se colaba a cuentagotas hacia las vidas de los ciudadanos. En contraste, la violencia durante los tiempos recientes se ha tornado tan invasiva, que muchos comentaristas han argumentado que México se encuentra a punto de convertirse en un Estado fallido.1 Algunos observadores han intentado, también, dar con nuevos conceptos para explicar lo que está sucediendo. Entre ellos se encuentra John Sullivan, quien argumenta que la violencia en México sólo puede ser conceptualizada como una “insurgencia criminal”.2 Aunque el argumento que aquí se presenta afirma que los nuevos términos son innecesarios, una mirada más cercana al análisis realizado por Sullivan sugiere que no sólo es uno de los observadores más astutos con los que cuenta Estados Unidos a la hora de abordar la expansión de la violencia en México, sino también que reconoce lo intrincado de la situación y lo difícil que resulta encasillar a estas realidades complejas dentro de una categoría. En la medida en que las dinámicas estratégicas y operacionales de la violencia se han desarrollado de manera novedosa, los actos violentos se han vuelto cualitativamente diferentes a los cometidos en el pasado. Bajo su punto de vista, sobre esto se debe reflexionar bajo un nuevo entendimiento conceptual. Otros observadores, sin embargo, en lugar de enfrascarse en las complejidades, han regresado al viejo concepto de “narco-terrorismo”, un término poco útil y carente de valor explicativo, pero política y emocionalmente poderoso. En esta lid, el General Barry McAffrey, quien solía ser el zar antidrogas, publicó un reporte tras una visita a México en diciembre de 2008, en donde concluía que “México no está enfrentándose a la criminalidad peligrosa: está luchando por sobrevivir contra el narcoterrorismo”.3 Debido a la posición y experiencia de McAffrey, estas declaraciones fueron dotadas de una credibilidad considerable, a pesar de que son tan poco útiles como engañosas. Más recientemente, algunos analistas han ido más allá y argumentan que México está sufriendo de actos de terrorismo y que Estados Unidos debe de reconocerlo y actuar en conformidad.4 Bajo este punto de vista, han habido suficientes ejemplos de ataques estilo terrorista como para justificar dicha designación, y el fracaso de hacerlo de manera oficial es el resultado de las cortas miras de la burocracia y del recato diplomático.5 Un impulso tal es entendible, pero erróneo. En su mayoría, los sucesos que acontecen en México no son terrorismo, sino violencia del crimen organizado llevada a nuevas profundidades. En algunos lugares, como Ciudad Juárez, la violencia puede ser entendida en términos de anomia y la degradación en las normas de comportamiento que ésta conlleva. Además, la violencia proveniente de la falta de leyes no es lo mismo que la violencia terrorista, y confundir la una con la otra no le hace bien ni al análisis, ni al 1

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* Traducción del inglés de César Albarrán Torres Ver Joel Kurtzman, “Mexico’s Instability Is a Real Problem”, The Wall Street Journal, 16 de enero de 2009. Disponible en: http://online.wsj.com/article/SB123206674721488169.html Ver, por ejemplo, John P. Sullivan y Adam Elkus, “State of Siege: Mexico’s Criminal Insurgency”. Disponible en: smallwarsjournal.com/blog/journal/docs-temp/84-sullivan.pdf Ver “General Barry McCaffrey: Mexico Trip Report”, disponible en: http://smallwarsjournal. com/blog/2008/12/general-barry-mccaffrey-mexico/ Malcolm Beith, “Are Mexico’s Drug Cartels Terrorist Groups?”, Slate , 15 de abril de 2010. Disponible en: www.slate.com/id/225099 Ibid.

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UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS establecimiento de políticas públicas. Esto no debe leerse, sin embargo, como una invitación a minimizar el reto que presentan las tendencias y los acontecimientos en México. Es claro que la situación es seria, y no se puede negar que la violencia emparentada con la droga se ha tornado en una grave amenaza para la seguridad y la estabilidad en todos los niveles de la sociedad y la política. Aun así, muchas discusiones sobre el tema son “ahistóricas” en relación a México y ajenas a experiencias relevantes de otros países y su relación con el crimen organizado. No ofrecen una perspectiva comparativa que vaya más allá de argumentar que el país está atravesando por un periodo de “colombianización”, otra etiqueta que ignora la mezcla única de violencia criminal y política en Colombia, y la ausencia de ésta última en México.

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Frente a estos antecedentes, el presente análisis busca alcanzar cuatro objetivos. Primero, se argumenta que aunque los niveles de violencia son variables, el fenómeno es inherente al crimen organizado. En dicha conexión, aquí también se sugiere que el tráfico de drogas mexicano siempre ha estado asociado con la violencia. En México, la violencia relacionada con las drogas dista mucho de ser algo nuevo. Segundo, se exploran las maneras en que la violencia generada por el tráfico de estupefacientes aumentó durante las presidencias de Vicente Fox y Felipe Calderón, y se sugiere que los cambios en los contextos político y económico, combinados con las estrategias gubernamentales y de aplicación de justicia para atacar a los cárteles, crearon las condiciones para una escalada de violencia. En la tercera parte, el análisis identifica paralelos entre la violencia del tráfico de drogas en México y la que nace del crimen organizado en otros países. La cuarta sección asevera que mucho de lo que sucede puede considerarse como una violencia que es fruto de la ausencia de ley, que resulta más estremecedora y más difícil de combatir que la vertiente terrorista.

Crimen organizado y violencia La violencia relacionada con las drogas en México ha presentado un crecimiento enorme en la última década. Es importante reconocer, empero, que el tráfico de drogas mexicano siempre ha sido brutal. Desde sus inicios, la industria de la droga en Sinaloa ha tenido cualidades violentas, materializadas en balaceras frecuentes. Luis Astorga ha descrito de forma vívida la manera en que los cultivadores de opio en Sinaloa que bajaron a las ciudades “comenzaron a utilizar los bares y los vecindarios en los que vivían como campos de batalla. Por esa razón, durante la década de los cincuenta, la prensa de Culiacán, la capital de Sinaloa, describía a la ciudad como ‘un nuevo Chicago con gánsteres en sandalias’”.6 A menudo, las manifestaciones de agresividad eran encendidas de manera espontánea por el consumo de alcohol y enervantes. Conforme creció la industria, sin embargo, y a medida que la cocaína se consolidó como el producto más importante de entre los que movían las organizaciones mexicanas, la violencia se tornó más sistemática. La rivalidad entre los traficantes líderes a menudo parecía tener las características de una rivalidad sanguínea, y la violencia llegó a ser brutal. También es necesario explorar la antipatía entre Félix Gallardo, por un lado, y Héctor Palma y el Chapo Guzmán, por el otro. Esto, para destacar ejemplos de actos brutales y gratuitos. En lo que con frecuencia es descrita como una venganza orquestada por Félix Gallardo, la esposa e hijos de Palma fueron asesinados. La cabeza de la mujer le fue enviada en una caja.7 Además, ya en la década de los ochenta los traficantes estaban dispuestos a poner en su mira a oficiales y agentes del orden. Incluso el personal de Estados Unidos dejó de ser inmune, y en febrero de 1985 Enrique Camarena, un agente de la DEA norteamericana, fue secuestrado en Guadalajara. Posteriormente fue torturado y asesinado. En octubre de 1985, unos traficantes de marihuana asentados en la selva de Veracruz mataron a 22 policías, aunque no está claro si éstos querían arrestarlos o robar la mercancía. Los periódicos de la época describieron al suceso como “la peor masacre de agentes de policía en los tiempos modernos”.8 En los noventa, la violencia fue más abierta. En 1993, el Cardenal Juan José Posadas Ocampo fue acribillado en el aeropuerto de Guadalajara cuando la Organización Arellano Félix y la pandilla 30th Street Gang, de San Diego, intentaron sorprender al Chapo Guzmán. A inicios de 1994, fue asesinado el candidato del PRI a la presidencia, Luis Donaldo Colosio Murrieta, si bien cualquier vínculo de este evento con el crimen organizado es especulativo. 6 7 8

Luis Astorga, “Drug Trafficking in Mexico: A First General Assessment”, Management of Social Transformations – most Discussion Paper No. 36. Disponible en: http://www.unesco.org/ most/astorga.htm Sebastian Rotella, Twilight on the Line. Nueva York: Norton, 1998. Elaine Shannon, Desperados. Nueva York: Viking, 1988. La mención de la masacre está relegada a una nota al final, en la página 740.

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En agosto de 1997, después del fallecimiento de Amado Carillo durante una operación de cirugía plástica, la violencia explotó en Ciudad Juárez. Conocido como “El señor de los cielos” debido a su preferencia por mover la cocaína por vía aérea, Carrillo Fuentes había mantenido una posición dominante en el creciente negocio de la droga en México. Su muerte desató una escalada de la violencia, ya que sus rivales se enfrentaron entre sí para controlar sus negocios. El 3 de agosto de 1997, cuatro traficantes abrieron fuego en un restaurante, liquidando a tres hombres y dos mujeres e hiriendo a otras cuatro personas.9 Mientras emprendían la retirada, también mataron a un policía. Lo sorpresivo fue la naturaleza pública de los asesinatos. Como lo indicó un observador norteamericano, “aunque era común el ajuste de cuentas entre los narcotraficantes, rara vez se había colado hacia los lugares públicos”.10 Aunque en 1997 tales eventos eran poco usuales, después se tornaron lugar común. En otras palabras, el tráfico de drogas en México jamás llegó a ser la industria tranquila que en ocasiones se menciona. La edad de oro guarda ese brillo únicamente en retrospectiva y cuando se le compara con los niveles de violencia actuales, mucho más elevados. Aunque “los buenos tiempos” no presentaban la violencia excesiva de hoy, distaban mucho de ser pacíficos y armoniosos. Nada de esto debería de sorprendernos. La violencia está inserta en la naturaleza misma del crimen organizado, sin importar que los delincuentes estén involucrados en las drogas, otros tipos de tráfico, o crímenes más localizados como la extorsión y el secuestro. De hecho, la importancia intrínseca de la violencia para las actividades ilícitas se ve reflejada en la inclusión de prácticas agresivas y coerción en casi todas sus definiciones. Numerosos factores explican por qué esta conexión entre el crimen organizado y la violencia es tan natural como inevitable. En primera instancia, los criminales operan fuera de la ley y, por lo tanto, no pueden esperar que el poder hobbesiano inscrito en el Estado o Leviatán establezca y ejerza reglas para arbitrar disputas o para protegerlos de las amenazas impuestas por sus muy ambiciosos rivales. De hecho, muchos de los miembros de organizaciones criminales aún viven en un “estado natural” en donde la vida es espantosa y brutal y, para muchos de ellos, corta. Como apunta Vadim Volkov, en este ambiente las organizaciones criminales son muy similares a los Estados en el sistema internacional.11 No existe una autoridad máxima a la que puedan acudir en pos de protección. Para cubrir esta carencia, tienen que depender de la autoayuda. Desafortunadamente, en ocasiones los otros perciben estas medidas preventivas como una amenaza. En otras palabras, las organizaciones criminales se enfrentan a un dilema agudo en términos de seguridad: en éste, las acciones tomadas como defensa en contra de los enemigos, aunque necesarias para evitar asaltos hostiles, también son amenazantes por naturaleza. Como con los Estados, entre las organizaciones criminales la inseguridad camina a sus anchas, pues se lidia con los rivales potenciales con sospecha y hostilidad. Además, hay usos tanto ofensivos como defensivos de la violencia, que puede ser empleada para retar y dar un giro al status quo, o para mantenerlo y con él seguir disfrutando de cierta posición o rango. Si existe un paralelo obvio entre las organizaciones criminales y los Estados dentro del concierto internacional, también se presenta un parangón igual de fascinante entre las organizaciones criminales y los barones de la Edad Media. Aquí se presenta una real paradoja. El mundo criminal, como los negocios ilícitos, ha respondido con entusiasmo al modernismo, y ha explotado las oportunidades brindadas por la globalización; en otros rubros, se ha mantenido firmemente medieval. Los líderes de la delincuencia son como barones medievales: con frecuencia se ven enfrascados en luchas de poder y en alianzas endebles caracterizadas por defección y traiciones frecuentes. En la Edad Media la violencia entre los barones era un elemento cotidiano, normal, y así se mantuvo hasta el nacimiento del Estado westfaliano, que reclamó el monopolio del uso legítimo de la fuerza. Esto ofrece una perspectiva que es ignorada por las teorías contemporáneas que arguyen que la unión de la violencia criminal de alta intensidad con la guerra de baja intensidad es una característica distintiva del siglo XXI.12 ¿Acaso lo que se retrata típicamente como encarnaciones postmodernas y altamente novedosas de violencia, en realidad se encuentra enraizado en antecedentes medievales y patrones de comportamiento fincados en la tradición?

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Otro motivo de esta centralización de la violencia es que en el mundo criminal, ser adepto a ésta es una forma crucial de capital social. En cierto modo, es una variante del liderazgo carismático de Weber, pero aquí el carisma se define por la rudeza, los pocos escrúpulos y una reputación establecida 9

John Sharp (Interventor de Asuntos Públicos de Texas), “Line of Fire”, Bordering the Future, julio de 1998. Disponible en: at http://www.window. state.tx.us/taxinfo/taxforms/96-599/chap10.pdf 10 Ibid. 11 Vadim Volkov, Entrepreneurs of Violence: The Use of Force in the Making of Russian Capitalism. Ithaca: Cornell University Press, 2002. 12 Ver Robert J Bunker (ed.), Narcos over the Border. London: Routledge, 2010.

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UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS conforme a los usos violentos. Estas cualidades son importantes en términos de liderazgo interno, especialmente para mantener la disciplina, y en términos de competencia con otras organizaciones criminales. Si en los delincuentes líderes se detecta una falta de decisión y vileza, muy posiblemente serán enfrentados por rivales internos o externos. Incluso cuando se ha establecido una reputación por habilidad o crueldad en el uso de la violencia, a menudo no hay respiro. Mantener esta reputación es transcendental, y es algo que no ofrece cabida a la compasión o la mesura.

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Las dificultades son aún mayores cuando el problema no es ya de estatus, sino de sucesión. Ciertamente, la herencia en el mundo criminal es siempre problemática y debatible. Cuando, por cualquier razón, el liderazgo establecido es removido, sobreviene la turbulencia y un repunte de los actos de agresión. En casos excepcionales, claro está, existen líneas de sucesión bien establecidas. En la mayoría de las ocasiones, empero, el arresto o asesinato de un líder, o la simple muerte por causas naturales, crea un vacío de poder en el que los posibles sucesores –que pueden ser parte de la organización criminal o una banda opositora que intenta imponerse sobre un enemigo débil– intentan demostrar quién es, por así decirlo, el tipo más rudo de la cuadra. Si consideramos que la facilidad en el uso de la violencia trae consigo una ventaja competitiva, ésta es particularmente visible si no hay líneas de sucesión legítimas. Lo que se vive es la lucha de poder de un gabinete político, pero materializada en las calles y callejones, donde la fuerza, y no lo sutil, es lo que marca las reglas. Fueron las luchas de sucesión las que hicieron tropezar a los feudos de los barones e incluso a las monarquías a lo largo de la Edad Media y ya pasado ese periodo histórico. La otra dimensión del crimen organizado es, por supuesto, su carácter emprendedor. Es por esto que la descripción de Vadim Volkov de los criminales rusos como “emprendedores violentos” es tan apropiada.13 En efecto, la violencia es inherente en ciertas actividades realizadas por las organizaciones criminales, siendo la extorsión la más obvia. El secuestro es también algo que involucra a la fuerza física en la fase de abducción; después, está la amenaza del uso de la fuerza para matar a la víctima si no se paga el rescate. El tráfico de humanos, que en ocasiones involucra más al engaño que a la coerción, depende, a final de cuentas, del uso de la violencia para el control de las víctimas, quienes se ven forzadas a trabajar o a involucrarse en el comercio sexual. Aunque no todo el tráfico de drogas está asociado con la violencia, es común que se le asocie con la agresión extrema para proteger o promover cargamentos, rutas y el reparto del mercado. La implicación de todo esto es que el uso de la violencia por las organizaciones criminales tiene muchas similitudes, sin importar dónde se presente. Aun así, hay variaciones muy importantes en términos de alcance y escala que no pueden ser ignoradas. Dichas variantes dependen del contexto político y económico en el que se inscriba el crimen organizado, en la fortaleza del Estado, los incentivos y premios para el comportamiento criminal, y los procesos de expansión y contracción del mercado. Es en esta conexión que el ambiente político y económico en México, de naturaleza cambiante, ha contribuido a un alza significativa de la violencia en el país.

La expansión de la violencia en México Durante largo tiempo, el involucrarse en el negocio de la droga en México ha sido una fuente de enormes riquezas para algunos y un medio de subsistencia para otros. En la Sierra Madre, por ejemplo, al cannabis se le conoce desde hace años como la siembra que reditúa.14 Además, el país sufre de grandes inequidades y disparidades en la distribución de la riqueza. Para aquellos que no pueden desarrollarse en la economía formal, la de la droga ofrece una alternativa, y para los que demuestran una habilidad notable para el crimen, una escalera para la movilidad económica y social.15 Las oportunidades se tornaron muy lucrativas en la década de 1980, ya que México asumió un rol protagónico en el tráfico de drogas en América Latina. En un sentido, esto fue una consecuencia no prevista de los esfuerzos de prohibición de Estados Unidos, que hicieron mucho más difícil que las organizaciones de tráfico colombianas enviaran cocaína a través del Caribe. Cuando los narcotraficantes colombianos comenzaron a moverse a través de México, se percataron de que el envío era más difícil de lo anticipado, en gran medida debido que a las redes de corrupción y crimen que unían a los traficantes y a los poderosos estaban ya formadas, y era difícil ingresar a 13 14 15

Volkov, op. cit. Richard Grant, God’s Middle Finger: Into the Lawless Heart of the Sierra Madre. Nueva York: Free Press, 2008. Esta es una variación de la “escalera de movilidad social” de Bell. Ver: Daniel Bell, “Crime as an American Way of Life: A Queer Ladder of Social Mobility”, The End of Ideology. Cambridge: Harvard University Press, 1953.

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ellas. Las barreras de entrada eran demasiadas. Como resultado, los traficantes colombianos optaron por apoyarse en intermediarios mexicanos. El pago en cocaína era una práctica a la alza. Otros dos factores ayudaron a elevar el rol de los mexicanos. Primero, la industria del tráfico en Colombia adquirió una estructura más horizontal y dispersa luego del desmantelamiento de grandes organizaciones en Medellín y Cali. Segundo, la lección aprendida tras el derrumbamiento de los conglomerados fue que mantenerse fuera del alcance de la ley estadounidense era valioso. Si los mexicanos querían asumir la parte más arriesgada del negocio, qué mejor. En consecuencia, aunque Colombia se mantuvo como el principal productor y abastecedor de cocaína, se dio una reestructuración fundamental de la industria de este narcótico, en la que las organizaciones mexicanas se mudaron de la periferia al centro, y de ser mensajeros a convertirse en la fuerza dominante en la parte más lucrativa en la cadena de valor en la Unión Americana. Los pagos en especie ayudaron a las organizaciones mexicanas a hacerse de un pedazo cada vez mayor del mercado norteamericano. La migración a gran escala de mexicanos hacia Estados Unidos, tanto legal como ilícita, también tuvo un impacto, ya que amplió la base comunitaria en la que los traficantes podían operar eficazmente. A menudo, el crimen organizado ha seguido diásporas o patrones migratorios, y el tráfico de drogas mexicano no fue la excepción. El resultado del creciente dominio de las organizaciones mexicanas en los mercados de Estados Unidos, sin embargo, fue que el negocio se tornó incluso más lucrativo. A su vez, esto provocó un cambio significativo en las estructuras de incentivos para el uso de la violencia en la República Mexicana: había que proteger y promover el mercado obtenido. Otro factor entra a colación: con la creciente importancia de las organizaciones mexicanas en los mercados de Estados Unidos, el control de las rutas estratégicas y las bodegas diseminadas a lo largo de la frontera se convirtió en un elemento crítico. La cocaína traída a México se reparte y se mueve hacia la frontera norte, donde se acumula para su contrabando hacia el país vecino. Esto, aunado al sistema de carreteras norteamericano, ha dotado de una importancia estratégica sin precedentes a varias ciudades en el lado mexicano. En consecuencia, la pelea por el dominio de estos centros urbanos también ha sido intensa. En 2006, el punto de contención clave era Nuevo Laredo. Con Cárdenas Guillén, el líder de la organización de tráfico del Golfo, en prisión, Guzmán y sus aliados efectuaron una acción similar en Ciudad Juárez, que por largo tiempo había sido dominada por la familia Carrillo Fuentes. Tijuana también fue testigo de los altos niveles de violencia cuando la disminuida organización de los Arellano Félix recibió un reto de Sinaloa y subsecuentemente sufrió una poco digna crisis de sucesión en la que Guzmán apoyó a una de sus facciones. En los primeros meses de 2010, se dio una batalla campal en las ciudades fronterizas de Matamoros y Reynosa, en Tamaulipas. Una vez más, esto parece ser una manifestación del mismo tipo de lucha por el control estratégico de rutas y ciudades, aunque, en esta ocasión, los cárteles del Golfo y de Sinaloa, junto con La Familia Michoacana, pusieron a un lado sus diferencias para combatir a Los Zetas, sobre quienes se habla más adelante.

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Esta competencia intensiva por el control territorial ha estado acompañada por lo que se podría catalogar como una carrera armamentista interorganizacional, en la que los cárteles buscan aumentar su habilidad para imponer la fuerza. Todo indica que el innovador clave en este rubro fue Osiel Cárdenas Guillén, quien a finales de los noventa se vio involucrado en una lucha de poder por el control del cártel del Golfo. Reclutó a unos treinta miembros de la Armada y la Fuerza Aérea mexicanas, tanto en activo como retirados (se les conocía como Gafes y Gaifes). Este grupo, al que después se nombraría Los Zetas, trajo un nuevo nivel de sofisticación y experiencia en el uso de la violencia dentro de las organizaciones de tráfico de estupefacientes en el país. No debería de sorprender que Los Zetas hayan sido imitados y emulados (aunque nunca superados) por organizaciones rivales que crearon sus propios brazos de coerción y protección para poder emparejar la situación. En otras palabras, la creación de Los Zetas marcó un gran paso en la militarización de la competencia entre organizaciones delictivas rivales. Este proceso se ha visto ensanchado por el alto nivel de deserciones en el ejército mexicano, algo que los cárteles apoyan en su propaganda. Aunque es difícil obtener cifras concretas, se puede presumir que la deserción entre los policías también ha ido en aumento. Los bajos salarios, combinados con el alto riesgo, hacen que este trabajo sea cada vez menos atractivo. Por el contrario, si los policías y soldados enfrentan cada vez más riesgos en contra de su vida y tienen una baja remuneración, podrían pasarse al lado del tráfico, donde la relación riesgo/recompensa es más provechosa. Otra forma de analizar la militarización del negocio de la droga en México es sugerir que los contratistas militares privados han emergido en el país de la misma manera que en la Unión Americana. La diferencia clave radica en que en México los contratistas no son empleados por el gobierno, sino por Boletin Informativo 2012


UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS los cárteles. En ambos casos, empero, los empleadores han tenido que enfrentarse a problemas de control y responsabilidad. Los contratistas militares privados ponen sus intereses por encima de los de su empleador, ya sea un gobierno o un cártel. De hecho, Los Zetas rompieron con el cártel del Golfo y se transformaron en lo que Samuel Logan definió como la Organización Zetas.16 En 2010, enfrentamientos entre miembros de Los Zetas y sus antiguos empleadores añadieron una nueva dimensión a la violencia. Irónicamente, los remanentes del cártel del Golfo, hasta ese momento enfrascado en una pelea encarnizada con Sinaloa, se aliaron con éstos, sus antiguos adversarios, para luchar contra sus otrora matones. La cualidad medieval de esta redistribución de alianzas es difícil de exagerar. Aun así, no es única. Incluso antes de que se desatara el conflicto entre el cártel del Golfo y Los Zetas, la organización de Beltrán Leyva, que había actuado como el ala golpeadora en los esfuerzos por tomar el control de Nuevo Laredo, rompió con el Chapo Guzmán y empezó a luchar al lado de sus ex enemigos. Aunque los asesinatos y encarcelamientos de varios de los hermanos Beltrán Leyva debilitaron a la organización de manera significativa, el acto de deserción puede ser parte de un patrón generalizado en que los expertos en los usos de la violencia se volvieron cada vez más asertivos y retaron a sus antiguos socios o jefes.

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Si la creciente disponibilidad de expertos de la violencia –y el empuje de éstos para adquirir mayor autonomía y mayores recompensas por el ejercicio de sus habilidades– ha contribuido a lo grave de la situación en México, esto ha sido facilitado e intensificado por la cada vez mayor disponibilidad de armamento sofisticado. Muchas de las armas utilizadas por los cárteles mexicanos y su personal son adquiridas en convenciones de armas en Estados Unidos a través de compradores fantasmas. Otros flujos, sin embargo, provienen de países en América Central, donde las armas se desbordan luego de décadas de guerra civil. Sea cual sea la fuente, la disponibilidad de sofisticadas armas de alta velocidad y de municiones, junto con especialistas en su uso, ha permitido a los traficantes de drogas tener mayor capacidad ofensiva que la policía y presentar retos tácticos y operativos aún mayores al ejército mexicano. El antagonismo entre las organizaciones también vive un auge. Los cárteles rivales se han visto enfrascados en una creciente espiral de violencia alimentada no sólo por la competencia en el ámbito de los negocios, sino también por el machismo y la sed de venganza. Muchos de los cárteles tienen elementos que son familia entre sí, y el asesinato de parientes le da a la violencia un matiz emocional que genera enemistades y un deseo de venganza que se extiende por años y hasta décadas. La hostilidad entre Guzmán y los hermanos Arellano Félix, por ejemplo, duró veinte años. Aunque su origen puede seguirse hasta el rompimiento de Palma y Guzmán con Félix Gallardo, y se intensificó con el control de los Arellano Félix sobre Tijuana y la imposición de impuestos de tránsito sobre otras organizaciones de traficantes que querían mover su mercancía a través de la ciudad, también fue una rivalidad muy personal apuntalada por el asesinato de parientes en ambos lados. La intensificación de la violencia en México durante la última década también es reflejo de un cambio en el contexto político, ya que el gobierno pasó del consentimiento e incluso colusión con el tráfico de droga, a una actitud más confrontacional. El hecho de que el pri perdiera el monopolio del que había disfrutado por 70 años dio por terminada una relación cercana que se había desarrollado entre los traficantes y ciertos segmentos de la élite política tanto a nivel nacional, como al nivel de los ejecutivos estatales. La transferencia en el nivel ejecutivo fue acompañada por un cambio fundamental en la política estatal: Fox, y a mayor grado Calderón, buscaron disminuir el poder e influencia política de las organizaciones de traficantes. En cierta manera, entonces, México sufre de la violencia producto de la transición: los acuerdos se han derribado y han sido reemplazados por una rivalidad abierta entre el crimen y el Estado. En este escenario, los ataques por parte de los cárteles en contra de jefes de policía, servidores públicos y soldados están pensados como una forma de presionar al Estado para que evite la confrontación y reestablezca un espacio en que las organizaciones delictivas puedan gozar de un alto grado de impunidad. Aunque estos ataques retan a la autoridad del Estado, no califican como insurgencia; y la violencia –aunque cada vez cobra más vidas de familiares de las víctimas y de inocentes– rara vez ha sido dirigida directamente contra civiles. En contraste, la muerte de la población por parte de terroristas no es un efecto secundario de sus actos violentos, sino la esencia misma de éstos. Con un gobierno menos permisivo era inevitable que los enfrentamientos entre los traficantes y los cárteles se volvieran más frecuentes. Aún así, podría abrirse una discusión en torno a si la estrategia que el gobierno ha empleado en contra de las organizaciones de tráfico de drogas también ha incitado 16

Samuel Logan, “Los Zetas: Evolution of a Criminal Organization”, isn Security Watch, Zurich. Disponible en: http://www.isn.ethz.ch/isn/CurrentAffairs/Security-Watch/ Detail/?id=97554&lng=en

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a que se eleve la violencia entre éstas. En parte, esto es reflejo del hecho de que mientras más se presione a las organizaciones, mientras mayores sean sus limitantes y menores las ganancias, más intensa se torna la competencia. Pero hay otra dimensión que debe considerarse, sobre la que ha vertido luz el análisis seminal que Richard Friman realiza sobre cómo las estrategias de amputación, decapitación y eliminación llevadas a cabo por las fuerzas de la legalidad, crean, en mayor o menor grado, “cadenas de vacío”.17 Una estrategia de decapitación exitosa, por ejemplo, puede dar pie a una cadena de vacío dentro de la organización, y hacer de ésta un objetivo más atractivo para sus rivales. Mientras más largas sean estas cadenas de vacío y mayores las incertidumbres sobre sucesión interna o reemplazo externo, más intensa será la competencia y, por ende, mayor el nivel de violencia. En ciertas ocasiones, el debilitamiento de una organización desata la voracidad de otros grupos que buscan eliminarla y reemplazarla. La eliminación de una organización por parte de la fuerza pública crea perturbaciones aún mayores en el mercado, y sus integrantes luchan por llenar el vacío de una manera intensa, competitiva y voraz. El punto clave, sin embargo, es que una estrategia gubernamental que ataca a las principales organizaciones de traficantes de manera secuencial en lugar de consecutiva, y crea debilidades asimétricas, contribuye, en el corto plazo, a la formación de picos en el incremento de la violencia. También conduce a acusaciones de favoritismo y parcialidad en la selección de los objetivos. La expansión de la violencia en la República Mexicana nace también del crecimiento de los mercados al pormenor en el interior del país, y lo que parecen esfuerzos para controlarlos en distintos niveles. De hecho, México ha sufrido un destino similar al de otros territorios “puente” y se ha transformado en consumidor. Aunque algunos analistas han dado poca importancia a esto, es claro que incluso en ciertos destinos turísticos como Acapulco la violencia gira, en parte, alrededor de la competencia por el control local de los mercados. En Juárez, entidad que está sujeta a una lucha de alto nivel entre las organizaciones rivales, se presenta otra capa de violencia a nivel menudeo. Según reportes, esta ciudad cuenta con unos 25,000 puntos de venta de drogas.18 Un número cada vez mayor de pandillas de jóvenes también tiene ingerencia en el asunto. En algunos casos, los adolescentes han sido reclutados y entrenados por los cárteles importantes; en otros, simplemente han formado grupos delictivos que operan en niveles más bajos. Todos estos factores ayudan a explicar el crecimiento de la violencia relacionada con las drogas durante los sexenios de Fox y, de manera más dramática, de Felipe Calderón. En 2006, México presentó un estimado de 2,221 muertes relacionadas con el tráfico de drogas. La prensa sugiere que el número llegó a 2,561 en 2007. El crecimiento al año siguiente fue aún más drástico: la cantidad de asesinatos se duplicó.19 La cifra que la mayoría de los diarios mexicanos manejaban al final de 2008 era 5,260, aunque un estimado de 6,756 realizado por el Zeta de Tijuana es posiblemente más acertado, aunque aún es bajo. Al final de 2009 había divergencias similares: Reforma reportaba 6,578, El Universal 7,724 y Milenio 8,281.20 Según informaciones que se filtraron de un reporte clasificado del Gabinete de Seguridad Nacional presentado al Senado de la República a mediados de abril de 2010, la mayoría de estos estimados eran conservadores, ya que 8,928 personas fueron asesinadas en 2009.21 Lo que es más, el gobierno acepta que desde que Calderón emprendió su ataque en diciembre de 2006, un total de 22,743 personas habían sido asesinadas hasta mediados de 2009.22 De éstas, 20,868 fueron víctimas de atentados directos, 160 murieron en los ataques y 1,715 perecieron durante las balaceras.23 Aunque se ha enfatizado que 90 por ciento de los muertos eran criminales, los números tuvieron un impacto considerable; eran mayores, en razón de miles, que los estimados de la mayoría de los diarios. Además, no se avizoraba un respiro –el reporte hacía notar que 2,904 personas habían sido ya ajusticiadas en crímenes violentos en los primeros meses de 2010.24 Incluso si damos por hecho que estos números más elevados son resultado de mejor información y análisis del gobierno mexicano, la subida es impactante. Paradójicamente, el hecho de que la mayor parte de la violencia se concentre en las ciudades de Juárez en Chihuahua, Culiacán en Sinaloay Tijuana en Baja California, es a la vez reconfortante y altamente inquietante. Lo limitado 17 18 19

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Richard Friman, “Forging the vacancy chain: Law enforcement efforts and mobility in criminal economies”, Crime, Law and Social Change, Vol. 41 No. 1, febrero de 2004 pp.53-77. Charles Bowden, Murder City. Nueva York: Nation Books, 2010. Una fuente útil en este rubro es: Drug Violence in Mexico: Data and Analysis from 2001-2009, publicado por el Justice in Mexico Project de la Universidad de San Diego. Disponible en: www.justiceinmexico.org/resources/pdf/drug_violence.pdf Ver Ibid. “Classified Report: 22,743 Dead in Mexico Drug War”, Latin American Herald Tribune, 10 de mayo de 2010. “Classified Report: 22,743 Dead in Mexico Drug War”, Latin American Herald Tribune, 10 de mayo de 2010. Ibid. Ibid.

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UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS del rango geográfico en que se dan las matanzas es reparador en la medida en que pone en duda a los que afirman que se vive una epidemia de violencia en todo el territorio nacional. A lo mucho, la epidemia está menos esparcida de lo que generalmente se considera. La intensidad o concentración de la violencia en ciertas localidades, sin embargo, denota la incapacidad del gobierno para contenerla y reestablecer el orden y la seguridad en algunas regiones del país.

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La otra dimensión de la violencia tiene su origen en la resistencia de los traficantes contra el gobierno, así como los actos de castigo en contra de éste. Los asesinatos de jefes policíacos, miembros del ejército y servidores públicos son cada vez más numerosos, aunque siguen representando entre 5 y 10 por ciento del total de homicidios relacionados con la droga. Si el reto lanzado al Estado es menos grande a cómo generalmente se retrata, el asesinato, en mayo de 2008, de Edgar Millán, Jefe de la Policía Federal, revela la falta de respeto hacia las autoridades federales, y aún más de los estados y municipios. No es inconcebible, por ende, pensar que el reto se intensificará. Sin embargo, hasta ahora la mayor parte de la violencia ha sido más parecida a los enfrentamientos entre los cárteles de Medellín y Cali en Colombia, o a las riñas entre los jamaiquinos en Estados Unidos, que a actos de insurgencia o terrorismo. El resto es un intento por parte de los cárteles de proteger su espacio de operación de la presión gubernamental; no puede considerarse como una “insurgencia criminal” o un “Estado luchando por sobrevivir contra el narco-terrorismo”. Al mismo tiempo, hay algunos ejemplos de lo que parecen ser actos de terrorismo dirigidos hacia la población. Cuando se lanzaron granadas hacia una multitud en Morelia el 15 de septiembre de 2008 y el saldo fue de ocho personas muertas y varias heridas, parecía que éramos testigos del inicio de una campaña terrorista emprendida por algunas organizaciones de traficantes. En retrospectiva, parece que éste no ha sido el caso. Aunque más civiles han muerto víctimas del fuego cruzado o como resultado de confusión de identidades, hasta ahora el ataque de Morelia permanece siendo una anomalía y no un precursor. El incidente provocó una condena generalizada: incluso algunos narcotraficantes se deslindaron públicamente del hecho y ofrecieron recompensas para capturar a los responsables. Es incierto en qué medida esto fue un esfuerzo para virar las acusaciones. La reacción pública, sin embargo, fue de estupefacción. En reconocimiento de ésta, los cárteles, muchos de los cuales están insertos en las comunidades locales, parecen inclinados a evitar ataques indiscriminados de esta naturaleza. Aún así, la creciente crueldad es estremecedora. La selectividad y precisión de la violencia y el cuidado que se le daba a su implementación parecen ser cosa del pasado. Es cada vez más frecuente que entre las víctimas se encuentren los familiares del objetivo original, o incluso civiles. Ya no se salvan las mujeres y los niños y, según una evaluación, desde el inicio de la administración de Vicente Fox 600 menores han “muerto en balaceras entre traficantes de drogas o supuestos criminales, y las autoridades”.25 En diciembre de 2009, parientes de un marino que había fallecido en una operación en contra de Arturo Beltrán-Leyva fueron asesinados en su hogar. Aunque fue un castigo extendido por la eliminación de Beltrán-Leyva, los blancos fueron personas que no tenían responsabilidad o involucramiento alguno en el negocio de la droga. De manera similar, el ajusticiamiento de 13 adolescentes y dos adultos durante una fiesta en Juárez el 31 de enero de 2010 parece haber sido un caso de localidad errónea e identidades equivocadas, pero esto también es evidencia de un acercamiento sin cuidado y arrogante ante el uso de la violencia.26 Como tal, este acto sugiere que una de las tendencias más serias en México es el surgimiento de la violencia antisocial. Antes de explorar esto a más profundidad, sin embargo, es pertinente subrayar los paralelos entre el fenómeno del crimen organizado en México y en otras geografías.

México desde una perspectiva comparativa El crimen organizado y el tráfico de drogas en México guardan muchas características distintivas provenientes de la cultura, la política y la cercanía del país con Estados Unidos, que ha resultado ser una maldición geográfica. Existen, sin embargo, similitudes tanto en el contexto como en el modus operandi, lo que sugiere que los acontecimientos en México son parte de un patrón más generalizado del crimen y no requieren ni de la imposición de caracterizaciones simplistas como el narco-terrorismo, ni de nuevos conceptos como el de insurgencia criminal. 25

“Recent Arrests of Minors in Tabasco Crimes Worry Authorities”, México: Minors Arrested in Tabasco Linked with Organized Crime, Open Source Center, FEA20100415003897 - OSC Feature - El Liberal del Sur abril 12 de 2010. 26 Jo Tuckman, “13 teenagers shot dead as gunmen burst into party in Mexico border city”, The Guardian, 1 de febrero de 2010.

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En la primera década del siglo XXI, el crimen organizado en México guardó muchas similitudes con su contraparte rusa de los años 1990. El colapso de la Unión Soviética y el Partido Comunista removió mecanismos de control político y social que habían permitido que una élite se beneficiara del crimen organizado a la vez que mantenía los niveles de violencia bajo control. De hecho, la debilidad del Estado ruso en los noventa dio cabida al florecimiento del crimen organizado, mientras que el cambio hacia una economía de mercado ofrecía oportunidades sin precedente para los delincuentes de espíritu emprendedor. El resultado fue la formación de lo que frecuentemente se denomina “el salvaje Este”.27 Como se sugirió anteriormente, la pérdida del control monopólico por parte del PRI en México tuvo un efecto menos dramático, pero similar. En ambos casos el proceso se vio acompañado por una subida en los índices de violencia. En Rusia durante los años noventa, fue común que la violencia se diera en forma de asesinatos por encargo. Los vory-v-zakone, o líderes criminales tradicionales, se enfrentaron a una nueva especie de criminales, más emprendedores, y la competencia se desató entre los grupos étnicos (en especial de eslavos contra habitantes del Cáucaso). Así, organizaciones rivales pelearon por el dominio de sectores de la economía, así como de instalaciones industriales. Las organizaciones criminales ponían la mira sobre sus rivales, es decir, todo aquel que significara una amenaza u obstáculo (desde políticos reformistas hasta periodistas o policías honestos). En ocasiones los grupos mataban ellos mismos, y a veces contrataban a sicarios. El narco mexicano se ha comportado de manera similar, ejecutando a periodistas, policías de bajos y altos rangos, miembros del ejército y de grupos rivales. En este rubro, la violencia criminal y las ejecuciones por encargo en ambos países fueron instrumentales y resultaron ser una continuación (tanto proteccionista como expansiva) de sus negocios ilícitos por otros medios. Otro paralelo es el cada vez mayor involucramiento de especialistas de la violencia. En Rusia, tras la caída de la Unión Soviética, un exceso de expertos en la violencia contribuyó de forma significativa tanto al crecimiento del crimen organizado, como a la incidencia de la violencia asociada con éste.28 En el resto del bloque soviético se dieron dinámicas similares, a la par que las agencias de inteligencia y el ejército se volvieron más pequeños. El desmembramiento del ejército ba’atista en Irak tuvo un efecto similar, aunque en ese caso los especialistas de la violencia, ya desempleados, se involucraron también en una insurgencia.29 Una diferencia fundamental es que en México los profesionales de la violencia no se encontraron de pronto desempleados, no se les presentó el crimen organizado como la única opción; más bien desertaron del Estado. Aún así, la infusión de emprendedores impetuosos en la mezcla, que trajo un inevitable incremento en la violencia, tiene paralelos en otros lugares y no carece, en definitiva, de antecedentes. El crimen organizado ruso en la década de 1990 y su contraparte contemporánea en México comparten otras similitudes. Para Rusia el periodo se caracterizó por la transición y el caos. La violencia se convirtió en la norma entre las organizaciones criminales y dentro de ellas: las esferas de influencia eran disputadas y la cohesión interna de muchos grupos se tornó limitada. Las fracturas y los rompimientos se traducían en el asesinato de miembros de la asociación delictiva. Los cárteles mexicanos han experimentado un periodo de turbulencia similar, marcado por una competencia intensificada que trae consigo rompimientos internos, deserciones y cambios de lealtad. En ambos casos, el gobierno y los esfuerzos por aplicar la ley pueden haber contribuido, sin querer, a esta volatilidad aumentada.

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También hay una diferencia radical que refleja la naturaleza más personal de los asesinatos en México. A menudo se establecía que en Rusia los homicidios por encargo eran un asunto de negocios, no personal; en México la ejecución de miembros de organizaciones rivales parece ser motivado por antipatías personales y no por consideraciones meramente comerciales. El rompimiento entre Guzmán y la familia Beltrán-Leyva, por ejemplo, se volvió muy personal luego de que uno de los hermanos Beltrán-Leyva fuera arrestado y el hijo del Chapo Guzmán muriera en consecuencia. En este sentido, la violencia criminal en México es similar a la de los clanes albanos, que se distinguían tanto por sus lazos de sangre, como por existir fuera de la ley. También guarda paralelos con los sangrientos conflictos entre las familias ‘Ndrangheta en Calabria, que en 2007 condujeron al asesinato de seis miembros de uno de estos clanes en Duisburg, Alemania. Aún así, el fenómeno no es nuevo en México. En un interesantísimo análisis del vacío de ley en la Sierra Madre, por ejemplo, un periodista británico notó cómo en algunos poblados el machismo, los lazos filiales y los actos de violencia a menudo crean un ciclo de venganza y represalia que se extiende por años e incluso décadas, y que es difícil detener.30 27 28 29 30

Seymour M. Hersh, “The Wild East”, The Atlantic, junio de 1994. Disponible en: www. theatlantic.com/past/issues/94jun/hersh.htm Federico Varese, The Russian Mafia: Private Protection in a New Market Economy. Nueva York: Oxford University Press, 2005. 29 Ver: Phil Williams, Criminals, Militias and Insurgents: Organized Crime in Iraq. Carlisle: Strategic Studies Institute, 2009. Grant, op. cit.

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UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS También existen paralelos con las organizaciones criminales en Italia. Una de estas similitudes es la sofisticación del armamento empleado por los delincuentes. Como se sugirió anteriormente, los criminales y traficantes mexicanos están muy bien armados. A inicios de los noventa, se realizó la misma observación sobre los grupos delictivos sicilianos. El juez Falcone inició su libro sobre la mafia con un capítulo sobre la violencia, y anotó que mientras la mafia tenía “una preferencia por las armas de cañón corto en lugar de las escopetas tradicionales… para operaciones más difíciles y complejas utilizan armas extranjeras, como Kaloshnikovs, bazucas y lanzadores de granadas, sin mencionar los explosivos”.31 También mencionó que los cadáveres eran disueltos en barriles con ácido.32 El autor bien se podría estar refiriendo a la violencia en México, aunque el grado de sofisticación es más grande hoy que hace dos décadas.

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Otro paralelo entre el México contemporáneo y la Italia de los años 1990 es que en ambos países la relación cercana, cariñosa, entre el gobierno y el crimen organizado fue rota. Es cierto: a inicios de los noventa, la mafia siciliana atacó al Estado italiano como respuesta de lo que los criminales percibían como una traición al compromiso a largo plazo con los Cristianos Demócratas, acuerdo en que el partido proveía de protección a cambio de apoyo electoral. Los juicios de alto revuelo y las acciones de magistrados como Falcone y Borsellino provocaron un sentimiento de queja y un deseo de venganza contra un Estado que no había cumplido con su parte del trato. La venganza se manifestó con los asesinatos de estos magistrados, que se dieron en el marco de una campaña terrorista mayor que tuvo como blanco a civiles inocentes y algunos de los monumentos históricos de Italia. Esta campaña de terror ha estado ausente en México. Las explosiones con granadas ocurridas en Morelia en septiembre de 2008, que pudieron haber marcado el inicio de una racha tal, al final fueron un hecho aislado. Aunque podría ser un factor más pronunciado en un futuro, el ataque al Estado mexicano, aunque significativo, no es tan abierto como lo fue en la experiencia italiana a inicios de los noventa. Nada de lo que he escrito pretende negar que el crecimiento del crimen organizado en México es mucho más elevado que sus contrapartes. Por ejemplo, una comparación de los índices de asesinatos en Campania, el terruño de varios de los clanes de la Camorra, con varios estados de la RepúblicaMexicana, arroja que Sinaloa (la demarcación con el mayor índice de asesinatos), presenta 19.3 homicidios por cada 100 mil habitantes, mientras que Campania presenta 1.6.33 Aún así, es pertinente enfatizar que los niveles de asesinatos en México por cada 100 mil habitantes están cayendo, aunque el porcentaje de muertes violentas relacionadas con el tráfico de drogas se incrementa de manera significativa. Un observador reportó que “el nivel de asesinatos en México ha caído comparado con la década pasada… en 2008, el año más reciente del que se cuenta con datos, 12 de cada 100 mil personas era víctimas de este crimen. En 1997 sumaban 17. A finales de los ochenta, la cifra se acercaba a los 20”.34 El mismo reporte destaca que el índice de asesinatos en México durante 2008, de 12 por cada 100 mil habitantes, era menor que el de Brasil (25), sólo un tercio del de Colombia en 2009 (35) y poco más que un quinto del de Venezuela en 2008 (58).35 De hecho, en la lista de países violentos en América Latina, México permanece a mitad de la tabla. Esto, por supuesto, no dice mucho de los puntos en que se concentra la violencia. Por ejemplo, Nuevo Laredo, que se convirtió en un centro de rivalidad entre los cárteles, presentó 180 asesinatos en 2006, aunque este número cayó a 55 en 2008.36 Para entonces, sin embargo, mucha de la violencia se había mudado a Juárez, que en 2009 era descrita como la ciudad más peligrosa del mundo.37 Aunque los índices de asesinatos en Juárez (los estimados marcaban 191 por cada 100 mil habitantes) son mucho menores que los que se registraban en Medellín, Colombia, durante la segunda mitad de la década de 1980, cuando la cifra se disparó a 400 por cada 100 mil habitantes, el incremento ha sido dramático y atemorizante.38 Además, no es sólo el nivel de violencia sino el grado de brutalidad de las decapitaciones y las ejecuciones masivas, el empleo generalizado de la tortura, y la subida en el número de civiles inocentes 31 32 33 34 35 36 37 38

Giovanni Falcone, Men of Honor, the Truth about the Mafia. Londres: Fourth Estate, 1992, p. 3. Ibid. p. 7. James Creechan, “Gomorrah and Mexican Cartel Violence: Is the Gomorra more Violent than Mexican Drug Cartels?”. Disponible en: www.essex. ac.uk/ECpR/standinggroups/crime/ documents/GomorraMexicanCartelViolence.pdf Alyson Benton, “Just how dangerous is Mexico?”, Foreign Policy, 12 de mayo de 2010. Disponible en: http://eurasia.foreignpolicy.com/ posts/2010/03/16/just_how_dangerous_is_mexico Ibid. John Burnett, “Nuevo Laredo returns to normal as violence slows” National Public Radio, 23 de enero de 2009. Nick Allen, “Mexican city is ‘murder capital of the world’”, Daily Telegraph, octubre 22 de 2009. El número 191 se obtuvo de: Jo Tuckman y Ed Vullamy, “Mexico’s drug wars rage out of control”, The Guardian, 24 de marzo de 2010. Sobre Medellín ver: Alejandro Gaviria, “Increasing Returns and the Evolution of Violent Crime: The Case of Colombia”, Universidad de California en San Diego, Economics Working Paper Series 98-14, Departamento de Economía, UC San Diego.

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ejecutados en las calles, lo que ha generado un sentimiento omnipresente de miedo e inseguridad.39 La otra tendencia, bastante estremecedora, consiste en la presencia cada vez más constante de los adolescentes en el negocio de la droga. Según un estimado, unos 726 jóvenes, “de entre 15 y 17 años de edad, fueron asesinados porque eran o gatilleros, o mujeres” al servicio de los cárteles.40 La violencia relacionada con la droga en México no puede explicarse a cabalidad bajo los términos del mercado –competencia intensiva entre los cárteles, oferta de especialistas en la violencia, etcétera–, o en términos racionales (mejorar o proteger la posición estratégica en el negocio). Hay una dimensión adicional de irracionalidad cuando la violencia se vuelve una forma de vida que tiene poco propósito más allá del fortalecimiento de aquellos que quieren perpetrarla y no tienen lazos verdaderos con una estrategia de negocios racional, pensada. Esto se entiende mejor, tal vez, en términos de anomia o ausencia de ley, que se ha presentado con mayor obviedad en Juárez que en cualquier otra localidad. El primero en desarrollar el concepto de anomia fue Emile Durkheim; subsecuentemente fue refinado por Robert Merton.41 Más recientemente, Nikos Passas ha explorado la relevancia de la noción de criminalidad.42 A pesar de sus diferencias a la hora de abordar las causas de la anomia, todos coinciden en que involucra la degeneración de las reglas y normas, así como la gestación de comportamientos que no están limitados por las nociones estándar de lo que es aceptable. En efecto, la anomia involucra un colapso de la ética y el comportamiento. Para Durkheim, esto se presenta, típicamente, como resultado de una crisis en la sociedad o una especie de transición en que las limitantes legales son removidas: como resultado, las normas e inhibiciones que guían el comportamiento son desechadas. Merton, por el contrario, considera que la anomia es el resultado de una división entre las aspiraciones y la disponibilidad de oportunidades para satisfacer las expectativas, y que deviene en perversión social y criminalidad. En otras palabras, la caída de las normas y estándares de comportamiento alimenta la expansión del crimen, tanto el organizado como el desorganizado. De hecho, comúnmente involucra un rechazo a la moralidad y a la decencia, acompañado de una buena disposición para enfrascarse en formas de comportamiento por lo general reprensibles. La descripción aguda y estremecedora que Charles Bowden hace sobre la violencia en Juárez concuerda plenamente con la noción de anomia, y tiene elementos tanto del énfasis que hace Merton sobre la crisis en la sociedad, como de su conceptualización de un vacío entre las aspiraciones y los medios para alcanzarlas.43 Ambas, en cierta medida, nacen de las expectativas que se crearon en Juárez tras la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Se pretendía que Juárez se transformara en una ciudad modelo en que las maquiladoras brindarían nuevas oportunidades de empleo. Y así fue, en cierta medida, pero las ganancias resultaron limitadas. Además, eventualmente esos empleos se mudaron a China, donde la mano de obra es aún más barata. La dislocación económica y social se recrudeció con la recesión económica global. De hecho, Bowden argumenta que Juárez fue una de las víctimas de la globalización y de los sueños que se tornaron amargos, que terminaron significando lo que él llama “el colapso de la ciudad”, ya que “17 por ciento de las casas han sido desatendidas, hay 116 mil viviendas abandonadas. Al menos 100 mil empleos han desaparecido de las fábricas como resultado de la recesión. La mitad de los adolescentes en Juárez no tienen ni un trabajo, ni van a la escuela. Lo que presenciamos es una desintegración de la sociedad”.44 La brecha entra las expectativas y la realidad se hizo tan grande que muchos de los habitantes de la urbe se pasaron de la economía legal al negocio de la droga, que además de ser importante en términos de contrabando hacia Estados Unidos, lo es también en el mercado local. Bowden estima que si consideramos los puntos de venta al menudeo que se esparcen por la ciudad, el negocio de la droga es probablemente la principal fuente de ingreso en Juárez.45 Aunque Bowden no emplea el término de violencia producto de la anomia, apunta que el marasmo de conducta cubre a los políticos y burócratas, al crimen organizado, a los gatilleros, a los asesinos en 39 40 41 42

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Tim Johnson, “In Mexico’s Ciudad Juárez, murder is a way of life”, Miami Herald, 12 de mayo de 2010. “Recent Arrests of Minors in Tabasco Crimes Worry Authorities” Mexico: Minors Arrested in Tabasco Linked with Organized Crime, Open Source Center, FEA20100415003897 - OSC Feature - El Liberal del Sur abril 12 de 2010 El análisis se encuentra en la página de Durkheim y Merton en la Universidad Middlesex, Londres. Disponible en: www.mdx.ac.uk/WWW/STUDY/yDurMer.htm. Nikos Passas, “Global Anomie, Dysnomie, and Economic Crime: Hidden Consequences of Neoliberalism and Globalization in Russia and Around the World”, Social Justice, Vol. 27, No. 2, 2000, pp. 16-44. Bowden, op. cit. 44 “How Juarez became Murder City,” U.S.-Mexico Immigration News Stories. Disponible en: http://usmexico.blogspot. com/2010/03/how-juarez-became-murder-city.html 45 Bowden, op. cit. “How Juarez became Murder City,” U.S.-Mexico Immigration News Stories. Disponible en: http://usmexico.blogspot.com/2010/03/how-juarezbecame-murder-city.html Bowden, op. cit.

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UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS serie, a los que cometen violencia doméstica y a las agresiones perpetradas por el ejército y la policía. Después de ejercer un cuidadoso recuento de la violencia, Bowden concluye que la interpretación común que culpa de ésta a la intensificación de la competencia entre los principales cárteles, es demasiado simplista. Aunque no lo pone en estos términos, el análisis que Bowden hace sobre la niebla de la guerra –con toda su complejidad, confusión, desconcierto y ambigüedad moral– es tan aplicable a la guerra de las drogas en México, como a conflictos militares más tradicionales. Sugiere que a pesar de los cientos de homicidios nadie parece entenderlos, sin importar la cantidad de hechos y detalles disponibles.46 En pocas palabras, “los asesinatos abrumaron a las explicaciones sencillas”.47

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Este argumento es poderoso. La mayoría de las explicaciones que se elaboran en este texto para abordar la crecida de la violencia en el caso mexicano, enfatizan la racionalidad y el cálculo. La disección emprendida por Bowden, sin embargo, sugiere algo más siniestro e incontrolable que sobrepasa la competencia entre negocios ilícitos. Bajo su perspectiva, la violencia no es el medio para lograr un fin económico, sino un canal para afirmar el carácter y la identidad. El acto de matar, tenga o no sentido, otorga un sentimiento de poder a aquellos que están aislados o no tienen derechos. El machismo, la identidad y la comunicación confluyen al tiempo que los asesinatos más cruentos se convierten en la norma. En parte por el efecto de intimidación que crean, en parte porque en sí mismos son una fuente de satisfacción y robustecimiento del sentimiento de poder. El resultado es que “la violencia está ahora entretejida con la comunidad y no tiene un objetivo único, o motivo único, o un botón para apagarla y encenderla”.48 Podemos concluir que México ha presentado todas las condiciones para una “tormenta perfecta” de violencia relacionada con el tráfico de drogas: un Estado fuerte que se debilitó cuando intentó reafirmarse; el desmoronamiento de patrones de complicidad, tácitos y en ocasiones abiertos, entre servidores públicos y traficantes; una estrategia de gobierno y de uso de la fuerza que atacó a blancos estratégicos secuencialmente, no de manera consecutiva, lo que creó nuevas oportunidades y mayor turbulencia en el mundo criminal; un énfasis en la familia y la cultura del machismo que transformó la competencia de negocios en vendettas personales. Poco de lo que ha sucedido en México en términos de violencia y crimen organizado es nuevo o ajeno. El que la violencia extensiva asociada con las los cárteles y organizaciones criminales en México tenga precedentes y paralelos en otros países, sin embargo, no debe ser motivo de autocomplacencia. En el análisis final, Sullivan tiene razón: el panorama en su conjunto es nuevo y por ende requiere de nuevas conceptualizaciones. Aquí la conclusión apunta, empero, a que el problema es la anomia. En efecto, si, como argumenta Bowden, “nadie puede descifrar quién controla la violencia, y nadie puede imaginar cómo puede detenérsele”, las perspectivas en México son aún más desalentadoras que si estuviéramos ante una insurgencia criminal o bajo la sombra del narco-terrorismo.49

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Bowden, op. cit. Bowden, op. cit. Bowden, op. cit. Bowden, op. cit.

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El crimen organizado como un asunto de los derechos humanos. ¿Dónde está el coraje?

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Joy Olson View Original Version http://www.drclas.harvard.edu/publications/revistaonline/winter-2012/organized-crime-human-rightsissue?show_author_translation=Y

Traducido por Carlos Schmidt. Fue una escena abrumadora—72 personas asesinadas al mismo tiempo. Sólo un sobreviviente fue testigo de la masacre. Los muertos eran migrantes, la mayoría centroamericanos: 58 hombres y 14 mujeres en busca de un futuro mejor. Era agosto de 2010 cuando sus cuerpos fueron encontrados en Tamaulipas, México. Aparentemente, asesinados por la organización narcotraficante más temida de México, los Zetas, quienes se han diversificado en otras actividades criminales como el secuestro y la extorsión. El acontecimiento fue noticia por algunos días. Pero la masacre me trastornó y me condujo a interrogar más sobre el tema. Reportes oficiales indican que los migrantes fueron secuestrados directamente desde los autobuses. ¿Cómo pudieron ser secuestradas 72 personas sin que nadie se enterara? Los conductores de autobuses debieron haberse dado cuenta de algo. ¿Y los otros pasajeros? ¿Las autoridades gubernamentales? ¿Cómo puede esto suceder? ¿Dónde está el coraje? La comunidad de derechos humanos y otras entidades, inclusive yo, declararon sobre la masacre, pero nunca se convirtió en un punto fundamental de nuestra labor sobre los derechos humanos. La mayoría continuamos trabajando en nuestras tareas previamente establecidas.

¿Pero por qué no tuvo más impacto? Entre 40.000 y 50.000 personas han sido asesinadas en México como resultado de la guerra contra las drogas, el narcotráfico y el crimen organizado desde el 2006. Alrededor de 3.000 personas desaparecieron durante la guerra sucia de México (durante las décadas 1960-1970), un período sombrío de la historia de México.

35 Photo: Fernando Ramírez Novoa Crimen Organizado


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Aunque otras personas hayan desaparecido desde esa fecha, aquella fue la última vez que las “desapariciones” fueron discutidas como un fenómeno o práctica. Hoy en día la cifra es, por lo menos, tres veces mayor.

El tiempo ha progresado. La situación no ha mejorado. En abril de 2011, fosas comunes fueron encontradas en Tamaulipas, cerca de donde la masacre ocurrió. Alrededor de 200 cuerpos fueron encontrados. En mayo, más fosas fueron descubiertas, esta vez en el estado de Durango, con casi 300 cuerpos. ¿Quiénes eran todas estas personas? ¿Migrantes? ¿Criminales? ¿Individuos que se cruzaron en el camino de criminales? También hubo un incendio en un casino de Monterrey, México, en el cual, 52 personas murieron—no a causa de problemas con la instalación eléctrica, sino a manos de criminales que arrojaron gasolina en el edificio, incendiándolo después. En septiembre, 35 cuerpos fueron encontrados en una carretera en Veracruz, México—cerca de un centro comercial— ¡a plena luz del día! La gente se dio cuenta enseguida ya que los automovilistas empezaron a mandar mensajes por Twitter sobre hombres enmascarados desasiéndose de los cuerpos.

Estos apenas son los casos más notables. De nuevo, ¿Dónde está la comunidad de derechos humanos, y cuál es nuestro papel en esta situación? ¿O mejor dicho, cuál debería ser nuestro papel? Creo saber cuál sea la razón por la cual la violencia en México no ha sido el enfoque de la comunidad de derechos humanos. Es porque esta violencia no va acorde con el marco tradicional de la comunidad de derechos humanos. México no es único en este respecto. La taza de homicidio en Centroamérica fue recientemente descrita en un reporte de la ONU como llegando a un “punto de crisis.” La mayoría de esta violencia está relacionada con el crimen organizado, al igual que con las actividades de pandillas. Y mientras que México y Centroamérica están en estado de crisis, otros países en Latinoamérica también están sufriendo de la violencia asociada con el crimen organizado. El trabajo de los grupos de derechos humanos se basa en la ley internacional de los derechos humanos. Esa ley, originaria de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se enfoca en la responsabilidad del Estado. Los Estados son los que firman y deciden cumplir los tratados originarios de la Declaración Universal. Los asesinatos, las torturas y las desapariciones realizados por el Estado son violaciones de los derechos humanos. Por otro lado, los asesinatos, las torturas y las desapariciones cometidos por los Zetas y otras organizaciones criminales son crímenes. De cualquier manera, todavía hay un derecho a la seguridad personal. Y, aunque el Estado no esté directamente violando este derecho, ¿No tiene éste una obligación de proteger a sus ciudadanos? México no está cumpliendo con su mandato, ya sea por acción u omisión y negligencia: no está ni arrestando, ni enjuiciando a los criminales. ¿Entonces, cómo cabe el derecho a la seguridad ciudadana, en el mandato de los derechos humanos? Otra razón por la cual, la comunidad de derechos humanos no ha entrado en este trabajo es debido a que hacer frente al crimen organizado es un trabajo extremadamente peligroso. Si uno es defensor de los derechos humanos, la lucha contra el crimen organizado es peor que confrontar al dictador más peligroso que uno pueda imaginar. La gente de la comunidad de los derechos humanos, inclusive yo misma, no sabe a lo que se enfrenta con respecto a la delincuencia organizada. No conocemos el enemigo. No sabemos las reglas del juego, así que es difícil saber cuándo uno u otros se está exponiendo en peligro. No somos los únicos que no saben, ya que nadie sabe.

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Luego está la cuestión de ¿Cómo combatir el crimen organizado?

Como defensores de los derechos humanos sabemos cómo incidir al Estado. La gente tiene que rendir cuentas. Uno demanda transparencia. Uno se reúne con funcionarios y nombra los abusos. Uno puede

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UNIDAD DE INFORMACION Y ESTADÍSTICA NACIONAL SOBRE DROGAS utilizar la razón y hacer un llamado a valores comunes y a la humanidad. Uno protesta. Uno nombra y avergüenza a los abusadores. Uno lleva las personas a los tribunales. Uno trata de cambiar las leyes.

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Algunas de las estrategias que hemos utilizado en el pasado están directamente relacionadas con el desafío de hoy día, en la lucha contra la delincuencia organizada. Así que, ¿cómo enfrentar las violaciones a los derechos humanos y la dignidad humana, cuando la violencia es perpetrada, no por el Estado sino por los actores no-estatales como el crimen organizado? Sin embargo, una agenda anti-crimen organizado y pro-derechos humanos si tienen algo en común: el respeto por al Estado de Derecho. Esto, por su parte requiere instituciones de justicia y policíacas que funcionen. Si estas instituciones operaran correctamente, los delincuentes serían detenidos y procesados y los funcionarios estatales que cometieran violaciones a los derechos humanos serían igualmente penalizados. Pero, por alguna razón, la comunidad de derechos humanos no ha adoptado plenamente un plan contra el crimen organizado o un programa de reforma institucional. México está fallando lamentablemente en proteger a sus ciudadanos y hacer responsable a los criminales. La taza de condena en México es de dos, sí he dicho dos, por ciento. Además hay corrupción desenfrenada y complicidad del Estado en el crimen organizado. Cuando las instituciones de justicia fallan tan seriamente, debería ser una preocupación central para las personas que se dedican a los derechos humanos. Ahora, hay excepciones a lo que voy a decir y esto no se aplica sólo a México, pero por alguna razón, la comunidad de derechos humanos ha quedado atrapada en un programa que se desarrolló en otra época en la que el Estado era el autor principal del abuso, cuando los actores no estatales eran combatientes armados en las guerras y cuando el derecho internacional de guerra se aplicaba. La mayoría de las organizaciones de derechos humanos en Latinoamérica se fundaron en esa época. La agenda tradicional de los derechos humanos aun refleja esa era. Es una agenda que en México incluye el acabar con el fuero militar para los casos de violaciones a los derechos humanos cometidas por militares contra civiles (lo cual ha sido absurdamente difíciles). Además el procesamiento de casos emblemáticos de abuso por parte del Estado, que a veces tienen más de una década (nuevamente porque el sistema de justicia se tarda un tiempo absurdo). Mientras que estos son problemas importantes, organizado es un asunto imposible de ignorar

la violencia relacionada al crimen pese a no querer mencionarlo.

En México, la división conceptual entre el crimen organizado y la violación de los derechos humanos es una de las razones por la cual las personas no se unen para confrontar la violencia y ciertamente, aun menos bajo el marco de los derechos humanos.

Esto está empezando a cambiar. A principios de este año, el hijo del poeta Mexicano Javier Sicilia fue asesinado por sicarios. Sicilia expresó públicamente su dolor e hizo un llamado a la nación para que haya un alto a la violencia. Él ayudó a organizar el Movimiento por la Paz y la Justicia; marchas a lo largo de México y protestas silenciosas contra la violencia. Este movimiento ha dado voz a las víctimas y forzó al Presidente a entrar en diálogo. Ellos han puesto a las víctimas –no a los criminales— como el centro del debate. En realidad, ellos están abogando por los derechos humanos. ¿Es la violencia que México enfrenta por el crimen organizado una definición legal de los derechos humanos? ¿Es un problema de derechos humanos porque hay corrupción y complicidad del Estado con el crimen organizado? ¿O es una violación a los derechos humanos porque el Estado ha fallado en proteger a las víctimas?

¿Esto realmente importa? SI el hijo o hija de uno sea asesinado por un traficante de drogas o por un oficial corrupto de la policía, el dolor sigue siendo el mismo. De cualquier forma, uno quiere y merece Crimen Organizado

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justicia. Confrontar violaciones a los derechos humanos tradicionales y actividades criminales ambas requieren lo mismo – instituciones policiales y judiciales que funcionen. La comunidad de derechos humanos es un recurso vital para el cambio. Hoy día, los obstáculos a los derechos humanos vienen de diferentes corrientes que en el pasado. Si nuestra comunidad no cambia su agenda y la dirige a los problemas relacionados con el crimen organizado, serían grandes pérdidas de oportunidades para el impacto. Si nosotros no actuamos, víctimas continuarán sufriendo en la oscuridad, el Estado se verá amenazado por los criminales y el concepto de los derechos humanos dejará de ser pertinente. El crimen organizado ser abordado por

es la

un problema de los derechos humanos y necesita comunidad de derechos humanos—mi comunidad.

Joy Olson es la directora ejecutiva de WOLA—La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos. Ella considera este artículo como una auto-crítica.

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