Walter Starkie, un irlandés admirador de Unamuno Román Álvarez Catedrático de Filología Inglesa
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alter Starkie (1894-1976) fue un irlandés que dejó una profunda huella cultural en España. Además de músico –su especialidad era el violín--, el interés por la cultura española le llevó a ser un reconocido estudioso de Cervantes, y también folclorista, experto en flamenco –estuvo en contacto con las principales figuras del cante-- y gran admirador del mundo gitano y sus costumbres. Este reputado hispanista, autor de diversos libros de viajes y de numerosos ensayos sobre distintas figuras literarias españolas, fue, al mismo tiempo, un gran impulsor de las relaciones anglo-españolas a partir de 1940, cuando se le nombró primer director del recién establecido Instituto Británico en Madrid. Aunque hubo otros candidatos al puesto, su conocimiento de la lengua y la literatura españolas, su catolicismo como buen irlandés –una de las condiciones establecidas por Franco para quien ostentara ese cargo era que el designado por las autoridades británicas debería profesar la religión católica romana—, y el decidido apoyo del duque de Alba le garantizaron el puesto. El duque, reconocido anglófilo, ya en 1923 había fundado en Madrid el Comité Hispano-Inglés, con el fin de promocionar actividades culturales conjuntas. Finalmente, todas las circunstancias resultaron favorables para que Walter Fitzwilliam Starkie fuera nombrado director del British Council en España con la expresa aquiescencia del Jefe del Estado. Starkie, al igual que otros intelectuales irlandeses en esa época, creía que se podía simpatizar con los británicos y al mismo tiempo ser un buen patriota. No en vano era un hombre de mundo, dotado de una gran curiosidad intelectual y atraído por las diversas culturas –especialmente las mediterráneas-- que a lo largo de los siglos habían dejado su impronta en Europa. Ya antes de 1940, año a partir del cual estableció su residencia en España, Starkie había viajado mucho por nuestro país. En Spanish Raggle-Taggle (1934) plasmó algunas de sus andanzas peninsulares con su inseparable violín como compañero de viaje.18 El libro Aventuras de un irlandés en España sería traducido por Antonio Espina y publicado por Espasa-Calpe en 1937. Algo parecido a esas andanzas con el violín al hombro lo llevó a cabo unos años más tarde el poeta y novelista Laurie Lee, que llegó a Vigo a principios del verano de 1935 y con escaso equipaje y un violín recorrió el país desde Galicia hasta Almería.19
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Este primer libro en el que describe sus andanzas de vagabundo por el Norte de España, y que llevaba como subtítulo Adventures with a Fiddle in North Spain, tendría su continuidad en un segundo volumen dos años más tarde: Don Gypsy. Adventures with a Fiddle in Barbary, Andalusia and La Mancha. 19
Resulta curiosa la analogía de estos dos violinistas y escritores y, en el caso de Lee, reputado novelista también. Cuando comenzó la Guerra Civil, Laurie Lee se encontraba en un tranquilo pueblecito de la costa malagueña y allí fue testigo de los primeros momentos del conflicto. Escribió
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