Héroe de los derechos del niño
Gabriel Antonio Mejía Montoya
PÁGINAS 46–65
Gabriel Antonio Mejía Montoya, el padre Gabriel, es nominado al Premio de los Niños del Mundo por su lucha de más de 30 años en favor de los niños más vulnerables de Colombia – niños en situación de calle, niños soldados y niños condenados a prisión. El padre Gabriel ha consagrado su vida a ayudar a los pobres. Por ello ha sufrido varios intentos de asesinato. Durante la guerra de más de 60 años en Colombia, casi seis millones de personas tuvieron que huir de sus hogares y más de 200.000 fueron asesinadas. Los niños fueron muy afectados. Cuando Gabriel vio a los 37 años niños que vivían en la calle al frente de su casa, creó la fundación Hogares Claret y su primer centro para niños en situación de calle. Actualmente la fundación dirige 52 centros infantiles. En ellos atienden a 4.000 niños y jóvenes que vivieron en la calle o fueron niños soldados, además de niños condenados a cumplir su condena en los centros juveniles cerrados de la fundación. Mediante los aportes de Gabriel y Hogares Claret, decenas de miles de niños pudieron acceder a una vida mejor. El padre Gabriel lucha por los niños a quienes la sociedad dio la espalda. Dice que el amor es el remedio más importante. Es médico, psicólogo y trabajador social, y vive junto a los niños. Escucha a los niños y participa en sus actividades diarias. Los niños reciben educación y terapia. Tienen yoga y meditan a diario. En la terapia de Hogares Claret se incluye que todos los niños y jóvenes sean scout. Aprenden sobre buenos valores, a mostrar compasión y respeto, ser justos, no juzgar a los demás y ser responsables.
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Gabriel, héroe de los derechos del niño, junto a los niños de Hogares Claret en Medellín.
El padre Gabriel, como se lo llama, ha trabajado toda su vida por los pobres y por los niños en situación de calle, soldados o condenados a prisión. Esto puede ser peligroso en Colombia y él sufrió varios intentos de asesinato. Una vez tuvo que huir montado a caballo a medianoche cuando su casa fue rodeada por hombres armados…
A
yudar a los demás es algo con lo que Gabriel creció. Su mamá era así. Ella siempre quería ayudar y ocuparse de los que necesitaban ayuda. A Gabriel le encantaba ir a la iglesia cuando era peque ño y ya a los siete años sabía que quería ser sacerdote. Cuando a los 13 años viajó a Bogotá, la capital, para estu diar y convertirse en sacer dote, fue contra la voluntad de sus padres. Ellos no creye ron que fuera a quedarse. Pero los padres se equivocaban. Ayuda a los pobres A los 27 años, Gabriel recibió
la misión de viajar al Vaticano, en Roma, Italia, para trabajar con el líder de la Orden Claretiana. Esta orden está formada por miles de sacerdotes católicos que trabajan ayudando a los pobres en más de 60 países de todo el mundo. Ya otra vez en Colombia, Gabriel fue enviado a Chocó, una de las regiones más pobres e inaccesibles del país, junto al océano Pacífico. Allí iba a ayudar a los habitantes pobres de la zona. Gabriel sintió amor por las personas que conoció en Chocó. Allí vivían pueblos
originarios y colombianos negros. Personas cuyos dere chos fueron violados por cientos de años y a quienes les faltaba casi todo. –Fue una misión impor tante la que recibí. Como claretiano, uno debe obser var y llamar la atención sobre las injusticias. Vemos personas hambrientas, des empleadas y discriminadas y sufrimos con ellas. Uno sien te su dolor –explica Gabriel. Cuando luego de nueve años Gabriel se fue de Chocó, había participado en brindar a los habitantes de la región aquello que nunca antes habían tenido en la sel