NIVOLA Revista semestral gratuita de la Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca.
Portada e ilustraciones:
Miguel Elías Sánchez Sánchez
Florencio Maíllo Cascón
Depósito Legal: XXXXXX © Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca Página Web: www.amigosdeunamuno.es Correo electrónico: amigosdeunamuno@gmail.com
Consejo de Redacción: Francisco Blanco Prieto Pablo de Unamuno Pérez Luis Gutiérrez Barrio Antonio de Miguel Gaspar Elena Díaz Santana Marta García Gasco Ana Chaguaceda Toledano Juan Carlos López Pinto Miguel Elías Sánchez Sánchez Florencio Maíllo Cascón
La Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca expresa su agradecimiento a: – Globalia Artes Gráficas y Distribución por su generosa colaboración. – A los articulistas e ilustradores por sus desinteresadas aportaciones. Composición e impresión: Globalia Artes Gráficas y Distribución.
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Índice Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca ............................
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Presentación .....................................................................................
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Saludo del Alcalde ............................................................................
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Alfonso Fernández Mañueco Con Unamuno en Salamanca ..........................................................
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Olegario González de Cardedal Cajal y Unamuno, diversos pero complementarios. José Ramón Alonso .....................................................................
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Mi primer Unamuno ........................................................................
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Antonio Colinas El personaje en Niebla de Miguel de Unamuno.............................
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Vicente González Martín De cocotología, pedagogía y mística...............................................
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Sagrario Rollán Rollán Estampa Poética. Salamanca............................................................
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La religión en Unamuno ..................................................................
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Ángel Galindo García La vena oracional del alma de Don Miguel de Unamuno .............
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José Vicente Rodríguez Rodríguez Sobre el tratado del Amor de Dios ..................................................
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Luis Frayle Delgado Presencia dominicana en las lecturas espirituales del Diario Íntimo de Unamuno.........................................................................
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Etelvino González López Partitura lírica unamuniana. Del contexto a la universalidad .....
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Carmen Bulzan Itinerario unamuniano salmantino................................................
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Actividades realizadas ......................................................................
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Actividade segundo semestre 2015 .................................................
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Certamen de caricaturas ..................................................................
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Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca
La Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca se fundó el 11 de noviembre de 2014, firmando el Acta Fundacional los promotores y socios fundadores: Francisco Blanco Prieto, Pablo de Unamuno Pérez, Luis Gutiérrez Barrio, Antonio de Miguel Gaspar, Elena Díaz Santana, Marta García Gasco, Cirilo Flórez Miguel, Ana Chaguaceda Toledano, Juan Carlos López Pinto, Francisco Alonso Bringas y Santiago Juanes Díaz. Una vez aprobados los Estatutos de la Asociación por la Junta de Castilla y León e inscrita la misma en el Registro Provincial de Asociaciones con el número 4407 de la Sección 1ª, fue propuesta y aceptada por unanimidad de los socios fundadores la constitución de la primera Junta Directiva de la Asociación, formada por los siguientes miembros: Presidente: Francisco BLANCO PRIETO Hacer posible el proyecto de difundir la vida, obra y pensamiento de Miguel de Unamuno, bien merece el empeño de intentarlo, colaborando a hacerlo realidad.
Vocal de Relaciones Locales: Cirilo FLÓREZ MIGUEL Hay un tiempo para cada cosa y un espacio vacío, por pequeño que sea, para ocuparlo en restaurar y mantener la memoria de quien tanto ofreció a la humanidad.
Vicepresidente: Pablo de UNAMUNO PÉREZ Las aspiraciones no cristalizan sin el esfuerzo y la colaboración de quienes apuestan por ellas, convencidos de la bondad natural que las acompaña.
Vocal de Comunicación y Difusión: Elena DÍAZ SANTANA La creencia en un personaje y la afinidad ideológica con el mismo, obliga a difundir su legado y a comprometerse con la lucha por la verdad que él mantuvo.
Secretario: Luis GUTIÉRREZ BARRIO Dejar pasar la oportunidad de colaborar en el logro de los objetivos propuestos por la Asociación, hubiera defraudado mi compromiso unamuniano con el personaje.
Vocal de Coordinación de Actividades: Marta GARCÍA GASCO El esfuerzo común de los asociados hará posible que la utopía quimérica de los proyectos se haga realidad concreta y gratificante para los implicados en ellos.
Tesorero: Antonio de MIGUEL GASPAR No son muchas las ocasiones que brinda la vida para compartir proyectos dignos de trabajar por ellos con el entusiasmo que merecen.
SOCIOS DE HONOR
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Ilmo. Sr. D. Alfonso Fernández Mañueco, Alcalde de Salamanca.
Familia de D. Miguel de Unamuno
Ilmo. Sr. D. Vicente González Martín, Decano de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca.
Ilmo. Sr. D. Ángel Galindo García, Rector Magnífico de la Universidad Pontificia de Salamanca.
PRESENTACIÓN El maestro de la paradoja, se acercó también con fuerza al neologismo llamando “nivolas” a sus creaciones narrativas, para distinguirlas de la novela realista dominante en la época en que Unamuno escribía sus relatos, dándonos en el subtítulo de su novela Niebla la oportunidad de titular nuestra revista con el nombre que la encabeza: niebla, nivola, historia, leyenda, vida eterna, verbo creador y soñador. Nace Nivola con vocación de servicio y voluntad de priorizar el contenido sobre la forma, como hizo don Miguel con toda su obra, surgiendo la revista por gestación vivípera unamuniana y aparición inmediata, con larga preparación y adecuado tiempo, brotando del consciente empeño colectivo por llevar la vida, obra y pensamiento del maestro a cuantos dediquen su tiempo a leer estas páginas abiertas y sin bambalinas. Aspiramos a que Nivola sea una revista semestral, intelectualmente rigurosa y documentalmente sólida, pero alejada del formalismo exigido por la ortodoxia comunicativa en investigaciones reservadas al minoritario sector intelectual de la sociedad, con intención de que pueda ser leída con gusto por todos los socios y simpatizantes de Unamuno que se acerquen a sus páginas. La historia personal, literaria y sentida del maestro son los ejes que inspiran los contenidos de la revista, conscientes de que su calidad depende de la solvencia intelectual de los artículos que en ella se publiquen, algo que nos obliga a insertar en ella solamente aportaciones relevantes, documentos testimoniales y actividades de la Asociación, sin más criterio selectivo que el exigido por la calidad literaria, el rigor científico, el respeto formal y el contenido unamuniano de los artículos. Agradecemos a los escritores que nos han enviado los ensayos su generosa colaboración, anticipando a los lectores que no se verán defraudados con su lectura, manteniendo las puertas abiertas a todas las opiniones que nos lleguen, sean elogiosas o críticas con el contenido de la revista, porque sus palabras nos ayudarán a mejorar. Aspiramos a que Nivola sea un portavoz unamuniano más, merecedor de un espacio en las hemerotecas, pidiendo especial participación a los socios para hacer posible el proyecto que juntos compartimos, solicitando a los lectores no asociados que se unan con nosotros a la Asociación de Amigos de Unamuno en Salamanca para levantar juntos la bandera de la esperanza en que la revista que hoy presentamos en sociedad tenga el futuro que deseamos, para que el recuerdo de Unamuno nos acompañe siempre. Junta Directiva de la Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca 5
SALUDO DEL ALCALDE
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na Asociación de Amigos que nace para honrar la memoria del mayor intelectual que ha tenido Salamanca es, de entrada, una gran noticia para esta ciudad del conocimiento y para el mundo de la cultura.
Unamuno, casi ocho décadas después de su fallecimiento, está hoy más vigente que nunca. Sigue siendo un referente moral que nos enseña cómo el pasado debe guiarnos en el presente y nos muestra el camino para alcanzar el futuro que deseamos. Y, precisamente, uno de los fines de esta Asociación es promover y difundir la vida, la obra y el pensamiento de don Miguel. Vuestra Asociación ha nacido, además, con la vocación de favorecer la colaboración con otras entidades culturales. Fieles, por tanto, al espíritu de Unamuno que fue un ejemplo de cómo el intercambio y la crítica constructiva nos mejora y cómo avanzamos cuando argumentamos y nos cuestionamos desde la razón. Todo lo vinculado a don Miguel está también unido a la propia Historia de Salamanca y como tal continúa siendo una fuente inagotable de estudio e inspiración. Es connatural a esta ciudad y la mejor forma de honrarlo es leerlo y mantener vivo su pensamiento. También fieles a este espíritu de difundir su obra, Unamuno ratifica el consenso que ha presidido buena parte de las decisiones municipales durante estos cuatro años. Ha sido, afortunadamente, elemento de unión y concordia 6
porque los dos grupos municipales nos pusimos de acuerdo para restituirle su acta de concejal, además de nombrarle Hijo Adoptivo, concederle la Medalla de Oro de la Ciudad y dedicar el 2012 a su memoria con un completo programa cultural en el Año al que dio nombre. Aprovecho esta oportunidad para daros las gracias a la Asociación de Amigos por ampliar el “universo unamuniano” y que os hayáis constituido en su ciudad de adopción de la que fue rector, concejal electo y sempiterno tertuliano y agitador de conciencias. También mi agradecimiento por vuestra generosidad al nombrarme socio de honor, reconocimiento que comparto con la propia familia de don Miguel, con Vicente González Martín, Decano de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, y con Ángel Galindo, Rector de la Universidad Pontificia. Y, como hacéis desde la propia Asociación, también invito a incorporarse como socios a toda persona que admire el legado y obra de don Miguel de Unamuno. Vosotros sois el ejemplo vivo de cómo se puede mejorar Salamanca desde dentro y personificáis la intrahistoria de la que hablaba don Miguel, cuyo retrato como concejal preside la entrada del Salón de Recepciones del Ayuntamiento de Salamanca. Gracias por vuestro esfuerzo, por permitirme compartir con todos vosotros esta publicación y por enriquecer la vida cultural de Salamanca honrando la memoria de un intelectual universal. Alfonso Fernández Mañueco Alcalde de Salamanca
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CON UNAMUNO EN SALAMANCA OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL Catedrático de Teología Académico de Ciencias Morales y Políticas
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uando me paro con el poeta a contemplar los pasos por los que he andado, los parajes que he visitado y donde he existido, compruebo que más de la mitad de mi vida ha trascurrido en esta ciudad bajo la sombra protectora de quien hizo de ella lugar de su destino y morada vital de su quehacer. No es la única ciudad en la que he vivido. En otras he pasado años decisivos de forma que puedo decir con toda verdad que en cada una de ellas he comenzado a existir. Cuando me preguntan dónde he nacido, les devuelvo la pregunta: nacer ¿a qué vida? A la vida biológica nací en Cardedal, a la vida espiritual en Ávila, a la vida intelectual en Munich. Antes de hacer de Salamanca la morada vital de mi existencia solo había estado una vez en ella. Era un adolescente y llegué en la visita típica de colegio, cuando todavía perduraban en sus edificios las heridas de la guerra con los franceses y la plaza de Anaya era lugar de aparcamiento de autobuses. Para un joven de provincias, Salamanca era la Universidad, las Facultades sobre todo de Filología y de Teología, los exámenes de la llamada entonces reválida de Estado, a cuyas pruebas se llegaba con dos angustias: las matemáticas y el latín, para cuya superación se traía bajo el brazo el grueso diccionario de Raimundo de Miguel. 8
En una ciudad uno puede tener casa material o morada personal. Hay quienes han vivido durante decenios en un lugar sin quedar afectados por el genius loci, aquel legado del tiempo y del espíritu que fueron dejando quienes allí pensaron y trabajaron, vivieron y murieron. Hay ciudades que son más historia espiritual que materia física; que llevan consigo unos dinamismos, alientos y pesadumbres que hacen de ellas una especie de horno en el que fragua una postura ante la existencia. En ellas habitaron creativamente personas que dejaron sobre la piel de ese alma ciudadana una impronta que perdura más allá de la generación en la que vivieron. Fueron personas que siguen siendo presencias reales. No es posible en Ávila olvidar a Santa Teresa y no solo porque allí queden su casa natal, el monasterio de la Encarnación en el que pasa casi tres decenios, y su primer convento de San José como matriz de nacimiento para todo el resto de fundaciones. Toda la historia vivida por ella y revivida por los miles de carmelos, que tras su huella han seguido surgiendo en todas las geografías y culturas, han repercutido sobre Ávila y al contemplar las murallas ya apenas adivinamos los viejos asaltos y batallas porque estamos viendo a través de sus fortalezas las moradas teresianas del “castillo interior” y el aire de la almena en San Juan de la Cruz, su compañero del alma, para quien ella fue hasta un momento madre
y que a partir de otro momento aprendió de él subida y monte, noche y llama. Yo he habitado en tres tiempos interiores de Salamanca. Uno es el que forma la cadena de genios, santos y maestros, que vivieron entre 1515 y 1591. Por ella pasan, en ella están o para ella trabajan desde Francisco de Vitoria y Báñez, a todos los demás juristas y teólogos; por ella pasan esos años como estudiantes San Ignacio y San Juan de la Cruz; como fundadora, Santa Teresa (1515-1582); en ella escriben los hebraístas y Fray Luís de León no solo traduce en romance el Antiguo Testamento y los clásicos sino crea una obra poética única; y en esos años suena la música acordada de Salinas. Toda una sinfonía de creadores, cada uno en su teclado y con su cuerda vital. El penúltimo decenio ve la edición de las obras de Santa Teresa por Fray Luis de León (1588), que muere en Madrigal de las Altas Torres (1527-1591). En 1591 también, yendo camino de América a las ‘ínsulas extrañas’, muere en Úbeda Fray Juan de la Cruz. Es el canto de cisne del siglo. Siendo yo hijo del siglo XX, la máxima presencia real en esta ciudad ha
sido Don Miguel de Unamuno. Me encontré con él siendo yo bien joven y lejos de aquí. Era seminarista en un Seminario menor de provincias, en el que durante los años cincuenta sin pasión y sin miedo, con ilusión y empeño, leíamos a Unamuno y a Ortega, a los poetas de la generación del 27 y a los de la generación de 1950. Nunca podré olvidar el ejemplar del “Rosario de sonetos líricos”, de Don Miguel, editado por Afrodisio Aguado, que un profesor puso en mis manos junto con los dos tomitos de la “Antología poética del siglo XX, 1900-1950, del P. L. Alonso Schökel. Junto con ellos la poesía a mi vida, por la leve “Senda lírica”, de Quiliano Blanco, inspector escolar durante la República, editada en Ávila. Todo eso ocurría en Ávila sin gritos y sin inquisiciones, con la normalidad de quien se abre a las fuentes de la palabra verdadera. El último medio siglo, Salamanca ha sido mi morada vital y Unamuno ha sido una amorosa compañía. Su figura primero durante años enhiesta y erguida, luego doblada por los años, pesadumbres y dolores. Le he sentido como una gesta creadora, una humanidad ejemplar 9
y un trabajador incansable al que el deber de alimentar a una familia numerosa le obligó a velar las noches y faenar los días. ¡Afanosos padres de familia a quien la necesidad arrancó obras geniales! Unamuno y Bach inmersos en creaciones sublimes y a la vez atenidos a las diarias angustias y a la precisa contabilidad para dar de comer a sus muchos hijos. Unamuno fue invitado e incitado a irse a la universidad de Madrid. La respuesta negativa no apela a altísimas razones teóricas sino al realismo de las cifras. Hace cuentas de lo que gana en Salamanca, y sumando casa de rector junto con otras alcabalas, comprueba que en Madrid gana menos. Y en esta situación no se puede ir. Es esa seriedad de la existencia, es su realismo ante la vida familiar, civil y ciudadana; es la extensión universal de sus intereses; es su atención a todo lo que en el alma de Europa suponía nuevos horizontes teóricos o posibilidades prácticas. Es su anchura de registros a la hora de escribir: 10
la narrativa, el cuento, el drama, el ensayo filosófico, la poesía, el periodismo, el epistolario, las traducciones. Todos los géneros y en todos los niveles. Es la suma de hombría personal y de profesionalidad social. Quizá no sea el mejor en cada uno de esos campos, pero no hay quien a la hora de la suma final le sea equivalente en el pensamiento y la literatura españoles del siglo XX. Le he leído, he pensado a partir de él y con él, he escrito sobre él. No he accedido a emitir juicio, sobre todo en temas tan infinitamente serios como es su fe o sus dudas de fe, su actitud ante Dios y ante las realizaciones del cristianismo en la historia y en la iglesia. Su personalidad es de una complejidad insondable: se pueden encontrar en él textos que van en todas las direcciones, y que sostienen posturas opuestas. Su afirmación se erguía contra esto y contra aquello, para decirlo con sus propias palabras. No es posible llegar a un juicio coherente que integre en una articula-
ción vertebradora todas sus afirmaciones y todas sus decisiones. Cuando se me ha preguntado repetidas veces sobre cómo aconsejar o desaconsejar su lectura, siempre he remitido a una respuesta personal, que tenga en cuenta la situación y formación de cada lector concreto. A ciertas personas y en ciertos momentos de la vida, Unamuno puede despertar del sopor y somnolencia, que retienen a tantos en la inconsciencia, injusticia e irresponsabilidad, ayudándolos a encarar los problemas esenciales del vivir con los que todos tenemos que vérnoslas. “Despertar al dormido” consideró su primera obra de misericordia. A otros lectores, en cambio, puede causarles desasosiego y turbación cercándolos en un círculo anegador del que no saldrán, porque Unamuno no avanza más allá. Razona y sazona los problemas pero apenas enhebra soluciones. Lo suyo no son las respuestas sino las preguntas, que no es poco. Yo no ofrezco pan, decía él, sino levadura para que cada uno haga fermentar la propia masa. Unamuno fue un exponente supremo de la irrestañable inquietud religiosa del hombre, de la pregunta inexorable por Dios, de la intrínseca presencia de la muerte en la textura de la vida, de la interrogación por el sentido del futuro, por el valor de la existencia y muerte de Jesucristo como Dios hecho hombre y como proponente supremo de la vocación divina de los mortales. Unamuno duda y acosa a Dios con preguntas y lucha con él como luchan los personajes bíblicos Jacob y Job día y noche, hasta concluir orando: “¡Mira, Señor, que va a rayar el alba / y estoy cansado de luchar contigo / como Jacob lo estuvo!” ¡Complejo y sobrecogedor es su canto a Cristo
(valiéndose como de intermediario de la creación pictórica de otro genio) en su poema “El Cristo de Velázquez”. Fue Don Miguel fustigador de la pereza y de las perversiones de la religión por la magia, la ignorancia y la política. Nada menos que todo un hombre que se plantó y nos planta cara a cara ante Dios. Clamor el suyo que es oración, reclamación a Dios que es petición de ayuda, silencio final que es plegaria. “Hijo del hombre, Humanidad completa / en la increada luz que nunca muere; / mis ojos fijos en tus ojos, Cristo, mi mirada anegada en ti Señor” (Final del poema). Vivió oteando todo lo que se pensaba y escribía en Europa. Fue un autodidacta y un solitario. Desde el punto de vista religioso y teológico fue consciente de lo que se estaba viviendo más allá de los Pirineos. Leyó los libros fundamentales, pero le faltó el conocer de cerca y en raigambre el contexto en el que esos libros y autores proponían sus ideas. Le faltó en Salamanca un entorno de diálogo intelectual, convivencia personal y celebración litúrgica. Sus límites son los límites de España en ese momento, los límites de su ciudad y de su universidad salmantinas. Con ese Unamuno, sin ignorar sus límites y apoyándome en su grandeza, he respirado yo medio siglo en Salamanca. Somos lo que somos con las presencias reales y las presencias personales que nos son dadas en la vida. Podemos ir en su busca pero no podemos conquistarlas; nos tienen que ser gratuitamente ofrecidas. Y cuando uno las ha recibido, solo le queda el agradecimiento y la alabanza. Esta es mi actitud hoy ante Unamuno persona y ante Salamanca ciudad.
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CAJAL Y UNAMUNO, DIVERSOS PERO COMPLEMENTARIOS JOSÉ RAMÓN ALONSO Catedrático de Biología Celular
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antiago Ramón y Cajal nació el 1 de mayo de 1852 y falleció el 17 de octubre de 1934. Miguel de Unamuno y Jugo nació el 29 de septiembre 1864 y murió el 31 de diciembre de 1936. Los dos fueron por tanto coetáneos; los dos fueron catedráticos de Universidad (Cajal en Valencia, Barcelona y Madrid y Unamuno en Salamanca); los dos tuvieron amplias familias (Cajal tuvo seis hijos y Unamuno nueve), los dos fueron intensos grafómanos, escribiendo numerosos libros, artículos periodísticos y un amplio epistolario; los dos vivieron décadas de política convulsa con cambios no solo de gobiernos, sino de regímenes; los dos fueron figuras incuestionables de la vida pública española siendo considerados dos de los intelectuales más valiosos y respetados de su tiempo. También son numerosas las diferencias: Unamuno fue decano, vicerrector, rector y rector vitalicio de la Universidad de Salamanca mientras que Cajal no tuvo ninguno de estos puestos académicos en las tres universidades en las que trabajó, pero fue presidente de la Junta de Ampliación de Estudios desde su creación hasta su muerte. Unamuno se implicó en la lucha política, ingresando en la Agrupación Socialista de Bilbao y abandonando el Partido Socialista en 1897 y se presentó como candidato a concejal en las elecciones del 12 de abril de 1931 por la Coalición Republicano-Socialista. Cajal fue senador, primero en representación de la Universidad Central y luego como senador vitalicio. Aceptó el nombramiento por ser un cargo no remunerado y con la condición de mantener su independencia y no tener que adherirse a ningún partido. Cajal rechazó por dos veces la cartera ministerial de Instrucción Pública (Educación) y presume en 12
sus memorias del «asombro de varios politicastros al saber que rechazaba tan codiciada prebenda». En un artículo publicado en la revista España de Buenos Aires, Unamuno le daba su apoyo escribiendo: “Tiene otro modo de servir, y hasta de servirla políticamente a su patria. Una de las cosas más perniciosas de nuestro ambiente público es la tendencia a impulsar hacia la política a cualquier espíritu que se señale y se distinga en un campo cualquiera de la cultura humana”.
Unamuno clamaba contra los «papanatas» que estaban bajo la fascinación de Europa mientras que Cajal, profundamente patriota por otro lado, pensaba que «en ciencia debemos internacionalizarnos» y «España debe desarrollar su genio propio, su personalidad original, en arte, literatura, filosofía, hasta en el modo de consolidar la vida… hay escuelas filosóficas, literarias, artísticas, pero solo hay una ciencia: la cultivada desde Galileo a Pasteur y Claudio Bernard. Todo nos urge, pero sobre todo la ciencia que es de lo que vamos peor». Fue también diferente la forma en que los dos convivieron con la dictadura. Mientras que
Unamuno atacó constantemente al rey y al dictador Primo de Rivera, un enfrentamiento que terminó con su destierro, Cajal, enterado de la intención de Primo de cerrar la Junta de Ampliación de Estudios, se entrevistó con él quien le dijo que la institución entrañaba un serio riesgo político puesto que era un peligroso nido de anarquistas y comunistas que tarde o temprano acabarían generando problemas. Cajal le garantizó que, «mientras yo sea presidente, […] la JAE nunca se convertirá en un centro de agitación política. Yo me he cuidado personalmente de que allí estén representadas y convivan todas las tendencias e ideologías políticas bajo el principio de máximo respeto entre ellas. […] Usted no puede suprimir la Junta». Cajal lo consiguió y la JAE siguió su benemérita labor hasta la Guerra Civil. Los dos, autores de una amplísima correspondencia, intercambiaron cartas en las que hablaban de los libros propios y del otro, de salud, de la situación de España y del papel
que ambos debían desempeñar «que a otros nos toca el papel más áspero de estar dando voces para que despierten los durmientes y estar agitando el agua de la charca para que no estanque del todo» como decía Unamuno. Destituido Unamuno del rectorado, el 15 de octubre de 1915, Ramón y Cajal le escribe para invitarle a impartir una serie de conferencias en Buenos Aires, a propuesta de la Institución Cultura Española de esa ciudad. Cajal, hombre práctico, pensaría sencillamente en el quebranto económico sufrido por don Miguel y quiso compensarlo con aquellas charlas, muy bien pagadas, que Unamuno nunca llegó a dar.
Durante el destierro de Unamuno en Hendaya don Santiago intentó usar toda su influencia ante Primo de Rivera para conseguir el indulto. Unamuno, enterado de las gestiones, lo tomó como un agravio personal y montó en cólera escribiendo muy duras palabras sobre el gran histólogo. Cajal que afortunadamente nunca se enteró de estos improperios mantuvo la amistad que pronto también Unamuno le devolvió. Al final de su vida, el 1 de junio de 1928 cuando le pidieron una opinión sobre Unamuno para incorporarla a una reedición de sus obras, Cajal dijo así «considero a Don Miguel como un escritor fuerte, rebosante de cultura selecta, de gran originalidad y de insuperable independencia crítica. Y cosa rara en España: vale en él tanto el literato como el pensador». Por su parte, dos años después, el 17 de abril de 1930 Unamuno le escribía «Lamento sus achaques y lo que dice sus soledades aunque su vida haya sido bien llena y bien útil. Y le debemos sobre todo un ejemplo para llenar y utilizar las nuestras. Por ese admirable ejemplo sobre todo le admira y le quiere de veras su viejo amigo». Quizá el resumen de la vida y relación entre estos dos universitarios está en una carta que Cajal le escribe a Unamuno en 1913: Puede que en algunos puntos secundarios sobre el plan de elevación intelectual de España haya divergencias entre las ideas de Vd. y las mías pero creo que en lo esencial, coincidimos. Trabajamos en campos diferentes, por eso nos impresiona más aquella parte o sector de la decadencia y atraso situado cerca de nosotros o en la corriente de nuestros gustos. Somos, en fin, diversos pero complementarios.
Para leer más Fernández Santarén JA (2014) Santiago Ramón y Cajal. Epistolario. La Esfera de los LibrosFundación Ignacio Larramendi, Madrid. González Quirós JL (2007) Tres Quijotes: Ramón y Cajal, Unamuno y Ortega. En: El Quijote y el pensamiento moderno, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Tomo I, Madrid. pp. 451-483. Lewy Rodríguez E (1987) Santiago Ramón y Cajal: el hombre, el sabio, el pensador. CSIC, Madrid. 13
MI PRIMER UNAMUNO ANTONIO COLINAS Poeta
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reo haber recordado, en alguna otra ocasión, una anécdota que me parece decisiva para apreciar mis años lectores en la etapa de la adolescencia y de mi primera juventud, y en concreto para apreciar mi temprano interés por la obra de Miguel de Unamuno. Me refiero a que, tras la muerte de mis padres, ponía orden en mis papeles y libros de los años estudiantiles cuando, dentro de una gran caja de cartón, me encontré repentinamente con los libros que de Unamuno se habían publicado en aquellos primeros años 60 en la Colección Austral y que yo había adquirido y leído. Me sorprendí mucho del hallazgo, pues me llevaba de golpe a aquel tiempo de intensas lecturas, pero del que no recordaba vivamente que las obras de Unamuno habían poseído para mí un protagonismo tan especial. Hasta tal punto que, también dentro de aquella caja de cartón, se encontraban dos de las obras de este autor difíciles de encontrar por entonces y, por supuesto –enseguida explicaré por qué– “nada recomendables” para un joven. Me refiero a la edición de Del sentimiento trágico de 14
la vida, en una rara edición de la editorial Plenitud, y a La agonía del cristianismo, en una edición de la colección argentina de Losada de 1966, de apariencia modesta y con su cubierta dorada. En aquellos años nada fáciles estos libros también eran indicativos del papel que tanto los de la colección Austral, como los de la argentina Losada, jugaron en nuestra primera formación. Especialmente significativa para mí había sido la colección de poesía de Losada, en donde se encontraban aquellos títulos que incluso eran muy buscados, pues estaban prohibidos aún en nuestro país, pero que a veces los libreros tenían cuidadosamente ocultos en sus trastiendas. Así sucedió, por ejemplo, con los dos tomitos grises del Canto general de Pablo Neruda. O con otros libros de León Felipe, Alberti, Lorca, Aleixandre, o Blas de Otero. Pero ya digo que fue sorprendente el rememorar, a través de esos libros suyos reencontrados, las primeras lecturas que hice de Miguel de Unamuno. Repasando sus títulos me iba dando cuenta del papel que cada uno de ellos jugó en mi interés lector. Recordé, por ejemplo, que había sentido un aprecio especial hacia sus libros de viaje, como Andanzas
y visiones españolas o Por tierras de Portugal y de España; pero también recordé que la lectura de su novela San Manuel bueno y mártir había coincidido con un viaje mío al pueblo de San Martín de Castañeda, en las alturas del Lago de Sanabria, espacios que fueron inspiradores de esta obra para Don Miguel. Sin duda la lectura de La tía Tula fue unida al estreno de la película que sobre ella filmó y estrenó Miguel Picazo, precisamente en 1964, año clave por cuanto más adelante voy a decir. De la caja salió un nuevo libro que también me había producido una impresión muy viva, su novela Paz en la guerra. Este volumen era extenso y de letra menuda, pero recuerdo muy bien la pasión con la que lo leí; sobre todo, por algo que creo que es una constante en la obra de Unamuno: la profunda fusión que hay en ella entre vida y obra. En él, una nace de la otra y, en todo momento, es el hombre el que vibra en el texto, por más ensoñado que el relato se nos ofrezca. De la caja surgieron también dos libros de poesía: El Cristo de Velázquez, en la edición violácea de Austral, y el voluminoso Cancionero. Diario poético (Losada, Buenos Aires, 1953, edición y prólogo de Federico de Onís). Reconozco que por entonces la poesía de Unamuno, tan sometida al pensar y tan contenida en su emoción, me apasionaba menos que la de Antonio Machado o la de Juan Ramón Jiménez, aunque fue precisamente la lectura de la edición argentina del Cancionero –un libro también de no fácil ad-
quisición en aquellos días– la que me abrió al pensamiento poético y a la fuerte presencia de lo telúrico, que también se dan en su poesía. Este libro fue para mí un mundo en sí mismo, al revelarme de manera intensa una ética y una estética. Sin embargo, el reencontrarme, tantos años después, con el ejemplar de El Cristo de Velázquez, me llevó a reparar en que yo le había cambiado otra copia de este libro a un amigo de mi curso de bachiller por las Poesías Completas de Antonio Machado, también editadas por Austral. ¿Qué había detrás de este hecho, por qué aquel cambio de libros entre adolescentes? En mi caso se justifica por algo que ya he dicho: por la pasión que sentía en aquellos días por la poesía de Antonio Machado y por la lectura de su Juan de Mairena en la edición, también en dos volúmenes, de Losada. Aquel volumen machadiano que me entregó mi compañero Ángel Arnaiz, no hizo sino reavivar tal interés y que, hasta el día de hoy, sin sobrecubierta y desencuadernado, he conservado. Pero ¿por qué había preferido Ángel Arnaiz, en aquel intercambio de libros, El Cristo de Velázquez? Tendrían que pasar sólo unos meses para que me diera cuenta de la razón. Ángel Arnaiz, burgalés que había obtenido una beca, al acabar su bachillerato, para estudiar una Ingeniería Superior, cambió de golpe su vocación y se hizo dominico. Vivió siempre radical y profundamente su vocación, primero en los barrios de Madrid, luego en Nicaragua y El 15
Salvador, donde ha hecho y hace, hasta el día de hoy, una inmensa labor social. Y supongo ahora en qué medida pudo influir, en el cambio que dio su vida, aquella lectura temprana de El Cristo de Velázquez de Unamuno. Pienso también que el espíritu luchador e indomable unamuniano tiene mucho que ver con el permanente espíritu religioso y social de mi amigo. En aquel inesperado conjunto de libros de la casa de mis padres apareció otro que también había dejado en mí una huella poderosa. Me refiero a la Vida de Don Quijote y Sancho. Como tantas veces sucede con el iniciarse en la novela de Cervantes, yo poseía un conocimiento parcial y epidérmico de la misma. Fue precisamente el libro de Unamuno el que me abrió a la primera lectura, completa y fundamentada, de esta novela; me abriría también a otras lecturas cervantinas que han perdurado en mí hasta el día de hoy, cuando anualmente siempre releo alguna de sus obras. Vemos de qué manera aquellos libros de Unamuno me habían llevado, tan temprana como decisivamente, a leer a este autor. Ahora, el hallazgo refrendó mi interés primero. Pero aquí no iba a quedar la presencia de Unamuno en mi vida, y diré por qué. En aquellos años de ávidas lecturas había comenzado naturalmente a escribir, e incluso a publicar. Mi primer artículo lo publiqué en 1964, a mis 18 años, en el semanario de mi ciudad natal. Acababa de morir el poeta Leopoldo Panero y, con este motivo, escribí un largo artículo que se publicó a lo largo de tres entregas, de tres semanas; artículo que me serviría también para dar mi primera “conferencia” a mis compañeros y profesores del “Aula de Literatura Dintel”, que teníamos en mi colegio. Pero, no mucho tiempo después, escribí otro de mis tempranos artículos, precisamente sobre Unamuno, titulado “Un hombre del 98” 1. No sé ahora si aquel artículo apasionadamente unamuniano era el resultado de mis fervorosas lecturas de entonces o de que en 1964 se celebraba el centenario del nacimiento de Don Miguel. El caso es que el artículo nació encendido y, a la vez, con naturalidad. Yo lo abría nada menos que con esta frase: “Unamuno, sin
lugar a dudas, es la máxima figura de nuestra literatura contemporánea”. Y lo cerraba con su tierno verso “Méteme Padre eterno en tu pecho, misterioso hogar…”. Lo que yo no me esperaba es que la semana después y, de manera anónima, bajo el seudónimo de Juan Gutiérrez Beitia, alguien iba a contestar a mi artículo con otro furibundo en el que no sólo se criticaba mi afecto por la figura de Unamuno sino que se lanzaba sobre éste y su obra una serie de acusaciones, al hilo, todo hay que decirlo, de las lamentables críticas y reservas que el obispo Pildain mostró contra el rector salmantino. Que el ataque a mi artículo sobre Unamuno se materializase sobre todo en una serie de preguntas que el anónimo crítico me hacía directamente a mí, armaron un buen revuelo en mi casa y en la ciudad, aunque hoy sólo nos hagan sonreír. Algunas “joyas” de aquel ataque a Unamuno y a mi fervor por este autor, y que cito literalmente, eran del tipo de: “¿Unamuno sentía como católico?, ¿Su doctrina, su filosofía es ortodoxa? ¿Su obra es recomendable? ¿Sus principios son modelo de patriotismo y de fe?” Y terminaba este artículo con esta inconcebible aseveración del Dr. Pildain: “A estas preguntas yo respondería con un rotundo NO, pues considero a Unamuno hereje máximo y maestro de herejías`”2.
1. Antonio Colinas, «Un hombre del 98», El Adelanto Bañezano, 3 de octubre de 1964, p. 2. 2. «Cara abierta a Don Antonio Colinas sobre Unamuno», ob. cit., 17 de octubre de 1964, p. 2.
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Respondí yo a la semana siguiente sin ira, manteniendo el tono literario de mi admiración hacia Unamuno y recordando sobre todo un Decreto Ministerial recientemente aparecido (B.O.E., 10-9-1964), en el que, entre otras afirmaciones, se decía: “su nacimiento [el de Unamuno] debe tener la dimensión nacional que corresponde a la magnitud de su obra”3. Pero cuál sería mi sorpresa cuando, a la semana siguiente, se le respondió al Sr. Beitia como se le debía haber respondido desde un principio: con poderosas razones. Entró en la polémica el sacerdote y periodista José Alfonso Cabo, quien respondió al anónimo denigrador de Unamuno con tal claridad y contundencia, que la polémica se dio por cerrada y reinó el silencio por parte del provocador. José Alfonso Cabo, que a la sazón ampliaba sus estudios en el seminario de Toulouse, le decía al Sr. Beitia por qué no le gustaban sus opiniones sobre Unamuno. Algunas de ellas eran éstas: “Porque si le regalasen a Ud., Sr. Beitia, una trompeta, probablemente tocaría una marcha de guerra contra todos los heterodoxos; porque su espíritu es todo lo contrario al espíritu de Juan XXIII y Pablo VI; porque si le fuese posible resucitaría de nuevo a la Inquisición; porque
admiro a Unamuno, su ejemplaridad y su obra, su idealismo hecho con honestidad y rectitud, y su amor exaltado y disconforme con una patria viciada; porque otro obispo español de nuestros días ha escrito que la lección de la experiencia religiosa de Unamuno es fecunda y fructuosa para quien la quiera recibir con sano y bien fundado entendimiento; porque Charles Moeller, uno de sus mejores y más admirados críticos (cuya obra Literatura del siglo XX y Cristianismo no puedo dejar de recomendar a Ud.) dice en su maravilloso estudio, que Unamuno chocó con el vacío de la intelectualidad católica de su tiempo; por la valentía admirable de dar un testimonio religioso de su vida en medio de una sociedad escéptica y en un mundo intelectual irreligioso…”4. He abundado en la cita de José Alfonso Cabo, y no en la mía, por mi afán de objetivar la respuesta al ataque anónimo. Recuerdo también al lector que estábamos en 1964 y que no eran precisamente tiempos fáciles para adentrarse en este tipo de defensas cerradas o ideológicas de Unamuno, pues todavía brillaban incomprensiones, ironías, y ataques a su persona y a su obra como la que hemos señalado. Como queda dicho, la lectura de las obras de Unamuno fueron claves en esa etapa de mi vida, cuando yo sólo tenía 16, 17, 18 años. Los libros entonces adquiridos y leídos, y aquella exaltada polémica de provincias, son la mejor prueba de ello. Podría insistir en otros textos que escribí luego y en mi valoración de la figura del rector salmantino, pero hoy deseaba ir sólo hacia aquel origen en el que yo hablaba desde mi independencia, doblemente significativa por ser la de un adolescente. Esa misma independencia intelectual que todavía hoy (y probablemente siempre) tan difícil es mantener en una nación de extremos y poco dada a la concordia como es la nuestra. Los últimos días vividos por Unamuno en Salamanca así nos lo prueban también de manera clara y contundente.
3. Antonio Colinas, «Carta a Don Juan Gutiérrez sobre “Un hombre del 98”», ob. cit., 24 de octubre de 1964, p. 8. 4. José Alfonso Cabo, «Otra respuesta a Don Juan Gutiérrez», 14 de noviembre de 1964, p. 7.
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EL PERSONAJE EN NIEBLA DE MIGUEL DE UNAMUNO VICENTE GONZÁLEZ MARTÍN Decano de la Facultad de Filología USAL Catedrático de Filología Italiana
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a niebla que difumina los rasgos de los viandantes por la calle de la Compañía de Jesús de Salamanca en muchos días del año, da título a una de las novelas más originales y comprometidas de Miguel de Unamuno y de la Europa del primer tercio del siglo XX, como inmediatamente dieron cuenta los comentaristas y traductores europeos de la misma. La niebla es también la que oscurece las conciencias del hombre europeo inmerso en una profunda crisis de valores y de conciencia de la que no ve más salida que la violencia generalizada o de la autodestrucción personal y que dejará, cuando se levante, un paisaje arrasado en el que se dibujará un hombre perdido, sin valores de referencia, que se levanta y camina con esfuerzo hacia otra época de más violencia. Niebla, nacida en 1914 y autodefinida por Miguel de Unamuno como nivola, y como “bufonada dolorosa”1 quizá porque él mismo no sabe en qué género ubicarla, pues todavía no es suficientemente consciente del papel central y decisivo que esta obra tendrá en el panorama de la narrativa europea del siglo XX, surge en medio de la gran crisis de conciencia europea, que ha estallado en forma de primera guerra mundial. El individuo, la libre personalidad individual, protagonista siempre en el discurso unamuniano, se siente en peligro, amenazada por una visible colectivización y uniformización del hombre, expresada claramente por las tendencias estatalistas de Alemania y sus aliados.
Sin embargo, ni los personajes, ni las temáticas de Niebla surgen sólo como frutos de esta época. Muchas de sus características se habían ido gestando en algunas obras de Unamuno desde principios del siglo, fundamentalmente en su novela Amor y pedagogía, de 1902, donde ya aparece claramente la autonomía del personaje. En Niebla concentra Unamuno todos esos recursos novelísticos ya esbozados o tratados con anterioridad y que inciden fundamentalmente en el tratamiento de los personajes y en las temáticas; porque otros aspectos propios de la novela contemporánea, como son las referencias espacio-temporales o la existencia de una trama consistente, prácticamente no existen. Los personajes de Niebla: Víctor, Augusto, Eugenia, Mauricio, Domingo, Liduvina, Ermelinda, Fermín, Rosario y Margarita, “sueños de carne”, como los define Unamuno, no se caracterizan como individuos, sino como seres de ficción, que intentan realizar su propia vida distinta de la del autor. Ellos son iguales a los hombres, seres verdaderos y reales, y como tales quieren ser reconocidos para distinguirse nítidamente en medio de la niebla en la que viven. El ente ficción nivolesco no está supeditado a los deseos de su creador, sino que tiene una lógica interna mediante la cual desarrolla su personalidad, intentando apartarse –no siempre sin lucha– de los deseos de su creador. Víctor Goti, personaje de ficción prologuista de la obra en una de sus conversaciones con el protagonista, Augusto Pérez, teoriza con precisión sobre este aspecto:
1. “Niebla que le envié encontrará acaso algo extraño. Es una bufonada dolorosa. Farinelli me ha escrito una carta muy interesante sobre esa novela”, Carta de Unamuno a Gilberto Beccari, 30-III-1915, en V. González Martín, La cultura italiana en Miguel de Unamuno, Ediciones de la Universidad de Salamanca, 1978, p. 316.
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“El alma de un personaje de drama, de novela o de ‘nivola’, no tiene más interior que el que le da… -Sí, su autor. -No, el lector. -Pues yo te aseguro Víctor… -No asegures nada y devórate. Es lo seguro. -Y me devoro, me devoro. Empecé, Víctor, como una sombra, como una ficción; durante años he vagado como un fantasma, como un muñeco de niebla, sin creer en mi propia existencia, imaginándome ser un personaje fantástico que un oculto genio inventó para solazarse o desahogarse; pero ahora, después de lo que me han hecho, después de esta burla, de esta ferocidad de burla, ¡ahora sí, ahora me siento, ahora me palpo, ahora no dudo de mi existencia real! -¡Comedia!, ¡Comedia!, ¡Comedia! -¿Cómo? -Sí, en la comedia entra el que se crea rey el que lo representa”2.
representan el papel que el gran tramoyista o el lector ha asignado a unos y otros, rompiendo las aparentes diferencias entre ficción y realidad: “Nosotros no tenemos dentro… El alma de un personaje de drama, de novela o nivola no tiene más interior que el que le da… el lector”. Lo único que necesita el personaje del autor es que éste lo cree. Pero, una vez creados,
Los personajes de Niebla, sobre todo Augusto Pérez, comienzan poco a poco, generalmente a través del amor o del dolor, a ser conscientes de su propia existencia y de su autonomía e incluso de la superioridad frente a su autor, pues éste es mortal, mientras quien tiene la ventura de nacer personaje vivo puede reírse incluso de la muerte, pues forma parte o constituye una realidad fijada de antemano, que es inmutable y que no cambia con el tiempo. Ello hace del personaje nivolesco un ser tanto o más verdadero que su autor, siendo esa la razón por la que Augusto Pérez, trastocando aparentemente los papeles, en sus conversaciones con Unamuno, su creador, puede insinuarle que el personaje de ficción es realmente Unamuno, porque quizá sea solamente un pretexto para haberle dado vida. Esta tensión dialéctica entre autor y personaje en el intento de poner de relieve quién es más real o más verdadero, se resuelve a veces con la idea que aceptan, tanto los personajes como el autor, de que el mundo es un teatro y en él los personajes y sus autores
2. Niebla, Obras Completas, T. II, Afrodisio Aguado , 1959-1964, pp. 971-72.
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no se resignan a actuar como esas marionetas, movidas por los dedos más o menos hábiles de su creador. No se conforman, desde el mismo momento en que son pensados por el escritor, con quedar fuera del arte, porque son ellos los que han prendido vida en el autor, después de haber andado errantes por los limbos de la inexistencia3. Cuando su autor los niega de alguna manera o les intenta impedir que actúen en un escenario adecuado según su propia lógica, su libre albedrío, se engendra la tragedia de estos seres que nunca podrán ser. Si alcanzan la vida, llega un momento en que inevitablemente chocan con su autor, porque éste quiere imponer su personalidad por encima de la de ellos. La rebelión del personaje comienza en el mismo momento en que el escritor intenta demostrar a sus criaturas que no son seres reales, sino productos de su fantasía o de la de sus futuros lectores. Es entonces cuando el personaje toma conciencia de su poder, de que es un ente más realizado que su propio creador, y se rebela. Augusto Pérez se rebelará con acentos desgarradores ante la muerte que quiere darle el que le ha dado la vida, porque no lo deja ejercer su libre albedrío: “No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme; ¿con que no lo quiere? ¿con que he de morir ente de ficción? ¡Pues bien, mi señor creador don Miguel, también usted se morirá, también usted se volverá a la nada de la que salió!... ¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted sí, se morirá aunque no lo quiera, se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos!”4. El enfrentamiento culmina con el alejamiento del personaje de las manos del autor,
que quiere imponer sus condiciones, pero no lo consigue en su totalidad. El hombre está condenado a morir, aunque el nombre del escritor se salve; mientras que el personaje seguirá viviendo libre. Sin embargo, éste tampoco triunfará por completo, pues se siente en muchas ocasiones como un ser no completamente realizado y sabedor de que la realización de su yo depende, en gran manera,
de su inventor. De ahí que grite “quiero vivir… y ser yo” angustiosamente porque sabe que, a pesar de todo, al autor le resulta fácil quitarle la vida a sus creaturas, si le da la gana. Al final de la novela personaje y autor parecen volver a equipararse en la indefinición de la niebla:
3. Véase, M. de Unamuno, Amor y pedagogía. Epílogo, O. C., cit., T. II, p. 568. 4. Niebla, cit., p. 982.
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“No se sueña dos veces el mismo sueño. Ese que usted vuelva a soñar y crea soy yo será otro. Y ahora, ahora que está usted dormido y soñando y que reconoce usted estarlo y que yo soy un sueño y reconozco serlo, ahora vuelvo a decirle a usted lo que tanto le excitó cuando la otra vez se lo dije: mire usted, mi querido don Miguel,
del todo, llevemos su alma nosotros. No, no, no se altere usted, que aunque dormido y soñando aún vivo. ¡Y ahora, adiós! Y se disipó en la niebla negra. Yo soñé luego que me moría, y en el momento mismo en que soñaba dar el último respiro me desperté con cierta opresión en el pecho. Y aquí está la historia de Augusto Pérez”. Y para concluir, quiero poner de relieve el papel muy particular que desempeña el personaje de Víctor Goti, del que hemos citado un diálogo con Augusto Pérez, en el entramado de la novela5. Tiene una consideración especial porque se sitúa en un plano intermedio entre el autor y sus personajes y es el primero en aparecer fuera de la novela en función de prologuista de la misma y con una actitud muy diferente a la de los demás personajes: él no cuestiona, en absoluto, las decisiones del autor, sino que se pone incondicionalmente a su servicio: “los deseos del señor Unamuno son para mí mandatos”, pero, al mismo tiempo, vierte muchas insinuaciones sibilinas sobre su igualdad e incluso preponderancia sobre Unamuno en el conocimiento de algunas cuestiones esenciales para la trama y el desenlace. Pero el autor, Unamuno, no acepta desafíos ni de Agusto Pérez ni de Víctor Goti y en el Post-Prólogo lo amenaza con hacer con él lo que hizo con su amigo Augusto Pérez: “y es que lo dejaré morir o le mataré… Y así, yo soy capaz de matar a Goti si veo que se me va a morir, o de dejarle morir si temo haber de matarle”.
no vaya a ser que sea usted el ente de ficción, el que no existe en realidad, ni vivo ni muerto... no vaya a ser que no pase usted de un pretexto para que mi historia, y otras historias como la mía, corran por el mundo. Y luego, cuando usted se muera
He querido acabar con esa citación de Niebla en el que su autor reafirma que el poder de vida y muerte de sus personajes lo tiene él, pero que puede cedérselo a sus creaturas de ficción cuando se le antoje, aunque la verosimilitud sufra o se rompa.
5. “Curioso prologuista, situado simultáneamente en el mundo de la ficción y en el universo real, capaz de hablar y comportarse como si ambos fueran una realidad única”, R. Gullón, Autobiografías de Unamuno, Gredos, Madrid, 1964, p. 82.
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DE COCOTOLOGÍA, PEDAGOGÍA Y MÍSTICA SAGRARIO ROLLÁN ROLLÁN Profesora de Filosofía
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namuno tenía gran afición por hacer pajaritas, doblar y desdoblar papelillos en cualquier momento y lugar, hasta el punto de que en el entorno salmantino e hispano la pajarita se ha convertido en la marca o logo de nuestro insigne maestro. Hacía pajaritas de papel desde siempre, desde niño, cuando la guerra carlista, y las siguió haciendo de viejo, mientras meditaba, esperaba o desesperaba, se debatía con la muerte y probaba su paciencia a vueltas con las ansias de inmortalidad. Pero además don Miguel escribió sobre el arte de hacer pajaritas una especie de manual escolástico-filosófico. El tratadito se encuentra al final de la novela Amor y Pedagogía. Como apéndice de ésta, el breve texto de los Apuntes para un tratado de cocotología le permite jugar con la autoría de los pensamientos que allí se expresan, ya que se los habría entregado supuestamente a Unamuno don Fulgencio, uno de los personajes principales de la novela. Como novela filosófica, Amor y Pedagogía constituye, –dentro del género original y propio de nuestro autor, “la nivola”– una incisiva crítica a los métodos de la pedagogía científica, que a principios del siglo XX comenzaba a esbozarse, didactismo hueco y vacío que tanto ha entorpecido la relación viva y estimulante que debería ser la educación. Bajo apariencia juguetona e imaginativa, en el enredo de la pseudonimia y del personaje que se inmiscuye e interfiere con los pensamientos del autor nos encontramos ante un tema amplio, complejo y un tanto marginal. Estamos hablando de un divertimento que tiene su lógica: orden racional, y su terapéutica: juego o entretenimiento curativo. En este caso el hacer nos lleva al pensar por qué escribió esta extravagancia don Miguel, forzando la metáfora. Si Unamuno coloca esta adenda de los Apuntes al final de su Amor y Pedagogía, no es un azar, mas hay que entenderlo en ese contexto donde se acerca y se deja llevar por el niño jugando, el niño que fuera él mismo, y el que se le escapó de la vida y no pudo ser, 22
su hijo Raimundín, fallecido en 1902, año de la publicación de la primera edición de Amor y Pedagogía. Ensimismado en la cocotología le ocurre a Unamuno con la pajarita lo que al pintor con el pincel, en torno a las células y particiones de la misma, la geometría del papelito plegado le empuja mística e irónicamente a una contemplación cósmica: Esta inconmensurabilidad es a la pajarita lo que la espiritualidad al hombre, y ella nos dice que debe tener la pajarita una vida suprasensible… ¿Y cual es el dinamismo de la pajarita, el dinamismo cocotológico? Pues es el que resulta de mantenerse ella en pie. En el equilibrio dinámico de la pajarita viva damos un paso trascendente y vamos en busca del origen, o la quietud del seno primordial en aquella Potencia suprema que guía, si la hubiere o no, mientras ejercitamos el espíritu y los dedos en el doblado pertinaz del papel, en el desdoblado original de las palabras. En el juego geométrico de la pajarita nos va implicando Unamuno en la meditación pedagógica, existencial, mística. Cada vez, cada pajarita, cada plegado, es volver a inventar el vuelo, dibujar el espacio donde el espíritu se desenvuelve, revolver las coordenadas y perspectivas, desandar lo andado en la vida y en la ciudad: del pozo a la plaza, de la plaza a casa, vuelta otra vez a lo doméstico insoslayable y áspero a veces, otras acogedor, como la misma vida, sorteando aristas y doblando esquinas, perdiendo el rumbo distraídamente y volviendo a encontrar el centro de gravitación para desentrañar su misterio. Este es Unamuno, en el extremo triangular de la pajarita, en el equilibrio inestable de la misma, en el estatismo moviente de los tres puntos, su gran tristeza interior, como en el triángulo de Kandinsky: la fuerza de la necesidad, la incomprensión de su tiempo, su agudeza y perspicacia de visionario. Unamuno tratando de espiritualidad y geometría en un extraordinario paralelismo con las inquietudes del arte de las vanguardias. Las pajaritas de Unamuno nos dicen algo también de esos tiempos muertos, cuando la vida parece entumecerse, junto a un enfermo, velando la fiebre de un niño, pasando las tardes de invierno, o los momentos de la guerra, desde dentro del conflicto, sin saber ni poder entenderlo. En esos tiempos, a vueltas con el papel, se desvela a veces la inextricable embriología de la vida y de la muerte; que no tiene palabras, solo formas puras, abstractas, mínimas, y lo que el pensamiento complica, los dedos lo simplifican… Y dígaseme ahora que la cocotología no es una ciencia importantísima y que abre vastísimos horizontes a la mente humana llevándola a espléndidas contemplaciones (…) nueva, providencial, y teleológica armonía al ver la perfección suma de nuestra pajarita. 23
Alto soto de torres que al ponerse tras las encinas que el celaje esmaltan dora a los rayos de su lumbre el padre Sol de Castilla;
En este patio que se cierra al mundo y con ruinosa crestería borda limpio celaje, al pie de la fachada que de plateros
bosque de piedras que arrancó la historia a las entrañas de la tierra madre, remanso de quietud, yo te bendigo, ¡mi Salamanca!
ostenta filigranas en la piedra, en este austero patio, cuando cede el vocerío estudiantil, susurra voz de recuerdos.
Miras a un lado, allende el Tormes lento, de las encinas el follaje pardo cual el follaje de tu piedra, inmoble, denso y perenne.
En silencio fray Luis quédase solo meditando de Job los infortunios, o paladeando en oración los dulces nombres de Cristo.
Y de otro lado, por la calva Armuña, ondea el trigo, cual tu piedra, de oro, y entre los surcos al morir la tarde duerme el sosiego.
Nombres de paz y amor con que en la lucha buscó conforte, y arrogante luego a la brega volvióse amor cantando, paz y reposo.
Duerme el sosiego, la esperanza duerme de otras cosechas y otras dulces tardes, las horas al correr sobre la tierra dejan su rastro.
La apacibilidad de tu vivienda gustó, andariego soñador, Cervantes, la voluntad le enhechizaste y quiso volver a verte.
Al pie de tus sillares, Salamanca, de las cosechas del pensar tranquilo que año tras año maduró en tus aulas, duerme el recuerdo.
Volver a verte en el reposo quieta, soñar contigo el sueño de la vida, soñar la vida que perdura siempre sin morir nunca.
Duerme el recuerdo, la esperanza duerme y es tranquilo curso de tu vida como el crecer de las encinas, lento, lento y seguro.
Sueño de no morir es el que infundes a los que beben de tu dulce calma, sueño de no morir ese que dicen culto a la muerte.
De entre tus piedras seculares, tumba de remembranzas del ayer glorioso, de entre tus piedras recojió mi espíritu fe, paz y fuerza. 24
En mi florezcan cual en ti, robustas, en flor perduradora las entrañas y en ellas talle con seguro toque visión del pueblo.
Luego en las tristes aulas del Estudio, frías y oscuras, en sus duros bancos, aquietaron sus pechos encendidos en sed de vida.
Levántense cual torres clamorosas mis pensamientos en robusta fábrica y asiéntese en mi patria para siempre la mi Quimera.
Como en los troncos vivos de los árboles de las aulas así en los muertos troncos grabó el Amor por manos juveniles su eterna empresa.
Pedernoso cual tú sea mi nombre de los tiempos la roña resistiendo, y por encima al tráfago del mundo resuene limpio.
Sentencias no hallaréis del Triboniano, del Peripato no veréis doctrina, ni aforismos de Hipócrates sutiles, jugo de libros.
Pregona eternidad tu alma de piedra y amor de vida en tu regazo arraiga, amor de vida eterna, y a su sombra amor de amores.
Allí Teresa, Soledad, Mercedes, Carmen, Olalla, Concha, Bianca o Pura, nombres que fueron miel para los labios, brasa en el pecho.
En tus callejas que del sol nos guardan y son cual surcos de tu campo urbano, en tus callejas duermen los amores más fugitivos.
Así bajo los ojos la divisa del amor, redentora del estudio, y cuando el maestro calla, aquellos bancos dicen amores.
Amores que nacieron como nace en los trigales amapola ardiente para morir antes de la hoz, dejando fruto de sueño.
Oh, Salamanca, entre tus piedras de oro aprendieron a amar los estudiantes mientras los campos que te ciñen daban jugosos frutos.
El dejo amargo del Digesto hastioso junto a las rejas se enjugaron muchos, volviendo luego, corazón alegre, a nuevo estudio.
Del corazón en las honduras guardo tu alma robusta; cuando yo me muera guarda, dorada Salamanca mía, tú mi recuerdo.
De doctos labios recibieron ciencia mas de otros labios palpitantes, frescos, bebieron del Amor, fuente sin fondo, sabiduría.
Y cuando el sol al acostarse encienda el oro secular que te recama, con tu lenguaje, de lo eterno heraldo, di tú que he sido. MIGUEL DE UNAMUNO
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LA RELIGIÓN EN UNAMUNO ÁNGEL GALINDO GARCÍA Rector de la Universidad Pontificia de Salamanca
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eyendo los escritos de Unamuno es obligado distinguir religiones de instituciones religiosas y religión de fe. Él mismo dice: “y bien, se me dirá, ‘¿Cuál es tu religión?’ Y yo responderé: mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva; mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con Él luchó Jacob. No puedo transigir con aquello del Inconocible –o Incognoscible, como escriben los pedantes– ni con aquello otro de ‘de aquí no pasarás’. Rechazo el eterno ignorabimus. Y en todo caso, quiero trepar a lo inaccesible”. Sus palabras son plenamente admisibles para un cristiano que quiera vivir con autenticidad el espíritu vital del Concilio Vaticano II pero también por la reflexión tomista y sobre todo en el horizonte del evangelio de Jesús. Lógicamente Don Miguel se sitúa en la crítica de aquel pensamiento religioso que piensa que Dios actúa directamente en el terreno de las causas segundas anulando la libertad del hombre. Ese Dios no es el dios cristiano ni el de Jesús de Nazaret. Unamuno critica a los hombres perezosos que creen en un Dios que les da las cosas hechas y que se levanta todas las mañanas dispuesto a hacer milagros. Las palabras siguientes muestran que Don Miguel tenía un espíritu buscador de la verdad desde la libertad, para quien Dios no es solo fruto del descubrimiento del raciocinio. Su creencia se basa fundamentalmente en la revelación, en la historia y en lo descubierto por el corazón: “Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo creer en Él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón. Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy de que dos y dos hacen cuatro”. Por ello, me atrevo a afirmar que para Don Miguel el descubrimiento de Dios no es solo ni primero cuestión de razón sino también de sentimiento. Esto se ve con cierta claridad en su reflexión y postura vital ante la inmortalidad. Para Unamuno, el filósofo no puede hacer filosofía únicamente con la razón, ya que el hombre es un todo, un hombre entero constituido por la razón, sí, pero también por la voluntad y el sentimiento. Hasta qué punto Unamuno considera al hombre como un ser más sentimental que racional, queda reflejado en la siguiente cita: “El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se haya dicho que es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado” (Del sentimiento trágico de la vida). Quizás como afirma Francisco José Fernández Defez, para Unamuno “El hombre se da cuenta de que su fe es incompatible con su razón, pero también de que las necesita a ambas. Ni puede vivir solamente amparado en la razón ni solamente abrazado a la fe. El hombre de carne y hueso no es el que ha escapado de una u otra, sino el que se tambalea, el que oscila perpetuamente entre ambas”. Si la personalidad de Don Miguel permanecerá en el tiempo es quizás debido a su realismo vital que le hace ‘pensar’. 26
Diario Íntimo
LA VENA ORACIONAL DEL ALMA DE DON MIGUEL DE UNAMUNO JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ Padre Carmelita Descalzo
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A FONDO
n la persona de don Miguel de Unamuno que “de chico había sido devoto en el más alto grado” se dio un corte en la praxis religiosa durante sus años de estudios en Madrid. En 1897 se da en él una revolución interior, que ya venía gestándose tiempo atrás, calificada por amigos y enemigos de varias maneras; ¿se la puede llamar también conversión? Historianado rápidamente lo que le ha ido pasando dentro de ese periodo, cierra la relación con esta frase: “Hasta que llamó (el Dios vivo) a mi corazón, y me metió en angustias de muerte”. Angustias de muerte que fueron angustias de vida. En el Diario Íntimo encontramos a un Miguel de Unamuno, echándose a cuestas su alma y examinando sus vaivenes, tratando de discernirse a sí mismo debidamente. En el periodo anterior, que podemos calificar de dejación en lo religioso, no habían de ninguna manera desaparecido los brotes y golpes de oración, como en el caso de Munitibar cuando el apuro del parto de Ceferina. Del fondo del corazón le brotó entonces la plegaria, como testimonio de la verdad de Dios Padre. Igualmente, aunque entonces creía haberlo perdido todo, “ahora veo, dirá, que siempre conservé una oculta fe en la Virgen María. En momentos de apuro se me escapaba maquinalmente del pecho esta exclamación: “Madre de Misericordia, favorecedme”. Todo esto significa que la vena oracional no se había agotado en el corazón de don Miguel, y que el niño que había sido seguía viviente. Examinando el Diario Íntimo, encontramos en él, si no borbotones oracionales, sí buena presencia de plegarias muy personales, con las que va engalanando sus relatos, y calmando sus ansias espirituales, pidiendo al Señor luz, sencillez, humildad, más voluntad y decisión. De esta manera va don Miguel mezclando los sentimientos de su conciencia con los discursos de su mente y con el bálsamo de la oración, pues todo esto le era necesario. Hay un par de temas que se le resisten de alguna manera; reconoce sí sus pecados y la necesidad que siente de ir a confesarlos, pero no le llega nunca la hora decisiva; y su mente en este punto es una tarabilla y un sí quiero, ¿pero cuándo? Siente igualmente la tentación de sentirse alguien notable e importante, y hasta singular y bien merecedor de la gracia de Dios que le ha llegado; tiene que pelear también en esto contra sí mismo, y el remedio lo encontrará, como en otras ocasiones, en aceptar oracionalmente el hágase tu voluntad. El Padrenuestro es su medicina y los varios comentarios que hace de esa oración le tranquilizan y le fortalecen. El modo como explica don Miguel lo que él hace cuando un hijo suyo se le presenta en busca de cariño, es modélico en sus relaciones con Dios Padre. La infancia espiritual de que habla en otros de sus escritos nos hace ver la calidad y finura de su espíritu. 27
FONDODIARIO Diario Íntimo AAFONDO ÍNTIMO
SOBRE EL TRATADO DEL AMOR DE DIOS LUIS FRAYLE DELGADO Catedrático de Latín y Teólogo
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ida – amor – muerte. Esta es la trilogía (en sentido etimológico: tres palabras) que sintetizan el pensamiento unamuniano. Un vitalismo agónico (en lucha) que culmina en la muerte y el misterio del “más allá”. En el centro, entre la vida y la muerte, está el amor. Lo más importante en la vida del hombre es el amor, que va acompañado del sufrimiento y llega a definirse en tragedia. Este pensamiento lo desarrolla Unamuno en toda su obra y lo defiende incluso polemizando con los “eróticos” y “galantes” cuyo exponente más característico es el novelista extremeño Felipe Trigo, al que hacen coro los escritores de la novela corta en “El cuento semanal” y otras revistas similares del primer tercio del siglo XX. La polémica adquiere dimensiones nacionales al desarrollarse en su momento álgido en el Ateneo de Madrid cuando el novelista extremeño defiende su posición en una conferencia que luego se convierte en libro, en el que ataca a los “intelectuales” y concretamente a Unamuno, que mantuvo la polémica con él y en general con los “regeneracionistas”1. En el género ensayístico es obra fundamental en este tema Del Sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, que tiene un antecedente: el Tratado del amor de Dios2. El Tratado del amor de Dios, pretende responder a la cuestión de cómo llegar a Dios. Expone los temas claves que se cuestiona el ser humano sobre su existencia y sobre el más allá de su existencia terrenal. Entre esas cuestiones está necesariamente el amor, amor de Dios, en sentido subjetivo y en sentido objetivo, que incluye el amor humano, sobre todo el amor genésico o de generación (al que se refiere aquí y en otras muchas de sus obras), origen, según él, de todo amor. El editor de esta obra la ha dividido en párrafos; en el primero Unamuno plantea la cuestión de si a Dios se llega por el amor o por el conocimiento. Aunque hace una teoría sobre el conocimiento de Dios, plantea las cuestiones y problemas de la existencia en primera persona: él mismo pregunta y se responde refiriéndose a sí mismo. En este caso a la cuestión de ¿cómo se llega a Dios? responde que la vía del conocimiento ha llevado a los hombres a la desesperación. Y en relación a sí mismo ha dicho ya
1. Felipe Trigo; El amor en la vida y en los libros. Mi ética y mi estética, Renacimiento, Madrid, 1920. 2. Nelson Orringer ha hecho una edición crítica de las dos obras con entidad propia cada una: Miguel de Unamuno; Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos y Tratado del amor de Dios, Tecnos, Madrid, 2005.
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en párrafos anteriores: Busqué muchos años a Dios por el camino lógico y Dios se me deshizo en su idea. Con razonamientos y pruebas teológicas llegué a la idea de Dios, no a Dios mismo. Y Dios se me veló tras la idea que de Él logré y quedé sin Dios3. Y después dice: El camino intelectual me llevó, Dios mío, a negarte, a renegar de ti, a ahogar mis inquietudes íntimas en la aceptación del no. Y luego resume su búsqueda de Dios de manera semejante y casi con las mismas palabras con las que lo había hecho ya algunos años antes en su Diario Íntimo describiendo el largo periodo de “racionalismo” e “intelectualismo” que culmina y se resuelve en su “crisis” de 1897. Dice aquí: Mis estudios de filosofía y teología me fueron llevando poco a poco al más radical fenomenalismo, y llegué a ser, con la razón, completamente ateo4. Consecuentemente concluye nuestro pensador: ¿Cómo se llega a Dios? Por el amor. Y ¿Qué es el amor? Y dedica a continuación el párrafo 2, expresa y directamente a dar su respuesta, su idea del amor “divino”, dentro del contexto inquisitivo de este breve tratado. Aunque el título es Tratado del amor de Dios, comienza hablando del amor sexual o de generación. Si bien es verdad que a lo largo de las siguientes páginas habla del amor divino, amor del hombre a Dios y de Dios al hombre, en que viene a parar todo amor, que parte de la fe, o la engendra, y se relaciona con la esperanza o bien nace de ella. Por otra parte, se refiere a un tema fundamental en su concepción de la existencia y de la vida humana: el dolor o el sufrimiento siempre presente en su pensamiento trágico. El misterio del amor –dice– que lo es del dolor tiene una forma, una forma misteriosa, el tiempo5. Se podría hacer una reflexión muy
3. O. c. pg. 521. 4. O. c. pg. 526. En el Diario Íntimo, Obras Completas, vol. VIII, p. 778, dice: Con la razón buscaba un Dios racional, que iba desvaneciéndose por ser pura idea, y así paraba en el Dios Nada a que el panteísmo conduce, y en un puro fenomenismo, raíz de todo mi sentimiento de vacío. 5. O. c. pg. 529.
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amplia y no siempre fácil por la complejidad de las ideas que aquí expone, con frecuencia paradójicas, sobre el amor, que repite y amplía en El sentimiento. Pero en gracia a la brevedad, es suficiente recoger en un texto significativo la idea original de nuestro pensador sobre el amor, dentro de su concepto de la existencia agónica del hombre, siempre en lucha, donde la inquietud, la duda, el dolor, en una palabra la “agonía”, está en el centro de su concepción trágica de la existencia. Al principio de este párrafo, que trata del amorpasión (del alma y del cuerpo), referido como hemos dicho al instinto genésico, de donde parte su análisis, para llegar a concluir que ese
instinto es un deseo, un anhelo de eternidad en Dios, dice: El amor es lo más trágico, lo más terrible que en el mundo hay. El amor es hijo del engaño y padre del desengaño; el amor es el consuelo en el desconsuelo. El amor busca con furia a través de lo amado algo que está más allá de ello y como no lo halla se desespera6. Estas ideas están expresadas casi con las mismas palabras en el cap. VII del Sentimiento7. Y este concepto trágico del amor y de la vida es el que aparece en el conjunto de toda su obra, no sólo en sus ensayos y artículos, sino también en la narrativa y en el teatro, especialmente en sus “nivolas”8.
6. O. c. pg. 527. 7. O. c. pg. 271-272. Dice aquí: Es el amor, lectores y hermanos míos, lo más trágico que en el mundo y en la vida hay; es el amor hijo del engaño y padre del desengaño; es el amor consuelo en el desconsuelo, es la única medicina contra la muerte, siendo como es de ella hermana. 8. Para este tema puede verse mi libro: El amor en Unamuno y sus contemporáneos; Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1995.
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PRESENCIA DOMINICANA EN LAS LECTURAS ESPIRITUALES DEL DIARIO ÍNTIMO DE UNAMUNO ETELVINO GONZÁLEZ LÓPEZ Doctor en Filosofía Editor del Diario Íntimo
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lgo importante quería decir/conjurar Pedro Jiménez Ilundain cuando escribía a Unamuno: “en el fondo de usted hay un fraile dominico”. Lo hacía con conocimiento de circunstancias, algunas de las cuales señalaba: su temperamento místico-religioso, manifestado en sus devociones (expresamente el rosario), las lecturas (“teología escolástica... mortíferos libros de mística”)1. La presencia dominicana en el Diario Íntimo [DI] apenas se ha tenido en cuenta, e incluso ha habido referencias erróneas. La conexión con el convento salmantino de San Esteban alcanza más que la estancia de tres días y un largo trato amistoso; es una escuela de espiritualidad. La noche en que Unamuno se sintió “en las garras del ángel de la nada” dio lugar a una decisión, cuyas razones son de obvia causalidad. Se dirigió a San Esteban y allí estuvo tres días recogido en una celda entre oraciones y llanto. ¿Por qué a San Esteban? Una academia y una escuela. Se supuso conexión con el padre Juan G. Arintero, que ni estaba allí ni llegó destinado a Salamanca hasta año y medio después, en otoño del 98. En San Esteban funcionaba la Academia de Santo Tomás, lugar de encuentro para la reflexión de profesores y de alumnos universitarios de prestigio. Al frente de ella estaba el profesor dominico José Mª Suárez, quien preside 23 sesiones, de las cuales hasta los días de la “crisis” ha coordinado 13; es hombre de altura intelectual notable, con el cual Unamuno mantiene una relación amistosa. Suárez en carta a Madrid en que le trata de “mi respetable y estimado amigo” le anuncia que le devuelve un cuaderno (posiblemente el cuarto) y le envía una obra del padre Denifle, que Unamuno desea consultar. Por exclusión podemos suponer que fuera La conversión de Taulero, ejemplar propio del padre Rodrigo Díez. Suárez era, además, el prior de San Esteban, bajo cuya autoridad se movería la admisión del huésped. No falta un genio de la hermenéutica que niega el lance, basado en que no lo dice la prensa de entonces. De poco vale, al parecer, la doble confidencia de Unamuno a Pere Corominas.
1. Jiménez Ilundain, carta a MU 22.5.1922.
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El primer cuaderno del DI tiene como lugar la casa de Alcalá de Henares de la que es superior Juan José Lecanda, lo que de una parte explica los textos litúrgicos o bíblicos que en él abundan al hilo de las celebraciones de aquella Semana mayor, de otra también explica la lectura del oratoriano padre Faber. Por cierto, Lecanda no es jesuita como algún eximio hermeneuta ha escrito. No era jesuita ni es concebible que Unamuno fuera a cobijarse un solo día en una residencia tal. De allí regresa a Salamanca con un cuadernillo a punto de terminar, el lunes de Pascua. ¿De este regreso se hizo eco la prensa local? Fuentes. De aquella secuencia de tiempos confiesa en el DI Unamuno: “Se me resiste la oración mental. Es tal mi hábito libresco que sólo concibo pensamientos y propósitos piadosos leyendo, como comentario de lo que leo, y me veo forzado a cristalizarlos escribiéndolos” (IV, 42). A Clarín escribió más tarde: “Leo poco porque leí mucho… Pero como acostumbro a leer sin tomar notas, y luego lo repienso y lo dejo pasar y al cabo de tiempo escribo lo que me brota, sin recordar la forma en que lo leí”2. Lo que pone en el ámbito de lo importante toda labor de remonta desde lo escrito y publicado hasta lo leído como base. ¿Cuáles fueron las bases lectoras de DI? A Rafael Altamira le confiesa haber abandonado la lectura a no ser tres o cuatro libros, algunos ya leídos: “Me impuse cuando pasé por los días de angustia el abandonar durante largo tiempo todo estudio y hasta hace pocos días apenas he leído más que tres o cuatro libros y ellos ya releídos más de una vez, y El Imparcial único papel periódico que leo. Creo estoy mejor, pero siempre desorientado”3. ¿Cuáles son esas lecturas de base? Lecturas ocasionales: textos litúrgicos, NT (Juan y Hechos), y pasajes de santos: dos de fray Luis de Granada OP, cuatro de la vida de Santa Catalina de Siena OP, obra del beato Raimundo de Capua OP. Y esos tres o cuatro libros: De imitatione Christi, el Kempis (edición Marietti, releída sistemáticamente), Del Padre Faber. (Releído). Y otros dos hasta entonces desconocidos: Das geistliche Leben (=La vida espiritual), antología de místicos renanos, del padre Denifle OP, leída en alemán, como se puede observar en el ejemplar de su biblioteca y propiedad. Tiene veinte citas entre las ochenta de este orden espiritual. De cuya mano es conducido a la lectura reflexiva del Exemplar del beato Susón OP. La vie de Jésus Christ. Autor H. Didon OP que le surte una privilegiada base para sus Meditaciones evangélicas. Leída en francés, no está en su biblioteca y sí en la de San Esteban, lo que permite suponer un préstamo. Nueve citas entre las espirituales. Otro dominico que aparece en curioso contexto es el padre Joseph H. Ollivier. Se le cita al final del cuadernillo III, 94-95. Orador de Nôtre Dame, “hace oír la verdad austera y sincera, la que molesta a los mundanos” y le destituyen. “Le llaman el orador indiscreto. ¡Indiscreto! Siempre es indiscreta la palabra de verdad. Si hubiera halagado sus oídos es que era uno de los suyos”. La valoración que hace de los místicos renanos, entre los mejores es así de terminante: Y al fin los de entre aquellos solitarios que nos han contado sus coloquios a solas con Dios, han hecho una obra eternizadora, se han metido en las almas de los demás. Y ya con eso, con que el claustro haya podido darnos un Eckhart, un Suso, un Taulero, un Ruisbroquio, un Juan de la Cruz, una Catalina de Siena, una Ángela de Foligno, una Teresa de Jesús, está justificado el claustro. (Del sentimiento trágico de la vida 11). 2. MU, carta a Clarín 10.5.1900. 3. MU, carta a R. Altamira 21.10.1897.
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PARTITURA LÍRICA UNAMUNIANA Del contexto a la universalidad CARMEN BULZAN Catedrática de Sociología en la Universidad Ecológica de Bucarest (Rumanía), poeta y traductora de Miguel de Unamuno al rumano
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i quieres conocer toda la vida y la personalidad de Miguel de Unamuno, ¡lee su poesía! En ella se encuentra toda su filosofía, porque mediante el Verbo encarnado ha cerrado, la apertura, toda su hambre de cielos y sed de océanos. Además de esto igual que en otras obras suyas, por ejemplo en la ensayística en la cual ha brillado, en poesía don Miguel es el más humano, el hombre en carne y hueso, el que siente el pensamiento y piensa el sentimiento. Un sentido poético, filosófico y sobre todo religioso, como él mismo dijo: “no siento la poesía, sino poéticamente, ni la filosofía, sino filosóficamente y ante todo y sobre todo religiosamente”. Sobre la poesía de Miguel de Unamuno pueden hablar los filólogos, los filósofos, los poetas pero también los lectores de poemas. Quiero hablar sobre la lírica unamuniana desde la perspectiva del sociólogo pero también del traductor-poeta. 1. Desde mi punto de vista como sociólogo me ha interesado ver más allá del contenido y de la forma, sobre todo el contexto social que ha causado el pensamiento y el sentido del poeta. El contexto representa un complejo de condiciones que lanza la chispa de la idea reveladora. Los contextos de la vida son múltiples, únicos e inconfundibles en el destino de Unamuno. Las pérdidas de los territorios del Imperio Español, el exilio (también una pérdida, la de la libertad) la muerte de algunos familiares (la pérdida del hijo y de la esposa) son las notas graves sobre la partitura de la lírica unamuniana. Constante es la pérdida que provoca: la alienación, la lejanía, la
espera, el anhelo, el dolor, condiciones absolutamente necesarias para escribir poesías. ¿Qué pierde Unamuno? La pérdida de los últimos territorios del Imperio pone a Unamuno como representante de la Generación del 98, una generación de intelectuales que busca un rescate de la España aparentemente derrotada. El arranque de los últimos territorios del espíritu de la patria es igual con la pérdida de la identidad prevista de un pasado glorioso. Las notas dramáticas reverberan en todo el ser del poeta y culminan con la pérdida del propio pasado, que es el sueño de antaño (Ex futuro). La pérdida de la libertad. El exilio lo lleva lejos de casa y de la familia, pero lo aproxima a Dios. (Dios nació en el exilio, parafraseando el título del libro de Vintil Horia). El poeta sufre y su sufrimiento tiene notas dramáticas porque la pérdida de la libertad es un desarraigo y la vida que sigue este sentimiento es como un árbol plantado en un suelo infértil. La lejanía crea la sensación de la pérdida del país, por lo tanto, se retira de París a Hendaya (en la frontera entre Francia y España). Los poemas del exilio son un grito-anhelo dedicado al lugar de nacimiento, Bilbao, (Montañas de mi país), según el país y la familia. La pérdida de unos familiares, de un hijo, de su esposa, son las pérdidas mayores que pueden generar problemas de proporciones megalíticas porque estos seres son parte integrante de su propio ser. Ni la memoria puede aliviar el dolor causado por la pérdida. Sólo queda el consuelo de un sueño en otra vida, de aquí la búsqueda de la inmortalidad con temor. La pérdida de un hijo, Raimundo, lo lleva al borde del suicidio, pero la expectativa de otro hijo, que iba a nacer, salva su vida. El dolor de la muerte de su hijo toma la forma de la esperanza en la nueva vida que estaba 33
por llegar. La pérdida de la esposa es otro sufrimiento de su ser, enterradas en el mismo tiempo con todo lo que le pertenecía. El momento trágico, porque no existe ningún otro consuelo, le hace escribir el poema Está aquí, sintiendo la presencia de la esposa, incluso en su ausencia. Como en la ley de compensación, cualquier pérdida de su vida personal significó un triunfo en su vida como escritor y ser humano. La pérdida de la libertad en el exilio le proporciona coraje para rechazar el perdón, de decir ¡NO! frente a todas las formas de opresión humana, de oponerse a la guerra, ganando el respeto de los que creen en la dignidad, las pérdidas de los seres queridos, la crisis religiosa por las que pasa que hacen que crezca la creencia en Dios. La pérdida de su hijo Raimundo, le otorgó la mayoría de sus ideas, aumentando la motivación para escribir. Y como la suma de todas las ganancias, la vida eterna, tan deseada por don Miguel que se inmortalizó no sólo mediante sus seguidores, sino también mediante su obra. Paradójicamente, justo lo que fue transitorio en la vida de Unamuno (contextualmente hablando) dio perennidad a su poesía. La pluma con la que escribió poesía fue la acción, su permanente lucha, su fe. Los contextos, a pesar de que le dieron un toque especial a su vida llena de tragedia que había singularizado su ópera, sólo fueron pretextos que comenzaban de las manifestaciones y llegaban a la esencia, es decir a la universalidad. Él reversa la contextualización y trasciende el tiempo, creando matrices del sentimiento-pensamiento perennes. Porque la Libertad, la Dignidad, el Respeto, el Amor, la Verdad, la Fe, el Coraje, son valores que transcienden el tiempo. Lo que lo hace inmortal tanto a él y a todas sus obras líricas son: la universalidad de los valores y la cosmogonía de lo humano, más allá de las filosofías y escuelas 34
de pensamiento lo que hace a los poetas ser clasificados. 2. Como poeta-traductor, entré en el jardín lírico de Unamuno, no como se entra en el universo de un poeta desconocido, sino, a sabiendas de su trabajo filosófico y su trabajo de ensayos, comenzando desde mis años de estudio en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Bucarest, con una curiosidad sin límites y entendí que toda su creación era la poesía. Sentí que los pasos me llevaban, con cada volumen de poesías, a través de diferentes etapas de su vida, que entró en un edificio de varios niveles, que paso a paso conquistó progresivamente límites insospechables. Del microcosmos que le da vida con su sueño, y que le ofrece un sentido a través de preguntas místicas hasta el macrocosmos, en que su poesía canta la “música de las esferas”. De la nostalgia de un tiempo pasado y un lugar perdido
donde la luz de guía está apagada y la esperanza muerta hasta una búsqueda febril de un Dios en carne y hueso, y la agonía perpetua como su Dios le hable, incluso si esto significase la muerte para él. Las tonalidades resuenan con sus tristezas en sonetos magníficos del Rosario de sonetos líricos, pero los acuerdos graves de la batalla, salen a la luz de su alma eterna. La visión general filosófica unamuniana influye decisivamente en su temática poética: la filosofía del “hombre concreto en carne y hueso”, del “sentimiento trágico de la vida”, de la “vida como una contradicción” de la cautividad en una jaula espacio-temporal, del desgarro de los extremos, y al final, de la fe en un Dios visto como “hambre” de amor.
(La vida de la muerte, 1910); “vive y siente tan solo lo que fluye / lo que no volverá” (En el río se mira la montaña, 1928). Unamuno excluye la opción demasiado racional para la media aristotélica de los extremos y cuenta en una lucha continua y desgarradora de los contrarios (vida-muerte, tierra-cielo, alma-cuerpo) sublimada en una búsqueda dramática de sí mismo, siempre insatisfecha: “Tu hondo mar y tus montañas / llevo yo en mí mismo, / copa me diste en los cielos / raíz en el abismo” (Las montañas de mi tierra, 1929). Fundamentalmente, la sensibilidad poética de Unamuno está formada dentro del weltauschauung de naturaleza nihilista-schopenhauriana y en el mismo tiempo religioso: “¿Tu vida acaso fue, como la nuestra, / sueño? ¿De tu
La tentación de la coexistencia de los opuestos, en un fondo general de una existencia material que asume la finitud dramática, la vamos a reencontrar, con notas específicas, en cada ciclo poético: “este vivir, que es el vivir desnudo, / ¿no es acaso la vida de la muerte?”
alma fue en el alma quieta / fiel trasunto del sueño de la vida / de nuestro Padre? Di, ¿de que vivimos / sino del sueño de tu vida, Hermano?“ (La vida es sueño, 1920). Pero el aspecto religioso de la creación unamuniana no conduce a una poesía puramente nostálgica, 35
calmada, silenciosa, sino a una asunción de la intimidad del carácter contradictorio de la vida: “Busco guerra en la paz, paz en la guerra; / el sosiego en la acción y en el sosiego“ (Ni mártir, ni verdugo, 1910); “cuando la Vida se llene / al vacío volverá.“ (La plenitud de los tiempos, 1934). Los poemas religiosos (Ecce homo, Cordero, Eucaristía, Rey, Verdad etc.) tienen evidentes acentos agustinianos que aparecen en un régimen contrapunto: “¿Qué es tu vida, alma mía?, cual tu pago?/ ¡Lluvia en el lago! / ¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre? / ¡Viento en la cumbre! / ¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva? / ¡Sombra en la cueva!” (Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?). De cualquier forma se leerían los poemas de Unamuno, de ellos sale continuamente una nostalgia mística, da igual si se llama Dios, esperanza, ideal o la búsqueda de la identidad. Una ansiedad universal se mueve en este universo poético atormentado por las ilusiones, de viajes iniciáticas a su propia identidad: “¡Yo sé quién soy! fe de hidalgo, / sé que valgo lo que valgo (…) / Ay tú, mi Alonso Quijano!, / mi recuerdo soberano, / tu, mi mejor yo;…” (La última querella de Don Quijote, 1928). Incluso el amor juvenil, el amor por la vida, la fe de la juventud en su propia persona, debajo del signo del absoluto, es evaluado en tiempo desde el ángulo de la aspiración constitutivo-humana para más allá con múltiples caras: de la eternidad conciliadora, de una inmortalidad siempre cerca, pero nunca alcanzadas en la vida como sueño: “Lo que cree la mocedad / inmortalidad de amor / no es otra cosa en rigor / que amor de inmortalidad” (Lo que cree la mocedad, 1928). Sintiendo el pensamiento y pensando en su sentimiento, me he estremecido contemplando el universal Don Miguel, encontrándome de nuevo. Me ha sido de gran ayuda en la traducción el conocimiento del lenguaje
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filosófico, de los lugares de su inspiración (Bilbao, Salamanca, Fuerteventura, Hendaya, etc.) pero sobre todo la consonancia de vivir el sentimiento, el pensamiento que me hizo escuchar mejor su poesía, porque su poesía es sonora. El resultado de mi trabajo de traducción de los poemas de Miguel de Unamuno se refleja en los dos libros publicados en Rumanía. La primera, Antología Poética (rum. Antologie Poetica), edición bilingüe en español y rumano, apareció en 2012 y fue publicada por la Edición del Instituto Europeo de Ia i. La segunda, Hombre de palabra (rum. Om de Cuvânt), apareció en Bucarest, y fue publicada por la Edición Mica Valahie (esp. Pequeña Valaquia) y consta en 150 poemas de la lírica unamuniana. Ambos volúmenes respetan la cronología de escribir poemas y están agrupados en tres ciclos: 1890-1913, 1913-1920, 19241936. Quién ama la poesía, quién se apoya no sólo en el sentimiento, sino también en el pensamiento, encontrará en ésta toda la filosofía unamuniana, posibles respuestas a las preguntas existenciales o tal vez lo que es más importante, las preguntas esenciales a los desafíos de la vida. El pensamiento reflexivo y el vivir, pero especialmente su acción, nos toca la cuerda más sensible, y mediante su Poesía encontramos la marca que trae armonía a nuestras vidas, que parece tan sola y ausente sin poesía. Espero haber sido una buena mensajera del verso unamuniano, transcribiendo las notas adecuadas en la melodiosa lengua rumana en la partitura de su lírica inconfundible, mostrando a los amantes de poesía de Rumanía el sueño que puede ser incorporado mediante el lenguaje poético. Espero que leyendo su poesía soñemos más lindo la vida, el mundo...
ITINERARIO UNAMUNIANO SALMANTINO La vinculación de Unamuno con Salamanca nos obliga a seguir sus pasos por la ciudad de acogida donde vivió treinta y nueve años, en la que nacieron ocho de sus hijos. En ella fue maestro universitario, dirigió los destinos del Estudio, fue concejal, eterno paseante entre sus calles y cronista de la ciudad en sus escritos. PRIMERA MIRADA Iniciamos con esta “Primera mirada” un recorrido por Salamanca de la mano de Unamuno como amable cicerone, haciendo realidad lo que tantas veces él hizo con amigos y autoridades que visitaban la ciudad, deteniéndonos en el Pabellón de Petrineros de la Plaza Mayor frente al medallón de don Miguel, realizado en 1986 por el escultor Óscar Alvariño, con motivo del cincuenta aniversario de su muerte, curioseado por turistas junto a los medallones de Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús, Cervantes y Nebrija. Caminando luego hacia el centro de la Plaza, para contemplar la monumental fachada tras la cual se encuentran las dependencias del Ayuntamiento que Unamuno presidió honoríficamente, tras ocupar durante nueve años el sillón de concejal en representación de los obreros y ferroviarios salmantinos, poniendo atención en el balcón municipal desde el cual don Miguel declaró la República en Salamanca, la tarde del 14 de abril de 1931, diciendo a los salmantinos que llenaban la Plaza: Hace cuarenta años vivo en Salamanca; de Salamanca son los hijos de mi carne, e hijos de mi espíritu os considero a todos. Permitidme la arrogancia de que sea yo quien proclame la República, en esta Plaza que recibió al desterrado de la Revolución del 68. Podemos imaginar al rector Unamuno sentado en la terraza del café Novelty, inaugurado en 1905, punto de encuentro de intelectuales locales, periodistas, ganaderos, políticos y artistas, donde el maestro pasaba algunas medias tardes conversando en amena tertulia, con quienes hacían corro en torno a él, antes de que el liberal café Novelty pasará a llamarse 37
Nacional, cuando Unamuno ya descansaba en el pecho del Padre Eterno y las botas altas con espuelas resonaban en el granito de la Plaza Mayor. Perdiendo nuestros pasos bajo los soportales, recordamos cuanto sobre ella nos advierte Unamuno, oyendo el eco de sus pasos y viendo pasar su silueta bajo los soportales, reviviendo añoranzas en este rincón nostálgico de la ciudad adoptiva que guarda su memoria como una reliquia. ¡Esta Plaza Mayor de Salamanca!... Esta gran plaza de hoy, este vasto espacio monumental, se debió al primer Borbón de España, a Felipe V... y aquí vivió la ciudad nuestro gran siglo civil el más henchido de popularidad española, el glorioso y maravilloso siglo XIX, el de la conciencia nacional... ese siglo en que nació en España el nombre y la cosa liberal… Aquí, en este monumental espacio, se pasearon Meléndez Valdés, y Quintana, y Muñoz Torrero. Aquí fue muerto, de cornada, el diestro Pedro Romero. Aquí le envolvió a uno en aclamaciones de bienvenida el mocerío estudiantil y obrero cuando volvía del
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destierro dictatorial, y aquí, a son de campana del Concejo proclamó la segunda república española. Este es el corazón, henchido de sol y de aire, de la ciudad; el templo civil, sin otra bóveda que la del cielo. (“En la plaza mayor de Salamanca”. El Sol, Madrid, 18 de septiembre de 1932). Plaza cuadrada, –es decir, cuadrilátera, no cuadrado–, con sus soportales y toda llena de aire y de luz… Circulan bajo sus soportales los hombres y las mujeres en dos filas, separados, dándose cara; ellos hacia la parte de fuera, en el sentido del reloj, ellas por la parte de dentro, en otro sentido. Y hay algo de litúrgico en este circular, –mejor sería decir “cuadrar”–, de las gentes de la ciudad por su plaza... Primer mentidero de la ciudad. (Artículo “Salamanca”, Salamanca, abril 1914. En “Andanzas y visiones españolas”). Junto al ágora salmantina, encontramos el Casino de los Señores cuando Unamuno pisó por primera vez tierra charra en 1891, asociándose a la Institución junto a colegas universitarios, amigos médicos, curiosos periodistas y ocasionales consocios, para conversar en ese espacio que hoy ocupa el busto del maestro Casillas, presidiendo el rincón predilecto del tertuliano rector. La fundación del Casino de Salamanca en la primera mitad del siglo XIX está justificada por la sociedad de aquella época, proclive a la asociación ciudadana en torno a cafés e instituciones favorecedoras de relaciones sociales, inquietudes políticas y ocupaciones culturales, convertidas en mentideros locales de obligada presencia para la clase dirigente local. Lo que primero fue Círculo Cultural, pasó a ser Sociedad de Recreo en 1858 y Casino de Salamanca en 1864, cuando Unamuno venía al mundo en el bochito bilbaíno el 29 de septiembre, sin sospechar que un día presidiría el Casino y dejaría sus restos en la ciudad castellana setenta y dos años después, cuando el Casino era sede de aliados militares a la incivil guerra que lo llevó al misterioso hogar del Padre Eterno, el 31 de diciembre de 1936.
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ACTIVIDADES REALIZADAS Presentación de la Asociación de Amigos de Unamuno Se presenta a la ciudad la Asociación de amigos de Unamuno el jueves 4 de diciembre de 2014, con el objetivo de promover y difundir la vida, obra y pensamiento del mayor intelectual que ha tenido la Universidad de Salamanca. Posaron para la foto los miembros fundadores de dicha asociación.
Primera tertulia Miguel de Unamuno En el Casino de Salamanca tuvo lugar la primera Tertulia de la Asociación de Amigos de Unamuno, el 12 de febrero de 2015, sentando las bases de lo que sería esta actividad, cuyo objetivo es compartir sentires y pensamientos de Unamuno desde el rigor. Se recordó al D. Miguel tertuliano en el mismo lugar donde él se reunía con sus compañeros de tertulia, bajo la atenta mirada del busto que Agustín Casillas realizó del escritor.
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Presentación actividades 2015 y página Web Con sumo gusto y llenos de ilusión la asociación de Amigos de Unamuno, presentó el viernes 6 de febrero en el Casino de Salamanca su amplio programa de actividades para el año 2015 y su página web, que no desea otra cosa más que ser escaparate, donde todo aquel que quiera acercarse a nosotros encuentre en ella información de lo que hacemos con el fin de dar a conocer y honrar la figura de D. Miguel, así como estar informado de las actividades venideras.
En torno a la cocotología unamuniana Actividad lúdico formativa el 21 de febrero de 2015, donde niños y mayores aprendieron a realizar las figuritas de papel al que tanto tiempo dedicó Unamuno, y se acercaron al mundo de la cocotología de la mano de expertos papiroflexistas. La actividad contó también con la conferencia: “En torno a la cocotología unamuniana” impartida por Sagrario Rollán y a la actividad: “Unamuno en lectura fácil”, otra manera de acercar la obra del escritor a personas con dificultad lectora.
Convocatoria Asamblea general de socios La asociación de Amigos de Unamuno, en cumplimiento de lo dispuesto en el Título IV, capítulo II, artículo 7, “Reuniones”, convocó a sus socios el 11 de marzo para informarles de la marcha de la asociación, así como de sus proyectos futuros. Admitiendo también un turno de ruegos y preguntas, para solventar las posibles dudas o cuestiones que se pudieran plantear.
Recital poético: “Vivir muriendo” en homenaje al V centenario de Santa Teresa La asociación de Amigos de Unamuno, quiso sumarse el día 28 de marzo a los actos de homenaje a Santa Teresa con motivo del V centenario de su nacimiento. Nada mejor que con un recital poéticomusical donde sonaron poemas de la santa y poemas dedicados a ella, además contamos con las imágenes del audiovisual realizado por Ángel Lozano Heras y la música del flautista Antonio Blanco.
Mesa redonda sobre “El diario íntimo de Unamuno” No es fácil formar una mesa redonda sobre el “ Diario íntimo”, con la talla intelectual y los conocimientos sobre el tema acreditados por los cuatro especialistas que formaron parte de la misma el 19 de marzo: Cirilo Flórez Miguel, Etelvino González López, Luis Frayle Delgado y José Vicente Rodríguez Rodríguez, en el marco incomparable de la Sala Capitular del Convento de San Esteban, sede de la antigua academia de Santo Tomás, a la que tantas veces acudió Unamuno para dar conferencias y asistir a los actos que en ella se celebraban. 41
Conferencia: “Unamuno y la Grecia moderna” El 19 de abril, el profesor Anastasio Kanaris fue el encargado de hacer un recorrido por los escritores griegos vinculados a la vida de D. Miguel, dedicando especial atención a Kavafis y Kazantzakis y de leer textos en griego de indiscutible valor documental. Complementariamente a los contenidos objeto de la conferencia, Anastasio Kanaris manifestó que la relación de Unamuno con Grecia está por investigar en profundidad, pues apenas existen trabajos que vayan más allá del presentado por Philip Metzidakis.
Tertulia Miguel de Unamuno En el Casino de Salamanca tuvo lugar el 29 de abril la animada tertulia que la Asociación celebra el último miércoles de cada mes, en este caso con el título "Filmografía unamuniana”, ilustrada con la participación de Juan Antonio Pérez Millán, exdirector de la Filmoteca de Castilla y León
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Recital poético: «Su costumbre fue el destino» El viernes 15 de mayo, la Asociación homenajeó a Concha Lizárraga, en la Sala de la Palabra, con motivo del aniversario de la muerte de su esposa, en el que destacados rapsodas salmantinos leyeron poemas de Miguel de Unamuno dedicados a su “costumbre”, acompañados por la música de dos jóvenes violinistas y un audiovisual elaborado para la ocasión.
Tertulia Miguel de Unamuno En el hotel Rona Dalba tuvo lugar el 27 de mayo la tertulia que la Asociación celebra el último miércoles de cada mes, en este caso con el título "De Niebla a Jambrina pasando por Torrente Ballester", analizando el nexo entre las novelas de Unamuno, Torrente Ballester y García Jambrina, con presencia de este último novelista.
Jornadas audiovisuales unamunianas El jueves 28 de mayo se proyectó en la sala de la Filmoteca de Castilla y León la película basada en la novela “La tía Tula” en versión de Miguel Picazo, siendo comentada por Maite Conesa, directora de la Filmoteca, con participación del público en el coloquio al terminar la proyección del film. El segundo día de las Jornadas, se proyecto el DVD “El sentimiento trágico de España”, sobre la vida de Miguel de Unamuno, en el que intervinieron el director y realizador del documental, Ángel Lozano Heras, junto con los actores que interpretaron y prestaron su voz en el reportaje, participando animadamente el público en la tertulia posterior a su proyección.
Presentación de la Revista NIVOLA Concluyó la Asociación sus actividades del primer semestre del año, presentando en el Patio neo-renacentista del Casino de Salamanca el primer número de su revista NIVOLA, entregando posteriormente a cada asistente un ejemplar de la misma. En el acto intervinieron: Francisco Blanco, Antonio Colinas, Miguel Elías y Florencio Maíllo. 43
ACTIVIDADES SEGUNDO SEMESTRE 2015 Septiembre
Martes 29 Lugar: Aula Magna de la Facultad de Filología Hora: 12:00 h. Actividad: Conferencia: “Santa Teresa y Unamuno”. Vicente González Martín. Decano de la Facultad de Filología. Presenta: Pablo Unamuno Pérez. Vicepresid. de la Asociación. Hora: 13:30 h.: Homenaje a Unamuno en el busto de Victorio Macho.
Octubre
Jueves 8 Lugar: Casino de Salamanca. Hora: 20:00 h. Actividad: Conferencia “Unamuno y las corridas de toros”. José María Balcells Domenech. Catedrático de Literatura Española de la Universidad de León. Presenta y modera: Alberto Estella Goytre. Escritor.
CICLO: “Amigos de Unamuno represaliados”
Martes 13 Lugar: Casino de Salamanca. Hora: 20:00 h. Actividad: Conferencia: “El pastor Atilano Coco”. Jesús Riesco Rodríguez. Director de Radio Nacional en Salamanca. Miércoles 14 Lugar: Casino de Salamanca. Hora: 20:00 h. Actividad: Conferencia “El rector Salvador Vila”. Mercedes del Amo Hernández Profesora Titular de la Universidad de Granada. Biógrafa de Salvador Vila. c Jueves 15 Lugar: Casino de Salamanca. Hora: 20:00 h. Actividad: Conferencia “El alcalde Casto Prieto Carrasco”. Ricardo Robledo Hernández. Catedrático de Historia Económica.
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Presenta y modera las conferencias: Manuel Redero San Román. Catedrático de Historia Contemporánea.
Noviembre Jueves 12
Lugar: Biblioteca Casa de las Conchas. Hora: 20:00 h.
Actividad: Conferencia “Unamuno y Santa Teresa, al encuentro”. Jesús María Corredera Martín. Periodista.
Presenta: Pablo Unamuno Pérez. Vicepresidente de la Asociación. Jueves 19
Lugar: Sala de exposiciones de la Diputación de Salamanca.
Actividad: Inauguración de la Exposición “Caricaturas de Unamuno”. Entrega de los premios del concurso a los ganadores.
Manuel Tostado González, diputado delegado de Cultura. La exposición permanecerá abierta al público desde el jueves 19 de noviembre al domingo 13 de diciembre.
Diciembre Jueves 10
Lugar: Casino de Salamanca. Hora: 20:00 h.
Actividad: Presentación del segundo número de la revista.
Vicente González Martín, Luis Gutiérrez Barrio, Elena Díaz Santana. Jueves 17
Lugar Casino de Salamanca. Hora: 20:00 h.
Actividad: Conferencia “El ocaso del sentidor”. Luis Andrés Marcos.
Profesor de la Universidad Pontificia. Jueves 31
Colaboración con el Ayuntamiento en el homenaje a Unamuno.
El último miércoles de cada mes tiene lugar una tertulia en el Casino de Salamanca, a las 19:00 h., moderada por Luis Gutiérrez Barrio, secretario de la Asociación. 45
CERTAMEN DE CARICATURAS LA ASOCIACIÓN AMIGOS DE UNAMUNO EN SALAMANCA CONVOCA EL CERTAMEN “CARICATURAS DE UNAMUNO”, EN COLABORACIÓN CON LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL BASES 1. Podrán participar profesionales o aficionados, de cualquier edad y lugar de residencia. 2. Las caricaturas de Unamuno presentadas deberán ser originales, inéditas y no estar participando de manera simultánea en otro concurso o evento. 3. Cada concursante podrá participar con 3 obras como máximo, utilizando la técnica que prefiera: digital, manual, color o blanco y negro. 4. Las caricaturas se enviarán por correo electrónico en alta calidad (10 Mb), para ser impresas en DINA3. 5. Los originales se firmarán con pseudónimo, incluyendo en correo aparte los datos del autor: nombre y apellidos, dirección postal, edad, breve currículum, correo electrónico y número de teléfono. 6. Las obras y los datos personales se enviarán antes del 15 de octubre a la siguiente dirección de correo electrónico: amigosdeunamuno@gmail.com 7. Las obras serán expuestas al público en un lugar que se indicará, con la colaboración de la Diputación Provincial, desde el jueves 19 de noviembre al domingo 13 de diciembre de 2015. 8. El jurado del certamen tiene facultades para resolver cualquier situación no contemplada en las presentes bases y su fallo será inapelable, pudiendo quedar desiertos los premios si la calidad de los trabajos presentados no lo merecen u otorgar solo alguno de ellos. 9. La Asociación Amigos de Unamuno en Salamanca se reserva el derecho de propiedad sobre las caricaturas presentadas, pudiendo exhibirlas donde considere oportuno para difundir al personaje que representan. 10. Se concederán premios a las tres obras más votadas por el jurado. Primer premio: – Placa de la Asociación Amigos de Unamuno y diploma. – Ordenador portátil. – Lote de libros de Unamuno. Segundo premio: – Placa de la Asociación Amigos de Unamuno y diploma. – E-book. – Lote de libros de Unamuno. Tercer premio: – Placa de la Asociación Amigos de Unamuno y diploma. – Lote de libros de Unamuno. 11. Los premios se entregarán en acto público presidido por el diputado de Cultura de la Diputación de Salamanca, el jueves 19 de noviembre, con motivo de la apertura de la exposición. 12. La participación en el concurso implica la aceptación de estas bases.
Caricatura de NÉSTOR DÁMASO DEL PINO. Dedicada a la Asociación. 46
FICHA DE AFILIACIÓN Las personas interesadas en pertenecer a la Asociación Amigos de Unamuno, pueden hacerlo cumplimentando la siguiente ficha de afiliación que aparece en la página Web: www.amigosdeunamuno.es, o remitiendo los datos solicitados en ella a la dirección de correo electrónico: secretario@amigosdeunamuno.es
Instituciones Colaboradoras con la Asociación
Consejería de Cultura y Turismo
FACULTAD DE FILOLOGÍA
UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE S ALAMANCA
CASINO DE SALAMANCA
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servicios globales de comunicaci贸n gr谩fica C/. Severo Ochoa, 9 - 37184 VILLARES DE LA REINA (Salamanca) Tel.: 923 20 43 97 - globalia.ag@globalia.com
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