LA HIPÓTESIS CRIMINAL Copilado por: w2sn
Según Peña Torrea, el Siglo XIX enmarca el comienzo de la investigación criminal con el nacimiento de la criminalística, distinguiendo un periodo constructivo que lo divide y diferencia en dos fases: “la primera, intuitiva, por el predominio en la investigación del instinto sobre el raciocinio, por ello empieza a ser un arte la investigación policial, pero arte espontáneo, sin método y sin sujetarse a normas y reglas determinadas. La segunda, posteriormente evoluciona el sistema investigativo a un nuevo tratamiento definido como psicológico o reflexivo en donde se valoran las aportaciones de los testigos, se examinan los móviles, se estudian con lógica los hechos, es decir se observa y se deduce.” Haciendo una reflexión, lo esencial después del estudio de la escena del delito, es iniciar la labor del investigador analítico, del investigador hipotético y deductivo, investigador de pesquisa, investigador que irá conformando ese “organigrama operandi” con sus distintas hipótesis deductivas y el apoyo de los datos aportados por el investigador criminalístico, psicólogo, forense, biólogo etc. La suma de todas esas hipótesis deductivas nos irá diseñando un perfil del autor de los hechos que en gran medida pueda ayudar a la investigación, convirtiendo al “investigador de calle” en parte complementaria de la psicología criminal, no siendo en ningún modo sustituto del psiquiatra o psicólogo forense, en su actuación analítica o pericial, sino aportando su experiencia y su conocimiento concreto sobre esa investigación que se estuviere desarrollando. La hipótesis criminal, como bien podríamos definirla, al igual que otras hipótesis deductivas de carácter científico, posibilita el ordenamiento coherente de conocimientos al aplicar la racionalidad con cierta dosis de objetividad o probabilidad a los pasos lógicos que conducen a ese objetivo. Para llegar a consolidar esa dosis de objetividad, los investigadores desde el primer momento en que tengan conocimiento del delito, utilizaran cuantas herramientas sean necesarias para comprobar que esas hipótesis en sus distintos índices de probabilidad alcancen el objetivo marcado, que no es otro que averiguar los motivos que llevaron a la comisión del delito, la metodología empleada por su autor y su posterior descubrimiento y aseguramiento. Ello se consigue en gran medida, cuando de la metodología empleada (observacional, selectiva y experimental desde un punto de vista relacional investigador – casos estudiados) así como de la minuciosidad en las distintas técnicas utilizadas en la recogida de información del hecho criminal y sus procedimientos en esa recogida, aseguramiento, traslado y experimental desde un punto de vista analítico – científico se obtengan datos a su vez del “modus” utilizado por el autor del acto criminal, nos permita cotejarlos, posibilitando que las
hipótesis sometidas a prueba sean las hipótesis correctas, por lo tanto serán éstas, las que determinen el método de investigación a seguir, que nos conduzcan a ese fin establecido. Existen determinados tipos de delitos que por su caracterización en la comisión de los mismos, conforman hipótesis criminales que caracterizan igualmente a sus autores, aglutinándose éstas en estudios criminológicos y estadísticos que ayudan al investigador policial en la concreción de las suyas. Esto traducido criminológicamente, nos indica como factores importantes y por lo tanto viables en cuanto a las hipótesis a deducir, que un alto porcentaje de los hechos con móvil sexual son cometidos por varones, que un alto porcentaje proceden de un medio social desestructurado y que un alto porcentaje han sufrido abusos de tipo sexual o malos tratos. Debido a ello, podemos matizar que en base a la tipología del delito, concretaremos igualmente una hipótesis inicial, que cotejada con los resultados criminalísticos de los indicios obtenidos en la inspección ocular, se transformará en una hipótesis axiomática en cuanto a que existen pruebas que caracterizan ese delito. Esto nos aporta un dato importantísimo en la investigación, que nos puede hacer descartar otras hipótesis: delito de tipo sexual. Del mismo modo, nos permitirá obtener otras hipótesis deductivas correctoras que minimicen el abanico de probabilidades del autor del hecho delictivo: orientación sexual, tipo de sexo, violencia empleada, etc. Como resumen cabe decir que la habitualidad del delito en cuanto a su número y forma de producción con todas sus circunstancias conforman hipótesis criminales que ayudan a la investigación concreta y a la formación de consecuencias criminológicas, su posterior estudio y sus posibles soluciones.
Formación de la hipótesis criminal: sus fases Para que las hipótesis criminales posean un alto grado de objetividad, que nos permita encaminar la investigación hacia unos resultados óptimos, deberíamos tener en cuenta las siguientes fases, estructuradas en función al orden que a continuación se relaciona: 1. Primeramente, debemos enunciar preguntas bien formuladas, preguntar a las cosas relacionadas con el hecho y que éstas nos contesten. Ej: Si en la inspección ocular realizada, encontramos un orificio en un objeto, preguntarnos a que puede ser debido ese orificio, que tipo de cosa o acción lo ha podido producir etc. 2. Establecer hipótesis, fundadas y contrastables con la experiencia y la actividad probatoria definida por los hechos que se investigan, para dar respuesta a esas preguntas.
Ej: Dicho orificio corresponde a la bala disparada por un arma de fuego, por las señales encontradas, descartando que pueda ser debido a un orificio mecánico de otra herramienta, otro tipo de arma etc. 3. Derivar consecuencias lógicas de las hipótesis. Este punto desde su teoría puede ser muy válido, pero a veces la lógica nos puede llevar a confusión y por añadidura a error en nuestras apreciaciones. Quisiera significar la importancia de este dato, no debemos pensar en la lógica, es decir, descartamos posibilidades o aceptamos éstas por la lógica, lo que sí debemos constatar es la VIABILIDAD y preguntarnos ¿es viable que pueda ser aunque sea o no lógico?. 4. Arbitrar técnicas para someter esas consecuencias a contrastación: técnicas criminalísticas, médico legales, analíticas etc. 5. Someter, a su vez, las técnicas a prueba para comprobar su relevancia e idoneidad: demostrar que las técnicas empleadas son fiables para poder obtener resultados objetivos. 6. Llevar a cabo el contraste e interpretación de los resultados obtenidos. 7. Estimar la verdad o no en función de los resultados, considerando en todo caso, la hipótesis deducida parcialmente veraz hasta el total esclarecimiento de los hechos, que nos confirmará que la viabilidad de la misma era la correcta o la errónea. 8. Determinar por tanto, la validez de esas hipótesis y de esas técnicas utilizadas, si son correctas pasaran a formar parte de la experiencia, es decir de la casuística, si son erróneas se formularan los nuevos problemas originados por la investigación, formalizando nuevas hipótesis. Una vez analizadas las fases anteriores, podemos confirmar que toda investigación, en este caso criminal, parte de un problema a estudiar (el delito cometido) y que a través de una serie de fases se llega a unos resultados relevantes para el problema inicialmente planteado, que sirven de base para contrastar las hipótesis deductivas realizadas.
Conclusiones La esencia de la hipótesis criminal reside en la posibilidad de anticipar los conocimientos sobre el acto criminal, deduciendo los hechos que posteriormente se trataran de confirmar o refutar con datos de la realidad como son los indicios y pruebas obtenidas de la inspección ocular y otros que posteriormente surjan de la propia investigación iniciada. En el mismo sentido, deseo dejar patente que existen hipótesis de gran valor que son generadas en investigaciones carentes de inspección ocular, es decir, no toda investigación
parte de una escena del crimen por un hecho concreto, otras son obtenidas de investigaciones de oficio o a solicitud de autoridad judicial, cuyo fin es investigar, probar o descartar los hechos que se imputan. Quisiera dejar constancia por su trascendencia y así queda expuesto en libros especializados, que los hechos no deben adaptarse a una hipótesis, sino al contrario, la hipótesis a los hechos. Para finalizar deseo reproducir la caracterización de las hipótesis que exponen los criminalistas Francisco Antón Barberá y Juan Vicente de Luís y Turégano en su libro Policía Científica:
“Las hipótesis emitidas deben ser racionales, verosímiles, justas y psicológicas.”