El búho tuerto “Si
usted cree que en su casa está viviendo un muerto, cuélguese de la cadena un búho tuerto.”
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Folklore cubano
Editorial e ant l i c a elo v a u v er os y prim anzam rama, l e o c n l a an Co s si so el p a a n o a p ar ape r borr lso Todaví a u s p i div r el im evo. as aún u e n g l a co arlo de stras a a nt ue inte mos; n , pero y as ae sl en no c xtiend ilarno af ee no s amos a ra. ez a ce emp en la l to a , se ras n e t s gar o in ombra a d n s u estr seg ces ni u e n t u os Es in l filarn s , o r El l vue a en pe idad. eñ an s emp sta urb arle la on en v e r e u ll aye c imp ha de s to e no vien s que s a plum egue. i le esp er s o... v el d a , lv sted r el po u s a i a ójal imp Rec para l en sirv
EJE MP LAR
DE COR TES Í
A
Contenido Lo que busca ser
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Perfil del ciudadano feliz
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Perfeccionamiento
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La útopia del observador
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A la sombra de un árbol (Sueño)
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Discurso circular
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Claveles
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La verdad al desnudo (El poema de un arlequín)
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Los frenos de mi bicicleta
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Carta de una danzarina a Mefistófeles 19 AUGUSTO ROTAVISTA HERNÁNDEZ WAHIDER CARDONA HERNÁNDEZ Fotografía portada Dirección
ANDREA GALLEGO Corrección
Art. y Edit: ELICENIA BEDOYA, CHARLES Z. R, GLORIÁ GARZÓN, RICHARD FLORES, ANDREA GALLEGO, WAHIDER CARDONA, AUGUSTO ROTAVISTA H. Colaboradores: ATAHUALPA QUINTERO, LUÍS E. TABARES, VÍCTOR HUGO RICO, MARTHA LILIANA VILLADA .
© Todos los derechos reservados ISSN: 0245-8267
Diagramación y armada electrónica: EDICIONES VILLA GALLINAZO Finanzas: REVISTA 1
Impreso en Pereira
Lo que busca ser procuren mis vivencias, no es más que mi mundo egoísta y el bello engaño de hacer parte de él.
M.C. Escher. Rind
Estamos sometidos a ser humanos, nada arrancará de nuestro adentro, mirar bajo nuestros pensamientos, percepciones, mirar desde nosotros. Pero en esta revoltura de seres ¿Cómo decir cual tiene la verdad? Cada cual ve lo que tiene y como tiene que verlo, no se escapa… lo ve con la mirada de aquel maestro que hizo parte de su enseñanza, lo ve con mirada de niño, lo ve bajo las reglas que le han aplicado; cada hombre mira las cosas con la experiencia, tan variada como hombres existen. Cada quien tiene su mundo y desde el se mira, se expresa, se actúa… ¿Entonces, cómo pretender formar leyes?, ¿Cómo estar de acuerdo sólo en palabras si hasta su sentido es relativo a cada uno y lo que detrás de él viene? El mundo puede ser tal vez uno, pensarse como uno, pero llegar a conocerlo, jamás, es nuestra gran limitante, nuestro conocimiento no se sale de nosotros, no toca más que nuestras paredes que limitan el afuera. Todo lo vemos, lo pensamos y organizamos desde adentro, el afuera no es más que oscuridad, no es más que lo que veo con mis ojos, escucho con mis oídos, siento con mi tacto…. y en fin no es más que mis sentidos y lo que
Por tal razón, maestro no es aquel que enseñe su verdad, sino aquel que muestra la ignorancia, pues cada ser es el encargado de buscar su propia verdad, de hallar su camino, así se tropiece sólo con él mismo, en su reconocimiento se convierte en maestro de sí. E.B.E
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El búho tuerto
PERFIL DEL CIUDADANO FELIZ
Por una mayoría abrumadora en el seno de las leyes y la democracia representativa se aprobó fortalecer las fuerzas que garantizan la seguridad de todos los ciudadanos; en diferentes aspectos y con alcances inciertos cada quien en esta patria sabrá los pasos de su vecino y amigo. Una manera de institucionalizar el miedo con la garantía de acrecentar las rejas y los controles. Los costos se asumirán con nuevos tributos que pagarán los más ricos, en todo caso cuenten con viajar por las carreteras con la libertad de los centímetros cúbicos y el afán de encontrar los rincones más apasionantes de la geografía. Para tal efecto el mismísimo ministerio de transporte y la entidad promotora del turismo nacional harán la publicidad. Los felices viajeros irán y retornarán por caminos veredales y con canciones que exaltan el civismo elevan los símbolos a una oración fraterna. Si de religiosidad se trata felicidades compatriotas. Pues bien, éste ilustre senador debatió tales políticas y con su aprobación se sabe que conseguimos la seguridad pérdida o por lo menos diluida en tantas horas de debate en San Vicente, sin ningún rédito ni crédito. En el ámbito local igual esperanza
abrigan los conciudadanos, con tanto paisa en cada rincón y cada contrato; sin sorpresa alguna nos convocaron a la renovación urbana; con cantidades de proyectos de tan incierta realización como financiación (por supuesto: aportes de la nación y aportes del municipio); así que los cabildantes del área metropolitana con más temores que convicciones aprueban con estrecho margen y sospechan que los programas comprometerán la saludad, el bienestar y el libre tránsito de los ciudadanos de a pie. Sin esperar mucho, los resultados del concurso para el sistema de transporte, la campaña previa, la inversión de la segunda colonización antioqueña y el megalavado (por sobretodo y contra todos) se concretan y se aceptan con el sofisma del desarrollismo promovido por el Juan sin miedo de turno; que abraza y abarca otras latitudes con un mesianismo colonizador que hasta propios y extraños asombra. Bueno es que jefes y príncipes abundan y se sabe que el senador que nos ocupa y preocupa siente que una silla confortable le espera en un año, para al cual una larga lista de aspirantes hacen fila. La seria conclusión es que hasta los mismos fortalecidos se equivocan en el
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incompletas, el orgullo que nadie siente y la incertidumbre por lo que falta: una ciudad para mostrar pero con conciudadanos inconformes. ¿Será que el dinero y la segunda colonización paisa alcanzan a vencer temores y sospechas? Ya todo el país sabe lo que esta pasando en Pereira.
Foto: John Fabio Mesa
fuego, en las recompensas y en ese nombre nefasto de “positivos” y tanta corrupción que ni escapatoria tienen las auditorías gringas a su dinero mal invertido en planes salvadores y de lucha contra el terrorismo. ¿Cuál terrorismo?. Será lo que se denominaba terrorismo de estado. Si este senador presiente el miedo y sabe que ningún ministerio de defensa, ninguna fuerza del estado le puede proteger y tampoco al primer mandamás le puede confiar su integridad. Expresa que de pronto se verá obligado a abandonar el país. Qué será entonces de los demás mortales y demás opositores en esta pasión que no termina. Ante todo, los ciudadanos de a pie seguirán por los senderos de la ciudad renovada y con el ánimo de los pereiranos en un megaorgullo que ni sospechaba la ilustre gerente y los comerciantes digitando los días de retraso, y cuatro cuasipolicias protegiendo y no educando a miles de usuarios que notan después de la lobería que el camino a la casa y el trabajo se ha prolongado media hora. El caos y la inmovilidad padecemos pero tenemos en tiempo veloz el sistema, todo es retórica: el nombre, la parafernalia, las inauguraciones a obras
‹‹El hombre de la calle››
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El búho tuerto
PERFECCIONAMIENTO
Avanza el avance y se acelera la aceleración, aumenta el aumento, crece el crecimiento, crece y crece la Franco Donaggio. Urbis 14
Diariamente presenciamos el avance, el avance de los hombres y las máquinas, el avance del cuerpo, el avance de las ciencias. Constantemente se nos recuerda el aumento, el aumento del humo, el aumento de los muertos, el aumento de precios, el aumento se multiplica. A cada instante nos ofrecen, nos rifan, nos regalan, en cada instante nos confinan. La ciudad moldea y crea cierta rara simetría, una máscara te endurece el rostro cuando sales a la calle y es una máscara de miedo, eso es lo que nos dan a sentir, y evitarlo es lo que nos hace permanecer sin rumbo y romper al menos alguna de las falsas reglas. Dejar que alguien se asome a tu interior no será fácil en esa maraña de ruido y mentiras que entre todos alimentan y veneran, que entre todos acarician por las mañanas con un trapito húmedo. Es un mundo que avanza a cualquier costo hacia la venta rápida, retiro inmediato, comunicación instantánea. Sopa por cable, y que rápido va y que rápido se pone el nuevo ordenador. Entre las nostalgias se alcanza a enumerar que ya no hacen escarcha las neveras y los niños nunca han comido la nieve.
población. Benditos sean los lugares en donde uno se puede sentar a escribir observando este paroxismo de la velocidad. Bendito el árbol que refugia al artesano de la lluvia, bendito el niño que pregunta ¿A dónde vas? ¿Tienes mucha prisa? ¿No te dejan juntarte conmigo? En contraste con todo este super hiper mega avance hay algo que ha sido
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práctica más estimulante, la práctica sagr
Franco Donaggio. Station 8
olvidado mientras el resto excede y pesa causando un sudor frío. En contraste a todo ese alucinado camino de la velocidad, nos estamos deteniendo en nuestro interior, ni yo ni tu, toda una especie se está haciendo lenta en lo que concierne a su búsqueda espiritual, a su camino. Modernidad tiene por vehículo la ciudad. Allí se puede observar. Imperan aun ideas sobre el bien y el mal, sobre el cielo y el infierno; prevalece el sacrificio humano y la esclavitud se ha perfeccionado, ocultándose. Ideas, imágenes mentales, la idea que se tiene del hambre es casi más terrible que el hambre misma. El ser encerrado en un conjunto de impulsos mentales, en una retícula gigante, en un conjunto dado e inferido de estímulos, ha visto también crecer sus necesidades, sin advertir casi junto con ellas crecen y se elevan los muros de su propia cárcel, de muerte viva. Modernidad ocultó a nuestros ojos, tapó a nuestro olfato, vedó a nuestro oído y nos enseñó a no tocar, corto nuestro camino y nos puso a deambular en laberinto vigilado. En burgo inconcebible. En seguridad, por seguridad, bajo seguridad, sobre seguridad vas temblando por la calle. ¿Quieres que te miren? ¿Temes que te hablen? O vas tratando de concentrarte en otras cosas mientras vigilas y andas, que no te roben, ¡Que no te pase nada! Un día olvidaste que no hay que temer. Tal vez hace tiempo no recuerdas la palabra amor, cuyo significado es la
sagrada. Tal vez no recuerdas la palabra alma cuando jalas el gatillo de tu inodoro, cuando oprimes el clic de tu tesoro, cuando afeitas el bosque o depilas el jardín. Tal vez no pienses más que en todas tus facturas, que en todas las películas, que en todos tus videos, tal vez no pienses más pero la vida sigue latiendo en ti, no me lo vas a negar y menos si me quedo quieto mirándote a los ojos. El amor sigue siendo tu centro, tu columna vital, tu espinazo que apunta hacia el cielo, el sonido de tu voz inconfundible, todo esto permanece intacto en tu interior. Tu camino. Tu comunicación. Tú acción verdadera. Tu velocidad. Tu movimiento. Tu luz. Tu regocijo. Tu vibra. Tu estar. Tu ser es tu felicidad. Tu paz. Ser o ser, indiviso, unido, respirante del instante y aspirante del siempre. Alejandro Buitrago
El búho tuerto
LA ÚTOPIA DEL OBSERVADOR
de Dios, es desgarrar la privacidad, descubrir nuestra enfermedad, sorprender al ingeniero y arquitecto ignorante, jugar con las maquetas por las que no podrán circular los buses articulados de verdad. Observar es el antídoto de lo efímero, retiene al tiempo a la vez que violenta lo prohibido, la región de la privacidad, en donde las máscaras caen y los sujetos se presentan tales como son: violadores de normas y seres desaseados por naturaleza: se limpian la nariz en un trapo, los hombres orinan en el recipiente del agua bendita, los cocineros escupen la sopa. Observar es capturar al vecino hablando mal, sorprender al maestro de literatura refiriéndose al estudiante como estúpido y a éste último engañar al primero con un ensayo bajado de la internet. Observar es un acto frustrante, a través del cual se descubre que la perfección es una colcha de imperfecciones. El observador deja de ser ciego. El robar momentos nos recuerda nuestras flaquezas, es un acto existencialista que nos recuerda que hoy ya se es más viejo que ayer, que se tiene un año más, que duelen las piernas y que ya no se es atractivo.
La palabra voyeur es un término francés que hace referencia al mirón. Su connotación sólo es contemplada en un sentido: el erótico. Jim Morrison, en su obra Los señores: notas sobre la percepción de las imágenes, sugiere que el voyeur actúa como el ojo de Dios, saciando su curiosidad y su anhelo de omnisciencia mediante el placer que produce espiar a los otros. En este país de la limboneidad la palabra voyeaur no posee similitud alguna, es intraducible e inaplicable. Pero existen dos acciones parecidas: mirar y observar. Mirar es captar todo cambio como el del vendedor que ya no está en la esquina. En nuestra nación el mirar ha estado asociado con el chismosear, el guindar. Consiste en espiar con curiosidad al nuevo vecino que llega a nuestro barrio. Es un acto católico, era bastante común hasta mitad del siglo veinte; fue practicado tanto por el presidente Marco Fidel Suárez como por el diablo tutelar de Riosucio. En la calle mirar produce nauseas. En ese espacio de tránsito se amalgama la visión de una escena lasciva con la del desplazamiento; mientras al cerebro el ruido de los pitos y el humo lo embotan. Observar consiste en punzar ese ojo
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P h il i p p e H als m an. Om ai r a
Dependiendo de las circunstancias se mira o se observa. El hombre suele detener su mirada en los senos y los glúteos de la mujer. Mirar el trasero es un acto fallido de extinto sodomita. Los hombres colombianos somos hijos de los curas ¿o por qué razón miramos los traseros? En estas tierras de la limboneidad casi todo se gesta en las iglesias, tal es el caso del observador. En esos recintos los sujetos se preocupan del que no fue y del que no va a misa, y que por consiguiente no vota, y tampoco va a fútbol. El observador católico se clasifica así mismo como salvado; minimiza al otro con frases que interiorizan a lo largo de sus vidas: ‹‹yo nunca seré como ese sujeto››. El ver cómo se desnuda una mujer o el cómo se viste es una actividad superflua.
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Lo ideal sería observar a una mujer que se rasura el vello púbico tras haberse masturbado, es decir, capturar lo que el sujeto se reserva para sí. En la limboneidad no se observa, se mira a ciegas y sólo lo que es atractivo. El verdadero observador desearía capturar, retener lo agradable y lo desagradable. El observador en su utopía enloquece, se percata de que sus semejantes son monstruos. El sueño del guindeador es destruirse a sí mismo, ¿cómo? Exponiéndose. Observar sería destruir el ideal del otro: recordar que defeca, que se enferma, que huele a diablo rodado y que habla mal en ese espacio privado de la soledad. En tal estado el sujeto se disgrega, se disemina y se convierte en impotente, se destruye a sí mismo. Observar es una flagelación, no una masturbación, el observador se sacrifica, desea atrapar la monstruosidad tirando pelos al arroz. El mirar es una actividad pública. Por su parte observar es un acto solitario y clandestino, a través del cual emerge lo anormal. En la calle el observador se convierte en espectro; el conjunto de imágenes imposibles le aplasta: la del mendigo que pide dinero a un desplazado, mientras una
El búho tuerto
Wyeth. Sín título
prostituta ofrece sus servicios a un policía. En el acto de observar se busca alcanzar lo que nadie más podrá contemplar. En este sentido, lo desconocido, lo misterioso de dicha acción, se pone en contacto con lo primitivo y ancestral. A lo largo de la historia, en Colombia se ha fomentado el mirar pero se ha castigado al guindeador: según un mito de la costa atlántica no se convierte en espectro sino en animal, como es el caso del hombre caimán, castigado por guindar a las jovencitas que se bañaban a las orillas del Magdalena. El observar es algo que se ha practicado con miedo. Sólo las estatuas observan placidamente porque no sienten miedo, son espectros de bronce. ¡Ah, pobre Baudelaire! París no fue Pereira y Pereira no fue Paris. De haber deambulado, en el siglo XIX, con su traje
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de voyeaur en nuestras calles sin pavimentar y llenas de pulpa de café, los campesinos le hubieran hecho correr con sus machetes. De haber vivido en nuestro tiempo le hubiese tocado vender cd's piratas en las esquinas o en la peatonal de la veintidós o de la dieciocho mientras que en las noches le hubiese tocado recibir las malsanas y envidiosas críticas de los maestritos de bar respecto a su obra literaria. ¡Con esa apariencia de proxeneta! De seguro a ningún centro comercial lo hubiesen dejado entrar. Con seguridad no habría muerto de sífilis, después de un paseo nocturno un chirrete le hubiese dicho: “Hey, que mira, se le perdió algo” y luego habría apuñalado al visitante parisién. Augusto Rotavista Hernández
A LA SOMBRA DE UN ARBOL (sueño) “- ¡ay!, caballero errante de los cipreses, una noche de luna mi alma te ofrece.” Federico García Lorca
Tal vez el tiempo no importe. Las cosas suceden por que si, así no quieras, la vida tiene sus razones, y nosotros luchamos con la vida con nuestras propias razones. El ayer ya no existe; el hoy es demasiado fugaz y el mañana una incertidumbre insondable. En algún lugar de un sendero desconocido, cansado y apesadumbrado por el día, deshidratado mi cuerpo por demasiado sol bebido, alucinaba errante por un polvoriento camino silencioso que se hacia cada vez más sugestivo ante mis embotados sentidos... Mis oídos estaban aturdidos como por el canto de mil aves... mi garganta seca como un río muerto y... mis ojos atontados, mirando como por difusos lentes que sólo observaban la confusa existencia que ante ellos se presentaba. Iba directo hacia una maraña de verdes de diferentes tonalidades, y más allá las mágicas montañas de un azul inalcanzable, las nubes se condensaban en grises de tormenta; allá dirigía mis paso. Por otro lado, el sol moría y encendía las nubes de rojos y amarillos quemados; ese era el cuadro que dejaba: el desierto yermo de pequeños oasis, por la florida y agresiva selva, y estaba allí en medio
de la presencia de dos vidas que cualquiera pudiera ser muerte. No podía percibir aroma alguno y, sin embargo, diría que podía percibirlos todos... La maraña de sensaciones pasaban todas a la vez, sin ser realmente ninguna; entonces decidido a dar reposo a tan fatigado cuerpo, busqué aquél lugar tranquilo donde pudiera descansar en el lindero del bosque en el cual penetraba. Y a la sombra de un gran árbol frondoso, como aquellos que se presentan en los cuentos de la febril infancia, me convocó a su presencia con un sutil canto que abrigaba a mis oídos y rodeado de esencias aromáticas singulares que predisponían al encanto. Entonces eché la materia sobre la tierra y allí mismo me dispuse al reposo. Hay un instante en que el cuerpo desfallece con un singular hastío de la vida, después de la fatigosa y penosa labor del día. Entre la sombra prolongada de la tarde, a la ribera del camino, bajo la nube de floresta especie, un hombre duerme con mohínos labios; y en el ensueño se procura mares; rodeado de hojas de un árbol de copa, que ansiosamente se baña de rocío en una tarde que muere en espera de una noche fría, esperando un amante inconstante y, cual buen espejismo en
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El búho tuerto
Walter Branchs. Bosque
horas desérticas, da rienda suelta a todas las fantasías que procura la mente en los sueños. Ya de los pliegues verdes, ya profundo en la noche, como un hechizo, emana el elixir en la delicada Verdina, gota de rocío que se estremece en la brumosa noche fría, y pende aquel cristal mágico que alberga toda la figura del camino y del bosque, sin rendir cuentas aún a la fuerza de la naturaleza; recoge un haz de luz proveniente de la luna, depurado por el sendero de hojas y aquella luz refleja los labios pálidos del anodino habitante que parecen ya no exhalar el vaho de la vida... ...Hace tanto frío en los huesos, como frío hay en el alma; el plúmbeo tiempo ya ha hecho de las suyas, y del seno de la
vida se nos ha arrojado. De nada vale la vida, si vida ya no se tiene, y aquel fuego del ayer que en juventud altanera flameaba, ni siquiera fuego fatuo hoy puede avivar su llama. El pasar del tiempo, las horas que pasan, minutos que juegan, segundos horizontales que al infinito van. Sé vertical y el tiempo desaparece... las hojas caen nuevamente después de muchas lunas; la naturaleza como siempre se rectifica y ejecuta de nuevo la gran obra. Lo que antes era faz humana, ahora es sustancia bajo la tierra oscura, y como sustancia a la tierra ha de sostener; energía cambiante en materia, materia en energía, circulo vicioso que contiene la perfecta armonía. Escucha atento el silencio, ¿qué te puede decir la rosa, la roca, el ave en el viento, o cualquier otra cosa? Escucha atento y no busques ser sabio, porque nunca lo serás; repara consideradamente y obtendrás algo de comprensión, he ahí como se trasciende la materia. Asciende la metamórfica esencia por la sabia bruta de un gran árbol de copa, y se posa allá en las alturas, juzga poseer por un instante conciencia de su pretérita energía, observando los rutilantes astros los cuales pernoctan allá en aquel manto oscuro; un vago claro de luna que, de cuando en cuando, asoma por pequeñas ventanas de nubes grisáceas que a paso lento van por aquella bóveda tan llena de misterios... ...¿Por qué los pies tan aferrados en
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tierra, si antaño juguetones iban de aquí para allá, como aquellas nubes que se posan en los cielos hoy, para recordar mis infortunados días como materia siniestra entre la humanidad, evocando los días que eran y ya no serán jamás?... Fuera hoy tormenta, fuera hoy llanto de los cielos, así mi pena sería en éste instante menos densa; el sol que me ha quemado, no era mas que el tiempo que, avanzando sobre mi cuerpo le ha consumido. Mi piel dura y ajada como un leño hosco cuyas raíces a otros caminos impiden ya partir; y un hechizo que produjo el letargo, le han dejado en este lugar triste en medio de dos mundos que ajenos ya no son ante mis ojos... así pues, que el brillo de la luz celeste se adentre en los cristales y embriague mi mente con el áureo resplandor de aquellos astros impares, alejado de las gélidas miradas de la desigual humanidad... Todo esto pensaba sin pensar, se iban como ecos de mí, palabras nunca pronunciadas por mortal alguno, difuminadas por la inmensidad y por todas las voces que ahora circundaban todo el paisaje y me inundaban voces de horrores y de profundas tristezas, otras de tranquilidad, de paz y profunda alegría, pero todas en esencia eran una sola voz de muchas voces. Un lamento se ha escuchado... el susurro de las hojas provocado por el ímpetu de un viento nocturnal, han caído algunos brazos de un gran árbol frondoso y de copa que se conmueve ante su sombra, iluminada por el albor
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Robert ParkeHarrison. Earthcoat
de los recuerdos todos llenos de sutil melancolía y nunca mas volvió a recordar haber sido hombre, y el árbol, simplemente fue árbol... Un vagabundo buscando reposo, encontró a la ribera del camino, un gran árbol de copa gigante y frondoso y a la sombra de éste se acostó a soñar... Un eco lejano, sin trazas de humano en el ensueño profundo logró murmurar: “ trashumante, amigo mío, tu cuerpo cansado yo abrigo, es hora ya de echar raíces sobre la tierra, al soñar la vida se nos olvida, y al olvidar una nueva vida se espera...”
J.W.C.H
El búho tuerto
Discurso Circular Soy un globo flotando a la deriva, los vientos son buenos, mas desciendo, desciendo a tierra y luego me arrastro por el césped hasta caer al pantano, y me hundo, me hundo cada vez más hasta el mismo infierno, entre almas de maldad delicada y profunda, como de vampiros y de espectros. Pero me sigo hundiendo y llego de nuevo a tierra, allí soy una mente que habita un cuerpo. Los placeres de la mente son para mí superiores y el mayor de ellos es la contemplación de la belleza, en todas sus posibles interpretaciones trascendentales (ciencias, saberes, disciplinas). Desprecio los placeres de la carne por considerarlos superfluos y pasajeros. Soy discípula de infinitas maestras: las ideas.
Nadya
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CLAVELES ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? No miren mi rostro, no me hablen, todos los seres son estorbo. ¿Por qué no hago algo, algo productivo, algo que sirva a la humanidad? Pues sencillamente ¡PORQUE NO ME IMPORTA LA HUMANIDAD! No me importa. Cansado mi corazón se arrodilla sobre la tierra maldita, atravesado por la desdicha se lamenta; pero calma, breves reflujos de reflexión: “la muerte es una buena opción” Ah! qué cobarde, Tánatos caquéxico. Oh! Oh! Dolor!!!!! Es todo lo que conocen los duendes de las cavernas cerebrales de éste cráneo, el dolor más enorme, el dolor que supera a todos los dolores. Os escucho pobre humanidad agobiada y doliente “todo lo que queráis pedir... os será negado!”. Miren mi encarnación: soy un ser miserable. Os escucho pobre humanidad agobiada y doliente. Oigo vuestras quejas: Mujeres que se quejan de sus hijos. Hijos que se quejan de sus padres. Contadores que se quejan de sus cuentas. Universitarios que se quejan de sus libros. Y los más paupérrimos de vosotros, a penas con un hilillo de voz, os atrevéis a protestar: ¡Las moscas se comen nuestras carnes aún vivos! ¡Las ratas se comen a nuestros hijos recién nacidos! ¡Nuestros esqueléticos cuerpos alojan a los más voraces parásitos! “Oh, es horrible lo que dices” me han dicho, y con esta frase el oscuro imperio de la soledad se ha extendido como mancha negra sobre más continentes...
Nadya
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LA VERDAD AL DESNUDO (El poema de un arlequín) Ríe, ríe, tu risa me contagia vamos todos, así; tanto tendremos que llorar mañana cuando veas que tus ojos lágrimas desgranan cuando veas que tus sombras ocultan un fantasma no te asustes, no te afanes, son los escombros del esquelético amor que te proclaman, que te engañaron y que te blasfeman ¿Y por qué sufres? ¿Y por qué lloras? Acaso tu no sabes que la verdad es una mentira muy bien disfrazada. No hulyas de tu vida misma Comprende que el mundo es así y no lo cambiarás tú, ni lo cambiarán otros, ni lo cambiara nada. La máscara de hoy te la pondrás mañana. Ríe, ríe no importa que tu alma llore que importa que la tengas destrozada. Si estás riendo o si estas llorando el mundo gira y no le importa nada. Si has triunfado te darán animo, tendrás un “don” y nunca te dirán “fulano”. Pero si sufres y lloras y eres simplemente un pobre diablo te diran “quita; permiso, estoy muy ocupado”. No se si soy ese ser predestinado o simplemente soy ese pobre diablo, o si estoy riendo, o si estoy llorando, o si fue ventura nacer desdichado.
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Cuantos de vosotros sentirán adheridas a sus carnes como garras fieras, mis palabras. Cuantos de vosotros con el néctar del amor se envanecieron y a su dolor sepultaron. Sé de un hombre que amó tanto, tanto, que dio su vida y su existencia por amor sagrado y ¿qué paso? Se le escupió en su cara, en su frente límpida; con dardos le clavaron hasta que en su agonía lentamente fue crucificado; y hoy, después de tantos siglos, la historia del mundo no ha cambiado. Oh buen Dios yo no tengo tu poder divino. Oh buen Dios yo no tengo tu poder sagrado. Me diste alma pero soy de barro... y así, vamos jugando a la deriva en este festín del carnaval humano. Un día se nace, otro día se muere nos vamos los mismos que llegamos si dejamos algo otros tratarán de derrocharlo y si no dejamos nada... tal vez, otros luchen y alcancen lo que nosotros no alcanzamos. Acompáñame a reír, riamos juntos que un día, tal vez, no muy lejano reirán a carcajadas con nosotros solamente los gusanos.
Nosiel Drhcir
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LOS FRENOS DE MI BICICLETA “No sé por qué, no sé por qué ni cómo me perdonó la vida cada día”. MIGUEL HERNÁNDEZ . Otros Poemas
No se en qué circunstancias a Atahualpa Yupanqui se le ocurrió cantar y dar luego con una sencilla canción que ha rodado tanto sin desgastarse, y que es públicamente admirada y cantada de memoria por los adultos viejos: “Los ejes de mi carreta” es como cualquier creación de la naturaleza, sencilla y profunda. Debo reconocer que a mí siempre me ha cautivado, desde que la conocí gracias a mis padres, a los que les encantaba que yo aún siendo niño escuchara las poesías cantadas de ese señor de unas grabaciones de casette. A pesar de que memoricé y canté la letra como los viejos y reconocía preciosidad en sus versos (“demasia'o largo el camino, sin nada que me entretenga”, “No necesito silencio, yo no tengo en qué pensar”) jamás había encadenado cada frase para comprenderla a plenitud, o sencillamente la historia de esa canción no era mi historia. Eso suele pasar; hay canciones que uno escucha rutinariamente y su sentido es superficial, hasta que un día por casualidad o por interés suena en algún lugar del tiempo y el espacio y extraordinariamente ocurre algo que apreta el botón interno del entendimiento. Entonces, sucede que uno se afirma identificadose en
absoluto; cada palabra recobra profundidad y uno se siente como en el cuerpo del autor, como si toda la sensibilidad de la canción se hubiera abierto para uno zambullirse en ella y desde allí verse en el lugar y en el contexto de la producción y la historia hace parte de uno inmediatamente. Algo parecido me sucedió una noche. En realidad era una noche fría, en la tarde había llovido torrencialmente y no volvió a salir el sol. Tengo visiones difusas de mis quehaceres de ese día; creo que en la mañana hice ejercicios físicos en el gimnasio, luego bebí café sediento de poder leer sin dormirme; al medio día almorcé improvisadamente con harinas de panadería y unos tragos de jugo de borojó que llevaba en una botella que tenía un refuerzo de bolsa de plástico en la tapa para evitar calamidades. En la tarde bebí con un amigo dos cajas de vino barato hasta marearme y después sostuve una charla coprológica con amigos y desconocidos en una cafetería hasta que empezó a anochecer y, uno a uno, todos se fueron marchando de mi mesa despacio como el día. Me quedé solo. Abordé en el aislamiento, una lectura de Walt Whitman hasta que me aburrí de tanta belleza y no encontré en que más
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Wyeth. Sin título
gastar los minutos de mi vida, así que decidí irme, salir de ese lugar, huir, replegarme, seguir solo y buscar mi casa. En ese tiempo, aún tenía mi bicicleta, que a propósito era azul y siempre estaba pendiente de algún tipo de mantenimiento mecánico y de un reconocimiento con una esponja untada de jabón y empapada de agua. Cambié mi ropa formal de vagabundo intelectual por una improvisada indumentaria ciclística, que consistía simplemente en una vieja camiseta y una pantaloneta que absorbió los sudores de colegial y que ahora está descolorida por los años. La cafetería quedó atrás y las calles estaban oscurecidas de melancolía. Ese día tenía la idea de que era un
incompetente para tener compañía y en ese aspecto la bicicleta insensiblemente resumía mi idea y mi vida: andar y andar los caminos, sin nada, sin nada que me entretenga. Empezó el pedaleo inconsciente y rutinario; rodaba por los mismos lugares de todos los días. En esa fecha me sentía incansablemente solo, con un agotamiento robusto y un frío que me entraba por la nariz y me helaba los huesos y los nudillos de las manos. Lentamente llegué a un cruce de calles en el cual hay una tienda y tres bares atestados de gente, con música en alto volumen. Ahí todas las personas tienen una falsa felicidad alcohólica envuelta en humo de cigarrillo y danzas modernas; todos se envanecen criticando los cuerpos y las vestimentas
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El búho tuerto
de los otros y se excitan sintiendo cerca el sudor de su hombre o de su hembra, y al mismo tiempo les gusta emborracharse para hacer las cosas que se callan cuando están sobrios. Todo el primer tramo de la carretera es un descenso leve y largo, por tal razón, para el momento en que llegué al bullicio ya no pedaleaba. Apreté el freno para ver a la gente y él rechinó como chillan los ejes de las carretas sin grasa; volví a apretar el freno y retornó a llorar. Todo el mundo estaba en su asunto, en cambio, el asunto de mi mundo apenas si tenía sentido. Yo rodaba como por dentro de un túnel transparente, viendo y escuchando todo, pero alejado intensamente de todo. El cruce quedó atrás ignorado y la pendiente se empinó; el afán involuntario de la bicicleta creció y el freno reapareció para disminuir la velocidad, no sin antes hacer el escándalo de una máquina desajustada. Alguien que caminaba por la acera volvió la mirada y sonrió; el freno constantemente apretado no dejaba que la estridencia de la pasta de caucho en fricción con el aluminio cesaran. Lentamente la bicicleta rodaba y yo radiante, no tenía ningún afán de llegar a ningún lado y menos a mi casa. El ruido era para mi sonoro: tenía los efectos de la armonía musical y lo disfrutaba; los que pasaban caminando y que sobrepasaban en velocidad a mi bicicleta empezaban a gritar cosas como “échele grasita”, “aceitico m'hijo” o simplemente sonreían ante el
espectáculo. Todos los transeúntes comprenden el ruido vanidoso de una motocicleta de seiscientos centímetros cúbicos, pero no entiendo el por qué el chillido de una bicicleta no puede ser soportado por alguien con tanta tranquilidad y alegría. La calle casi sola multiplicaba acústicamente el ruido y eso me gustaba, ese sonido era algo sensible como una canción de cuna, algo que se parecía a la compañía que no tenía y que en verdad no tengo y añoro, algo que me indicaba que el mundo existía y que ese mundo perdido solitariamente dentro y fuera de mi tiene un enganche con la realidad, un enganche inentendible para muchos, pero muy significativo para mi. El ruido no me dejaba hundirme en otras reflexiones existenciales; tenía ritmo personal, vivo, alegre, excitante; sin silencio todo iba amablemente, sin la necesidad de engrasar ni de ajustar nada a mi vehículo ni a mi estructura. Llegué a mi casa una hora después, no comí nada, no había nada que comer, así que me llené más de hambre bebiendo hasta la saciedad agua y después, con una felicidad que ahora no comprendo, acoplé en el tocadiscos una canción de Atahualpa y escuchándolo a bajo volumen me quedé dormido profundamente.
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Atahualpa Quintero
CARTA DE UNA DANZARINA A MEFISTóFELES
Siempre acostumbras a perseguirme en las noches de candilejas. Ociosamente estas perturbando mi apacibilidad. Cada vez que llego a mi fiel ámbito quieres lucirte con las mejores melodías que compones para mí, pero esta vez quiero pedirte un favor: Deja de fascinarme con tu mirada engolosinadora. Sabes muy bien que no resisto a tus encantos y al deseo frenético a ceder a tus ardientes obsesiones, engendrándome una necesidad perniciosa de adorarte. Tengo toda mi disposición para distraerme un poco contigo, allí dentro de aquel rebaño de sublime perversión de mi abominable fantasía.
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El búho tuerto
Y mediante el lienzo, pincelar el avio de mi ansiosa sed de poseer la carne que me hastía de mi ardua adicción. Deseo poseer tu incapacidad cabal de amar, y danzar bajo las oscuras esencias de tus afables amabilidades. Y... girar entorno a un proseguir de lamentos y tempestuosas ilusiones. Acariciando tu condena y egulliéndome en el silencio que trasciende y cisura el abismo de tu égida ambición. Mientras tu fatalidad adormece … y la tragedia lance… me sumerjo en la luz de mis entrañas para el armisticio armónico. Regálame la negra noche, pues mi dios inspirado divaga en mis antologías hasta crepitar en lo mas recóndito de mi alero.
Lyra(E. A)
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