L'Ascurría - Nº1 - Agosto 2012

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No.1 - Agosto 2012

En Agosto reaparecen los ni単os


Con ustedes...

L’Ascurri en la población y aunar el diálogo, volver a hablar y dejar de repetir. La invitación está ahí para todos nosotros, para todas nosotras. EL

Pegarse L’Ascurría por estos

medio presente pretende ser una

días es estancarse en el pantano

herramienta de lo indispensable:

de lo no pensado, sentirse un

la comunicación entre los que

poco más persona y menos

se supone no tienen nada

individuo, menos sujeto, y en

que decir, un vista diferente

los dos sentidos; dejar de estar

a todas las cosas a este

sujeto al reloj, a la programación

mundo que gira a su

diaria de la tele a la programación

antojo

de la vida. Salirse un poco de

engranaje de nuestra

la corriente habitual e intentar

ignorancia,

buscar otros cursos, otras vías,

eso

vislumbrar inquietudes comunes

compartir 2

en

base por

buscamos el

al


Contenidos

ia

Esto de ser niño.............. 4

saber y el querer saber, la sed de algo más que consuelos y promesas.

Niños y seducción publicitaria....................... 6 Inteligencia capturada y voluntad creativa......... 9

L’Ascurría

es una publicación mensual, que se distribuye gratuitamente. De todas formas, no somos millonarios y las lukas nunca sobran. Si puede colaborar con este proyecto autogestionado, ya sea en dinero, material o aporte creativo, se lo agradeceremos enormemente.

Sobre el TDAH.............. 12 Que los niños y niñas pinten..................... 14 Guatita llena, corazón ascurrío............. 16 Día del niño: ¿Celebrar o preocuparse?. 18

CONTACTO: colectivoayekantun@gmail.com 3


Esto de ser n Por Juan Alega

El deber inapelable de ir a la escuela, el silencio inobjetable en las conversaciones de los adultos, la misión de ser productiva y socialmente mejor que los padres, además de tener una participación tácita con el conjunto de normas establecido, son algunos de los elementos que nuestra sociedad “adulta” concede en forma generalizada a los niños que forman parte de este entramado. Pero ¿desde dónde proviene el concepto de niñez? En muchos de los períodos de la historia no se consideró la diferencia de la niñez entre la adolescencia, la juventud y la adultez. El concepto se desarrolla con relativa actualidad en Europa occidental y posteriormente en el cono Sur, en donde se establece exclusivamente como parte de la burguesía. Sólo con el desarrollo de la sociedad industrial se propaga la consideración de la niñez hacia los distintos sectores sociales. De esta manera, esta acepción se ha moldeado en el transcurso del tiempo y también en la cotidianeidad de las distintas culturas, siendo los ancianos los principales miembros, sabios y directivos de algunas, así como los adultos en plenitud productiva en otras. Éste es el caso puntual de nuestra sociedad, en donde consideramos que la adultez está a cargo de la construcción constante de la niñez, configurándonos como una parte santificada de la humanidad que guía, tolera y cuida a los niños. Hemos asimilado un papel moldeador para los niños, obligándolos a vivir su infancia como un constante futuro, como una necesidad imperiosa de construir un sujeto digno de la sociedad actual, sometiéndolos a la normativa que con nostalgia recordamos que cuestionamos en nuestra época de niñez. El ser niño y cargar con esta clasificación, por mucho tiempo ha significado el anular la posibilidad de la “experiencia” en la infancia de las personas, anulando a la vez la oportunidad de ser parte en la construcción de la historia y la cultura de la sociedad. ¿Recuerda usted algún episodio de su querido libro escolar de historia, que incluya niños de épocas lejanas en algún acontecimiento trascendente?... Si no lo recuerda, puede buscar. Es, entonces, a través de la experiencia que cada uno de nosotros puede apoderarse de sí mismo, autoconstruirse y modificar la herencia de la historia según nuestros propios intereses, lo que en nuestro papel de adultos no consideramos en la vida de los niños. Lo que sí tenemos asimilado es su control, si bien no encontramos registros de la participación de los niños en la historia, sí nos resulta muy fácil conseguir publicaciones que nos sugieren qué hacer con ellos entre los 0 y 3 años, cómo enfrentar y corregir sus mañas y pataletas entre los 4 y 6 años, etc. Desde nuestro entorno tenemos la posibilidad de ejercer soberanía sobre las fronteras de lo que serán “nuestros niños”, podemos 4


Gracias a Vale por su aporte.

iño... o...

visualizar su desarrollo en esta etapa de “incapacidad transitoria”, esperando a que crezcan y absorban la cultura del entorno para que sean parte de nosotros. Sin duda que esta manera de abordar la etapa de la niñez se ha fomentado desde variados sectores junto a la adultez. Uno de los sectores más representativos y que juega un papel trascendental en la consideración de la niñez es la escuela, elemento formativo que es parte de la divinidad institucional que entrega educación formal a los niños. Es la escuela el complemento moldeador en la infancia, que adquiere un protagonismo notable cada vez a más temprana edad. Es aquí en donde comenzamos formalmente nuestro proceso de inserción social, adquiriendo normas y aprendizajes instaurados e impuestos por sobre los intereses y anhelos de experiencia postergados en nuestra infancia. Hacemos a los niños parte de la escuela como una más de las tantas obligaciones del entorno, asumiendo a esta institución como la salvadora de nuestra ignorancia y curtidora de saberes que requiere un modelo social. Si podemos realizar nuevamente el trabajo de recordar nuestros años de niñez, encontraremos que más de alguna vez quisimos dejar de ser niños para validar nuestras opiniones frente al entorno de la adultez o para cuestionar nuestra presencia a tiempo completo en la escuela. Muchas veces contuvimos nuestros deseos de diferenciarnos de un comportamiento impuesto, privados de la oportunidad de actuar de manera caótica y de poder palpar la experiencia de un aprendizaje con identidad. Sin embargo, aun cuando recordamos nuestro pasar por la infancia continuamos replicando modelos similares en la población infantil actual, sin siquiera cuestionarnos el sentir individual de cada niño que se resigna a ser parte de una normalidad que nunca eligió. ¿Por qué entonces no permitir que fluyan los intereses y las capacidades individuales de cada niño sin la contención de la perspectiva adulta, dando espacio a la posibilidad de aprender de los errores y apoyar de manera fraterna las decisiones y confusiones que la vida en su extensión les puede ofrecer? Somos los adultos quienes debemos cambiar nuestro concepto frente a la niñez y otorgarles la misma consideración que cada persona merece. Aun cuando alzamos la voz y divulgamos nuestros escritos para reconsiderar a los niños, lo hacemos desde la perspectiva adultez, sin incluirlos de manera efectiva. Incluso el contenido de este artículo carece de lo que podría llegar a interesar a un niño, sin embargo, como paso inicial el reconocernos es un augurio fructífero para la construcción constante de nuestra sociedad. 5


Niños y La publicidad comercial invita a niños y niñas a disfrutar de su único rol en la sociedad, jugar; pero usted podría preguntar ¿cuál es el problema de que se incite a los niños a jugar? Habrá que buscar, entonces, el trasfondo de la cuestión. La problemática se encuentra no en la incitación al juego, sino en el modo de llevar a cabo esta acción humana, la cual se realiza por medio del objeto (mercancía). Así la realización del juego infantil, ya no está en función de la capacidad imaginativa del infante, sino en función de la cantidad de juguetes que éste tenga a su alcance. Esto contribuye a percibir de otro modo el mundo, o sea, deforma la autopercepción del yo en el mundo. Para comprender esto debemos considerar al menos dos cosas: Por un lado encontramos que las condiciones de producción actual se rigen por la lógica del mercado y comprenden a las conciencias como susceptibles de seducción publicitaria; y por otro, que hoy el mundo se nos presenta por medio de imágenes que nos invitan al consumo, al bienestar y la protección proporcionada por la tecnología, por la gestión política, por el estudio, por la diversión, por la creencia religiosa, etc. Niñas y niños no están libres de esta seducción publicitaria. De este modo el Mercado ha puesto su atención en aquella población más susceptible de seducción, aquellos para los cuales el mundo se les presenta nuevo e inmaculado, vacío de expectativas y necesidades. La inyección de necesidades creadas en las mentes jóvenes es el nuevo objetivo capitalista de nuestra época. No es arbitrario, ni casual que las instituciones bancarias les entreguen a sus clientes alcancías para sus hijos, ni lo es tampoco que muchos libros de texto escolares muestren publicidad en el interior de sus páginas o la persuasión acerca del consumo de teléfonos celulares para niños. Esta persuasión, por cierto, estratégica para padres e hijos, a los padres les entrega la falsa sensación de tranquilidad, en un mundo donde nos despedimos con cordiales “cuídate”, y a los niños la falsa sensación de felicidad por medio del estatus, del juguete único y nuevo. 6


seducción publicitaria

P OR P ATRICIA A. P ÉREZ R OCHA

Por otra parte, la persuasión de Líder, cuando alude al Derecho de los niños al juego y de la conveniencia de ser niños, por lo que el infante ya no debe querer ser mayor, ahora debe querer ser niño porque tendrá opción de recibir más de un objeto (juguete), ya que la oferta lo permite. La lista suma y sigue, pero no estaría completa sin hacer alusión al paradigma de esto: KIDZANIA, un pequeño mundo creado para niñas y niños, donde los peques aprenden la vida laboral, la transacción monetaria, el ahorro bancario, etc. Si los adultos justificamos nuestro consumo en base a una necesidad (creada o no), y no relacionamos, necesariamente, consumo y placer ¿qué sucederá con aquellos individuos que han sido formados en la lógica del consumo? Y más aún en consideración que la práctica consumista fue creada en ellos en base a la dicotomía goce-consumo. Ya lo advierte Moulian: “La transformación del consumo en goce, si bien realiza una necesidad del sistema, también realiza una necesidad de los individuos: poder vivir una vida cotidiana confortable no es el asunto principal, aunque sea importante. El asunto principal es que en este tipo de civilización los objetos contribuyen a realizar las posibilidades del yo. La crítica al consumo como placer y deseo no debiera ser a que exista como tal, solo debiera ser al lugar predominante que ocupa o a que se instale como sentido de vida, como aquel discurso que da unidad y proyección a una existencia” (Moulian, 1998:14,15). Frente a esto ¿no sería pertinente que como ciudadanos lúcidos pidiéramos una suerte de recurso de protección que resguarde a nuestros hijos e hijas, sobrinos y demás niños de estos embobantes? Lo invito a hacerse parte de la responsabilidad adulta y no permita que a su hijo le seduzcan con mercancías, no permita que le pinten de otra forma el mundo, donde su peque solamente entenderá que puede ser feliz si compra, si adquiere, y si tiene la capacidad de consumir. BIBLIOGRAFIA Moulian, Tomás. El consumo me consume. Ediciones LOM, Santiago, Chile, 1998.

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Intel y

-SeĂąor, picĂł uno, pero parece un poco joven Âżlo dejo ir? -Ni se te ocurra Pedro, es la mejor edad para pescarlos. 8


ligencia capturada voluntad creativa La explicación es el mito de la pedagogía, la parábola de un mundo dividido en espíritus sabios y espíritus ignorantes, maduros e inmaduros, capaces e incapaces, inteligentes o estúpidos. Por Víctor Martínez Parraguez Jacques Ranciére El mundo está divido en espíritus sabios y en espíritus ignorantes. Esta oposición radical que parece inapelable, se encuentra incluso en nuestro vocablo popular y en más de alguna ocasión nos hemos enfrentados a la decepcionante frase “qué más se le puede pedir” o “este no tiene dedos para el piano”. Responden estas frases a la constatación de un “algo” que “se hace bien”, por lo tanto un conocimiento considerado válido y que tiene ciertas características. El problema comienza cuando el buen hacer, dentro del espacio educativo formal como lo es la escuela, se iguala con la capacidad de ser inteligente. ¿Cuántos de los que en la escuela fueron tildados como ignorantes, fueron después espíritus predispuestos para formarse por sí mismos y ser tildados por sus pares como personas de éxito?, ¿Por qué los no inteligentes del aula pueden serlo fuera de ella?, ¿En qué consiste ser inteligente en la escuela?. Para responder estas preguntas tendríamos que reconocer que la escuela como espacio educativo no es el único que permite aprender, pero sí es el espacio exclusivo de aprendizaje. Esto es así, porque socialmente consideramos que el conocimiento que se desarrolla en el aula, responde al conocimiento que vale la pena aprender y es el que permitirá de alguna extraña manera, que los jóvenes “sean alguien”. Entonces, los estudiantes deben ser moldeados como greda vacía de contenido y de capacidades, para llevar en su mente un montón de explicaciones masticadas por otros, en síntesis lo que no hay en las aulas es la voluntad de aprender más que incapacidad de aprender. Es evidente cuando miramos detenidamente una escuela, que el conocimiento que emana hacia nuestros jóvenes responde a una sociedad letrada y culta-formal, lo que en contextos poco letrados y cultos-informales (como los nuestros), provoca el sentimiento de incapacidad al que se ven expuestos tantas personas que detestan el estudio. 9


Inteligencia capturada y voluntad creativa Recuerdo cuando en una clase de Psicología la profesora preguntó: ¿puede un futbolista ser inteligente? La pregunta era desconcertante, ya que en los círculos académicos los futbolistas son el típico estereotipo del joven estúpido, pero “El juego de balón” reconoce entre las capacidades físicas de correr y controlar el balón, otras cognitivas como la comprensión delimitada de las reglas del juego, que reconocen: el conocimiento de estrategias, el conocimiento del cuerpo, músculos, huesos, alimentos que ayudan y debilitan el rendimiento, etc. Por lo tanto la línea entre ser una persona inteligente o una estúpida viene determinada por la función social que ocupa la escuela en otros marcos externos como el trabajo y el poder, la constatación puede ser real o no, pero lo más evidente es que el juego contrasta con el conocimiento escolar, principalmente por que la naturaleza del conocimiento escolar suele ser solemne. La separación entre los inteligentes y los estúpidos no es tan radical como aparenta. Debemos comenzar por dar nuevas imágenes sobre qué es aprender y emanciparse de las múltiples explicaciones (la fábrica de las explicaciones) que bombardean a los ignorantes, no para negar a la escuela parte de nuestra experiencia de aprendizaje, sino para sumar otras que parecen no ser tan importantes y que son las más. La inteligencia que usted demuestra en el acto normal de comunicarse, encierra el acto más poderoso del que fue capaz su inteligencia y demuestra a la vez la existencia de su capacidad de aprendizaje, ya que usted puede no ser exitoso, pero nadie puede negarle que aprendiera de manera fragmentaria y desarticulada un lenguaje complejo y estructurado como el que usted aprendió. Nadie tuvo que explicarle el lenguaje para que usted le diese significado y le otorgase un valor, nadie le tuvo que explicar cómo era la gramática de ese lenguaje para que usted lo hablara, el hecho es evidente y usted habló, su mente trabajó arduamente para poder estructurar elementos diversos cuando era tan solo un bebé. 10


En síntesis el conocimiento que nos piden aprender en la escuela, no reconoce esas diferencias contextuales en las que cada sujeto aprende el lenguaje que le permite moverse en el mundo, antes quieren que todos reconozcamos los mismos conceptos cuando, ni siquiera sabemos diferenciarlos en nuestro cotidiano. Pero este escrito no busca ser un manual de profesores, sino la reafirmación de la igualdad de las inteligencias, en un mundo que separa radicalmente entre estúpidos e inteligentes. Creemos que el camino de la voluntad es el único posible, así como yo puedo recordar la reflexión sobre los futbolistas, tal vez usted recuerde algo que gatilló un interés propio y con el tiempo le dé forma. El aprendizaje tiene mucho de azar y la explicación escolar unísona debe empezar a reconocer las múltiples voces de aquellos que desanimados y somnolientos se sientan en el aula sin ser alguien. La mayoría de los profesores culpan cotidianamente a los estudiantes de su incapacidad para comprender las clases. En el balance los estudiantes son los que no saben leer, escribir, sumar, restar, comprender entre otras, pero el tema es cómo están involucrados los estudiantes con esos contenidos y en qué se interpelan los propios intereses. He escuchado también muchas veces eso que a los estudiantes les falta disciplina y tendré que decir a su favor que a mí me falta hasta hoy en día, pero la disciplina en el lenguaje del castigo siempre faltará cuando alguien pretenda controlarnos sin poder hacerlo, ¿están los profesores para controlar o para impulsar al espíritu a desarrollarse? El problema vuelve una y otra vez a ser el mismo, no falta disciplina por la incapacidad de auto control de los estudiantes, por el contrario es la escuela la que no permite leer a los estudiantes, como tampoco integrarlos en cuanto son parte de un lenguaje distinto. Es más fácil ocupar el lenguaje evidente de “los flojos”, “los pobres”, “los faltos de afectos”, “los incapaces”, “los tontos”, “los ignorantes”, así el circulo se cierra una vez más con la respaldada frase “qué más se le puede pedir”. El principio para un mundo creativo comienza cuando la voluntad se cruza con el intelecto, para ser capaces de crear más allá de los márgenes de lo establecido y enfrentarse a los mundos posibles. Debemos de algún modo, eliminar el mito de la explicación en el aprendizaje y darnos cuenta de la posibilidad propia de aprenderlo todo. 11


Sobre el T Padres, madres, vecinos, vecinas, poblador, pobladora. Para ustedes y con ustedes: La breve realidad que pretendemos exponer a continuación surge de nuestra necesidad y deber de comunicar todas las irregularidades que hoy se cometen en nombre de la Psicología y la Psiquiatría, pasando inadvertidas en la sociedad. Para esto ocuparemos un ejemplo que se ha convertido habitual en nuestros colegios, el Déficit Atencional. Echando una mirada a nuestra Educación Chilena, podemos dar cuenta que cada vez son más los niños diagnosticados de Déficit Atencional con y sin Hiperactividad [TDAH]. Lo que ha traído consigo muchas consecuencias: La primera de ellas, es que hoy los colegios reciben más dinero del Estado (subvención) cuando su hijo/a ha sido diagnosticado con Déficit Atencional. Por tanto, al colegio ingresa más dinero a costa del diagnóstico de su hijo. Esto, usted DEBE saberlo. Por otro lado, a pesar de que el Ministerio de Salud sugiere que el tratamiento con fármacos (el tan famoso Ritalin, o Concerta, Aradix) debiera ser la ÚLTIMA posibilidad de tratamiento, miles de niños y niñas de sectores populares son derivados hoy, desde los mismos colegios, a los centros de atención primaria o COSAM del sector. El resultado más frecuente es, por no decir el único existente: niños consumiendo fármacos, Ritalin, Aradix, Concerta, 1 pastilla en la mañana, 1 pastilla en la tarde. Pero… ¿Por qué no consumen la pastilla el fin de semana? ¿O en vacaciones? Si se supone que estamos hablando de una enfermedad, una enfermedad que extrañamente desaparece los días sábados y domingos y desde diciembre a marzo. La consecuencia de la facilidad con que se medica hoy a nuestros niños/as es poseer una cantidad enorme de niños y niñas medicados en las aulas, niños que son drogados para que la escuela deje de considerarlos “problemáticos”.

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TDAH...

Esta situación que, por decir lo menos, es extraña, solo podemos explicarla a raíz de que efectivamente el Déficit Atencional no es una enfermedad, por tanto no debiera tratarse con medicamentos. No pretendemos desconocer que hay niños y niñas cuyo proceso de adaptación al proceso escolar es más lento y complejo, y sufren teniendo que estar sentados una determinada cantidad de horas, les cuesta poner atención a la profesora, incluso puede que no les parezca interesante lo que en el colegio les enseñan, por tanto se aburren y distraen. Sin embargo, todos creemos cuando los “expertos” nos dicen que se trata de un trastorno. Y nadie apuesta por creer que estas conductas pueden ser simplemente la respuesta de un niño y que deben ser tratadas con profesores y el colegio completo. Ahora bien, hemos conocido padres y madres que se han negado rotundamente a drogar a sus niños por diversos motivos, teniendo el coraje de enfrentarse a las autoridades escolares. Es así como hemos sabido que muchos colegios presionan a padres y madres con la condicionalidad de la matricula de sus hijos y/o cartas de compromiso, por medio de las cuales obligan a apoderados a iniciar dicho tratamiento “Ritalinoso”. ¿Sabía usted que NO es LEGAL condicionar la matricula de ningún estudiante por este motivo? La razón es muy simple: primero, porque violan el derecho de todo escolar a no ser sancionado si sus padres no están de acuerdo con darle pastillas al hijo y, segundo, porque se viola el derecho universal a la Educación. De este modo, como Comisión de Trabajo en “Educación, Medicación y Niñez” de la Organización Chilena de Estudiantes de Psicología [OCEP] consideramos que estas prácticas, además de ser discriminatorias, atentan contra los derechos de los y las estudiantes, declarados en el documento Normas y Derechos para Escolares publicado por el MINEDUC. Rechazamos y denunciamos toda acción de presión por parte de las escuelas hacia familias que deciden negarse o suspender el tratamiento. Consideramos que dichas prácticas se constituyen como una vulneración de derechos de niños y niñas escolares, frente a lo que no podemos permanecer en silencio. Exponemos nuestro abierto apoyo a las familias que han decidido suspender la medicación de sus hijos/as diagnosticados con TDAH y han tenido que enfrentar las barreras que los colegios levantan, poniéndose por sobre la autonomía de las decisiones que han tomado de modo informado y legítimo, pues tenemos plena confianza en que sus sospechas frente al fármaco deben ser respetadas.

Organización Chilena de Estudiantes de Psicología [OCEP] Zonal Santiago. 13


Que los niños y Por el Moise Relajémonos un poco… Hablemos de colores. Diría ud. que nadie puede tener nada contra los colores a menos que sea una persona bastante “especial”, en ese caso yo concuerdo con su juicio. Digamos también que los colores son bonitos, son útiles ya que sirven para diferenciar cosas que son parecidas, además son agradables a la vista: ya habrá escuchado decir a alguien “éste es mi color favorito” o “que lindo éste color” o cosas por el estilo. Digamos, pues, que no hay afán de los colores de ser buenos ni malos, sino que somos nosotros los que formamos opiniones respecto de las experiencias o recuerdos que rememoran dichas tonalidades. Vemos colores en todas partes, en todas las cosas y tal vez es por esto que para definir un color o explicarlo lo referimos a un objeto, por ejemplo: ‘más blanco que la nieve’, ‘como el azul del mar’, ‘rojo como las rosas’ etc. puede seguir con la lista si tiene tiempo. Concordemos en que es algo habitual, diario y necesario. Pero ¿Qué pasa cuando son los colores los que nos confunden, cuando no podemos hacer asimilaciones como las nombradas? ¿Qué pasaría si el mar es rojo de una noche a otra y no podamos decir: como el ‘azul’ del mar? Raro, cierto?. Como hemos admitido que los colores son algo cotidiano que no nos es posible ignorar relacionémoslo con otra cosa que es más necesaria aun y más indispensable: movilizarse. Podríamos decir que el movimiento es necesario siempre que se efectúa, de hecho es por eso que se apela al movimiento – porque es necesario- de lo contrario no es siquiera necesario intentar hacer un esfuerzo. Los movimientos tienen más campo de clasificación que los colores puesto que podemos mover todo lo que se nos ocurra mover; por decir algo: el cuerpo, las cosas (que tienen colores), casas, edificios, masas de gente, animales, el mundo, etc., etc., etc. pero para que no desviemos tanto la atención, limitémonos. Pensemos en el movimiento o desplazamiento del cuerpo, acción necesaria para la vida y el desenvolvimiento de nuestra vida y todo lo que eso conlleva y relacionémoslo con los colores. Contextualicemos. Supongamos que ud. tiene que mover su cuerpo (movilizarse) una distancia muy larga y para eso necesita de un medio de transporte, como vivimos en Santiago de Chile contamos con las siguientes opciones: taxis, taxis colectivos, autos particulares, ambulancias, carros de bomberos, vehículos policiales, bicicletas, skate’s, patines, pies y micros, (sin duda siempre desearíamos tener nubes voladoras, alfombras voladoras, capas de superhéroe, máquinas teletransportadoras o maravillas parecidas para movernos más rápido pero, no las hay). 14


niñas pinten Supongamos que ud. es una persona común y silvestre de una edad considerable (de 20 a 200 años) y que por diversas razones descarta muchas de las opciones posibles quedando sólo una: la micro. Las micros son cosas y como cosas que son, tienen un color (o muchos). Decíamos hace un rato que los colores a veces sirven para distinguir las cosas, para hacerlas más hermosas, pero a veces también sirven para confundirnos y es el caso cuando cambian el color de las cosas muchas veces. “Micros-colores”. ¿Le dice algo?. Dividieron la ciudad en colores (que lindo) y parecía ser que la micros cuando pasaban por esas zonas de colores se pintaban (que lindo), habían micros nuevas y antiguas pero no importaba, eran de colores. Como el ser humano es un animal de costumbre, adivine, nos acostumbramos; habían colores en las calles, debajo de las calles (las líneas del Metro), hasta los letreros de los colectivos los cambiaron y les pusieron el color de las “zonas” (que lindo). Todo cambió y a la fuerza nos tuvimos que acostumbrar y ahora que se supone que estaba todo bien con tantas y tantas inyecciones de presupuesto, alzas de pasajes, modificaciones, informaciones por doquier; cambian los colores otra vez. ¡Sí! hemos leído mensajes como: “Ahora tus viajes serán azules” o “Ahora los servicios 200’s cambian de color, tendrás que estar más atento porque tus servicios podrán ser blancos o azules”, etc. Queda preguntar entonces: ¿Cuál es la idea? ¿por qué lo hacen a cada rato? ¿es culpa del pasajero que no funcionen las micros? (y no vengan que es porque no se paga el pasaje) ¿Dónde está la opinión de la población o es que no importa lo que piense? ¿hasta cuando esperamos a que funcione bien?. Concluiremos, ud. conmigo, que de todas maneras no entendemos los problemas que tiene el gobierno con los empresarios del transporte pero siempre “paga” el pasajero, la población ciudadana. ¿Y qué hacemos? ¿Y QUÉ HACEMOS?. En fin ya que estamos en la recta final del “Mes de los niños y niñas” podríamos pasarles pinturas, brochas y que ellos pinten las micros, apostaría a que quedarían mucho mejor. 15


Guatita llena, cor Sopaipillas Ingredientes 3 tazas de harina 1 taza de zapallo cocido 3 cucharadas de manteca derretida 2 cucharadas de polvo de hornear 1 cucharada de sal ½ litro de aceite para freír Preparación Con el zapallo cocido se forma un puré blando. En un bowl se pone harina, se hace un cráter donde se pone el zapallo, la manteca, el polvo de hornear y la sal. Se mezclan todos los ingredientes muy bien, formando una masa suave. Luego la masa se uslerea, dejándola de medio cm. aprox. Se corta con molde o con un vaso. Posteriormente se fríen, hasta que estén doraditas. Una vez fritas, se dejan sobre papel absorbente. Se sirven con pebre. 16


, razón ascurrío

por Sara Huala Pebre tradicional Ingredientes 2 tomates medianos pelados 3 cebollines picados finos 5 cucharadas de cilantro picado fino 2 ajíes verdes picados sin semilla 2 cucharadas de jugo de limón 2 cucharadas de aceite sal a gusto

Preparación Se cortan los tomates en cuadritos pequeños, se agregan los cebollines, el cilantro, el ají, el limón, el aceite y la sal a gusto. Si queda seco, se le puede agregar unas 5 cucharadas de agua.

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Día del niño:

¿celebrar o preo Como cada año, apenas se acercan los días festivos el mercado nos bombardea con anuncios publicitarios en todos los medios de comunicación disponibles. Incluso meses antes de la Navidad, ya podemos ver al gordito de rojo ofreciéndonos productos aquí y allá, y no bien ha pasado la fecha, ya aparece nuestro estimado conejo ovíparo ofreciendo sus confites. Nada nuevo, dirán ustedes. Claro, no es nada nuevo para adultos como nosotros, que desde nuestra más tierna infancia nos acostumbramos a ver comerciales día tras día. Y los mirábamos anhelando que el gordito se acordara de nosotros y nos trajera ese camión Goliat, la Rosalba o la Barbie. Lamentablemente, al viejito le escaseaba la memoria y/o las lucas y no traía lo que uno esperaba, pero no quedaba más que resignarse. Sin embargo, hay que admitir que la publicidad tenía un efecto fuerte sobre nosotros. Aunque sabíamos que los juguetes no nos iban a llegar, sí los deseábamos, sí los pedíamos y de verdad los esperábamos. Con el paso del tiempo, los niños de hoy se han vuelto menos tolerantes a la frustración, más exigentes y mucho más activos en el ámbito del consumo. Asimismo, la publicidad ha evolucionado, modificando sus métodos para lograr que el “tener” se vuelva una necesidad vital, e instrumentalizando a los niños— un público sin capacidad adquisitiva, pero con mucha influencia sobre los adultos— para mejorar sus ventas.

De los derechos del niño a los derechos del consumidor Como adultos más o menos conscientes de cómo funciona el mercado, al menos alcanzamos a advertir que este exceso de días festivos (día de la madre, del padre, del niño, del tigre, de la piscola, etc.) son instrumentos para favorecer las ventas de algún rubro en particular. En especial el día del niño cada año convierte a los medios de comunicación en una gran vitrina de juguetería. No hace falta más que prender la tele para ver un montón de niños EXIJIENDO su derecho a tener este juguete, la ropa de esta marca, o este celular específico. Atrás quedaron los derechos más básicos— educarse, no ser maltratado, tener una familia que los cuide y los quiera— para dar paso al derecho al consumo, a poder comprar y poder tener. ¿A qué se debe esta exaltación del consumo? En gran medida se debe a la inmensa cantidad de publicidad dirigida a niños, presente en los medios de comunicación. 18


ocuparse?

Por We Küyen

En varios países mejor rankeados que el nuestro, la publicidad dirigida a niños se ha vuelto una cuestión de discusión ciudadana. Resulta que los adultos (o la mayoría) comprendemos la intención persuasiva de la publicidad, sabiendo que está hecha para convencernos de comprar algo o contratar cierto servicio. Sin embargo, los niños no logran darse cuenta de esa intención persuasiva. Estudios indican que los niños menores de 8 años no se dan cuenta de que la publicidad trata de convencerlos de comprar, y que los menores de 5 años no logran siquiera distinguir el comercial del programa que están viendo en televisión. De esta forma, los mensajes publicitarios llegan con mayor facilidad a los niños, y mediante los niños el mensaje se transmite a los padres— quienes sí tienen el dinero para comprar.

Identidad en formación y consumo Yendo al grano, el mayor problema está en los mensajes adjuntos que aporta la publicidad. Se tiende a mostrar a las personas que tienen tal o cual cosa como completas, felices y exitosas, mientras que quien no tiene o no puede comprar es una persona incompleta, imperfecta, fracasada e incluso mutilada. El objeto—sea un celular, unas zapatillas o un juguete— se vuelve vital para la existencia. Deja de ser un accesorio para convertirse en una prótesis que completa nuestro cuerpo “discapacitado”. Para un niño o joven esa imagen es crucial, pues los lleva a verse a sí mismos como incapaces o incompletos, y les ofrece el consumo de bienes como LA forma de sentirse mejor y ser mejor. Sin duda, los mecanismos del mercado inciden en nuestra vida a diario, pero ¿estamos dispuestos a dejar que se instrumentalice a nuestros niños para los fines del comercio? Y más allá de comprar y consumir, ¿ha pensado en el efecto que tiene esa manipulación en el desarrollo de los niños? El cuidado de los niños no es sólo darles comida, abrigo y satisfacer necesidades básicas, sino también prevenir que se abuse de su ingenuidad para manipularlos. Velar por ellos, si lo reflexionamos un poco más, puede ser un buen ejercicio para entender cómo nosotros, los inocentes adultos, hemos sido y seguimos siendo manipulados.

19


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Ediciones

- “La abuela grillo”


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