Heroína de los derechos del niño Spès Nihangaza, Burundi

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Nominada a heroína de los derechos del niño ¿POR QUÉ SE NOMINA A SPÈS?

Spès Nihangaza

PÁGINAS 34–51

Spès Nihangaza es nominada al Premio de los Niños del Mundo porque durante más de 25 años ha luchado para ayudar a los niños huérfanos y más vulnerables de Burundi. En Burundi, el tercer país más pobre, es huérfano uno de cada cinco niños, o alrededor de 700.000 niños. Cuatro de cada 10 niños no son registrados al nacer, lo que dificulta que reciban asistencia sanitaria, vayan a la escuela o hereden bienes. A Spès y a su hermana Caritas les enseñaron de pequeñas que uno debe ayudar a los enfermos y débiles. Cuando en 1992 comenzaron a ocuparse de los niños huérfanos a causa del sida, crearon la organización FVS, que actualmente se llama FVS Amade. Los asesinatos en masa cometidos durante la larga guerra civil que empezó en 1993 dejaron huérfanos a muchos niños. Spès y FVS trabajaron para dar a esos niños un nuevo hogar. FVS dirige clínicas, una escuela internado y un centro para niños en situación de calle; ayuda a los niños a ir a la escuela y a recibir asistencia médica, y dirige una caja de seguro social para familias pobres. FVS ha creado un sistema de 1.700 grupos solidarios, en los que los aldeanos se asocian y aportan dinero que luego se utiliza para dar préstamos cuando quieren crear alguna actividad comercial, pagar servicios de salud o comprar uniformes y material escolar para los niños. Las familias pobres reciben apoyo y a los niños huérfanos se les buscan padres adoptivos y se les brinda ayuda para ir a la escuela. Spès también ha creado un sistema de grupos de protección de los niños, que ayudan a los niños cuyos derechos fueron violados y brindan asistencia jurídica y psiquiátrica. Spès a menudo es llamada “la madre de 50.000 niños”, porque ella y FVS Amade ayudan a muchos niños a tener una vida mejor.

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A Spès Nihangaza y a Caritas, su hermana mayor, las educaron para ayudar a los demás. Cuando ayudaron a los pacientes enfermos en un hospital de Bujumbura, la capital de Burundi, entendieron que los hijos de los enfermos también necesitaban ayuda. Por eso crearon FVS, que hoy trabaja para proteger los derechos del niño en todo el país.

T

odo comenzó cuando enfermaron dos tíos de Spès a fines de 1989. Spès acababa de recibirse de farmacéutica y trabajaba en una farmacia. Caritas, su hermana mayor, trabajaba como enfermera. Las dos hermanas, como sus otros siete hermanos, estaban acostumbradas a cuidar a los demás. Las puertas de la casa familiar siempre habían estado abiertas para quien lo necesitara. El abuelo de Spès a menudo contaba cómo el tatarabuelo de ella había cuidado a niños huérfanos después de que su pueblo sufriera una epidemia mortal.

En la casa de Spès también vivían algunos primos, que se habían mudado allí después de la muerte de sus padres en un accidente automovilístico. El papá y la mamá de Spès decían que los niños debían compartir tanto la comida como el espacio de la casa con los parientes o vecinos que necesitaran ayuda. Por eso no resultó extraño que toda la familia ayudara a los dos tíos cuando enfermaron. Los hermanos y primos armaron un horario para que los tíos recibieran visitas a diario. Les llevaban comida y los ayudaban a bañarse, afeitarse y cortarse el pelo.

Les llevaban ropa limpia y se sentaban a hablar con ellos. Ninguno sabía qué tipo de enfermedad tenían los tíos. Un día, Spès vio que los demás pacientes la seguían con la mirada cuando entró en el hospital. –Querido tío, ¿por qué todos me miran de esa manera? –preguntó. –Sí, cada vez que ustedes vienen, todos esperan que se vayan para que les demos algo de la comida que nos traen. Casi ningún otro recibe visitas.

Muchos niños

Cuando volvió a su casa, Spès le contó a su familia lo


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