INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO Debido a la relación que presenta el barrio con su entorno y el fuerte arraigo al mismo, se debe aplicar la noción de “identidad” (Waisman Marina, 1995) ya que abarca los aspectos de ser y la necesidad de diversidad, características que se manifiestan ante la presencia de una multiplicidad necesaria para que la misma adquiera sentido. Un error común consiste en la búsqueda de ésta únicamente en la historia y en el pasado, cuando en realidad la identidad se construye día a día, al tiempo que se va calificando el propio entorno. Es decir, es la suma de las transformaciones históricas experimentadas más la mirada que determina su imagen en nosotros; a su vez, hay una relación directa entre la comunidad humana y su entorno, en la cual existe un permanente flujo de energías, generando que se construyan y destruyan mutuamente.
CONDICIÓN SOCIAL La Psicología Ambiental estudia las relaciones entre los fenómenos que se derivan de las relaciones entre las personas y los espacios físicos que habitan. Cuando se habla de personas, se habla de personas individuales pero también de que hay relaciones con los espacios que vinculan a grupos sociales, a comunidades, apareciendo un componente social importante. Es decir, no
Para hilvanar esos conceptos con la arquitectura, realizamos una entrevista con el Doctor en Psicología Sergi Valera Pertegás (Ver anexo I), referente en psicología ambiental y espacio público urbano, para que nos cuente desde la perspectiva de su campo cómo se empieza a estudiar la problemática del espacio público, indagando sobre qué dimensiones o aspectos deben transcurrir en ese tipo de estudio que son relevantes a planificaciones más sensibles con la realidad de un ambiente desde un ciudadano más digno, desde el punto de vista social. En efecto, nos introdujo que cuando uno se plantea una planificación urbanística o una intervención urbanística, hay un elemento que es fundamental que como arquitectos debemos tener en claro, preservar o conseguir ciertos estándares de calidad que permitan cierto nivel de conformidad con el espacio. Pero no sólo debemos quedarnos con esos estándares de calidad en términos de materiales, sino que tenemos que entender que ese diseño arquitectónico va a incidirse en un contexto social particular, en una cierta comunidad que tiene determinadas necesidades, que tienen un determinado imaginario respecto al espacio, que tienen un determinado estilo de vida y por lo tanto, de maneras de usar ese espacio, es decir, actitudes frente al entorno. Por lo tanto, esos estándares que por estándar quiere decir que pueden ser aplicables a cualquier sitio, deben tomar formas distintas en función del contexto en el que se insertan. “(…) hay que combinar ese elemento que ya tenéis tan incorporado en la arquitectura, del diseño, con las necesidades del sector”. Este es el tipo de sensibilidad que hay que ir incorporando porque hay que pensar en el usuario, y éste no es un ente abstracto y genérico. Explorando el artículo de “Identidad Social Urbana” de Valera, podemos considerar que las categorías espaciales son uno de los diversos tipos de categorías sociales que los individuos utilizan para definir su identidad social. Su característica distintiva, sin embargo, es que el referente directo de la categorización es el propio espacio (urbano en nuestro caso). Podemos decir por consiguiente, que los individuos configuran su identidad social también
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solamente se trata de la persona individual que se comunica con su entorno sino también cómo determinados grupos viven en un determinado entorno, cómo se relacionan en el mismo y cómo generan fenómenos que pasan desde el comportamiento respetuoso por el entorno hacia procesos de identificarse con ese entorno, por ejemplo el sentimiento de barrio. A raíz de esto, el entorno siempre es visto desde la psicología ambiental como un cruce entre lo puramente físico y los significados, es decir, el sentido que se le da al mismo. Por ello, se habla de entornos socio físicos, porque esos significados la mayor parte de las veces son socialmente elaborados, que pueden ser compartidos desde la propia comunidad o proyectados fuera del barrio, muchas veces estos últimos vinculados a prejuicios, a un cierto nivel de estigmatización.