NOMINADO • Páginas 21–25
Asfaw Yemiru Cuando Asfaw tenía nueve años vivía solo en las calles de Addis Abeba, la capital de Etiopía. A los 14 años creó su primera escuela. Ahora tiene 66 años y ha ayudado a miles de niños pobres a poder ir a la escuela y tener una vida mejor. – La única riqueza de Asfaw la conforman todos sus alumnos, dice Behailu Eshete, que asistió a la primera clase de Asfaw hace 52 años.
L
a historia comienza cuando Asfaw tiene nueve años y cuida las cabras de su papá. El papá ha decidido que Asfaw debe ingresar en la escuela sacerdotal del pueblo. Pero Asfaw no quiere hacerlo. Antes estuvo con su papá en la capital, Addis Abeba, y desde entonces desea regresar allí. Cree que en Addis Abeba podrá tener una vida mucho mejor que quedándose en el pueblo con sus once hermanos, cuidando cabras. Pero Addis Abeba está muy lejos, y Asfaw sabe que sus padres nunca le permitirían irse. – Se suele tardar más de dos días cabalgar en burro a
la ciudad, así que llevará más tiempo ir caminando, piensa. La mañana siguiente, se marcha temprano a Addis Abeba. Trabajo y escuela Cuando pasa por la iglesia de San Jorge en Addis Abeba,
Asfaw ve allí a muchos niños solos y pobres. Como no tiene dinero, se acerca a la iglesia. Asfaw se queda esa noche. Y también la siguiente. Asfaw consigue trabajo como mozo de carga. A veces pasan varios días sin que le den nada de comer. Al igual que muchos de los otros niños, Asfaw comienza a ir a la escuela sacerdotal cuando no trabaja. Aprende rápido y los curas lo ayudan a ingresar en una escuela católica. Un día, una mujer rica pasa por la iglesia con una gran canasta repleta de queso. Uno de los quesos se cae de la canasta.
En las escuelas de Asfaw, los niños aprenden agricultura y otras cosas prácticas que necesitan para poder mantenerse siempre.
Buenas calificaciones en las escuelas de Asfaw Etiopía es uno de los países más pobres del mundo. Sus habitantes se han visto afectados por repetidas guerras y sequías, en las que millones de personas han muerto de hambre. Más de la mitad de los habitantes son niños menores de 15 años. Casi dos de cada tres etíopes no saben leer ni escribir. La escuela es gratuita y obligatoria los primeros seis años, pero menos de la mitad de los niños comienza la escuela. Sólo uno de cada diez continúa hasta sexto grado. Es normal ver clases muy numerosas. Durante muchos años, la escuela Moya, de Asfaw, ha obtenido el mejor resultado de Etiopía en el examen final de octavo grado. Varios aspectos contribuyen a ello. En las clases de Asfaw hay sólo 30 niños, los chicos pobres se sienten muy motivados para aprender, se prohíbe el castigo físico y el ambiente es bueno.
¿POR QUÉ SE NOMINA A ASFAW? Asfaw Yemiru es nominado al WCPRC para el Héroe de los Derechos del Niño de la Década 2009 por haber dedicado todo su tiempo y fuerzas por más de 50 años a luchar por los derechos de los niños más necesitados. Considera que la educación es el único modo en que los niños pobres pueden mejorar su vida. Tras haber sido un chico de la calle a los 9 años, en 1957 creó a los 14 años de edad su primera escuela para chicos que vivían en la calle. Miles de niños pobres han recibido educación en las escuelas de Asfaw y además él ha brindado apoyo a sus familias, dándoles leche y dinero, por ejemplo. Es gratis asistir a las escuelas de Asfaw y nadie tiene que pagar los libros o uniformes escolares. La mayoría de los alumnos han sido niñas, que tienen más dificultades para poder ir a la escuela. El castigo corporal siempre ha estado prohibido en las escuelas de Asfaw, donde los niños también aprenden agricultura y otros trabajos prácticos. La lucha de Asfaw por los niños pobres ha sido larga y a menudo difícil. Incluso fue encarcelado varias veces.
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Texto: ANDRE AS LÖNN FOTo: PAUL BLOMGREN ILUSTR ACIÓN: K ARIN SÖDERGREN
Asfaw visita la casa de algunos de sus alumnos.
– ¡Oiga, se le cayó un queso!, grita Asfaw, corriendo hacia ella. La mujer lo invita a trabajar y vivir en su casa. Asfaw acepta y durante tres años trabaja en la casa de la mujer y sus dos hijos. Todos los días se levanta antes del amanecer a cortar leña y acarrear agua antes de ir corriendo a la escuela. A pesar de que se apura, a menudo llega tarde y los maestros le pegan. Al regresar a casa Asfaw está cansado, pero aún le queda trabajo por hacer. Nunca se acuesta hasta muy avanzada la noche. ¡Coman menos! Asfaw logra en pocos años avanzar hasta octavo grado. Cuando rinde el examen final, el resultado es tan bueno que le otorgan una beca para estudiar en el prestigioso internado de Wingate. A la edad de 14 años, Asfaw ingresa en Wingate.
Se siente muy a gusto. Pero hay algo que lo inquieta. La escuela está muy cerca de la iglesia de Paulos Petros, donde viven muchos niños pobres y solos. Un día, mientras estaba comiendo, Asfaw tiene una idea. – ¡Imagínense si le diéramos la comida sobrante a los niños pobres! Va a ver al rector, y este piensa que Asfaw tiene razón. Todos los días después del almuerzo, Asfaw y sus compañeros reparten la comida a los niños hambrientos. Asfaw le pide a sus
compañeros que coman menos para que sobre más comida para los pobres. A muchos les parece bien, pero aun así lo fastidian un poco. – ¡Miren, allí viene el que quiere que tengamos hambre!, gritan riéndose. Asfaw también recoge ropa entre sus compañeros y la reparte a los niños. Algunos de los niños pobres le preguntan a Asfaw si no pueden ir a la escuela como él. Asfaw habla con algunos compañeros de clase y deciden enseñarles ellos mismos a los niños.
A las cuatro y media del día siguiente, Asfaw da su primera clase bajo un gran roble en el jardín. El rumor de la escuela de Asfaw bajo el árbol corre rápidamente entre los niños pobres, y cada tarde vienen más y más. ¡Alto, emperador! Cuando Asfaw tiene 17 años y cursa el último año en Wingate, unos doscientos niños asisten cada tarde a su escuela bajo el roble. Asfaw había pensado seguir estudiando en la universidad, pero siente que no puede
¡ALTO, EMPERADOR! ¡Denos un terreno para la escuela!
Descalzo, Asfaw (a la izquierda) muestra su nueva escuela al emperador.
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La larga caminata Asfaw va a la cabeza en la caminata de mil kilómetros para reunir dinero para sus escuelas.
abandonar a todos los huérfanos que ve junto al árbol. Decide tratar de construir una escuela donde los niños puedan vivir y continuar su educación. Pero no tiene dinero ni un terreno. Un día, Wingate recibe la visita del emperador de Etiopía, Haile Selassie. Llega para ver cómo les va a los alumnos de la escuela más prestigiosa del país. Cuando el emperador está a punto de irse, Asfaw aprovecha la oportunidad. Se echa al suelo frente al emperador y exclama: – ¡Denos un terreno! Todos se preguntan asustados qué ocurrirá. El emperador baja del auto y se acerca a Asfaw. – ¿Para qué necesitas un terreno?, le pregunta. – Quiero construir una escuela para los niños pobres, le contesta. Algún tiempo después, Asfaw recibe del emperador un gran terreno detrás de la escuela Wingate. El rector de Wingate le presta dinero
Muchos alumnos de las escuelas de Asfaw viven en cobertizos de chapa.
y, con la ayuda de los niños, Asfaw comienza a construir su escuela y se traslada allí junto a 280 niños huérfanos. La larga caminata Diez años después de haber comenzado, Asfaw tiene 2.500 alumnos y es el "papá" de 380 niños huérfanos. Pero Asfaw tiene dos preocupaciones. Su escuela resulta ahora demasiado pequeña y muchos de los chicos no consiguen trabajo cuando terminan. Entonces, Asfaw decide construir otra escuela más. Además de aprender matemáticas, inglés y otras materias, en ella los niños aprenderán también cómo cuidar una granja. Asfaw espera que si los chicos aprenden cómo cultivar verduras y criar pollos, puedan valerse por sí mismos aunque no consigan trabajo. Como de costumbre, Asfaw no tiene dinero, pero sí tiene una idea... – ¡Hagamos una caminata
Asfaw de visita Cuando hay dinero, las familias más pobres reciben la ayuda de Asfaw, para poder así dejar que sus hijos vayan a la escuela en vez de trabajar.
ida y vuelta a Harar!, les dice a sus alumnos mayores. Ellos creen que es una broma, porque todos saben que Harar está a 500 kilómetros de distancia en el desierto, a medio camino hacia Somalia. Pero Asfaw explica que enviarán información acerca de la caminata a organizaciones, empresas y personas pudientes para conseguir auspiciantes. Caminan a través de zonas montañosas y estepas que arden del calor. Duermen a la intemperie. Algunos alumnos se rinden, y al final sólo queda Asfaw. Es el único que camina toda la distancia de 1.000 kilómetros. Asfaw también usa la guía telefónica para escribir a las 5.000 personas y empresas más ricas de Etiopía. ¡Recibe una sola respuesta! Pero al final reúne dinero, la mayoría donado por amigos en el extranjero. Asfaw compra un terreno donde él y sus alumnos construyen otra escuela.
Toda la vida de Asfaw ha sido una larga y agotadora marcha para ayudar a los niños pobres. Bajo gobiernos anteriores, hasta ha sido encarcelado por su trabajo. Desde que 52 años atrás comenzó a enseñar a los niños huérfanos bajo el árbol, miles de niños han recibido educación en las escuelas de Asfaw. Pero a menudo Asfaw está apenado por no poder ayudar a más niños.
Asere Hawariat, la escuela de Asfaw para los primeros cinco grados.
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Yewbneh
lustra zapatos y va a la escuela de los pobres Yewbneh, de 12 años, camina una hora en el período de sequía hacia la escuela de Asfaw Asere Hawairat. Le encanta poder ir a clases y su sueño es llegar a ser médico algún día.
Y
ewbneh ha lustrado zapatos durante tres horas y antes estuvo en la escuela todo el día. Le duele la espalda al enderezarse para contar su dinero. Le alcanzará para un poco de pan y quizá algo más. También ha terminado Wondimageni, el mejor amigo de Yewbneh, así que caminan juntos a casa. Al llegar a casa, Yewbneh cuelga el gastado guardapolvos de trabajo. Las fogatas donde otros preparan la cena despiden un denso humo, pero en casa de Yewbneh tampoco habrá cena caliente esta noche. Habrá pan. – Somos pobres. La vida es dura y es por eso que permito que trabajes todas las tar-
des. No me gusta, ¿pero qué puedo hacer?, suspira la abuela Fikirte, que ha salido al patio. Yewbneh siempre ha vivido con su abuela y sus hijos, pues sus padres han muerto. – Es bueno vivir con la abuela, pero siempre me entristezco cuando pienso en mis padres. No recuerdo cómo eran. Sin uniforme Después de la cena, Yewbneh entra en la pequeña casa parda de barro. Yewub, que es su tía, lo está esperando. Juntos estudian las lecciones todas las noches bajo la única bombilla de la casa. Yewbneh considera su hermana a Yewub. Todos los
Diez adultos y siete niños comparten dos pequeños cuartos en la casa de Yewbneh.
Yewbneh hace la tarea a la luz de la única bombilla que tiene la familjia.
hijos de la abuela – que son muchos – se han transformado en sus "hermanos". En dos pequeños cuartos viven diez adultos y siete niños. – Si no estudio, nunca conseguiré trabajo. Entonces seré pobre toda la vida, dice. La abuela está de acuerdo. – La educación es muy importante y nosotros tuvimos suerte. Casi todos mis hijos pudieron ir gratis a las escuelas de Asfaw y además, la escuela me dio dinero todos los meses para pagar la electricidad y poder comprar comida y otras cosas para los chicos. Nunca habría tenido los medios para enviar a los chicos a otra escuela. Yewbneh sabe que así es. – Durante los primeros años, la escuela me pagaba 20 birr al mes para que pudiera seguir asistiendo. Ahora no recibo dinero tan a menudo porque la escuela ya
no puede costearlo. Pero aún no tengo que pagar para ir a clases y no tenemos que llevar uniformes. Nadie ten-
Yewbneh llama hermana a su tía Kebebush. Aquí está moliendo trigo.
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! k c a Sm Justo cuando Yewbneh pasa con su equipo de lustrabotas, uno de los chicos logra patear la pelota que ataron al poste con una cuerda. Ellos mismos hicieron la pelota con bolsas de plástico. Los chicos juegan al "tezerbol" y cuando uno de ellos falla, es el turno de un nuevo jugador. A Yewbneh le encantaría poder participar, pero nunca tiene tiempo. – Pienso que todos los niños deberían poder jugar después de la escuela en vez de tener que trabajar, dice.
Yewbneh reunió dinero para el pan con el lustre del día.
dría dinero para comprarlos, dice Yewbneh. Le gusta el inglés – No estoy seguro de querer casarme y tener hijos. Primero tengo que tener un trabajo para poder mantenerlos. Si no puedo hacerlo, no quiero tener hijos. No quiero que mis hijos tengan que pasarlo como yo, ir a la escuela y trabajar a la vez. Los niños sólo deberían ir a la escuela, dice Yewbneh. – Querría ser médico. En Etiopía hay mucha gente
pobre que no puede ir al doctor. Querría ayudarlos, dice. Alguien toca el timbre que cuelga del árbol fuera del aula y el recreo termina. El director escribe algo en la pizarra negra. Dice, “Él lustra zapatos por las tardes" en inglés. – ¿Lo escribí bien?, pregunta. – ¡Sí, está bien!, contesta a coro toda la clase. Es la última lección del día y Yewbneh, que va a quinto grado, tiene inglés. Mira un
momento la pizarra negra y luego escribe la oración en su cuaderno. "He cleans shoes in the afternoon." Largo camino a la escuela Cuando el día escolar termina, Yewbneh se queda un momento a charlar con sus amigos, pero no puede tardar mucho. Le espera un largo camino a casa. En el período de sequía le lleva alrededor de una hora. Cuando llega la lluvia, debe chapotear en el barro y entonces tarda casi el doble
de tiempo en llegar a casa. – ¡Hola, Yewbneh!, exclama su “hermana”Kebebush, que está machacando trigo en el jardín cuando él llega a casa. Él saluda, deja la mochila marrón y come un trozo de pan antes de ponerse su delantal azul de trabajo. Se acerca al grifo y llena el tarro de lustrar zapatos. En ese momento llega su amigo Wondimageni y juntos marchan hacia el camino.
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