Obra teatro violencia doméstica

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“VIOLENCIA DOMÉSTICA…¡NUNCA MÁS!” OBRA TEATRAL EN UN ACTO, ORIGINAL DEL MAESTRO HAROLDO CATÚN CAAL. La escena se inicia cuando aparece María corriendo al fondo del salón, pidiendo ayuda. Corriendo detrás de ella, Mingo, su esposo, tratando de alcanzarla para golpearla. MARÍA:

(Entrando por el fondo, sofocada). ¡¡Ayuda…!! ¡¡Ayuda, por favor…!!

MINGO:

(Entra por el fondo, tratando de alcanzar a María. Furioso). ¡¡Detenéte, María…!! ¡¡Detenéte ahí…! (María continúa corriendo). ¡¡Pará ahí, te digo…!! (María no obedece). ¡¡Si no te detenés, por Dios que hoy sí te voy a dar una pateada, vas a ver, cabrona…!! (A punto de alcanzarla, María recoge un palo con el que lo amenaza).

MARÍA:

¡¡Momento, Mingo…!! (Con ira contenida). ¡¡Si das un paso más, por Dios que hoy sí te rompo la cabeza…!!

MINGO:

(Deteniéndose, furioso). ¡¡Soltá ese palo, María…!!

MARÍA:

¡¡No lo suelto…!!

MINGO:

¡¡Que lo soltés, te digo…!!

MARÍA:

¡¡No lo suelto…!!

MINGO:

(Con ira contenida). Dame ese palo por la buena, porque si te lo quito yo, ¡con ése mismo palo te voy a dar, vas a ver…!

MARÍA:

¡No te lo doy…! Y si das un paso más, ¡Por Dios que hoy sí me vas a conocer, desgraciado…!

MINGO:

(Acercándosele, amenazante). ¡Pegáme, pues, pegáme…!

MARÍA:

No me provoqués, Mingo, no me provoqués… (Avanza hacia él, amenazadoramente).

MINGO:

(Conteniéndose, furioso). ¡Dale, pues, dale…!

MARÍA:

¡Vos creés que no…!

MINGO:

¡Dale, pues…! ¡A ver si tenés valor…!

MARÍA:

¿¡Creés que no te voy a dar…!? (Avanza hacia él, resuelta y lanzando golpes con el palo).

MINGO:

(Esquivando los golpes, retrocediendo y con ira contenida). Calmáte, vos, María. No me calentés la sangre, porque vos ya sabés cómo te agarro cuando me pongo como la chingada…

MARÍA:

¡¡Pues yo ya estoy como la chingada, y no estoy dispuesta a dejarme más de vos…!!

MINGO:

Soltá ese palo, te digo; o te voy a agarrar a patadas…!

MARÍA:

(Dispuesta a todo). ¡Pateáme, pues, maldito, pateáme, quiero ver…! (Se abalanza sobre Mingo, decidida a golpearlo. Éste retrocede, hasta terminar corriendo, y María trás de él. Cuando han avanzado un poco, María suelta el palo y corre hacia el escenario. Al verla desarmada, Mingo corre nuevamente hacia ella. María recoge otro

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palo, lo amenaza y Mingo retrocede. Este juego se repite varias veces, hasta que María se pierde entre el público. Alguien del público le facilita un chal, con el que se cubre y despista a Mingo. Éste llega, la busca, y al no encontrarla, se pone más furioso). MINGO:

Se me escapó la cabrona. Seguro que se fue a donde la alcahueta de su mamá. ¡Pero del pelo la voy a ir a sacar de ahí…! (Sale por la derecha del público).

ALMA:

(Levantándose. Es la persona que le ofreció el chal a María). Tranquila, señora. Ya se fue. Ya pasó todo.

MARÍA:

(Todavía nerviosa y temerosa). Gracias. (Como excusándose). Cuando mi marido se enoja es un poco violento.

ALMA:

Usted necesita ayuda, señora. Venga conmigo.

MARÍA:

Pero ¿a dónde, seño…?

ALMA:

A donde pueda recibir ayuda. (Suben al escenario).

MARÍA:

No es necesario, seño. No se preocupe…

ALMA:

Claro que es necesario. Usted está siendo abusada, y esto no puede continuar así. Es necesario que reciba ayuda profesional. ¿Cuál es su nombre…?

MARÍA:

María Morales, pero no tenga pena, seño. No es nada. Mi marido es así, pero al rato se le pasa la cólera. Ya me acostumbré. Mejor me voy a mi casa, porque si demoro en llegar, entonces sí se pondrá más furioso.

ALMA:

Está bien. No le quitaré mucho tiempo, pero me gustaría que me contara un poco de usted y de su esposo. ¿Qué dice…?

MARÍA:

¿Para qué, seño…? (Observando detenidamente el lugar). ¿Qué lugar es éste…?

ALMA:

Es la Oficina de Ayuda a las Víctimas de Maltrato Familiar Municipal. Aquí trabajo yo, y nuestra Misión es apoyar a todas aquellas personas, sean hombres o mujeres, que son víctimas de Violencia Intrafamiliar. Y por lo que vi, usted es una de ellas. Su esposo no tiene por qué tratarla así.

MARÍA:

Tal vez tiene usted razón, seño. Pero como soy su mujer, tengo qué aguantarle todo.

ALMA:

No, señora, usted está muy equivocada. Eso era antes. Hoy las cosas han cambiado. Además, usted misma lo ha dicho: Usted “es su mujer”, no su esclava. Su condición de esposo, su condición “del macho de la casa”, no le da a él ningún derecho de humillarla ni de agredirla.

MARÍA:

(Justificándolo). Es que a veces yo tengo la culpa. Además, hoy ni siquiera me pegó…

ALMA:

Claro, porque usted no se lo permitió. Pero me imagino que otras veces sí la ha golpeado.

MARÍA:

(Titubeando). Ssssi.

ALMA:

¿Pocas o muchas veces…?

MARÍA:

(Bajando la cabeza). Muchas…

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ALMA:

¿Se dá cuenta…? Su caso es delicado. ¿Me permite ayudarla…?

MARÍA:

¿En qué forma, seño…?

ALMA:

Autorizándome para denunciar su caso a las autoridades.

MARÍA:

No. No, seño. Eso sólo me traerá más problemas con mi marido.

ALMA:

Al contrario, señora. Si denunciamos su caso, usted quedará bajo la protección de las autoridades.

MARÍA:

¿De veras, seño…?

ALMA:

Claro. Pero debe contármelo todo. Es decir, en qué otras formas la agrede su marido. Porque son muchas las formas de Violencia Intrafamiliar que existen.

MARÍA:

¿Ah, sí…?

ALMA:

Sii. La Violencia Psicológica, por ejemplo.

MARÍA:

¿Cuál es ésa, seño…?

ALMA:

Es aquella en la que se humilla, se amenaza, se prohíbe o se chantajea a la víctima.

MARÍA:

¡Ay, seño…! Ése es el pan diario en mi casa. Lo que más me duele es cuando mi marido humilla y amenaza a mis hijos, que no tienen culpa de nuestros problemas.

ALMA:

¿Por qué no me cuenta sobre esa forma de violencia que se dá en su casa…? Será interesante conocerla.

MARÍA:

Bueno. Si usted quiere…

ALMA:

Me gustaría. Porque aunque no en lo físico, sí tiene efectos gravísimos en lo mental y moral de la víctima. Venga, pues, y cuénteme. (Salen comentando, y en seguida se recrea la escena de la Violencia Psicológica en casa de María. Está Mingo en escena, y luego entrará María).

MINGO:

(Molesto). Y vos, ¿dónde diablos estabas…?

MARÍA:

(Temerosa). En la pila, lavando ropa.

MINGO:

¿Y los patojos…?

MARÍA:

No han venido.

MINGO:

¿A dónde fueron…?

MARÍA:

¿No los mandaste a vender dulces, pues…?

MINGO:

Pero eso fue hace rato. Ya es muy tarde, ya deberían estar aquí, hombre.

MARÍA:

No tardarán en venir. (Se escuchan entre cajas las voces de los niños). Parece que ya vienen…

LINDA:

(Entrando, acompañado de Kenneth). Ya venimos…

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MINGO:

(Molesto). ¿Por qué tan tarde, muchá…?

LINDA:

Es que no se vendían los dulces…

MINGO:

(Remedándola, despectivo). ¡No se vendían los dulces…! ¡Púchica, muchá, no puedo creer que ni para eso sirvan ustedes…! (A Linda, muy molesto). ¡A ver, dame el dinero que hiciste…! (Contándolo). Por lo menos vos, vendiste algo. (A Kenneth). ¿¡Y vos, cuánto vendiste…!?

KENNETH:

(Temeroso y a punto de llorar). Solo la mitad…

MINGO:

(Enojadísimo). ¿¡Cómo que sólo la mitad…!? ¿No les dije que no volvieran aquí hasta que no vendieran todo, pues…? (Con terror). Sí, pero es que yo ofrecía y nadie me compraba…

KENNETH: MINGO:

KENNETH:

(Remedándolo, despectivo). ¡Nadie me compraba…! ¡¡Lo que pasa es que vos son un burro…! ¡No servís para nada…!! ¡¡De castigo, hoy te quedás sin comer…!! ¿Oíste…? (Kenneth se pone a llorar). ¡¡Y no llorés, porque nadie te ha pegado…!! ¡Parecés nena, inútil…! (A los dos niños). ¿¡Y dónde está la zopenca de su hermanita…!? (Con miedo). Está afuera…

MINGO:

¿Y qué espera para entrar…?

LINDA:

(Siempre con mucho miedo). Es que tiene miedo, porque no vendió nada…

MINGO:

(Fuera de sí). ¿¡No vendió nada…!? ¡Ésta sí me las va a pagar…! (Gritando). ¡¡Stephanníe…!! ¿¡Vas a entrar o te voy a traer del pelo…!?

STEPHANNÍE: (Llorando y muy asustada). ¿Qué, papa…? MINGO:

(Remedándola despectivamente). ¿¡Qué, papa…!? ¿¡Es cierto que no vendiste nada…!?

¿¡Qué está pasando con vos…!?

STEPHANNÍE: (Llorando y siempre muy asustada). Es que nadie me quiso comprar… MINGO:

(Remedándola despectivamente). ¡Nadie me quiso comprar…! ¡Seguramente ni siquiera ofrecías tu venta…! ¡¡No digo, pues, sos una bruta…! ¡¡De castigo te vas ahora mismo, y no volvás a la casa hasta que no vendás el último dulce…!! ¿¡Oíste…!?

STEPHANNÍE: (Llorando). Bueno, papa… MARÍA:

(Con cierto temor). Pero Mingo, ¿cómo la vas a mandar a la calle a estas horas, no ves que ya es tarde, puede ser muy peligroso para una niña…

MINGO:

¡¡Qué me importa…!! ¿Por qué no se pone las pilas, pues…? ¡Yo necesito pisto para darles de hartar…!

MARÍA:

(Enfrentándola, decidida). ¡Pues lo siento mucho, pero mi hija no se va sola a la calle a estas horas…!

MINGO:

¡¡Y vos te callás, que el que manda aquí soy yo…!! (A Stephanníe). ¡¡Y vos qué esperás, ya te dije que fueras a vender esa mierda…!!

MARÍA:

(Suplicante). Mingo, por favor, entendé que ya es muy tarde, hombre…

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MINGO:

¡¡Que te callés, te dije…!! ¡Lo único que yo entiendo es que vos y tus hijos son una bola de inútiles que no sirven para nada…! (A Stephanníe). ¡Y vos, agarrá tu escoba y te ponés a barrer, y te quedás sin comer…! ¡Y mañana te levantás temprano porque tenés qué venderme el doble…! ¿¡Me oíste…!?

STEPHANNÍE: (Muy temerosa). Bueno. (Sale por la izquierda). MINGO:

(A los demás niños). ¡Y ustedes, vayan a buscar qué hacer…! ¡Inútiles…! (A María). ¡Y a vos, que te quede claro que el único que manda aquí soy yo…! ¿Oíste, inútil…?

MARÍA:

(Muy temerosa). Sssi.

MINGO:

A ver, ¿te quedó claro quién manda aquí…?

MARÍA: MINGO:

Sssi, vos… ¡Vos…! ¡Cómo que vos…! ¡¡Usted, señor, se dice…!!

MARÍA:

(Sumisa y temerosa). Usted, señor…

MINGO:

¡Así me gusta…! Y ahora, preparáme la ropa, porque voy a bañarme.

MARÍA:

Bueno, ya voy. (María se detiene un breve momento).

MINGO:

¡¡Pero apuráte, pues…!! (Empujándola por la izquierda y tratando de darle una patada. Momentos después entrará Alma, y en seguida María, volviendo a recrear nuevamente la escena de la Oficina).

MARÍA:

¿Y eso es violencia para usted, seño…?

ALMA:

¡¡Claro que lo es…!!

MARÍA:

¡Pero si ni siquiera me pegó…!

ALMA:

¡Pero según la Ley, es abuso…! haciendole a toda su familia…!

MARÍA:

Sí, verdad, seño… Qué bueno es saberlo. Nunca pensé que las Leyes nos protegieran hasta contra eso…

ALMA:

Pues ya ve que sí. Antes, las esposas tenían qué aguantarles todo a los maridos. Por suerte las Leyes han cambiado. Ahora ya nos dan nuestro lugar.

MARÍA:

Sí, verdad, seño…

ALMA:

¡Claro que es bueno…!

MARÍA:

Esto está muy interesante. ¿Y qué otra clase de Violencia Intrafamiliar hay, seño…?

ALMA:

La Violencia Patrimonial, por ejemplo.

MARÍA:

¿Cuál es ésa…?

ALMA:

Es la violencia que se dá en el hogar por el dinero.

MARÍA:

¿Cómo así, seño…?

¡Y no se imagina usted el gran daño que está

¡Qué bueno…!

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ALMA:

Por ejemplo, cuando a usted no le alcanza el gasto que le da su marido y reacciona mal cuando le pide más dinero; cuando en sus borracheras se gasta todo el dinero o vende las pocas cosas que tienen en casa, usted le reclama y él la agrede de cualquier forma; ésa es la Violencia Patrimonial.

MARÍA:

Y, y, y, y, eso en mi casa es de todos los días, seño.

ALMA:

¿De veras…? Ya ve, y usted pensaba que eso era normal. Venga, pues, y cuénteme. (Salen por la izquierda, comentando. Se recrea la escena de la Violencia Patrimonial en casa de María).

MINGO:

(Entrando). ¡Ya vine, María…! ¿Ya está lista la comida…?

MARÍA:

(Entre cajas, gritando). ¡Ya voy…!

MINGO:

(Gritando). ¡Pero apuráte, porque no tengo mucho tiempo…!

MARÍA:

(Entra corriendo). ¡Aquí está tu comida…!

MINGO:

(Reaccionando violentamente). ¡Ah, la puta…! ¿Frijoles otra vez…?

MARÍA:

(Con pena). Pero ¿qué querés que haga…? El gasto que me das, no me alcanza. Anoche te dije que me dejaras dinero para el almuerzo.

MINGO:

(Siempre muy enojado). ¡Dinero…! ¡Dinero…! ¡Sólo dinero sos vos, por la gran diabla…! ¡Yo no sé en qué malgastás el dinero que yo te doy. Mirá qué hacés, pero yo ya te dí el gasto para todo el mes…!

MARÍA:

¡Pero si no me alcanza lo que me das…! ¿Qué querés que haga…?

MINGO:

(Muy enojado). ¡Pero cómo no te va a alcanzar…! ¡Ni que sólo carne me dieras de hartar todos los días…!

MARÍA:

¡Es que todo ha subido de precio…! Además, recordá que tuve qué comprar medicina para el patojo que se enfermó.

MINGO:

¿Por qué no lo llevaste al Hospital, pues…?

MARÍA:

¿Y a dónde creés vos que lo llevé…? ¡Al Hospital…! Pero ahí sólo me lo examinaron, la medicina tuve qué comprarla yo.

MINGO:

Si los cuidaras mejor no se enfermarían tanto. ¡Ah, pero cómo los vas a cuidar bien, si sólo echadota en la cama te mantenés todo el día, ¡huevona…! ¡Ya me tenés harto…! ¡Sólo pisto, sólo pisto, como si cada vez que voy al inodoro a sacar pisto fuera…!

MARÍA:

Si querés me pongo a trabajar, así te ayudo un poco con los gastos de la casa.

MINGO:

¡Ah, sí, pues; ya sé por dónde vas…! ¡Lo que querés es irte a la calle. Seguramente para ver con quién te revolcás, ¿Verdad…? ¡No digo, pues…sos una P…cualquiera…!

MARÍA:

(Alzando la voz). ¡¡Lo que yo quería era ayudarte…!!

MINGO:

(Gritando). ¡Sho, pues…! ¡No me levantés la voz, o te vas a la calle con todo y tus hijos…!

MARÍA:

(Transición, arrepentida). ¡No, por favor, Mingo...! Eso no. Perdonáme, no lo vuelvo

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a hacer. MINGO:

Más te vale. Mirá qué hacés, y cuidado me pedís más dinero, ¿oíste…? (Pequeña pausa). ¡Tomá, hartáte vos esos frijoles…! (Sale Mingo por la derecha muy molesto y luego María. Aparece Alma por la izquierda seguida de María para continuar la escena de la Oficina).

MARÍA:

¡Qué interesante, seño, qué interesante..! Viéndolo bien, no estamos desamparadas. ¡Qué bonito…! ¿Sabe, seño…? Ya me interesó todo esto. ¿Por qué no me cuenta qué otra clase de Violencia Intrafamiliar existe…?

ALMA:

Claro que sí, doña María. También existe la Violencia Sexual.

MARÍA:

¿Violencia Sexual…? ¿Y esa cuál es, seño…?

ALMA:

Es aquella, cuando por ejemplo, usted es obligada a tener relaciones sexuales sin su consentimiento.

MARÍA:

¿Cómo así, seño…?

ALMA:

Mire, doña María: El acto sexual se dá entre un hombre y una mujer. Pero no basta con que sólo uno de los dos quiera hacerlo. Es necesario que los dos estén de acuerdo y deseen hacerlo. Si la obligan a hacerlo a la fuerza o en contra de su voluntad, ya sea su marido o cualquier otro hombre, ¡ésa es Violencia Sexual…! ¿O sea que si yo no quiero, ni mi marido me puede obligar a tener relaciones sexuales…?

MARÍA: ALMA:

¡Exacto…! Y… me imagino que usted ha pasado por esas experiencias tan desagradables…

MARÍA:

¡Ay, seño, si yo le contara…!

ALMA:

Cuénteme. Su caso puede servir de ejemplo para otras personas que estén pasando por lo mismo.

MARÍA:

Está bien. Como quiera, seño…

ALMA:

Venga, pues. Acomodémonos y cuénteme con detalles. (Salen, y en seguida se recrea la escena de la Violencia Sexual. La escena sola un momento, luego llega Mingo del Trabajo).

MINGO:

(Entra, insinuante). Ya vine María… Mariita… Mi cosita rica…ya vine, mi amoor… (Enta María por la izquierda, con la cabeza amarrada con un pañuelo). Ya vine, mi amorcito…

MARÍA:

Bueno…

MINGO:

¡Cómo que bueno…! ¿No me vas a dar un abrazo o un beso…? preguntarme cómo me fue en el trabajo…?

MARÍA:

Sí. ¿Cómo te fue…?

MINGO:

Bien. Vengo un poco cansado, pero eso sí… ¡Con ganas…!

MARÍA:

¿De qué…?

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O por me menos


MINGO:

¡Ah,…! ¿No me digás que no sabés de qué tengo ganas…?

MARÍA:

(Tranquila). No, no lo sé.

MINGO:

¡Pues, vengo con ganas de hacerte el amor como nunca…!

MARÍA:

¡Ay, noo, hoy noo…!

MINGO:

¡Ah, ya vas a empezar vos con tus babosadas otra vez…! ¡Mirá, lo siento mucho, pero sos mi mujer y me vas a complacer cuando yo quiera, donde yo quiera, y las veces que yo quiera…! ¡Oíste…!

MARÍA:

(Suplicante). Noo, por favor. De veras me siento mal.

MINGO:

¡Sólo pretextos sos vos, con tal de no estar conmigo…! ¿Sabés qué pienso…? Que cuando yo no estoy, alguien viene a quitarte las ganas, por eso te portás así conmigo.

MARÍA:

¡Qué mente la tuya, vos Mingo…! Como si sólo en eso estuviera yo pensando...

MINGO:

Bueno, pero ultimadamente yo soy tu marido, y puedo hacerte el amor cuando a mí me dé la gana.

MARÍA:

(Suplicante). No, por favor. Comprendéme, Mingo, no seas malo.

MINGO:

¿Y a mí quién me comprende…? ¡Mirá, dejáte ya de babosadas y cumplí con tu obligación de esposa o te vas a la calle con todo y tus chunches…!

MARÍA:

(Resignada). Vamos, pues, pero no me vayás a lastimar. (Sale por la izquierda).

MINGO:

¡Andá y preparáte, pues…! (Retrasándose adrede). ¡Sólo pretextos, son las mujeres: Si no es dolor de cabeza, es dolor de muelas; si no es dolor de muelas, es dolor de ovarios…! ¡Babosadas…! Por eso, con la mujer…¡Mano dura…! (Irónicamente). ¡Sos Otto Pérez Molina…! (Sale por la izquierda. Momentos después entra Alma y luego María).

ALMA:

Ay, doña María… Qué experiencias más difíciles le ha tocado vivir a usted. ¡Qué maridito el suyo…! Yo no me explico cómo le ha aguantado usted tanto.

MARÍA:

Lo que pasa, seño, es que mis papás siempre nos dijeron que el matrimonio debe ser para toda la vida; y que como una se lo busca, que se aguante. (Convencida). ¡Pero tiene razón… a veces está una indispuesta y no queremos saber nada de nada, y qué molesto tener qué hacer algo que realmente una no desea. (Pausa). Sin embargo, usted me ha abierto los ojos, seño. Ahora entiendo que ya no debemos tolerar tantos abusos. Que ya existen leyes que nos protegen contra esos abusadores.

ALMA:

¡Vaya, hombre…! Parece que al fin ha comprendido que usted está siendo abusada por su propio marido. Y es verdad: ya hay leyes que la protegen… ¡Qué digo yo…! ¡Que nos protegen, porque nadie está libre de esos abusos…!

MARÍA:

Eso es cierto. seño…?

ALMA:

No. Existe una más: La Violencia Física.

MARÍA:

¿Cómo es ésa, seño…?

No me siento bien.

¿Y esas son todas las clases de Violencia Intrafamiliar que existen,

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ALMA:

Esa clase de violencia se dá, cuando la víctima recibe golpes, quemaduras y toda clase de lesiones en el cuerpo. Y recuerdo que al principio, usted me dijo que su esposo la ha agredido muchas veces. Aunque me imagino que no quisiera usted ni recordar esos desagradables momentos, me gustaría que me contara cómo o por qué razones ha sucedido, ¿le parece…?

MARÍA:

(Apenada). Está bien, seño. Como usted quiera.

ALMA:

Gracias. Venga, por favor, y cuénteme. (Salen comentando. Se recrea la escena de la Violencia Física. En escena, están los niños jugando).

MINGO:

(Entrando por la derecha en estado de ebriedad). ¡Ya vine…!

NIÑOS:

(Asustados y tímidos). Bueno…

MINGO:

¿Y su mamá, muchá…?

NIÑA:

Está lavando ropa…

MINGO:

(Molesto). Vayan a llamarla pues, porque vamos a comer.

NIÑOS:

Nosotros ya comimos.

MINGO:

(Muy molesto y gritando). ¿¡Cómo que ya comieron…!? (Gritando más fuerte). ¡María…! ¡María…! (María entra corriendo, secándose las manos con el delantal y muy asustada. Enfrentándola). ¿¡Cómo está eso de que ya comieron…!? ¿¡No sabés que en esta casa nadie puede hartarse si yo no he llegado…!?

MARÍA:

(Siempre muy asustada). Es que los patojos tenían hambre… y como no venías…

MINGO:

(Siempre muy molesto, interrumpiéndola). ¡Sí, pero resulta que el que manda aquí soy yo, y ya saben que tienen qué esperarme para comer…! ¡Oíste, pedazo de mierda…!

MARÍA: MINGO:

Es que ya era tarde y pensé que… (Interrumpiéndola). ¡Pues no pensés, que el único que piensa aquí soy yo…! (Pequeña pausa). ¡Traéme la comida, pues, pero rápido…! (Chasqueando los dedos). ¡Pero rápido, hombre…! (María a punto de salir por la izquierda). ¡Y que no se vuelva a repetir, porque ya sabés lo que te va a pasar…! ¿¡Oíste…!?

MARÍA:

Sssssi, sssi. Ahorita vuelvo.

MINGO:

(A los niños). ¡Y ustedes, busquen algo qué hacer…! ¡Haraganes…! (Entra María corriendo por donde salió, con un plato y un cesto de tortillas).

MARÍA:

(Volviendo, temerosa, por donde salió). Aquí está tu comida…

MINGO:

(Probándola. Molestísimo). ¡¡Esta mierda está fría…!!

MARÍA:

(Asustadísima). Como la querías rápido… Además, mirá la hora que es, el fuego ya se apagó…

MINGO:

(Molestísimo). ¡¡¡Sí, pero yo no soy tu chucho ni tu coche para comer comida fría…!!! ¡¡Oíste, cabrona…!! ¡¡¡Tomá, hartátela vos, a ver…!!! (Toma a María del cabello y trata de introducirle la comida a la boca por la fuerza). (Al final termina golpeándola salvajemente. En ese momento entran los niños a defender a María, y también son golpeados).

(Sale apresurada).

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MARÍA:

(Llorando. A gritos). ¡Vayan a llamar a su tía, niños…!

LINDA:

(Llorando). ¡A la policía vamos a ir a llamar…! derecha).

MINGO:

(Sin soltar el cabello de María. Gritando). ¡¡Llámenla y los voy a patear, cabrones…!! (Continúa dándole patadas y puñetazos. María trata de defenderse, pero es sometida por Mingo que está fuera de sí. Así pasan unos minutos. María trata de levantarse, y en ese momento, Mingo, con la mano abierta y en alto, trata de dar su mejor golpe, pero en ese momento entra un policía por la derecha que lo toma de la mano, evitando que le dé el golpe).

POLICÍA:

(Irrumpiendo de repente). ¡Alto ahí en nombre de la Ley…! (El policía dobla el brazo de Mingo hacia atrás para inutilizarlo, mientras éste trata de soltarse. Transición. Al público). Escenas como éstas son muy comunes en nuestros hogares. (Señalando a un señor del público). Usted, señor, posiblemente agrediendo. (Señalando a una mujer del público). Usted, señora, la víctima de esa agresión. (Señalando a unos niños del público). Y ustedes, niños, sin ninguna culpa, sufriendo toda clase de atropellos… ¡Esto debe terminar…! ¡Es necesario denunciar toda clase de malos tratos, venga de donde venga…! ¡No tengan miedo…! ¡No están solos, la Ley los protege…! (A María). ¿Qué piensa usted de todo esto, señora…?

MARÍA:

(Llorando desesperada, pero decidida). ¡Que tiene usted razón, señor agente…! ¡Yo he sido víctima de todas las clases de Violencia Intrafamiliar…! (Sollozando). ¡Mis derechos siempre han sido violados…! ¡¡Hoy sí voy a denunciar a mi agresor…!!

ALMA:

(Entando). Nosotros velamos porque se respeten los derechos de las personas víctimas de la Violencia Intrafamiliar, sin importar la raza, el color, el sexo, la religión o clase social…

POLICÍA:

¡Y nosotros velamos porque se cumpla la Ley…! (Dobla hacia atrás el brazo de Mingo).

MINGO:

¡Y yo protesto porque están violando mis derechos…!

TODOS:

¡¡Shooooo…!! ¡Todos hemos sido víctimas de Violencia Intrafamiliar…! ¡¡Basta ya…!! ¡¡Exigimos una vida digna…!! (Mingo y el Policía dan unos cuantos pasos hacia el fondo del escenario y todos quedan en stop. Uno de los niños levanta un cartel en el que se lee: F I N. T E L ÓN

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FINAL

(Salen corriendo los niños por la

HCC…..


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