Número 2
E d i c i ó n B i m e s t r a l : S e p t.- O c t. 2 015
Cholula,Puebla.
“En la diáspora” microficción• cuento • narrativa visual • poesía • ensayo
CONVOCATORIA no.3 Revista , Creadores, Lectores & Textos Literiarios convoca a: escritores, artistas visuales & fotografos.
FECHA LÍMITE Domingo 15 noviembre 2015.
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BASES Podrán participar artistas de habla española. El autor podrá participar con una obra en cada una de las siguientes categorías: • Cuento 2-6 cuartillas • Micro-ficción 1 cuartilla • Poesía 1-3 cuartillas • Ensayo 3-7 cuartillas • Apoyos iconográficos como narrativa visual, fotografía e ilustración (extensión dos páginas tamaño medio oficio, 300 dpi, a color y en tonos grises)
FORMATO DE ENTREGA • En archivo adjunto Word (.docx) • Fuente Times New Roman • Tamaño: 12 puntos • Interlineado doble (2.0) • Margen normal (1 pulgada) RECEPCIÓN DE TRABAJOS Se deberá enviar la obra con asunto “Convocatoria no.3” a la dirección de correo electrónico esporarevista@gmail.com. Identificando los siguientes datos: • Título de la obra • Nombre de autor • Pseudónimo (opcional) • Categoría • Correo electrónico • Lugar de residencia • Red social DICTAMINACIÓN La recepción de trabajos será desde la publicación de la presente convocatoria hasta el domingo 15 de noviembre de 2015. El consejo editorial notificará por medio de correo electrónico a aquellos autores que sus obras hayan sido seleccionadas. El fallo será inapelable.
Directores Guadalupe González Prieto Mariel Almazán Vázquez
CARTA EDITORIAL
Consejo Editorial Comisión de redacción Guadalupe González Prieto Mariel Almazán Vázquez Alejandra Gutiérrez Romero Olivia Nicté Toxqui Martínez
Diseño Alex Fernando Blanco Juárez Verónica Vanessa Sánchez Garza Francisco Covarrubias Álvarez Mariana Camacho Covarrubias Carolina Chávez San Pedro Luis Sebastián Belmont Pérez
Colaboradores Rodrigo Ramírez
Hace unos meses creamos espora con la ilusión de que poco a poco se fuera consolidando como un espacio de integración entre las voces de creadores nacionales, sin embargo, hoy podemos decir con alegría que esa consolidación es más firme. Estamos cada vez más seguros del impulso que está tomando la revista, el contenido revisado tanto para el primer número como para éste ha sido impresionante. La recepción y apoyo del proyecto se ha ido ampliando y gracias a la participación y entusiasmo de ustedes, creadores, hoy podemos decir que espora se expande, abre nuevas fronteras y se internacionaliza.
Juan Carlos Domínguez Omar Hernández Pacheco Giovanni Rodríguez Cuevas Jalil Rasgado Toledo María Mercedes Blázquez González
Todo esto no sería posible sin el equipo de trabajo, pero sobre todo, sin el público lector y los artistas que se deciden vez con vez a participar en nuestras convocatorias.
César A. Galicia Dante Alonso Franco Miranda Eduardo Oyervides Karla Daniela Gallegos Villareal Rodrigo Lichtle Ventosa Carla Cristina Pérez Timal
Esperamos seguir llegando a más lugares, que las esporas que han comenzado a salir de esta revista, sean llevadas cada vez a más lugares y caigan en buen terreno para crecer y consolidarnos más, día a día.
María Fernanda González Cañedo Osvaldo Pasillas Miranda Alejandra Ramírez Vargas
Consejo Editorial
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ÍNDICE 4
05 09 11 14 15 16 17 20 22 26 28 31 32 35 36 37 38 39
Cuento: Tinaco Rotoplás Microficción: Ignorancia Colectiva Cuento: De como mi gato me devoró durante siete días Poema: Amy Visual: Miranda Poema: Cuarto Menguante Cuento: Una tarde aburrida Poema: Serendipia Ensayo: En la diáspora Microficción: El sembrador de cuerpos Cuento: Secreto entre ramas Visual: Moonlight Cuento: Escrito de algún libro que no voy a escribir Microficción: Objetos astronómicos Microficción: Hallazgo científico Visual: Osvaldo Reseña: Centro cultural Segundo piso Reseña: Nu Haus
S
iempre decía que era alcohólico. Podría
ingeniera, los números llamaron mi atención.
haber inventado cualquier otra adicción,
Alguna vez leí sobre la sociopatía y me lo creí
por ejemplo: la heroína, que siempre
hasta que me acordé que nunca he matado a
me llamó la atención por el
un animal. Cualquier cosa
grado de desconexión de
diferente a lo que era yo
los heroinómanos. Pero la
(que en sí yo no era nada)
verdad, nunca me sentí tan
me llamaba; y la adoptaba
cómodo fingiendo otro vicio
mínimo por algunos meses,
que no fuera el alcohol. Creo
hasta que me daba cuenta
que porque siempre preferí
que seguía igual de vacío
a Bukoswki y Hemingway
que siempre. Al menos eso
sobre Thompson y Burroughs.
me hizo saber poco de mu-
Tampoco era escritor, aunque
chas cosas. Era un éxito en
realmente lo intenté, o no sé.
las fiestas, o como le dicen
Habría que definir primero
algunos, ajonjolí de todos
cuál es el parámetro para ser
los pinches moles. Empecé
escritor: escribí un libro de
a ir a reuniones de Alcohóli-
cuentos (Ultraciclismo), pero
cos Anónimos para sentirme
nadie lo publicó — y mereci-
menos mal de mi vida. Y
damente ya que era un libro bastante medio-
esa tampoco fue una idea original. La copié
cre y con poca gracia. Para mí, eso no es ser
de Fight Club, la película, porque nunca me
escritor, eso es escribir, que es muy diferente.
animé a leer el libro. Pensé que al ver la vida
Ser escritor es algo más que nunca comprendí.
de personas que en verdad habían sufrido yo
Supongo que siempre me faltó motivación, o
me sentiría mejor en la mía. Al principio funcio-
sacrificio. Pasé toda mi vida sintiéndome mi-
nó. Sobretodo cuando escuché hablar a una
serablemente triste y buscando de manera fútil
señora que por respeto omitiré su nombre; y
algo que me hiciera sentir mejor. Por eso decía
comentó que aparte de ser violada por bastan-
que era escritor: pensaba que al tener ese re-
tes miembros de su familia, la encerraban en
conocimiento, aunque fuese falso, iba a lograr
un rotoplás a medio llenar por días, como una
salir del hoyo en el que estaba. Siempre fui
especie de castigo por ser tan atractiva para
bueno, también, para imitar a otras personas.
sus parientes. Ella tenía nueve años en ese
Creo que por eso nunca fui escritor de verdad,
entonces. Me costó mucho trabajo no imagi-
porque siempre imitaba a otros autores. Me
narme qué tan guapa se veía una niña de esa
mimetizaba. Pero no sólo en la literatura, sino
edad para provocar tanta lujuria en su familia.
en la vida. Cuando me hice amigo de un
Pensé tal vez en Natalie Portman en aquella
cristiano devoto, dudé de mi ateísmo. Cuan-
película medio pedófila en la que Jean Reno
do, por azares del destino, tuve una novia
hace de asesino a sueldo. Pero después caí en
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cuenta que no, que eso no era lo importante de
prueba que dios le pusiera enfrente que no
la historia que esta señora contaba llorando con
pudiera vencer. Su optimismo me llenaba de
el moco de fuera. Lo trascendente era que yo no
una alegría irónica porque nunca entendí
había sido violado ni encarcelado en un rotoplás
cómo, después de todo lo que había sufrido
a medio llenar. Vaya, ni siquiera en una jaula.
en su vida, aún podía considerar a dios como
Ir a los grupos de autoayuda me dio
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un aliado suyo. Si yo que tuve una infancia
mucha autoayuda. Cada vez que sentía que
completamente aséptica no creía en él, ¿cómo
mi vida no valía nada, recordaba la vida
entonces ella era capaz no sólo de creer
de aquella señora y me sentía bien conmigo
en él, sino de no odiarlo, de no pensar que
mismo. No sé qué hice bien en la vida, pero
era un psicópata sadista que disfrutaba de
al menos no me fue tan mal como a esa
su sufrimiento? Su concepción de dios era
señora. Por primera vez pasé más de un año
básicamente como la de un torturador de la
mediocremente contento con mi vida. Las
inquisición que al final te regalaba la muerte
ganas de dejar de existir se minimizaron y
si lograbas sobrevivir todos los castigos que te
pude funcionar medianamente. Conseguí un
diera. Supongo que creía que llegar al cielo
trabajo de vendedor de cojines antiguos y de
era el premio por sobrellevar su miserable vida
los diez que éramos, me volví el quinto mejor
de mesera alcohólica y violada. Pero seamos
vendedor de la tienda. Mi vida no tenía los
honestos: nada que dure una eternidad es un
lujos que otras personas querían, pero siempre
premio. Ni el paraíso. La vida es menos mala
estuve conforme con sólo vivir y esperar a que
porque se acaba relativamente pronto. Siem-
la muerte me llegara de una forma natural, por-
pre sentí envidia de los niños muertos.
que siempre fui enemigo del suicidio. Y no por
Un miércoles llegué a la junta como de
alguna mamada metafísica o romántica de la
costumbre y con mucha expectación. Eran los
vida. Simplemente me daba mucha pena que
miércoles cuando normalmente esta señora
la gente supiera que no me gustaba estar vivo.
hablaba de su vida. Ya me había hecho
Entonces, suponía, que al morirme de viejito
costumbre llevar una libretita y discretamente
en un estilo frugal y humilde, hablarían bien de
apuntar las ideas principales de lo que decía,
mis logros, de mi modestia o algo así. Aunque
para así en la semana poder recordar especí-
bien sabía que mi vida social era escueta y mi
ficamente porqué su vida era peor que la mía.
muerte no iba a causar mucho revuelo.
Pero no llegó. Supuse que estaba enferma
Como dije, pasé un año asistiendo al mismo
de gripa o alguna cosa así. Decidí mejor
grupo de doble a, y siempre me emocionaba
escuchar las vidas de las demás personas,
cuando esta señora hablaba de su vida. Algún
pero no eran lo suficientemente malas como
día llegaba con algún problema laboral, pero
para hacer un comparativo de la mía. Lo tomé
ella misma se echaba porras y decía que si
como una excepción y asumí que la siguiente
pudo sobrevivir los abusos que recibió de
semana regresaría. Pero tampoco fue así.
pequeña y al alcoholismo, no había alguna
Honestamente me preocupé, porque ya para
esa segunda semana estaba vendiendo menos
nos sorprendimos ya que por educación trata-
cojines que antes, había bajado al séptimo
mos de no asistir bajo la influencia de nuestra
lugar en ventas y volvía a cuestionarme cada
sustancia adictiva a las juntas, aunque yo
momento de mi existencia. Para evitar caer
siempre iba bajo la influencia de mis mentiras.
más profundo me propuse buscarla en todos
Nos contó que descubrió que tenía un
los centros de doble a que hay en la ciudad
hijo. Que en sus años de borrachera se había
y nada. No estaba la señora por ninguna
embarazado y que el producto nació muerto
parte y no encontraba a otro adicto que me
gracias a su beodés y que eso era parte de
hiciera sentir mejor con mi vida tan apacible.
la culpa tan grande con la que cargaba. Sin
Traté una vez más de buscar otras actividades
embargo hace unos meses, sus familiares al
que me hicieran valorar la vida. Me inscribí a
verla tan recuperada y bien portada deci-
clases de escultura, pero el sudor de mis ma-
dieron decirle la verdad: el chamaco había
nos hacía que se me resbalara el cincel y por
nacido sano, pese a todo lo que tenía que
eso perdí el dedo índice de la mano derecha.
perder, y decidieron dárselo a unos parientes
Intenté jugar boliche, pero la falta del dedo
lejanos y sobrios para que ellos se encargaran
hacía que perdiera el control de la pelota. Si
de cuidarlo. Así no correría el riesgo de vivir
tan sólo hubiera hecho primero el boliche y
una vida tan mala como la de su madre natural.
luego la escultura, tal vez no estaría yo diciendo
Al saber eso, decidió ir a buscarlo.
esto ni usted escuchando. Una vez se me cayó
La familia postiza del chamaco se mostró
la pelota de boliche sobre el pie y me lastimé
renuente, pero ante la insistencia de esta
tanto que perdí sensación y movilidad en los
señora decidieron concertar una cita entre
dedos del pie derecho. Por eso el rengueo.
los dos. Él vivía en otra ciudad. La señora
No dejé de asistir a las juntas porque tenía
llegó al café dónde se suponía se iban a ver,
la esperanza de volverme a topar a la señora
pero el chamaco no llegó. Se sintió plantada
y así fue. Ya habían pasado varios meses y
la pobre, pero al día siguiente recibió una
mi vida había regresado a la miseria. Cuando
llamada de los padres postizos informándole
la vi, sentí esperanza por mi vida y también
que atropellaron al chamaco en camino a
me sentí bastante tonto por no haber traído
verla. Asumían que por la emoción de ver a su
mi libretita para apuntar sus anécdotas. Asumí
madre verdadera iba distraído y pum, que se
que iban a ser muchas, ya que durante todos
lo llevó el microbús. La señora estaba llorando
los meses que pasó fuera de las juntas — y
mientras nos contaba esto, pero no eran las
más con el esperpento de dios que tenía —
lágrimas de siempre: eran lágrimas desespe-
seguramente le había tocado sortear una gran
radas. Sacó de su bolsa una pistola y se la
serie de peripecias, pero estaba más o menos
puso en la sien. Gritó y gritó maldiciones a su
equivocado. Cuando comenzó a hablar, noté
dios, ¡por fin!, y también decía que ni cuando
que arrastraba la lengua, y lo primero que dijo
estaba sana era buena persona para sus seres
fue su nombre y que estaba bien peda. Todos
queridos, que era un ente del mal, que destruía
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a toda persona que tocara, y que la vida no
siguiente hice lo mismo: bebí hasta la incons-
era para vivirla. Para el susto de todos y mi
ciencia, me levanté crudo, ojeroso, cansado y
confort, se dio un tiro y nos bañó de sangre.
sin ilusiones. Fui a una junta diferente. Les rogué
Pobre, pensé mientras me limpiaba con un
que necesitaba ayuda, que no podía con la
clínex, tardó tanto tiempo en darse cuenta que
culpa de mi hijo muerto y todos me aplaudie-
su dios nomás jugaba con sus sentimientos.
ron, abrazaron y recalcaron la fe que tenían en
Ese fue el momento en que decidí, una vez
mí. No pasaron más de tres meses y ya estaba
más, mimetizar mi vida. Esta vez me enfoqué
aplicando esta técnica a diario.
la vida de la señora. Empecé subiéndome al
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Conseguí otro trabajo en una tienda de
podio a hablar de mi supuesto alcoholismo,
cajas de cartón. Era el tercer mejor vendedor
de las supuestas violaciones, y de mis falsos
de los seis que estábamos ahí. Mi sueldo
encierros en un tinaco rotoplás por ser sexual-
me alcanzaba perfectamente para tomarme
mente atractivo a los nueve años. Pero había
una botella de licor — el que fuera, pues la
un serio problema: no era alcohólico. Y si algo
verdad nunca tuve predilección por alguno —
saben los adictos es sobre adicciones y cómo
a diario. De igual forma iba a las juntas para
se comporta la gente que las sufre, así que
que me aplaudieran. Obviamente tuve que
no creían mi historia. Me corrieron y vetaron
idear una rotación entre todas las juntas de la
de varias juntas. Me llamaban irrespetuoso y
ciudad para que no vieran mi patrón de recaí-
que rompía con los doce pasos, la espiritua-
das y sospecharan de mis mentiras. Tengo que
lidad y el anonimato. No entendían que yo
admitir, doctor, que estos han sido los mejores
los necesitaba tanto como ellos necesitaban el
años de mi vida. Y aunque usted diga que me
grupo, pero como mi vida había sido de lo más
estoy chingando el hígado por tomar tanto, no
tranquila y simple, no comprendían mi sufri-
me importa, porque por primera vez siento que
miento. Entonces dejé de fingir. Si quería recibir
pertenezco a algo y ya no tengo que fingir que
el apoyo de los demás alcohólicos no podía
soy escritor, ni escultor, ni alcohólico, porque
seguir diciendo mentiras. Tengo que reconocer
ahora lo soy. Tiene que entender lo difícil que
que la primera vez que me eché una copa de
puede llegar a ser vivir para alguien que no le
whisky me supo a madres, no entendía por qué
gusta vivir. Algunos encuentran una pasión, yo
tanto afán de tomar algo que sabía a meados,
encontré la compasión: soy alcohólico y eso me
pero no había otra opción. Esa vez tomé hasta
da ganas de seguir viviendo. Aunque sea por
perder el conocimiento. Cuando desperté cru-
unos cuantos años más.
do, ojeroso, cansado y sin ilusiones, me dirigí inmediatamente a una junta de doble a. Al
Obra: Tinaco Rotoplás
verme tembloroso y hablar de mi vida misera-
Autor: Rodrigo Ramírez
ble y falsa me aplaudieron y me abrazaron.
Lugar de residencia: Monterrey, México
Prometí no volver a levantar un vaso de alcohol
Red social: @PincheRodrigoMx
en mi vida y todos me apoyaron. A la semana
Categoría: Cuento
Juan Carlos Domínguez | jyjc_91@hotmail.com | Cuatro Ciénegas, México. | Facebook: Juan Carlos Domínguez.
9 Todo empezó con la pregunta que Román hizo a su mamá: “¿Cómo se llaman los postes altos que están en las calles, los que tienen verde, rojo y amarillo?” La mamá de Román trató de sacar la palabra de su boca, pero la palabra nada más se asomó un poquito como si fuera un bicho. “Ah, sí, son los... Sí, ya sé cuáles. Se llaman...” Miró hacia arriba unos momentos, como si en el techo estuviera la palabra que andaba buscando, pero no la encontró. En ese instante llegó el papá de Román. La señora preguntó exactamente lo mismo al marido y el marido hizo exactamente lo mismo que la señora, pero al último dijo: “Los postes, los postes… Ah, lo tengo en la punta de la lengua”. Esa expresión parecía
a Román un poco repulsiva y de mal gusto. Se imaginaba que después de decir eso, las personas tendrían que inspeccionar en la lengua del hablante, para ver si encontraban ahí algo que obviamente era imposible encontrar. Se sentaron a comer en silencio. Sus padres veían hacia todas partes y Román los miraba. Los adultos buscaban esa palabra en la estufa, en el refrigerador, en la pared, incluso pasó una cucaracha y su mamá no gritó; su padre se levantó y la aplastó casi sin verla, mientras mantenía sus ojos fijos en la ventana. Todo era silencio. El padre de Román dijo: “Ya basta. Al rato nos vamos a acordar”. Pero al rato no se acordaron. De hecho también se les olvidó la pregunta y siguieron con sus deberes
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cotidianos, todos menos Román, que había hecho voto de silencio porque esperaba una respuesta, y quedarse con la duda, resulta un hábito muy desagradable. Hasta él lo sabía. Era domingo y se arreglaron para ir a misa. Al salir de la iglesia se acercaron al párroco para hablar con él. El saludo siguió normal hasta que la duda, como una hormiga, mordió a la mamá de Román. “Padre, disculpe la pregunta, pero ¿cómo se llaman los postes que están en la ciudades, los de focos verdes, amarillos y rojos?”. El Padre, siempre sonriendo, se quedó callado unos segundos que, en esa situación, más parecieron días. Román estaba muy atento: “¿Por qué todos miran hacia arriba?”, se preguntó. El Padre tam-
poco recordó la palabra, pero prometió contestarles nada más pudiera hablar con la secretaria. El Padre entró en la sacristía y vio llegar al sacristán. A él le preguntó. El pobre sacristán, que estaba malo de los oídos, tampoco pudo darle razón, pero tal vez fuera porque no escuchaba bien, a lo mejor por hacer sonar las campanas todos los días. El Padre preguntó a la secretaria y ella, con una frase simple, se negó a andar buscando palabras en el techo: “Ay, Padre, no me acuerdo”. La mamá de Román preguntó a los vecinos; el padre de Román, a los del trabajo; el Párroco, a los feligreses; la secretaria, a sus familiares; el sacristán no, porque no había entendido la pregunta. Pero todos crearon en el pueblo una oleada incertidumbre y el silencio cayó a lo largo de la tarde. Desde arriba podía verse a todos buscando la palabra entre los árboles, en los techos, en las nubes. Nadie consultó los diccionarios porque antes de buscar la definición de la palabra tenían que acordarse de ella y su búsqueda representaba una ardua tarea que sólo Esteban, el maestro de la escuela, emprendió. La música era callada mientras se tuvo esa duda en la cabeza. Nadie se miraba a los ojos. Las señoras que estaban dentro de la carnicería se quedaron dentro y el carnicero dejó la sierra funcionando mientras se rascaba, pensativo, la cabeza. La fila del banco quedó estancada pero nadie se quejó. A los abuelos se les enfrió el café y a los niños se les derritió la nieve. Y ahí se quedaron todos, buscando el nombre de esos postes largos que habitan las ciudades y que brillan con sus luces verdes, amarillas y rojas.
atento: “¿Por qué todos días. Román estaba muy tuación, más parecieron segundos que, en esa sise quedó callado unos dre, siempre sonriendo, amarillos y rojos?”. El Pades, los de focos verdes, tes que están en la ciuda-
amarillas y rojas. que habitan las ciudades y que brillan con sus luces verdes, quedaron todos, buscando el nombre de esos postes largos enfrió el café y a los niños se les derritió la nieve. Y ahí se quedó estancada pero nadie se quejó. A los abuelos se les mientras se rascaba, pensativo, la cabeza. La fila del banco se quedaron dentro y el carnicero dejó la sierra funcionando a los ojos. Las señoras que estaban dentro de la carnicería mientras se tuvo esa duda en la cabeza. Nadie se miraba
DE CÓMO MI GATO ME DEVORÓ DURANTE SIETE DÍAS ¿Han visto vídeos de cadáveres en descomposición? Cuando los pasan a gran velocidad parece que el cuerpo inerte bailotea mientras la muerte lo corroe, y el cadáver empieza a ser hogar y alimento de diversas larvas y demás insectos. Y esta danza, tendrá a un felino masticando a su compás. Autólisis, autodigestión asistida. “Está bien comer pescado porque no tienen sentimientos”. Así dice Curco Vein en la canción con la que cierra el Nevermind y creo firmemente que para nuestros ‘amigos’ felinos, eso resultaría contraproducente. Crueles bastardos. Félix. Sí, cliché y falta de imaginación para nombrar a este peludo compañero, pero bien da lo mismo puesto que ahora soy sólo un recuerdo que se relata a sí mismo.
Mi gato siempre me pareció lindo, un pequeño leoncito a mi disposición. Un tierno cazador que me libraba de las cucarachas y demás molestas plagas. Muy tranquilito, dentro de lo que cabe. Nunca ensució el piso fuera de su arena, y jamás trajo ratas o pájaros muertos a mi hogar. Él es de color negro, siempre me fascinó esa tonalidad opaca en su pelaje, se me figuraba sobremanera elegante en ese andar tan particular y tan soberbio que tiene. Me encantaba verlo contonearse por la casa mientras apoyaba sus esponjaditas patitas en el frío suelo de lamosa. Y sus ojos almendrados, ¡ah qué ojos!, siempre estaban al acecho de nuevos juegos que se me ocurrieran para con él. Quién diría que tal vez sólo me veía como una presa más y que en mi gran tamaño de primate subdesarrollado, sólo mantenía la distancia prudente para sobrevivir y para ser alimentado. Pero ya me cansé de divagar. Pasó un día, no importa cual. Yo estaba entrando a casa después de una larga jornada de trabajo, ahora entiendo que él siempre me escuchaba llegar desde lejos, el peludito hijoeputa. Puse la llave en el cerrojo, abrí la puerta, naturalmente entré. De inmediato dirigí la mirada hacia abajo
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en su busca. No hubo tal encuentro. Un par de pasos hacia dentro bastaron para que el demonio saltara, sepa Dios desde dónde, eso sí, hacia mi cabeza. De inmediato clavó sus garritas en mi cuero cabelludo. Esas uñitas tan afiladas que esconden en sus patas-guante. Ardía, mi cabeza ardía en dolor. Aullaba mientras intentaba quitar al bicho de encima de mí, pero no cesaba, su agarre era poderoso y entre más trataba de arrancarlo de mi cabeza, más sentía que desprendía mi propio cuero cabelludo. Me tenía bien prensado el bastardo, me había jodido. ¡Meow! Su cuerpecito temblaba de rabia animal. Un puma se habría sentido orgulloso de lo bien penetrado que me tenía el felino ese. Como bien dicen que el pene de los gatos tiene una especie de gancho curvo para retener a la hembra, así me tenía este mierda, dispuesto a escupir en cualquier momento su veneno mortífero bien profundo dentro de mis entrañas. Yo gritaba, histérico, como esas gatas cuando se sienten primero penetradas, y luego bombeadas por ese pene sádico y espinoso. Y sus maullidos, jamás olvidaré sus tremendos, grotescos y guturales maullidos de guerra, retumbando ahí, a un lado de mi tímpano. Al final ya no resistí más el tormento, tomé su esponjado cuerpecito y lo jalé de golpe. Triste error. Un dolor ciego me recorrió todo, perdí el sentido del espacio, y mi cráneo y yo besamos el peldaño de la entrada después de salir despedidos de espaldas. Escalón y nuca. Gato y cuero cabelludo por el otro lado. No hubo luz al final del túnel, nada. Ni les describiré la muerte, ya la descubrirán ustedes. Lo importante de esta historia es la bola de pelos que salió disparada, qué contorsionó su flexible cuerpecito en el aire para caer de pie y poder masticar y lamer a gusto mi aureola de cabello. ‘Este puto gato necrófago’, hubiera pensado de poder hacerlo. Pues 2 horas después de haber masticado mi sedosa cabellera y de haber cagado en su preciada cajita de arena, el insaciable felis silvestris catus, más bien puto gato montés, se acercó a mi alargado cadáver, con ese andar tan suyo, tan característico. Se dio un festín. Pero como buen animal instintivo, los atracones son su especialidad. Y Félix siguió alimentándose de mí, su dueño. ¿Dueño? De su comida refrigerada. La descomposición ya había iniciado, cuatro minutos, tal vez cinco después de que mi corazón dejó de latir. Con el paso de los días este proceso comenzaba a hacerse más
13 evidente, mi piel se resbalaba en capas para dar paso a extractos más profundos antes desconocidos. Mi yo, estaba ya inflado de diversos gases despedidos por mis órganos internos. Y para seguir devorándome, el muy cabrón hacía caso omiso de los que mi cuerpo comenzaba a despedir. Qué falta de recato. La putrefacción no le molestaba en lo más mínimo. Después de cada bocado, pasaba su lenguita rasposa por sus alargados y suaves bigotitos, saboreando mis restos humanos. Mi piel verdusca jamás le incomodó. Repitió el proceso de consumirme y cagar en su cajita durante siete días. Después, supongo que le aburrí, o esos despojos le agradaron lo mismo que yo cuando vivo. Ni idea. A los pocos días abandonó la casa. Salió saltando por sobre mi carcomido rostro, y se fue. No cerró la puerta. Como mi casa está apartada de los demás, nadie notó los aromas que usualmente delatan estas situaciones, ni las vociferaciones ocurridas durante el ataque. Me tomó aproximadamente un mes para terminar hecho huesos sobre una costra de sangre.
Autor: Omar Hernández Pacheco Lugar de residencia: México D.F. Red social: @Cocha_pacha Categoría: Cuento
AMY amy canta y pareciera que cantar sea cosa fácil amy camina y pareciera que estar sobrio sea cosa bastante aburrida
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amy es un flamingo rosado no un negro una garza con las extremidades quebradas amy eres tú bajando una escalera a oscuras
amy esconde la cabeza como avestruz por los paparazzis ¡demonios amy! con ese peinado no puedes esconderte amy le para el dedo a los paparazzis amy pensó que cantar era bastante aburrido por eso un día bebió alcohol y dio vómito a su público por eso un día tomó un montón de pastillas y otros títulos su boca fue licuadora y no tuvo espacio para canciones amy bajó por última vez esa escalera a oscuras débil como un paraguas en el huracán amy consiguió la luz después de muchas habitaciones amy por fin cantó rehab como diciendo una gran mentira Giovanni Rodríguez Cuevas | Acapulco Guerrero, México | Facebook: Giovanni Rodcue
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Obra: Medusa Autor: Miranda Alejandra Ramírez Vargas Lugar de residencia: Veracruz, México Red Social: FB, Miranda Ramírez Vargas
Cuarto Menguante Autor: Karla Daniela Gallegos Villareal Lugar de residencia: Mexicali, B.C. Red social: FB, Karla Gallegos Categoría: Poesía
16 He tenido la sutileza de ser bautizada (por ti) ante el mundo inconcebible de la irrealidad. No es de gran asombro identificar esa silueta que no deja de causarme hostigos y gélidos recuerdos. Donde el maullido entre sus piernas al ser luna llena, retumba alrededor de la montaña cada vez que esos proverbios de verdades vienen a mí. (Sus significados o interpretaciones dejémosle a mi gusto) Te contaría de lo que te has perdido de mi vida estos últimos días, pero que son meses, pero que son años.
Donde en cada uno de ellos, palabra por palabra (sin incluir muletillas) me has rectificado para poder formar la oración completa al concluir la docena. Oh no… Ya es luna llena y los bagazos de tu cuerpo y mi condena están a punto de dar luz. Aquellas oraciones canoras, las mantengo de reserva por si se torna muy brusca mi condena momentánea. Porque ese maullido no solo proviene de ti, sino que de mí también.
Una Una tarde tarde aburrida aburrida
L
Autor: María Mercedes Blázquez González Pseudónimo: Merche Blázquez Lugar de residencia: Barcelona, España Categoría: Cuento
La mujer aparca el coche en la entrada de la
que el copiloto lo desactivó. Después cesaron
casa; coge de una sola vez todas las bolsas
las comunicaciones. El radar detectó que el
con la compra, que no sé cómo es capaz de
avión desviaba su rumbo y empezaba a des-
llevarlas y abrir la puerta sin que se le caiga
cender en picado, hasta perderse su rastro. No
ninguna; entra directamente hasta la cocina y
hay esperanzas de encontrar supervivientes.
las suelta en la mesa mientras llama a voces a
La esposa del ricachón dueño de los
su hijo, que, con los auriculares puestos a todo
viñedos está sola en la gran casa; se sirve una
volumen, no la oye desde su habitación de la
copa, supuestamente de güisqui, aunque todos
planta superior. Tan cargada como venía, em-
sabemos que es agua coloreada; levanta el au-
pujó la puerta con el pie para cerrarla, pero el
ricular del teléfono, hace una llamada, y se ve al
impulso no fue suficiente y la corriente de aire la
capataz salir de la caseta, arrancar su ranchera
abre de nuevo. Alguien aprovecha para colarse,
y conducir hasta el caserón. La puerta de la
alguien a quien no se ve la cara, solo la sombra
habitación se cierra. El mayordomo ve y calla.
y la silueta, empuñando un gran cuchillo. El gato mete su zarpa en el agujero con
Con tanto grito no se entiende nada. Dos mujeres muy ordinarias discuten, al parecer, por-
forma de puerta que hay en la pared, pegado
que una de ellas había empezado a preparar
al suelo. Dentro, un astuto ratón mueve un cepo
la comida y después encargó a la otra vigilar el
para ratones, del que había robado un peda-
fuego, para irse ella con un hombre y encerrarse
zo de queso sin ser atrapado, hasta colocarlo
en uno de los baños, donde dicen que no hay
justo donde el gato alcanza. ¡¡Zas!!, zarpa
cámaras. La otra mujer, que se dio cuenta de
atrapada y gato que saca la pata de allí y
todo, decidió darle su merecido, y subió el fue-
echa a correr por el salón, mientras el ratón ríe
go para que se quemara la comida. A ella no
y disfruta su venganza.
le importaba, ya que es vegetariana y pensaba
Un avión se estrella en los Alpes, en una
comer una sencilla ensalada. Ahora todos sa-
zona de acceso extremadamente difícil. Los
ben el descaro de la primera, y la culparán de
equipos de rescate todavía no han conseguido
quedarse sin comer. Eso hará que la expulsen, o
acceder a la zona. La última comunicación con
eso espera ella.
tierra indica que el piloto había abandonado la cabina tras activar el piloto automático, y
Una manada de elefantes bebe en el río. Un león acecha a lo lejos. Un leopardo también,
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desde lo más alto que ha podido subir de un
misma actitud devoradora con que el leopardo
frondoso árbol. Las jirafas que acompañan a
engulle las tripas de un pobre ñu más lento que
los animales herbívoros levantan sus cabezas
sus compañeros. Tras las sirenas de los coches
de repente y mueven sus orejas. Los elefantes
de policía, se oyen las de las ambulancias
barritan. Comienza una estampida de ñus,
que acuden a rescatar a los accidentados.
perseguidos por el leopardo.
El ex-novio, ya liberado, visita la tumba de la
El coche esquiva todo tipo de vehículos
ladrón de bancos se estrella en la autopista.
Disparos errados provocan accidentes múlti-
Créditos. Los helicópteros guían por radio a los
ples, en los que los coches dan más vueltas de
expertos que recorren la montaña. La presiden-
campana de lo creíble.
ta hace declaraciones. ¡Qué bobada!, siempre
Las pruebas de ADN apuntan al ex-novio de
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víctima. El verdadero asesino sigue libre. El
por la autopista. Sus perseguidores, también.
dicen lo mismo, como si consolara a alguien.
la víctima. Él lo niega, dice que solo fue a ha-
El hombre con el que se encerró en el baño
blar con ella y que, cuando se marchó, seguía
intenta poner paz, pero ellas se enzarzan en
viva; insiste en que alguien le está tendiendo una
una pelea, tirándose de los pelos. Las cartas
trampa. El personaje gracioso derrama el café,
del paquete hacen saber al sacerdote que su
el detenido no se inmuta, y entonces el detective
padre biológico es el mismo que le bautizó y
se percata de que es ciego del ojo izquierdo y
que le inculcó la fe, una fe desmantelada por
por tanto no pudo ser él quien matara a la chica
la mentira, de la que ahora se avergüenza.
de la forma en que lo hicieron. Una anciana reza, arrodillada ante una de las imágenes de santos que hay en los rincones laterales de la iglesia. Con lágrimas en los ojos, deja un pequeño paquete en el suelo,
—David, deja ya el mando a distancia, que empieza el partido. —¡Jo, papá, siempre con el fútbol! Me voy a mi habitación a leer. David se puso los auriculares para escu-
junto a los cirios casi consumidos dentro del
char música a todo volumen mientras leía, y así
vaso de plástico rojo. Después va al confesio-
no oír la televisión del salón ni a las vecinas
nario y dice algo al sacerdote, algo que le
locas que discutían. Tampoco oyó, por tanto,
deja acongojado.
el coche de su madre que llegaba y aparcaba
El perro espera al gato bloqueando el ac-
junto a la entrada. El gato saltó del árbol sobre
ceso a la gatera de la puerta. El gato derrapa
un ratón para cazarlo, justo cuando el ratón
al tratar de frenar, después corre en dirección
estaba a punto de caer en una de las trampas
contraria y tropieza con la mujer, que llevaba
que su padre había colocado por el jardín
en las manos una olla, recién retirada del fue-
para cazarlo. El ratón huyó, y el torpe gato
go. Al caer, se derrama todo sobre el gato,
metió la zarpa en la trampa, salió corriendo y
que huye, escaldado. El ratón se revuelca por
a punto estuvo de hacer caer a la madre de
el suelo de risa. El capataz, desnudo, en la
David, que iba cargada de bolsas de compra,
cama de la señora, la llena de besos con la
cuando empujaba la puerta con el pie.
UNA TARD
Las vecinas seguían discutiendo, como cada
ser nunca piloto titular. Perdió la cabeza. En el
día. De pronto, un grito distinto, de terror, alertó
primer vuelo que hizo tras todo aquello, tomó
a los padres de David. El padre salió a ver qué
los mandos y estrelló el avión, acabando con
ocurría. La casa de las vecinas tenía la puerta
su propia vida y con la de todos los ocupantes.
abierta, así que entró a mirar, y ya no salió vivo. En su lugar, salió un hombre que huía.
David volvió a su vida rutinaria y segura. Años más tarde, el sacerdote que les acogió,
Tras estrellarse el coche de un ladrón de
murió. David se sintió afligido, pero más que
bancos durante una persecución, varias patrullas
por su propio sentimiento, por el de su madre.
abandonaron la autopista para acudir a otro
Ella lamentó esta pérdida mucho más que la de
aviso. Las luces azules de sus vehículos alertaron
su marido en aquella fatídica tarde. David sacó
a David, que se asomó a la ventana. Su madre
fuerzas de su fe y desde entonces fue su apoyo
estaba allí, en pleno ataque de ansiedad.
incondicional y férreo.
Durante unos meses, madre e hijo tuvieron
Una mañana, siendo su madre ya anciana,
atención psicológica. Después, se refugiaron en
ella le pidió confesión. Tras las frases estipula-
su fe. Un sacerdote, amigo de la infancia de ella,
das, le confesó que junto a Santo Tomás, había
les ayudó a seguir adelante. David se sentía tan
dejado un paquete en el que encontraría una
bien allí que decidió seguir los pasos de su guía
verdad que toda su vida había ocultado, y que
espiritual, y años más tarde se convirtió también
comprendería que la repudiara tras saberla.
en sacerdote, aunque jamás pudo olvidar aquella
Después de limpiar su alma, se suicidó.
tarde de primavera en que se aburría. Durante años, David estuvo colaborando
El paquete contenía cartas entre su madre y el capataz de los viñedos que muchos
con la policía en la investigación del doble
años antes había tenido su padre. En ellas se
crimen. Al principio las pruebas apuntaban
relataba una relación adúltera. David tembló
al ex-novio de la víctima, que, tras terminar la
al leer “Me destrozas el corazón con tu
relación con ella, había empezado otra con la
decisión de hacerte sacerdote. Nunca podré
compañera de piso. Por lo visto discutían sobre
amar a mi esposo como te amo a ti. Sé que
eso aquella tarde. El único que pudo haberlo
esto no te hará cambiar de opinión, pero
visto fue su padre, pero no vivió para contarlo.
debes saber que estoy embarazada y que el
David presenciaba los interrogatorios. En una ocasión derramó el café, y el detenido reac-
bebé es hijo tuyo”. David perdió la cabeza y fue internado. Di-
cionó casi instantáneamente, cogiendo al vuelo
cen sus cuidadores que se pasa el día delante
la taza con su mano izquierda. Fue así como
del televisor, accionando el mando a distan-
el detective se dio cuenta de que era inocente,
cia, sin ver más de 2 minutos consecutivos de
ya que el apuñalamiento fue, en ambos casos,
ningún programa.
DE ABURRIDA ABURRIDA con la derecha. El joven fue liberado, pero su
carrera como piloto de aviación se había visto interrumpida por todo aquello, y ya no podría
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Por CĂŠsar A. Galicia
Puebla, MĂŠxico
www.cesargalicia.wordpress.com
@atunbaby
03/10/2014
El mar no es azul pienso sobre la arena frente al desierto de agua, viento y sal Cierro mis ojos abandono ilusiones de un ocĂŠano coloreado por los caprichos de mi vista y escucho las formas de olas que murmullan remiten a calma la brisa que canta en clave de soledad la dulce tristeza de unos pies enterrados en la orilla del mundo. Vuelvo a la mirada y el horizonte vestido en su disfraz de infinito me mira de regreso y me saben tan pequeĂąos los lĂmites de mi cuerpo y se siente tan grande la melancolĂa que ya no me sorprende la oportuna serendipia de que el mar siempre fue verde y el azul siempre fui yo.
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DANTE ALONSO
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EN LA DI ÁS PO RA
R murió una tarde de mayo, cerca de la hora de la comida, en circunstancias que nunca comprendí del todo. Le sobrevive B, con quien no tengo contacto porque la melancolía aún me abruma. R y yo fuimos muy cercanos por año y medio y aún recuerdo, con una claridad perversa, el inicio de la reacción de huida o parálisis y la constricción de los vasos sanguíneos poco después de la pérdida, cuando me llegó la primera pincelada de lo que sería la aflicción: había sacado el móvil, un automatismo de mi generación, para marcarle a R y conversar sobre todo este asunto. Conversar con ella sobre su muerte. Tres meses después de la muerte, este tipo de viñetas me sirven para ilustrar un aspecto del duelo al que poco se le presta atención: si bien siempre hay dolor, y litost, una buena parte del proceso gira alrededor de la constante pelea contra las pequeñas cosas que se vuelven en extremo complicadas. El duelo, o la aflicción, no es un viaje hacia la liberación que me causó la perdida traumática de un objeto de afecto. Es un proceso lento donde los rituales sociales se turban y se vuelven casi imposibles, los mementos se convierten en detonadores de cascadas emocionales y cuyo objetivo final se antoja ambicioso, aún siendo en extremo simple: retomar lo que quedó de tu vida y comenzar a construir un nuevo capitulo con el cascajo. Se parece más a una diáspora que a un viaje. Semanas después de la pérdida, mientras
Autor: Dante Alonso Franco Miranda Red social: https://about.me/dfranco Categoría: Ensayo
aún creo que estoy llevando bien todo el shebang, me despierto sudado, temblando y lleno de ira. No recuerdo haberme enojado
tanto con R mientras aún vivía. La ira proviene
de X se entrelazará con la de B y la mía con G.
de una incapacidad de lidiar con la sensación
Estas pequeñas conexiones eran tan frecuentes
de abandono que surge de las circunstancias
y en lugares tan diferentes, que los primeros días
en las que murió R. La ira viene porque R, me
después de la tragedia me sentí lobotomizado.
parece, se dejó morir. Se acobardó y se opuso
Mi cerebro adicto se había reconfigurado
al tratamiento que aún se percibía prometedor.
para incluir la existencia de R. La aflicción no
R se suicidó. O eso me gusta creer. Porque
es más que un síndrome de abstinencia, de-
es más fácil hilar una narrativa donde R me
mostrado en 2010 por Helen Fisher et al. Ahí
traicionó, me abandonó y me destrozó, que
radica la ironía. El amor, que todo iba a salvar,
una donde la culpa es compartida. Una donde
logró dañar mi cerebro y enviarme de nuevo
ya nada había que hacer.
a los brazos de lo sedantes. La alternativa, al
Es más fácil pintar un chiaroscuro donde R
igual que en el mono, era regresar a aquello
era Giuditta y yo Oloferne. I always thought I
que había causado el daño en una primer
would be more than this.
instancia. Regresar a lo más destructivo: R.
Por eso el día que R murió, B me aseguró
Pero como Incluir de nuevo a R en mi vida
con un tono casi profético, que odiaría a R. “Es
no es una opción, pensé que el tiempo ayuda-
cuestión de tiempo”, me dijo. Mi mejor amiga
ría. Contrario a la opinión popular, los primeros
secundó y, visto en retrospectiva, pareciera que
días no fueron los más difíciles. Y tiene sentido.
su error está en que el duelo, en su naturaleza
¿Por qué la repetición no consciente de un
más pura, es un batallar constante contra mi
patrón significaría una reducción en el dolor?
mismo para tratar de encapsular una parte que
¿En la cantidad de lágrimas derrochadas? Ya
ha quedado dañada por la pérdida y no un
no me es posible identificar el momento donde
intento desesperado de encontrar un culpable.
el llanto perdió el sentido y se convirtió en
El coraje es interno, no externo. Intento constantemente reconciliar lo que fue con la que ya no es, y lo que es con lo que ya no será.
un automatismo, pero estoy seguro que había pasado al menos un mes de la perdida. Lloré en aviones, en bares, en regaderas, en
El odiar no ayuda, estoy demasiado ocupado
salas, en hombros y en entrepiernas. Lloré como
odiándome y culpándome por haberle fallado
si R hubiera sido un desgarro corneal. Lloré has-
de manera tan miserable a R como para que
ta que el dolor se manifestó físicamente, como
terminar con todo fuera la mejor opción, que no
una sobrestimulación del nervio neumogástrico
tengo tiempo, interés o ánimo para odiarle.
y recuerdo pensar que se parecía más a fatiga
Pasan los días y la melancolía sustituye a la
de combate que a aflicción. Pasó el tiempo y lo
ira. Durante varios meses R fue constante en mi
verdaderamente curioso es que el dolor emocio-
vida. Mi cerebro se había adaptado a un ritmo
nal y físico no aumentó ni disminuyó.
de vida que, de una u otra manera incluía a R
Se ha mantenido constante.
y, en menor medida, a B. Mi vida se entrelazó
Ahí fue cuando aprendí que en la diáspo-
con la de R, la de R con B , justo como la vida
ra hay días malos y noches buenas. Que la
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noche mala siempre está a un pastillazo de
señala que si viví con el cariño no es tan desca-
en un instante. Que la aflicción es universal y
bellado pensar que puedo vivir con el dolor.
pareciera que todos hablan sobre dejar ir y
Porque acelerar mi aflicción sería trivializar
no sobre el acto de perder. Asumiendo que el
mi pérdida. En la misma medida en que recons-
dejar ir es inevitable, aunque durante largos
truir mi vida demasiado rápido sería negar la
periodos la aflicción se viva más cómo un diás-
importancia que tuvo R en ella, o asumir que un
pora lenta, cuyo final no se puede comprender,
día el dolor desaparecerá, como por arte de
que cómo un viaje. Que el objetivo no es dejar
magia, es sucumbir ante el pensamiento mágico.
ir, pero tampoco aferrarse. Al referirse a dejar ir, mis amigos y unos
Y en varios momentos sucumbo ante el pensamiento mágico: beatifiqué los platos en
cuantos extraños, hablaban de un momento
los que compartimos nuestra última comida. Las
mágico usualmente después de un incidente par-
manchas de aceite y los restos de alcaparras
ticular, donde se presenta una súbita sensación
se convirtieron en reliquias. No los puedo lavar
de completitud y se vuelve posible recordar al
durante un par de semanas porque (a) la pila
objeto perdido sin que la tristeza abrume.
de platos se convierte en un monumento bru-
Esta es un lectura innecesariamente simple
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Una noche particularmente mala alguien me
ser mediocre. Que el día bueno se torna malo
sobre uno de los procesos más complejos de la existencia humana. Claro que el dolor es “malo” y el “dejar ir” es la solución. Pero dejar ir, de esta manera, implica (a) tratar la aflicción
talista para R y (b) porque limpiar los platos sería limpiar mi piso de sus rastros. Algo que, en ese momento, no estoy listo para hacer. Una mañana de domingo me encuentro
como un proceso automático, usualmente citan-
frente a un desayuno de McDonald’s en una
do a Kübler-Ross, y (b) acelerar dicho proceso,
mesa, con un libro cerrado, y llorando sin
ignorando los pequeños descubrimientos que
darme cuenta que lo hago. En su momento el
suceden durante el mismo.
dolor parecía un grito desesperado de todas
Mi cerebro, aún lacerado por la reciente lobotomía, no computa un escenario donde la perdida de R deje de doler. Aunque si puede
mis células (aunque en retrospectiva se pinta como algo tolerable). Esa mañana entendí que aunque R había
visualizar al dolor perdiendo protagonismo en
muerto, no había desaparecido. Algo que
la vida diaria. A la memoria de R siendo trans-
suele ser pasado por alto en la carrera rumbo
formada en otra estampa de lo humano.
al dejar ir.
La existencia del dolor me recuerda lo
que la memoria de R tenga marcas de garras
importante que fue R en mi vida y me impide
y yo agonice. No por un sentido desviado de
manipular su memoria. El dolor es la validación
lo romántico o una terquedad criminal, sino
que necesito hacia lo que, aún, siento por ella
porque se ha hecho dolorosamente obvio que
y por mis acciones durante su agonía. Duele
B y yo contenemos a lo que queda de R. Y
tanto porque di todo lo que pude. Porque
hasta el día, hipotético, donde B y yo crucemos
pensé que mi mayor esfuerzo salvaría a R. Que
caminos, R va a morir una y otra vez, mientras
podía salvar a R.
nuestras memorias se debilitan. R fue una profe-
Otra vez el pensamiento mágico.
cía autocumplida y se convirtió en una estrella
El dolor me ayuda a recordar que la aflic-
distante a la cual dejar ir implicaría olvidar,.
ción no es sólo sobre mi. Lo que para mi fue una decisión cobarde, i.e. “dejarse morir”, para R fue
Perder a R, de nuevo. Lo que estoy haciendo es seguir adelante,
una decisión harto difícil. No puedo imaginar-
llevando, en mi diáspora, el duelo y la aflic-
me, y tal vez sea mejor así, lo que pasaba por
ción. Con pequeños pasos para mantener los
la cabeza de R mientras agonizaba. Su ansie-
recuerdos en un lugar donde no me destruyan,
dad, su desesperación, su vernichtungsschmerz.
manteniendo vivo, pero bajo control , al dolor.
No puedo comprender lo que sintió B, mientras me informaba de la muerte de R. Pero si puedo entender lo que sentí yo. Pue-
Diez u once semanas después de la muerte de R me levanto en la madrugada, aún sedado, y con una profunda decepción, porque
do decidir como enfrentar la pérdida y tratar
comprendí que lo que pasó fue el mejor esce-
de honrar la memoria de R con un acto bizarro
nario y que todo va a estar bien. Que hice lo
e inútil, como es un periodo de duelo; de luto.
suficiente. Que así es la vida.
Puedo elegir enfrentar el dolor, hacer algo de la memoria de R, o hacer una apología en
Que así nos va. Acto seguido me levanto y, aún en penum-
favor del suicido asistido, para liberar a B de
bras, comienzo a escribir el primer borrador
todo cargo en la muerte de R, o buscar consue-
del presente documento.
lo en donde no lo hay. Pero no quiero. Porque en su forma más simple, eso significaría dejar ir y no estoy listo para hacer eso y, más importante, no quiero. No aún. No hasta
Reikiavik, 2015
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El Sembrador de Cuerpos Autor: Jalil Rasgado Toledo Lugar de residencia: Oaxaca, México Red social: FB, Jalil Rasgado Categoría: Microficción
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Algunas veces odio mi trabajo. A todas las personas le llega un punto donde el cansancio, la trivialidad, monotonía y un sinfín de motivos sobrepasa su realidad, y al hacerlo se quedan perdidos en una ensoñación donde la resignación es el único motor con la que se continúa viviendo. Sin embargo, este no era la razón de mi desesperanza, sólo que mi trabajo es particular, a veces agobiante, a veces desolador. Soy un enterrador, que por momentos parece el enterrado. Soy la persona encargada de recibir a los deseos muertos, el que recibe la tristeza, la agonía, las penas y angustias. Soy el que siembra los cuerpos muertos para que florezca la resignación y la vacilante esperanza. Mi trabajo es simple, acojo los cuerpos inertes de personas con distinto pasado, algunas con historias tontas, alegres, tristes, y también otras cuya existencia efímera queda olvidada. Algunas veces me
encargo de colocar la apropiada vestimenta, otras, sólo realizo la extenuante tarea de cavar las fosas donde yacerán. Por último, entierro bajo montañas de tierra lo que quedaba de un pasajero más. He realizado este trabajo durante años, he olvidado cuántos. He hecho todo paso a paso, una y otra vez. Al final, piensas que todo se vuelve rutinario y vacío. En ocasiones mi trabajo se vuelve asfixiante, es imposible guardar la calma en un mundo solitario; en la ciudad de los muertos nunca habrá un momento de paz, el murmullo de la naturaleza muerta y el recuerdo de la vida me impiden respirar. La misma rutina… es inútil creer que te habitúas a ella, recibir el cuerpo, saber su historia, su muerte, es la parte más difícil, nunca sabes quién será el ente vacío que entre por esa puerta. Nunca piensas lo que pasará esta noche, nunca te imaginas el cuerpo sin nombre que cruzará por esa puerta, yaciente en
una camilla, sin vida, para que sea enterrada. Nunca te acostumbrarás a esa presión sobre tus hombros al ver su rostro, saber que se hundirá bajo metros de tierra, ser tú quien sostendrá su cuerpo por última vez y la llevará al olvido. En ocasiones como hoy no deseo tener este empleo, nunca imaginé que la vida y el peculiar destino tuvieran una última broma hacia este viejo. Un día rutinario. Mirar entrar por aquella puerta a la persona que más amas en la vida. Tu propia hija. Y ser quién, al final, logre identificar el cuerpo, nadie pareció saber quién eras, te trajeron como una desconocida para ser enterrada en la fosa común quedar en tu muerte sola, no hubo persona que reconociera tu rostro, sólo yo, tu último familiar. Después de días, semanas y meses sin saber de ti, sin llamadas, sin cartas, sólo me dejas con tu última visita a mi hogar, del cual ahora serás parte…
Es una broma cruel, ver tu rostro acabado y olvidado. Siempre me odiaste, odiaste mi trabajo, nunca pude evitar ese sentimiento, nunca te lo expliqué, nunca supe cómo, supongo que era inevitable. Dijiste que ya no me visitarías, pero aquí estás, que no me perdonabas por perderme en mi trabajo y olvidarme de la vida para permanecer junto a la muerte. Realizar la misma rutina, ahora contigo. Es mi trabajo enterrar, y soy bueno en ello. Pero enterrarte es lo más cruel que me has hecho. Nada evitará las coincidencias. Nunca pude explicarte mi trabajo, ahora que lo hago, quisiera que nunca lo supieras. La vida es frágil, la muerte fugaz. Al final todo se convierte en una insípida vida donde sólo hay una escapatoria de una existencia cruel y despiadada. Creo sólo queda resignarse a ser enterrado. ¿Sabes? Algunas veces odio mi trabajo, odio la misma rutina, odio este sembradío de cuerpos.
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OBRA: Secreto entre ramas
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AUTOR: Rodrigo Lichtle Ventosa
a anciana llevaba doce días en velo, sólo había podido comer ratas, ardillas y pocas nueces de aquellos árboles muertos. En estos momentos ya era imposible escapar, sólo quedaba descubrir el secreto de aquel bosque. Era un boscaje especial, muerto y solitario, sin hojas, sin color, sin vida. Sin embargo lo diferente de ese bosque era, cómo crecía y maduraba en los inviernos, cómo al caer un rayo el árbol quedaba igual, cómo es que el bosque nunca se había incendiado. La ciudad de la anciana estaba a unas dos horas de allí, por eso sabía que le quedaban tantos días, los inquisidores nunca eran tan rápidos. —Bosque, vengo aquí en el doceavo día que velo, tú bosque de muerte y vida, tú bosque sin ramas ni hojas. Dime cómo te enfrentas a la adversidad, cómo creces y no mueres. Cuéntame cómo la muerte de tus
LUGAR DE RESIDENCIA: Puebla, México
CATEGORÍA: Cuento
ramas sólo crea más ramas. Explícame cómo el rayo infernal arremete y sales ileso. Éstas eran las únicas palabras que decía a cada hora, sin respuesta alguna. La vida de la anciana había sido triste y solitaria, no se había casado, nunca había tenido hijos y era pobre. La habían acusado de atentar contra la iglesia por culpa de sus dos hermosos gatos negros, ellos que en todo la seguían y en todo la protegían. La sentenciaron a muerte por culpa de un ladrón, aquella persona le robó el pan de la tarde, molesta la anciana arremetió contra él y como era de esperarse los gatos la apoyaron. Así qué el ladrón fue a la capilla después del enfrentamiento a contarle a su viejo amigo, el padre, lo que había sucedido. Siendo amigos, el sacerdote pidió que arrestaran a la anciana pero la petición fue negada, entonces no le quedó más opción que llamar a los inquisidores para que se encargaran del asunto.
Pasaron semanas antes de que los matones llegaran. El escape de la anciana fue difícil y con un precio muy grande. Cuando la intentaron atrapar sus gatos saltaron a protegerla y mientras escapaba escuchó los últimos maullidos de sus pobres criaturas. Su huida había sido exitosa, nadie sabía dónde encontrarla, parecía que la suerte le había sonreído al fin. Todas las mañanas, tardes y noches de aquellos días sólo recordaba su pasado, a través de las pequeñas ramas rotas tiradas por los soldados del rey. Aquellas ramas que al pisar le recordaban su triste infancia en el orfanato. La mayor parte de su niñez la pasó en ese oscuro, lúgubre y extraño lugar, en el que sólo recibía una vez al día una pobre comida porque los fondos eran insuficientes. Desde ese momento su odio empezó a nacer, dentro de sí la vida moría, su espíritu se corrompía por el odio de aquellos que la habían maltratado, lastimado y detestado. Esta etapa terminó cuando ella y otros niños de las otras rejas lograron escapar, aunque uno de ellos no lo logró. Tuvo que olvidarse de él, no podía regresar o se enfrentaría al peor de los castigos. Sus gritos nunca la dejaron vivir en paz. El bosque seguía sereno como de costumbre, el viento no entraba en los grandes hoyos que entre los árboles muertos surgía, el sol calentaba la tierra pero sólo en los pequeños momentos en los que traspasaba las nubes. Era difícil encontrar animales o insectos en esa zona, las pequeñas madrigueras eran escasas. Ese día sólo pudo comer un pequeño trozo de carne de rata. El sabor y el aroma la hizo trasladarse al momento después del escape del orfanato, recordó cómo creció en la calle y cómo veía a
la gente caer muerta a sus pies por la peste. La vida era tan frágil que una mísera enfermedad acababa con todos sin piedad. Recordó cómo se sentía el hambre a sus inicios y cómo sus amigos la ayudaban a sobrevivir. Ellos eran tan generosos que donaban sus alimentos para que comiera. Lo que ella no sabía es que su verdadero objetivo era acabar con ella y así terminar con su hambre eterna. Uno de ellos le contó todo el plan, lo que querían hacer y le recomendó huir. En el camino a una nueva ciudad encontró este bosque, aquel que no muere ni vive. Lo supo sólo por un rayo, un rayo que impactó directo en un árbol, en el más grande de todos ellos, y aquél sobrevivió ileso. En medio de sus recuerdos, su estómago crujía, el fuego se había apagado ayer, y sus intentos por prender unas brasas para calentar lo que le quedaba de esa rata fueron nulos. Su tiempo se acababa, no podía continuar en ese bosque para siempre, su vida llegaría a su fin si no encontraba el secreto. —Magnífico bosque dime tu secreto, dime la verdad, salva mi vida. Tú que a todo mueres y a todo vives, cuídame y protégeme, dime tu secreto, dime la verdad. La vida después de escapar de sus antiguos amigos había continuado, así que decidió vivir en ese bosque. Un día los soldados del rey estaban al asecho, acamparon y comieron todos los animales del lugar. Rompieron ramas, maltrataron árboles y pisaron raíces. Por falta de comida tuvo que huir a la ciudad, nunca vio algo tan hermoso, no recordaba edificios tan grandes ni monedas tan brillantes. Sin embargo ya no era una niña,
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la única forma de conseguir comida sería pidiendo, rogando y suplicando por algo para llenar el estómago. Dejando sus recuerdos atrás, empezó a caminar por el bosque como había hecho los últimos doce días. Estos recuerdos la mataban por dentro poco a poco. Logró distinguir unas personas a lo lejos, unas hormigas a esa distancia, con miedo empezó a correr. Una vez más las pisadas, la ramas quebradas la llevaban atrás. Recordó la última vez que corrió, cuando el ladrón usurpó su comida, “todo esto fue culpa de ese maldito”, pensó. Mientras corría empezó a cambiar el panorama, los árboles pasaban a ser largos arbustos secos, igual de muertos que los anteriores. Parecía estar en un laberinto, no recordaba por dónde había venido. Tuvo que recobrar el aliento y la calma para buscar la salida. La noche comenzó a caer sobre ella, su tiempo se agotaba, si encontraban su campamento todo quedaría perdido. Mientras oscurecía vio cómo la luna menguante se alzada por los cielos alumbrando lúgubremente los pasillos entre aquellos arbustos. Algunos de estos pasadizos estaban tapados por montones de hojas secas que debían conducir a una
salida. Llevaba ya unos treinta minutos buscando la salida, los patrones se repetían, la historia no acababa. Pudo ver un hoyo a la distancia, bajo un par de arbustos, corrió y pasó por él, éste la llevó cerca de su campamento. Las luces en la cercanía brillaban, podían distinguirse unos diez hombres que seguramente la estaban buscando. El árbol de los secretos, sereno como siempre, esperaba su regreso. La anciana se hincó y le suplicó a todos los árboles, principalmente al más grande de estos: —Árbol, bosque, ramas; te suplico la piedad que no me has dado. Te suplico que me protejas y me cuides. Te suplico que tu secreto me digas y que tu secreto me salve. Dímelo y tenme piedad, dímelo y tenme cuidado, dímelo y eternamente te protegeré bosque eterno. Los inquisidores lograron ver un movimiento extraño a la distancia y con la prisa de encontrar a esa bruja, corrieron. En el pequeño campamento no lograron encontrar nada, sólo se distinguían los dos árboles más grandes del bosque, uno de ellos con un aspecto viejo y áspero, el otro nuevo y suave. La vieja había desaparecido, se había esfumado. El secreto ya estaba guardado, la última persona que logró conocerlo fue aquella anciana, en su último día como humana.
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Obra: Moonlight Autor: Diana Gabriella Castillo Toriz Lugar de residencia: Puebla Redes: Facebook: https://www.facebook.com/D.i.a.N.a.G.C.T Twitter: @DianaGabriellaC
Cuento:
Escrito de algún libro que no voy a escribir Carla Cristina Pérez Timal | Puebla, México | Red Social: @ccristimal
saciaba de asco. Sus caireles, más muertos que yo mismo por dentro; estos se paseaban sobre sus hombros hasta caer en y sobre su espalda. Rápida muerte tuvo la vieja inepta. Rápida y con sufrimiento necesario, rápida y desesperante. Acongojada muerte inminente que, incesante me llevó a actuar muy por encima de mis
32
I. Muchas veces, hay tardes que parecen no ce-
valores y principios profesionales.
sar; que sin importar cuánto quisiéramos arrancar
Inquietante situación, he de admitir –
esas ganas inmensas de terminar, de agotar las tar-
De cualquier manera, el cuerpo de
des tristes y bohemias, no logramos hacer anoche-
mi madre comenzaba a molestarme,
cer. Así fue la tarde en que mi madre murió...cuan-
especialmente sus latidos. Sí sus la-
do pereció y me dejó en este mucho vil y absoluto.
tidos odiosos. La vieja comenzaba
Contemplé entonces las muchas formas en que pude
a despedir sus olores insoportables
hacer cambiar y evitar lo inevitable. Pero, al parecer, lo
sobre el cetro de cedro que un eba-
inevitable fue aquello mismo que los ángeles no suelen
nista cualquiera habría creado para
conversar mucho acerca de. Para evitar confusiones,
mí y por mí. Qué asquerosa lucía ahí
traté entonces de salvar algunas pertenencias, unos
toda putrefacta llena de muerte. Pero
cuantos puros de mi madre, algunos otros libros que
claro, siempre cautivante y más que
se hallaban en su alcoba, y sus vestidos. Esos vestidos
nada, fantástica por sí sola. Eso po-
que la hacían lucir como Audrey Hepburn – sencilla y
día hacer ella, ser fantástica con su
deleitable a gusto, olfato, vista y tacto. Ella era bella,
sonrisa plena con que me calmaba
tan trágica, tan real y sin tendencia a cambiar. Ella era
desde que tengo memoria – al llorar,
perfecta. Pobre de mi madre. Pobrecilla, lucía ahora
al sentirme derrotado, incluso cuando
tan pálida, y tan fría, ahora sí que había cambiado.
sin querer asesiné a mi pequeña ave
¿Pobre? No. La manipulación en su forma humana,
golondrina, también la odiaba y me
convertida en doncella implacable, inolvidable, fuente
exasperaba. En todo caso, siempre
admirable de grandísima belleza y asombro inquebran-
me había gustado ver de alguna
table. Ella madre santísima mía y sólo mía. Esta madre
forma el sufrimiento ajeno. Era algo
de quien su cuerpo, la misma naturaleza por la que
deleitable. Podías tener el poder de
expongo, naturaleza inevitable, he decidido guardar.
una vida humana o de cualquier otro
Comento pues, que su cuerpo putrefacto me llenaba y
ser en tus viles y putrefactas manos.
Podía yo, solo, por las razones que yo deci-
es así, todo menos el infierno por favor, dicen
diera, tomar la decisión sobre dejar a alguien
que es más terrible que la muerte misma. Qui-
vivir o interrumpir la misión que el gran señor
zá, si me lanzara de una buena vez, ¿sería una
había impuesto. Yo, entonces fungía como la
muerte rápida e inminente al momento de que mi
máxima autoridad celestial que ha habido y por
cráneo golpee el suelo y se produzca una con-
haber en un abrir y cerrar de ojos. En un don
tusión irreversible? No sé. Inestable, inquieto... sí
que se me ha otorgado, y he de confesar que
algo así como inquieto, podría decirse. Sobre
me fascina. Es más, te contaré querido lector,
mi cama yo postrado, no lograba si quiera aca-
hace tiempo y cuando yo era un poco menos
riciar el sueño que para mí representaba el en-
experto y casi imperfecto, en una maniobra casi
cuentro débil de una que habría para mí sido el
imposible, había estado jugando con mi odioso
grandioso ser que yo no me acomedía a dejar ir
hermano menor; ¿por qué lloraba si sólo eran
así como si nada. Como si nada o como si todo.
mis manos actuando como un nudo ajustado?
Como si tanto o como si poco. Como un pájaro
Sé que le encantaba fastidiarme. Que descanse
en vuelo o como si yo yendo alto, muy muy alto.
en paz el infeliz. Este habría sido un don que
Querido juez, en verdad no crea que soy un
desde que había tocado a mi hermano menor,
desalmado, realmente yo no podía dejar que se
no tenía el placer de practicar. En fin, qué de-
fuera así, ella habría sido todo para mi, ¡lo juro!
liciosos recuerdos. Café, eso es, es lo que yo
De noche, de día, de tarde, qué importaba...
necesitaba: una buena ración de café y unos
pero ya sé, siempre suelo hablar de más. Ella
cuántos puros de tabaco meneándose sobre mis
no confiaba en mí, me observaba señor juez, no
labios, entrando y viajando por dentro de mi
comía, y, y... a duras penas salía de su cuarto, y
agitado cuerpo lleno de inevitables sentimientos
cuando lo hacía, oh Dios, sólo se paseaba por
que no terminaban por cesar en mí, como la tar-
los pasillos de la casa y yo me mantenía cerca, y
de misma. Mi sentir me llevaba poco a poco a
ella se alejaba y así todo fue, y, y, y, ella estaba
ir aceptando lo que yo había hecho. Pero nunca
más pálida y lloraba y se reía frenética y ¡escu-
me había pasado de esta manera, nunca había
chaba su odiosa maldita música de su cajita con
sobre pensado tanto mis actos. Ciertamente,
una bailarina! ¡UNA DESGRACIADA BAILARI-
ahora no era mi preciosísima golondrina la que
NA! ¿A quién demonios se le ocurre, señor Juez?
se encontraba fría y pasmada, era más bien...
Sus manos eran ya más frías que de costumbre.
¿mi madre?
Relámpagos: así eran, ajá, relámpagos que
En cuanto más veía el cuerpo de mi madre, más
caían uno a uno sobre mi jaqueca. Vi pasar sus
ganas me daban de lanzarme por una borda.
diez dedos de las manos moverse como ama-
¿Dolerá mucho? ¿Será cierto lo que dicen acer-
sando un algo invisible. Pff, Sólo eran sus múscu-
ca del suicidio y su relación con el “infierno”? Si
los enfriándose. Siempre ella
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fue así: “Adelaida, tienes las manos tan frías acaso ¿te sientes bien?”, siempre eran las múltiples preguntas que mi madre recibía. El que sus manos estén tan frías, no me sorprende, siempre fue así. Pero algo en ella ha cambiado, insisto. Al fin. Todos podrán tacharme de loco, todos dirán que soy un insensible. Tal vez todos tengan razón y me lean por el simple hecho de la curiosidad. De... descubrir cuán enferma mi mente se encuentra, y la rapidez con que mi sed de locura se apodera de mi mente y de mis sentidos, hasta ahora ciegos, sordos, mudos. Entonces, ¿quién es el loco? ¿Tú o yo?, ¿quién es el que se encuentra completamente enfermo? ¿Tú mi amigo fiel o yo, tu amigo infiel? ¿Quién es el enfermo?, pequeño curioso. Procuro no pensar en ello, porque no me gusta del todo estar en mis cabales; eso significa pensar en el bien y el mal y eso... eso es aburrido. La mente suele traicionarnos, y quizá yo soy un loco y tú eres simplemente un maniático. O quizá yo soy un loco maniaco e insensible dogmático, y tú un pobre diablo curioseando por allí. No te preocupes, todos lidiamos con ello. Todos tenemos es-
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cándalos, demonios, maldiciones y manías que suelen dejarnos a la deriva frente a demonios incluso más grandes y poderosos, incompatibles, inentendibles, radicales, sociópatas, socialistas, fascistas, comunistas, incomprendidos y vagabundos. Todos estamos locos, unos de corrupción, otros tantos, corruptos maniacos compulsivos; y para ser honestos eso me gusta mucho: la compulsión. Qué insoportable, qué inevitable y trágico me parece ser o estar. Pero aún, un poco más, el no ser o no estar. Corrijo, no lo sé aún, no he no estado, o he estado ausente, pero no he desaparecido del todo. Supongo que es a lo que le laman “sobrevivir”, y realmente me asusta la idea de estar muerto. ¿Lo estaré? ... no sé realmente no lo sé o no lo quiero saber –. Tampoco he gozado el bienestar de estar completamente en el aquí y ahora, solamente he sobrevivido como la mayoría de ustedes. Sin más premisas. Todos estamos locos. En fin, gracias, gracias de todo corazón, ahora sé que por fin tengo que deshacerme de mi odiosa y preciosísima madre. No había tenido el valor de hacerlo, sólo pude estrangularla, pero nada más. Su cuerpo empieza a agitarme. Gracias por ser el espectador de mi obra maestra. Muy agradecido.
Objetos Astronómicos Autor: María Fernanda González Cañedo Lugar de residencia: Puebla, México Red social: FB, Fernanda González Categoría: Microficción
35 Le gustaba comparar a las personas con objetos astronómicos. O a ella, más bien. Le gustaba compararla a ella con objetos astronómicos. Le gustaba pensar en ella como un universo, como su universo. Había algo en ella, algo que casi parecía mágico, que le recordaba al espacio. Y ella nunca entendió por completo la dedicación casi científica con la que estudiaba su cuerpo. Sus ojos le recordaban a las fotografías que había visto de hoyos negros, esa clase de infinidad que te devora y te pierde sin que te des cuenta. Cuando sus manos la tocaban, él pensaba que así es como se debió sentir la Tierra cuando cayó el meteorito. Una
serie de shocks que lo dejaban sintiéndose como nuevo, cómo si con solo un toque ella pudiera hacer desaparecer todo lo que había en él y reemplazarlo con algo más. Pensaba que su risa era como seguramente sonaba el nacimiento de una estrella. Hacía lo que podía para llenar el cielo nocturno de ellas. Había tantas cosas por descubrir, una cada vez más maravillosa que las otras. Había constelaciones enteras en su piel que parecían hechas para que sus dedos las descubrieran, y se preguntó si su respiración se perdía tan a menudo como la suya. Y el día que no estuvo, el día que decidió irse, se preguntó si ese silencio era el mismo que sonaría el día que el universo dejará de existir. Concluyó que sí.
HALLAZGO CIENTÍFICO 36
EXAMINANDO SUS LÁGRIMAS EN EL MICROSCOPIO, José lo había conseguido: María miraba las flores marchitas del parque revolución; María hojeaba un libro en su cuarto desnuda; María sudaba muy nerviosa en la lectura de su discurso de despedida en la graduación de la Facultad de Medicina; María jugaba al filo de las lágrimas con un gato que no podía llevarse a casa; María depilándose las piernas; María contemplaba el derrumbe de la lluvia antes de internarse en ella; María leyendo la carta que José le había dejado en un libro viejo junto a un rosa; María subiendo al autobús; María diciendo adiós empañando la ventana; María sacando la cabeza por la ventana; María gritando algo que era incomprensible. José retira los ojos del microscopio. Y vuelve a llorar.
Autor: Eduardo Oyervides Lugar de residencia: Cuernavaca, Morelos Red social: FB, Eduardo Oyervides Categoría: Microficción
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AUTOR: Osvaldo Pasillas LUGAR DE RESIDENCIA: Toluca, México RED SOCIAL: FB, Vinmawn Art
CENTRO CULTURAL
SEGUNDO PISO
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El Centro Cultural Segundo piso ubicado en el corazón de San Andrés Cholula, abrió sus puertas al público el 1o de junio del año en curso, surge a partir de la inquietud de dos jóvenes licenciados en danza egresado de la UDLAP: Diana Morales y César Aragón, con la finalidad de impulsar las artes en San Andrés Cholula y promover a los jóvenes artistas en crecimiento. Proyecto privado al que posteriormente se unieron el diseñador David Espinosa y la maestra en tecnologías de la información Saraí Aragón, igual egresados de la UDLAP. A través de la creación del Centro Cultural Segundo Piso, se brinda un espacio para la comunidad y de esta manera se impulsa la innovación, difusión cultural y formación de público mediante el acercamiento hacia las artes. De esta manera artistas nacionales e internacionales pueden compartir sus obras, conocimientos y experiencias con personas de todas las edades.
Tenemos la visión de posicionarnos y mantenernos como un foro que brinde oportunidades a artistas locales, nacionales e internacionales, para la creación y presentación de propuestas artísticas.
Teniendo un compromiso con: Comunidad: Crear una red de artistas escénicos sólida. Cultura: Generar público, proveyendo un espacio en el cual convergen las artes. Sociedad: Acercar el arte a la gente y brindarles una perspectiva alterna.
VALORES Somos: Propositivos - Planteando una nueva visión del arte. Innovativos - Convirtiendo ideas en material tangible. Inclusivos - Creando una comunidad a través del arte. Responsables - Comprometiéndonos con la comunidad y el arte. Actualmente contamos con talleres para niños y adultos tales como: Ballet, Danza Contemporánea, Break dance, Danza Africana, Jazz-funk, Yoga, Pilates, Danza Creativa y Yoga-Padres e hijos. Además cada mes hemos ofrecido talleres intensivos con reconocidos artistas nacionales e internacionales como: Cinthia Pérez Navarro (México), Melanie Mar (Austria), Lourdes Roth (México), Consta Montero (Costa Rica).
NU HAUS Nu Haus, tienda creativa que ha fungido como plataforma para dar a conocer artistas visuales emergentes en México, así como también ser un facilitador para la interacción con las artes aplicadas emergentes. Como tienda y espacio de gestión cultural nos dimos la tarea de lograr el desarrollo del pensamiento y la expresión creativa de las personas a través de la realización de sesiones creativas que involucren diversas técnicas artísticas y que a su vez logren poseer un carácter didáctico, así como ofrecer un espacio donde exista un intercambio cultural cuya actividad pueda inclusive llegar a convertirse en un hábito. Nos es imprescindible brindar apoyo a nuevos talentos y artistas emergentes mediante estructuras sólidas. Creemos fielmente que compartiendo nuestros conocimientos como productores podemos lograr el desarrollo del pensamiento y la expresión creativa de las personas. En Nu Haus apostamos por el desarrollo cultural de la sociedad. Ubicación: 2 Norte #802 San Andrés Cholula, Puebla, México. Horario: Lunes a Viernes 11:00-14:30 y 16:00-20:00
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FotografĂa: Elic Herrera. TĂŠcnica: digital. Instagram: elicherrera. Lugar de residencia: d.f.